Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
El Señor me dijo: Hija Mía, no dejes de proclamar Mi misericordia para aliviar Mi Corazón, que arde del fuego de compasión por los pecadores. Diles a Mis sacerdotes que los pecadores más empedernidos se ablandarán bajo sus palabras cuando ellos hablen de Mi misericordia insondable, de la compasión que tengo por ellos en Mi Corazón. A los sacerdotes que proclamen y alaben Mi misericordia, les daré una fuerza prodigiosa y ungiré sus palabras y sacudiré los corazones a los cuales hablen.
Reflexión: Mi corazón
El Señor me dijo: Hija mía, no dejes de proclamar mi Misericordia para aliviar mi corazón, que arde del fuego de compasión por los pecadores.
“Dame, hijo mío, tu corazón y pon tus ojos en mis caminos (Prov. 23, 26)”. Amar a Dios no es simplemente algo muy importante para el hombre: es lo único que importa absolutamente, aquello para lo que fue creado: El amor a Dios; ahora en nuestra oración podemos decirle: Jesús, te amo, pero enséñame a amarte; que yo aprendo a quererte con el corazón y con obras.
Debemos recordar que la vida cristiana no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho.
“Tan natural es el fuego al quemar como al corazón el amor”, dice Santo Tomás. El corazón ama, es el órgano que se sirve el alma para manifestar los afectos y el amor.
El corazón de Jesús ha latido y late cada día con innumerables actos de amor, cada uno de los cuales da más gloria a Dios que la que pueden darle todos los actos de amor de los ángeles y de los santos. “Guarda tu corazón porque de él procede la vida” (Proverbios). Y también proceden de él, la alegría y la paz, la facilidad de amar y la de hacer apostolado. “Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. Nunca una vida manchada podrá contemplar el esplendor de la luz verdadera. El corazón del hombre necesita algo que sea centro de sus afectos y expansiones. Pues bien, nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento, quiere ser el centro de todos los corazones y nos dice: Permanecer en mi amor. Permanecer en mí.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda proclamar su Misericordia a ti, y a tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce