Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Meditación.  Durante la meditación, la hermana que tiene su reclinatorio al lado del mío, carraspea y tose continuamente, a veces sin interrupción. Una vez me vino la idea de cambiar de lugar para el tiempo de meditación, en vista que era ya después de la Santa Misa; sin embargo pensé: si cambio de lugar la hermana se dará cuenta y sentirá, quizá, un disgusto por haberme alejado de ella.  He decidido continuar en la oración y en mi lugar ofreciendo a Dios un acto de paciencia.  Al final de la meditación mi alma fue inundada de tanta consolación enviada por Dios cuanta pudo soportar mi corazón y el Señor me hizo saber que si me hubiera alejado de esa hermana me habría alejado también de las gracias que descendieron sobre mi alma.

Reflexión: Paciencia I

La hermana que tiene su reclinatorio al lado del mío carraspea y tose continuamente. He decidido continuar con la oración y en mi lugar ofreciendo a Dios un acto de paciencia. El Señor me hizo saber que si me hubiera alejado de esa hermana me hubiera alejado también de las gracias que descendieron sobre mi alma.

El maestro nos da una lección de moral al decirnos: Producid frutos en la paciencia. Es que la paciencia no es sino humildad práctica. La paciencia sólo se encuentra en la confianza en Dios y en la humildad personal.

Él, Jesús, es la gracia de la paciencia y nuestro modelo: ¿Por ventura, no es Dios la paciencia personificada para con las almas, para con vosotros? ¿Acaso se irrita y rompe con violencia? Hermanos, todo el trabajo de la santidad se reduce a adquirir la paciencia. Y, ¿qué es paciencia? Es la confianza en Dios y desconfianza de sí mismo. Confiar en Dios y entregarnos totalmente a Él, sin contar con nosotros en cosa alguna. También hay que tener paciencia en la oración. Quisiéramos ser escuchados tan pronto como oramos y pedimos una cosa y no queremos más que aquella. Dios se complace en hacernos esperar y en concedernos otra gracia. Se ve más glorificado con nuestra paciencia todas las virtudes. Amad a Dios por la paciencia y seréis mansos y humildes porque uno no puede ser paciente con Dios, sin serlo con las personas.

A todos nos es necesaria esta fuerza que es la paciencia, para combatir durante toda nuestra vida. Trabajad por tanto con paciencia, humildad y pobreza que estas virtudes son el trono de Dios en nosotros y nos lo aseguran en el cielo.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda la paciencia a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.