Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
(144) He notado que desde que entré en el convento me hacían una sola critica, la que soy santa; pero este sobrenombre fue siempre pronunciado con sarcasmo. Al principio eso me hacia sufrir, pero cuando me elevé más, dejó de importarme. Sin embargo, una vez cuando a causa de mi santidad fue afectada cierta persona, sufrí mucho viendo que yo podía ser causa de los disgustos de otras personas y me quejé con Jesús ¿por qué era así? Y el Señor me contestó: ¿Te entristeces por ello? Si tú lo eres. Dentro de poco Yo Mismo lo manifestaré en ti y pronunciaré la misma palabra: “santa” pero esta vez solamente con amor.
Reflexión: Santidad
He notado que desde que entré en el convento me hacían una sola crítica la que soy santa; pero este sobrenombre fue siempre pronunciado con sarcasmo.
La Santidad da la humildad, que es además el medio de nuestra santificación. Acá en la tierra nadie es santo, y nadie tiene derecho de descansar diciendo: Ya he llegado al grado que Dios quería para mí. No, ni en las virtudes ni en el amor nadie llega nunca. ¡pero sí logran la perfección de una virtud, es parecerse perfectamente a Jesucristo! ¿Crees haber llegado a tanto? Quien lo dijese se burlaría de vosotros. No tenéis más que trocitos de virtud. Vas sufriendo cuesta arriba en el monte de la perfección, pero todavía no has llegado a la cumbre. ¿Y dónde va a encontrase nuestra santidad si no está en las obras ni en las virtudes ni en el amor? Pues en la paciencia adquirirla poquito a poco, en trabajar sin cesar y con perseverancia humilde y pacientemente por revestirse de las virtudes de nuestro señor Jesucristo. Todo el trabajo de la santidad se reduce a la paciencia por adquirirla y santificarse es formar a Jesucristo. Hay que sacarle del bloque de piedra grosero y duro que somos nosotros.
Es una tarea de toda una vida.
Jesucristo es nuestro modelo en el Santísimo Sacramento: Veamos como nos enseña las virtudes que forman a los santos. Para esto habríamos de ver como era nuestro Señor. La forma de su vida será la regla de nuestras virtudes. Tenemos que estudiar este anonadamiento y sabremos lo que tenemos que hacer para asemejarnos a nuestro Señor, y para estar en la gracia de la santidad eucarística.
Los santos amigos de Dios, son nuestros intercesores ante Él.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda la santidad, a ti y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce