Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
Hoy empezamos los ejercicios espirituales de ocho días. Oh Jesús, Maestro mío, ayúdame que haga estos santos ejercicios con el máximo fervor. Que Tu Espíritu, oh Dios, me guíe al profundo conocimiento de Ti, Señor, y al total conocimiento de mí misma, ya que tanto más Te amo cuanto más Te conozco. Tanto más me despreciaré a mí misma cuanto más conoceré mi miseria. Sé que Tú, Señor, no me negarás Tu ayuda. Deseo salir santa de estos ejercicios espirituales, aunque no lo noten los ojos de los hombres ni tampoco la mirada de las Superioras. Me someto toda a la acción de Tu gracia, se cumpla completamente en mí Tu voluntad, Señor.
Reflexión: La misión de Santa Faustina
Cracovia 20-X-1937. Oh Dios mío, que te adore todo lo que hay en mí. Deseo hablar a las almas de tu bondad. Esta es mi misión que tú mismo me has confiado en esta y en la vida futura. Él le dice: Niña mía, todavía unas cuantas gotas en el cáliz, no falta mucho. Sentí que mi misión empezaba en toda la plenitud. Santa Faustina escribe en su Segundo cuaderno: cantaré eternamente la misericordia del Señor, delante de todo el pueblo, ya que este es el mayor atributo de Dios. Oh Jesús mío, tú sabes que por mí misma no hubiera escrito ni una sola letra y si escribo es por una clara orden de la Santa Obediencia.
¿Cuál era la misión de Santa Faustina? Jesús le dice: Hija mía sé diligente en apuntar cada frase que te digo sobre misericordia, porque están destinadas para un gran número de almas que sacarán provecho de ella. Su misión era transmitir lo que quería nuestro Señor, que todo el mundo, conociera la misericordia de Dios. Está sencilla monja, sin grandes estudios, el Señor le confió una gran misión. Jesús le dice: Te envío a toda la humanidad con mi misericordia; tú eres la secretaria de mi misericordia, te he escogido para este cargo en esta y en la vida futura, para que des a conocer a las almas, la gran misericordia que tengo con ellas.
La Santísima Virgen me dijo: Yo di al mundo al Salvador, y tú debes hablar al mundo de su gran Misericordia y preparar al mundo para su segunda venida. Él vendrá no como un Salvador, sino como un Juez justo. Oh que terrible es ese día, los ángeles tiemblan ante el día de la ira divina. Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras sea aún el tiempo de concederla. Si ahora callas, en aquel día responderás por un gran número de almas. No tengas miedo de nada, yo te acompaño con mis sufrimientos.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda proclamar su misericordia, a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y proteja.
Sta. Faustina. Ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Víctor Arce.