Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
Nadie puede iluminar tal alma si Dios quiere mantenerla en las tinieblas. Este rechazo por parte de Dios ella lo siente muy vivamente, de modo terrorífico. De su corazón brotan gemidos dolorosos, tan dolorosos que ningún sacerdote los puede comprender si no lo ha pasado él mismo. En esto el alma padece todavía sufrimientos por parte del espíritu maligno. Satanás se burla de ella: Ves, ¿seguirás siendo fiel? He aquí la recompensa, estás en nuestro poder. Pero Satanás tiene tanto poder sobre aquella alma cuanto Dios permite: Dios sabe cuánto podemos resistir. ¿Y qué has ganado por haberte mortificado? ¿Y qué has conseguido siendo fiel a la regla? ¿A qué todos estos esfuerzos? Estás rechazada por Dios. La palabra “rechazada” se convierte en fuego que penetra cada nervio hasta la médula de los huesos. Traspasa todo su ser por completo. Viene el momento supremo de la prueba. El alma ya no busca ayuda en ninguna parte, se encierra en sí misma y pierde de vista todo y es como si aceptara este tormento de rechazo. Es un momento que no sé definir. Es la agonía del alma.
Reflexión: La agonía del alma
Nadie puede iluminar tal alma si Dios quiere mantenerla en las tinieblas. Este rechazo por parte de Dios, ella lo siente muy vivamente de modo terrorífico. De su corazón brotan gemidos dolorosos que ningún sacerdote los puede comprender. El alma padece todavía sufrimientos por parte del Espíritu Maligno. Satanás se burla de ella. El alma ya no busca ayuda en ninguna parte, se encierra en sí misma. Es un momento que no sé definir: Es la agonía del alma.
Al finalizar este diálogo de Dios y el alma perfecta, cuando Sor Faustina le dice al Señor; deseo hablar contigo. Ella termina: Jesús, no me dejes sola en el sufrimiento. Tú sabes Señor, lo débil que soy. Soy un abismo de miseria, soy la nada misma. Por eso, ¿Qué habrá de extraño si me dejaras sola y yo cayera? Soy una recién nacida, Señor, por eso no sé sostenerme por mí misma, sin embargo, a pesar de todo abandono, confío, y a pesar de mis sentimientos, confío y me estoy transformando completamente en la confianza, muchas veces a pesar de lo que siento. No disminuyan ninguna de mis aflicciones, solo dame fuerza para soportarlas. Haz conmigo lo que tú quieras, Señor, sólo dame la gracia de poder amarte en cada acontecimiento y circunstancia, Señor. No disminuyas mi cáliz de amargura, solo dame fortaleza para que pueda beberlo todo.
Oh Señor a veces no me llevas hacia el resplandor de las visiones y otras veces me sumerges en una noche oscura y en el abismo de mi nulidad y el alma se siente como si estuviera sola en un gran desierto. Sin embargo, por encima de todo confío en ti, Jesús. Porque eres inmutable. La disposición de mi ánimo es variable, pero tú eres siempre igual, lleno de misericordia.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te libre de la agonía del alma, a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Sta. Faustina. Ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Víctor Arce.