Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Hoy el Señor me dijo:  Cuando te acercas a la confesión, a esta Fuente de Mi Misericordia, siempre fluye sobre tu alma la Sangre y el Agua que brotó de Mi Corazón y ennoblece tu alma.  Cada vez que vas a confesarte, sumérgete toda en Mi misericordia con gran confianza para que pueda derramar sobre tu alma la generosidad de Mi gracia.  Cuando te acercas a la confesión debes saber que Yo Mismo te espero en el confesionario, sólo que estoy oculto en el sacerdote, pero Yo Mismo actúo en tu alma.  Aquí la miseria del alma se encuentra con Dios de la misericordia.  Di a las almas que de esta Fuente de la Misericordia (7) las almas sacan gracias exclusivamente con el recipiente de confianza.  Si su confianza es grande, Mi generosidad no conocerá límites.  Los torrentes de Mi gracia inundan las almas humildes.  Los soberbios permanecen siempre en pobreza y miseria, porque Mi gracia se aleja de ellos dirigiéndose hacia los humildes.

Reflexión: La perfección del alma

El Señor me dio a conocer cuanto desea la perfección de las almas elegidas. Como las estrellas iluminan la noche así las almas elegidas iluminan la tierra y cuanto más perfecta es el alma, tanto más luz irradia en su torno y llega más lejos.

“Vosotros sois la luz del mundo”. Significa iluminados por Cristo porque Él es la luz verdadera y eterna, él desea que; por medio de ellos derramó por todo el orbe, la luz de su conocimiento. ¿En qué consiste la perfección del alma? Consiste en una unión más íntima del alma con Dios. Es realmente de maravilla como Dios hace perfecta y se empeña en embellecer al alma que se le da enteramente recogiéndose. El alma se siente atraída a una oración interior, silenciosa, tranquila y llena de paz junto a Dios, en ella se alimenta divinamente, está mas en Dios que en sí misma.

Estaríamos más cerca a Dios, si estuviéramos más despegados de los afectos desordenados y fuéramos más puros en nuestros actos y más sencillos en nuestro amor. Decía San Bernardo, no se llega a la perfección sino particularizando y de detalle en detalle. Para llegar a la perfección se necesita un deseo sincero y eficaz de obrar cada vez mejor, en un temor eficaz de ofender a Dios: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia. ¿Cómo saber entonces si progresamos?

Saber que no hemos retrocedido, esta seguridad que conserva la paz en el fondo de nuestra alma es la señal que se va progresando. En conclusión, no adelantar es retroceder y retroceder equivale a estar muerto y haber perdido todo lo que con tanto trabajo se había adquirido. Debemos progresar sin nunca pararnos hasta llegar a la patria celestial.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la perfección del alma a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce