Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
He aprendido que la mayor fuerza está oculta en la paciencia. Veo que la paciencia siempre conduce a la victoria, aunque no inmediatamente, pero la victoria se manifestará después de años. La paciencia va unida a la mansedumbre.
Reflexión: La Paciencia I
He aprendido que la mayor fuerza está oculta en la paciencia. Veo que la paciencia siempre conduce a la victoria. La paciencia va unida a la mansedumbre.
Con la paciencia y con el consuelo que dan las escrituras obtendremos la esperanza de la salvación (Romanos 15,4). ¿Por qué te quejas hijo mío? Dejarás de quejarte si piensas y meditas en mi pasión y en los sufrimientos de los santos. Pero ya sean grandes, o sean pequeños tus sufrimientos, lo importante es que te esfuerces por soportarlos con paciencia. “Dichosos los que sufren con paciencia”, porque ellos poseerán la tierra prometida (Mat. 5). Quien de veras tiene paciencia recibe las contrariedades con gratitud. Hay tarea para toda la vida por lo que hace falta paciencia.
Y, ¿Qué es la paciencia? Es la confianza en Dios y desconfianza de sí mismo, confiad en Dios y entregarnos totalmente a Él, sin contar con nosotros en cosa alguna. Por la paciencia amaremos a Dios más que sus dones, si no somos pacientes no seremos nunca almas interiores, santos ni siquiera virtuosos. No consiste la santidad en el fervor del amor, sino en la paciencia en trabajar sin fervor y en sufrir las tardanzas de Dios. Espera, espera y ora. Siempre paciencia. La paciencia vuelve siempre perfecta la obra. Tened pues paciencia, hermanos hasta que llegue el Señor. El alma de la constancia es el amor, solo por amor se puede ser paciente. Debemos ser constantes y pacientes en el apostolado. Trabajar por tanto con paciencia, humildad y pobreza, que estas virtudes son el trono de Dios en nosotros y nos aseguran su trono de gloria en el cielo.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la paciencia, a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce