Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
Por la noche, al entrar por un momento en la capilla sentí una tremenda espina en la cabeza. Eso duró poco tiempo, pero su punzada fue tan dolorosa que en un momento mi cabeza se cayó sobre el comulgatorio, me parecía que la espina me penetraba en el cerebro; pero eso es nada, todo para las almas, para impetrarles la misericordia de Dios.
Reflexión: El sentido del dolor
Por la noche, al entrar por un momento en la capilla sentí una tremenda espina en la cabeza, fue tan dolorosa que en un momento mi cabeza se cayó, sobre el comulgatorio.
“Dios enjugará las lágrimas de sus ojos y la muerte no existirá más, ni habrá duelo, ni llanto, ni fatiga, porque todo, habrá pasado ya”. El dolor escandaliza con frecuencia y se levanta. Ante muchos como un inmenso muro que le impide ver a Dios y su amor infinito por los hombres. ¿Por qué no evita Dios todopoderoso tanto dolor aparentemente inútil?
El dolor es un misterio y el cristiano con fe, sabe descubrir el sentido del dolor, ver la mano amorosa de nuestro Padre Dios. El dolor y el sufrimiento que vivió Jesús en la cruz le sirvió para redimirnos, desde entonces el dolor tiene un nuevo sentido solo junto a Él. El dolor pequeño o grande aceptado y ofrecido al Señor, produce paz y serenidad. Cuando el dolor no se acepta, el alma queda abandonada y con una gran rebeldía que se manifiesta enseguida en forma de tristeza o mal humor.
El dolor se presenta de muchas formas y en ninguna de ellas es deseado por nadie. El dolor o enfermedad nos ayuda a confiar más en Dios que nunca tienta por encima de nuestras fuerzas.
El dolor se convierte en fuente de santificación y de apostolado cuando lo aceptamos con amor y en unión con Jesús. Cruz, dolor, tribulación, sufrimiento, los tendrás mientras vivas. Por ese camino fue Cristo y no es el discípulo más fue el maestro,
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda comprender el sentido del dolor a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Sta. Faustina. Ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Víctor Arce.