Las lecturas del Segundo domingo de Cuaresma me traen a la memoria a mi buen amigo el obispo David O’Connell, que fue asesinado el mes pasado. Fue una de las personas más parecidas a Cristo que he conocido jamás —un hombre de profunda convicción espiritual, con un hondo sentido del poder del Espíritu Santo. Como Abraham, siguió el llamado del Señor desde su tierra natal de Irlanda para servir en los Estados Unidos, trabajando entre los pobres y con miembros de pandillas. Llamó a aquellos que servía, a una vida de oración y transformación espiritual en Cristo, un misterio revelado en el relato del Evangelio de la Transfiguración.a lugares del mundo a una tierra que le mostraría.
EL EVANGELIO PARA HOY ES EL MARAVILLOSO RELATO DE LA TRANSFIGURACIÓN. -Es el relato de Marcos o de Mateo- de la TRANSFIGURACIÓN, en lo alto del monte sagrado. Los Obispos y Sacerdotes se reunían en un monte que es la Casa de Oración para sacerdotes. Está como en el norte del centro de los Ángeles, es un parque extenso que se extiende al norte de la ciudad. Y los que caminaban por este parque hablaban de política eclesiástica u otra cosa. Pero con el Obispo Dave, debido a su devoción con él era de profunda espiritualidad, y comenzaba a hablar de Dios y acerca del SEÑOR JESUS, y acerca del ESPIRITU SANTO, Y SOBRE LA VIDA ESPIRITUAL y sobre la transformación, y lo que la Iglesia debería estar haciendo en el mundo. Y era simplemente maravilloso el poder hablar con el Obispo Dave O´Connell por el parque de Griffith Park. Mirando esas maravillosas vistas desde lo alto de la montaña y hablando sobre el SEÑOR. Y mientras leía este Evangelio, que lo habré hecho cientos de veces, no he podido dejar de pensar en los amigos de Boston. Para mí fueron tan poderosas las palabras que me decían sobre el Espíritu Santo. Les contaré una historia sobre su vida de oración. Trabajaban con los pobres, por supuesto y como les decía, se preocupaba mucho del alimento y bebida y vestimenta y refugio y todas las necesidades básicas que la gente tenía. Pero también le preocupaba apasionadamente la educación. Sabía que los pobres necesitaban desarrollar sus mentes. Y entonces en el próximo paso, sintió enérgicamente el desarrollo espiritual de los pobres, porque sintió que muchos de ellos no tenían un sentido de sí mismos y quiénes eran y cuanto los amaba Dios. Y entonces, parte de su compromiso con la comunidad fue enseñarles cómo rezar. Y podían hacerlo de la forma más simple, sin invocar a San Juan de la Cruz o los altos místicos, pero podía tomar un crucifijo y decirles, ¨Permítanme mostrarles cómo rezo yo. Y miraba el crucifijo y decía: ¨JESÚS TE AMO¨.
Y se que esto puede sonar un poquito meloso y sentimental, pero siendo la clase de hombre que era, y tener a esto niños viendo a este hombre rezar de ese modo y darse cuenta de que podían rezar del mismo modo –eso tenía un poder enorme, liberó un poder enorme. Les contaré porque pienso en ello. JESÚS SUBE A LA MONTAÑA. Se TRANSFIGURA FRENTE A ELLOS. Aparecen Moisés y Elías. Pero los tres apóstoles que están con ÉL y son Pedro, Santiago y Juan. Si miran el relato de la TRANSFIGURACIÓN que hace Santo Tomás de Aquino, una de las preguntas que se hace es, ¿Por qué ESTOS TRES? ¿Por qué no estaban todos los Apóstoles allí? ¿Por qué no cien personas? Y esa es la respuesta de Aquino: ¨Pedro porque era el que más amaba a JESÚS. Simón, ¿me amas? ¨SEÑOR TÚ SABES QUE TE QUIERO¨. JUAN PORQUE ERA AQUEL QUIEN JESUS MAS AMABA. Era el discípulo amado. SANTIAGO FUE EL PRIMERO DE LOS APÓSTOLES EN DAR SU VIDA POR EL SEÑOR. El asunto aquí es y lo he planteado antes. El cristianismo no es una filosofía. No es un conjunto de ideas abstractas. No es un programa. EL CRISTIANISMO ES UNA RELACION CON JESUS. Es una amistad con el SEÑOR. Ahora podemos derivar ideas a partir de eso. Está bien. Pero en el Corazón es un encuentro con ÉL. Es una relación viva con ÉL. Bueno piensen en el Obispo Dave sosteniendo ese crucifijo: ¨JESUS TE AMO¨.
Allí está la forma más básica de la oración. De eso vivía. Y luego pienso en Santiago dispuesto a dar su vida por el SEÑOR, A DERRAMAR SU VIDA ENTERA POR EL SEÑOR JESUCRISTO. Bueno, de esto se trata todo el CRISTIANISMO ¿Cierto? Pienso entonce que el Obispo Dave O´Connell, un gran amigo por los que le conocieron y trataron, y lo era. Muchos son los que lo extrañarán y lo honran, y su amistad significó mucho para los pobres y amigos Obispos y Sacerdotes… Pero lo más importante de saber sobre él es que fue un Amigo del SEÑOR JESÚS, siguiendo su llamado y siguiendo su indicación, yendo donde el SEÑOR quería que vaya, hablando de su Amor a todos los que tenía alrededor. Y eso es como lo dije al comienzo, una de las personas más parecida a CRISTO que conocí..
Porque uno se vuelve como sus amigos, te vuelves como aquellos a quienes amas. Así que mientras miro y preparo estas lecturas de la TRANSFIGURACIÓN pienso en todos los momentos que he estado en la montaña sagrada con todos los amigos de Boston y la Comunidad de JESÚS y hago un homenaje de gracia y bendición del Obispo Dave que dió su vida entera a CRISTO EL SEÑOR Y CON ÉL SE HA TRANSFIGURADO.
Digamos una oración por ÉL, por todos los fallecidos en Ucrania y Perú. Hemos conocido a grandes hombres en la Comunidad de JESUS y recen para que sus influencias se puedan sentir e incluso más ampliamente que eso que es Amor que llega al Corazón
Matthew 17:1-9
El Evangelio de hoy celebra la Transfiguración.
Cristo vino no solo para hacernos personas agradables o moralmente rectas, sino para darnos una parte de su vida divina; para convertirnos en habitantes del Cielo, personas capaces de vivir en ese nuevo entorno.
¿Qué es lo que brinda esta convicción de vida a los primeros cristianos? La respuesta es la Resurrección, y la gran anticipación de la Resurrección es la Transfiguración. De alguna manera el Jesús ordinario se transformó, se elevó, realzó su forma de ser.
Lo primero que notamos es que su apariencia se volvió más bella. Estos cuerpos, un tanto miserables, están entonces destinados a la belleza transfigurada y elevada.
En segundo lugar, en su estado transfigurado, Jesús trasciende espacio y tiempo, ya que está hablando con Moisés y Elías. En este mundo, estamos atrapados en el espacio y el tiempo, pero en el Cielo viviremos el eterno ahora de la vida de Dios.
¿Alguna vez has notado que aunque apreciamos todo lo maravilloso de esta vida, nunca estamos plenamente en nuestro hogar? Hay una inquietud permanente en la vida humana. Pero nos espera una vida más alta, más rica, más bella y espiritualmente más plena.
A través del maravilloso evento de la Transfiguración, los tres discípulos están llamados a reconocer en Jesús al Hijo de Dios resplandeciente de gloria. De este modo avanzan en el conocimiento de su Maestro, dándose cuenta de que el aspecto humano no expresa toda su realidad; a sus ojos se revela la dimensión sobrenatural y divina de Jesús. Y desde arriba resuena una voz que dice: «Este es mi Hijo amado […]. Escuchadle» (v. 5). Es el Padre celestial quien confirma la “investidura” — llamémosla así— de Jesús ya hecha el día de su bautismo en el Jordán e invita a los discípulos a escucharlo y seguirlo. (…) Jesús también nos dice: «Levantaos, no tengáis miedo» (Mateo 17, 7). En este mundo, marcado por el egoísmo y la codicia, la luz de Dios se oscurece por las preocupaciones de la vida cotidiana. A menudo decimos: no tengo tiempo para rezar, no puedo hacer un servicio en la parroquia, responder a las peticiones de los demás… Pero no debemos olvidar que el Bautismo que recibimos nos hizo testigos, no por nuestra capacidad, sino por el don del Espíritu. (Ángelus, 8 marzo 2020)
Que bien se está aquí en tu presencia
Santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9. Domingo II de Cuaresma
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi Jesús, tómame contigo como a tus tres apóstoles y llévame aparte, a la montaña alta de tu corazón. Ayúdame a estar en tu presencia con amor, con mis debilidades, con mi mundo interior. Con todo lo que soy y tengo. Quiero aprovechar esta oportunidad que me das.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo». Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis». Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Subir contigo a la alta montaña, ver que me tomas aparte contigo y con tus tres apóstoles. De primeras, estoy con la inquietud: ¿a dónde vamos? ¿qué vamos a hacer? Y de pronto una experiencia fuerte de tu presencia en mi interior frente a ti.
Sé que no soy una persona mística, pero sé que también te me quieres manifestar. Quiero ser una persona atenta para verte transfigurado delante de mí. Verte con tu grandeza y ver tu rostro resplandeciente. Verte lleno de luz. Escucho la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo». Y me siento con mucha seguridad porque voy de tu mano y como Pedro te digo “hagamos tres tiendas” para quedarnos aquí contigo.
Que hermoso es orar porque orar es estar contigo, Jesús, y eso es acercarme al cielo y ver desde tus ojos mi vida y el camino que aún me falta por recorrer. Que quien me vea, vea el reflejo de tu corazón transfigurado.
«Transformados por la presencia de Cristo y del ardor de su palabra, seremos signo concreto del amor vivificante de Dios para todos nuestros hermanos, especialmente para quien sufre, para los que se encuentran en soledad y abandono, para los enfermos y para la multitud de hombres y de mujeres que, en distintas partes del mundo, son humillados por la injusticia, la prepotencia y la violencia. En la Transfiguración se oye la voz del Padre celeste que dice: «Este es mi hijo amado, ¡escuchadle!”».
(S.S. Francisco, Ángelus del 6 de agosto de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Me daré la oportunidad de seguir buscando a Cristo Transfigurado en la oración a través de mi meditación diaria.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La Transfiguración cambia la vida
Los padecimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se nos revelará.
El hecho de la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor tiene en los Evangelios una importancia muy grande. Como la tiene después para la vida de la Iglesia, que le consagra hoy una fiesta especial, la cual reafirma nuestra esperanza en el Señor Resucitado, pues sabemos que, cuando se nos manifieste, transformará nuestros cuerpos mortales, eliminando de ellos todas las miserias, y configurándolos con su cuerpo glorioso e inmortal…
Lo que pasó en el Tabor lo sabemos muy de memoria.
Jesús, al atardecer de aquel día, deja a los apóstoles en la explanada galilea y, tomando a los tres más íntimos –Pedro, Santiago y Juan–, se sube a la cima de la hermosa montaña.
Pasa el Señor la noche en oración altísima, dialogando efusivamente con Dios su Padre, mientras que los tres discípulos se la pasan felices rendidos al profundo sueño…
Al amanecer y espabilar sus ojos los discípulos, quedan pasmados ante el Maestro, que aparece mucho más resplandeciente que el sol…
Se le han presentado Moisés y Elías, que le hablan de su próxima pasión y muerte…
Se oyen los disparates simpáticos de Pedro, que quiere construir tres tiendas de campaña y quedarse allí para siempre…
El Padre deja oír su voz, que resuena por la montaña y se esparce por todos los cielos: -¡Éste es mi Hijo queridísimo!…
Y la palabra tranquilizante de Jesús, cuando ha desaparecido todo: -¡Animo! ¡No tengáis miedo! Y no digáis nada de esto hasta que yo haya resucitado de entre los muertos…
Pedro recordará muchos años después en su segunda carta a las Iglesias:
– Si os hemos dado a conocer la venida poderosa de nuestro Señor Jesucristo, no ha sido siguiendo cuentos fantasiosos, sino porque fuimos testigos de vista de su majestad. Cuando recibió de Dios Padre honor y gloria, y de aquella magnifica gloria salió la poderosa voz: ¡Éste es mi Hijo amadísimo en quien tengo todas mis delicias! Y fuimos nosotros quienes oímos esta voz cuando estábamos con él en la montaña santa.
Este hecho del Tabor tuvo muchas repercusiones en la vida de Jesús y de los apóstoles.
Sí, en la de Jesús ante todo. Porque Jesús no era insensible al dolor que se le echaba encima con la pasión y la cruz. La vista de la gloria que le reservaba el Padre por su obediencia filial fue para Jesús un estímulo muy grande al tener que enfrentarse con la tragedia del Calvario.
Para los apóstoles, ya lo sabemos también. Acabamos de escuchar a Pedro. Y sabemos cómo la visión del Resucitado ante las puertas de Damasco fue para Pablo una experiencia extraordinaria, que supo transmitir después en sus cartas a las Iglesias: -¡Nuestro cuerpo, ahora sujeto a tantas miserias, será transformado conforme al cuerpo glorioso del Señor!…
Así lo es también para nosotros. Porque la vida no se nos ofrece siempre risueña, sino que muchas veces nos presenta unas uñas bien aceradas.
En esos momentos de angustia, recordamos con la visión del Tabor la palabra del apóstol San Pablo:
– Comprendo que los padecimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se nos revelará.
Cuando todo nos va bien en la vida, solemos decir con Pedro –del que dice el Evangelio que no sabía lo que se decía–: ¡Qué bien se está aquí!…
Pero es cuestión de dejar el Tabor para después. Ahora hay que subir a Jerusalén con Jesús. Es decir, hay que cargar con la cruz de cada día, porque en el Calvario nos hemos de encontrar con el Señor, para encontrarnos seguidamente con Él en el sepulcro vacío…
La Transfiguración fue un paréntesis muy breve, aunque muy intenso, en la vida de Jesús. Detrás quedaban casi tres años de apostolado muy activo, en los que había predicado y hecho muchos milagros. Ahora había que enfrentarse con Getsemaní, la prisión, los tribunales, los azotes y el Gólgota. Pero la experiencia del Tabor le anima a seguir adelante sin decaer un momento.
Para nosotros, es cuestión de mirar a nuestro Jefe y Capitán, Cristo Jesús.
Hay que tener fe en Dios, cuando nos brinda la misma gloria que a Jesucristo.
Porque si Dios nos ofrece el mismo cáliz que a su Hijo, es decir, la misma suerte en sus sufrimientos, es porque nos tiene destinados también a la misma gloria y felicidad que las de Jesucristo.
Jesús se manifiesta en el Tabor, más que en ninguna otra ocasión, como el esplendor de la gloria del Padre. Nadie ha visto la gloria interna de Dios. Pero mirando a Jesús envuelto en una luz que opaca y anula del todo la luz del sol, nosotros llegamos a barruntar lo que es ese Dios que un día veremos cara a cara y que nos envolverá con sus esplendores. Esplendores que son ya ahora una realidad que llevamos dentro, aunque no los vemos. La Gracia del Bautismo nos ha transformado en esa luz que nos hace gratos, ¡y tan gratos!, a los ojos divinos…
¡Señor Jesucristo! ¡Qué grande, qué amoroso, y qué humilde, te muestras en el Tabor! ¿Cuándo, pero cuándo nos será dado gozar de aquel espectáculo que enloqueció a los discípulos?…
Ya vemos que nos preparas cosa buena de verdad. El caso es que sepamos merecerla…
San Juan José de la Cruz, un superior humilde y servicial
Un austero franciscano italiano con fama de hacer milagros en vida y tener dones espirituales extraordinarios
Se llamaba oficialmente Carlo Gaetano Calosirto y nació en 1654 en la isla de Ischia, en la costa italiana próxima a Nápoles.
Ingresó a los 16 años en la Orden Franciscana de aquella ciudad y pronto tuvo fama de hacer milagros en vida.
También era conocido por su austeridad y sus éxtasis, y se dice que tenía el don de la bilocación.
En el año 1674, se le envía a fundar el monasterio de Afila, en el Piamonte, sin ser siquiera sacerdote. Trabajará con sus manos como cualquier peón.
Poco después es ordenado sacerdote y se le nombra superior. Sorprendentemente, san Juan José de la Cruz es la máxima autoridad y al mismo tiempo se pone al servicio de todos y se encarga de las tareas más humildes.
En 1702, este santo será designado vicario provincial de la Reforma Alcantarina de Italia.
Falleció en 1739.
Santo patrón
San Juan José de la Cruz es patrono de la isla italiana de Ischia. En el Castello Aragonese (en la imagen) hay una capilla dedicada a él.
Oración
Divino Señor, la santidad de san Juan José de la Cruz se reveló
en los dones de profecía, sanación, éxtasis, levitación en la oración y bilocación.
Dada su reputación, sus superiores
lo pusieron a cargo de establecer un nuevo monasterio incluso antes de ser ordenado. Asombrado por esta responsabilidad,
humildemente se unió al grupo de trabajadores y trabajó duramente.
Te entrego mi deseo de ser santo.
No me permitas buscar la santidad por el deseo de tener dones sobresalientes,
sino que ayúdame a imitar el ejemplo de san José en el servicio,
alegremente trabajando duro
para completar cualquier responsabilidad que me sea asignada.
San Juan José de la Cruz, ruega por mí.
Amén.