Desde su nacimiento fue consagrado al servicio de Dios por su madre, quien al verse entristecida por no haber tenido hijo alguno, pidió con todo su amor y fe al Padre Celestial que le concediese la gracia de tener uno. Era un niño todavía cuando emprendía largas caminatas para entregarse a la oración en una cueva cercana a la ciudad para imitar a los ermitaños, que moraban en los Apeninos.
A edad muy temprana recibió las órdenes menores y se le otorgó una canonjía en la Iglesia de San Salvador de Sant´Angelo, pero el santo, abrigaba en su corazón el deseo de consagrar todo su tiempo, sus pensamientos y deseos directamente a Dios, deseo que pudo alcanzar cuando fue aceptado por los frailes agustinos de Sant´Angelo.
En 1270 fue ordenado sacerdote en Cignoli y en aquella ciudad llegó pronto a ser famoso entre la población por la muchas maravillas que obraba; sin embargo no permaneció ahí mucho tiempo ya que, durante cuatro años, estuvo en continuo movimiento entre uno y otro de los monasterios y misiones de su orden.
Posteriormente, el santo fue encomendado a emprender una campaña de moralización y de prédica callejera en la ciudad de Tolentino que había sufrido grandemente a causa de las guerras civiles. San Nicolás se entregó en cuerpo y alma a esta misión, logrando la conversión y el arrepentimiento de muchos pobladores.
Falleció en 1305 a causa de una penosa y larga enfermedad; fue beatificado en 1446.