Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

En ese momento, en mi corazón ardió un amor fortísimo a Jesús; ofreciéndome por las almas ingratas, en ese momento me he sumergido toda en Él.  Al volver en mi, el Señor me ha dado a probar una pequeña parte de esa ingratitud que inundaba su Corazón.  Esa experiencia duró poco tiempo.

Reflexión: Vida de Amor

En ese momento en mi corazón ardió un amor fortísimo a Jesús, ofreciéndome por las almas ingratas, en ese momento me he sumergido toda en Él.

¡Oh, venturosa el alma que vive de amor divino pues, vive de la misma vida de Dios! Dios es todo su amor. Tal es la vida de las tres divinas personas entre sí, la de los ángeles y santos en el cielo. La primera regla del amor es ser amable, gustar del pensamiento de Jesús, el pensamiento sigue al amor y lo alimenta: cuanto mayor sea este tanto más frecuente y habitual es el pensamiento de Jesús. Dos pensamientos me hacen falta para llegar al de Jesús: el del deber y el del temor. Debo pensar en Jesús.

La segunda regla del amor es ser soberana e inflexible, ley de nuestro juicio. El amor forma el juicio práctico de la vida. ¿Cómo conoceré el juicio de Jesús? Primero por el evangelio; por eso tengo que leerlo y buscar, meditar en él la manera como Jesús juzgará de las cosas. El amor divino no vive para sí mismo sino en Jesús. El amor divino tiene dos aspiraciones habituales hacia Jesús. La primera en tratar de complacer en todo al amado Jesús. Para ello el alma amante procura averiguar lo que le agrada, ama o desea. ¿Qué es lo que le gusta a Jesús? La humildad, la pobreza, la obediencia: ¿Qué ama Jesús? Lo que amó en los días de su vida mortal, de su amor para la salvación de los hombres.

¿Qué desea Jesús de mí? Que le siga en los diversos estados de su amor. Que mi amor le dé vida, le sirva.

La segunda aspiración del amor es evitar todo lo que le desagrada a Jesús. El amor no quiere más que una cosa, complacer a Jesús.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda una vida de amor, y a ti y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce