Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Jesús mío, solo Tú sabes cuántas persecuciones sufro, y solamente porque Te soy completamente fiel a Ti y a Tus órdenes.  Tú eres mi fuerza; apóyame para que siempre cumpla con fidelidad todo lo que exiges de mí.  Yo, por mi misma, no puedo hacer nada, pero si Tú me apoyas, todas las dificultades son nada para mí.  Oh Señor, veo que desde el primer momento en que mi alma recibió la capacidad de conocerte, mi vida es una lucha continua y cada vez más violenta.  Cada mañana durante la meditación me preparo para la lucha de todo el día, y la Santa Comunión es mi garantía de que venceré, y así sucede.  Temo el día en que no tenga la Santa Comunión.  Este Pan de los fuertes me da toda la fuerza para continuar esta obra y tengo el valor de cumplir todo lo que exige el Señor.  El valor y la fortaleza que están en mí no son míos sino de quien habita en mí, la Eucaristía.

Jesús mío, ¡que grandes son las incomprensiones! A veces, si no tuviera la Eucaristía, no tendría la fuerza para seguir el camino que me has indicado.

Reflexión: Tu amor propio

 -Oh Señor, veo desde el primer momento en que mi alma recibió la capacidad de conocerte, mi vida es una lucha continua, cada mañana me preparo para la lucha de todo el día y la Santa Comunión es mi garantía que venceré. Si no tuviera la Eucaristía no tendría la fuerza para seguir el camino.

Diálogo entre Dios y el alma que tiende a la perfección.

Jesús: Me son agradables tus esfuerzos, Oh alma que tiendes a la perfección. Pero, ¿Por qué tan frecuentemente te veo triste y abatida?, Dime, niña mía, ¿Qué significa está tristeza y cuál es su causa?

El alma: Señor mi tristeza se debe a que a pesar de mis sinceros propósitos caigo siempre en los mismos errores. Hago los propósitos por la mañana y por la noche veo, cuánto me he desviado de ellos.

Jesús: Ves, niña mía, lo que eres por ti misma y la causa de tus caídas está en que cuentas demasiado contigo misma y te apoyas muy poco en mí. Pero esto no debe entristecerte demasiado, estás tratando con el Dios de la Misericordia, tu miseria no la agotará.

El alma: Si, lo sé, todo pero me asaltan grandes tentaciones y varias dudas, se despiertan en mí y además todo me irrita y desanima.

Jesús: Niña mía has de saber que el mayor obstáculo para la santidad es el desaliento y la inquietud injustificada. Todas las tentaciones, no deben ni por un instante, turbar, tu paz interior y la irritabilidad y el desánimo son los frutos que tu amor propio. No debes desanimarte sino procurar que mi amor reine en lugar de tu amor propio. Por lo tanto, confianza niña mía, no debes desanimarte, debes venir a mí para pedir perdón, porque yo estoy siempre dispuesto a perdonarte. Cada vez que me lo pides, glorificas mi misericordia

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda amor propio, a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.