Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Oh inconcebible bondad de Dios que nos proteges a cada paso.  Sea gloria incesante a Tu misericordia por haberte fraternizado no con los ángeles sino con los hombres.  Éste es un milagro del misterio insondable de tu misericordia.  Toda nuestra confianza está en ti, nuestro hermano primogénito, Jesucristo, Dios verdadero y hombre verdadero.  Mi corazón palpita de alegría al ver lo bueno que es Dios para nosotros, los humanos, tan miserables e ingratos y como prueba de su amor nos ofrece un don inconcebible, es decir, a Si Mismo en la Persona de Su Hijo.  No lograremos penetrar este misterio de amor a lo largo de toda la eternidad.  Oh humanidad, ¿por qué piensas tan poco en que Dios está realmente entre nosotros?  Oh Cordero de Dios, no sé qué admirar en Ti primero: Tu mansedumbre, Tu vida oculta y anonadamiento por la humanidad, o más bien el milagro incesante de Tu misericordia que transforma las almas (153) y las resucita para la vida eterna.  Aunque estás tan oculto, Tu omnipotencia se manifiesta aquí más que en la creación del hombre; aunque la omnipotencia de Tu misericordia actúa en la justificación del pecador, sin embargo Tu actuación es muy silenciosa y escondida.

Reflexión: Bondad de Dios

Oh inconcebible bondad de Dios que nos proteges a cada paso. Sea gloria incesante a tu misericordia por haberte fraternizado no con los ángeles sino los hombres.

Dios nos ama personalmente, ya que nos ha creado a nosotros y a todas las demás cosas por nosotros y nos ha rescatado muriendo por nosotros.

Hay una prueba mayor que Dios nos ama, y es el habernos dado el poder de alcanzar perdón cuando le hemos ofendido.

La bondad de Dios que se manifiesta perdonándonos es mayor que cualquier otra bondad.

El amor, que Dios nos tiene antes es misericordioso que benévolo, porque siendo pecadores por naturaleza lo que más necesitamos es la misericordia.

La misericordia de Dios para el hombre es infinita. Nunca se agota, ni se puede agotar con nuestras ingratitudes. Nunca se agota, ni se puede agotar con nuestras ingratitudes. Nunca se cansa ni desespera jamás. Perdona siempre y lo perdona todo. Hay un vicio que no puede vencer contra el cual nada puede: es el orgullo por los dones sobrenaturales con el que a sabiendas rechaza uno la bondad divina y se mata.

¡Cuan bueno ha sido Dios para conmigo! ¿Qué podré dar a Dios en correspondencia de tanta bondad? ¡Con cuanta bondad me ha perdonado Dios y con cuanto honor me ha tratado!

La eucaristía hace sentir al alma una dicha y dulzura. ¿Por qué tendrá Dios tanto empeño en regalarnos con su dulzura? Pues solo una cosa puede hacernos cobrarle cariño: su bondad. Amamos a Dios a causa de su bondad, porque sabemos que quiere salvarnos, y qué desciende hasta nuestra bajeza, solamente la bondad de Dios puede unirnos con Él de modo perseverante.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce