Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Hoy el Señor me visitó y me dijo:  Hija Mía, no tengas miedo de lo que te sucederá, no te daré por encima de tus fuerzas; conoces el poder de Mi gracia, que eso te baste.  Tras estas palabras el Señor me ha dado a comprender más profundamente la actuación de su gracia.

Reflexión: La gracia

Hoy el Señor me visitó y me dijo: Hija mía, no tengas miedo de lo que te sucederá no te daré por encima de tus fuerzas; conoces el poder de mi gracia, que eso te baste.

La gracia es una efusión de la bondad divina. La gracia es también calor vivificante con el que Dios quiere mover nuestra voluntad inclinándola suavemente a lo que nos pide. La gracia es asimismo aquella acción con la que el Espíritu Santo renueva y continúa en nosotros la vida de Jesucristo.

El rocío de nuestra alma es la gracia, la cual cuando es abundante es como una lluvia que inunda y fertiliza el alma. El cultivo de vuestra alma consiste, por consiguiente, en la vida de recogimiento.

Cuando más se sube en dignidad tanto mas se pierde en vida interior y en fuerzas divinas porque todos vienen a quitarnos algo, por eso es necesario orar más.

Los Santos trabajaban de día y oraban de noche. En resumen, el poder de la virtud de la gracia radica en la vida interior. Cuando no se tiene está tampoco se tiene virtud, a no ser que Dios obre para nosotros un milagro.

¿Por qué ejerce el amor de Jesús tanta influencia sobre el corazón del hombre? 1. Porque obra conforme a la naturaleza y a la gracia del corazón humano.

  1. El corazón del hombre se rinde a los atractivos del amor mucho antes que los dictámenes de la razón.
  2. El amor de Jesús ejerce un influjo poderosísimo sobre el hombre porque hace fecundar el poder de su gracia.
  3. El amor es todopoderoso sobre el corazón del hombre. ¿Qué gracias daré a Dios por su divina e inefable providencia para conmigo?

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la gracia, a tí y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce