Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Has de saber, hija Mía, que entre Yo y tú hay un abismo sin fondo que separa al Creador de la criatura, pero Mi misericordia nivela este abismo. Te elevo hasta Mí no por necesitarte, sino únicamente por misericordia te ofrezco la gracia de la unión.
Reflexión: La Gracia
Has de saber, hija mía, que entre yo y tú hay un abismo sin fondo que separa al creador de la creatura.
Te elevo hasta mí no por necesitarte, sino únicamente por misericordia, te ofrezco la gracia de la unión. San Juan Crisóstomo: “Al que es diligente y fervoroso, se le dará la ayuda que defiende de Dios”. Pero al que no tiene amor ni fervor ni hace lo que de él depende, tampoco se le dará lo de Dios. Porque aún lo que parece tener, dice el Señor, lo perderá no porque Dios se lo quite, sino porque incapacita para nuevas gracias.
El Señor nos ofrece constantemente su gracia para ayudarnos a ser fieles, cumpliendo el pequeño deber de cada momento, en el que nos manifiesta su voluntad y en el que está nuestra santificación.
Recibir la gracia con docilidad es empeñarnos en llevar a cabo aquello que el Espíritu Santo nos sugiere en la intimidad de nuestro corazón.
La docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo es necesaria para conservar la vida de la gracia y para tener frutos sobrenaturales. El rocío de nuestra alma es la gracia, lo cual, cuando es abundante es como una lluvia que inunda y fertiliza el alma. El cultivo de nuestra alma consiste en la vida de recogimiento.
La gracia es también color, vivificante con el que Dios quiere mover nuestra voluntad inclinándola suavemente a lo que nos pide.
La gracia es asimismo aquella acción con la que el Espíritu Santo renueva y continúa en nosotros la vida de Jesucristo. La gracia es una efusión de la bondad divina y Dios no puede darla a quien dice: No la quiero.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda la gracia, a ti y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce