Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Durante la adoración, mientras repetía varias veces [la invocación] Santo Dios, de repente me envolvió una más viva presencia de Dios y fui llevada en espíritu ante la Majestad Divina. Y vi cómo rinden gloria a Dios los ángeles y los santos del Señor. La gloria que rinden a Dios es tan grande que no quiero dejarme tentar de describirla, porque no soy capaz y también para que las almas no piensen que (8) lo que he escrito es todo. San Pablo, ahora comprendo porque no quisiste describir el cielo [389] y sólo dijiste que lo que el ojo no vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre anheló lo que preparó Dios para los que le aman [390]. Así es, y todo lo que ha salido de Dios, a Él vuelve y le rinde una gloria perfecta. Y ahora, al mirar la gloria que yo rindo a Dios, ¡oh, qué miseria es! Es una pequeñísima gotita en comparación a la perfecta gloria celeste. Oh, qué buenos eres, oh Dios, que aceptas también mi adoración y diriges benignamente tu rostro hacia mi y me haces saber que Te es agradable nuestra oración.
Reflexión: Adoración
Durante la adoración, mientras repetía varias veces la invocación Santo Dios, de repente me envolvió una más viva presencia de Dios y fui llevada en Espíritu ante la Majestad Divina.
“El Padre busca adoradores en espíritu y en verdad”. Dios es espíritu y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad. Juan 24.
En espíritu porque denota una naturaleza incorpórea y vivificante porque nos lleva a la verdadera vida. Dios no tiene cuerpo y está en todas partes. El verdadero adorador es aquel que le honra con recta intención y cree, con una conciencia limpia que puede hablar en cualquier parte con aquel que supera toda comprensión (Teodoro de Mopsoestia).
Adorar al Padre en Espíritu es adorar a la Trinidad. Por tanto, el Padre es adorado con el Hijo y con el Espíritu Santo, porque es adorada la Trinidad. Dios es espíritu. El Espíritu marca la diferencia entre Dios y el mundo material. Dios es incomprensible e incapaz de ser pensado (Orígenes).
Quienes caminan en el Espíritu adoran en el Espíritu. El nombre de los verdaderos adoradores del Padre es el de aquellos que adoran al Padre en el Espíritu y no en la carne, en la verdad y no en los símbolos (Orígenes).
La adoración eucarística tiene por objeto la divina persona de nuestro Señor Jesucristo, presente en el Santísimo Sacramento.
Este coloquio espiritual que se establece entre el alma y nuestro Señor es la verdadera meditación eucarística, es lo que constituye la adoración. Debemos ir a nuestro Señor, con toda naturalidad con nuestra piedad y nuestro amor y humildad. Debemos glorificar a Dios y pedirle su gracia sin la cual nada podemos: la confianza, sencillez y su amor.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la adoración a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce