JUAN 15, 26 – 16, 4A
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús anticipa a sus discípulos que deben esperar la violencia de este mundo. «Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto
El «mundo» es esa colectividad de personas, instituciones, ejércitos y naciones que ha perdido la relación de amistad con Dios.
Ellos odiarán a los seguidores de Jesús porque no pueden ser atemorizados, y su éxito depende del miedo.
Jesús está a punto de ser tragado por las fuerzas del mundo, pero no está cautivo, tampoco cautivado, por ellas, porque no vive en sí mismo —y por lo tanto en el miedo— sino que vive en el Padre, y tiene el poder que conquista el mundo.
Jesús quiere que sus seguidores experimenten esa misma libertad y la no preocupación que es la participación en la dinámica co-inherente del ser de Dios —la inserción dentro del círculo de la gracia que es Dios— que hace posible este desapego liberador.
El Señor le abrió el corazón
Es el premio que el Señor concede a quien le busca con fe y confianza. Te abre la mente para que entiendas y te abre el corazón para que creas y vivas.
Lidia ha encontrado a Dios por la predicación de Pablo y porque el Señor había tocado su corazón y abierto su entendimiento para que comprendiera y aceptara la Buena Noticia que ha llegado a su pueblo.
Es la forma en que Dios actúa en nosotros: pone a nuestro alcance su mensaje y abre nuestra mente para que podamos aceptarlo, sin forzar a nadie, pero dejando encendidas suficientes luces para que todos podamos ver y aceptar que quiere de nosotros, y, si dejamos que la luz penetre en nosotros podremos ver el verdadero camino por el que nos invita a caminar. Lidia y su familia han llegado a encontrar a Jesús, camino, verdad y vida y se entregan sin condiciones. Pablo y Silas aceptan ir a su casa y hospedarse en ella. Dios acepta también nuestro hospedaje, solo espera que le invitemos a tomar posesión de nuestra casa y sepamos vivir sabiendo que “el Señor ama a su pueblo”.
El Señor está a la puerta y llama. Si abrimos, entrará y fijara en nosotros su morada. Seamos “casa de Lidia”, insistamos en que se quede con nosotros. Solo entonces podremos entonar un cántico nuevo y alegrarnos porque el Señor ama a su pueblo, y nosotros seremos “su pueblo”
… el que os de muerte pensará que da culto a Dios
Jesús sigue desgranando su mensaje en esta larga oración o discurso previo a la última cena. Es el mensaje de alguien que sabe próximo su final y trata de atar los cabos de su mensaje. Cierto que ha ido desgranándolo a lo largo de su vida pública ante sus discípulos, pero San Juan considera necesario integrar en su Evangelio esta recapitulación, que abarca la totalidad del mensaje.
No están tan lejos los tiempos profetizados por el Maestro. Corren días en que en algunos ambientes se considera bueno tratar de eliminar a los seguidores de Cristo. Puede que empezando por eliminar de la vista los símbolos cristianos.
La Cruz, presente en casi todos los pueblos, está siendo arrancada y, en algún, caso depositada, o tirada, en la escombrera del pueblo; en otros casos simplemente son demolidas. Y transformadas en cascotes. Se trata de eliminar manifestaciones de fe en la vía o lugares públicos, se persigue a muchos religiosos con acusaciones frecuentemente más interesadas en posibles indemnizaciones que en el esclarecimiento de la verdad.
Llegará el día en que el que de muerte a uno o más cristianos sea considerado un héroe del pueblo. Puede que el mundo cristiano tenga que prepararse para la persecución que parece adivinarse detrás de medidas que algunas autoridades dictan asegurando que lo hacen en nombre de la libertad. Es el signo de los tiempos y, si tenemos en cuenta las palabras del Maestro, no deberá espantarnos.Os excomulgarán de la sinagoga puede ser símbolo de la excomunión política que se aplica a determinadas personas por razón de su fe.
Y esto lo harán porque “no han conocido ni al Padre ni a mí”. Y puede que nosotros seamos los culpables de ese desconocimiento porque, a veces, los que nos decimos cristianos, predicamos a un Jesús que no tiene mucho parecido con el de Nazaret. Nos fijamos más en los ritos y las fórmulas que en el mensaje. Hacemos de un Padre amoroso, un juez impasible, incapaz de com-padecer con el hombre. Apenas hace un mes poníamos en la calle hermosas y valiosísimas imágenes, en tronos que derrochan una riqueza que no casa con la predicación de la Iglesia de los pobres. Predicamos, pero nos olvidamos de dar trigo.¿Estaremos haciendo bien las cosas? ¿Es nuestro mensaje el de Cristo? Pensémoslo.
Meditando estas palabras de Jesús, nosotros hoy percibimos ser el Pueblo de Dios en comunión con el Padre y con Jesús mediante el Espíritu Santo. En este misterio de comunión, la Iglesia encuentra la fuente inagotable de la propia misión, que se realiza mediante el amor. Es el amor que nos introduce en el conocimiento de Jesús, gracias a la acción de este “Abogado” que Jesús nos ha enviado, es decir el Espíritu Santo. El amor a Dios y al prójimo es el mandamiento más grande del Evangelio. El Señor hoy nos llama a corresponder generosamente a la llamada evangélica, al amor, poniendo a Dios en el centro de nuestra vida y dedicándonos al servicio de los hermanos, especialmente a los más necesitados de apoyo y consuelo. (Regina Caeli, 21 mayo 2017)
Juan Bautista de Rossi, Santo
Presbítero, 23 de mayo
Martirologio Romano: En Roma, san Juan Bautista de Rossi, presbítero, que atendió en la Ciudad Santa a los pobres y a los más marginados, instruyendo a todos en la santa doctrina. († 1764).
Fecha de beatificación: 13 de mayo de 1860 por el Papa Pío IX
Fecha de canonización: 8 de diciembre de 1881 por el Papa León XIII.
Breve Biografía
Juan Bautista de Rossi representa el triunfo de la voluntad sobre la fragilidad física, del’generoso empeño apostólico sobre los obstáculos de la enfermedad. A pesar de su doble enfermedad, la epilepsia y una enfermedad de los ojos, multiplicó el trabajo cotidiano en beneficio de los pobres de la ciudad de Roma y de los recogidos en los hospicios. Había nacido en Voltaggio, provincia de Génova, el 22 de febrero de 1698, pero a los trece años se estableció definitivamente en Roma, en casa de un primo sacerdote, canónigo de Santa María en Cosmedin, para poder estudiar en el colegio romano de los jesuitas. En 1714 siguió los estudios eclesiásticos, y terminó los estudios de teología con los dominicos.
Fue ordenado sacerdote el 8 de marzo de 1721, pero desde antes ya había comenzado su intenso apostolado. Antes de su ordenación había dirigido varios grupos de estudiantes, y de esta experiencia nació la idea de la fundación de la Pía Unión de Sacerdotes Seculares, anexa al hospicio de San Gala que él dirigió y que, durante más de dos siglos, hasta 1935, contó con los mejores nombres del clero romano, algunos de los cuales llegaron al honor de los altares.
Además del hospicio de San Gala, no suyo (había sido fundado por Marco Antonio Anastasio Odescalchi, primo de Inocencio XI) y sólo para hombres, quiso ampliar el radio de su apostolado fundando el hospicio para mujeres, dedicado a san Luis Gonzaga, su santo predilecto. Ayudado por su confesor, el siervo de Dios Francisco María Galluzzi, a pesar de su delicada salud redobló su actividad. Parecía omnipresente en cualquier parte en donde había que animar, instruir, socorrer, a cualquier hora del día o de la noche.
No era raro verlo en las plazuelas romanas improvisar un sermón entre los desocupados o por la noche cuando la gente regresaba del trabajo.
La simpatía que despertaba entre la gente humilde de los barrios atraía a su confesonario largas filas de penitentes. Era, efectivamente, un maestro de espiritualidad y en cualquier parte donde promovía una iniciativa, imprimía un ritmo de santo fervor.
Cuando fue elegido canónigo de Santa María en Cosmedin, quedó dispensado de la obligación del coro para poderse dedicar con más libertad a sus compromisos apostólicos. En los últimos meses de su vida, la gravedad de la enfermedad lo sometió a un verdadero calvario.
Murió el 23 de mayo de 1764, y fue beatificado por Pío IX, que había sido sucesor en la dirección de la Pía Unión de los Sacerdotes Seculares de San Gala. León XIII lo canonizó el 8 de diciembre de 1881.
Se conmovió y amó profundamente
Santo Evangelio según san Juan 15, 26-16, 4. Lunes VI de Pascua
Por: Balam Loza, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, mantenme firme en la fe; dame tu fuerza para que pueda serte fiel aun en medio de las contrariedades y de los peligros. Que cuando venga la tormenta pueda mantenerme firme en ti, sabiendo que nada malo me podrá suceder si Tú vas a mi lado, si Tú estás en la barca. Vengo en esta mañana a pedirte que acrecientes mi fe en ti, para que jamás dude aunque vea las aguas crecidas y los vientos fuertes.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 26-16, 4
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo.
Les he hablado de estas cosas para que su fe no tropiece. Los expulsarán de las sinagogas y hasta llegará un tiempo, cuando el que les dé muerte creerá dar culto a Dios. Esto lo harán, porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí. Les he hablado de estas cosas para que, cuando llegue la hora de su cumplimiento, recuerden que ya se lo había predicho yo”. Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Hijo, si te acercas a servir al Señor prepara tu alma para la prueba» (Eclesiástico, 2). Cuántas veces pensamos que podemos servir a dos señores, al mundo y a Dios; pensamos que podemos pactar con los pecadillos y el amor a Jesús. Vivimos así intentando contentar a todos y, al mismo tiempo, no contentamos a ninguno.
Pienso que el ejemplo de la viuda nos puede ayudar mucho. Pensemos en esta pobre mujer que apenas tenía unas pocas monedas para vivir. Su vida entera estaba en esas dos monedas y. ¿qué es lo que hizo? Confió. Se tiró al vació y se dejó guiar por Dios. Optó por darlo todo. Sin duda por su mente pasaron muchas cosas, pero al final se decidió por servir a Dios y Él la vio, se conmovió y la amó profundamente. Pensemos qué mirada tan hermosa la de Jesús al ver a esta pobre anciana.
Y el Evangelio de hoy nos dice que, por seguir a Jesús, seremos expulsados y condenados. Jesús, cuando habla de la vida a su lado insiste en la importancia de morir a nosotros mismos, de dejarlo todo y, en definitiva, de confiar en Él. No podemos pensar que será fácil, pero quien ha dicho que el ganar una carrera lo sea. Hay que ser valientes y fuertes para dar el paso de la confianza. No hay que tener miedo en seguir a Jesús al pie de la cruz, porque al final el amor con el cual Dios nos mirará será grandioso.
«Es el Espíritu quien da testimonio de Jesús. Y cada vez que nosotros sentimos algo en el corazón que nos acerca a Jesús, es el Espíritu quien trabaja dentro. Jesús mismo explicó a sus discípulos la acción del Espíritu: “Os enseñará y os recordará todo lo que os he dicho”. Y el Espíritu continuamente abre el corazón y da testimonio para escuchar y recordar lo que Jesús nos ha enseñado. Pero el testimonio es doble. El Espíritu nos da testimonio de Jesús y nosotros damos testimonio del Señor con la fuerza del Espíritu. Y el Señor insiste en las características de este testimonio —“tal vez los discípulos no comprendían bien”, y añadió: “Os he dicho esto para que no os escandalicéis”. Les explica el precio del testimonio cristiano de forma directa: “Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios”».
(Cf Homilía de S.S. Francisco del 2 de mayo de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a dedicar un momento para estar delante del Sagrario para meditar sobre mi testimonio y la pregunta, ¿quién eres, Señor, en mi vida?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El Espíritu Santo nos renueva y enseña
El Padre dará del cielo el Espíritu Santo a los que se lo pidan
Recojo una selección de textos del profeta Isaías y de los evangelios para que contemplemos el amor de la tercera persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo.
Isaías 11,1-2:
El descendiente de David. “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé.”
Mateo 18,19-20:
Oración en común.
“Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Marcos 11,25:
“Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas.”
Lucas 11,13; 12,49: “Si, pues, vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre dará del cielo el Espíritu Santo a los que se lo pidan!”…
Jesús ante la Pasión.
“He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya hubiera prendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!”
Juan 1,32; 3,5-6.8; 14,15-17.26; 15,26-27; 16,7-14; 20,21-23:
Y Juan [Bautista] dio testimonio diciendo: “He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él [Jesús tras ser bautizado por Juan Bautista].”…
Respondió Jesús [a Nicodemo]:
“En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu.”… “El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.”…
“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo [Jesús] pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.”… “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo [Jesús] os he dicho.”…
“Cuando venga el Paráclito, que yo enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí [Jesús]. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio.”…
“Pero os digo la verdad: Os conviene que yo [Jesús] me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré; y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado: porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado. Mucho os tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os explicará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo explicará a vosotros.”…
Jesús [resucitado] les dijo otra vez [a los diez apóstoles]: “La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.” Dicho esto, sopló y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”
Aprendamos a decir cada día «Señor, dame tu paz, dame el Espíritu Santo»
Regina Coeli, 22 de mayo de 2022.
«Les dejo la paz, les doy mi paz». Las frases de Jesús en la última cena, fueron el centro de la reflexión del Papa Francisco sobre el Evangelio del Día, que, como cada domingo se asomó desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano para rezar junto con los fieles presentes en la Plaza de San Pedro la oración a la Madre de Dios.
Se muere como se ha vivido
Jesús – dijo el Santo Padre – se despide con palabras que expresan afecto y serenidad, pero lo hace en un momento que no es precisamente sereno: Judas ha salido para traicionarlo, Pedro está a punto de negarlo y casi todos los demás lo abandonarán. «El Señor lo sabe, y con todo no reprocha, no usa palabras severas, no pronuncia discursos duros. En vez de mostrar agitación, permanece afable hasta el final».
El Santo Padre recordó seguidamente un proverbio que dice que “se muere como se ha vivido”. Y constató que, en efecto, “las últimas horas de Jesús son como la esencia de toda su vida”.Experimenta miedo y dolor, pero no deja espacio al resentimiento y a la protesta. No se deja llevar por la amargura, no se desahoga, no es incapaz de soportar. Está en paz, una paz que proviene de su corazón manso, habitado por la confianza. De ahí surge la paz que Jesús nos deja. Porque no se puede dejar la paz a los demás si uno no la tiene en sí mismo. No se puede dar paz si no se está en paz.
Un testimonio que vale más que mil palabras
Con esta frase, Jesús, continuó diciendo el Santo Padre «demuestra que la mansedumbre es posible». Él la ha encarnado precisamente en el momento más difícil; y desea que también nos comportemos así nosotros, que somos los herederos de su paz. Nos quiere mansos, abiertos, disponibles para escuchar, capaces de aplacar las disputas y tejer concordia. Esto – aseguró el Papa – es dar testimonio de Jesús, y vale más que mil palabras y que muchos sermones.
Preguntémonos si, en los lugares en los que vivimos, nosotros, los discípulos de Jesús, nos comportamos así: ¿Aliviamos las tensiones, apagamos los conflictos? ¿Tenemos una mala relación con alguien, estamos siempre preparados para reaccionar, para estallar, o sabemos responder con la no violencia, sabemos responder con gestos y palabras de paz? ¿Cómo reacciono yo? Que cada uno se pregunte. Tras esta invitación al discernimiento, el Pontífice reconoció que, ciertamente, esta mansedumbre “no es fácil”. De hecho, constató cuán difícil es “desactivar los conflictos”. Pero es precisamente aquí que, según el Sucesor de Pedro, “viene en nuestra ayuda la segunda frase de Jesús: Les doy mi paz”. Jesús sabe que nosotros solos no somos capaces de custodiar la paz, que necesitamos una ayuda, un don. La paz, que es nuestro compromiso, es ante todo don de Dios. En efecto, Jesús dice: «Les doy mi paz, pero no como la da el mundo». ¿Qué es esta paz que el mundo no conoce y que el Señor nos dona? Es el Espíritu Santo, el mismo Espíritu de Jesús.
La fuerza de paz de Dios
Sucede que, tal como enseñó el Papa, el Espíritu Santo es “la presencia de Dios en nosotros, la ‘fuerza de paz’ de Dios”. Es Él, el Espíritu Santo, quien desarma el corazón y lo llena de serenidad. Es Él, el Espíritu Santo, quien deshace las rigideces y apaga la tentación de agredir a los demás. Es Él, el Espíritu Santo, quien nos recuerda que junto a nosotros hay hermanos y hermanas, no obstáculos y adversarios. Es Él, el Espíritu Santo quien nos da la fuerza para perdonar, para recomenzar, para volver a partir. Y con Él, con el Espíritu Santo, nos transformamos en hombres y mujeres de paz.
Invoquemos al Espíritu Santo
Por todo ello, el Santo Padre Francisco reiteró que “ningún pecado, ningún fracaso, ningún rencor debe desanimarnos a la hora de pedir con insistencia el don del Espíritu Santo” puesto que “cuanto más sentimos que el corazón está agitado, cuanto más advertimos en nuestro interior nerviosismo, intolerancia, rabia, más debemos pedir al Señor el Espíritu de la paz”.
“Aprendamos a decir cada día: ‘Señor, dame tu paz, dame el Espíritu Santo’”, animó, exhortando a pedirlo también “para quienes viven junto a nosotros, para quienes encontramos todos los días y para los responsables de las naciones”. Que la Virgen – concluyó- nos ayude a acoger al Espíritu Santo para ser constructores de paz.
Los pensamientos del Papa tras el Regina Coeli
Tras el rezo del Regina Coeli el Papa Francisco pidió un aplauso para Pauline Marie Jaricot, fundadora de la Obra de la Propagación de la Fe, cuya beatificación tendrá lugar esta tarde en Lyon. “Esta fiel laica, que vivió en la primera mitad del siglo XIX, fue una mujer valiente, atenta a los cambios de los tiempos con una visión universal de la misión de la Iglesia. Que su ejemplo suscite en todos el deseo de participar, con la oración y la caridad, en la difusión del Evangelio en el mundo”, dijo.
También recordó que hoy tiene inicio la Semana Laudato si’, para escuchar cada vez con más atención el grito de la Tierra, que nos impulsa a actuar juntos en el cuidado de nuestra casa común, y agradeció al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y a las numerosas organizaciones que adhieren, invitando a todos a participar.
Recordó también que el próximo martes se conmemora la Santísima Virgen María Auxiliadora, especialmente sentida por los católicos de China, que veneran a la Auxiliadora como su Patrona, y tras expresar que vive con atención y participación la vida y las vicisitudes de los fieles y pastores, a menudo complejas, aseguró que reza por ellos cada día. “Los invito a unirse a mí en esta oración, para que la Iglesia en China, en libertad y tranquilidad, pueda vivir en comunión efectiva con la Iglesia universal y ejercer su misión de anunciar el Evangelio a todos, ofreciendo así también una contribución positiva al progreso espiritual y material de la sociedad”, añadió.
Por último, en el saludar a quienes en Roma participaron del acto “Escojamos la vida”, les agradeció por su compromiso en favor de la vida de la objeción de conciencia, cuyo ejercicio, observó, se intenta a menudo «limitar». “Por desgracia, en los últimos años se ha producido un cambio en la mentalidad común y hoy nos inclinamos cada vez más a pensar que la vida es un bien a nuestra total disposición, que podemos elegir manipular, hacer nacer o morir a nuestro antojo, como resultado exclusivo de una elección individual. Recordemos que la vida es un don de Dios”, lamentó el Santo Padre, que reiteró que la vida “siempre es sagrada e inviolable”, y que “no podemos silenciar la voz de la conciencia”.
Flor del 23 de mayo: María, la alegría del Pentecostés
Meditación: El gran día del Pentecostés llegó y el Espíritu Divino descendió cubriendo a todos con el Fuego del Amor y la Purificación, de Dones los llenó y María llena de alegría vio a los discípulos de su Divino Hijo así bendecidos. Espiritual alegría debe tener toda alma, cuando vea descender Gracias del Cielo sobre sus hermanos, anticipando para Gloria de Dios y bien de la Iglesia, la gran Fiesta.
Oración: ¡Oh Virgen Santa, Madre de alabanza, que descienda sobre todos tus hijos el Espíritu Divino, para que seamos guiados por El y veamos al Rey!. Amén.
Repetir tres veces: Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, Tu Amadísima Esposa, ven.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Invocar a través del Inmaculado Corazón de María, Esposa del Espíritu Divino, la venida del Santo Espíritu sobre nosotros.
Pascua en Familia
5 Tips para vivir la Pascua en familia.
La Pascua el la fiesta más grande que tenemos los católicos ya que celebramos que Jesús venció a la muerte y nos ganó el Cielo para toda la eternidad.
Es así que a partir de este momento y hasta la fiesta de Pentecostés debemos vivir una fiesta constante.
Es muy bueno que en familia también podamos vivir ese ambiente por eso aquí están 5Tips para vivir la Pascual en familia.
PRIMERO. EXPLICA A TUS HIJOS LO QUE ES.
Es importante explicarles a nuestros hijos lo grande de esta fiesta.
Y para lograrlo es necesario que nosotros sepamos lo que pasa para poder explicarles.
La Pascua es el triunfo de Jesús sobre la muerte y el pecado, es decir, celebramos que Jesús nos compró, con su sangre, la vida eterna.
SEGUNDO. HAGAN UNA COMIDA DE GALA
Claro!!! Si para Navidad organizamos una cena de gala, en la fiesta más importante que tenemos debemos organizar una comida de gala.
Y la gala no debe depender de si tenemos mucho dinero o no, la gala debe estar en nuestra actitud y la disposición del corazón a festejar con respeto y con mucho gusto.
Y por que no pensar en ponernos nuestros mejores vestidos, como si estuviéramos invitados a un evento muy importante.
Para nosotros los católicos, la Pascua es la fiesta mas grande que tenemos y claro que amerita estar de fiesta.
TERCERO. COMPARTAN CON LA FAMILIA
Es la forma que tenemos de dar testimonio de la gran fiesta que hay en nuestro corazón.
En nuestra familia, tratamos de compartir ademas con los abuelos y algunos tíos.
Esto es una costumbre poco arraigada pero no quiere decir que tenga que seguir así, de nosotros depende ponerla en practica. Es bueno que demos testimonio de la alegría que conlleva la resurrección de Jesús.
CUARTO. HAGAN FIESTA DURANTE 50 DÍAS
Es importante también tomar en cuenta que la Pascua no dura solo un día. La Pascua dura 50 días y por lo mismo la familia debe estar en un ambiente de fiesta y de alegría porque Jesús ha resucitado.
QUINTO. BUSCA ACTIVIDADES ADECUADAS A SU EDAD.
Para que nuestros hijos comprendan lo que están viviendo es muy bueno que tengan actividades que refuercen lo que les decimos.
Sobre todo si son pequeños. Los niños necesitan actividades gráficas como dibujos o juegos completar frases, o laberintos que los hagan seguir en el tema, aunque ya hayan pasado los días.
Si son mas grandes es bueno platicar con ellos, leer la Biblia en los pasajes de la resurrección y por que no, ver algunas películas que ilustren el tema y que les den una idea más clara de los que realmente pasó.
Recuerda que la verdadera fiesta debe estar en tu corazón y en el de tu familia, y si logramos mantener a nuestros hijos interesados y metidos en el tema, lograremos estar en una fiesta constante y con un agradecimiento profundo hacia Dios por regalarnos a Su Hijo para salvarnos.
¡Felices Pascuas de Resurrección!
¿Quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es el agua fría, es la sombra, la brisa fresca y nuestra fuente de agua viva junto al camino de la vida.
Santa Teresa llama a nuestra alma un castillo interior, un palacio. En ese castillo, palacio o templo vive «El dulce huésped del alma»: El Espíritu Santo.
¿Quién es el Espíritu Santo? Jesucristo le llama el Consolador. En nuestra alma vive el AMOR, vive allí de forma permanente, llegó a nuestra alma para quedarse. “¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu Santo vive en vosotros?” decía San Pablo a los primeros cristianos.
Su estancia en el castillo obedece a una tarea que debe realizar, se le ha encargado que haga de ti un santo ó una santa, un apóstol. Desde el primer momento de la entrada en tu alma, en el bautismo, se ha dedicado a trabajar a destajo, ha trabajado muchos años, se ha llevado muchos desengaños, porque hay que ver cómo nos hemos portado con Él.
Ha sufrido, posiblemente, el destierro, le hemos roto su obra maestra, como el niño malo que destruye de un puntapié el castillo que construye el niño bueno en la playa. Y sobre las ruinas de nosotros mismos ha vuelto a colocar otra vez piedra sobre piedra, con una paciencia y con un amor tan grandes que sólo porque es Dios los tiene. Él no desespera, más aún tiene abrigadas firmísimas esperanzas de acabar con su obra maestra contigo. Él sabe que puede aunque tú no seas mármol de Carrara, sólo necesita algo de colaboración de tu parte o por lo menos que no le estorbes..
Los medios: la gracia santificante, las gracias actuales, sus inspiraciones, dones y frutos.
¿Cuál es su estrategia? La describe muy bien un himno dedicado al Espíritu Santo. Seleccionaré algunas partes de este himno.
Primero: El mejor consolador
Consolando, secando lágrimas, arrancando los cardos y las ortigas del desaliento, tristeza y amargura. Uno de sus mejores oficios -lo sabe hacer muy bien- es consolar, por fortuna para nosotros que somos bastante llorones y necesitamos algo más que kleenex para nuestros ratos de tristeza. El mejor Consolador, ya sabemos. Cuando lleguen los momentos más penosos en los que llorar el poco, cuando la crisis nos agarre por el cuello y nos patee, acudir a quien quiere y puede consolarnos.
Nosotros podemos decir que me sorprende la realidad más radiante que vivimos los cristianos y, por tanto, no tenemos soledad, tristeza, lágrimas. Arrancarnos la tristeza peor, la de la separación de Dios, la de la infidelidad. Alegrarnos inmensamente de haber sido hechos hijos de Dios, alegrarnos de que nuestros nombres están escritos en el cielo, vivir con alegría diaria contagiosa, alegría en el dolor, en la enfermedad, alegría en las buenas y en las malas. Espíritu Santo, haznos apóstoles de la alegría, haznos vivir un cristianismo alegre, que vivamos con aire de resucitados, y que hagamos vivir a los otros así también.
Segundo: Dulce huésped del alma
Es uno de los títulos más hermosos. No huésped inoportuno. Cuantos huéspedes con los que nosotros no quisiéramos encontrarnos, a los que les damos la vuelta. En el caso del Espíritu Santo es un dulce huésped, esperado con ansia, acogido con cariño, porque siempre trae buenas noticias, buenos regalos, dones; El mismo es el Don por excelencia.
¿Me alegro de tenerlo siempre conmigo, lo entristezco con mi desamor, le pido muchos regalos espirituales? Y ¿qué le doy yo: mi amor, mi fidelidad? ¿Le escucho dócilmente? ¿El himno «Ven, Espíritu Creador» es mi saludo mañanero, son las mañanitas al dulce huésped de mi alma? ¿Alguna vez se las he cantado? Recordemos la frase de San Pablo; «¿No sabéis que sois templos del Espíritu Santo? Él ora con nosotros y por nosotros. Vivo, por tanto, en la presencia del Espíritu Santo, gozo minuto a minuto de su compañía gratísima, y su gracia está siempre a mi disposición.
Tercero: Dulce refrigerio
Cuando el bochorno arrecia y la lengua se reseca como ladrillo y el sudor empapa la ropa, una simple coca-cola fría, un ventilador oportuno, una alberca, solucionan el problema. Pero hay otros bochornos y calores interiores que requieren de otro refrigerio. Cuando se encrespan las pasiones, cuando el orgullo se revuelve como león herido, cuando la sensualidad con su baba venenosa quiere manchar el corazón y el alma, cuando la fiebre del mundo (placeres, dolce vita…) queman de ambición nuestro espíritu, llamar urgentemente al Espíritu Santo, para que nos brinde su dulce refrigerio y vuelvan las cosas a su lugar: El mundo allá y yo acá.
Cuarto: Tregua en el duro trabajo
Ofreciendo descanso en el duro bregar de la vida. Una mañana de domingo en la casa con niños, un día en la oficina en que todo salió mal, cansa, erosiona, desgasta, produce no rara vez frustración. Cuando uno de plano está agotado, abrumado por el trabajo los problemas y las preocupaciones, acudir sencillamente a quien es descanso en el trabajo, ¡OH Espíritu Santo, desperdiciado tantas veces que gemimos bajo el peso del trabajo! ¡OH jornaleros que teniendo la fuente a unos metros se mueren de sed! Dios es abismo de amor, torrente de felicidad, éxtasis de la vida, tenerlo tan cerca y morirse de hambre, la fuente a unos pasos y morirse de sed, la hoguera alumbrando en torno y morirse de frío, el amor cerca del corazón. Sólo unos pasos tenía que dar. Vivir cerca de la luz, y morir en el túnel de las tinieblas.
Quinto: Brisa en las horas de fuego
Siendo frescura en medio del calor. Un vaso de agua fría en un día de verano, la sombra de un árbol en el campo abrasado, una brisa fresca, una fuente fría junto al camino polvoriento, cuanto se agradecen. En la vida no podemos estar luchando todo el tiempo, somos humanos y necesitamos de tanto en tanto de un respiro. El Espíritu Santo es el agua fría, es la sombra, la brisa fresca y nuestra fuente de agua viva junto al camino de la vida.
Sexto: Gozo que enjuga las lágrimas
Consolando en la aflicción. Buena falta nos hace: lloramos como niños chicos por cualquier cosa. Llorar equivale a desanimarnos, a perder el entusiasmo por nuestra vocación cristiana y humana, a querer volver atrás. Para esos momentos malos, en que podemos reaccionar como niños caprichosos, acudir a quien es el consuelo en la aflicción.
Se le atribuye al Espíritu Santo casi un oficio de madre. El sufrimiento se encuentra en la vida de todos. Cuando se le espera y cuando no. El padre Maciel decía: «Unos de una manera y otros de otra, todos llevan su calvario y van por este camino en que los ha medito el pecado original. Lágrimas y sufrimientos anidan en el ser humano, en el hombre como hombre muy escondidos y salen cuando ya no pueden más”. Por ello necesitamos la presencia del Espíritu Santo».
Posteriormente, el himno al que nos estamos refiriendo añade una serie de peticiones al Espíritu Santo.
Séptimo: Lava lo que está manchado
Lava lo que está manchado: mi alma llena de arrugas, mi corazón manchado de afectos desordenados, mi pequeño mundo lleno de cosas humanas, de tierra, de lodo; mi mente y mis sentidos a veces tan vacíos de Dios y tan llenos de mis pasiones desordenadas. Lava sobre todo la conciencia de todo pecado e imperfección, de las salpicaduras del mundo, de las manchas de pasiones, del barro de los malos pensamientos. Lava y purifica nuestra intención en el obrar, que a veces se tiñe de negras aficiones: el egoísmo, vanidad, respeto humano son manchas grasientas que requieren de un eficaz blanqueador. Necesitamos que des una limpiadita a nuestras virtudes.
Octavo: Riega el desierto del alma
Somos raíz de tierra árida, árbol que crece en la estepa. ¿Han visto ustedes los árboles que crecen en las orillas de los ríos? ¡Qué diferencia! Siempre están verdes. Decía el poeta Antonio Machado estas hermosas palabras: “Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido».
A base de agua los judíos han hecho florecer el desierto del Sinaí. Tú puedes, Espíritu Santo, hacer florecer mi desierto, esa estepa en que a penas los cardos y las jaras crecen. Y entonces crecerán virtudes, crecerán buenas obras en mi alma.
Noveno: Sana el corazón enfermo
Médico de todas las enfermedades, médico de las enfermedades que he tenido y que ahora sufro, médico a domicilio.
Señor, si quieres, puedes curarme la lepra, el cáncer, el SIDA, la gangrena, la parálisis espiritual, las fiebres reumáticas, el escorbuto. ¿Cuál es mi enfermedad? Escuchemos en seguida la frase de mando: ¡Levántate y anda! Médico de las almas, que sabes la enfermedad y conoces la medicina, ¿cuál es mi enfermedad y mi mal? ¡Dímelo!.. Y proporciona el remedio que Tú sabes y yo no quiero aceptar a veces; cúrame antes de que la enfermedad me cause la muerte, cúrame las heridas que mi orgullo, sensualidad y egoísmo me abren a diario, las heridas de mis pecados antiguos y de mis pecados de hoy.
Décimo: Doma el Espíritu indómito
Dobla mi orgullo, ablanda mi cabeza dura y mi duro corazón; si es de piedra, hazlo de carne; hazme bajar la cabeza ante la obediencia y dar el brazo a torcer. Hazme duro para conmigo mismo, que no acepte flojedades, medias tintas, fariseísmos, pero hazme blando con los demás, como un pedazo de pan que dé alimento a todos los que se crucen en mi camino; hazme, Señor, instrumento de paz, como te pedía Francisco de Asís: «Donde haya odio, ponga yo tu amor, donde haya injurias, perdón».
Once: Calienta lo que está frío
A veces somos témpanos flotantes, corazones en frigorífico, que nos se derriten con las grandes motivaciones del amor de Cristo, el celo por la salvación de las almas, la vocación a la misión. Te pido un amor apasionado, pasión por la misión.
Doce : Endereza lo que está torcido
¿Cuántos criterios en mi vida andan torcidos? Enderézalos endereza los malos hábitos, por ejemplo, el hábito de pensar mal, el hábito tan arraigado de murmurar de mis hermanos, el hábito terrible de la ociosidad, del no hacer nada, el hábito que mata la oración, la rutina, el hábito de la pereza, el hábito que empequeñece mis fuerzas con la pusilanimidad, la timidez.
Quiero dejarte el timón de mi vida, de mi barca, y quiero remar con todas las fuerzas de mis brazos.
Para concluir, demos un repaso a los deberes que tenemos con este ilustre huésped: En primer lugar, tomarlo en cuenta, hacerle caso, no dejarlo solo, ignorado abandonado. Porque dejamos abandonado el Amor.
En segundo lugar: Gratitud: le debemos tanto. La ingratitud es cardo que crece en los corazones pero sobre todo en los corazones de los cristianos, por el simple hecho de haber recibido demasiadas cosas de Dios.
En tercer lugar: Amor. Debería ser fácil amar al AMOR, enamorarse del que nos ama infinitamente a cada uno de nosotros. Antes de pedirnos que le amemos con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y todas las fuerzas, antes nos ha dicho Él: «Te amé con un amor eterno».
En cuarto lugar: Docilidad y colaboración. Para ser santos debemos dejarnos guiar y obedecer al capitán del barco.
En quinto lugar: Cuando menos no estorbarle, dejarle trabajar en nosotros. “Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón”.
EL HIMNO AL ESPIRITU SANTO.
Ven Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles,
Llena de gracia celestial
Los pechos que tu creaste.
Te llaman Paráclito,
Don de Dios altísimo,
Fuente viva, fuego, amor
Y unción espiritual.
Tú, don septenario,
Dedo de la diestra del Padre,
Por ]El prometido a los hombres
Con palabras solemnes.
Enciende luz a los sentidos
Infunde amor en los corazones,
Y las debilidades de nuestro cuerpo
Conviértelas en firme fortaleza.
Manda lejos al enemigo,
Y danos incesantemente la paz,
Para que con tu guía
Evitemos todo mal.
Danos a conocer al Padre,
Danos a conocer al Hijo
Y a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos en todo tiempo.
Que la gloria sea para Dios Padre,
Y para el Hijo, de entre los muertos
Resucitado, y para el Paráclito,
Por los siglos de los siglos. Amén.
San Desiderio: El campesino elegido obispo por aclamación
Obispo que murió mártir por defender a su pueblo de los vándalos
Desiderio (Didier o Dizier) era un campesino de vida cristiana ejemplar que vivió en el siglo IV. Al morir el obispo de su región, próxima a la frontera con la actual Suiza y Alemania, el pueblo de Langres lo eligió obispo por aclamación. Llegó a ser un gran conocedor de las Escrituras. Defendió a su pueblo de los vándalos hasta dar la vida por él. Fue martirizado en tiempos del emperador Flavio Honorio Augusto en el pueblo que hoy se llama Saint-Dizier en su nombre, en la región de Champagne.
Oración
Omnipotente Dios, mirad nuestra flaqueza, ved cómo nos agobia el peso de nuestros pecados, y fortificadnos por la gloriosa intercesión de San Desiderio, vuestro obispo mártir.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.