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Podemos entenderlo con una pequeña historia.

 

 

Un hombre sabio, que tenía muchos discípulos, quiso transmitirles una enseñanza poniéndoles la siguiente cuestión: ¿Cuándo se puede decir que la noche ya ha terminado y el día ya ha comenzado? ¿Cuál es la línea divisoria entre la noche y el día?

Un primer discípulo aventuró una respuesta diciendo: Cuando de lejos veo un árbol, y puedo distinguir si se trata de un manzano o de una higuera, significa que ya es de día.

El maestro no dio la respuesta por válida.

Otro joven se lanzó diciendo: Cuando de lejos veo a un animal de cuatro patas y puedo distinguir si se trata de un burro o de un caballo, entonces podemos considerar que ya es de día y que la noche ya ha terminado .

Tampoco el profesor validó la respuesta.

Dinos, pues, oh sabio, ¿cuál es la buena respuesta?

 

Cuando de lejos ves venir hacia ti un ser humano y no descubres a un hermano y no lo recibes como tal, es de noche en tu corazón, aunque el reloj marque mediodía y el sol brille en todo su esplendor.

Pero si reconoces en todo aquél que se te acerca un hermano, entonces el día ya ha empezado en tu vida, aunque sea medianoche.

El camino para que el día de la felicidad reine en nosotros y en toda la humanidad, es el camino de la fraternidad universal.

Todos hermanos, hijos de un mismo Padre que es Dios, hacemos del mundo una sola familia donde Jesús sea nuestro hermano mayor, nuestro Señor, nuestro Salvador.

Yo os deseo a todos un buen camino cuaresmal, pero os deseo aún más una Pascua de Resurrección que sea de verdad Pascua de paz, de fraternidad y de amor.

Las lecturas nos recuerdan que Dios es el Pastor de la humanidad. Esto significa que Dios quiere para nosotros la vida, quiere guiarnos a buenos prados, donde podamos alimentarnos y reponer; no quiere que nos perdamos y que morimos, sino que lleguemos a la meta de nuestro camino, que es la plenitud de la vida en el seno del Padre. Es lo que desea cada padre y cada madre para sus propios hijos: el bien, la felicidad, la realización.

 

En el hemos visto que los apóstoles se reunieron con Jesús y le hablaron de todo lo que habían hecho y enseñado. El descanso de las tareas apostólicas consiste en estar con el Señor, disfrutando de su intimidad. Sin embargo, la caridad del Buen Pastor es la norma decisiva de las acciones de Jesús; ante la presencia de una multitud que era «como ovejas sin pastor» Jesús se compadece e interrumpe el descanso antes incluso de empezarlo. Frente a los malos pastores que dispersan a las ovejas para que busquen su interés, los discípulos de Jesús deben compartir la misma compasión y la misma solicitud del Maestro por la gente con necesidad de escucharle

Seguro que somos bastantes los que experimentamos una gran confusión sobre las opciones fundamentales de nuestra vida y los interrogantes sobre qué es el mundo, de dónde viene, a dónde vamos, qué debemos hacer para realizar el bien, cómo debemos vivir. A este respecto hay muchas filosofías opuestas, que nacen y desaparecen, creando confusión sobre las decisiones fundamentales, sobre cómo vivir; parece que cada vez tenemos menos claro por qué hemos venido a la vida y dónde vamos.

En esta situación se realiza la palabra del Señor, que tuvo compasión de aquel gentío, porque eran como ovejas sin pastor. Jesús hizo esta constatación cuando vio a la multitud que le seguía en despoblado porque, entre las diversas corrientes de pensamiento de aquel tiempo, ya no sabían cuál era el verdadero sentido de la Escritura; en la confusión, ya no sabían lo que decía Dios.

 

El Salmo 22, puede arrojar luz a nuestra vida. Expresa con una fuerza poco común la sensación de paz y de gozo de quien se sabe guiado por el Señor. El salmista hace alusión a los peligros, pero no como amenazas que están al acecho, sino como quien se siente libre de peligro en la presencia protectora de Dios.

También nosotros podemos dejarnos empapar por los sentimientos que este Salmo 22 manifiesta. Ante todo, la seguridad -«no tengo miedo»- al saberse guiado por el Señor, incluso en los momentos y situaciones en que no se ve la salida -los «barrancos tenebrosos»-. Junto a la seguridad, la confianza de quien se sabe defendido con mano firme y con acierto, de quien se sabe cuidado con ternura en toda ocasión y circunstancia. Por último, la plenitud -«no me falta nada»-, que se traduce en paz y gozo sosegados. Pero todo esto brota de la certeza de que el Señor está presente -«Tú vas conmigo»- y nos cuida directamente. Quien pierde esta conciencia de la presencia protectora del Señor suele caer en todo tipo de temores y angustias.

El Buen Pastor es Jesucristo. Él reúne a sus ovejas, las alimenta, las protege de todo mal; más aún, las conoce y las ama a todas, y da su vida por ellas. En el Evangelio le hemos visto sintiendo lástima por la multitud que eran como ovejas sin pastor. También a la Virgen le sabe mal que, teniendo un pastor como Jesucristo, haya tanta gente que se siente perdida y abandonada porque no le conocen bien.

 

 

Macario de Jerusalén, Santo

Obispo, 10 de marzo

 

Martirologio Romano: Conmemoración de san Macario, obispo de Jerusalén, que con sus exhortaciones logró que los Santos Lugares fueran restaurados y enriquecidos con basílicas por el emperador Constantino el Grande y por su madre, santa Elena. († c.335)

Breve Biografía

La fecha en la que Macario fue consagrado Obispo se encuentra en la versión de San Jerónimo de las “Crónicas” de Eusebio.

Su muerte debe haber acaecido antes del Concilio de Tiro, en el año 335, en el que su sucesor, Máximo, fue aparentemente uno de los obispos participantes.

Macario fue uno de los obispos a quienes San Alejandro de Alejandría escribiera previniéndolos contra Arrio.

El vigor de su oposición a la nueva herejía se evidencia en la manera abusiva en la que Arrio se refiere a él en su carta a Eusebio de Nicomedia.

Asistió al Concilio de Nicea, y vale mencionar aquí dos conjeturas relacionadas con el papel que desempeñó en dicho concilio. La primera es que hubo un forcejeo entre él y su obispo metropolitano Eusebio de Cesarea, en cuanto a los derechos de sus respectivas sedes. El séptimo canon del concilio (“Debido a que la costumbre y la tradición antigua muestran que el obispo de Elia [Jerusalén] debe ser honrado y debe tener precedencia; sin que esto perjudique, sin embargo, la dignidad que corresponde al obispo de la Metrópolis”), por su vaguedad sugiere que fue el resultado de una prolongada batalla.

 

La segunda conjetura es que Macario, junto con Eustaquio de Antioquía, tuvo mucho que ver con la redacción del Credo adoptado finalmente por el Concilio de Nicea.

Para mayores datos sobre la base de esta conjetura (expresiones que aparecen en el Credo y que recuerdan las de Jerusalén y Antioquía) el lector puede consultar a Hort, «Two Dissertations», etc., 58 sqq.; Harnack, «Dogmengesch.», II (3a edición), 231; Kattenbusch, «Das Apost. Symbol.» (Ver el índice del volumen II.).

De las conjeturas podemos pasar a la ficción. En la “Historia del Concilio de Nicea” atribuida a Gelasio de Cícico hay varias discusiones imaginarias entre los Padres del Concilio y los filósofos al servicio de Arrio.

En una de esas discusiones, en donde Macario actúa como vocero de los obispos, éste defiende el Descendimiento a los infiernos.

Este hecho, consecuencia de la incertidumbre de si el Descenso a los infiernos se encontraba en el Credo de Jerusalén, es interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que, en otros aspectos, el lenguaje de Macario aparece más conforme al del Credo.

El nombre de Macario ocupa el primer lugar los de los obispos de Palestina que suscribieron el Concilio de Nicea; el de Eusebio aparece en quinto lugar. San Atanasio, en su encíclica a los obispos de Egipto y Libia, incluye el nombre de Macario (quien había muerto ya hacía mucho tiempo) entre los de los obispos reconocidos por su ortodoxia.

 

San Teofano en su «Cronografía» indica que Constantino, al finalizar el concilio de Nicea, ordenó a Macario buscar los sitios de la Resurrección y de la Pasión y la Verdadera Cruz.

Es muy probable que esto haya sido así, ya que las excavaciones comenzaron muy poco tiempo después del concilio y se realizaron, aparentemente, bajo la superintendencia de Macario.

El gran montículo y las bases de piedra coronadas por el templo de Venus, que se habían construido sobre el Santo Sepulcro en la época de Adriano, se demolieron y “cuando de inmediato apareció la superficie original del suelo, contrario a todas las expectativas, se descubrió el Santo Monumento de la Resurrección de nuestro Salvador”.

Al oír la noticia, Constantino escribió a Macario dándole órdenes y detalladas para la construcción de una Iglesia en ese lugar.

Más tarde escribió otra carta “A Macario y a los demás Obispos de Palestina” ordenando la construcción de una Iglesia en Mambré, que también había sido profanada por un templo pagano. Eusebio, tal vez pensando en su dignidad como Obispo Metropolitano, aunque relata lo antes descrito, se refiere a la carta como “dirigida a mí”.

También se construyeron iglesias en los lugares e la Natividad y la Ascensión.

 

 

Pedir el don de la oración

Santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12. Jueves I de Cuaresma

 

Por: Cristian Gutiérrez, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

¡Oh vida de mi vida, Cristo santo! ¿A dónde voy de tu hermosura huyendo? ¿Cómo es posible que tu rostro ofendo, que me mira bañado en sangre y llanto?

A mí mismo me doy confuso espanto, de ver que me conozco y no me enmiendo; ya el Ángel de mi guarda está diciendo, que me avergüence de ofenderte tanto.

Detén con esas manos mis perdidos pasos, mi dulce amor; ¿mas de qué suerte las pide quien las clava con la suyas?

¡Ay Dios!, ¿a dónde estaban mis sentidos, que las espaldas pude yo volverte, mirando en una cruz por mí las tuyas? (A Cristo en la cruz. Soneto de Lope de Vega).

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca se le abre.

¿Hay acaso entre ustedes alguno que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan? Y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuanto mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quienes se las pidan.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Con este pasaje me invitas en esta cuaresma a meditar sobre la oración. La oración de petición es lo que en este momento me invitas a recordar. A lo mejor pronunciaste estas palabras conociendo la situación de los padres de familia, y quisiste valerte de ellos para presentar una imagen de la oración.

Pedir. Los padres de familia conocen mejor que nadie lo que sus hijos necesitan. Y buscan remediar, en la medida de las posibilidades, estas necesidades. Sin embargo, qué distinta es la situación cuando el hijo anda detrás de ellos día y noche pidiendo algo que carece y que anhela ardientemente. ¡No hay forma de hacerles olvidar el tema! Hasta que no obtienen lo que desean, no dejan de pedir, rogar, insistir, perseguir y -en algunos casos penosos- llorar y patalear.

 

Así eres también Tú conmigo, Dios mío. Eres un padre que conoce mejor que nadie mis necesidades y, a veces, las satisface sin que yo lo pida. Pero quieres, y me invitas con este Evangelio, a pedir lo que quiera, sin temor, con confianza, con perseverancia. Porque tarde o temprano me darás lo que te pido. Pedirte en la oración lo que sea. Un día y otro y otro, sin desfallecer.

Tocar. Es verdad también que los padres de familia, especialmente las madres, no son fáciles a dejar los hijos fuera de casa. Se angustian cuando a las altas horas de la noche ellos no has regresado; y ante el primer golpe en la puerta acuden inmediatamente a abrirles. Raras veces vemos a un hijo suplicando entrar en la casa de sus padres. Ellos siempre tienen para sus hijos las puertas abiertas para recibirles y darles el calor del hogar.

Igualmente Tú eres así en la oración. Siempre estás alerta para que a penas toque a tu puerta, aunque sea de la manera más suave, abras sin tardanza. Permaneces a la espera de que llegue a tu puerta cada mañana, cada noche, cada domingo en la oración y toque. Y ello porque quieres recibirme, quieres estar conmigo, escucharme, darme afecto, darme amor y todo aquello que necesito. Señor, concédeme más y más el don de la oración.

«Practicar y enseñar esta oración de pedir y suplicar la consolación, es el principal servicio a la alegría. Si alguno no se cree digno (cosa muy común en la práctica), al menos insista en pedir esta consolación por amor al mensaje, ya que la alegría es constitutiva del mensaje evangélico, y pídala también por amor a los demás, a su familia y al mundo». (Homilía de S.S. Francisco, 24 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo

 

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Antes de acostarme haré una oración agradeciendo a Dios con mis palabras este día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

Oración para pedir perdón y para perdonar

Una breve oración para pedir perdón a Dios.

Oración para pedir perdón y para perdonar

 

El perdón es la llave de la libertad y la paz interior. Para pedir perdón se requiere humildad. Para perdonar se requiere misericordia. Ni la humildad ni la misericordia son fáciles. Pedir perdón supone reconocerse pecador. Perdonar supone tener un corazón como el de Cristo.

En el Padre Nuestro, Jesucristo nos enseña a pedir: «Perdona nuestros pecados como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden», pues el perdón de los pecados y el haber perdonado son condiciones para alcanzar la paz interior y la salvación eterna.

Padre

me declaro culpable, pido clemencia, perdón por mis pecados.

Me acerco a ti con absoluta confianza
porque sé que tú prefieres la penitencia a la muerte del pecador (cfr. Ezequiel 33,11)
A ti no te gusta ni la venganza ni el rencor, tu corazón es compasivo y misericordioso,

y sé que sólo estás esperando a que tenga la humildad de reconocer mi pecado, arrepentirme y pedir perdón
para desbordar la abundancia de tu misericordia.
«Cuando confesamos nuestros pecados, Dios, fiel y justo, nos los perdona» (1 Jn 1,9)

Miro al horizonte: veo tus brazos abiertos y un corazón de Padre
queriendo atraerme con lazos de un amor infinito.
Padre, perdóname, quiero recibir el abrazo eterno.
Tu enseñanza es muy clara: para ser perdonados y poder entrar en el Reino de los cielos debemos tener un Corazón como el tuyo.
«Perdonad y se os perdonará» (Lc 6,36)
«El que odia a su hermano es un homicida» (1 Jn 3,15)
«Con la medida que midiereis se os medirá» (Mt 7,2)
«Si no perdonáis, tampoco el Padre os perdonará» (Mc 11,23)
Nos pides que seamos buenos cristianos por la práctica de la caridad evangélica.

Que seamos benévolos con quienes nos han hecho daño, con quienes nos han ofendido, nos han traicionado y nos odian, pues de otro modo no mereceremos que lo seas Tú con nosotros.
El siervo al que se le condonó su deuda, cuando no quiso él hacer lo mismo con otro que le debía, fue encarcelado.

Perdió el perdón que había obtenido al no ser él capaz de perdonar. (Mt 18,23-25)
Padre,
envía tu Espíritu de amor y perdona mis pecados,
purifícame, sáname, restáurame, renuévame
con la Sangre Redentora de tu Hijo;
ayúdame a tener un corazón como el Suyo,
un corazón humilde y generoso capaz de perdonar,
arranca de mí el corazón de piedra y dame un corazón de carne.

 

 

Cuaresma explicación para niños.

Cuaresma, tiempo de conversión, tiempo de reconciliación, tiempo de amar a nuestro prójimo.

 

 

Por: Marlene Yanez | Fuente: Catholic.Net

Cuaresma, tiempo de conversión, tiempo de reconciliación, tiempo de amar a nuestro prójimo. Generalmente, como adultos entendemos el significado de estas palabras y lo que los Evangelios nos quieren decir mediante las hermosas homilías de nuestros Sacerdotes.

Un tiempo en el que Dios nos invita a “convertirnos y creer en el Evangelio”; palabras que acompañan la Señal de la Cruz con ceniza en el llamado “Miércoles de Ceniza”. Signos de conversión que podemos entender nosotros, los adultos.

 

Pero, quizás para muchos niños Cuaresma es sinónimo de “espera” pero de los huevitos de chocolate, respondiendo a una costumbre de origen egipcio en donde usualmente se regalaban huevos pintados y decorados por ellos mismos. Hoy, la tradición de regalar huevitos de chocolate para la Pascua de Resurrección se vive en muchos países del mundo. Difícil es encontrar a un niño que no le fascine el Domingo en el que llegan los huevitos; es normal y lógico que así sea. Y aquí está la importancia de lograr educar, enseñar y en definitiva transmitir la Fé.

No es tarea fácil explicar a un niño lo que a veces los adultos entendemos sólo porque creemos, sólo por Fé. Pero si utilizamos algunas estrategias, quizás resulte algo mejor.

Primero que todo, no podemos hablarles de Cuaresma, sin explicarles que se trata de un Tiempo Litúrgico. Y un Tiempo Litúrgico pertenece al Año Litúrgico. A su vez, el Año Litúrgico es una forma en que la Iglesia Católica organiza los días del año. Palabras simples para definir Cuaresma como un tiempo del año litúrgico que consta de cuarenta días en los que los católicos recordamos los últimos momentos que vivió Jesús antes de morir aquí en la tierra. La Cuaresma por tanto comienza el Miércoles de Ceniza y desde ahí, descontando los días Domingos, serían 40 días hasta el Sábado Santo.

La conversión en palabras simples, para explicarles a nuestros hijos, es recuperar nuestra amistad con Dios, alejándonos del mal. Y en la práctica significa, cambiar nuestras acciones hacia aquellas en las que Jesús, nuestro amigo, se sienta Feliz. Obedecer a los papás, cumplir sus normas, aunque no nos gusten, hacer nuestras obligaciones y tareas con gusto, ayudar a nuestros hermanos y todo aquellos que nos haga ser mejores hijos y agradar a nuestros papás. Pero también debemos mirar a nuestro prójimo; aquel niño o niña que no tiene familia, al más necesitado en bienes materiales, a aquellos abuelitos que no tienen compañía o los hogares de acogida.

Cuaresma significa también, vivir nuestra vida como Cristo la vivió. Ocupado en las personas que lo necesitaban, los pobres, los enfermos, los desamparados. Destinar un tiempo de nuestro día para ir tras ellos. Muy importante es que nuestros hijos se logran percatar de que en este tiempo existe un cambio a nivel familiar y eso debe iniciarse con los Padres.

Por tanto, debemos ser más bondadosos, rezar un poquito más de lo que usualmente lo hacemos, asistir a misa infaltablemente los días Domingos contenidos en este tiempo y en lo posible participar de las actividades parroquiales, por cierto muy hermosas en este período.

La Semana Santa, que comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua, debe ser sinónimo de paz, tranquilidad, recogimiento, serenidad. Que realmente nuestros hijos experimenten el cambio de actitud en casa; que realmente exista conversión. No obstante, lo importante de este tiempo no es recordar con tristeza lo que Cristo vivió en estos días, sino celebrar y entender por qué murió y resucitó. La Semana Santa fue la última Semana de Cristo en la tierra y su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.

 

 

En el Domingo de Ramos celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén recordando con ramos de árboles y plantas la alabanza que el pueblo le realizó en ese momento. El Sacerdote, nos bendice nuestros ramitos, volvemos a casa y los colocamos en un lugar visible para que nos proteja durante todo el año.

En el Jueves Santo recordamos la última cena que Jesús realizó junto a sus Apóstoles.

En el Viernes Santo recordamos la Pasión y muerte de Jesús en la Cruz.

El Sábado Santo es un día de luto, pues no tenemos a Jesús entre nosotros.

 

El Domingo de Pascua es el paso de la vida a la muerte. El día más importante para quienes creemos en Jesús; Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar al cielo y vivir junto felices junto a nuestro Padre.

Recursos hermosos para utilizar en Semana Santa son las películas para niños, darse un tiempo para verlas con ellos e ir explicando su significado, existen también juegos y dinámicas para jugar en familia, así como también crucigramas y dibujos para colorear. Todo ello, contribuye a que los niños recuerden y comprendan más adelante, de que se trató de un fin de semana especial y muy distinto a todos los otros.

Recordemos que nuestra primera Iglesia es la “Iglesia Doméstica” y responsabilidad nuestra es educar en la Fé. Si logramos como Padres, explicar en qué consiste realmente este tiempo, los niños podrán vivir la Pascua de Resurrección al amparo de Dios y por cierto, comiendo huevitos de chocolate.

 

 

¿Cómo entender los misterios de la fe?

Debemos creerlos porque han sido revelados por Dios… y Dios no enseña falsedades

 

 

En nuestra Santa Religión hay algunos misterios incomprensibles para el corto entendimiento humano, pero que debemos creerlos porque han sido revelados por Dios. Y Dios no enseña falsedades.

Además, los filósofos y los teólogos demuestran que los misterios de la fe son superiores al entendimiento humano, pero no contrarios a la razón , es decir, que no son imposibles y absurdos. Así lo afirmó el Concilio Vaticano I . Ocurre con ellos lo que con otras muchas cosas de la vida, que las usamos continuamente y no sabemos lo que son: el magnetismo nos ofrece no pocos misterios. «Las ecuaciones de Maxwell, con ser tan portentosas, no nos dicen qué son en sí mismos el magnetismo y la electricidad, sino cómo se comporta la materia, magnética y eléctricamente».

 

 

Nadie sabe lo que es la luz. Se la define como «agente físico que hace visible los objetos» pero su naturaleza es desconocida. Su actuación se explica por la doble teoría, corpuscular de Newton y ondulatoria de Huygens, y la teoría del corpúsculo con onda asociada de Schrüdinger . Pero la naturaleza de la luz es un tanto misteriosa.

Lo mismo ocurre con la gravedad: la atracción mutua de las masas materiales. Desconocemos su naturaleza . El mismo Newton , que expresó esta atracción en una sencilla fórmula matemática,confesó que él conocía las leyes de la atracción pero no sabía lo que era la esencia de tal atracción.

Es que la Física sólo nos habla de los hechos. Nada nos dice de la esencia de las cosas y de sus últimas causas. Hay verdades que se conocen por demostración: los ángulos del triángulo valen dos rectos.

Pero otras cosas sólo se pueden conocer por el testimonio de autoridad: el misterio de la Santísima Trinidad.

 

La vida está llena de misterios. Vamos a extrañarnos de que también los haya en un Dios infinito, que sobrepasa tan totalmente nuestra capacidad intelectual? Ni la inmensidad del mar cabe en nuestro ojo, ni la de Dios en nuestro entendimiento. Si Dios cupiera en nuestro entendimiento,sería limitado. Dejaría de ser Dios, pues Dios tiene que ser infinito. Nosotros no podemos conocer a Dios del todo con ciencia adecuada y perfecta. Sería absurdo creer que sólo puede ser verdad lo que cabe en nuestro pequeño entendimiento. Cuando creemos en los misterios, hacemos un acto de humildad reconociendo que Dios sabe más que nosotros.

Niels Bohr, uno de los primeros científicos que descubrió la estructura del átomo, discutiendo con Einstein, también creyente, le dijo: «No es, ni puede ser, tarea nuestra ordenar a Dios cómo debe Él regir el mundo».

Algunos se dejan llevar de un exceso de racionalismo, que rechaza todo lo que supera la razón. Los misterios, ni son exclusivos de la Religión, ni son obstáculo para creer. Y lo mismo que en las demás ciencias, cuando no entendemos una cosa, nos fiamos de lo que nos dicen los que entienden de esa ciencia, así en cosas de Religión debemos fiarnos de lo que Dios dice en la Revelación, obra de Dios, aunque nuestro pequeño entendimiento no alcance a comprenderlo perfectamente.

 

Tampoco una hormiga entiende el ajedrez, y sin embargo el juego del ajedrez es una realidad. En la Física hay cosas inexplicables, y no por eso el físico reniega de la Física; y en la Medicina hay casos que no tienen solución, y no por eso el médico reniega de la Medicina. Es decir, en la Religión hay cosas que superan nuestro entendimiento, pero debemos fiarnos de Dios que nos las comunica.

Como aquel negrito del África ecuatorial que no había visto nunca el hielo y por eso no creía al misionero cuando éste le decía que con el frío, a veces, el agua se endurece de tal forma que puede un hombre andar sobre ella sin hundirse. El negrito no comprendía cómo esto puede ocurrir, pero si le constaba de la honradez del misionero y de que éste sabía lo que decía, debía fiarse de él, aunque su entendimiento no lo comprendiera. Lo mismo nosotros debemos creer los misterios de la Religión que Dios nos enseña por medio de la Iglesia, divinamente asistida por Él. Creo firmemente lo que no veo, porque creo a Aquel que lo ve todo (Bossuet ).

Es decir, que aunque está bien que busquemos las razones que hacen nuestra fe razonable, sin embargo, no creemos porque a nosotros nos parezca razonable, sino porque nos fiamos de la Ciencia y Veracidad de Dios, y aceptamos confiadamente todo cuanto Él nos diga.

Con todo, en el cielo entenderemos claramente todos los misterios que ahora no entendemos.

El misterio de que hay un solo Dios y tres Personas distintas se llama Misterio de la Santísima Trinidad.

Aunque no podamos entenderlo perfectamente, podemos, sin embargo, aclararlo con comparaciones.

El agua puede estar en tres estados (sólido, líquido y gaseoso) sin perder su misma naturaleza: H2O.

Tres cerillas unidas tienen una sola llama: cada cerilla tiene llama, pero no son tres llamas, sino una sola.

En un triángulo cada ángulo abarca todo el triángulo, sin embargo los tres ángulos son distintos. Etc., etc., etc.

 

 

Santa María Eugenia de Jesús Milleret, fundadora de las asuncionistas

Su misión era extender el Reino de Jesucristo y fundó una congregación para educar cristianamente a las niñas y las adolescentes

 

 

Ana Eugenia Milleret nació en Metz (Francia) el 26 de agosto de 1817 en una familia adinerada y, en lo que a la religión se refiere, poco creyente.

Cuando tenía 19 años, asistió a las conferencias cuaresmales que predicaba el padre Lacordaire en la catedral de Notre-Dame de Parísy ella misma escribió:

«Me sentí realmente convertida y concebí el deseo de dar todas mis fuerzas, o más bien mi debilidad, a esta Iglesia que en adelante a mis ojos era la única que poseía aquí abajo el secreto y el poder del bien.»

Al año siguiente, también en Cuaresma, el padre Combalot la orientó para que funde una nueva congregación.

El 30 de abril de 1839, cuando ella tenía 22 años, Milleret fundó la Congregación de las Religiosas de la Asunción. Su misión será educar cristianamente a las niñas y las adolescentes.

Santa María Eugenia de Jesús (así se hace llamar) hizo la profesión perpetua de votos en la Navidad de 1844, e incluyó un cuarto voto: “Extender por toda mi vida el Reino de Jesucristo”.

En 1888, la religiosa fallece en París, cuando la congregación de las “asuncionistas” se ha extendido por España, Inglaterra e Italia. Pronto crearán escuelas en puntos de otros continentes, desde Filipinas a Nicaragua.

Santa patrona

Santa María Eugenia de Jesús Milleret es patrona de los niños y adolescentes.

Oraciones

Dios nuestro,
que llamaste a tu servidora santa María Eugenia de Jesús Milleret,
para que te buscara sólo a ti,
por su ejemplo e intercesión, concédenos que,
sirviéndote con un corazón puro y humilde, lleguemos a tu eterna gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
Gracias Padre por llenar de esperanza nuestro mundo de hoy, al anunciar por medio de santa María Eugenia de Jesús que la única liberación que transforma la sociedad la trae Jesucristo. Por la acción de tu Espíritu unifica nuestra mirada para que, como ella, unamos en un mismo amor contemplativo a Dios y a toda la humanidad. Y pues todo viene de Jesucristo, todo es de Jesucristo, todo es para Jesucristo, danos un gozoso desprendimiento al trabajar por el Reino de Dios y dar testimonio. Te lo pedimos en nombre de tu Hijo Jesucristo que vive y reina. Amén.