Una voz de Pax

Reflexión del Evangelio Dominical

Lucas 1,1-4;4,14-21

 

El evangelista dirige su texto a un remitente concreto y con nombre propio y dice que al igual que muchos contemporáneos suyos han decidido hablar de lo que vieron hacer y decir a Jesús, él también ha tomado la resolución de poner por obra lo mismo.

Lucas, con la mayor proligidad posible ha ordenado los datos que ha podido ir recogiendo de los diversos testimonios de quienes con mayor cercanía en el tiempo y en el espacio tienen algo que decirle acerca de Jesús.

Se me ocurre para esta ocasión, un ejercicio parecido en parte, a la obra llevado a cabo por Lucas: recoger  de nuestra propia experiencia y recuerdos, todo aquello que nos hable de Jesús. Por ejemplo, cuándo lo conocimos o quién nos lo presentó.

Probablemente aquella primera vez se encuentre en lo más profundo de nuestros recuerdos infantiles o todo lo contrario, quizás se nos halla revelado recientemente.

La lectura señala que Jesús, luego de leer el texto de Isaías reclama para sí mismo, lo dicho por el profeta:«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Para mi esta aseveración es una afirmación del Enmanuel, del Dios con nosotros. Cabe entonces preguntarnos, cuántas veces en efecto, Jesús ha sido o es un Dios con nosotros. En otras palabras y de la mano con el texto bíblico, ¿nuestro cristianismo, es un perenne año de gracia?. ¿Qué datos hemos podido compilar respecto de lo que Dios ha hecho en favor nuestro?…

Pero Jesús, a pesar de la contundente aseveración hecha en la sinagoga, fue ignorado, deshechado, perseguido…Ese, es un dato que no puede pasar desapercibido en nuestra lista personal de vida cristiana o más bien de intención cristiana. Creo sin embargo, que no deberíamos quedarnos en consideraciones meramente éticas o morales, de cumplimiento o transgresión porque precisamente por nuestra fragilidad es que Jesús ha venido al mundo. Luego entonces, ante esta declaración de Jesús: ¿qué responderemos?. Nosotros también hemos sido ungidos y enviados para anunciar el Evangelio a los pobres, proclamar la libertad a los cautivos, devolver la vista a los ciegos y proclamar un año de gracia, es decir de perdón, de saber disculpar, de comprensión de ponerme del lado del otro. Si vemos al otro como un Jesús entonces Dios es: con nosotros.

por Mario Aquino Colmenares