Éxodo 34:4b-6.8-9 – 2 Corintios 13:11-13 – Juan 3:16-18

Este pequeño fragmento del evangelio de san Juan, hermanos y hermanas, da para mucho. Es como un gran epílogo en todo lo que hemos estado celebrando a través del año litúrgico hasta ahora, marcándonos las líneas de fondo que deben orientar tanto nuestra vida interior como nuestro testimonio de la fe. Es un texto fino que nos deja intuir la intimidad del misterio de la vida de Dios que es también para todos los hombres de hoy gracia humanizadora, amor liberador y don vivificante del espíritu.

Dios, en Jesús, sigue ofreciendo a todo el mundo el camino, la verdad y la vida. Jesús ha vivido de tal modo la vida humana que se ha convertido para todos los tiempos en el referente universal. Jesús, traído por el Espíritu Santo, ha vivido con total libertad la obediencia al Padre y lo ha hecho para que perdure eternamente en nosotros, como en Él, la calidad de vida, una calidad de vida que, si se distrae, el pecado puede amortiguar y sumi en la tristeza del sin sentido. El evangelio es una clara alerta positiva para preservar y potenciar la calidad de la vida divina que todos llevamos en nuestro corazón, una alerta de no banalizar el hecho de la fe, porque creer o no creer no es indiferente.

Si creemos en Jesús, y aquí creer no significa tener por sabido quién es y qué dice sino más bien hacer caso de sus palabras, hagamos ya de la vida presente, a pesar de sus limitaciones, un comienzo de plenitud parecido a cómo el Señor mismo empezó a hacer sembrando en su momento histórico nada fácil el bien, la paz y la esperanza. Creer, en este sentido, es ya empezar a participar de la salvación.

No creer, nos ha dicho el evangelio, es estar condenado. Ciertamente, no querer creer en el Hijo Unigénito de Dios, es decir: no hacer caso deliberadamente de sus palabras dirigidas a todo el mundo supone, para todos y todas, condenarse a no llegar nunca a reconocernos como hermanos sino más bien a tratarnos como rivales, sino enemigos. En este sentido, ¿cómo no unirse a la protesta generalizada por la detención brutal y el homicidio impune del afroamericano George Floyd? Es un caso concreto, pero puede ejemplificar lo que la forma occidental globalizada de vivir lleva a tantas personas al margen del sistema: a no poder respirar, a no poder vivir dignamente. Éste es el mundo del que se excluye Dios. ¿Es éste el mundo que queremos? Es parte del mundo que ahora mismo estamos construyendo, un mundo, lo sabemos lo suficiente, donde demasiado a menudo la legalidad se impone por encima de los derechos más fundamentales. Girándonos de espaldas a Dios, menospreciando sus palabras, es mucho lo que nos jugamos.

Creer, admitir la palabra de Jesús, no será vivir en una baza de aceite, pero no olvidar el ideal hacia el que esta palabra nos dirige nos ayudará a no aceptar como normales conductas y actitudes que acaban haciéndonos daño a todos y perjudican siempre, más, a los más pobres. Cuando la fe contempla la belleza de Dios y de su proyecto de amor sobre los hombres y ve en que lo estamos convirtiendo ahora mismo, siendo propuesta no puede dejar de convertirse en denuncia, se convierte en gemido pero no amargura; supone una lucha, descartando pero toda violencia; urge a la solidaridad pero rechaza todo paternalismo.

Nadie está libre de culpa. Creer, implica para uno mismo, una constante conversión a ese Dios que por el Espíritu, en Jesús se nos ha revelado como amor, perdón y acogida. El misterio de la Trinidad, sorprendentemente, nos revela como el icono de nuestra realidad más profunda.

Creada a imagen del Padre, la persona está hecha para amar. No encontrará la paz encerrándose en sí misma prescindiendo de los demás, sólo hará experiencia de paz y de gozo compartiendo con los demás lo mejor que lleva a las entrañas.

El hombre y la mujer creados a imagen de Jesús están llamados a vivir, como Él en la reciprocidad, acogiendo el amor de Dios y dándose a Él. Tanto individualismo, ¿no nos está convirtiendo, incluso entre abuelos, padres, hijos y hermanos, en extraños, desatados de todo, forasteros unos de otros, condenados a un confinamiento individual perpetuo? Una convivencia sin conflicto es imposible, pero negarse a vivir el perdón es matar la esperanza de una convivencia verdaderamente humana. Sin el perdón no puede haber gozo, ni paz ni alegría.

Porque como bautizados llevamos el Espíritu del Padre y del Hijo, estamos llamados a vivir creando unidad, viviendo, como servidores humildes, el misterio de la comunión divina que eleva la calidad espiritual y ennoblece la convivencia humana.

El apóstol nos proponía con el saludo litúrgico de la segunda lectura tres actitudes básicas para vivir así en paz y bien avenidos: dejar actuar la gracia de la palabra de Cristo en nosotros, acercarnos con agradecimiento al amor fiel de Dios, y aceptar vivir según el Espíritu, no como un mandamiento que se impone sino como un don reiterado, como un regalo para la misma vida que experimenta el gozo de Dios dentro y fuera de sí.

Creer en Jesús no es una cuestión personal menor o socialmente marginal, creer o no creer afecta a la convivencia humana o bien abrentándola a la libertad comprometida del amor o bien condenándola a la servidumbre del propio egoísmo.

 Como hemos visto en el fragmento proclamado del libro del Éxodo, Dios no abandona en nuestras miserias; Dios no quiere la muerte del pecador, lo que quiere es manifestar su amor de un modo aún más profundo y sorprendente precisamente ante la misma situación de pecado que vivimos para ofrecernos siempre la posibilidad real de la conversión y del perdón que renuevan la vida. También hoy, en medio de nuestras infidelidades, Dios, en Jesús, su Hijo Unigénito, por medio del Espíritu Santo, sigue haciéndose presente como amor compasivo y benigno, lento para el castigo fiel al amor. Es soberanamente libre, mucho más terco en el amor que nosotros en el pecado, incomprensiblemente fiel, adorablemente sorprendente: no nos queda otro: adorar, agradecer y amar.

Mark 11:27-33

Amigos, en el Evangelio de hoy los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercan a Jesús y le preguntan: “¿Con qué autoridad haces estas cosas?”.

Los primeros testigos de Jesús quedaron asombrados por la autoridad de Su discurso y Sus obras. Esto no fue simplemente porque habló y actuó con convicción y entusiasmo; fue porque se negó a jugar el juego que todos los demás rabinos jugaban, conectando su autoridad finalmente hasta Moisés. Pasó, por así decirlo, por sobre la cabeza de Moisés, como lo hizo al comienzo del Sermón de la Montaña: “Habéis oído que se dijo . . . pero Yo les digo . . .”

Sus oyentes sabían que estaban frente a alguien cualitativamente diferente a cualquier otro de su tradición o experiencia religiosa. Estaban tratando con un profeta más grande que Moisés.

Y Jesús tenía que ser más que un simple profeta. ¿Por qué? Porque todos hemos sido heridos, de hecho, nuestro mundo entero lo ha sido, por una batalla que tiene lugar al nivel más fundamental de nuestra existencia. El resultado es la devastación del pecado, que todos conocemos demasiado bien. 

¿Quién podría ser el único en asumir y confrontar todo ello? ¿Una figura meramente humana? Difícilmente. Lo que se requiere es el poder y la autoridad del Creador mismo, decidido a rehacer y salvar su mundo, vendar sus heridas y repararlo.

Jesús dice que la verdadera autoridad se cumple cuando se presta servicio, está en servir, no en explotar a los demás. La viña es del Señor, no nuestra. La autoridad es un servicio, y como tal debe ser ejercida, para el bien de todos y para la difusión del Evangelio. Es muy feo cuando en la Iglesia se ve que las personas que tienen autoridad buscan el propio interés. San Pablo (…) nos dice cómo ser buenos obreros en la viña del Señor: todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta. (…). Es la actitud de la autoridad y también la de cada uno de nosotros, porque cada uno de nosotros, en lo que le toca, tiene una cierta autoridad. Nos convertiremos así en una Iglesia cada vez más rica en frutos de santidad, daremos gloria al Padre que nos ama con infinita ternura, al Hijo que sigue dándonos la salvación, al Espíritu que abre nuestros corazones y nos impulsa hacia la plenitud del bien. (Ángelus, 4 octubre 2020)

Carlos Lwanga y 12 compañeros, Santos

Memoria Litúrgica, 3 de junio

Por: Cristina Huete García | Fuente: hagiopedia.blogspot.com

Mártires en Uganda

Martirologio Romano: Memoria de los santos Carlos Lwanga y doce compañeros, todos ellos de edades comprendidas entre los catorce y los treinta años, que perteneciendo a la corte de jóvenes nobles o al cuerpo de guardia del rey Mwanga, de Uganda, y siendo neófitos o seguidores de la fe católica, por no ceder a los deseos impuros del monarca murieron en la colina Namugongo, degollados o quemados vivos ( 1886).

Fecha de canonización::8 de octubre de 1864, junto a otros 9 mártires de Uganda (un total de 22 mártires), por el S.S. Pablo VI

Breves Biografìas

Los Padres Blancos habían llegado a Uganda hacia 1880, y desde un principio sus misiones tuvieron un gran éxito, porque no aceptaban el comercio de esclavos que se practicaba en el país, por esta razón fueron expulsados del territorio (1882), dejando a una comunidad nativa totalmente solos. Dos años más tarde regresaron llamados por el mismo rey Mwanga, que luego se convirtió en su más feroz perseguidor.

El rey Mwanga, tenía un primer ministro que aborrecía a los cristianos porque éste había atentado contra el monarca y había sido descubierto por la fidelidad de los neófitos, siempre leales al rey. La cosa se agravó cuando el mismo rey intento abusar carnalmente de sus pajes, además se añadía que los cristianos se oponían a su pingüe beneficio de la venta de esclavos. Hizo matar primero a un cierto número de sus súbditos, junto con el obispo anglicano Hannington, acusado de espionaje; luego hizo decapitar y quemar al jefe de la servidumbre, José Mukasa, junto con otros pajes, acusados de ser aquellos que «rezaban» (es decir, leían las oraciones de un libro). Fueron martirizados entre el 1885 y el 1887. José Mukasa, Mayordomo del rey Mwanga de Uganda que ordenó su muerte y ajusticiado en Kampala.

Fue la primera víctima de la persecución. -Dionisio Ssebuggwawo. Siervo del rey Mwanga de Uganda; el rey lo traspasó con una lanza porque le encontró enseñando el catecismo a su propio hijo y heredero. Fue la segunda víctima de la persecución ugandesa.

Carlos Lwanga (1861 – 1886). Nació en Buddu, Uganda. Pertenecía al clan del Antílope y había entrado en la corte del rey Mwanga, cuando tenía 20 años. Por su inteligencia, porte atlético, fue el jefe de los pajes en la corte real, había sido bautizado en 1884 por san José Mukasa. Desde entonces, consciente de la lujuria del rey, buscaba el modo de que estuviesen lejos del monarca todos los pajes. El rey le tomo ojeriza por ello, pero la buena conducta de Carlos le impidió destituirlo; cuando fueron detenidos preparó a sus doce más fieles al martirio. Como eran catecúmenos decidió bautizarlos, así bautizó a Kizito, Gyavira, Mugagga, Mbaya Tuzinde.

Mbaya Tuzinde (1869 – 1886). Era natural de Busiro, pertenecía al clan Ngege y tenia 17 años. Mukajianga, el jefe de los verdugos, lo quería y trataba como a un hijo, por un pacto de sangre entre el abuelo de Mbaga y él. Era paje del rey Mwanga. Atraído a la fe y catecúmeno, fue bautizado por Carlos Lwanga en la choza el día ante del arresto.

Su padre quiso que apostatase o al menos que huyera. El joven se negó a ambas cosas. En el lugar del martirio pudo resistir a las suplicas de su familia hasta el mismo momento de su ejecución, su negativa a la apostasía fue heroica. Fue quemado vivo en Namungogo, aunque su padre dio la orden de que lo desnucasen antes de que lo quemasen vivo.

Bruno Sserunkuma (1856 – 1886). Era natural de Buddu y pertenecía al clan del Carnero; era hijo del guerrero Namunjulirwa. Cuando era niño comenzó a servir en el palacio del rey Suna y siguió haciéndolo con sus sucesores, llegando a guardián del palacio real. Soldado del rey Mwanga de Uganda. Tuvo un carácter hosco hasta que se bautizó y refrenó la aspereza de su natural. Fue bautizado en 1884. Estaba encargado de los esclavos y a raíz de su bautismo les dio un trato apacible.

Apresado con los demás servidores del rey y llevado hacia Namungongo para el suplicio pasó por casa de su hermano Bosa que, para calmarle la sed, le ofreció un vaso de cerveza, pero recordó que Jesús había rehusado beber estando en la cruz y no quiso beberla.

Jaime Buzaalilyawo (1851 – 1886). Natural de Nawokota, pertenecía al clan Ngeye, y tenía 35 años. Era hijo del encargado del aparato hidráulico y la maquinaria del palacio real, de las fuentes de agua de la corte y su hermana era una de las esposas del rey, era soldado del rey Muanga de Uganda y era asistente del jefe de la banda real, san Andrés Kaggwa; fue bautizado en el 1885, y había intentado convertir al rey cuando éste era príncipe. Fue arrestado y confesó su condición de cristiano y le dijo al rey que iba al paraíso a rogar por él.

Kizito (1872 – 1886). Nació en Bulemezi, en la tribu Baganda y pertenecía al clan Bulemezi. Fue regalado por su padre a Nyika, el jefe de tribu, el cual lo llevó a la corte y logró que el rey Mutesa lo aceptara como paje. Paje de 13 años, era el más joven. Había sido atraído por la fe por san Andrés Kaggwa. El rey lo miraba con ojos lascivos y Carlos Lwanga lo protegía. Fue bautizado en la cabaña por la noche antes de su arresto, sin que se sepa el nombre cristiano que se le dio.  

Ambrosio Kibuka (1868 – 1886). Natural de Ssingo, Uganda, pertenecía al clan Scaly. Joven, robusto y apuesto fue paje del rey Mwanga de Uganda, desde niño. Era una persona que veneraba los fetiches, amuletos e ídolos propios de la religión tradicional de su país hasta que conoció el cristianismo. Fue bautizado en 1885, y quemó todos sus amuletos que antes había adorado. Realizó un activo apostolado, hasta que fue detenido con los demás pajes y llevado a Namugongo.

Mugagga (1869 – 1886). Era natural de Mawokota, perteneciente al clan Ngo. Fue educado por el real fabricante de vestidos de Uganda. Era paje real, encargado de hacer los recados al rey. Convertido por Carlos Lwanga ingresó en el catecumenado.

El rey lo odiaba porque le había negado sus solicitudes sexuales. Bautizado por san Carlos Lwanga la noche anterior al arresto, no se sabe su nombre cristiano.

Gyavira (1869 – 1886). Era natural de Segguku, miembro del clan Mamba. Hijo de una familia acomodada, era hijo del guardián del templo del dios Mayanja, desde pequeñó fue paje de la corte y mensajero de la corte. Atraído por el cristianismo se inscribió en el catecumenado. Fue bautizado por Carlos Lwanga en la choza la noche antes de la detención. Se le conoce como «el buen mensajero».

Había tenido una riña con el paje Mukasa Kiriwawanvu, también catecúmeno, había sido encarcelado. Cuando caminaba hacia Namugongo, Mukasa fue llevado para unirlo al grupo de cristianos, y al verlo llegar Gyavira se destacó del grupo, le saludó cordialmente y le dijo que se alegraba de verlo, y así ambos se reconciliaron, partiendo juntos para el martirio.

Aquiles Kiwanuka (1869 – 1886). Era natural de Ssingo, Uganda y pertenecía al clan Scaly y era primo de san Ambrosio Kibuka. Desde niño entró como paje en la corte del rey Mutesa de Uganda y siguió en la del rey Mwanga. Convertido al cristianismo, fue bautizado en 1885. Quemó a su padre todos sus ídolos y amuletos enfriándose por ello su relación con él; fue monaguillo. Apresado con los otros pajes, fue quemado vivo a fuego lento envuelto en una estera en Namugongo.

Adolfo Mukasa Ludigo (1861 – 1886). Nació en la tribu de los mutoros y pertenecía al clan Balaya en Uganda. Tenía 25 años, fue entregado como rehén de pequeño y llegó a ser paje de la corte. Conoció el cristianismo y se bautizó en 1885, y fue un joven devoto y ejemplar dedicado a preparar la comida de los catecúmenos. Tras confesar su fe fue enviado a Namugongo.  

Mukasa Kiriwawanvu (1861 – 1886). Era natural de Kyaggwe, miembro del clan de Ndiga y tenía 25 años. Servía la mesa del rey Mwanga de Uganda, como paje. Era catecúmeno gracias a Carlos Lwanga, estaba detenido por un altercado habido con el paje Gyavira.

Se recordó que era cristiano y se le propuso la apostasía. Como se negó, fue enviado con el grupo de los que iban a Namugongo. San Gyavira, se destacó del grupo y se reconcilió con él. Se cree que la noche previa al martirio fue bautizado con sus compañeros en Kampala.  

Anatolio Kiriggwajjo (1866 – 1886). Venía de una tribu de pastores, los bunyoros; pertenecía al clan Basita. Fue esclavo del rey Mutesa y era uno de los jóvenes pajes del rey Mwanga de Uganda. Fue convertido al  cristianismo por san Carlos Lwanga y bautizado en 1885. No ascendió en la corte porque se negó a secundar los deseos impuros del rey, y por ello fue señalado para el arresto y la condena a muerte.   

Lucas Banabakintu (1851 – 1886). Era natural de Gomba y pertenecía al clan de Siluro y tenía 35 años. Su condición era la de esclavo de Mukwenda, pero ejercía como jefe del poblado y hombre de confianza, además de encargado de las embarcaciones reales. Llegó al cristianismo por la influencia de san Matías Kalemba. Fue bautizado en el 1882. Fue conocido en los ambientes cristianos y paganos por su bondad y por su integridad. Era catequista en la zona de Mityana.

Fue arrestado junto a Matía Kalemba en 1886, pasando toda la noche atado de tal modo que no se podía mover. Al día siguiente lo llevaron ante el juez de Mengo, ante el cual confesó su fe. Se despidió de Matías y fue conducido a Namugongo, con los otros cristianos, a los que informó de la muerte de Matías y su esperanza de morir con ellos.

A la mañana siguiente, tras aprobar el consejo real que los cristianos fuesen ajusticiados, Carlos y sus compañeros, los pajes cristianos, fueron llevados ante el rey e invitados a apostatar. Carlos fue el primero en decir que no, seguido de Kiziko y por todos los demás pajes. En medio de un gran silencio el rey les preguntó si estaban dispuesto a ser cristianos, a lo que contestaron todos a una que sí, que hasta la muerte, entonces el rey pronunció la sentencia de muerte. Después de la sentencia de condena a muerte, fueron llevados a Namugongo, al lugar del martirio.

Tras la espera de los días necesarios para la preparación del lugar del suplicio -algunos pajes ya habían muerto durante el trayecto-, los prisioneros fueron encadenados. Cuando se dirigían el martirio los vio el padre Lourdel, que con profunda emoción vio como sus cristianos eran llevados a la muerte sin que ninguno de ellos hubiera apostado. Todos lo saludaron con la mirada. Quiso obtener una audiencia con el rey para que parara la ejecución pero no se le permitió.

A los pajes se les agregó el soldado Jaime Buzabaliawo, conocido cristiano. Luego de varias horas de andar por el sol, llegaron a Kampala, habiéndoseles unidos otros mártires por el camino, y en esta ciudad les pusieron una canga a cada uno de ellos para evitar su huida. Allí tuvo lugar la ejecución de san Gonzaga Gonza.

Llegados a Namugongo, fueron encerrados, separándolos por grupos. Al día siguiente, todos se alegraron de verse de nuevo y se pidieron perdón. Fueron enrollados con esteras. El primero que fue quemado en la hoguera fue Carlos Lwanga que les repetía: «Amigos hasta la vista, nos encontraremos en el cielo». Por ser el animador del grupo, Carlos fue quemado a fuego lento. Después los otros fueron asados vivos. A esta legión de mártires se completó cuando el 27 de enero de 1887 fue degollado san Juan María “Muzeo” por orden del rey.  Terminado el martirio, Uganda conoció un gran florecimiento misional como no lo ha tenido ningún país de África. Pío XI lo proclamó patrono de la juventud africana en 1934 y Pío XII, protector de la Acción Católica africana.

No hay peor ciego que el que no quiere ver

Santo Evangelio según san Marcos 11, 27-33. Sábado VIII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

“Creo en ti, Señor, pero ayúdame a creer con más firmeza; espero en ti, pero ayúdame a esperar con más confianza; te amo, Señor, pero ayúdame a amarte más ardientemente; estoy arrepentido, pero ayúdame a tener mayor dolor. Te adoro, Señor, porque eres mi creador y te anhelo porque eres mi último fin; te alabo porque no te cansas de hacerme el bien y me refugio en ti, porque eres mi protector. Que tu sabiduría, Señor, me dirija y tu justicia me reprima; que tu misericordia me consuele y tu poder me defienda. Amén» (del Papa Clemente XI, extracto).

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 11, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron de nuevo a Jerusalén, y mientras Jesús caminaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le preguntaron: “¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te ha dado autoridad para actuar así?”. Jesús les respondió: “Les voy a hacer una pregunta. Si me la contestan, yo les diré con qué autoridad hago todo esto. El bautismo de Juan, ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contéstenme”. Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si le decimos que de Dios, nos dirá: ‘Entonces ¿por qué no le creyeron?, y si le decimos que de los hombres”. Pero, como le tenían miedo a la multitud, pues todos consideraban a Juan como verdadero profeta, le respondieron a Jesús: “No lo sabemos”. Entonces Jesús les replicó: “Pues tampoco yo les diré con qué autoridad hago todo esto”. Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El pasaje de hoy tiene un tono triste, casi desesperanzador. No hay peor ciego que el que no quiere ver, y vemos cómo los enemigos de Cristo cierran sus ojos con tanto empeño. Han visto milagros, sí, y han oído el mensaje de salvación, pero viven cerrados en sí mismos. El corazón humano sólo se puede abrir desde dentro.

Tú deseas llenar mi alma con tu gracia y tu amor, Señor. Ardes en ilusión de darme la felicidad eterna.

Pero depende de mí el abrirte mi corazón. Nos has dado este poder tan grande, esta responsabilidad tan seria, esta llave que es nuestra libertad. Y a pesar de que muchas veces no la he usado bien, o la he tenido olvidada en el polvo, hoy te quiero dar esta llave. Hoy te quiero abrir mi corazón, para que lo orientes hacia ti, para que lo liberes de estas cadenas que son mi egoísmo y mi orgullo.

Y cuenta conmigo para tocar otros corazones en tu nombre. ¡Ojalá todo el mundo se abriera a la lluvia fecunda de tu amor! Entonces el Reino de Cristo habrá llegado a su plenitud. Muchas veces nos detiene el miedo y la falta de fe. Por eso, Señor, hazme un signo ante el mundo: que mi vida demuestre a todos que vale la pena confiar en ti, abrirse a ti, darte nuestro amor.

«También recordamos que cada uno de nosotros conoce en qué medida, tantas veces estamos ciegos de la luz linda de la fe, no por no tener a mano el evangelio sino por exceso de teologías complicadas. Sentimos que nuestra alma anda sedienta de espiritualidad, pero no por falta de Agua Viva —que bebemos sólo en sorbos—, sino por exceso de espiritualidades “gaseosas”, de espiritualidades light».

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de marzo de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a promover a mi alrededor la buenas conversaciones, evitando la crítica y la discusión innecesaria, y alabando el bien de los demás.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Oración a la Virgen

Pidiéndole nos enseñe la virtud de ser pacientes

Por: Maria Luisa Martinez Robles | Fuente: Catholic.Net

La paciencia es una actitud
Que todos debemos tener
Para soportar día tras día
Las dificultades con alegría.
Nadie mejor que Ella, Maria

Fue capaz de comprender
Que hay que tener calma
Porque así nuestras almas
A Dios pueden entender.
Nos protege y nos ayuda

Aquí y en cualquier lugar.
Con su infinita paciencia
Nos enseña siempre a amar
A ella vamos todos nosotros
La tenemos que admirar.
Por su fe e infinita bondad,
Porque es nuestra Madre
Y nunca nos va a olvidar.
Dedicaremos  nuestra vida
A pensar  en los demás
Y como Tú nos enseñas
A llenar todo  de bondad.
No nos dejes Virgen mía.
Sin ti yo no sé que haría
Pero contigo… a la eternidad.

Hoy venimos todos a rezar
A la Virgen, nuestra Madre.
Nos enseñe que con calma
Con esfuerzo y con bondad
casi todo se puede alcanzar.

Ella  siempre  sabe escuchar,
Así nos invita a transformar
Al mundo y a la humanidad.

Te damos  mil gracias Maria
Es mucho lo que nos das
Sin tu ayuda de nada serviría.

Concédenos  a nuestras familias,
Y a todas las personas del mundo
Que no nos falte amor y alegría.

Meditaciones del 1 al 5 de junio del Sagrado Corazón de Jesús con audio

Meditación y oración para cada día del mes de Junio, dedicado a Sagrado Corazón

Junio ha sido proclamado como el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, para que oremos por El con fervor y entrega.

Les presentamos una meditación para orar cada día, inspirada en los nardos, esa flor que tanto agrada al Señor.

Oremos para que el Sagrado Corazón de Jesús aumente nuestra fe.

Recordemos que es el primer viernes el que se dedica a la celebración del Sagrado corazón y el primer sábado de mes el cual es consagrado a nuestra Madre la Virgen Maria.

Nardo del 1ro de Junio:

¡Oh Sagrado Corazón, Luz en este mundo de oscuridad!

Meditación: Corazón Sagrado, enllagado y martirizado por nuestros pecados, sé nuestra Luz para vivir sólo en Ti, y así poder seguir nuestro camino para llegar un día a habitar junto al Padre Celestial

Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús! ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Que sepamos plasmar en nuestro pobre corazón, lo que nos enseñó el Hijo de Dios. Meditemos cuán poco sabemos de El.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

Nardo del 2 de Junio

¡Oh Sagrado Corazón, Llama ardiente!

Meditación: El Corazón de mi Jesús tanto amó, que en llama de fuego se presentó para purificar, para salvar, para amar…¡Pero quién lo ha de mirar!. Si muchos lo llegamos hasta a despreciar, a no buscar, a ignorar, pues no queremos que nos venga a señalar las miserias y tibiezas que nuestro pobre corazón encierra. Seamos ardientes amantes de Cristo, consumidos por el Fuego de Su Amor, para poder así limpiar nuestro corazón y llegar a servir a nuestro Dulce Señor.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Hagamos una buena confesión, ofreciéndosela al Sagrado Corazón de Jesús.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

Nardo del 3 de Junio:

¡Oh Sagrado Corazón, refugio del Niño Dios!

Meditación: En una Doncella latía un Pequeño que renovaría la tierra vacía, ya que en ella sembraría semillas para llenarla de Vida. Aquel pequeño Corazón era el Sol que con Su calor nos enseñaría lo que es el Amor, con Su Luz a no perdernos en la oscuridad, con Su Omnipotencia a aumentar nuestra Fe, con Su silencio el valor de hacernos pequeños y con Su Presencia la Única Senda, pues El es el Rey.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla:Comulguemos pidiéndole al Señor tener un corazón pequeño, y que sea El nuestro único sustento.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
 
Nardo del 4 de Junio:

¡Oh Sagrado Corazón, cuan manso y humilde sos!

Meditación: ¡Ay! de nosotros los hombres, todos queremos ser SEÑORES, si, con mayúsculas…no queremos ser pequeños, debemos competir, ser los mejores, hinchar nuestro corazón de orgullo, llenarnos de vanidad. Ser manso…eso es de débiles, de aquellos que poco saben, que no poseen imagen. Pero a pesar de eso, sabes Señor, te lo digo al oído, con vergüenza: «Yo soy cristiano, he sido bautizado…».
¡Oh! mi Dulce Señor, cuanto te he profanado si estoy lleno de estos pensamientos mundanos. Tú, el Corazón más humilde y el más sublime, el más manso, el Todopoderoso. Tú nuestro Dios hermoso, mi Dulce Esposo. Me olvidé de Tu Imagen, por ser yo la imagen de un dios pagano, de aquel que produce el escarnio de lo que Tú en mi pusiste de santo. ¡Perdóname Señor!.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla:Ofrezcamos una jornada de silencio, comparando la vida de Jesús con la nuestra.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

Nardo del 5 de Junio:

¡Oh Sagrado Corazón, qué tierno sos!

Meditación: Dicen que una vez la Santísima Virgen a un niño se le presentó, le habló del Amor y de su Corazón, pero el niño que sorprendido la escuchaba se atrevió a preguntarle por el Niño Dios. De tal modo, una conversación parecida a ésta se escuchó:
Perdón, Virgen María, ¿pero si voy al Cielo voy a poder jugar con el Niño Jesús?. La Virgen sonriendo contestó: «Sí, en el Cielo se te da todo lo que buscas con un corazón de niño». El pequeño prosiguió: ¿Al fútbol también podré jugar con El?. La Virgen contestó: Si así lo deseáis… El niño: Ah, pero siempre va a ganar Jesús, porque El es el mejor, es Dios. La Virgen, llena de ternura, contestó: «No, mi amor, porque en el Cielo no hay competencia y mi Jesús siempre deja ganar…». A lo que el niño, poniéndose a llorar respondió: «Entonces yo no quiero ganar, sólo quiero ser como Jesús…».
¡Qué lección la de la Madre de Dios!. Ella nos muestra la humildad y la ternura del Corazón de Su Hijo, que todo nos da, nos deja hasta querer ¨ganar¨ para que podamos aprender a ser como El, y ver que el Rey, todo Poder, trabaja en la pequeñez. ¿Qué nos queda entonces a nosotros?.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Que tratemos de ser niños guiados por la voz de nuestra Madre, practicando la humildad.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

El icono ruso que revela el misterio de la Trinidad

Public Domain via WikiPedia

Philip Kosloski – publicado el 11/06/17 – actualizado el 02/06/23

Estimadísimo tanto por cristianos de Oriente como de Occidente, el icono de Rublëv es una de las imágenes más profundas de la Trinidad jamás producida

«Es lo más absurdo e impropio representar en iconos a Dios Padre con una barba gris y al Hijo Unigénito en Su seno con una paloma entre ellos, porque nadie ha visto al Padre según Su Divinidad, y el Padre no tiene carne […] y el Espíritu Santo no es en esencia una paloma, sino en esencia Dios» (Gran Sínodo de Moscú, 1667).

Para la Iglesia ortodoxa rusa, la representación de la Santísima Trinidad en el arte ha sido un tema de controversia durante los últimos mil años. A pesar de que el Concilio de Nicea en 787 permitió la representación artística de Dios, la Iglesia ortodoxa rusa no estaba satisfecha con las imágenes populares de Dios Padre y Dios Espíritu Santo.

Sentían que el hombre de barba gris y la paloma no podían hacer justicia al insondable misterio del Dios trino. En lugar de estas imágenes difundidas de Dios, eligieron usar el icono de la Trinidad de Andrei Rublëv como la manera apropiada de representar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Este icono ruso es difícil de entender para los que no pertenecen a la tradición ortodoxa y a primera vista no parece representar a la Santísima Trinidad.

¿Por qué el icono tres ángeles?

La escena central del icono proviene del libro de Génesis, cuando Abraham da la bienvenida a tres extranjeros en su tienda.

«Apareciósele Yahveh [a Abraham] en la encina de Mambré … Levantó los ojos y he aquí que había tres individuos parados a su vera. Como los vio acudió desde la puerta de la tienda a recibirlos, y se postró en tierra … Luego tomó cuajada y leche, junto con el becerro que había aderezado, y se lo presentó, manteniéndose en pie delante de ellos bajo el árbol» (Génesis 18, 1-8).

El icono de Rublëv representa esta escena con tres ángeles, similares en apariencia, sentados alrededor de una mesa. En el fondo está la casa de Abraham, así como una encina que se encuentra detrás de los tres invitados.

Aunque que el icono representa esta escena en el Antiguo Testamento, Rublëv utilizó el episodio bíblico para hacer una representación visual de la Trinidad que encaja dentro de las estrictas directrices de la Iglesia ortodoxa rusa.

El simbolismo de la imagen es complejo y pretende resumir las creencias teológicas de la Iglesia en la Santísima Trinidad. En primer lugar, los tres ángeles son idénticos en apariencia, lo cual corresponde a la creencia de la unidad de Dios en tres Personas.

Sin embargo, cada ángel lleva una prenda diferente, trayendo a la mente cómo cada Persona de la Trinidad es distinta. El hecho de que Rublëv represente a la Trinidad usando ángeles es también un recordatorio de la naturaleza de Dios, que es espíritu puro.

Andréi Rubliov pintando los frescos de la iglesia del Salvador del monasterio Andrónikov en Moscú (miniatura del siglo xvi).

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El simbolismo de las figuras

Los ángeles son mostrados de izquierda a derecha en el orden en que profesamos nuestra fe en el Credo: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

El primer ángel lleva una ropa interior azul, que simboliza la naturaleza divina de Dios y una prenda púrpura exterior, apuntando a la realeza del Padre.

El segundo ángel es el más familiar, ya que lleva la ropa típicamente usada por Jesús en la iconografía tradicional. El color carmesí simboliza la humanidad de Cristo, mientras que el azul es indicativo de su divinidad. La encina detrás del ángel nos recuerda el árbol de la vida en el Jardín del Edén, así como la cruz sobre la cual Cristo salvó al mundo del pecado de Adán.

Por su parte, el tercer ángel lleva una prenda azul (divinidad), así como una vestidura verde por encima. El color verde apunta hacia la tierra y la misión de renovación del Espíritu Santo. El verde es también el color litúrgico usado en Pentecostés en la tradición ortodoxa y bizantina.

Los dos ángeles a la derecha del icono tienen una cabeza ligeramente inclinada hacia el otro, ilustrando el hecho de que el Hijo y el Espíritu vienen del Padre.

En el centro del icono hay una mesa que se asemeja a un altar. Colocado sobre la mesa hay un tazón o cáliz de oro que contiene el ternero que Abraham preparó para sus invitados y el ángel central parece estar bendiciendo la comida. Todo eso nos recuerda el sacramento de la Eucaristía.

El icono que muestra el Misterio

Aunque no es la representación más directa de la Santísima Trinidad, es una de las visualizaciones más profundas jamás producidas. En las tradiciones ortodoxa y bizantina permanece como la principal manera de representar al Dios Trino.

El icono es incluso muy estimado en la Iglesia católica romana y es utilizado con frecuencia por los catequistas para enseñar a otros sobre el misterio de la Trinidad.

La Trinidad es un misterio y siempre lo será mientras estamos en la tierra. Sin embargo, a veces nos vislumbramos algo en la vida divina de Dios, y el icono de Rublëv nos permite un breve segundo mirar detrás del velo.

Carlos Lwanga y mártires en la corte del rey de Uganda

El rey Mwanga ordenó matar a todos los cristianos de su entorno. Carlos Lwanga era su mayordomo y tenía 21 años

Carlos Lwanga era el favorito del rey Mwanga de Uganda. Este era déspota. Su padre se había rodeado de una primera comunidad de cristianos evangelizados por los Padres Blancos. En la corte los veía como una fortaleza por su buen comportamiento pero más tarde consideró que eran una amenaza por su rectitud.

Mwanga, por su parte, cayó en acciones homosexuales y quería abusar de los hombres cristianos.

Cuando mató a un misionero protestante, José, su mayordomo y cristiano, le habló claro sobre la maldad del asesinato.

Mwanga, para no tener remordimientos, ordenó que le cortaran la cabeza y lo quemaran. José murió perdonándolo el 15 de noviembre de 1885.

Defensor de los hombres

En este clima, Carlos Lwanga sustituyó a José. Tenía entonces 21 años. Intentó evangelizar y proteger a los hombres que el rey quería violar.

La paz duró unos seis meses en la corte. Sin embargo, en mayo de 1886, el rey preguntó a un paje por qué lo rehuía.

El paje respondió que estaba recibiendo catequesis gracias aDaniel Sebuggwawo. El rey montó en cólera y lo mató atravesando su cuello con una lanza.

Mwanga ordenó ese día cerrar las puertas del área real. Carlos Lwanga intuyó que todos los cristianos iban a morir. Bautizó a cuatro catecúmenos esa misma noche.

A la mañana siguiente, el rey ordenó a la corte: «Aquellos que no rezan párense junto a mí, los que rezan párense allá».

Además, preguntó a 15 niños si querían bautizarse y todos respondieron que sí. Entonces Mwanga los condenó a muerte.

Les llevaron a Namugongo, a 37 kilómetros de distancia. Por el camino, un misionero de los Padres Blancos pudo ver cómo el joven Kizito, de 13 años, animaba a los demás a rezar con las manos unidas.

Algunos fueron ejecutados por el camino. El 3 de junio llegaron al punto de castigo. Después de una semana de cárcel, fueron envueltos en esteras de cañas y murieron quemados en una hoguera. Todos eran cristianos: 13 católicos y 11 protestantes.

Uno de los pajes, a pesar de que no había sido bautizado, manifestó su fe y también fue asesinado en la pira. Se llamaba Mukasa Kiriwanu.

Los mártires de Uganda fueron canonizados por el papa Benedicto XV el 6 de junio de 1920.

Santo patrón

San Carlos Lwanga es patrono de la juventud cristiana de África y de las víctimas de tortura.

Oración

Señor Jesucristo, que maravillosamente fortaleciste a los santos Mártires de Uganda san Carlos Lwanga, Matías Mulumba, el santo Jildo Irwa, a san Daudi Okello y sus compañeros, y nos los has dado a nosotros como ejemplos de fe y fortaleza, de castidad, de caridad y de fidelidad;
te rogamos, que por su intercesión, las mismas virtudes puedan aumentar en nosotros,
y que podamos merecer ser propagadores de la fe verdadera.
Tú que vives y reinas por siempre.
Amén.