La última estrofa de un poema, el último capítulo de una novela o las últimas líneas de una obra de teatro son de una importancia extraordinaria, pero sólo si se ha leído toda la obra hasta ese punto. De modo similar, para comprender el libro del Apocalipsis, el último libro de la Biblia, tenemos que ocuparnos de la gran extensión de la historia comenzando en el Génesis. La reseña de esa narrativa Bíblica —que estamos llamados a dar a Dios la alabanza correcta y de la alabanza correcta resulta el orden correcto— alcanza su culminación en Cristo, el Cordero que fue sacrificado, que hermana al universo entero en la alabanza correcta.
El pueblo de Israel es llamado pueblo sacerdotal. Que importante es eso. Pero Israel es imperfecto, hasta que venga aquel que es llamado la gloria de su Pueblo Israel. Jesús el Sumo Sacerdote, Jesús el Rey, y JESUS fue el resumen de lo mejor de Israel y que en el transcurso de su vida da la alabanza correcta a su PADRE y entonces trae a toda la Creación la alabanza correcta y vean como la Cruz yl a Resurrección es la culminación de esta gran historia que conduce al libro final de la Biblia. Las revelaciones que Dios quiere. Entonces vayamos al texto del pasaje, mientras Juan mira la Corte Celestial, ve todos esos personajes alabando a Dios, ¿Qué están diciendo? ¨Digno es el Cordero degollado que fue inmolado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría y la fuerza. ¿A quién están adorando? Son los Ancianos del Cielo, son los Angeles, son las Creaturas vivientes . No adoran a un rey terrenal ni a ningún soberano terrenal. Están adorando a un Cordero, el animal más débil, un Cordero que ha sido sacrificado, pueden imaginarse una imagen más débil. Bueno la referencia por supuesto es a JESUS CRUCIFICADO, que es llamado el Cordero de Dios, porque ofrece un sacrificio al PADRE. El Cordero que fue Crucificado sobre la Cruz es de hecho aquel, alrededor del cual se congrega apropiadamente la alabanza de todo el Universo. Vean ahora como esta Iglesia Cósmica, es la Asamblea Celestial, que da la Alabanza Correcta de la tierra aquí debajo. De nuevo este es Juan hablando de la lectura de ayer ¨Di a todas las creaturas que hay en el Cielo, en la Tierra y en el mar -todo cuanto existe- que decían al que está sentado en el Trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. A todos los que han estado atentos a la narrativa bíblica saben porque está ubicado al final del Nuevo Testamento, que es lo que Dios quiso desde el comienzo, que toda la Creación, escuchen, las cosas debajo de la tierra y el mar, todo cuanto existe en el Universo, clamando alabanzas a Dios. Ese era el propósito desde el principio y estábamos llamados a conducir ese coro de alabanzas a Dos. Ese era el propósito de colocarnos de nuevo en línea. Sucedió a través de XTO. Crucificado. Y ahora es precisamente ese XTO. El Cordero que ha sido Crucificado, el que reune a todo el Universo en la alabanza correcta. El Cordero que luego del desastre del pecado, hizo posible esta alabanza. Ahora les digo que hay relación del Apocalipsis con la Misa y puede sostener una afirmación acertada. Porque aquí existe una relación muy clara. ¿Qué es la Misa?. Algunos dicen ¨Oh es le reunión, mediante la cual la Comunidad se celebra así misma. No, eso no es la Misa. Oh nos reunimos para animarnos entre nosotros para salir y construir el Reino de Dios. No, realmente, no exactamente.
¿Qué es le Misa? La Misa es el reflejo aquí debajo de esta gran Liturgia Celestial. Así que lo que Juan ve en su visión, ve a todas las Criaturas Celestiales vivientes y todas reunidas en Alabanza a Dios. La Misa aquí abajo es la anticipación de ese colocarnos nuestras naturalezas un poco débiles en línea con la gran Alabanza de la Corte Celestial. Y decimos algo como esto ¨Santo, Santo¨ en la Misa, decimos algo como esto ¨unamos nuestras voces que están alabando a Dios. Sabemos que aquí abajo son diminutas, pero que se mezclen y armonicen con las suyas en el Cielo, para que la alabanza se convierta en el modelo de la alabanza aquí y que por tanto brote la Paz, aquí como existe allá. ¿Tiene sentido? Gloria a Dios en las alturas y Paz a los hombres que ama el Señor. Hay cantos religiosos que no van en sentido teológico correcto, tienen que ver con la teología eucarística, por ejemplo -el pan que eres tú- eso nos es teología católica. Porque la teología católica dice que el pan nos es más que pan. Ese Pan ha sido tocado por Dios, transsubstanciado. Y lo que no sabe bien cuando se refiere a la comunidad, cuando dicen -Reunamonos- no es en la oscuridad de los límites del templo, no en cierto cielo a años luz de distancia, sino aquí en este lugar y ahora mismo que la luz está brillando, eso está totalmente mal. Primero el Cielo no está a años luz, como si estuviera a una distancia espacial, como más allá de la galaxia o algo así, esa no es la forma correcta de pensarlo. Pero lo más importante es que la Misa trata sobre el Cielo, es sobre el Cielo y como les decía ayer, el Cielo es nuestra conexión aquí abajo con el Reino Celestial, no ponemos al Cielo entre paréntesis como si estuviéramos aquí desarrollando nuestra Comunidad no va a ser bien armada apropiadamente a menos que esté conectada a la Comunidad que alaba en el Cielo, es la conexión de estas dos lo que se revela en esa lectura del Apocalipsis – Revelatio, que es lo que está siendo revelado aquí es la adoración de XTO. RESUCITADO, que produce Paz en el Cielo y Paz en la Tierra. Adoremos a Jesús Resucitado en nuestros corazones y en su Comunidad.
Santo Tomás Moro (1478-1535)
hombre de estado inglés, mártir
Diálogo del consuelo en las tribulaciones
“La obra de Dios es que creáis en aquel que ha he enviado”
El fundamento sobre el cual nos apoyamos es la fe. Sin fe, es imposible esperar que se pueda llevar algún consuelo espiritual… ¿Qué sostén podrá procurar la Santa Escritura a alguien que no crea que es la Palabra de Dios y que su Palabra es verdadera? ¡Poco provecho encontrará si uno no cree que es la Palabra de Dios o si, incluso admitiendo que lo es, cree que puede tener errores! Según la fe sea más o menos fuerte, las palabras de consuelo de la Santa Escritura harán un bien mayor o menor. Esta virtud de la fe ningún hombre puede adquirirla por sí mismo, ni tampoco darla a otro… La fe es un don gratuito de Dios, y tal como dice Santiago: “Todo bien, todo don perfecto viene de lo alto, del Padre de las luces.” (St. 1,17). Por eso, nosotros cuando tengamos signos de que nuestra fe es débil, pidámosle que la fortifique.
Si miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que existen muchas ofertas de alimento que no vienen del Señor y que aparentemente satisfacen más. Algunos se nutren con el dinero, otros con el éxito y la vanidad, otros con el poder y el orgullo. Pero el alimento que nos nutre verdaderamente y que nos sacia es sólo el que nos da el Señor. (HOMILÍA SANTA MISA EN LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI 19 de junio de 2014
Atanasio, Santo
Memoria Litúrgica, 2 de mayo
Obispo y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia, el cual, preclaro por su santidad y doctrina, en Alejandría de Egipto defendió con valentía la fe católica desde el tiempo del emperador Constantino hasta Valente, por lo cual tuvo que soportar numerosas asechanzas por parte de los arrianos y ser desterrado en varias ocasiones. Finalmente, regresó a la Iglesia que se le había confiado, donde, después de haber luchado y sufrido mucho con heróica paciencia, descansó en la paz de Cristo en el cuadragésimo sexto aniversario de su ordenación episcopal († 373).
Breve Biografía
Atanasio nació en Alejandría de Egipto en el año 295, y es la figura más dramática y desconcertante de la rica galería de los Padres de la Iglesia. Tozudo defensor de la ortodoxia durante la gran crisis arriana, inmediatamente después del concilio de Nicea, pagó su heroica resistencia a la herejía con cinco destierros decretados por los emperadores Constantino, Constancio, Julián y Valente. Arrio, un sacerdote salido del seno mismo de la Iglesia de Alejandría, negando la igualdad substancial entre el Padre y el Hijo, amenazaba atacar el corazón mismo del cristianismo. En efecto, si Cristo no es Hijo de Dios, y él mismo no es Dios, ¿a qué queda reducida la redención de la humanidad?
En un mundo que se despertó improvisamente arriano, según la célebre frase de San Jerónimo, quedaba todavía en pie un gran luchador, Atanasio, que a los 33 años fue elevado a la prestigiosa sede episcopal de Alejandría. Tenía el temple del luchador y cuando había que presenter batalla a los adversarios era el primero en partir lanza en ristre: “Yo me alegro de tener que defenderme” escribió en su Apologia por la fuga. Atanasio tenía valentía hasta para vender, pero sabiendo con quién tenía que habérselas (entre las acusaciones de sus calumniadores estaba la de que él había asesinado al obispo Arsenio, que después apareció vivo y sano), no esperaba en casa a que vinieran a amarrarlo. A veces sus fugas fueron sensacionales. El mismo nos habla de ellas con brío.
Pasó sus últimos dos destierros en el desierto, en compañía de sus amigos monjes, esos simpáticos anárquicos de la vida cristiana, que aunque rehuyendo de las normales estructuras de la organización social y eclesiástica, se encontraban bien en compañía de un obispo autoritario e intransigente como Atanasio. Para ellos escribió el batallador obispo de Alejandría una grande obra, la “Historia de los arrianos”, dedicada a los monjes, de la que nos quedan pocas páginas, pero suficientes para revelarnos abiertamente el temperamento de Atanasio: sabe que habla a hombres que no entienden las metáforas, y entonces llama al pan pan y al vino vino: se burla del emperador, llamándolo con apodos irrespetuosos, y se burla también de los adversarios; pero habla con entusiasmo de las verdades que le interesan, para arrancar a los fieles de las garras de los falsos pastores.
Durante las numerosas e involuntarias peregrinaciones llegó a Occidente, a Roma y Tréveris en donde hizo conocer el monaquismo egipcio, como estado de vida organizado de modo muy original en el desierto, presentando al monje ideal en la sugestiva figura de un anacoreta, San Antonio, de quien escribió la célebre Vida, que se puede considerar como una especie de manifiesto del monaquismo. Murió en el año 373.
Estar dispuesto a caminar
Santo Evangelio según san Juan 6, 22-29. Lunes III de Pascua
Por: Balam Loza, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi Dios y mi Todo. Sí, tengo hambre, hambre de ti. Tengo hambre de plenitud y sólo Tú puedes llenar mi corazón de ese amor del que estoy necesitado y sediento. Por eso vengo hoy a tus pies, a estar aquí, en tu presencia, contemplando el gran amor que me tienes y dejándome transformar por ti. En el silencio escucho tu voz fuerte que me habla y que me dice que nada ni nadie puede saciar el deseo de plenitud que tengo, porque solamente Tú lo puedes hacer.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 22-29
Después de la multiplicación de los panes, cuando Jesús dio de comer a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la multitud, que estaba en la otra orilla del lago, se dio cuenta de que allí no había más que una sola barca y de que Jesús no se había embarcado con sus discípulos, sino que éstos habían partido solos. En eso llegaron otras barcas desde Tiberíades al lugar donde la multitud había comido el pan. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste acá?» Jesús les contestó: «Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el Padre Dios lo ha marcado con su sello».
Ellos le dijeron: «¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?» Respondió Jesús: «La obra de Dios consiste en que crean en Aquél a quien Él ha enviado».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¿Por qué voy a la Iglesia? ¿Qué es lo que busco? En este pasaje del Evangelio vemos el deseo de las multitudes, ellos no buscan milagros, obras extraordinarias, buscan a Jesús pues es Él quien puede saciar su hambre. Recorren muchos kilómetros con tal de encontrarlo, pasan la noche al descampado, van de un lado a otro y al final lo encuentran.
El hombre busca la plenitud, la propia realización, busca la felicidad. Para alcanzarla recorre muchos caminos, hacen grandes sacrificios, pero quien busca, encuentra y quien persevera, alcanza. A veces, se puede equivocar de camino o buscar la felicidad en lugares donde jamás la encontraremos, pero no importan las muchas veces que nos equivoquemos, porque al final, si seguimos, podremos alcanzar lo que tanto hemos anhelado.
El hombre es un peregrino. En los peregrinajes podemos encontrarnos con lugares hermosos, personas excelentes, días tranquilos o también con días lluviosos, lugares solitarios o personas desagradables. Hay días buenos y días que no los son. Hay días en los que tenemos todos los ánimos y días que no queremos mover un pie. Pero hay que seguir caminando, no podemos quedarnos anclados, hay que ver hacia adelante y ponerlo todo.
La vida del cristiano está motivada por el deseo de encontrarse con Jesús; es Él la última esperanza y el deseo de nuestro corazón. Por eso no importa cuánto haya que caminar o sufrir porque hay una meta y una esperanza. Jesús lo es todo; la razón de nuestro existir.
«Que no falte sereno valor de confesar que es necesario buscar no «el alimento que perece, sino el que perdura para la vida eterna. No apacentarse a sí mismos, sino saber retroceder, abajarse, descentrarse, para alimentar con Cristo a la familia de Dios. Vigilar sin descanso, elevándose para abarcar con la mirada de Dios a la grey que sólo a él pertenece. Elevarse hasta la altura de la Cruz de su Hijo, el único punto de vista que abre al p astor el corazón de su rebaño».
(Discurso de S.S. Francisco, 23 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a detenerme un momento en una iglesia o parroquia para recordar qué es lo más importante en mi vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Redescubriendo el Evangelio del trabajo
El valor y la dignidad del trabajo humano están también en el hecho de que quien lo desempeña es una persona
¿Qué es el trabajo? ¿Qué sentido tiene en la vida del hombre y de la mujer? ¿Cuál es su valor más profundo? ¡Preguntas que no son meramente teóricas! Más bien tienen consecuencias muy prácticas en la vida de cada uno y cada una de nosotros. Nos ayudan a aclarar nuestra relación con el trabajo que desempeñamos cada día; nos permiten comprender mejor qué es el trabajo para nosotros a nivel personal, cómo lo vivimos en lo concreto de nuestra vida. Son preguntas importantes que, con ocasión de este Seminario, no podemos eludir.
Lamentablemente, en nuestros tiempos se difunde una aproximación más bien superficial, parcial y reductiva al trabajo, que corre el riesgo de falsificar su realidad. Para muchos el trabajo es solamente un medio para ganar dinero, para enriquecerse; para otros, es una vía para alcanzar el éxito en la vida, hacer carrera, adquirir poder… Hay quien transforma el trabajo en una suerte de absoluto, algo por lo cual está dispuesto a sacrificarlo todo: la propia dignidad, la familia, los hijos. Nada cuenta, solamente el trabajo… Se trata de una especie de idolatría del trabajo. Por otro lado, hay también quien aborrece el trabajo, considerándolo una maldición. Entonces, ¿qué es el trabajo? Y sobre todo, ¿qué significado tiene a los ojos de Dios Creador y Redentor del hombre?
La Biblia nos enseña que en la vida de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios, el trabajo es una verdadera vocación. Mediante el trabajo, cualquier trabajo, manual o intelectual, Dios llama al hombre a participar en su obra creadora en el mundo. En la condición presente de una humanidad herida por el pecado, soportando el sudor de la frente y la fatiga del trabajo, en unión con Cristo crucificado, el hombre colabora también con la obra de la Redención. Éste es el corazón latiente del “Evangelio del trabajo” del que tanto habló el Papa Wojty?a.
El valor y la dignidad del trabajo humano están también en el hecho de que quien lo desempeña es una persona. San Juan Pablo II lo decía con fuerza: «el primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo, su sujeto. A esto va unida inmediatamente una consecuencia muy importante de naturaleza ética: es cierto que el hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está “en función del hombre” y no el hombre “en función del trabajo”» (Laborem exercens, n. 6). A su vez el Concilio Vaticano II añadía a propósito un aspecto muy importante: « [El hombre] con su acción no sólo transforma las cosas y la sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y se trasciende. Tal superación, rectamente entendida, es más importante que las riquezas exteriores que puedan acumularse» (Gaudium et spes, n. 35). De este modo, el hombre trabajando no sólo crea y produce algo, sino sobre todo se realiza como hombre, madura y crece como persona, ¡su vida adquiere sentido!
En este contexto se comprende de modo claro el drama de la desocupación que hoy aflige a tantos hombres y mujeres, ¡sobre todo jóvenes! El Papa Francisco lo describe con palabras fuertes: «Grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del “descarte”» (Evangelii gaudium, n. 53). Por esto el Santo Padre expresa su esperanza de «acceso al trabajo para todos» (cf Laudato si’, n. 127). ¡Su concepto de ecología integral también incluye el trabajo para todos! (cf ibidem, n. 124) La desocupación hiere profundamente la dignidad de la persona humana, la dignidad del hombre y de la mujer, por ello debe ser combatida como una plaga que destruye la vida de las personas, de las familias y de sociedades enteras. La creación de puestos de trabajo entonces es sin duda un aspecto imprescindible del servicio al bien común. El Papa Francisco insiste: «Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo» (ibidem, n. 128).
Sin embargo, ¡no es raro que el trabajo sea usado contra el hombre! ¡Cómo no recordar los campos de concentración nazis con aquel cartel burlón que acogía a los deportados a su llegada, diciendo: “Arbeit macht frei” (El trabajo hace libres) o los gulag soviéticos. En ambos casos, el trabajo se convertía en instrumento de exterminio. Y ¡cuántas formas de explotación del trabajo existen todavía hoy!: trabajo desempeñado en condiciones inhumanas, salarios de hambre, varias formas de discriminación en el trabajo (¡especialmente respecto a las mujeres!). Causa horror además la explotación del trabajo de menores o inclusive de niños. No es raro entonces que los derechos de los trabajadores no sean respetados y que se use el trabajo para pisotear la dignidad de la persona humana.
El valor y la dignidad del trabajo humano… si es así para todo hombre y para toda mujer, debe serlo particularmente para todo cristiano. La Christifideles laici presenta una suerte de código ético del trabajo para el fiel laico: «los fieles laicos han de cumplir su trabajo con competencia profesional, con honestidad humana, con espíritu cristiano, como camino de la propia santificación, según la explícita invitación del Concilio: “Con el trabajo, el hombre provee ordinariamente a la propia vida y a la de sus familiares; se une a sus hermanos los hombres y les hace un servicio; puede practicar la verdadera caridad y cooperar con la propia actividad al perfeccionamiento de la creación divina. No sólo esto. Sabemos que, con la oblación de su trabajo a Dios, los hombres se asocian a la propia obra redentora de Jesucristo, quien dio al trabajo una dignidad sobreeminente, laborando con sus propias manos en Nazaret” (Gaudium et spes, n. 67)» (n. 43). Y el Apóstol exhorta: «Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, conscientes de que el Señor os dará la herencia en recompensa» (Col 3,23-24). Este es el amplísimo horizonte del trabajo a la luz de la fe… No podemos y no debemos nunca separar nuestro ser cristianos del trabajo que desempeñamos cada día. Es más, nuestro modo de considerar el trabajo es una verificación de nuestro ser cristianos. Los bautizados estamos llamados a santificar el trabajo, solicitados a vivirlo en toda su plenitud, llamados a descubrir el trabajo como vía e instrumento de santidad, vivida en el corazón del mundo. La regla de San Benito – Ora et labora – no ha perdido su actualidad. Cristo nos pide ser sal de la tierra y luz del mundo dondequiera que estemos: en la familia, en la sociedad y en el trabajo. Para los fieles laicos el trabajo es como la “materia prima” fundamental para su santificación… El “Evangelio del trabajo” no es una utopía lejana, sino un programa de vida entusiasmante que interpela a cada uno y cada una de nosotros.
Construyan la paz con gestos cotidianos de caridad y acogida
S.S. Francisco recibió en audiencia en el Vaticano a un numeroso grupo de peregrinos eslovacos.
Fuente: Vatican News
“Llevo en el corazón nuestros encuentros del pasado septiembre”: comienza recordando su viaje apostólico a Bratislava el Papa Francisco, al dirigirse esta mañana en el Aula Pablo VI a unoss 2.500 mil peregrinos eslovacos llegados a Roma para agradecerle por esa visita, en la que pudo ver “cómo la Iglesia de Eslovaquia vive la riqueza de la diversidad de los ritos y de las tradiciones, como un puente que une el Occidente y el Oriente cristianos”.
Caminar en el estilo del encuentro
“Su pueblo es muy unido a la sede de los Santos Pedro y Pablo” les dice a continuación el Papa, notando la presencia numerosa de los peregrinos en la audiencia y les manifiesta que su intención al encontrarlos es la de animarlos a “caminar en el estilo del encuentro, todos juntos”: jóvenes, familias, ancianos y las diferentes comunidades que forman parte de la sociedad. Por ello, les indica cómo hacerlo:
La cultura del encuentro se construye en la búsqueda de la armonía entre las diversidades, una armonía que requiere acogida, apertura y creatividad. En la raíz de este estilo de vida está el Evangelio, está el Espíritu Santo. Pero sabemos que en la historia y en la vida concreta esta armonía se ve a veces herida por nuestros pecados y limitaciones. Por eso, durante mi visita, también rezamos por la curación de las heridas. Por favor, ¡no se cansen de invocar al Espíritu Santo, que es el creador de la armonía y el bálsamo de las heridas.
La solidaridad del pueblo eslovaco hacia los refugiados ucranianos
Francisco prosigue su discurso relatando que supo que la gran alfombra utilizada para el escenario durante el encuentro con la comunidad romaní en Košice fue cortada y distribuida entre las familias del barrio para ser utilizada en el ingreso de las casas para la acogida. Recordando que a su llegada fue recibido con el pan y la sal, explica que la sal de la acogida, se refiere a “la sal del Evangelio”. Una acogida que hoy se ha vuelto a manifestar en el “contexto trágico de la guerra”:
En los últimos meses, muchas de sus familias, parroquias e instituciones han acogido bajo su techo a mamás con niños de familias ucranianas obligadas a separarse para salvarse, llegadas con su pobre equipaje. Al mirarles a los ojos, son ustedes testigos de cómo la guerra hace violencia a los lazos familiares, priva a los hijos de la presencia del papá, de la escuela, y deja a los abuelos en el abandono. Los exhortos a seguir rezando y trabajando por la paz, que se construye en nuestra vida de cada día, también con estos gestos de caridad acogedora.
Prosiguiendo su discurso, el Pontífice evidencia la solidaridad del pueblo eslovaco que se extiende “no sólo con sus hermanos vecinos, sino también con los que están lejos, como los de Cuba”. Y subraya que quien acoge a un necesitado “no sólo hace un acto de caridad, sino también de fe, porque reconoce a Jesús en el hermano y en la hermana”.
Construir puentes de fraternidad
“Que su sal no pierda nunca el sabor”, les dice, invitándolos a custodiar la herencia de los “Santos Cirilo y Metodio”.Los invito a custodiar y cultivar siempre esta herencia, para construir puentes de fraternidad junto a todos los pueblos que se nutren de las mismas raíces de la evangelización de Europa, con los dos pulmones del cristianismo, de los que hablaba el Santo Papa Juan Pablo II.
Finalmente, agradeciéndoles por su fidelidad a Cristo, se dirige a Nuestra Señora de los Siete Dolores, Patrona de Eslovaquia:
Que sea para ustedes la Mamá que los acompaña siempre en el camino y les enseña a consolar y a llevar esperanza. Esa esperanza que no defrauda y que tiene un nombre: Cristo resucitado. ¡Christos voskrese!
El saludo de Monseñor Zvolenský al Papa
«Como primer fruto de su predicación en Eslovaquia, Santo Padre, inmediatamente después de su visita, los eslovacos estaban deseosos de mostrar su solidaridad con sus hermanos y hermanas de familias desfavorecidas», dijo al Papa monseñor Stanislav Zvolenský, presidente de la Conferencia Episcopal Eslovaca y arzobispo metropolitano de Bratislava, al comienzo del encuentro de esta mañana. Explicando que habían elegido un país lejano -al igual que el Señor había llamado al Papa Francisco desde lejos- para estar cerca de las necesidades de las personas a través de una colecta nacional.
Monseñor Zvolenský habló de los esfuerzos actuales para proporcionar «asistencia social y espiritual» a los refugiados ucranianos, miles de los cuales también han huido a Eslovaquia. «Algunas de nuestras hermanas de Ucrania están hoy aquí con nosotros, junto con niños que han huido de los horrores de la guerra», continuó, «también están aquí con nosotros representantes de la comunidad romaní, muchos de nuestros ancianos, enfermos, discapacitados. La presencia del Papa y sus palabras en Eslovaquia «han sembrado muchas semillas excelentes», dijo, asegurando que la Iglesia local se esfuerza ahora por cultivarlas «para que den buenos frutos».
¡Ay amor!
El amor lo es todo, fuimos creados por amor y para amar. ¡Y la naturaleza también lo sabe!
Ricardo Montaner dice que está tan enamorado que la noche le dura un poco más. Para Manuel Mijares no existe la distancia ni el tiempo, pues no hay nadie en este mundo que los separe. Y Luis Miguel lo tiene todo excepto a ti. ¿Qué sería de la música sin el amor? ¿Qué otra cosa puede entonar una melodía, si no es lo que sale de corazón amante o resquebrajado?
El amor lo es todo, fuimos creados por amor y para amar. ¡Y la naturaleza también lo sabe!
Los grillos machos cantan para atraer a sus potenciales parejas. De esta manera, las hembras pueden localizarlos, comenzando así el cortejo sexual. La vistosidad de la cola del pavo real macho es mucho más llamativa que la de la hembra, solo el macho la despliega en forma de abanico para enamorar y atraer a la hembra. El pingüino emperador baila para conquistar a su pareja, y el delfín hace acrobacias en el aire solo para ser percibido por el sexo opuesto.
Muchos perfumes caros están hechos a base de almizcle, pero, ¿ustedes saben lo que es el almizcle? Según el Diccionario de la Lengua Española, es una sustancia grasa, untuosa y de olor intenso que algunos mamíferos segregan en glándulas situadas en el prepucio, en el perineo o cerca del ano, y que por su untuosidad y aroma, es la base de ciertos preparados cosméticos y de perfumería. Téngalo en cuenta, cada vez que se perfuman, lo que están poniéndose es la secreción de un animal.
El sexo es un tema importante hoy en día, o bien, interesante. Pero el amor no es sexo, y el sexo no es amor. Dicen por ahí que las mujeres dan sexo para recibir amor, y que los hombres dan amor para recibir sexo. Sea cierto o no, parecería que nuestra actitud está encaminada a llamar la atención del otro.
Perdóneme si los jóvenes lectores no se sintieron identificados con los cantantes nombrados en el primer párrafo, pero mi época era diferente. Tal vez hace falta un poco más de romanticismo y de magia en las letras de las canciones que se escuchan en la radio. Ya no hay imaginación, todo es muy burdo y directo.
Hace poco un artista reconocido llegó con su tour a mi país, y como era usual, hizo subir al escenario a una de las asistentes. Coqueteos iban y venían mientras él le cantaba al oído, a vista y paciencia del público presente. Todo esto terminó en un gran beso apasionado “al estilo francés” según redacta un diario local. Y yo me pregunto ¿qué significa para ellos ese beso? Seguramente para el artista es solo un momento más en el espectáculo, pero para ella lo es todo.
Christopher West, en su libro Teología del cuerpo para principiantes, dice: “La táctica del pecado es simplemente el «retorcer» y «desorientar» nuestro deseo por el cielo, nuestro deseo por la unión eterna de Cristo con la Iglesia… La confusión sexual tan usual en nuestro mundo y en nuestros propios corazones no es más que el deseo del ser humano por el cielo pero de una manera errada... La tarea de la nueva evangelización, entonces, no es condenar al mundo por sus excesos y distorsiones, sino ayudar al mundo a «desenredarse».”
Siempre pienso que el amor es más que esas maripositas en el estómago, pero también creo que esas maripositas son el primer paso para el amor. Si jugamos con los sentimientos y utilizamos a las personas, ¿Qué futuro existe Para el amor verdadero?
El mundo nos miente constantemente y tenemos que estar alertas para saber diferenciar el sutil encanto que lleva a la perdición o la corrección fraterna, aunque incómoda, que lleva a esa unión con Dios. Mis hermanos en Cristo, sé que es difícil ir contracorriente, pero recuerden que el salmón también nada río arriba para desovar y dar nueva vida. ¡Luchemos para esa nueva vida que Dios nos ofrece!
Espíritu Santo, verdadero protagonista de la Iglesia
Las raíces de nuestro ser y de nuestro actuar están en el silencio sabio y providente de Dios.
Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net
En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió con potencia sobre los apóstoles; de este modo comenzó la misión de la Iglesia en el mundo. Jesús mismo había preparado a los once para esta misión al aparecérseles en varias ocasiones después de la resurrección (Cf. Hechos 1, 3). Antes de la ascensión al Cielo, «les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre» (Cf. Hechos 1, 4-5); es decir, les pidió que se quedaran juntos para prepararse a recibir el don del Espíritu Santo. Y ellos se reunieron en oración con María en el Cenáculo, en espera de este acontecimiento prometido (Cf. Hechos 1, 14).
Permanecer juntos fue la condición que puso Jesús para acoger el don del Espíritu Santo; el presupuesto de su concordia fue la oración prolongada. De este modo se nos ofrece una formidable lección para cada comunidad cristiana. A veces se piensa que la eficacia misionera depende principalmente de una programación atenta y de su sucesiva aplicación inteligente a través de un compromiso concreto. Ciertamente el Señor pide nuestra colaboración, pero antes de cualquier otra repuesta se necesita su iniciativa: su Espíritu es el verdadero protagonista de la Iglesia. Las raíces de nuestro ser y de nuestro actuar están en el silencio sabio y providente de Dios.
(…)
El Espíritu Santo, hace que los corazones sean capaces de comprender las lenguas de todos
El Pueblo de Dios, que había encontrado en el Sinaí su primera configuración, se amplia hoy hasta superar toda frontera de raza, cultura, espacio y tiempo. A diferencia de lo que sucedió con la torre de Babel, cuando los hombres que querían construir con sus manos un camino hacia el cielo habían acabado destruyendo su misma capacidad de comprenderse recíprocamente, en el Pentecostés del Espíritu, con el don de las lenguas, muestra que su presencia une y transforma la confusión en comunión. El orgullo y el egoísmo del hombre siempre crean divisiones, levantan muros de indiferencia, de odio y de violencia. El Espíritu Santo, por el contrario, hace que los corazones sean capaces de comprender las lenguas de todos, pues restablece el puente de la auténtica comunicación entre la Tierra y el Cielo. El Espíritu Santo es el Amor.
…no les dejará huérfanos
Pero, ¿cómo es posible entrar en el misterio del Espíritu Santo? ¿Cómo se puede comprender el secreto del Amor? El pasaje evangélico nos lleva hoy al Cenáculo, donde, terminada la última Cena, una experiencia de desconcierto entristece a los apóstoles.
El motivo es que las palabras de Jesús suscitan interrogantes inquietantes: habla del odio del mundo hacia Él y hacia los suyos, habla de una misteriosa partida suya y queda todavía mucho por decir, pero por el momento los apóstoles no son capaces de cargar con el peso (Cf. Juan 16, 12). Para consolarles les explica el significado de su partida: se irá, pero volverá, mientras tanto no les abandonará, no les dejará huérfanos. Enviará el Consolador, el Espíritu del Padre, y será el Espíritu quien les permita conocer que la obra de Cristo es obra de amor: amor de Él que se ha entregado, amor del Padre que le ha dado.
Este es el misterio de Pentecostés: el Espíritu Santo ilumina el espíritu humano y, al revelar a Cristo crucificado y resucitado, indica el camino para hacerse más semejantes a Él, es decir, ser «expresión e instrumento del amor que proviene de Él» («Deus caritas est», 33). Reunida junto a María, como en su nacimiento, la Iglesia hoy implora:
«Veni Sancte Spiritus!» – «¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos fel fuego de tu amor!». Amén.
Homilía de Benedicto XVI en la misa de Pentecostés, domingo, 4 junio 2006.
San Atanasio, obispo de Alejandría
Este gran defensor de la fe fue desterrado cinco veces por luchar contra el arrianismo, que niega la divinidad de Cristo
Nació en Alejandría (Egipto), donde recibió su formación filosófica y teológica. A los 24 años, en el 325, ya era diácono y acompañó al obispo Alejandro de Alejandría al concilio de Nicea I en 325.
En el concilio mostró ser un defensor de la fe, expresada en Nicea, y disponer de argumentario contra los herejes arrianos, que negaban que Jesús fuera Dios igual que el Padre.
En el año 328 fue elegido obispo de Alejandría. Entonces los arrianos trataron de influir en el emperador para acabar con él. Por esta causa fue detenido y desterrado cinco veces. Eran tiempos de Constantino I, Constancio II, Juliano el Apóstata y Valente.
En sus destierros conoció más a fondo la vida de los monjes del desierto. Así fue como escribió la vida de San Antonio Abad (“Vida de Antonio”) y se propuso impulsar la ordenación de sacerdotes entre los monjes.
Además, san Atanasio promovió la evangelización en el sur de Egipto hasta Etiopía.
Oración
Dios todopoderoso y eterno,
que hiciste de tu obispo san Atanasio un preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo, concédenos, en tu bondad, que, fortalecidos con su doctrina y protección,
te conozcamos y te amemos cada vez más plenamente.
Por nuestro Señor Jesucristo.