Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
He visto el esfuerzo en la oración de cierto sacerdote. Su oración se parecía a la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos. Oh, si aquel sacerdote supiera lo agradable que era su oración a Dios.
Reflexión: El sacerdocio
He visto el esfuerzo en oración de cierto sacerdote. Oh, si aquel el sacerdote supiera lo agradable que era su oración a Dios. El sacerdocio es la mayor dignidad que hay en la tierra. Es mayor que la de los reyes, pues su imperio se ejerce sobre las almas. Sus armas son espirituales y divinas, sus bienes; su gloria es la del mismo Jesucristo. Divino es así mismo su poder. El sacerdocio engendra almas a la gracia y para la vida eterna. Posee las llaves del cielo y del infierno. Tiene todo poder sobre el mismo Jesucristo, a quien hace bajar todos los días desde el cielo sobre el altar. Puede perdonar todos los pecados y Dios está comprometido a ratificar siempre en el cielo la sentencia por él pronunciada.
El Ángel es siervo del sacerdocio; el demonio tiembla delante de él, la Tierra le mira como Salvador y el cielo como príncipe que conquista elegidos.
El sacerdocio es el estado más Santo; pues que la vida debe comprender la dignidad. ¡Qué pura debe ser la vida del sacerdote! El sacerdote debe ser Ángel en carne mortal y estar como muerto a toda concupiscencia.
La humildad debe igualar a su dignidad; todo lo que le eleva es de Dios, todo lo que les rebaja es suyo; por sí mismo no es en el fondo más que miseria, pecado y nada. Su caridad debe ser grande como el mismo Dios, lleno de misericordia con el prójimo. Su dulzura debe ser como la de su Señor debe ser un hombre de Dios, lleno del Espíritu Santo de mansedumbre para trasmitir el amor de Dios, lleno de bondad y curar el alma y el cuerpo. El sacerdote debe ser viva imagen de Jesucristo.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda vivir la pureza del sacerdocio, a tí y a tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce