Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Mi salud ha mejorado un poco.  Hoy he bajado al refectorio y a la capilla; aun no puedo encargarme de los deberes, me quedo en la celda con la lanzadera [378].  Este trabajo me atrae muchísimo, pero todavía me canso hasta de un trabajo tan ligero. (127) Veo que tengo muy pocas fuerzas.  No tengo momentos de ocio, porque cada instante de mi vida está lleno de oración, sufrimiento y trabajo; adoro a Dios de uno o de otro modo y si Dios me diera la vida otra vez, no se si la aprovecharía mejor.

Reflexión: Los deberes

Mi salud ha mejorado un poco. Hoy he bajado al refectorio y a la capilla; aún no puedo encargarme de los deberes. Veo que tengo muy pocas fuerzas. La gran ley de la vida: es necesario confirmar según la dirección dada por el soplo de la gracia, honrar a Dios en todos los estados naturales y sobrenaturales, servirse de todo cuanto encontramos en el caminar de nuestra vida, ver esa santísima voluntad alrededor nuestro y en nosotros mismos, obrar bajo su dirección, consultar su inspiración, ofrecerle la primera intención en todo, rendirle homenaje en todas las circunstancias de la vida. El mejor estado para glorificar a  Dios es mi estado presente.

La ley del deber es aquella que inspira y ejecuta el amor. Debemos meditar la definición de la Santidad dada por nuestro Señor en la última cena. “Amo a mi padre, cumplo su voluntad y permanezco en su amor”. Si, permanecer en el amor de Dios, permanecer en su bondad. Morad por tanto, en la bondad paternal y divina de Dios como un niño que nada sabe, que nada hace, que lo echa todo a perder., pero que sin embargo, vive en esta dulce bondad.

Deberes para con la Sagrada Eucaristía: El adorador debe amar, servir, honrar y glorificar con todo celo la Santísima Eucaristía. Cual es el amor, tal es la vida. El amor propio hace al hombre egoísta. El amor al mundo vicioso. Solo el amor a Dios le vuelve bueno y dichoso. Este es su único fin: “Amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma, con todas tus fuerzas”. He ahí la ley: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es todo el hombre”. Pero todo amor tiene un principio, un centro y un fin, Jesucristo. Jesucristo en el Santísimo Sacramento debe ser el principio, el centro y el fin de la vida de adoración.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda cumplir tus deberes, a ti y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce