JUAN 15, 12-17 

En el Evangelio de hoy Jesús nos llama sus amigos.

Los psicólogos nos dicen que un verdadero amigo es alguien que nos ha visto en nuestro peor momento y aún nos ama. Si me has encontrado solo en mis mejores días no tengo ninguna garantía de que seas mi amigo. Pero cuando has tratado conmigo cuando era el más desagradable y aun así todavía me amas, entonces estoy seguro que eres mi amigo.

La vieja canción Gospel dice: “¡Qué buen amigo tenemos en Jesús!”. Esto no es sentimentalismo piadoso sino el corazón del asunto. Lo que los primeros cristianos vieron en la muerte y resurrección de Jesús fue que matamos a Dios, y Dios regresó con un amor que perdona. Nos vio en nuestro peor momento, y nos amó de todos modos.

Entonces vieron la confirmación en carne y hueso de lo que Jesús había dicho la noche anterior a su muerte: “Ya no los llamo servidores … Yo los llamo amigos”. Ellos se dieron cuenta, en el drama del misterio Pascual, que no solo se nos ha mostrado un nuevo camino, sino que hemos sido llevados a una nueva vida, una vida de amistad con Dios.

Palabras alentadoras

Nos encontramos frente al eterno dilema del ser humano: ¿lo que fue, lo que es o lo que debe ser?  La controversia de Antioquia deja de manifiesto que ya desde los primeros albores del cristianismo surgieron voces que frente a la buena nueva de Jesús sintieron miedo y se aferraron “a lo de siempre”. El peor enemigo de Jesús en la predicación del Reino será ”lo de siempre”. Los escribas y los fariseos le condenan porque “ni dice ni hace lo de siempre”.

Es esperanzador ver que la iglesia siempre ha estado ahí para acompañar, escuchar, dialogar y ayudar a romper los esquemas condenatorios que no reflejan la misericordia del rostro del Padre, mensaje central del anuncio de Jesús. Cuando Silas y Judas llevaron la carta, aquellos   recién convertidos se llenaron de alegría al oír aquellas palabras alentadoras. Son las palabras alentadoras del amor que escucha la vida del otro, que la acoge y la dignifica. Jesús dignificó y devolvió la belleza esencial, acogiendo, escuchando la vida y perdonando a quienes se le acercaban a lo largo del camino.

Los cristianos estamos llamados a ofrecer una palabra alentadora, a mirar el mundo y la historia como una maravillosa revelación del Amor de Dios.  

Amigos

Este texto del evangelio de Juan leído a la luz de la resurrección de Jesús, nos adentra en la esencia del ser de Dios, que es Amor. En Gaudium et Spes nº 24  se dice que el  ser  humano es la única  criatura creada a la que Dios ha amado por sí misma”. “Ya no os llamo siervos”, el siervo en el Antiguo Testamento era el que siempre debía permanecer junto al amo, en todo momento, para servirle en cualquier situación que surgiera. El cambio radical del mensaje de NT es cuantitativo, aquí es el Amo el que siempre permanece a nuestro lado (el siervo), “a vosotros os llamo amigos”, el salmo 56 que hemos proclamado canta la acción de gracias a la fidelidad de Dios, el que siempre está. En Jesús la amistad es el rostro profundo de la Alianza, “porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”. Una alianza de responsabilidad, la amistad de Jesús es de hombres y mujeres libres, que más allá de sus debilidades y las de los demás se han dejado seducir y amar, “soy yo quien os he elegido”, y en el capítulo 13 de este evangelio de san Juan dirá ” yo sé bien a quién he elegido”…

El amor siempre evoca un espacio y un lugar donde hacer vida la reciprocidad amorosa, aquí el espacio es el corazón del Padre desde el cual Jesús nos comparte su vida, su misterio, su entrega, su voluntad. El lugar, el campo inmenso de esta humanidad, con la cual construimos la historia y en la que estamos invitados a descubrir la presencia y el rostro de Jesús. “Y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure”… A nosotros se nos pide ser testigos de la resurrección en este siglo XXI, testigos creíbles, que lleven con la vida la mejor carta, la carta del amor, de la compasión, la carta de la verdad, la carta del perdón y la misericordia. Esa carta que solo podremos escribir cuando seamos tan libres que nada ni nadie nos impida entregarnos “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. No es fácil dar la vida, solo quienes se han sentido heridos por el amor de Dios pueden contagiar el mundo de esa misma herida. Contra este virus solo existe una vacuna: la oración, “de modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé”.   

Queridos hermanos y hermanas, ¿a dónde conduce este permanecer en el amor del Señor? ¿A dónde nos conduce? Nos lo ha dicho Jesús: «Para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea plena» (v. 11). El Señor quiere que la alegría que Él posee, porque está en comunión total con el Padre, esté también en nosotros en cuanto unidos a Él. La alegría de sabernos amados por Dios a pesar de nuestras infidelidades nos hace afrontar con fe las pruebas de la vida, nos hace atravesar las crisis para salir de ellas siendo mejores. Ser verdaderos testigos consiste en vivir esta alegría, porque la alegría es el signo característico del verdadero cristiano. El verdadero cristiano no es triste, tiene siempre esa alegría dentro, incluso en los malos momentos. (Regina Caeli, 9 mayo 2021)

Bernardino de Siena, Santo

Memoria Litúrgica, 20 de mayo

Martirologio Romano: San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien, con la palabra y el ejemplo, fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que ocurrió en L’Aquila, del Abruzo, en Italia. († 1444).

Etimológicamente: Bernardino = Aquel que es como un fuerte oso, es de origen germánico.

Breve Biografía

Taquigrafiados con un método que inventó un discípulo suyo, los sermones populares de San Bernardino de Siena han llegado hasta nosotros con toda la naturaleza y el estilo rápido y colorido con que los pronunciaba en las diversas plazas italianas. Al releerlos hoy, se descubre en ellos la actualidad de los temas, entre los más recurrentes el de la caridad, la unidad, la armonía y la justicia. Atacaba la avaricia de los nuevos ricos, comerciantes, banqueros, usureros, negociantes: “Sé muy bien que los bienes que tú tienes no son tuyos; Dios los ha dado al mundo para provecho del hombre: no son del hombre, no, sino para las necesidades del hombre”.

Dirigía palabras durísimas a los que “renegaban de Dios por una cabeza de ajo”, y a “las fieras de largas uñas que roen los huesos del pobre”. “Si tú tienes muchos bienes y no tienes necesidad de ellos, y no los regalas y mueres, vas a parar a una casa muy caliente”. Aun después de su muerte, acaecida en la ciudad de Aquila, en 1444, San Bernardino continuó su obra de pacificación. En efecto, había llegado a esa ciudad casi moribundo y no pudo predicar los sermones que se había propuesto. Como las luchas seguían entre los bandos, su cuerpo comenzó dentro del cajón a echar sangre a borbotones, y el chorro de sangre cesó solamente cuando los ciudadanos de Aquila pactaron la paz. En acción de gracias decretaron la construcción de un magnífico monumento sepulcral, llevado a cabo después por Silvestre de Santiago.

San Bernardino fue canonizado en 1450, es decir, a los seis años de su muerte, y había nacido en 1380 en Massa Marittima, de una noble familia de Siena. Como quedó huérfano de ambos padres, siendo todavía muy niño, lo criaron dos tías. Estudió en Siena hasta los 22 años, y después abandonó la vida mundana para vestir el hábito franciscano. Dentro de la Orden fue uno de los principales propulsores de la reforma de los franciscanos observantes. Difundió la devoción al santísimo nombre de Jesús, y en unas tablitas de madera hizo grabar el monograma “JHS” que le hacía besar al público al final de sus sermones. Es el santo patrono de: los anunciantes; la publicidad; contra la ronquera; para pedir por los adictos a los juegos de azar; el personal de relaciones públicas; problemas respiratorios; de la diócesis de San Bernardino en California, E.E.U.U., y de Italia.

15 formas sencillas de expresar amor al prójimo

Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre!

Hemos querido hacer una recopilación de actos sencillos de amor que muchas veces pasamos por alto pero que, en su sencillez son manifestaciones concretas del amor de Dios. Un corazón que se ha encontrado con Él no puede permanecer indiferente a los demás. ¡No privemos a los demás de nuestra sonrisa, de nuestra alegría, de la esperanza que nos da Cristo! El mundo lo necesita.

1) Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre!

No nos damos cuenta pero cuando sonreímos aligeramos la carga a quienes nos rodean. Cuando vamos por la calle, en el trabajo, en la casa, en la universidad. La felicidad del cristiano es una bendición para los demás y para uno mismo. ¡Quién tiene a Cristo en su vida no puede estar triste!

2) Dar las gracias siempre (aunque no «debas» hacerlo).

Nunca te acostumbres a recibir porque lo necesitas o porque tienes «derecho a». Todo lo recibes como un regalo, nada te «lo deben» aunque hayas pagado por ello. Da siempre las gracias. Es más feliz quien es agradecido.

3) Saludar con alegría a esas personas que ves a diario.

Seguro es quien abre la puerta, quien limpia, quien contesta las llamadas. Lo ves a diario y al saludarlo le recuerdas que es importantísimo lo que hace.

Tanto tu trabajo como el de él/ella se hace más a gusto si le haces ver que es valioso para otros, que su presencia cambia las cosas.

4) Recordarle a los demás cuánto los amas.

Tú sabes que los amas … ¿y ellos? Las caricias, los abrazos y las palabras nunca sobran. Si Jesús no se hubiera hecho carne, nosotros jamás habríamos entendido que Dios es Amor.

5) Escuchar la historia del otro, sin prejuicios, con amor

¿Qué puede hacernos más humanos que saber escuchar? Cada historia que te cuentan te une más con el otro: sus hijos, su pareja, la jefa, el profesor, sus preocupaciones y alegrías … tú sabes que no sólo son palabras, son partes de su vida que necesitan ser compartidas.

6) Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita.

¿Qué más podemos decir? No importa si es un problema de matemáticas, una simple pregunta o alguien que tiene hambre ¡jamás sobra la ayuda! Todos necesitamos de los demás. Aunque suelas ayudar, recuerda que tu también eres necesitado.

7) Levantarle los ánimos a alguien.

Sabes que no anda bien o nada bien y no sabes qué hacer. Decides sacarle una sonrisa para hacerle saber que no todo es malo. Siempre es bueno saber que hay alguien que te ama y que estará siempre a pesar de las dificultades.

8) Celebrar las cualidades o éxitos de otro.

Solemos callarnos lo que nos gusta y nos alegra de los demás: sus éxitos, sus cualidades, sus buenas actitudes. Simples frases como «¡Felicidades!», «Me alegro mucho por ti» o «Ese color te queda muy bien» le han hecho el día a tu compañero y nos ayudan a vernos entre nosotros como Dios nos ve.

9) Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesita.

¿Te has imaginado alguna vez que tu playera favorita de cuando tenías 17 años, ahora es la playera favorita de una adolescente que no tiene mucho que ponerse? Si eres hermano mayor, lo sabes. Por eso es bueno acostumbrarnos a valorar lo que tenemos y si tenemos más de lo que necesitamos, regalarlo nos ensancha el corazón y protege del frío a otro.

10) Ayudar cuando se necesite para que otro descanse.

Esto se vive en las familias: cuando uno descansa otro trabaja. Nada más hermoso que saber que alguien más ya comenzó a hacer algo que necesitabas por ti o que siempre puedes pedir ayuda. Cuando nos ayudamos mutuamente a llevar las responsabilides diarias la vida es más llevadera.

11) Corregir con amor, no callar por miedo.

Corregir es un arte. Muchas veces nos encontramos en situaciones que no sabemos manejar. El mejor método es el amor. El amor no sólo sabe corregir, sino que sabe perdonar, aceptar y seguir adelante. No tengas miedo de corregir y ser corregido, eso es una muestra que los demás apuestan por ti y quieren que seas mejor.

12) Tener buenos detalles con los que están cerca de ti.

Sabes lo que le gusta mejor que nadie, ¿por qué no aprovechar eso? Nada se disfruta más que aquello que es dado con amor, él se gana unos minutos de descanso y tú una sonrisa auténtica. Salir de uno mismo y pensar en los demás siempre es mejor y alegra el corazón.

13) Limpiar lo que uso en casa.

Si vives con tu familia o ya vives fuera de casa, sabes lo importante que es recoger y limpiar lo que usas. Hay una voz dentro de ti que te dice que deberías ayudar un poco más de lo que quisieras… Y sorprendentemente te sientes muy bien de hacerlo.

14) Llamar por teléfono a tus padres.

Ahora tú vives solo, te mueves solo y quizá hasta tienes tu propia familia. Sin embargo, tus padres aún se conmueven cuando les haces saber que piensas en ellos. Estar atentos a lo que necesitan o simplemente saber cómo están es algo que no te cuesta mucho y es un gesto enorme de gratitud.

15) Ayudar a los demás a superar obstáculos.

De chiquitos lo hacíamos, ¿porqué no hacerlo ahora? Ayudarle a alcanzar el transporte, a cargar sus maletas, a cruzar la calle o regalarle unas monedas para que pueda pagar. Esos detalles nunca se olvidan. Eres el extraño que aún cree en la humanidad.

El Papa aboga por el uso responsable de las redes sociales

En su discurso a los participantes en la Conferencia Internacional del Grupo Santa Marta.

Entre las numerosas audiencias que el Papa Francisco ha mantenido en esta ajetreada jornada de actividad vaticana, esta mañana ha tenido lugar la de los participantes en la conferencia internacional del Grupo Santa Marta, que se celebra desde el 17 de mayo hasta hoy en la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. El Grupo, creado en 2014, reúne a dirigentes de diversas organizaciones policiales, gubernamentales, civiles y religiosas que comparten conocimientos, experiencias y buenas prácticas para prevenir y combatir la trata de personas y las formas modernas de esclavitud. En su discurso, el Pontífice reiteró seguir asistiendo a las víctimas de este fenómeno en un proceso de curación y recuperación de la autoestima.

Renovar la visión ética de la vida política, económica y social

El Papa definió como «actividades criminales» las que operan en el complejo mecanismo de la trata de personas en el mundo – fenómeno que considera una verdadera «plaga»- y que «violan la dignidad y los derechos de hombres, mujeres y niños» con «efectos duraderos en las víctimas, en particular, y en la sociedad en general». A los que se dedican a intentar erradicar esta plaga el Pontífice dirige un vivo agradecimiento. Francisco recuerda cómo -en los años transcurridos desde su creación- el Grupo Santa Marta se ha dedicado a promover una comprensión cada vez mayor del alcance y la naturaleza de la trata de personas, reforzando la colaboración a nivel internacional, nacional y local para «encontrar formas eficaces» de combatirla. Por ello, espera que las víctimas reciban los

«Por desgracia, las formas modernas de esclavitud siguen extendiéndose, incluso en las zonas más desarrolladas del mundo. Espero que la lucha contra la trata de personas también tenga más en cuenta una serie de realidades más amplias, como el uso responsable de la tecnología y las redes sociales y la necesidad de una visión ética renovada de la vida política, económica y social, centrada no en el beneficio sino en las personas», advierte el Santo Padre.

Las vítimas de la trata no tienen voz

Es imprescindible -subraya el Papa- apoyar, acompañar y reintegrar a las víctimas de la trata de seres humanos en nuestras comunidades y ayudarlas en el proceso de curación y recuperación de su autoestima». El Pontífice no oculta, sin embargo, que la tarea es «verdaderamente ardua», por lo que asegura que hay que animarse a perseverar en la defensa de la dignidad que Dios ha dado a cada persona y en la defensa de los derechos humanos fundamentales. También añade que las víctimas de la trata de personas son olvidadas con demasiada frecuencia y no tienen voz.

«La Iglesia agradece siempre toda expresión de caridad fraterna y de atención a todos los esclavizados y explotados, porque así se hace visible la misericordia de Dios y se fortalece y renueva el tejido social. Una vez más, expreso mi gratitud por su compromiso y cooperación en esta área vital», enfatiza Francisco.

El Grupo Santa Marta está presente en treinta países

Con actividades en más de treinta países, el Grupo Santa Marta no pretende imponer una solución única a un problema complejo y transnacional, sino que busca identificar, inspirar e iniciar acciones. El objetivo de esta conferencia era reunir a los principales responsables de la toma de decisiones para reorientar y revitalizar las actividades a la luz del empeoramiento de la situación en todo el mundo, causado también por la persistencia de los conflictos y la inestabilidad en muchas regiones.

Abejas o escarabajos

¿Cómo actúo cuando me entero de la falta de un hermano?

La indulgencia es una virtud de mucha importancia, pero bastante difícil en la vida en comunidad. La indulgencia con las faltas de los hermanos, se traduce en perdonarlas, expiarlas, comprenderlas, ignorarlas. El Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt, explica: “la comunidad no es sólo gracia condensada, sino también pecado original condensado. El realismo cristiano nos indica, entonces, que los grupos humanos no son solamente una comunidad de santos”, sino también “una comunidad de pecadores.

Y cuando me entero de la falla de un hermano, la tentación es muy grande de criticarlo enseguida o en forma indebida (a sus espaldas). Es en estos momentos en que tenemos que cuidar nuestra lengua. Si quieren examinar si han tomado en serio el amor entre ustedes, en este punto pueden verificarlo. Y tenemos los criterios cuando se trata de criticar a un hermano ausente:

1. A sus espaldas yo digo sólo aquello que diría también en su presencia.
2. A sus espaldas yo digo sólo aquello que quisiera que se diga de mí en un caso semejante.

Ahora, ¿cómo debo actuar, cómo debo comportarme cuando descubro faltas y deficiencias en los hermanos? El P. Kentenich propone dos actitudes y un método práctico.

¿Cuáles son esas dos actitudes?

1. Tenemos que considerar las miserias humanas como algo evidente. Porque todos somos seres cargados con el lastre del pecado original. Esto no lo debemos ni lo podemos olvidar nunca. Es natural que yo tenga faltas. Es natural que también mis hermanos tengan fallas. Y así como tengo que soportar diariamente mis propios defectos y limitaciones, así he de aguantar también las debilidades ajenas.

2. Siendo así la situación del hombre, debemos, en segundo lugar, acercarnos al hermano que falla con mucha benevolencia. Nadie de nosotros es juez, ni de vivos ni de muertos.

Benevolencia es un cierto disimulo que parece no ver ciertas deficiencias notables. Es todo lo contrario de aquella triste perspicacia que tienen algunos para ver defectos ocultos. Benevolencia presupone también una cierta ingeniosidad para descubrir el oro en cada uno. Y, en cada uno de nosotros hay cantidades de lingotes de oro. Sólo precisamos un sentido para descubrir lo bueno en el hermano.

Y entonces el Padre Kentenich hace una comparación: no debemos ser como el escarabajo. El escarabajo puede pasar por los manjares más ricos y delicados, pero no le interesan. Busca sólo los desperdicios, lo descompuesto. Nosotros debemos ser como la abeja. Ella revolotea por todas partes, pero sólo se detiene en el néctar.

El método práctico cuando descubro en un hermano un defecto

1. Debo preguntarme: ¿acaso no tengo yo el mismo defecto? Y muchas veces tendré que contestar que lo tengo. Tal vez se manifieste de manera diferente. O tal vez no tenga la misma falla, pero he de reconocer que tengo otras y aún mayores que mi hermano.

2. En segundo lugar, antes de llamarle la atención al hermano, debo tratar de vencer en mí mismo ese defecto. Debo esforzarme en ese campo, al menos durante un cierto tiempo.

Y después de haber cumplido con esas dos condiciones, puedo hablar con mi hermano y decirle mi crítica. Podré ser más objetivo, y el modo de llamarle la atención necesariamente será más cuidadoso, moderado y digno.

¿Tienes dificultades para promocionar tu negocio? Rézale a san Bernardino de Siena

Public Domain | Wikipedia

Saint Bernardino of Sienna. Photo of a painting of 16th century in Langeais Castle, France. Unknown painter.

Sabía que para transmitir un mensaje importante, hay que usar varios medios diferentes y usarlos con eficacia

Conocido como el “Apóstol de Italia”, san Bernardino de Siena es famoso por ser uno de los mejores predicadores de todos los tiempos.

Miles de personas acudían en masa a los lugares donde predicaba. Y sus palabras eran tan conmovedoras que las personas se arrepentían de inmediato de sus ofensas.

Entre sus propias pasiones estaba la devoción al Santo Nombre de Jesús. La Enciclopedia Católica explica:

“En todas partes Bernardino convencía a las partes en conflicto de retirar sus armas de los muros de palacios y templos y de escribir en ellos las iniciales ‘I. H. S.’ (…)

En Bolonia, Bernardino logró que un impresor de barajas, que se arruinó a causa de sus sermones en contra del juego, se pudiese ganar la vida imprimiendo y vendiendo esos estandartes.

El deseo de tenerlos era tan grande entre la población, que el impresor pronto amasó una pequeña fortuna”.

Patrón de los anunciantes

A lo largo de los siglos ha habido numerosas pinturas que representan a san Bernardino sosteniendo esas cartas, predicando al pueblo sobre el Santo Nombre de Jesús.

Dada la eficacia de su predicación y su convincente empleo de herramientas visuales para atraer a las multitudes, san Bernardino es conocido como el santo patrón de los anunciantes.

Así que, si tienes problemas con la publicidad de tu negocio u organización, reza a san Bernardino de Siena, que sabía que para transmitir un mensaje importante, hay que usar varios medios diferentes y usarlos con eficacia.

Oración

Oh Dios,
que diste al sacerdote san Bernardino de Siena
un gran amor por el Santo Nombre de Jesús,
concédenos por sus méritos y oraciones que siempre ardamos con el espíritu de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
un Dios, por los siglos de los siglos.

San Bernardino de Siena, ¡ruega por nosotros!