Nuestra Señora de Lourdes

Memoria Litúrgica, 11 de febrero

Advocación Mariana

Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, de la población de Lourdes, y desde entonces aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.

Breve Reseña

Bernardita de Soubirous fue la elegida por Dios para ser testigo y mensajera de tan extraordinaria iniciativa del Creador. La Madre de Jesús, nuestra Madre también, supo como siempre enamorar a las multitudes y convocar a los pueblos de las naciones alrededor de la majestuosa imagen que de Ella se difundió.

Lourdes ha sido fuente de sanación física para mucha gente, y quizás ha sido este el milagro más visible que Dios ha realizado para confirmar y sostener la fe en la obra. Pero sin dudas que la sanación espiritual, la conversión de las almas, ha sido el fruto más extraordinario que las generaciones han manifestado como evidencia de la potencia de los actos de Dios en esta tierra.

Bernardita fue también instrumento de confirmación del Dogma de la Inmaculada Concepción, para alegría de los que amamos la pureza de María, reconocida de este modo en las propias palabras de la Reina del Cielo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Hoy, después de 150 años, las palabras de María resuenan en nuestros oídos con la misma fuerza, como un cristal puro que resuena y sacude con su timbre los tímpanos del mundo.

Gloria a Dios por Su Amor manifestado en regalo tan extraordinario. Nuestra Señora de Lourdes renueve nuestros corazones y nuestras mentes, para que emerja sonriente y esplendorosa nuestra propia conversión.

www.reinadelcielo.org

Las dos veces que he visitado Lourdes, mi alma se ha sentido feliz. Con una felicidad que sobrepasa todos los límites de lo espiritual y trascendente.

Han visitado todo lo ha habido y por haber en la gruta de las apariciones. Incluso un antiguo alumno, que pasa allá sus vacaciones haciendo el bien a la gente como camillero, me ha contado que ha visto con sus propios ojos los milagros maravillosos que hace cada día la Madre de Dios.

Fue el 11 de febrero cuando la Virgen se le apareció a Bernardita, una joven de 14 años en la gruta de Massabielle. Vio una nube dorada y a la Virgen vestida de blanco con un rosario en la mano.
Esta aparición se repitió 18 veces. El 25 de febrero fue cuando la chica escarbó en el suelo y salió un manantial de agua. Le dijo la Virgen que levantaran un templo y que rezara el rosario por los pecadores.

Comenzó a acudir mucha gente. Las autoridades eclesiásticas, comenzando por el párroco, no le daban crédito a la joven.
Era impensable que a su edad y dada su falta de cultura, supiera algo acerca del misterio del dogma de la Inmaculada Concepción, declarado así por el Papa Pío IX en 1854.

El mismo Papa le dio el nombre de Basílica al templo levantado en honor de las apariciones. Estas, por fin, fueron declaradas auténticas y no pura fantasía de una adolescente ignorante.

¿Cuál es la síntesis del mensaje de Lourdes?

En primer lugar, se trata de un acto de gratitud por la definición del dogma, que se había declarado oficialmente cuatro años antes. En segundo lugar, exaltar la pobreza y la humildad, virtudes eminentemente cristianas. En tercer lugar, la importancia de la Cruz como camino para ser feliz aquí y en el más allá. Y en cuarto lugar, la clave para llevar una vida cristiana auténtica, es la oración, sintetizada en el rezo del santo rosario.

Pero lo importante, además de las curaciones físicas, es que todo el mundo sale curado en lo espiritual, siempre y cuando se vaya de buena fe.
¡Felicidades a las Lourdes!

Consulta también: La aparición de Nuestra Señora de Lourdes
Visita Gruta del Santuario de Lourdes por medio de la Webcam en donde podrás también depositar tu intención de oración, a los pies de Nuestra Señora.

Nuevo respiro

Santo Evangelio según san Marcos 7, 31-37. Viernes V del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Tú me regalas la oportunidad de acogerte libremente en mi corazón.

Cada vez que me pongo en tu presencia, es como aceptar un don que Tú ya me tendías con tu mano y que esperabas yo aceptara con mi voluntad. Hoy quiero decirte que aquí estoy, Señor, y quiero estar contigo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 31-37

En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «¡Effetá!» (que quiere decir «¡Ábrete!»).

Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: «¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Quisiera poder imitarte Dios mío. Mi fe es tan pobre, que ver tu obrar en el Evangelio me sacude. Miraste al cielo, suspiraste. ¿Qué hubo en ese suspiro?, ¿una oración al Padre?, ¿un acto de confianza?

Cuántas veces me sucede lo contrario a mí. Me suelo encontrar en situaciones similares, donde parece que las exigencias son demasiado grandes, donde parece que mis fuerzas no me rinden más. Mi ánimo se desvanece mientras contemplo los problemas de mi vida, de la vida de quienes quiero y de quienes busco querer.

Tú miraste hacia el cielo y suspiraste. Yo miro hacia el suelo y suspiro.

Pero Tú constantemente me invitas a creer. Si mi corazón se encuentra asfixiado por no poder consolar a una persona querida que sufre; si mi corazón se encuentra asfixiado por una situación económica que me parece que puede empeorar; si mi corazón se encuentra asfixiado por no poder encontrar las respuestas que con tanto anhelo busco; si mi corazón se encuentra asfixiado por ese problema concreto, justo aquél que tanto me sofoca; entonces me ofreces la fe como un nuevo respiro.

Imitarte es mi deseo, Señor. Y decir creo en ti ya engrandece un poquito más mi fe. Tú viniste a revelarme no sólo tu grandeza como Dios, sino también tu testimonio como hombre. Me enseñaste a vivir. Me enseñas a creer. Y mira que, el simple hecho de querer creer en ti, Señor, me deja ver que mi fe puede crecer.

«Sin embargo, en el origen de nuestra vida cristiana, en el Bautismo, están precisamente aquel gesto y aquella palabra de Jesús: “¡Effatá! – ¡Ábrete!”. Y el milagro se cumplió: hemos sido curados de la sordera del egoísmo y del mutismo de la cerrazón y del pecado y hemos sido incorporados en la gran familia de la Iglesia; podemos escuchar a Dios que nos habla y comunicar su Palabra a cuantos no la han escuchado nunca o a quien la ha olvidado y sepultado bajo las espinas de las preocupaciones y de los engaños del mundo».
(Ángelus de S.S. Francisco, 6 de septiembre de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezaré el viacrucis para crecer en mi amor y agradecimiento a Cristo por estar siempre a mi lado, regalándome las gracias que necesito para mi salvación.…
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos

Estamos sordos, mudos y lo más triste es que no percibimos estos problemas

I Reyes  11, 29-32; 12,19: “Israel se separó de la casa de David”
Salmo 80: “Israel, yo soy tu Dios: cumple mis mandatos”
San Marcos 7, 31-37: “Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”

¿Has experimentado algún día esa sensación de llegar hasta los extremos y querer taparte los oídos para no escuchar más?  ¿Te has sentido decepcionado y has prometido no volver a abrir la boca pues todo parece inútil? Es curioso que en la época de las grandes comunicaciones, de los medios extraordinarios para hablar, para escuchar y para ver al otro, tengamos que admitir que estamos quedándonos sordos y mudos.

La soledad es una de las enfermedades más actuales. La incomunicación es uno de los problemas que más nos hacen sufrir. Estamos sordos, mudos y lo más triste es que no percibimos estos problemas. Entonces se agrava mucho más la enfermedad porque no aspiramos a tener curación. Hoy tendríamos que acercarnos a Jesús y pedirle que meta sus dedos hasta lo profundo de nuestros oídos para que se abran y sean capaces de escuchar el grito doloroso de nuestros hermanos, que podamos percibir los silencios resentidos de nuestros familiares, y las protestas angustiosas de nuestros cercanos. Hemos perdido la capacidad de escuchar lo que sale del corazón del otro.

Preferimos estar atentos a las noticias intrascendentes,  al estado del tiempo, a las novedades de la política o de los deportes… pero no tenemos tiempo de escucharnos en familia, de percibir los latidos del corazón adolorido, de que llegue hasta nosotros el clamor de los que viven en la miseria. Señor Jesús, mete tu dedo profundo muy adentro de nuestros oídos para que se abran, para que se limpien, para que se purifiquen y sean capaces de escuchar tu palabra y las palabras de nuestros hermanos. También tenemos necesidad de hablar, no de superficialidades sino de lo que es verdaderamente importante. Necesitamos decir tu Palabra, es urgente que alcemos nuestra voz por los que están sufriendo, es necesario que nuestras palabras abran un diálogo con los cercanos, con los tímidos, con los que se esconden…

Tu saliva es señal de tu espíritu y nosotros necesitamos tu Espíritu para hablar, para romper hielos, para abrir caminos de reconciliación, para denunciar injusticias… Señor Jesús, toca con tu saliva nuestra lengua endurecida y encallecida por tantos silencios. Señor, abre nuestros oídos, abre nuestra boca, abre nuestro corazón.

El Santo Padre pide transformar este mundo «salvaje» en uno más humano

Videomensaje del Papa Francisco al Movimiento por un Mundo Mejor que celebra su 70º aniversario.

De «salvaje» a «divino» y sobre todo «más humano», por lo tanto cercano a los dolores de la gente, especialmente de los ancianos y los niños. Francisco toma prestadas las palabras del Papa Pío XII para indicar la «transformación» que espera para este mundo herido por las guerras y la injusticia. El Pontífice habla en un breve videomensaje grabado con un teléfono IPhone en la Casa Santa Marta para todos los miembros del Movimiento por un Mundo Mejor que celebra su 70º aniversario. Se trata de una iniciativa que nació gracias a la intuición del jesuita Riccardo Lombardi y a la voluntad del propio Pío XII, expresada públicamente el 10 de febrero de 1952 en su «Proclama por un mundo mejor».

Trabajar por la transformación del mundo

Francisco hace referencia a Pacelli cuando anima a los miembros del Movimiento a continuar la misión llevada a cabo durante estas siete décadas, siguiendo «una visión de la vida, una visión de la creación».

«El Papa Pío XII habló de transformación. En particular, dice una palabra que se refiere al mundo: «salvaje», que debe hacerse más humano, más «divino», pero sobre todo más humano, porque el Señor está siempre cerca de lo humano. Sigan adelante, no se desanimen, sigan trabajando para lograr esta transformación en el mundo».

Asimismo, el Papa Francisco anima especialmente a «trabajar por la justicia, por los niños, por los ancianos y por la paz», porque «el mundo mejor que queremos es un mundo de paz».

La Iglesia en las situaciones complejas de la humanidad

El Movimiento, como mencionamos anteriormente, nació en 1952, como resultado de la relación y el diálogo continuos entre Pío XII y el padre Lombardi, quienes coincidían en la necesidad urgente de que la Iglesia interviniera en medio de situaciones humanas complejas. La época era la de una Europa que se recuperaba de la devastación de la influencia fascista, la ocupación nazi y la amenaza de la ideología comunista.

En la «Proclama», Pío XII afirmó: «Hay todo un mundo que debe ser reconstruido desde sus cimientos, que debe ser transformado de salvaje a humano, de humano a divino, según el corazón de Dios». Una propuesta universal que, sin embargo, tuvo a Italia como punto de partida gracias al padre Lombardi que, ante el horizonte de destrucción del totalitarismo, opuso una sola manera de responder: la fraternidad universal. Esa misma fraternidad, fundada en el sentido de lo humano y en la relación dada a través de la figura de Cristo, a la que hoy el Papa Francisco confía el destino de la humanidad como «ancla de salvación».

Relaciones para renovar

El trabajo de Lombardi se centró, por tanto, en las relaciones y su renovación: relaciones que hay que reconstruir en todos los ámbitos, en todo lo que se establece, estructura y planifica entre los seres humanos

Por tanto, los Estados, sistemas políticos, organismos, convenciones, tratados internacionales, operaciones económicas y, por supuesto, la Iglesia católica, donde las relaciones institucionales y jerárquicas -decía el jesuita- deben basarse en la fraternidad. La propuesta era, y sigue siendo, la de una necesaria conversión, tanto colectiva como personal, derivada de la búsqueda permanente y cada vez más profunda del sentido del destino humano.

Para contribuir a esta conversión-transformación, el padre Riccardo propuso los Ejercicios como una herramienta, de la que surgirían nuevas propuestas pastorales. De esta espiritualidad, de estas nuevas formas de relacionarse, de este dinamismo, nació el Grupo Promotor del Movimiento por un Mundo Mejor, formado por personas de diferentes vocaciones, credos y nacionalidades.

El movimiento en la actualidad

Actualmente, la asociación está dividida en Grupos Locales cuyo ámbito de actuación más común es la nación. Sin embargo, estos Grupos también pueden ser regionales o culturales. Cada Grupo Local promueve diversos tipos de actividades y proyectos. A nivel internacional, se organizan en áreas lingüísticas para experimentar la comunión y la colaboración en la acción apostólica y la formación. 

El momento culminante de la vida y la misión del Movimiento es la Asamblea General (o Cenáculo en sesión pastoral), convocada cada cuatro años para elegir al Director General y a otros dos miembros de la Administración General. En esta ocasión también se elabora el Plan de Acción para los cuatro años siguientes.

Iglesia sinodal

Los miembros del Movimiento se definen como «buscadores permanentes en una época de tantos cambios, de multiculturalidad y de expresiones multiformes de la realidad, en la que prevalecen el individualismo y el vivir a un ritmo acelerado». 

«Queremos abrirnos al Espíritu con humildad», dicen, sobre todo en un momento en el que el totalitarismo puede haber desaparecido casi por completo, pero la pobreza, la desigualdad y la violencia exacerbada van en aumento. En este contexto, el Servicio de Animación busca nuevas formas de fomentar la fraternidad universal, empezando por las nuevas propuestas de Itinerarios Espirituales.

No se trata de iniciativas de «formación, adoctrinamiento o educación», sino de proyectos «para actuar en común»: «Creemos y queremos -explica el Movimiento por un Mundo Mejor- asumir la invitación a encontrarnos con todos, especialmente con los más frágiles, saliendo hacia las periferias, y siendo Iglesia sinodal, en un proceso de discernimiento permanente».

El origen y la devoción de Lourdes

Las apariciones de la Virgen a Bernardita dieron lugar a las primeras peregrinaciones y al posterior levantamiento de una capilla

El germen del origen y la devoción de Lourdes se basa en una persona y unos hechos: Bernardita Soubirous y las apariciones de la Virgen.

En el siglo XIX Lourdes era una pequeña aldea de 4.000 habitantes en la que se mezclaban cualificados profesionales (abogados, médicos, notarios…) con oficios más humildes (obreros, canteros, artesanos, molineros…). Los molinos eran muy numerosos, ubicados dentro y fuera de la ciudad, al lado del río Gave.

En uno de estos molinos, en el Molino de Boly, nació Bernardita Soubirous el 7 de enero de 1844. Durante 10 años, ella y su familia residieron y trabajaron allí. A partir de 1854, una serie de acontecimientos van a poner a prueba la moral de la familia.

El padre, Francisco, pierde un ojo en accidente de trabajo. Luego, será acusado de haber robado sacos de harina. Esto le costaría ocho días de cárcel. Más tarde, la sequía castiga a la región durante dos años.

La falta continua de cosechas de trigo hace que los molinos se paren totalmente y el negocio acabe en la ruina.

Por aquellas fechas, una epidemia de cólera asola Lourdes, causando varios muertos y centenares de afectados, entre ellas Bernardita, que sufrirá las consecuencias del cólera y la tuberculosis durante toda su vida.

La familia Soubirous, sumida en la miseria, se ve obligada a abandonar el molino y trasladarse a una dependencia de una antigua cárcel (“le cachot” o calabozo).

En 1858, cuando Bernardita tenía 14 años, la Virgen se le apareció en 18 ocasiones. La primera fue el 11 de febrero. Bernardita y otras dos niñas fueron a recoger leña. De repente, en la gruta donde se encontraba, vio una luz con forma de una joven. La Aparición y Bernardita no intercambian palabra alguna, hacen la señal de la cruz. La segunda fue el 14 de febrero. La Señora le sonríe, pero sigue sin hablar. En la tercera, el 18 de febrero, Bernardita le pregunta su nombre. La Aparición no se lo dice de momento y le propone una cita diaria durante quince días. Del 19 al 23 de febrero tienen lugar las apariciones cuarta, quinta, sexta y séptima. La Señora y Bernardita se hablan, son citas de confidencias. Mientras, las autoridades acusan a la pequeña joven de perturbar el orden público y la amenazan con la cárcel. Del 24 de febrero al 1 de marzo se producen las siguientes apariciones, de la octava a la doceava.

Es aquí donde Bernardita, guiada por la Señora, descubre en la gruta la fuente donde beber y lavarse. Al principio es agua fangosa, pero pronto sale clara y limpia. Del 2 al 4 de marzo se producen las tres siguientes, en donde la Señora le dice a Bernardita que vaya y diga a los sacerdotes que se construya una capilla para que la gente venga en procesión. El 25 de marzo se produce la decimosexta aparición, en la cual la Señora le revela su nombre, la Inmaculada Concepción. El 7 de abril es la decimoséptima aparición, en la que Bernardita recibe a la Virgen con una vela, la luz de Pascua. El 16 de julio tiene lugar la última aparición, la despedida. Bernardita ya sabe que esta es la última vez que va a ver a la Inmaculada Concepción.

Estos hechos dieron lugar a las primeras peregrinaciones y al posterior levantamiento de una capilla, que finalmente se convertiría en el actual santuario. La Gruta de las Apariciones y la Basílica de la Inmaculada Concepción constituyen el original santuario. Posteriormente, se fueron añadiendo iglesias y edificios hasta completar lo que es hoy, pero siempre teniendo como referencia la Gruta y la basílica. Hoy en día, el Santuario de Lourdes es uno de los que más peregrinos y visitas recibe. Gentes de cualquier raza y lengua, de cualquier creencia y cultura acuden a la llamada del Mensaje de Lourdes.

El cuidado y la atención espiritual de los enfermos

Invitación a orar por los enfermos.

Oración por los enfermos

Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste asumir nuestra condición humana; mira con piedad a todos los que están enfermos y necesitan ser curados en el cuerpo y en el espíritu.

Reconfórtalos con tu poder para que levanten su ánimo y puedan superar todos sus males, y ya que has querido asociarlos a tu pasión redentora, haz que confíen en la eficacia de su dolor para la salvación del mundo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Estuve enfermo y fueron a visitarme San Mateo 25,36

El hermano enfermo no sólo tiene el derecho del cuidado físico en su enfermedad, además tiene el derecho del cuidado y atención espiritual. En efecto, un gran gesto de amor, una actitud de caridad, algo importante que podemos hacer por un ser querido, o un hermano enfermo, es ayudarle con nuestras oraciones y cuidados espirituales.

Del mismo modo, como cristianos debemos procurar en primer lugar cuidar nuestra salud y la de nuestro prójimo. Nosotros somos creación del Señor, por tanto patrimonio de Dios, entonces tenemos el deber de cuidarnos la salud física y la del alma, y si padecemos alguna dolencia, aprovechar la oportunidad de ofrecer los sufrimientos a Cristo.

El cuidado de la salud de los hombres requiere la ayuda de sus hermanos, de sus familiares, de sus amigos, como también del resto de la sociedad en la cual viven, a fin de lograr las condiciones de calidad de vida que permiten crecer, estudiar, formar familia, formarse espiritualmente, como alimentarse, vestirse, tener vivienda, trabajo y jubilarse o pensionarse. En nuestra vida terrena, estamos expuestos a que nos sucedan cosas como algunas enfermedades imprevistas y tenemos que padecer y en algunas ocasiones debemos operarnos, si estas salen bien, alegrémonos y demos gracias a Dios, pero sabemos que no siempre es así, si éstas salen mal, alegrémonos por esta oportunidad de ofrecer al Señor, la oportunidad de ayudarle con la dulce carga de la Cruz de Jesús.

Debemos sí tener cuidado de tener una actitud de excesivo cuidado por conservar la salud, cuando ésta se interpreta como una señal de egoísmo y falta de confianza en Dios. Recuerdo en mi juventud, cómo mi padre me enseñaba la necesidad de cuidar el cuerpo de manera razonable, porque no debíamos olvidar que es templo del Espíritu Santo. Entonces nos invitaba a la vida sobria, sin excesos y lejos de todo lo nocivo para el cuerpo humano. Es así, como la vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios, razón importante para cuidar a los enfermos, teniendo en cuenta sus necesidades y la de los demás y el bien común.

También es bueno recordar, que el hermoso don de la vida está en manos de Dios. En efecto, el hombre no es dueño de su vida ni de su salud y perjudicarlas por desidia, falta de cuidado o negligencia es una ofensa a Dios. Es así entonces, que no debemos ser indisciplinados con los buenos consejos médicos, como por ejemplo no tomar los medicamentos recomendados o hacernos el desentendido con ciertos síntomas que nos advierten de algún peligro de enfermedad.

Me parece, que no debemos engañar a un hermano enfermo si está cerca de la muerte, no estaría bien decirle que todo anda bien y que no hay que preocuparse. Seamos misericordiosos con esto, ya que se trata de un tiempo en que el enfermo debe aprovechar para prepararse al encuentro con el Señor. Los últimos días de vida pueden ser decisivos para la vida eterna, es cuando el hermano enfermo debe recibir los Sacramentos de Penitencia y Reconciliación, esto es, la Confesión y la Comunión.

Yo tengo mi experiencia personal en esto, en una etapa de mi vida durante 18 meses estuve acompañando a mi difunta esposa, la cual sufrió de un cáncer irrecuperable, y así fue como estuvimos preparando las maletas para su viaje a la vida eterna, en el momento que Dios lo dispusiera, y está grabado por la eternidad en mi corazón el minuto cuando ella me sonrió y a los pocos segundos partió en su viaje a la casa del Señor.

Por otra parte no dejemos de lado la Unción de los Enfermos, ésta se debe recibir tan pronto se sepa que hay enfermedad, especialmente si es grave, en todo caso se debe explicar que este Sacramento no es para pacientes desahuciados, es para entregarnos en las manos de Dios y decir que estamos abiertos a la curación, y dedicar este sufrimiento para llevar la cruz de la enfermedad con gracia y para nuestro bien.

Como otro testimonio personal, en una ocasión, junto a un Tío Presbítero, se la dimos a mi padre de 82 años, el cual estaba bastante mal y temíamos por su vida, hoy nuevamente, se le ve sonreír, por continuar viendo a diario su familia que el formó con los fundamentos de nuestra fe.

Oremos entonces con y por los hermanos enfermos, lo podemos hacer con el rosario y otras oraciones y meditemos los mensajes del Señor en las Sagradas Escrituras. Oremos a nuestro Padre Dios, pidamos por su Hijo Jesucristo, y con nuestra Madre la Santísima Virgen Maria.

Oración por los enfermos

Únete con fe a esta oración depositando tu vida entera en las manos de Jesús. Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros.

Te alabamos y te adoramos, por venir hasta nosotros como pan vivo bajado del cielo.
Tú eres la plenitud de la vida.
Tú eres la resurrección y la vida.
Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy queremos presentarte a todos los enfermos, porque para Ti no hay distancia ni en el tiempo ni en el espacio.

Tú eres el eterno presente y Tú los conoces. Ahora, Señor, te pedimos que tengas compasión de ellos, para que todos reconozcan que Tú estás vivo en tu Iglesia hoy; y que se renueve su fe y su confianza en Ti; te lo suplicamos, Jesús.

Ten compasión de los que sufren en su cuerpo, de los que sufren en su corazón y de los que sufren en su alma que están orando y oyendo los testimonios de lo que Tú estás haciendo por tu Espíritu renovador en el mundo entero.

Ten compasión de ellos, Señor.
Desde ahora te lo pedimos.
Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor, para que también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión.

Te lo pedimos, Jesús, por el poder de tus santas llagas, por tu santa cruz y por tu preciosa sangre. Sánalos, Señor.
Sánalos en su cuerpo, sánalos en su corazón, sánalos en su alma. Dales vida y vida en abundancia.

Te lo pedimos por intercesión de María Santísima, tu madre, la Virgen de los Dolores, quien estaba presente, de pie, cerca de la cruz. La que fue la primera en contemplar tus santas llagas y que nos diste por madre.

Tú nos has revelado que ya has tomado sobre Ti todas nuestras dolencias y por tus santas llagas hemos sido curados.
Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los enfermos que nos han pedido oración y te pedimos que los alivies en su enfermedad y que les dés la salud.

Te pedimos por la gloria del Padre del cielo, que sanes a los enfermos que van a leer esta oración. Haz que crezcan en la fe, en la esperanza, y que reciban la salud para gloria de tu Nombre.

Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los signos y prodigios de tu amor. Todo esto te lo pedimos Jesús, porque Tú eres Jesús, Tú eres el Buen Pastor y todos somos ovejas de tu rebaño.

Estamos tan seguros de tu amor, que aún antes de conocer el resultado de nuestra oración en fe, te decimos: gracias Jesús por lo que Tú vas a hacer en cada uno de ellos.

Gracias por los enfermos que Tú estás sanando ahora, que Tú estás visitando con tu misericordia. Gracias, Jesús, por lo que Tú vas a hacer.
Lo depositamos en tus manos desde hoy y te pedimos que lo sumerjas en tus santas llagas. Que lo cubras con tu sangre divina, y que a través de este mensaje tu corazón de Buen Pastor hable a los corazones de tantos enfermos que van a leerlo. ¡Gloria y alabanza a Ti, Señor!

Lourdes, la Virgen pura que regala salud

«Yo soy la Inmaculada Concepción», le dijo a la pastorcita

Lourdes es la Virgen a la que millones de personas acuden buscando salud, sanación. «Yo soy la Inmaculada Concepción»: así se presentó a la pastorcita Bernadette cuando se le apareció en el año 1856 en los pirineos franceses.

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Ella es una señora pura, como el agua del manantial de su visitadísimo Santuario, al que tantos acuden para quedar limpios, de enfermedades físicas, psicológicas o espirituales.

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Todo empezó el 11 de febrero de 1856. Bernadette Soubirous ve en la gruta de Massabielle junto al río Gave de Pau, a «una dama vestida de blanco que llevaba un vestido blanco, una vela blanca también, un cinturón azul y una rosa amarilla sobre cada pie”. Ella es sólo una pastora de 14 años de una familia humilde.

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En poco más de 5 meses, María se le apareció 18 veces, con un mensaje de esperanza y de cambio.

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Desde entonces, muchas personas han visitado a María en el pequeño pueblo de Lourdes y algunas han recibido favores y milagros.

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fe en la Virgen de Lourdes se ha extendido por todo el mundo. Ella lleva un gran regalo: la sanación de Dios, la purificación.