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• Mark 10:28-31

Amigos, el Evangelio de hoy nos exhorta a ver la radicalidad y las recompensas del llamado de Jesús al discipulado, que sobrepasa muchas de las convenciones sociales de Su tiempo y el nuestro.

Jesús nos insta a ver que todos —ricos y pobres, hombres y mujeres, los de adentro y de afuera— son convocados al discipulado, y que esta convocatoria es la más importante de todas.

Es la mejor parte, para usar las palabras de Jesús; es lo único necesario.

San Agustín tenía razón: “Señor, nos has hecho para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Todos estamos conectados con Dios.

Hay un hambre en nosotros que nada en este mundo puede saciar. Solo Jesús puede llevarnos al banquete Celestial; y por eso debemos seguirlo. 

 

En realidad, quiere decirles: «Sí, vosotros habéis dejado todo y recibiréis aquí en la tierra muchas cosas, pero con la persecución».

Es «como una ensalada con el aceite de la persecución. Ésta es la ganancia del cristiano, y éste es el camino de quien quiera seguir a Jesús. Porque es el camino que recorrió Él:

Él fue perseguido». Es el camino del abajamiento, el mismo que san Pablo indicó a los filipenses cuando afirmó que Jesús, haciéndose hombre, se despojó a sí mismo hasta la muerte de cruz. «Precisamente esta es la tonalidad de la vida cristiana» (…)

 

 

Este es «el camino de Jesús, pero es un camino gozoso, porque jamás el Señor nos pone a prueba más de lo que podemos soportar». 

Ciertamente, «la vida cristiana no es una ventaja comercial», sino sencillamente es «seguir a Jesús. Cuando seguimos a Jesús, sucede esto.

Pensemos si tenemos dentro de nosotros la voluntad de ser valientes en el testimonio de Jesús».

Y añadió: «Pensemos también, nos hará bien, en los numerosos hermanos y hermanas que hoy no pueden rezar juntos porque son perseguidos, no pueden tener un libro del Evangelio o una Biblia porque son perseguidos. (Homilía Santa Marta, 4 marzo 2014)

 

 


Fernando lll, Santo

 

Memoria Litúrgica, 30 de mayo


Rey de Castilla y León

Martirologio Romano: San Fernando III, rey de Castilla y de León, que fue prudente en el gobierno del reino, protector de las artes y las ciencias, y diligente en propagar la fe. Descansó finalmente en la ciudad de Sevilla († 1252).

Fecha de beatificación: 31 de mayo de 1655 el Papa Alejandro VII confirmó su culto
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Fecha de canonización: 7 de febrero de 1671 por el Papa Clemente X

Breve Biografía


Era hijo del rey Alfonso IX y primo hermano del rey San Luis de Francia. Fue un verdadero modelo de gobernante, de creyente, de padre, esposo y amigo. Emprendió la construcción de la bellísima catedral de Burgos y de varias catedrales más y fue el fundador de la famosa Universidad de Salamanca. San Fernando protegió mucho a las comunidades religiosas y se esforzó porque los soldados de su ejército recibieran educación en la fe. Instauró el castellano como idioma oficial de la nación y se esmeró para que en su corte se le diera importancia a la música y al buen hablar literario.

Sus enfrentamientos tuvieron por fin, liberar a España de la esclavitud en la que la tenían los moros, y por ende liberar también a la religión católica del dominio árabe.

Como todos los santos fue mortificado y penitente, y su mayor penitencia consistió en tener que sufrir 24 años en guerra incesante por defender la patria y la religión.

En sus cartas se declaraba: «Caballero de Jesucristo, Siervo de la Virgen Santísima, y Alférez del Apóstol Santiago. El Papa Gregorio Nono, lo llamó: «Atleta de Cristo», y el Pontífice Inocencio IV le dio el título de «Campeón invicto de Jesucristo».

 

 

Propagaba por todas partes la devoción a la Santísima Virgen y en las batallas llevaba siempre junto a él una imagen de Nuestra Señora. Y le hacía construir capillas en acción de gracias, después de sus inmensas victorias. Este gran guerrero logró libertar de la esclavitud de los moros a Ubeda, Córdoba, Murcia, Jaén, Cádiz y Sevilla. Para agradecer a Dios tan grandes victorias levantó la hermosa catedral de Burgos y convirtió en templo católico la mezquita de los moros en Sevilla.

Fue canonizado en 1671 por el Papa Clemente X.

 

 


Un corazón pobre e inquieto

Santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31.

 

Martes VIII del Tiempo Ordinario




Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.


Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Jesús, una vez más me tienes aquí, en tu presencia.

Me conoces y Tú sabes mis necesidades.

Te suplico que me regales aquello que más necesito y que quizá no me atrevo a pedirte. Deseo mirar todo como Tú, llegando incluso a reconocer como un don de tu mano amorosa las dificultades e, incluso, el mismo dolor. Dame la gracia de querer lo que Tú quieres. Sólo deseo que mi vida te haga sonreír.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31



En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”. Jesús le respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna. Y muchos que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros”.



Palabra del Señor.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.



Amada alma:


Ven. Soy yo, tu Creador. No tengas miedo de dejarlo todo. Te creé para mí, para que llegaras a estar conmigo… para que me amaras y, amándome, encontraras tu felicidad.



Date cuenta que esa sed de infinito que sientes en tu interior nunca la saciarás con una infinidad de cosas, sino con mi amor infinito. Tienes un corazón inquieto, pues te lo he dado para que me busques. No descanses hasta encontrarme.



Corre. Vuela. Ven. Deja todo lo que no soy Yo. Búscame a Mí. De hecho, aunque no lo hayas sabido, siempre me has buscado: cada vez que le pedías al mundo, a los placeres o a ti mismo la plenitud que sólo Yo te puedo dar, ya me buscabas. Ahora sólo te pido que me busques donde realmente me encuentro. Ven. Búscame…y del resto me encargo Yo.



No te prometo ni una vida más fácil ni una más cómoda…no… Te prometo una vida plena, gozosa…feliz. Ven. No tengas miedo. Yo te amo y te daré todo lo que necesitas. No siempre te será agradable y a veces no entenderás… pero si confías te darás cuenta que aun en las situaciones que se te antojen más negras, nunca te faltará la luz de mi amor. Ven. Corre. Vuela. No te detengas. No tengas miedo de dejarlo todo. Déjame todos tus odios, rencores, impurezas… todas tus heridas, déjalas en mis manos y Yo las curaré. Ven. Corre. Vuela. Yo te amo. Eres mi mejor creación. Sé que lo harás bien. Confío en ti.


Atte. Jesús.



«Que feo es -indicó el Papa- ver a un cristiano, sea laico, consagrado, sacerdote, obispo, cuando se ve que busca dos cosas: seguir a Jesús y a los bienes, seguir a Jesús y al mundanismo. Esto es un anti-testimonio que aleja a la gente de Jesús. Prosigamos ahora con la celebración eucarística pensando a la pregunta de Pedro: ‘Hemos dejado todo, ¿cómo nos pagarás?’ Y pensando a la respuesta de Jesús. El pago que nos dará es asemejarnos a Él. Este será el ‘sueldo’. ¡Un gran sueldo, asemejarnos a Jesús!”».
(Homilía de S.S. Francisco, 26 de mayo de 2015).


 

 

Diálogo con Cristo


Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.


Propósito


Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.


Para recordar poner en orden todas las cosas de mi vida, hoy voy a «ayunar» (no usar) de las redes sociales.


 

 

Despedida


Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

Invertir a lo grande

Cristo ofrece el ciento por uno y la vida eterna a aquellos que acepten seguirle.


 

Últimamente se ha hablado mucho de la crisis financiera, ha sido un tema de interés en todos los noticieros y se escucha de ella en todos los rincones de la tierra. Con ello ha cambiado la visión de muchas personas hacia el sector financiero y desconfianza de parte de los accionistas y las empresas.



Sin embargo, hay algunos proyectos en donde aún se puede invertir con un riesgo seguro y un rendimiento más que generoso, haciendo de ellos iniciativas que deberían llamar la atención en todo tipo de mercados. No obstante, parece que se les conoce poco. Este tipo de inversiones implican un enorme costo, pero vale la pena por el enorme beneficio.



Este proyecto es bastante antiguo, es una empresa por la cual han trabajado muchas personas.

Uno de los primeros accionistas preguntó al empresario que le invitó a contribuir en su empresa: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?”(Mt 19,27). Este le respondió: “Recibirán cien veces más y obtendrán como herencia la vida eterna” (Mt 19,29). Este inversionista se llamaba san Pedro.



Cristo ofrece el ciento por uno y la vida eterna a aquellos que acepten seguirle. No es una forma bonita para animarles, es una realidad. Por otra parte el rendimiento del 100% es todo un negocio, se obtiene una ganancia inigualable, casi irreal considerando que nadie ofrece este interés. Cualquier persona debería interesarse para invertir en este proyecto ideal.



 

Sin embargo él es un empresario que pide una colaboración absoluta en su plan, una dedicación de cuerpo y alma, quiere que su socio involucre todos sus bienes, una inversión inicial bastante comprometedora. Aquí está la traba, sólo algunos están dispuestos a dejarlo todo, pocos aceptan la propuesta ya que están apegados a sus bienes y no se dan cuenta de la maravillosa oportunidad que se les ofrece.



Uno de los criterios más usados actualmente para evaluar un proyecto y conocer su conveniencia es el así llamado valor actual neto (VAN). Básicamente consiste en confrontar la inversión inicial, que es un costo, a la suma de los beneficios actualizados que resultan durante el flujo de casa de dicho proyecto. Evidentemente si la suma de los beneficios es mayor al costo, vale la pena aceptar, ya que al final de cuentas es una ganancia.



Analizando esta teoría descubrimos que el llamado de Cristo no vale la pena, sino la vida. Él nos regala gratuitamente mucho más de lo que nosotros podemos conseguir por nuestras propias fuerzas: el ciento por uno y la vida eterna a un precio tan limitado y pasajero. En el mundo financiero un proyecto con estas características sería todo un éxito.



Considerando la propuesta y las palabras de Cristo vale la pena dejarlo todo, dar la vida entera en su servicio, que por más duradera que esta sea, siempre será un punto en medio de la eternidad.

 

 

Flor del 30 de mayo: María Reina de la Paz



 

 

Meditación: “Reina de la Paz,…da al mundo la Paz en verdad, en la Justicia y en la Caridad de Cristo” (Pío XII, 1942, Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María). “Ella dio a Luz al Príncipe de la Paz” (Isaías 9,5). La Paz, bendición del Salvador, no es la del mundo, pues el seguirle es persecución (conforme a Mateo 10,34-39). Es la Paz del corazón que quita la angustia y el temor, es fruto del Espíritu de Dios que habita en nuestro corazón y nos anticipa la alegría de la esperanza de quien a Dios da su alma (conforme a Juan 14,26-28). En Fátima, María nos prometió que “al final mi Corazón Inmaculado triunfará y vendrá un tiempo de Paz”. Todo está cercano, pero Dios está esperando al hombre, para que vuelva a Su lado, para que haga la paz con El. Sometiéndose a Su Santa Voluntad, haciendo penitencia por los pecados de ésta pobre tierra que está desierta, y oración para reparar y volver todos al Padre Celestial. Confesemos nuestros pecados para tener un corazón sano y ofrezcamos la Santa Comunión por la conversión.



Oración: ¡Oh María, Reina de la Paz!. Enséñanos a orar y reparar a través de tu Inmaculado Corazón, para así alcanzar la Redención, trayendo a la tierra el Reino de Dios. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).



Florecilla para este día: Ayuno en reparación de los pecados y las ofensas al Santísimo Sacramento del Altar.

 

 

Santa Juana de Arco: La santa más guerrera

Una de las mujeres más emblemáticas de la Edad Media, Juana de Arco, fue elevada a los altares aunque en su momento fue incomprendida

 

 

Santa Juana de Arco, conocida como la «Santa doncella» es probablemente uno de los nombres propios más representativos de la Edad Media.

Su figura ha inspirado novelas, películas y ha sido todo un símbolo incluso para las feministas.

Su valor al frente del ejército durante la última fase de la Guerra de los Cien Años la convirtieron en un referente de coraje y valentía.

No en vano, la medievalista francesa Régine Pernoud dijo de ella que era «la mujer más conocida del mundo».

 

 

Juana era una joven piadosa que había nacido en un pequeño pueblo de la región francesa de Lorena, llamado Domremy, probablemente el 6 de enero de 1412.

La suya era una vida como la de cualquier niña de la Francia rural, ayudando en un hogar en el que vivía con sus padres y sus cuatro hermanos.

Juana explicó tiempo después que la piedad que la llevó a su gran destino la había aprendido de su madre.

Visiones y una misión

Cuando alcanzó los catorce años, empezó a tener visiones de santas como Catalina de Alejandría o Margarita de Antioquía así como también del Arcángel San Gabriel.

Por aquel entonces, Francia se encontraba inmersa en una de las guerras más terribles de la Edad Media, la Guerra de los Cien Años.

Y Juana creyó recibir de ellos una clara misión: guiar a la victoria con la ayuda de Dios al ejército de Francia.

Los soldados franceses resistían con grandes dificultades en uno de los últimos enclaves que no había sucumbido a las tropas inglesas, Orleans.

Juana supo entonces que era en aquella localidad situada en el corazón de Francia donde respondería a la llamada divina.

Antes de llegar a Orleans, Juana consiguió presentarse ante el Delfín Carlos en el castillo de Chinon.




Fascinante Juana de Arco

La entrevista, que tuvo lugar en 1429, fue su primera prueba ante el mundo. Receloso de aquella joven, el futuro Carlos VII se escondió entre los miembros de la corte y en su lugar puso a un joven del castillo.

Juana no se dejó engatusar por aquella artimaña y consiguió reconocer al delfín entre la multitud, que quedó sorprendida.

Superada aquella primera prueba, Juana consiguió convencer a Carlos de su misión divina y puso rumbo a Orleans.

De todos es conocida la gesta de Juana en el sitio de Orleans a favor del ejército de Francia que llevó a la derrota inglesa y a la coronación de un nuevo rey.

Francia cantó las alabanzas de aquella joven campesina que había elevado el ánimo a un pueblo que se creía ya derrotado.

En Poissy, la que sería considerada como una de las primeras feministas de la historia, Cristina de Pizán, volvió a coger la pluma tras años de estéril creatividad para dedicar su última obra a la Doncella de Orleans cuya gesta había traspasado los muros del convento en el que se había recluido:

Tú, Juana, en buena hora nacida
¡Bendito sea Aquel que te creó!
Doncella de Dios ordenada
En quien el Espíritu Santo derramó
su gran gracia y que tuvo y tiene
la generosidad de un elevado don.

Traicionada por su rey

Ese mismo año de 1429 el delfín era ungido soberano en la catedral de Reims. Desde entonces, Carlos VII, se distanció de la Doncella.

Ella pretendía continuar luchando contra el enemigo según los designios que recibía de los enviados de Dios.

Pero al rey, que ya había conseguido lo que quería, no le importó iniciar una serie de pactos aun a expensas de perder territorios.

Juana siguió batallando hasta que fue capturada por los ingleses. Carlos no hizo nada por salvarla.

A la hoguera acusada de hereje

A partir de entonces, el destino de Juana estaba marcado. Acusada de hereje, fue quemada en la hoguera el 30 de mayo de 1431. Tenía solamente 19 años.

Su familia no se quedó de brazos cruzados y 23 años después de su muerte se revisó el caso consiguiendo que el papa Calixto III la rehabilitara.

Casi cinco siglos después, el 16 de mayo de 1920, el papa Benedicto XV la proclamaba santa de la Iglesia católica en una misa solemne en San Pedro del Vaticano.

El 30 de mayo, aniversario de su muerte, quedó marcado como la fecha para su festividad.

Santa, mística y política

En 2011, el papa Benedicto XVI dijo de ella que “la compasión y el compromiso de la joven campesina francesa frente al sufrimiento de su pueblo se hacen más intensos por su relación mística con Dios».

«Uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven es precisamente este vínculo entre experiencia mística y misión política».