DÉCIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
MATEO 5:27-32
Amigos, en el Evangelio de hoy, que es sobre el Sermón de la Montaña, el Señor prohíbe el divorcio.
¿Hay alguna descripción mejor sobre el sexo en alguna parte de la literatura del mundo que esta provocativa frase, «Y los dos no serán sino una sola carne?» En el contexto judío la carne llevaba el sentido de toda la persona. Por lo tanto, la unión sexual está destinada a ser una unión a todo nivel.
Un esposo le dice a su esposa: «Mi vida ya no se trata de mí, se trata de tí y de los hijos que tendremos». Y la esposa le dice lo mismo a su esposo: «Mi vida ya no es mía; te pertenece a ti y a nuestros hijos».
Algunos podrían haber esperado que Jesús tuviese una enseñanza suave o relativa sobre el divorcio, pero más tarde en el Evangelio de Mateo dice con firmeza: «Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
El esposo y la esposa, que se convierten en una sola carne, se unen, no solo por su mutua atracción sino por Dios. La unión es un ingrediente en los propósitos de Dios. Y es por ello que no se puede deshacer. Dios no vuelve atrás con sus palabras.
Estad atentos de no escandalizar. El escándalo es feo porque hiere la vulnerabilidad del Pueblo de Dios, hiere la debilidad del Pueblo de Dios, y muchas veces estas heridas se llevan para toda la vida. Es más, el escándalo, no solo hiere, sino que es capaz de matar: matar esperanzas, matar ilusiones, matar familias, matar muchos corazones… Cuántos cristianos alejan a la gente con su ejemplo, con su incoherencia: la incoherencia de los cristianos es una de las armas más fáciles que tiene el diablo para debilitar al Pueblo de Dios y para alejar al Pueblo de Dios del Señor. Decir una cosa y hacer otra. (Homilía Santa Marta, 13 noviembre 2017)
¿Qué estás haciendo, Elías?
La Palabra del Señor nos ofrece hoy un texto que no nos deja indiferentes, a la vez que está lleno de belleza. Desalentado y atemorizado, Elías pone a salvo su vida huyendo hacia Berseba, en el límite sur de Judá. Jezabel ha conseguido anular prácticamente el triunfo de Elías, poniendo fin, al parecer, a la campaña que éste mantenía para que Israel volviera a Yahvé.
Elías, queriendo salvaguardar la alianza y restablecer la pureza de la fe, se dirige al lugar donde se ha revelado el verdadero Dios, y donde se ha concluido la alianza.
Llega al monte de Dios, al Horeb, y se refugia en una gruta.
Allí le sorprende la Palabra de Dios: —Sal y aguarda al Señor en el monte, que el Señor va a pasar.
Elías no sale a la entrada de la cueva durante los episodios más violentos. Él intuye que el Señor no se encuentra en ninguno de ellos, no está ni en el viento huracanado, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino en el amable susurro de la brisa, y ello es toda una lección para el ardoroso profeta.
Dios llevará a cumplimiento sus designios con respecto a Israel sin grandes demostraciones. La pregunta: “qué estás haciendo, Elías?” es, a un mismo tiempo, reprensión y aliento.
El profeta expone al Señor su angustia y su celo, contestó: mi pasión por el Señor, Dios de los Ejércitos.
El pueblo ha abandonado a su Dios, la alianza, ha asesinado a los profetas. Dios desbaratará a su debido tiempo los manejos de Jezabel.
El discurso interpretativo que ahora se pone en boca de Dios es un nuevo ejemplo de la técnica de la profecía y cumplimiento. Y no deja de sorprendernos lo que Dios encomienda a su profeta. El programa que iniciará Elías, y Eliseo llevará adelante, se resume en las profecías, todas ellas se cumplirán a su debido tiempo.
Pero yo os digo
El Evangelio de hoy está enmarcado en el discurso evangélico donde Jesús proclama las bienaventuranzas. Nos dice que somos sal de la tierra y luz del mundo. Nos advierte que no ha venido a abolir la Ley y los Profetas, y que la justicia nueva, es superior a la antigua.
Les recuerda a sus oyentes, presentes y futuros: «Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.Pues yo os digo.
La ley judía condenaba en el Decálogo el adulterio, la ley prohibía la acción externa, el adulterio. Esto será tema de los profetas y libros sapienciales.
Pero ante esta legislación interpretada restrictivamente, Cristo da su interpretación auténtica: en este precepto está incluido todo mal deseo de adulterio.
El corazón es el verdadero responsable ante la moral. Jesús vuelve a insistir en la limpieza de corazón.
El adulterio es una injusticia y lo mismo el deseo de cometerlo.
El ojo simboliza el deseo. La mano la acción. Ceder al impulso de uno u otra lleva al hombre a la muerte.
Jesús nos advierte que hay que eliminar el mal deseo con la pureza del corazón, nos dice en las bienaventuranzas: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
En el Salmo 24, 4 rezamos: «¿Quién subirá al monte de Yahveh?, ¿Quién podrá estar en el recinto santo? El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma».
El limpio de corazón se encuentra en paralelo con el de manos inocentes.
El limpio de corazón es el que no abriga malas intenciones con su prójimo.
El Señor nos sitúa siempre ante nuestra propia conciencia, nos conduce a conocer nuestro corazón, en la profundidad de nuestro corazón vemos de donde salen todos los deseos, buenos y malos, nos lo recuerda Jesús.
Bogumilo de Gniezno, Santo
Eremita y Obispo, 10 de junio
Martirologio Romano: En Dobrowo, en Polonia, muerte de san Bogumilo, obispo de Gniezno, que, después de renunciar a su sede, llevó en este lugar vida eremítica, consumado por su austeridad († 1182)
Breve Biografía
Después de las numerosas instancias realizadas en los siglos XVII y XVIII, iniciadas por el arzobispo Matteo Lubienski (1641-52), la papa Pío XI aprobó con el decreto firmado el 27 mayo de 1925 el culto al beato Bogumilo y estableció que Polonia lo recuerde el día 10 junio.
El centro del culto a Bogumilo, ya existente en el siglo XV, era la iglesia parroquial del Santísima Trinidad en Dobrowo, dónde se encontraba su tumba. Los primeros documentos de ese culto son los decretos de los años 1443 y 1462, emanados por los arzobispos de Gniezno para reglamentar la concurrencia «al tumbam S. Bogumili». Aproximadamente en el año 1580, ejecutando el «recognitio corporis», se encontraron en la tumba el cayado pastoral y el anillo que certificaban su dignidad episcopal, dignidad que también es sustentada en los cuadros de la iglesia de Dobrowo, en los que Bogumilo es representado como obispo con la mitra, el cayado pastoral y usando el hábito camaldulense, por lo que se arguye que pertenecía a esa orden.
Una biografía, escrita en Dobrowo alrededor de 1584, que nos informa que Bogumilo era descendiente de la familia de san Adalberto, se cuenta que fue arzobispo de Gniezno en los años 1170-82, pero que, por presiones de los poderosos señores de la zona, renunció a la dignidad episcopal retirándose a una ermita, dónde finalizó sus días, luego de haber donado sus bienes a Dobrowo, a las aldeas circunstante y a los Cistercienses, Orden a la que perteneció su hermano Bogufal.
Es natural que Bogumilo también fuera venerado en aquella orden, de modo particular en Koronowo. En este lugar fue redactada otra biografía, según la cual Bogumilo fue arzobispo de Gniezno en los años 1167 -72. Por esta fuente sabemos que él nació en Kozmin en el año 1116, hizo los primeros estudios en Gniezno bajo la tutela de su tío, el arzobispo Giovanni, terminando sus estudios en París. De regreso en Polonia, destinó una parte de sus bienes a la construcción de la iglesia a Dobrowo. Recomendado por su tío, fue ordenado. Al principio fue el párroco de su ciudad natal, y posteriormente pasó a ser el decano de Gniezno, luego de la muerte de su tío el año 1167, lo sucede él en la cátedra episcopal. Dotado del espíritu contemplativo, aspiró poder seguir las huellas de san Romualdo.
Conseguido el consentimiento del papa Alejandro III, renunció a la dignidad arzobispal y se retiró a un lugar desierto cerca de Dobrowo, dónde murió el 10 junio de 1182, confortado por una visión de la Virgen. Su cuerpo, primero enterrado en la iglesia de Dobrowo, fue trasladado en 1668 a Uniejów donde es venerado. Se cree que esta biografía puede fundamentarse en un documento de 1232 en el que el príncipe Vladimiro Odonicz confirmó a los Cistercienses de Sulejów la posesión de las tierras en Dobrowo y aldeas aledañas, que fueran donadas por el arzobispo Bogumilo a su hermano Bogufal y pasados por lo tanto al obispo Cristiano, cisterciense, quien los cedió a la abadía de Sulejów.
La dificultad en poder dar credibilidad los datos de estas biografías, consiste en el hecho que ni Dlugosz en su trabajo «Vitae archiepiscoporum atque episcoporum universi Regni Poloniae». Ni los anuncios necrológicos citan algún Bogumilo en la sede de Gniezno en esa época. De hecho, en los años 1153-99, la sede episcopal fue ocupada por Juan Zdzislao y Pedro. Algún historiador identifica a Bogumilo con Pedro: de hecho, Bogumilo sería, la variación eslava del nombre. También Pedro desciende de la familia de san Adalberto y tenía sus bienes en los alrededores del río Warta. Esta hipótesis, sin embargo, se contradice por la circunstancia eremítica de vida de Bogumilo, los datos indican que el arzobispo Pedro murió el 19 de agosto, mientras ocupaba aún la sede episcopal, no se lo menciona como ermitaño ni como ex arzobispo, y además, según un documento de 1219, este Pietro era director del monasterio de San Vicente en Wroclaw y pertenecía a la familia Labeclz (Labendz). Algún otro identifica al beato de Dobrowo con el arzobispo Bogumilo que murió en 1092, asumiendo su cargo en 1080, tras haber sucedido a Gregorio VII: teoría que demolería la tradición cisterciense. Otros, en cambio, como Martinus Baronius, Abraham Bzowski y el camaldulense Taddeo Mini, confunden a Bogumilo con Wloscibor que debía ser y nunca fue arzobispo; ya que, habiendo sido elegido en el año 1279, éstos, elegidos por el capítulo en el año 1279, inmediatamente fue desterrado por el príncipe Przemyslaw II y, después de haber renunciado a la dignidad episcopal, murió en un monasterio próximo a Dobrowo. Pero también esta hipótesis tiene errores: en la historia de los obispos de Gniezno del siglo XIII no se menciona a Bogumilo. La teoría más probable parece la de Pietro David, según la cual el ermitaño de Dobrowo no había sido nunca arzobispo, tan sólo un abad benedictino a Mogilno, muerto el 28 noviembre de 1179. Él habría renunciado a su dignidad como abad y pasó el resto de su vida en una ermita. Su nombre señalaría la afiliación a la familia de san Adalberto y sus bienes estaban en las proximidades de Dobrowo. También es fácil de explicar la transformación del abad en arzobispo, confirmado por la tradición.
La castidad empieza en la mirada
Santo Evangelio según san Mateo 5, 27-32. Viernes X del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Toma, Señor, mis ojos, y úsalos como tuyos. Úsalos para transmitir tu mirada llena de luz; úsalos para expresar un amor sin engaños, sin reservas, sin intereses egoístas. Que tu mirada, Señor, transforme este mundo y extienda tu Reino. Así sea.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 27-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio; pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.
También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio; pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio, y el que se casa con una divorciada comete adulterio”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En este Evangelio, Cristo nos habla sobre el sentido más grande de la castidad. Hasta la venida de Cristo, la infidelidad se medía sólo en base a actos. Él, en cambio, nos propone una nueva medida: la santidad no es sólo «no hacer el mal», sino orientar todo el ser hacia el bien. Y sólo así se llega a la felicidad auténtica.
Cristo nos invita a un amor radical. Así como su amor por nosotros fue total, nos ofrece una vida en la que nos entreguemos sin reservas. Por eso, en este contexto tiene sentido la castidad del matrimonio cristiano: todo mi ser le pertenece a mi pareja, incluidas mis intenciones. Se trata de una relación prioritaria, porque debe dar el sentido de todas mis otras relaciones con el mundo: ¿en quién pienso cuando camino por la calle, en el trabajo, en las horas de descanso?
Amar significa dirigir todo mi ser hacia otra persona, empezando por la mirada. No sólo una mirada de «ojos», sino sobre todo la mirada que quiere decir interés por el otro, de un modo absorbente y exclusivo. Hay que hacer renuncias, pero éstas no son sino la inversión necesaria para ganar algo mucho más valioso: un amor pleno.
«Miremos, hermanos y hermanas, a nuestra Madre, que está en el corazón de Dios. El misterio de esta joven de Nazaret no nos es extraño. No está “Ella allí y nosotros aquí”. No, estamos comunicados. En efecto, Dios dirige su mirada de amor también a cada hombre y a cada mujer, ¡con nombre y apellidos! Su mirada de amor está sobre cada uno de nosotros».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de mayo de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy realizaré un detalle particular de cariño hacia mi cónyuge o algún otro familiar, buscando amar sin intereses personales.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¡Cuida tu corazón!
El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona.
«¡Cuida tus alas!», decía San Agustín a los jóvenes. En obvia alusión a sus deseos de volar alto, de volar lejos, de volar con prisa. Hoy Jesús parece decirnos: «¡Cuida tu corazón!». Porque el corazón, en sentido bíblico, constituye las alas del espíritu.
Ahí, en tu corazón, decides si levantas el vuelo o te quedas en tierra; si vuelas con rumbo o vas a la deriva del viento; si vuelas alto o bajo; si vuelas lejos o te quedas revolando sobre restos putrefactos. Por eso, más allá de la polémica de Jesús con los fariseos y su tradicional hipocresía, me parece que el evangelio de hoy nos grita a todos ¡cuida tu corazón!
¿Qué es el corazón?
El pensamiento griego –particularmente Aristóteles– separa como esferas distintas de la persona, aunque íntimamente relacionadas, sensibilidad, emotividad, afectividad, inteligencia y voluntad.
El pensamiento hebreo, en cambio, mucho más sintético y vivencial, concentra todas estas dimensiones en el corazón de la persona.
Así, para la Biblia, el corazón es la sede no sólo de los sentimientos y afectos, de los sueños y proyectos, sino también de las grandes decisiones morales. Todo «se cocina» ahí dentro.
Corazón y moralidad
En el Evangelio de hoy, Jesús insiste, particularmente, en el corazón como centro de la moralidad del ser humano. Ahí donde decidimos nuestra calidad, estatura y valor como personas. Porque la esencia de la persona humana, a diferencia de la de los animales y las cosas, es una esencia abierta.
El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona. Más aún, dicho crecimiento es una ley interior, un mandato inscrito en su propia esencia. Por eso en nuestro corazón resuena siempre una voz que nos dice: «¡Sé más!». So pena de ser menos.
El ser humano no puede seguir siendo el mismo con el paso del tiempo: o crece y mejora, o empeora; o se humaniza más o se deshumaniza. Lo explicaba el filósofo español José Ortega y Gasset: «Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede «destigrarse», el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse». La dignidad moral del ser humano radica, en definitiva, en esa posibilidad de ser más o ser menos persona.
Y para Jesús, el ser más o ser menos persona se juega en el corazón. «No es lo de fuera lo que mancha al hombre; es lo que sale del hombre lo que mancha al hombre». Ahí, en el sagrario íntimo de tu corazón, es donde tú decides quién realmente quieres ser.
La maldad del corazón
El corazón humano puede llegar a ser muy bueno. El pecado original introdujo la malicia en el corazón humano. Sin por ello eliminar la aspiración congénita del corazón a la verdad, a la bondad, a la belleza. Por eso, en el corazón humano tantas veces se dan cita lo mejor y lo peor de cada persona. Tristemente, con frecuencia ha prevalecido la maldad.
El profeta Jeremías dejó constancia de esta realidad: «El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?» (Jer. 17, 9). Y Jesús, en el Evangelio de hoy, apunta en la misma dirección: «Porque de dentro, del corazón, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre»
Corazón y libertad
Como vimos, en realidad cada uno decide qué cocina en su corazón: Si intenciones buenas, nobles, generosas, altruistas, bondadosas. O intenciones malas, mezquinas, egoístas, amargas. Y, en particular, tú decides, en cada momento, qué haces con lo que te llega de fuera o con lo que te brota de dentro.
De fuera pueden venir tentaciones, ofensas, agresiones, olvidos. De dentro pueden venir malas inclinaciones, pasiones desordenadas, emociones descontroladas. Tú decides qué haces con todo ello. Puedes sentir la fuerza de las tentaciones o de las malas inclinaciones, pero tu corazón tiene siempre la suprema libertad de consentir o no.
Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco, célebre por su experiencia en los campos de concentración nazis, solía fortalecer su corazón durante el cautiverio con lo que él llamaba ejercicios de suprema libertad. El régimen nazi, para debilitar, desmoralizar y hasta «animalizar» a los presos, les proporcionaba una ración claramente insuficiente de pan al día. Frankl tomaba su minúsculo trozo, lo partía a la mitad, y se comía la cantidad que él decidía tomar. El resto lo compartía. Así mantenía su libertad intacta, por muy «preso» que estuviera. Así seguía siendo «dueño de sí mismo».
La decisión de ser más o ser menos persona no depende de las circunstancias; está en tu corazón.
Y tú, ¿cuidas tu corazón?
Tu corazón es un jardín. De él brotan tus pensamientos, deseos y acciones. Si de tu corazón brotan buenos pensamientos, deseos nobles, acciones honestas, volarás y serás más y más persona.
Si de tu corazón brotan malos pensamientos, deseos perversos, acciones viles, no volarás, y serás menos persona. ¡Cuida tu corazón! Claro está, cuidar el corazón supone trabajar el corazón.
El corazón se cultiva igual que un jardín: hay que escoger bien lo que se siembra, arrancar abrojos, eliminar plagas, regar frecuentemente y podar cuando hace falta. Los corazones buenos no se improvisan.
María
María, como buena Madre, conoce como nadie el corazón humano. Pon el tuyo en sus manos. Dile que quieres cuidarlo. Pídele que te ayude a sembrar y cultivar en él sólo buenos pensamientos, buenos deseos y buenas acciones.
El Papa pide a los sacerdotes sicilianos opciones valientes, servicio pleno y exclusivo
Las luces y las sombras de Sicilia, tierra de santos y héroes servidores de la Iglesia y del Estado.
El discurso de Francisco a los más de 300 presbíteros y obispos de Sicilia recoge lo bueno, lo malo y el por hacer de los hombres de Iglesia en una isla fulcro de razas y culturas, víctima del abandono, marginación y hasta la crueldad, pero exigente con sus sacerdotes que desde siempre se han demostrado guías espirituales y morales para las personas y la sociedad.
Reunidos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el saludo de Monseñor Antonino Raspanti, obispo de Acireale, fue el punto de partida del Papa en su recorrido sincero por la vida de una isla afectada por un cambio de época que pone a prueba los vínculos sociales y emocionales, que “requieren opciones valientes, aunque reflexionadas y, sobre todo, iluminadas con el discernimiento del Espíritu Santo” y ancladas en la tradición sabia y viva de la Iglesia.
No significa que sea una isla feliz
“Sicilia no está al margen de este cambio”, afirma el Pontífice al explicar que no obstante una historia de acogida de pueblos, a veces dominadores, a veces migrantes, en una integración que ha determinado su propia cultura, “esto no significa que sea una isla feliz”, sino más bien contradictoria y aprisionada en su condición de insularidad.
“En Sicilia asistimos a comportamientos y gestos marcados por grandes virtudes y también por la crueldad. Asimismo, junto a obras maestras de extraordinaria belleza artística vemos escenas de mortificante abandono. E igualmente, frente a hombres y mujeres de gran cultura, muchos niños y jóvenes evaden la escuela, quedando apartados de una vida humana digna”, constata el Santo Padre. Una vida cotidiana donde, así como resplandece el contraste de colores “del cielo y las flores, los campos y el mar”, no es casual que se haya «derramado tanta sangre a manos de los violentos” y, al mismo tiempo, se mantenga “la resistencia humilde y heroica de los santos y los justos, servidores de la Iglesia y del Estado”.
Una situación social en regresión
“La situación social actual de Sicilia está en clara regresión desde hace años; un signo claro es la despoblación de la isla, debida tanto a la caída de la natalidad como a la emigración masiva de jóvenes. La desconfianza en las instituciones alcanza niveles elevados y los servicios disfuncionales lastran el desempeño de las tareas cotidianas, a pesar de los esfuerzos de personas buenas y honestas que quisieran comprometerse y cambiar el sistema”, describe Francisco.
De allí su invitación a los presbíteros a comprender en profundidad el cómo y hacia dónde lleva este cambio de época, para así poder decirdir qué camino tomar para “anunciar, en las fracturas y articulaciones de este cambio, el Evangelio de Cristo”. “Una tarea, insistió el Papa, aunque encomendada a todo el pueblo de Dios, nos pide a los sacerdotes y obispos un servicio pleno, total y exclusivo”.
El desapego de unos, el heroísmo de otros
Francisco, ante estos desafíos, pone de manifiesto la disminución de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y en particular, el “creciente desapego de los jóvenes”, que no logran percibir en las parroquias o movimientos eclesiales “una ayuda en su búsqueda del sentido de la vida”, e incluso “no siempre ven en ellos un claro desprendimiento de viejas formas de actuar, erróneas e incluso inmorales, para emprender con decisión el camino de la justicia y la honestidad”.
En contraposición, el Santo Padre destaca la figura de sacerdotes y fieles que como el padre Pino Puglisi y Rosario Livatino y han abrazado el destino de la sociedad siciliana, con su labor “silenciosa tenaz y amorosa” con personas desanimadas, desempleadas o solas.
“Por eso, en Sicilia -afirma el Pontífice – la gente sigue buscando a los sacerdotes como guías espirituales y morales, personas que también pueden ayudar a mejorar la vida civil y social de la isla, apoyar a la familia y ser un punto de referencia para los jóvenes en crecimiento. La expectativa del pueblo siciliano hacia los sacerdotes es alta y exigente”.
Abrazar la vida del pueblo
El Papa Francisco exhorta a los sacerdotes a “abrazar plenamente la vida de este pueblo” que vive la “amargura y la decepción por la distancia que les separa de las zonas más ricas y desarrolladas del país y de Europa”, que padece los sentimientos de frustración que llevan, especialmente a los jóvenes, “a marcharse para encontrar niveles de vida más ricos y confortables”.
“Estar al lado, estar cerca, eso es lo que estamos llamados a vivir, por la fidelidad de Dios; por amor a Él estamos al lado hasta el final, hasta el mismo final, cuando las circunstancias de justicia, reconciliación, honestidad y perdón nos llevan a ellos. Cercanía, compasión y ternura: este es el estilo de Dios y también el del pastor”, recuerda el Santo Padre.
El sencillo diálogo con María que refuerza la sinodalidad
La Jornada sacerdotal mariana que celebra la Iglesia siciliana, para Francisco rescata el valor de la unidad, “frente al individualismo y la fragmentación, e incluso división que se cierne sobre todos nosotros”. Una unidad que “se refuerza con el método de la sinodalidad”, un camino ya abordado en la región con iniciativas como «Con paso sinodal», que fortalece la fraternidad y la paternidad sacerdotal.
“Un camino – añade el Pontífice – que requiere estar abiertos a las sorpresas de Dios en nuestras vidas y en las coyunturas existenciales de nuestras comunidades, con la conciencia de que, a través de la escucha, humilde y sincera, podemos experimentar un discernimiento que llega al corazón y nos cambia interiormente”.
Por último, el Santo Padre recuerda que entre el sacerdote y la Madre celestial se teje día a día un diálogo secreto que reconforta y alivia cada herida:
“En este sencillo diálogo, hecho de miradas y palabras humildes como las del Rosario, el sacerdote descubre cómo la perla de la virginidad de María, totalmente dedicada a Dios, la convierte en una tierna madre para todos. Así también, casi sin saberlo, ve la fecundidad de un celibato, a veces fatigoso de llevar, pero precioso y rico en su transparencia”.
Dios nos juzgará por el corazón
Jueves segunda semana Cuaresma. La auténtica Cuaresma es la purificación del corazón.
El Evangelio nos narra la parábola de Epulón y Lázaro, donde nos damos cuenta de que al morir, Dios los juzga por su corazón. ¿Qué ha hecho Lázaro de bueno para subir al seno de Abraham? Nada. ¿Qué ha hecho Epulón de malo para no subir al seno de Abraham? Nada. Podríamos pensar que la diferencia está en que uno es muy pobre y el otro rico, pero no es el motivo por el cual Cristo los juzga. Cristo los juzga por el corazón. La diferencia está en ser una persona de corazón abierto o de corazón cerrado a Dios nuestro Señor.
Quizá a nosotros en Cuaresma se nos podría nublar un poco la vista y estemos juzgando nuestra vida por nuestro exterior y, entonces, estaremos viviendo una Cuaresma simplemente exterior, olvidándonos de que la auténtica Cuaresma es la purificación del corazón. El profeta dice: “El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar. ¿Quién lo podrá entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón, para dar a cada uno según sus acciones, según el fruto de sus obras.”
Es Dios quien sondea el corazón, a nosotros nos toca, si queremos vivir de cara a Dios nuestro Señor, vivir con un corazón listo a ser sondeado por Él. El primer gesto de purificación que en nuestra Cuaresma tenemos que buscar es la purificación de nuestro corazón, la purificación de nuestra voluntad, la purificación de nuestra libertad.
Purificar el corazón, purificar la voluntad y purificar la libertad es atreverse a tocar una fibra muy interior, porque es la fibra en la cual nosotros reposamos sobre nosotros mismos. Cada uno de nosotros, en última instancia, reposa sobre su propia voluntad: la voluntad de querer algo o la voluntad de rechazarlo. Cada uno de nosotros en la vida acepta o rechaza las cosas por su corazón, por su voluntad. El profeta es muy claro: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón”. Son palabras muy duras, sobre todo en cuanto a las consecuencias: “Será como cardo plantado en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve; vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable”.
Si nuestro corazón no aprende a purificarse, si nuestra voluntad no aprende a actuar bien, si nuestro interior no opta en una forma decidida, firme y exigente por Dios nuestro Señor, se puede ir produciendo, poco a poco, una especie como de desertificación de nuestra vida, un avanzar del desierto en nuestro corazón. Si nuestro corazón no está apoyándose en todo momento en Dios nuestro Señor y nuestra voluntad no está purificándose para ser capaz de encontrarse con Él, sino que por el contrario, nuestra voluntad está confiando en el hombre, es decir, confiando simplemente en esa veleta de acontecimientos que constantemente nos suceden, querrá decir que nuestra vida acabará plantada en medio de una estepa, tierra salobre e inhabitable.
¿No podría ser, el verse plantadas así, el destino de muchos corazones, de muchas vidas? Y cuando empezamos a preguntarnos el por qué, en el fondo, acabamos encontrando siempre una misma respuesta: No supieron poner su libertad totalmente en Dios nuestro Señor. Y aquí no importa si les faltó poco o les faltó mucho, aquí lo que importa es que les faltó.
En el Evangelio, no importa si el rico fue poco injusto o muy injusto, lo importante es que no llegó a estar del otro lado. Su libertad no se puso del lado que tenía que ponerse, su voluntad no se orientó hacia donde tenía que orientarse. Nos puede dar miedo pensar siquiera en la posibilidad de orientar nuestra voluntad. Nos puede dar miedo el intentar tocar nuestro corazón para empezar a preguntarle: ¿Estás verdaderamente orientado a Dios? ¿En quién confías? ¿Auténticamente tu confianza está puesta en el Señor?
De nada nos servirá después, la súplica del rico: “Padre Abraham, ten piedad de mí”, porque nuestra libertad necesita ser ahora purificada.
Es importantísimo que esta Cuaresma se convierta para nosotros en un momento de reflexión sobre hacia dónde está orientada nuestra voluntad, qué estamos haciendo con nuestra vida, qué ha elegido nuestra libertad, qué caminos tiene, qué opciones ha tomado. De poco nos serviría pensar que nuestra libertad y nuestra voluntad están orientada hacia Dios nuestro Señor, si en el fondo, nosotros mismos no hemos sido capaces de purificarnos, de tal manera que, auténticamente se orienten hacia Dios.
“El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar ¿Quién lo puede entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón”. Atrevámonos a ponernos en Dios nuestro Señor. Atrevámonos a ponernos en Él como el único que va a ser capaz de decirnos si auténticamente nuestra voluntad y nuestra libertad están orientadas de tal forma que, en esta vida nos abramos a Dios, y en la futura nos encontremos con Él.
Atrevámonos a permitirle a Dios tocar los recursos, los resortes interiores de nuestra libertad.
Cuántas veces podríamos juzgar que estamos haciendo bien, y realmente podría ser que estuviésemos viviendo engañados, traicionados por lo más interior de nosotros mismos, que es nuestro corazón, “la cosa más traicionera y difícil de curar”. ¿Me atrevo yo a permitir que ese médico del alma que es Dios, entre a mi corazón, toque y cuestione mi libertad y toque y fortalezca mi voluntad?
Creo que éste sería un buen camino de Cuaresma: el ir purificando nuestra voluntad y nuestra libertad de tal manera que, en el encuentro con la Pascua de nuestro Señor, lleguemos a decir que nuestro corazón, siendo débil como es, tiene una certeza y tiene una garantía: el estar apoyado sólo y únicamente en Dios nuestro Señor. Porque así, “será árbol plantado junto al agua que hunde en las corrientes sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en el año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos”.
En nuestras manos está el hacer de nuestra libertad y de nuestra voluntad un camino de esterilidad, apoyado en nosotros; o un camino de fecundidad, apoyado en Dios.
¿Cómo alimento mi alma?
Necesito preocuparme por los alimentos que llegan a mi alma.
Sócrates recibió una visita inesperada. Un joven inquieto ansiaba estudiar con el famoso sofista Protágoras, recién llegado a la ciudad de Atenas. Sócrates quedó sorprendido por el entusiasmo del joven, y quiso ayudarle a reflexionar. ¿Conoces a la persona a la que vas a entregar tu alma, a la que vas a pagar para que te dé clases y te instruya?
Para hacer ver la importancia de estas preguntas, Sócrates expuso un ejemplo: Si vas al mercado y no sabes si los alimentos son buenos, puedes llevarlos a casa en un paquete, y luego preguntas a tus familiares o a algún experto si son de calidad o si es mejor no comerlos. En cambio, si vas a una conferencia y pagas por escuchar a alguien que no conoces, lo que recibas queda en tu alma y ya nadie puede quitarlo de allí, se trate de verdades valiosas o de mentiras llenas de veneno.
Estas ideas, ofrecidas por Platón al inicio de uno de sus Diálogos, nos ponen ante un tema importante. Vivimos en un mundo en el que las informaciones llegan por todos lados. En la prensa y en la televisión, en la radio y en internet: miles de noticias, editoriales, programas informativos, lecturas, están a nuestra disposición.
Hoy puedo encontrar un texto sobre las mejores maneras de perder el peso. Y quizá mañana me encuentro con la sorpresa de que estoy siguiendo una dieta muy peligrosa para la salud. Mañana escucho que Fulano es un personaje que ha robado mucho dinero en su empresa. Dos días después desmienten la noticia, pero no me entero y en mi corazón ha nacido un odio intenso hacia Fulano. Pasado mañana veo un programa televisivo en el que me dicen que acaban de encontrar la tumba donde está enterrado Jesús de Nazaret. A las pocas horas, se descubre que la noticia es uno de tantos montajes llenos de sospechas y vacíos de pruebas, pero en más de un espectador la duda ha quedado dentro de su corazón.
La pregunta de Sócrates es realmente seria: ¿me preocupo por los alimentos que doy a mi alma? ¿A quiénes les doy el “pase” para que formen e informen mi inteligencia y mis sentimientos? Es fácil encontrar a personas que dedican varias horas a la semana a ver telenovelas llenas de vaciedad o de tópicos más o menos entretenidos, mientras que no encuentran tiempo para leer libros serios y bien documentados sobre los temas más importantes: la vida y la muerte, la justicia y la política, la filosofía y la religión.
Nos encontramos, así, con adolescentes y adultos, con jóvenes y ancianos, cuyas almas han recibido un alimento muy pobre. Incluso en ocasiones, con personas que se creen instruidas porque han leído libros llenos de sofismas, publicados por autores famosos pero carentes de verdadero sentido científico, de seriedad y de amor a la verdad.
La peor forma de ignorancia, repetía una y otra vez Sócrates, es creer saber cuando no se sabe. Es estar en el error pensando que uno tiene la verdad. No es fácil curar esa forma de ignorancia, precisamente porque uno dice que no necesita médico, que tiene muy buena formación, que ya sabe todo sobre todo…
Nos hace mucha falta un nuevo Sócrates que quite nuestras falsas seguridades, que nos saque de nuestras perezas, que nos impulse a buscar, sin miedo, la verdad. Aunque uno tenga que apagar televisores llenos de imágenes más o menos atractivas y vacíos de contenidos de valor. Aunque uno tenga que invertir menos en las novelas de moda y más en libros serios y verdaderamente formativos.
Si me preocupo por tomar alimentos sanos y por seguir una dieta balanceada, también necesito preocuparme por los alimentos que llegan a mi alma. Para tener así buena salud, para no dejarme engañar por ideas lanzadas al aire para manipular los corazones, para aprender a pensar no seguir impresiones, sino según verdades.
Esta es la mejor manera de alimentar el alma mientras vivimos aquí, en esta tierra efímera y emocionante. Y, sobre todo, esta es la mejor manera para caminar hacia la vida eterna con la ayuda de aquellas verdades que permiten entrar en ese cielo donde es admitido sólo quien ha vivido en la búsqueda continua de la justicia, del amor, de la verdad.
Nardo del 10 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, modelo de virtudes sos!
Meditación: Jesús, que desde pequeño fuiste perfecto, que corrías y cantabas dando al mundo esperanza, pues ya se acercaba la Primera Santa Pascua. La Luz del Sol se ocultaba en Tu interior, cubierta con pétalos de humildad y obediencia al Creador. ¿Por qué no entendemos los hombres que tenemos que imitarte, que es un honor llevar Tu imagen, y que debemos dejarnos modelar por Tus Benditas Manos de Carpintero, para llegar a ser a semejanza de Nuestro Maestro?. ¡Qué honor el nuestro!. Pero qué bajo que caemos, pues cuan pocos son los que quieren ser como Cristo, Nuestro Rey Divino. Cambiemos nuestro pobre corazón por Su Sagrado Corazón, sabiendo que recibiremos todos los gozos, pues así el Señor habitará en nosotros, y tendremos la dicha de participar en la Santa Llaga, pues la humanidad hoy le clava nuevamente en Su Sagrado Corazón la lanza.
Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.
Florecilla: Leamos la Santa Palabra para conocer más profundamente cómo es Nuestro Señor, y así llegar a ser Su imitación.
Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
San Landerico creó el mayor hospital de París en la Edad Media
Landry fue ordenado obispo en tiempo de hambruna: vendió sus posesiones y las dio a los pobres mientras atendía a los reyes de Francia
Landerico (Landry) fue ordenado obispo de París en el año 650. Era un año de hambruna.
Su tarea más destacada fue la construcción del mayor hospital de la época, que fue levantado junto a la catedral de Notre-Dame.
En un principio estaba dedicado a san Cristóbal, pero enseguida pasó a llamarse Hôtel-Dieu de París, ¡y todavía hoy existe!
Xiquinho Silva | Flickr CC BY 2.0
El obispo destacó por su preocupación por los pobres y desvalidos. Con el hospital no se llegaban a cubrir las necesidades de la ciudad, pero sí a paliar en algo la situación. Se dice que en cada cama había en ese momento un enfermo, un moribundo y un muerto.
Construction du nouvel Hotel-Dieu à Paris.
© Ministère de la Culture (France), Médiathèque de l’architecture et du patrimoine, diffusion RMN-GP
Entrega total
Por su parte, Landerico, no hacía distinción de personas y trataba a todos con caridad.
Consta que llegó a vender sus objetos personales, mobiliario e incluso algunos objetos de culto para repartir el dinero entre los pobres.
Landerico, junto a 23 obispos más, fue uno de los firmantes de la carta de privilegios que Clodoveo II concedió a la abadía de Saint-Denis en 653.
También encargó la redacción de las llamadas Fórmulas de Marculfo, que son formularios jurídicos eclesiásticos. n París hizo levantar la iglesia de san Germán de Auxerre, que convirtió en la parroquia de los reyes de Francia. San Landerico falleció en el año 661 (la fecha no se sabe con certeza). Fue enterrado en la abadía de Saint-Germain-Auxerrois.
Allí se conservaron la mayoría de sus restos, a excepción de dos huesos que se trasladaron a la parroquia de Saint-Landry en el año 1408.
Sin embargo, durante la Revolución Francesa los restos fueron sacados de Saint-Germain y están en paradero desconocido.
En la iglesia quedan hoy una estatua y unos frescos dedicados al santo en una de las capillas.
Su festividad se celebra el 10 de junio.
Oración.Señor, Dios nuestro, que en san Landerico
has querido dar a tu Iglesia un modelo de buen pastor,
concédenos, por su intercesión, ser apacentados un día
con la grey de tus santos en la abundancia de los gozos eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.