.

 

 

All the peoples will come
to prostrate in your presence, Lord;
they will bless your name
«Great are you, and you do wonders;
you are the only God.»

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres él único Dios.»

keep my heart whole
in fear of your name.

mantén mi conrazón entero
en el temor de tu nombre.

Hail Queen of Heaven
and Lady of the angels;
hail root, hail door,
that she gave way to our light.

Rejoice, glorious virgin,
among all the most beautiful;
Hail, graceful maiden,
pray to Christ for us.

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dió paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas las más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

 

 

• Matthew 7:6,

• Matthew 7:12-14

 

 

El Evangelio de hoy nos plantea una pregunta crucial acerca del Cielo y el infierno: ¿Quién estará adentro y quién afuera? Orígenes argumentó que todas las personas serán salvadas. ¿Cómo podría el amor de Dios permitir que una sola persona sea condenada? Por otro lado, San Agustín consideró que la gran mayoría de las personas serían condenadas.

Así es cómo veo este problema: la doctrina sobre el infierno es el corolario de dos verdades fundamentales: que Dios es amor y que somos libres. Amor es todo lo que Dios es. No es que ame a unos y a otros no. Nada de nuestra parte puede hacer que Dios deje de amarnos.

Sin embargo, somos libres. Por lo tanto, podemos decir que sí o podemos decir que no a Su Amor. Si nos volvemos hacia Él nos abrimos como un girasol; pero si nos alejamos nos quemamos.

 

La misma resistencia al amor causa dolor. Piensa en alguien atrapado en una cueva durante muchas semanas. Cuando salga a la luz del día será como una tortura.

El mismo sol que nos deleita y al cual estamos acostumbrados será una tortura para alguien que se ha apartado de él.

Así como para entrar en la ciudad, había que “medirse” con la única puerta estrecha que permanecía abierta, del mismo modo, la vida del cristiano es una vida “a medida de Cristo”, fundada y moldeada en Él.

Esto significa que la vara de medir es Jesús y su Evangelio: no lo que pensamos nosotros, sino lo que nos dice Él.

Así que se trata de una puerta estrecha no por ser destinada a pocas personas, sino porque pertenecer a Jesús significa seguirle, comprometer la vida en el amor, en el servicio y en la entrega de uno mismo como hizo Él, que pasó por la puerta estrecha de la cruz. 

Pensemos en esos gestos cotidianos de amor que llevamos adelante con esfuerzo: pensemos en los padres que se dedican a los hijos haciendo sacrificios y renunciando al tiempo para sí mismos; en los que se ocupan de los demás y no solo de sus propios intereses, ¡cuánta gente es así, buena!; pensemos en quien se dedica al servicio de los ancianos, de los más pobres y de los más frágiles; pensemos en quien sigue trabajando con esfuerzo, soportando dificultades y tal vez incomprensiones; pensemos en quien sufre a causa de la fe, pero continúa rezando y amando; pensemos en los que, en lugar de seguir sus instintos, responden al mal con el bien, encuentran la fuerza para perdonar y el valor para volver a empezar. 

 

 

Hermanos y hermanas, nosotros, ¿de qué lado queremos estar? ¿Preferimos el camino fácil de pensar exclusivamente en nosotros mismos o elegimos la puerta estrecha del Evangelio, que pone en crisis nuestros egoísmos, pero nos vuelve capaces de acoger la vida verdadera que viene de Dios y que nos hace felices? ¿De qué lado estamos? (Ángelus, 21 agosto 2022)

 

 

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Hoy celebramos a la patrona de los Padres Redentoristas y de Haití


 

 

El icono original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.



El icono de la Virgen, pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, muestra a la Madre con el Niño Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Hoy la Virgen cuida de todos sus hijos que a ella acuden con plena confianza.



Historia



En el siglo XV un comerciante acaudalado de la isla de Creta (en el Mar Mediterráneo) tenía la bella pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Era un hombre muy piadoso y devoto de la Virgen María. Cómo habrá llegado a sus manos dicha pintura, no se sabe. ¿Se le habría confiado por razones de seguridad, para protegerla de los sarracenos? Lo cierto es que el mercader estaba resuelto a impedir que el cuadro de la Virgen se destruyera como tantos otros que ya habían corrido con esa suerte.



Por protección, el mercader decidió llevar la pintura a Italia. Empacó sus pertenencias, arregló su negocio y abordó un navío dirigiéndose a Roma. En ruta se desató una violenta tormenta y todos a bordo esperaban lo peor. El comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, y pidió socorro. La Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro. El mar se calmó y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma.



Cae la pintura en manos de una familia



Tenía el mercader un amigo muy querido en la ciudad de Roma así que decidió pasar un rato con él antes de seguir adelante. Con gran alegría le mostró el cuadro y le dijo que algún día el mundo entero le rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.



Pasado un tiempo, el mercader se enfermó de gravedad. Al sentir que sus días estaban contados, llamó a su amigo a su lecho y le rogó que le prometiera que, después de su muerte, colocaría la pintura de la Virgen en una iglesia digna o ilustre para que fuera venerada públicamente. El amigo accedió a la promesa pero no la llegó a cumplir por complacer a su esposa que se había encariñado con la imagen.



Pero la Divina Providencia no había llevado la pintura a Roma para que fuese propiedad de una familia sino para que fuera venerada por todo el mundo, tal y como había profetizado el mercader. Nuestra Señora se le apareció al hombre en tres ocasiones, diciéndole que debía poner la pintura en una iglesia, de lo contrario, algo terrible sucedería. El hombre discutió con su esposa para cumplir con la Virgen, pero ella se le burló, diciéndole que era un visionario. El hombre temió disgustar a su esposa, por lo que las cosas quedaron igual. Nuestra Señora, por fin, se le volvió a aparecer y le dijo que, para que su pintura saliera de esa casa, él tendría que irse primero. De repente el hombre se puso gravemente enfermo y en pocos días murió. La esposa estaba muy apegada a la pintura y trató de convencerse a sí misma de que estaría más protegida en su propia casa. Así, día a día, fue aplazando el deshacerse de la imagen. Un día, su hijita de seis años vino hacia ella apresurada con la noticia de que una hermosa y resplandeciente Señora se le había aparecido mientras estaba mirando la pintura. La Señora le había dicho que le dijera a su madre y a su abuelo que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro deseaba ser puesta en una iglesia; y, que si no, todos los de la casa morirían.



 

 

La mamá de la niñita estaba espantada y prometió obedecer a la Señora. Una amiga, que vivía cerca, oyó lo de la aparición. Fue entonces a ver a la señora y ridiculizó todo lo ocurrido. Trató de persuadir a su amiga de que se quedara con el cuadro, diciéndole que si fuera ella, no haría caso de sueños y visiones. Apenas había terminado de hablar, cuando comenzó a sentir unos dolores tan terribles, que creyó que se iba a morir. Llena de dolor, comenzó a invocar a Nuestra Señora para que la perdonara y la ayudara. La Virgen escuchó su oración. La vecina tocó la pintura, con corazón contrito, y fue sanada instantáneamente. Entonces procedió a suplicarle a la viuda para que obedeciera a Nuestra Señora de una vez por todas.




Accede la viuda a entregar la pintura



Se encontraba la viuda preguntándose en qué iglesia debería poner la pintura, cuando el cielo mismo le respondió. Volvió a aparecérsele la Virgen a la niña y le dijo que le dijera a su madre que quería que la pintura fuera colocada en la iglesia que queda entre la basílica de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. Esa iglesia era la de S. Mateo, el Apóstol.



 

La señora se apresuró a entrevistarse con el superior de los Agustinos quienes eran los encargados de la iglesia. Ella le informó acerca de todas las circunstancias relacionadas con el cuadro. La pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499. En el camino de la residencia de la viuda hacia la iglesia, un hombre tocó la pintura y le fue devuelto el uso de un brazo que tenía paralizado. Colgaron la pintura sobre el altar mayor de la iglesia, en donde permaneció casi trescientos años. Amado y venerado por todos los de Roma como una pintura verdaderamente milagrosa, sirvió como medio de incontables milagros, curaciones y gracias.



En 1798, Napoleón y su ejército francés tomaron la ciudad de Roma. Sus atropellos fueron incontables y su soberbia, satánica. Exilió al Papa Pío VII y, con el pretexto de fortalecer las defensas de Roma, destruyó treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo, la cual quedó completamente arrasada. Junto con la iglesia, se perdieron muchas reliquias y estatuas venerables. Uno de los Padres Agustinos, justo a tiempo, había logrado llevarse secretamente el cuadro.



Cuando el Papa, que había sido prisionero de Napoleón, regresó a Roma, le dio a los agustinos el monasterio de S. Eusebio y después la casa y la iglesia de Sta. María en Posterula. Una pintura famosa de Nuestra Señora de la Gracia estaba ya colocada en dicha iglesia por lo que la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue puesta en la capilla privada de los Padres Agustinos, en Posterula. Allí permaneció sesenta y cuatro años, casi olvidada.



Hallazgo de un sacerdote Redentorista



Mientras tanto, a instancias del Papa, el Superior General de los Redentoristas, estableció su cede principal en Roma donde construyeron un monasterio y la iglesia de San Alfonso. Uno de los Padres, el historiador de la casa, realizó un estudio acerca del sector de Roma en que vivían. En sus investigaciones, se encontró con múltiples referencias a la vieja Iglesia de San Mateo y a la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.



 

Un día decidió contarle a sus hermanos sacerdotes sobre sus investigaciones: La iglesia actual de San Alfonso estaba construida sobre las ruinas de la de San Mateo en la que, durante siglos, había sido venerada, públicamente, una pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Entre los que escuchaban, se encontraba el Padre Michael Marchi, el cual se acordaba de haber servido muchas veces en la Misa de la capilla de los Agustinos de Posterula cuando era niño. Ahí en la capilla, había visto la pintura milagrosa. Un viejo hermano lego que había vivido en San Mateo, y a quien había visitado a menudo, le había contado muchas veces relatos acerca de los milagros de Nuestra Señora y solía añadir: «Ten presente, Michael, que Nuestra Señora de San Mateo es la de la capilla privada. No lo olvides». El Padre Michael les relató todo lo que había oído de aquel hermano lego.



Por medio de este incidente los Redentoristas supieron de la existencia de la pintura, no obstante, ignoraban su historia y el deseo expreso de la Virgen de ser honrada públicamente en la iglesia.



Ese mismo año, a través del sermón inspirado de un jesuita acerca de la antigua pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, conocieron los Redentoristas la historia de la pintura y del deseo de la Virgen de que esta imagen suya fuera venerada entre la Iglesia de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. El santo Jesuita había lamentado el hecho de que el cuadro, que había sido tan famoso por milagros y curaciones, hubiera desaparecido sin revelar ninguna señal sobrenatural durante los últimos sesenta años. A él le pareció que se debía a que ya no estaba expuesto públicamente para ser venerado por los fieles. Les imploró a sus oyentes que, si alguno sabía dónde se hallaba la pintura, le informaran dueño lo que deseaba la Virgen.



Los Padres Redentoristas soñaban con ver que el milagroso cuadro fuera nuevamente expuesto a la veneración pública y que, de ser posible, sucediera en su propia Iglesia de San Alfonso. Así que instaron a su Superior General para que tratara de conseguir el famoso cuadro para su Iglesia. Después de un tiempo de reflexión, decidió solicitarle la pintura al Santo Padre, el Papa Pío IX. Le narró la historia de la milagrosa imagen y sometió su petición.



 

 

El Santo Padre escuchó con atención. Él amaba dulcemente a la Santísima Virgen y le alegraba que fuera honrada. Sacó su pluma y escribió su deseo de que el cuadro milagroso de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera devuelto a la Iglesia entre Sta. María la Mayor y S. Juan de Letrán. También encargó a los Redentoristas de que hicieran que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera conocida en todas partes.




Aparece y se venera, por fin, el cuadro de Nuestra Señora



Ninguno de los Agustinos de ese tiempo había conocido la Iglesia de San Mateo. Una vez que supieron la historia y el deseo del Santo Padre, gustosos complacieron a Nuestra Señora. Habían sido sus custodios y ahora se la devolverían al mundo bajo la tutela de otros custodios. Todo había sido planeado por la Divina Providencia en una forma verdaderamente extraordinaria.



A petición del Santo Padre, los Redentoristas obsequiaron a los Agustinos una linda pintura que serviría para reemplazar a la milagrosa.



La imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue llevado en procesión solemne a lo largo de las vistosas y alegres calles de Roma antes de ser colocado sobre el altar, construido especialmente para su veneración en la Iglesia de San Alfonso. La dicha del pueblo romano era evidente. El entusiasmo de las veinte mil personas que se agolparon en las calles llenas de flores para la procesión dio testimonio de la profunda devoción hacia la Madre de Dios

.

A toda hora del día, se podía ver un número de personas de toda clase delante de la pintura, implorándole a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que escuchara sus oraciones y que les alcanzara misericordia. Se reportaron diariamente muchos milagros y gracias.



Hoy en día, la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha difundido por todo el mundo. Se han construido iglesias y santuarios en su honor, y se han establecido archicofradías. Su retrato es conocido y amado en todas partes.



Signos de la imagen de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro
(conocida en el Oriente bizantino como el icono de la Madre de Dios de la Pasión)



 

Aunque su origen es incierto, se estima que el retrato fue pintado durante el decimotercero o decimocuarto siglo. El icono parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad.



Fue pintado en un estilo plano característico de iconos y tiene una calidad primitiva. Todas las letras son griegas. Las iniciales al lado de la corona de la Madre la identifican como la “Madre de Dios”. Las iniciales al lado del Niño “ICXC” significan “Jesucristo”. Las letras griegas en la aureola del Niño: owu significan “El que es”, mientras las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María santísima indican su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.



Las letras más pequeñas identifican al ángel a la izquierda como “San Miguel Arcángel”; el arcángel sostiene la lanza y la caña con la esponja empapada de vinagre, instrumentos de la pasión de Cristo. El ángel a la derecha es identificado como “San Gabriel Arcángel”, sostiene la cruz y los clavos. Nótese que los ángeles no tocan los instrumentos de la pasión con las manos, sino con el paño que los cubre.



Cuando este retrato fue pintado, no era común pintar aureolas. Por esta razón el artista redondeó la cabeza y el velo de la Madre para indicar su santidad. Las halos y coronas doradas fueron añadidas mucho después. El fondo dorado, símbolo de la luz eterna da realce a los colores más bien vivos de las vestiduras. Para la Virgen el maforion (velo-manto) es de color púrpura, signo de la divinidad a la que ella se ha unido excepcionalmente, mientras que el traje es azul, indicación de su humanidad. En este retrato la Madona está fuera de proporción con el tamaño de su Hijo porque es -María- a quien el artista quiso enfatizar.



 

 

Los encantos del retrato son muchos, desde la ingenuidad del artista, quien quiso asegurarse que la identidad de cada uno de los sujetos se conociera, hasta la sandalia que cuelga del pie del Niño. El Niño divino, siempre con esa expresión de madurez que conviene a un Dios eterno en su pequeño rostro, está vestido como solían hacerlo en la antigüedad los nobles y filósofos: túnica ceñida por un cinturón y manto echado al hombro. El pequeño Jesús tiene en el rostro una expresión de temor y con las dos manitas aprieta la derecha de su Madre, que mira ante sí con actitud recogida y pensativa, como si estuviera recordando en su corazón la dolorosa profecía que le hiciera Simeón, el misterioso plan de la redención, cuyo siervo sufriente ya había presentado Isaías.



En su doble denominación, esta bella imagen de la Virgen nos recuerda el centralismo salvífico de la pasión de Cristo y de María y al mismo tiempo la socorredora bondad de la Madre de Dios y nuestra.

 

 


¡Qué angosta es la puerta!

Santo Evangelio según san Mateo 7, 6.12-14.

Martes XII del Tiempo Ordinario




Por: Pablo Alfonso Méndez Méndez, LC | Fuente: somosrc.mx


 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)


En este día en que me dispongo para hablar contigo, concédeme la gracia de no desear nada más que encontrarte a ti y que tu madre, María, me ayude a caminar por la senda que me conduzca a vivir auténticamente el amor.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 7, 6.12-14


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen. Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas. Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”.

Palabra del Señor.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



La vida es un camino que nos debe llevar a Dios. Jesús, en el Evangelio de hoy, nos dice que ese camino es angosto y que son pocos los que lo encuentran. ¿Por qué? Porque para poder caminar por esta senda es necesario vivir desprendidos de lo que tenemos y usamos, vivir con sencillez y sobriedad y practicar la virtud de la templanza y la justicia.



 

 

Hoy se piensa en muchos ambientes que la felicidad está en el tener y entre más bienes se adquieran más felices seremos. Por eso se trabaja intensamente para tener más y más bienes, para viajar y tener experiencias gratificantes que suelen ser muy caras, aunque a veces esto produzca una gran ansiedad en las personas. En resumen, se están utilizando los bienes como fines y no como simples medios.



Hoy se busca, lo cómodo, lo placentero; se quieren alcanzar fines inmediatos; se anhelan las cosas sin medida. Se rehúye el sacrificio, la renuncia. Y todo esto nos lleva a caminar por la senda ancha que Jesús dice que lleva a la perdición, porque las gracias que Dios nos da no pueden dar fruto con esas disposiciones en nuestro corazón.



Pidamos a Jesús que nos ayude a llevar una vida sobria que nos recuerde que estamos en esta vida de paso y nos guíe al camino estrecho que nos lleve a vivir la justicia para con Dios y los demás.



«La justicia es la segunda ala de la paz, que a menudo no se ve amenazada por episodios individuales, sino que es devorada lentamente por el cáncer de la injusticia. Por lo tanto, uno no puede creer en Dios y no tratar de vivir la justicia con todos, de acuerdo con la regla de oro: “Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas”. ¡La paz y la justicia son inseparables! El profeta Isaías dice: “La obra de la justicia será la paz”. La paz muere cuando se divorcia de la justicia, pero la justicia es falsa si no es universal. Una justicia dirigida solo a miembros de la propia familia, compatriotas, creyentes de la misma fe es una justicia que cojea, es una injusticia disfrazada».
(Discurso de S.S. Francisco, 4 de febrero de 2019).



Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.


Propósito


Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.


En un rato de oración revisaré por cuál camino estoy caminando y haré los cambios necesarios para vivir una templanza y justicia.


 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

15 formas sencillas de expresar amor al prójimo

Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre!


Hemos querido hacer una recopilación de actos sencillos de amor que muchas veces pasamos por alto pero que, en su sencillez son manifestaciones concretas del amor de Dios. Un corazón que se ha encontrado con Él no puede permanecer indiferente a los demás. ¡No privemos a los demás de nuestra sonrisa, de nuestra alegría, de la esperanza que nos da Cristo! El mundo lo necesita.

1) Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre!

 

 

No nos damos cuenta pero cuando sonreímos aligeramos la carga a quienes nos rodean. Cuando vamos por la calle, en el trabajo, en la casa, en la universidad. La felicidad del cristiano es una bendición para los demás y para uno mismo. ¡Quién tiene a Cristo en su vida no puede estar triste!

2) Dar las gracias siempre (aunque no «debas» hacerlo).

 

 

Nunca te acostumbres a recibir porque lo necesitas o porque tienes «derecho a». Todo lo recibes como un regalo, nada te «lo deben» aunque hayas pagado por ello. Da siempre las gracias. Es más feliz quien es agradecido.

3) Saludar con alegría a esas personas que ves a diario.

 

 

Seguro es quien abre la puerta, quien limpia, quien contesta las llamadas. Lo ves a diario y al saludarlo le recuerdas que es importantísimo lo que hace. Tanto tu trabajo como el de él/ella se hace más a gusto si le haces ver que es valioso para otros, que su presencia cambia las cosas.

4) Recordarle a los demás cuánto los amas.

 

 

Tú sabes que los amas … ¿y ellos? Las caricias, los abrazos y las palabras nunca sobran. Si Jesús no se hubiera hecho carne, nosotros jamás habríamos entendido que Dios es Amor.

5) Escuchar la historia del otro, sin prejuicios, con amor.

 

 

¿Qué puede hacernos más humanos que saber escuchar? Cada historia que te cuentan te une más con el otro: sus hijos, su pareja, la jefa, el profesor, sus preocupaciones y alegrías … tú sabes que no sólo son palabras, son partes de su vida que necesitan ser compartidas.

6) Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita.

 

 

¿Qué más podemos decir? No importa si es un problema de matemáticas, una simple pregunta o alguien que tiene hambre ¡jamás sobra la ayuda! Todos necesitamos de los demás. Aunque suelas ayudar, recuerda que tu también eres necesitado.

7) Levantarle los ánimos a alguien.

 

 

Sabes que no anda bien o nada bien y no sabes qué hacer. Decides sacarle una sonrisa para hacerle saber que no todo es malo. Siempre es bueno saber que hay alguien que te ama y que estará siempre a pesar de las dificultades.

8) Celebrar las cualidades o éxitos de otro.

 

 

Solemos callarnos lo que nos gusta y nos alegra de los demás: sus éxitos, sus cualidades, sus buenas actitudes. Simples frases como «¡Felicidades!», «Me alegro mucho por ti» o «Ese color te queda muy bien» le han hecho el día a tu compañero y nos ayudan a vernos entre nosotros como Dios nos ve.

9) Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesita.

 

 

¿Te has imaginado alguna vez que tu playera favorita de cuando tenías 17 años, ahora es la playera favorita de una adolescente que no tiene mucho que ponerse? Si eres hermano mayor, lo sabes. Por eso es bueno acostumbrarnos a valorar lo que tenemos y si tenemos más de lo que necesitamos, regalarlo nos ensancha el corazón y protege del frío a otro.

10) Ayudar cuando se necesite para que otro descanse.

 

 

Esto se vive en las familias: cuando uno descansa otro trabaja. Nada más hermoso que saber que alguien más ya comenzó a hacer algo que necesitabas por ti o que siempre puedes pedir ayuda. Cuando nos ayudamos mutuamente a llevar las responsabilides diarias la vida es más llevadera.

11) Corregir con amor, no callar por miedo.

 

 

Corregir es un arte. Muchas veces nos encontramos en situaciones que no sabemos manejar. El mejor método es el amor. El amor no sólo sabe corregir, sino que sabe perdonar, aceptar y seguir adelante. No tengas miedo de corregir y ser corregido, eso es una muestra que los demás apuestan por ti y quieren que seas mejor.

12) Tener buenos detalles con los que están cerca de ti.

 

 

Sabes lo que le gusta mejor que nadie, ¿por qué no aprovechar eso? Nada se disfruta más que aquello que es dado con amor, él se gana unos minutos de descanso y tú una sonrisa auténtica. Salir de uno mismo y pensar en los demás siempre es mejor y alegra el corazón.

13) Limpiar lo que uso en casa.

 

 

Si vives con tu familia o ya vives fuera de casa, sabes lo importante que es recoger y limpiar lo que usas. Hay una voz dentro de ti que te dice que deberías ayudar un poco más de lo que quisieras… Y sorprendentemente te sientes muy bien de hacerlo.

14) Llamar por teléfono a tus padres.

 

 

Ahora tú vives solo, te mueves solo y quizá hasta tienes tu propia familia. Sin embargo, tus padres aún se conmueven cuando les haces saber que piensas en ellos. Estar atentos a lo que necesitan o simplemente saber cómo están es algo que no te cuesta mucho y es un gesto enorme de gratitud.

15) Ayudar a los demás a superar obstáculos.

 

 

De chiquitos lo hacíamos, ¿porqué no hacerlo ahora? Ayudarle a alcanzar el transporte, a cargar sus maletas, a cruzar la calle o regalarle unas monedas para que pueda pagar. Esos detalles nunca se olvidan. Eres el extraño que aún cree en la humanidad.

 

 
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

La Virgen del Perpetuo Socorro es patrona de numerosos lugares e instituciones


 

 

La Virgen del Perpetuo Socorro es una advocación mariana. La imagen original es un icono procedente de Creta y venerado en Roma en la iglesia de los Agustinos, a finales del siglo XV, y desde 1866 en la iglesia romana de San Alfonso. La datación del icono es difícil de precisar. Unos los sitúan entre siglos X y XI, y otros a comienzos del siglo XV. Su festividad se celebra el 27 de junio.

HISTORIA:

Según una tablilla colocada antiguamente al lado del icono con los orígenes de la imagen, la cuna de este cuadro fue la isla de Creta, en el mar Egeo. Un mercader cretense robó el icono de una iglesia, lo escondió entre su equipaje y se embarcó rumbo a otras tierras. En la travesía se desató una violenta tormenta y todos a bordo esperaban lo peor. El comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, y pidió socorro. La Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro. El mar se calmó y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma.

Poco después el mercader llegó a Roma con el cuadro y, tenía el mercader un amigo muy querido en la ciudad de Roma así que decidió pasar un rato con él antes de seguir adelante. Con gran alegría le mostró el cuadro y le dijo que algún día el mundo entero le rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Pasado un tiempo, el mercader se enfermó de gravedad. Al sentir que sus días estaban contados, llamó a su amigo a su lecho y le rogó que le prometiera que, después de su muerte, colocaría la pintura de la Virgen en una iglesia digna o ilustre para que fuera venerada públicamente.

El amigo accedió a la promesa pero no la llegó a cumplir por complacer a su esposa que se había encariñado con la imagen.

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Pero la Divina Providencia no había llevado la pintura a Roma para que fuese propiedad de una familia sino para que fuera venerada por todo el mundo, tal y como había profetizado el mercader. Después de varias vicisitudes milagrosa el icono fue colocado en la iglesia era la de San Mateo, el Apóstol. La pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499. Era en tiempos del papa Alejandro VI. Allí permaneció la imagen del Perpetuo Socorro durante trescientos años, en el altar mayor de la iglesia de San Mateo. Los escritores de la época narraron ampliamente los milagros atribuidos a la imagen. El siglo XVII parece ser el más intenso en la devoción y culto a la Virgen del Perpetuo Socorro.

En febrero de 1798, con la invasión de Napoleón, sus tropas se apoderan de Italia y destruyen en Roma más de treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo. Los religiosos agustinos salvan el icono y se lo llevan consigo a una pequeña capilla, Santa María en Posterula, quedando allí sin culto popular y en el olvido, durante 64 años.

Mientras tanto, a instancias del Papa, el Superior General de los Redentoristas, estableció su sede principal en Roma donde construyeron un monasterio y la iglesia de San Alfonso. Uno de los Padres, el historiador de la casa, realizó un estudio acerca del sector de Roma en que vivían. En sus investigaciones, se encontró con múltiples referencias a la vieja Iglesia de San Mateo y a la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Por medio de este incidente los Redentoristas supieron de la existencia de la pintura, no obstante, ignoraban su historia y el deseo expreso de la Virgen de ser honrada públicamente en la iglesia.

Ese mismo año, a través del sermón inspirado de un jesuita acerca de la antigua pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, conocieron los Redentoristas la historia de la pintura y del deseo de la Virgen de que esta imagen suya fuera venerada entre la Iglesia de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. El santo Jesuita había lamentado el hecho de que el cuadro, que había sido tan famoso por milagros y curaciones, hubiera desaparecido sin revelar ninguna señal sobrenatural durante los últimos sesenta años. A él le pareció que se debía a que ya no estaba expuesto públicamente para ser venerado por los fieles. Les imploró a sus oyentes que, si alguno sabía dónde se hallaba la pintura, le informaran dueño lo que deseaba la Virgen.

Los Padres Redentoristas soñaban con ver que el milagroso cuadro fuera nuevamente expuesto a la veneración pública y que, de ser posible, sucediera en su propia Iglesia de San Alfonso. El 11 de diciembre de 1865, los hijos de San Alfonso María de Ligorio, solicitan al Papa la concesión del Perpetuo Socorro. El 19 de enero de 1866 la imagen regresa a la iglesia de San Alfonso, en el mismo emplazamiento donde había estado tres siglos.

Restaurada la imagen, ocupa el centro del ábside de la iglesia de San Alfonso y su devoción e influencia se extiende a los cinco continentes. El Papa Pío IX dijo, en la audiencia al Superior General de los Redentoristas el 11 de diciembre de 1865: «Den a conocerla a todo el mundo».

Pocos casos hay en la historia de la Iglesia de difusión tan rápida y universal de una devoción mariana como es la del culto al famoso cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

DESCRIPCIÓN DEL ICONO:

El icono original está en el altar mayor de la iglesia de San Alfonso María de Liguori de Roma. Aunque su origen es incierto, se estima que el retrato fue pintado durante el decimotercero o decimocuarto siglo. El icono parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo san Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad.

Fue pintado en un estilo plano característico de iconos y tiene una calidad primitiva. Todas las letras son griegas. Las iniciales al lado de la corona de la Madre la identifican como la “Madre de Dios”. Las iniciales al lado del Niño “ICXC” significan “Jesucristo”. Las letras griegas en la aureola del Niño: “owu” significan “El que es”, mientras las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María santísima indican su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.

El icono de la Virgen, pintado sobre madera, de pequeño tamaño, muestra a María con el Niño Jesús.

El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura Pasión mientras agarra fuertemente con las dos manos la de su Madre, quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte.

PATRONAZGOS:

La Virgen del Perpetuo Socorro es patrona de numerosos lugares e instituciones. En España esta muy vinculada a los corredores de seguros.

Existen veinte institutos religiosos acogidos a la Madre del Perpetuo Socorro, especialmente los Padres Redentoristas. Igualmente diversas instituciones sanitarias.

Numerosas editoriales, libros, revistas, emisoras de radio mantienen y propagan su devoción.

Es la patrona de Haití:

Teniendo esta advocación mariana como patrona de su congregación, los padres Redentoristas la llevaron a sus misiones en Haití. Allí se le edificó un santuario en Béle-Aire, cerca de Puerto Príncipe, la capital de Haití.

En 1883 una terrible epidemia de viruela azotaba el país. Los devotos acudieron a la Virgen y le hicieron una novena. La epidemia cesó milagrosamente y se decidió nombrarla patrona del país.

En 1993 se celebró con gran regocijo el centenario del milagro y del nombramiento de la Virgen como patrona de Haíti. El papa Juan Pablo II visitó Haití para esta celebración y puso al país bajo el amparo de la Virgen del Perpetuo Socorro.

En Perú, los Redentoristas a cargo de la iglesia de San Alfonso del Distrito del Rímac; es patrona de dicho distrito limeño.

 

 

Nardo del 27 de Junio



¡Oh Sagrado Corazón, confianza y amor!

 

 



Meditación: Jesús, mi corazón se ha puesto triste…porque Tú, que tanto nos quisiste, que nos redimiste, nos miras a través de los siglos y nos dices lleno de dolor y de amor: «…la falta de confianza lastima mis entrañas…». Señor, Tú sabes lo que siento cuando te veo clavado y muriendo por Amor, pero sin recibir amor, pues hoy nuevamente te lo negamos. No confiamos en Vos, no creemos que eres el único Dios, no vivimos para Vos, pues si te amáramos confiaríamos en Ti, y Tú serias nuestro único descanso. Señor, mi amado, Tu sabes que te amo y que por ti clamo, pero también sabes cuan pequeño es mi amor, pues muchas veces te he negado. Hoy Te pido perdón, y como sabes bien que Tú eres mi querer, te pido que aumentes mi fe, que me bañes en el manantial de Tu amor, para ser así el más fiel a mi Rey. Que sea como Tu Mamá: fiel por toda la eternidad. Y hoy te digo despacito y al oído, a Ti, Mi Cristo, a Ti, Mi Señor Bendito: «Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío. Sé mío».



Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.



Florecilla: Digamos varias veces al día «Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío, más aumenta mi fe».



Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.


 

 

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, un icono con un mensaje especial

Es patrona de los Padres Redentoristas, de los corredores de seguros y de muchas ciudades en Hispanoamérica

 

 

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es una advocación de la Santísima Virgen que tiene origen en un icono de Creta.

En el siglo XV, un comerciante se llevó el cuadro de Creta y embarcó para viajar por aguas del Mediterráneo. Hubo una tormenta y el hombre tomó la pintura en brazos, la puso en alto y todos los viajeros se encomendaron a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. El mar entonces se calmó y todos sobrevivieron.

Como fruto de aquel milagro, el comerciante la llevó a Roma. Un tiempo después enfermó. Viendo que iba a morir, le hizo prometer a un amigo que colocaría la imagen de la Virgen en una iglesia importante. Pero la esposa de este se encariñó del icono y no quería desprenderse de él.

La Virgen se apareció varias veces al hombre y le pedía que mostrara el icono en público, pero él no hacía caso. Hasta que finalmente enfermó y murió. Entonces la Virgen se apareció a su hija, una niña de 6 años, y le repitió el mensaje. Esta se lo contó a su madre y la viuda se asustó. Una vecina que conoció lo que había sucedido, se burló pero luego comenzó a sufrir dolores y se arrepintió. Tocó el cuadro de la Virgen compungida y notó que sanaba.

Nuestra Señora se mostró de nuevo a la niña y le indicó claramente que el icono se debía exponer en la iglesia de san Mateo, que quedaba entre la basílica de Santa María la Mayor y san Juan de Letrán. Así se hizo y comenzaron a obrarse milagros por su intercesión.

La imagen sufrió más cambios de lugar. Napoleón, siglos más tarde, destruyó muchas iglesias de Roma y un padre agustino, para preservarla, la ocultó y posteriormente el icono se colocó en una capilla agustiniana en Posterula.

La iglesia de los Redentoristas

Por su parte, los Redentoristas construyeron la iglesia de san Alfonso sobre las ruinas dela iglesia de san Mateo. Al investigar, descubrieron la historia del icono y quisieron cumplir el mensaje de la Virgen, así que solicitaron al papa Pío IX que la imagen regresara al lugar. El Papa no solo accedió sino que mandó que expandieran la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

La imagen original está hoy en el altar mayor de la iglesia de san Alfonso, en Roma.

El icono tiene unas características singulares: recuerda que la Virgen cuida al Niño Jesús y con Él a todos nosotros.

En la imagen, los arcángeles Miguel y Gabriel muestran al Niño los instrumentos de la Pasión, a lo que el pequeño Jesús responde agarrándose a los brazos de su Madre. Es una clara enseñanza de que nosotros también podemos hacer lo mismo y acudir siempre a Nuestra Señora.

La festividad de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se celebra el 27 de junio.

Patronazgo

Es patrona de los Redentoristas, de los corredores de seguros, de los protésicos dentales, del cuerpo de Sanidad Militar de las Fuerzas Armadas de España, de Haití y de muchas localidades de Hispanoamérica.

Oración

¡Santísima Virgen María, que para inspirarme confianza habéis querido llamaros Madre del Perpetuo Socorro!
Yo os suplico me socorráis en todo tiempo y en todo lugar; en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre todo, en el trance de la muerte.
Concédeme, ¡oh, amorosa Madre!, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Vos; porque estoy cierto de que, si soy fiel en invocaros, Vos seréis fiel en socorrerme.
Alcanzadme, pues, la gracia de acudir a Vos sin cesar con la confianza de un hijo, a fin de que obtenga vuestro perpetuo socorro y la perseverancia final.
Bendecidme y rogad por mí ahora y en la hora de mi muerte. Así sea.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Rogad a Jesús por mí, y salvadme.
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