Noche de Jueves Santo 20 de marzo de 2008
Mirando en el altar del reposo.
Estoy cerca de ti ahora y tú estás cerca de Mí en el Sacramento de Mi amor. Acepto tu presencia aquí esta noche como una ofrenda de amistad y reparación para el bien de todos Mis sacerdotes, tus hermanos. Esta noche los busco. Y espero que cada uno Me busque. Porque continúo anhelando que Mis elegidos, incluso los que les he permitido que en sus corazones crezca la dureza contra Mí, se conviertan esta noche y encuentren su camino a Mi tabernáculo donde Yo espero por ellos.
Hay gracias destinadas para Mis sacerdotes en esta, la noche de Mi agonía y de Mi traición que no han sido dadas en ningún otro tiempo. Yo estoy atado esta noche. Ya he sido tomado y Mis captores Me han llevado como un cordero al matadero. Yo estoy en silencio, pero Mi Corazón mira y espera por Mis sacerdotes. Si ellos vinieran a Mí. Yo iría a deshacer los lazos que los mantienen en esclavitud. Les daría luz en la oscuridad espiritual que los oprime. Les hablaría palabras de consuelo y compasión.
Al estar tú Conmigo esta noche, Me permites tocar las almas de muchos sacerdotes que han permanecido lejos de Mí. Tú estás aquí solamente porque Mi gracia ha trabajado dentro de ti, cambiando tu corazón y atrayéndote a la gracia de Mi permanente amistad. Lo que Yo he hecho en Mi infinita misericordia por ti Yo lo haría por todos Mis sacerdotes.
Estoy cerca de renovar el sacerdocio de Mi Iglesia en santidad y de limpiar a Mis sacerdotes de las impurezas que los han contaminado. Pronto, muy pronto, derramaré las gracias de la sanación espiritual sobre todos Mis sacerdotes. Separaré a los que aceptarán el regalo de Mi divina amistad de los que endurecerán sus corazones en Mi contra. A los primeros le daré una santidad radiante como la de Juan y Mis Apóstoles en el principio. A los otros se las quitaré incluso a los que creen que la tienen Debe ser así. Yo quiero los sacerdotes de Mi Iglesia limpios de corazón y fieles en responder al inmenso amor con el cual Yo he amado a cada uno y los he elegido para Mí mismo con el fin de lograr la realización de los designios de Mi Corazón. Los que no viven en Mi amistad, Me traicionan y Me impiden Mi trabajo. Ellos desvirtúan la belleza y la santidad que vería brillar en Mi Iglesia.
1 Yo lloro por su dureza de corazón y Mi Inmaculada Madre, su triste Madre, llora Conmigo por ellos.
La renovación de Mi sacerdocio en la Iglesia empezará desde el fuego del amor que arde en el Sacramento de Mi Cuerpo y Sangre. Yo llamo a todos los sacerdotes que buscan Mi Rostro Eucarístico para que permanezcan en Mi presencia. Yo quiero que todos Mis sacerdotes descubran Mi Corazón abierto. Mi Corazón vive latiendo con amor por ellos y derramando una corriente purificadora de Sangre y de Agua para su santidad y para la vida del mundo. Convoco a todos Mis sacerdotes a Mi presencia Eucarística. Ellos deben aprender que Mi compañía está llena de alegría.
2 Es necesario que descubran en el Sacramento de Mi amor la dulzura y la fuerza de Mi Divina amistad.
Muchos, muchos, Me han abandonado en el Sacramento de Mi amor, pero Yo no abandonaré a uno solo de Mis sacerdotes que venga a Mí en el Sacramento de Mi amor. Allí los espero. Allí les ofrezco Mi divino abrazo. Allí los atraeré a Mi Costado abierto a través de Mi herida en Mi Costado, dentro de Mi santuario de Mi Sagrado Corazón.
Adórame por el bien de tus hermanos sacerdotes que no Me adoran. Permíteme darte lo que Yo le daría a cada uno de ellos. Acepta Mi amor. Recibe Mi amistad. Haz de Mi presencia Eucarística el centro de tu vida y el corazón de tu vida, donde vuelves a buscar calidez, sanación, consuelo y luz. Busca Mi Rostro Eucarístico e invita a otros a hacer lo mismo.
• Matthew 9:1-8
• Amigos, en el Evangelio de hoy el Señor sana a un paralítico luego de haber perdonado sus pecados. Las palabras iniciales de Jesús a este hombre paralítico son: “Tus pecados te han sido perdonados”. ¿Por qué Dios perdona nuestros pecados? Porque Dios nos quiere vivos, quiere que nos movamos; nos quiere en acción, tomando conciencia de lo que podemos ser.
Jesús viene a liberarnos para que tengamos una vida más profunda, para abrirnos un nuevo futuro. El pecado es una negativa a vivir de acuerdo con los propósitos y deseos de Dios. Nuestra obsesión con los pecados pasados nos paraliza. Dios se opone a esta obsesión con el pasado porque nos inmoviliza.
Puedo dar muchas vueltas pensando en mis pecados del pasado a tal punto que finalmente me quedo paralizado, incapaz de moverme. “Tus pecados te son perdonados” es otra forma de decir: “No te dejes paralizar por los pecados que sin duda te preocupan mucho más de lo que preocupan a Dios”.
Después de decir que los pecados le han sido perdonados, Jesús dice: “Levántate, toma tu camilla y vete a casa”. Así es como funciona: Primero viene el perdón de los pecados, y ese es un poder liberador en nosotros. Ahora puedo vivir para el futuro.
María Goretti, Santa
Memoria Litúrgica. 6 de julio
Virgen y Mártir
Martirologio Romano: Santa María Goretti, virgen y mártir, que en el transcurso de una infancia difícil, ayudando a su madre en las labores de la casa, se distinguió ya por su piedad. Cuando no contaba más que doce años, murió en defensa de su castidad, a causa de las puñaladas que le asestó un joven que intentaba violarla cuando se hallaba sola en su casa, cercana a la localidad de Nettuno, en la región del Lacio, en Italia († 1902).
Hoy celebramos a Santa María Goretti, una joven que vivió la virtud de la pureza hasta el heroísmo.
Una santa que prefirió morir antes que ofender a Dios.
Un poco de historia…
Santa María Goretti nació en 1890 en Italia. Su padre, campesino, enfermó de malaria y murió.
Una tarde, María estaba sentada en lo alto de la escalera de la casa, remendando una camisa. Aunque aún no cumplía los doce años, era ya una mujercita.
Alejandro, un joven de 18 años, subió las escaleras con intención de violar a la niña. María opuso resistencia y trató de pedir auxilio; pero como Alejandro la tenía agarrada por el cuello, apenas pudo protestar y decir que prefería morir antes que ofender a Dios. Al oír esto, el joven desgarró el vestido de la muchacha y la apuñaló brutalmente. Ella cayó al suelo pidiendo ayuda y él huyó.
María fue transportada a un hospital, en donde perdonó a su asesino de todo corazón, invocó a la Virgen y murió veinticuatro horas después.
Alejandro fue condenado a 30 años de prisión. Por largo tiempo, fue obstinado en no arrepentirse de su pecado, hasta que una noche, tuvo un sueño en el que vio a la niña María, recogiendo flores en un prado y luego ella se acercaba a él y se las ofrecía. A partir de ese momento, cambió totalmente y se convirtió en un prisionero ejemplar. Se le dejó libre al cumplir 27 años de su condena. Al salir de la cárcel, una noche de Navidad, la de 1938, pidió perdón a la mamá de María, y aquella noche, en la misa de Gallo, comulgaron juntos.
El caso de María Goretti se extendió por todo el mundo. En 1947, el Papa Pío XII la beatificó y en 1950 la canonizó. En la ceremonia estuvieron presentes su madre, de 82 años, dos hermanas y un hermano. Y, aunque parezca increíble, también asistió Alejandro, el arrepentido asesino de la santa.
Santa María Goretti fue santa no por el hecho de tener una muerte injusta y violenta, sino porque murió por defender una virtud inculcada por la fe cristiana. A esta santa se la llama la “Mártir de la pureza”. Sus imágenes la representan como una campesina con un lirio en la mano, que es el símbolo de la virginidad, y con la corona del martirio.
María Goretti era una muchacha soltera que conocía el valor del matrimonio y de las relaciones sexuales. Sabía que la complementariedad de los sexos se manifiesta plenamente en el acto sexual, en el cual el hombre y la mujer se unen íntima y totalmente en alma y cuerpo por el amor que existe entre ellos. Entendía que el acto sexual sólo puede efectuarse dentro del matrimonio ya que es una manifestación de amor entre los esposos y para la procreación de los hijos.
Los jóvenes podrán preguntarse: ¿Hasta el matrimonio? ¡Faltan “miles de años”! Y mientras… ¿qué? Pueden aprovechar el tiempo del noviazgo para conocerse, tratarse, vivir en amistad y hacerse felices el uno al otro. El noviazgo es una preparación para el futuro matrimonio.
¿Qué hacer para vivir esta virtud?
Debes cuidar todo lo que ves y oyes. Y, recordar que tú eres una persona que tiene dignidad, inteligencia y voluntad y que eres diferente de los animales que tienen relaciones sexuales por puro instinto. La virtud de la castidad te dará fuerza para dominar y controlar tu impulso sexual.
Es más persona quien sabe dominarse, quien sabe controlarse, quien sabe guardarse íntegro para entregarse sin reservas a su futura esposa o esposo, que aquel cobarde y sin fuerzas de voluntad que entrega su cuerpo a cualquiera ante el primer estímulo que pasa frente a sus ojos.
¿Qué nos enseña la vida de María Goretti?
• La principal enseñanza es la vivencia de la virtud de la pureza: pureza de alma y cuerpo.
• A perdonar a nuestros enemigos, a pesar de que nos hayan causado un daño irreparable. Como también lo hizo el Papa Juan Pablo II, al perdonar a Alí Agca, quien tratara de asesinarlo en 1981.
• María Goretti nos enseña a ser fuertes ante situaciones difíciles, confiando siempre en Dios.
Oración
Santa María Goretti, este día te pido que me ayudes a vivir la virtud de la pureza, para entender que la castidad es un medio para cultivar mi voluntad y así, lograr la santidad en el estado de vida al que Dios me llama. Amén.
Muchas veces solo basta ponerme frente a Él
Santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8.
Jueves XIII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Hoy es un nuevo día… un día normal, un día más. Así me pongo ante ti, Señor. Te quiero contar… te quiero escuchar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8
En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y llegó a Cafarnaúm, su ciudad. En esto, trajeron a donde él estaba a un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados». Al oír esto, algunos escribas pensaron: «Este hombre está blasfemando». Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil: decir ‘Se te perdonan tus pecados’, o decir ‘Levántate y anda’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, –le dijo entonces al paralítico–: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Me doy cuenta que la relación con Dios muchas veces se da en el silencio…sin palabras. Muchas veces sólo basta ponerme frente a Él… sin decir nada.
Ponerme frente a Él no con máscaras…con sonrisas o lágrimas falsas; ponerme frente a Él tal y como estoy; tal y como soy. Con mis alegrías, con mis tristezas; con mis grandes o pequeños problemas… en la felicidad o en la enfermedad.
Jesús no pregunta…el paralítico sólo se muestra. No hay diálogo. Sólo amor y sinceridad…sólo sinceridad y amor. Jesús sabe mi necesidad pero respeta mi libertad.
No puedo solamente contemplar la escena; me doy cuenta que estoy en ella. Yo también padezco y…, también estoy enfermo pero, aún mas importante…necesito de Dios. Sólo es cuestión que abra mi corazón y me deje mirar… me deje amar.
Él sabe lo que mi corazón necesita…sólo quiere que se lo diga…
No hay diálogo…sólo amor y sinceridad; sinceridad y amor.
«Permítenos hoy, Hijo de Dios, acercarnos a tu corazón. Haz que no nos creamos grandes por nuestras experiencias.
Concédenos, en cambio, que seamos pequeños como tú, para que podamos estar cerca de ti y recibir de ti humildad y mansedumbre en abundancia. No nos prives de tu revelación, la epifanía de tu infancia en nuestros corazones, para que con ella podamos curar todo tipo de orgullo y de arrogancia». (Discurso de S.S. Francisco, 22 de diciembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Me acercaré al sacramento de la confesión con un corazón abierto, sencillo, confiando en que Aquél con quien voy es Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
El poder de Dios.
Como bautizados, hemos recibido el Espíritu Santo y con él, infinidad de dones y carismas.
“Yo soy simplemente como el burro que lleva a Jesús. Lo peor sería fijarse en el asno y no en el que va montado en sus lomos. El día que seamos conscientes de que somos portadores de Cristo Jesús, ese día se va a transformar nuestro ministerio; ya no hablaremos tanto de Jesús, sino que le dejaremos actuar con todo su poder”. – Padre Emiliano Tardif.
Dios, soberano Rey del universo, en su omnipotente grandeza se fía de nosotros, simples burros, para actuar con infinito poder sobre sus hijos. No solamente confía, sino que quiere necesitarnos para semejante propósito.
Esta reflexión del Padre Emiliano Tardif, me recuerdan las palabras de Juan el Bautista cuando se le preguntó si él era el Cristo: “Mas viene quien es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias”. (Jn 1, 27) El Bautista, sin duda, conocía plenamente su lugar en el plan de Dios. Aún cuando el pueblo pensaba y creía que sus palabras y acciones eran dignas del Mesías, él supo comunicar sin reserva alguna su condición de “burro”. Esa humildad le ganó la santidad.
Como bautizados, hemos recibido el Espíritu Santo y con él, infinidad de dones y carismas. A través de su don, el mismo Dios nos arma con unas capacidades extraordinarias para la evangelización. Lo innegable es que no somos nosotros los dueños y administradores de ese poder, sino el mismo Altísimo. No somos más que el “burro” que lo lleva en su lomo. En la medida en que somos capaces de reconocer el alcance y el lugar de nuestra participación, el Señor se manifiesta para mostrarnos el infinito valor comprendido en la experiencia de servirle. Él mismo, que habiéndote escogido, llamado y facultado para llevarlo sobre tu “lomo” te hace partícipe de su despliegue de poder y amor. Es él quien concede cada una de las bendiciones que se derraman a través de tu ser, por medio del Espíritu.
Toda nuestra formación como católicos, desde los primeros pasos en la catequesis hasta los niveles más altos conseguidos a través del estudio y de los sacramentos, tiene como propósito fundamental convertirnos en “burros” que sirven al Señor. Solamente transformándonos en humildes servidores podremos recibir lo que ésta nueva condición requiere: discernimiento, regalo de nuevos dones, acrecentamiento de otros ya recibidos, celo por el Evangelio, entre otros. Y todos ellos puestos al servicio inmediato del Creador.
En mi experiencia como “burro”, que apenas comienza, siento en mi corazón un deseo ardiente de servirle. Reconozco que es él quien me permite anelar ser su humilde servidor, y a la vez me capacita con los elementos necesarios para cumplir con el trabajo de “llevarlo”. Es él quien se manifiesta a través de la palabra y mis manos y confirma la autenticidad de su obra.
Les cuento que la primera vez que Dios me puso en frente de alguien para imponer mis manos y orar, la persona experimentó el Descanso en el Espíritu. La sensación de un poder inimaginable que fluyó a través de mis manos y que inmediatamente reconocí que no es mío, es sencillamente maravillosa. Esa efusión del poder de Dios no solamente hizo descansar a uno, sino que se devolvió hacia mi persona haciéndome estallar en llanto. Dios me confirmó que es su poder el que se manifiestó y al mismo tiempo me hizo consciente de mi pequeñez de “burro”.
En otra ocasión, durante una imposición de manos, el Espíritu Santo liberó de un espíritu de temor a quien recibía la oración y a cambio le regaló el don de alabar en lenguas, lo cual pude confirmar posteriormente. La fluidez y hermosura de la alabanza que orquestaban aquellos labios estaba, sin duda, fuera del alcance de mis sentidos. En aquel momento, todo mi cuerpo comenzó a temblar, al punto de sentir que era yo quien experimentaría un descanso en el espíritu. Finalmente, la persona experimentó el descanso, pero igual mi corazón había sido testigo del poder avasallador de Dios.
Dice el Padre Emiliano Tardif que cuando el “burro” se regresa a su corral, en esa intimidad y en el pleno análisis del trabajo realizado es que se reconoce en toda su magnificencia la grandeza de Dios. Así me siento un poco, en mis momentos de silencio puedo reflexionar en lo vivido y más me hago consiente de mi pequeñez ante la gloria de mi Señor.
Permítenos oh Dios, ser humildes y dóciles a tu llamada. Acrecienta en nosotros el don del servicio. Conviértenos en “burros”, de modo que, la gente no se fije en nosotros y permitan ser arrollados por el poder de tu amor. Amén.
Una reflexión cristiana sobre el beso
Las personas necesitan demostrarse afecto unas a otras, y desde hace mucho tiempo usan el beso para expresarse.
Por: COMUNIDADE SHALOM
¿Has besado a alguien hoy? ¿Madre, padre, hijos, novio/a, amigos, esposa, a algún niño?
No se conoce exactamente el origen del beso, pero se cree que esta práctica comenzó en los antiguos rituales religiosos como signo de respeto.
Su origen podría remontarse, sin embargo, a un factor cultural: las personas necesitan demostrarse afecto unas a otras, y desde hace mucho tiempo usan el beso para expresarse.
Este signo de afecto se expresa de varias formas y tiene significados distintos: respeto –con el así llamado besamanos -, romanticismo–como un “te amo”-, amistad –el beso en la mejilla cuando se llega o se va.
Luego está el beso soñado o robado que hace latir el corazón de la locura, el primer beso que nadie olvida nunca e incluso el beso de la traición.
Falso osculum
En la época de Cristo, los romanos tenían tres tipos de beso: el basium, entre conocidos; el osculum, entre amigos; elsuavium, el beso de los amantes.
El osculum de Judas fue el falso signo de afecto que escondía los motivos reales de la persona que lo estaba entregando.
El gesto de Judas también puede ser interpretado como una manifestación de afecto, pero en realidad Satanás había ya entrado en su cuerpo, y de manera oculta había vendido a su maestro por 30 monedas de plata.
Beso dulce
El beso de san Francisco al leproso en 1206. Al pasear a caballo por el campo en los alrededores de Asís, el santo vio a un leproso, que siempre le pareció horrible, repugnante a la vista y al olfato y cuya presencia le había siempre incomodado suscitándole rechazo.
Dijo luego: “Lo que me parecía amargo se transformó en dulzura para el alma y el cuerpo. Y después de eso, salí del mundo”.
Beso on line
Para quien está lejos existen las opciones de los besos virtuales, pero si estás cerca ¡lánzate! Dar besos al aire no toca el corazón de nadie.
Es necesario acercarse, tocar, besar con sinceridad y afecto, para que el otro entienda que en ese gesto sin palabras se encuentran muchas palabras: perdón, disculpa, despedida, nostalgia, amor, consuelo, comprensión, misericordia.
Vale la pena intentarlo. Los besos dados por interés vuelven los pasos pesados. Quien camina con amor, en cambio, no se cansa.
Hoy celebramos a Santa Maria Goretti
11 datos que tal vez no sabías sobre la vida de Santa Maria Goretti
El nombre de Santa María Goretti está asociado principalmente a la virtud de la castidad, sin embargo hay otros aspectos de su vida que probablemente no son muy conocidos y que valen la pena imitar para crecer en la fe.
Aquí presentamos once cosas sobre esta “dulce mártir de la pureza”, como la llamó el Papa Pío XII.
1.-Trabajó desde pequeña
Una biografía suya publicada en Vatican News indica que María nació el 16 de octubre de 1890 en Italia, en el seno de una familia pobre que se trasladó desde la provincia de Ancona hasta la localidad Ferriere di Conca, en la provincia de Lazio, para trabajar los campos del conde Mazzoleni.
Allí la niña vendía huevos, preparaba la comida para los campesinos, remendaba ropas y cuidaba de sus hermanos menores.
2.-Fue una hija ejemplar
Vatican News señala que tras la muerte de su padre Luigi Goretti, María “sintió que tenía que apoyar a su mamá que se quedó sola cuidando a la familia”.
Ella se encargó de hacer los quehaceres y de atender a sus hermanos. Incluso prefería comer lo que sobraba de las comidas para que todos se alimentasen bien.
Por dificultades económicas, su familia se asoció con los Serenelli, quienes no tenían un buen comportamiento y eran déspotas.
Para calmar la angustia de su madre Assunta, María le decía: “Ánimo, mamá, no tengas miedo, que ya nos hacemos mayores. Basta con que el Señor nos conceda salud. La Providencia nos ayudará. ¡Lucharemos y seguiremos luchando!”.
3.-Prefería morir antes que decir una mala palabra
Un día María compartió a su madre la indignación que sintió al escuchar un intercambio de palabras obscenas entre un muchacho y una de sus compañeras.
Assunta le dijo: “Pues lo que te entre por una oreja que te salga por la otra. Mira, hija, como tú te sorprendes de las cosas de los otros, otros pueden sorprenderse con las cosas que tú hagas”.
Entonces la niña respondió: “Si yo alguna vez he de hablar así, prefiero morirme antes”.
4.- No fue a la escuela
En un mensaje, San Juan Pablo II indicó que Santa María Goretti no pudo ir a la escuela por “las dificultades de la pobreza”.
Sin embargo, ella y sus cinco hermanos fueron “educados por los padres en el respeto a sí mismos y a los demás, así como en el sentido del deber cumplido por amor a Dios”.
5.- Con la ayuda de su pueblo hizo la Primera Comunión
Santa María Goretti ansiaba recibir la Eucaristía desde pequeña y cuando le manifestó ese deseo a su madre, esta le dijo: “¿Cómo vas a tomarla, si no te sabes el catecismo? Además, no sabes leer, no tenemos dinero para comprarte el vestido, los zapatos y el velo y no tenemos ni un momento libre”.
La niña le respondió: “¡Pues nunca podré tomar la Comunión, mamá! ¡Y yo no puedo estar sin Jesús!”.
Sus vecinos la ayudaron en su preparación para el sacramento e incluso consiguieron las prendas que necesitaba para ese gran día.
Así, María hizo su Primera Comunión el 29 de mayo de 1902 a los once años de edad, un año antes de lo que se acostumbraba en la época.
6.-Encontraba consuelo en la oración durante los momentos difíciles
A los diez años de edad María perdió a su padre, sin embargo, buscó consuelo en la oración, especialmente en el rezo del Rosario.
La santa también buscó refugio en la Virgen ante las propuestas indecentes de Alessandro Serenelli, y las amenazas de muerte que este le hacía debido a los rechazos de María.
7.- Resistió un intento de violación
El 5 de julio de 1902, Alessandro aprovechó que María estaba sola en casa e intentó violarla. Pero ella se resistía gritando “¡No! ¡Es un pecado! ¡Dios no quiere eso!”, y le advertía que podía ir al Infierno.
Cegado por la rabia, el joven la apuñaló catorce veces con un punzón. Las heridas afectaron su corazón, su pulmón izquierdo, su diafragma y sus intestinos.
8.- Ofreció sus sufrimientos a la Virgen María
Luego que su madre y el padre de Alessandro la encontraran, María fue llevada a un hospital cercano. Los médicos se sorprendieron de no hubiera muerto por la gravedad de sus heridas. La operaron para tratar de salvarla y debido a su delicado estado no pudieron colocarle anestesia.
Ella no se quejaba de los dolores y ofreció sus sufrimientos a la Madre de Dios.
9.- Perdonó a su agresor antes de morir
Antes de fallecer, el sacerdote le preguntó: “María, ¿perdonas de todo corazón a tu asesino?”. Ella respondió: “Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al Paraíso. Quiero que esté a mi lado… Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado”.
San Juan Pablo II destacó este gesto y afirmó que “el espíritu del perdón animaba las relaciones de toda la familia Goretti y, por esta razón, pudo expresarse con tanta espontaneidad en la mártir”.
10.- Su asesino se convirtió
Alessandro Serenelli fue condenado a 30 años de cárcel y parecía que no tenía ningún remordimiento por su crimen. Pero se arrepintió tras ser visitado por el entonces Obispo de Noto, Mons. Giovanni Blandini, y tener un sueño donde María derramó sobre él catorce lirios, la misma cantidad de veces que la apuñaló.
Cuando salió libre, buscó a la madre de la santa para pedirle perdón. Años después, Alessandro colaboró con su testimonio en la causa de beatificación. También fue admitido en la Tercera Orden de San Francisco.
“El asesino de María Goretti reconoció la culpa cometida, pidió perdón a Dios y a la familia de la mártir, expió con convicción su crimen y durante toda su vida mantuvo esta disposición de espíritu. La madre de la santa, por su parte, le ofreció sin reticencias el perdón de la familia”, destacó San Juan Pablo II.
11.- Una de sus hermanas se hizo religiosa
Según indica el sitio web oficial del Santuario de Corinaldo, el día de su martirio, la santa estaba cuidando de su hermana de dos años, Teresa Goretti, antes de que Alessandro se llevara a María para intentar violarla.
Teresa despertó y empezó a llorar al escuchar los gritos de María. Este llanto hizo que Assunta y el padre de Alessandro regresaran a la casa desde el campo y encontraran a la santa malherida.
El 23 de octubre de 1920, Teresa ingresó como religiosa en el instituto de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María y tomó el nombre de Sor María de San Alfredo.
Se encontró en septiembre de 1969 con el Beato Pablo VI y en 1979 con San Juan Pablo II.
Falleció el 25 de febrero de 1981 en un convento de su instituto en la ciudad italiana de Orvieto.
Santa María Goretti, mártir al defender su pureza
Murió a causa de las heridas que sufrió cuando su asesino intentó violarla, un hombre que después declaró en su proceso de canonización
Santa María Goretti nació el 16 de octubre de 1890, en Corinaldo (Italia). Era la tercera de siete hijos de una familia pobre aunque muy piadosa.
Emigraron a Ferriere di Conca para trabajar al servicio del conde Mazzoleni. Allí la familia compartía casa con otra familia: Giovanni Serenelli y su hijo Alessandro, que tenían otro estilo de vida.
El padre Serenelli era alcohólico y Alessandro era grosero y rudo. La cocina era el espacio común.
Pronto falleció el padre de los Goretti de paludismo y su madre se tuvo que poner a trabajar mientras María y los mayores cuidaban de los hermanos pequeños.
Quería hacer la Primera Comunión a toda costa
María era inteligente y piadosa. Había recibido el bautismo y la confirmación. Rezaba el rosario, contemplaba el crucifijo, hacía oración…
Su madre le dijo que no podía recibir la Primera Comunión porque no tenía instrucción y no podría aprender el catecismo. Además, no tenían dinero para comprarle un vestido.
La niña rogó a su madre y finalmente una persona de la zona le dio la instruyó mientras que otras familias le prestaron el vestido. Así, recibió la Primera Comunión el 29 de mayo de 1902.
Alessandro Serenelli tenía 19 años, era fuerte y en varias ocasiones había dicho frases obscenas a María.
Ella se dio cuenta de que el chico quería abusar de ella y comenzó a pedir a su madre que regresaran a su pueblo natal. Pero la madre creyó que era un capricho de niña y no le dio más importancia.
Un día, Alessandro llevó a María a la cocina cuando ella estaba sola en casa cuidando a una de las bebés.
La agredió sexualmente pero ella se resistió, diciéndole que lo que pretendía hacer era un pecado.
El chico amordazó a María Goretti. Primero le mostró un puñal y ella siguió sin consentir. Luego él le arrancó la ropa y María pudo deshacerse de la mordaza.
–No hagas eso, que es pecado. Irás al infierno, dijo María.
Alessandro Serenelli le asestó varias cuchilladas, hasta que creyó que la había matado. Después tiró el cuchillo y se marchó. Pero cuando estaba ya en la puerta la oyó gemir.
Entonces recogió el arma y volvió sobre sus pasos para matarla. De nuevo la acuchilló y se marchó a su habitación.
En total, María Goretti recibió 14 heridas graves, pero no había muerto. Recobró la conciencia y avisó al señor Serenelli con un grito.
La llevaron al hospital y el médico registró heridas en el pericardio, el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino.
El perdón
María pudo recibir los últimos sacramentos. En el momento de darle la comunión, el sacerdote le preguntó:
-María, ¿perdonas de todo corazón a tu asesino?
Ella contestó:
-Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que esté a mi lado. Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado. Al poco falleció.
Conversión de Alessandro en la cárcel
Alessandro Serenelli fue detenido, procesado y condenado a 30 años de cárcel. Decía que no se arrepentía de nada, pero unos años más tarde fue a visitarlo monseñor Blandini. Cuando este se marchó, lloró desconsoladamente.
En sueños santa María Goretti se apareció a Alessandro, tras lo cual este se arrepintió y escribió una carta a monseñor Blandini. Decía:
«Lamento sobre todo el crimen que cometí porque soy consciente de haberle quitado la vida a una pobre niña inocente que, hasta el último momento, quiso salvar su honor, sacrificándose antes que ceder a mi criminal voluntad. Pido perdón a Dios públicamente, y a la pobre familia, por el enorme crimen que cometí. Confío obtener también yo el perdón, como tantos otros en la tierra».
Alessandro cumplió 26 años de condena. Luego fue hortelano de un convento de capuchinos y más tarde fue admitido en la orden terciaria de san Francisco. Su conducta fue ejemplar.
Relató su propio crimen
Fue llamado como testigo en el proceso de canonización de María Goretti. Explicó por qué lo hacía:
«Debo reparación, y debo hacer todo lo que esté en mi mano para su glorificación. Toda la culpa es mía. Me dejé llevar por la brutal pasión. Ella es una santa, una verdadera mártir. Es una de las primeras en el paraíso, después de lo que tuvo que sufrir por mi causa».
En la Navidad de 1937, Alessandro fue a Corinaldo y pidió perdón a la madre de santa María Goretti por el crimen que había cometido. Ella le respondió:
-Si María te perdonó -balbucea-, ¿cómo no voy a perdonarte yo?»
Oración
Señor, Dios, que eres fuerza de las almas inocentes y te complaces en los corazones limpios, tú que otorgaste a santa María Goretti la palma del martirio en la edad juvenil, concédenos, por su intercesión, la constancia en tus mandamientos, así como a esta virgen le diste la victoria en el combate. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.