Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
+ Oh Señor mío, te agradezco por hacerme semejante a Ti en el anonadamiento. Noto que mi envoltura terrenal empieza a desmoronarse; estoy contenta de eso, (16) porque ya dentro de poco me encontraré en la casa de mi Padre.
Reflexión: El anonadamiento
“Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias”. Repetimos en la intimidad de nuestro corazón, despacio, con fe, esperanza y amor. Se entiende que por un exceso de amor el hombre. Dios muriese sobre la cruz. Pero lo que ya no se comprende, lo que espanta a los débiles en la fe y escandaliza a los incrédulos, es que Jesucristo glorioso y triunfante, después de haber terminado su misión en la tierra, quiera todavía quedarse con nosotros y en un estado más humillante y anonadado que en Belén y aunque en el calvario.
Oh Señor mío, te agradezco por hacerme semejante a ti en el anonadamiento. Este estado es el que más glorifica a su Padre Celestial. Lo que no puede hacer en el cielo ya glorioso lo ejecuta sobre el altar por su estado de anonadamiento. Este anonadamiento es un combate que Jesucristo libra continuamente contra el orgullo hasta vencerlo: Si la soberbia es lo más repugnante a los ojos de Dios, la humildad por el contrario es lo que más le glorifica. Jesucristo aunque oculto a mis ojos, actúa eficazmente en la obra de mi santificación. En este estado de anonadamiento de nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, es donde se encuentra la gracia de la humildad. Ese estado de Jesús, anima y alienta, nuestra debilidad; por estar velado, podemos acercarnos a Él, hablarle y contemplarle sin temor. Así Jesús en la Hostia Santa se hace pequeño con los pequeños. El uso incógnito acrisola nuestra fe. La fe es un acto espiritual que prescinde por completo de los sentidos. Por eso, aquí solo debe obrar la fe, se da por excelencia el reinado de la fe. Jesús en la eucaristía es la belleza siempre antigua y siempre nueva, que el alma no se cansa nunca de escudriñar y penetrar.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda el anonadamiento, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce