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Hilario de Poitiers, Santo

Memoria Litúrgica, 13 de enero

Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia, que fue elevado a la sede de Poitiers, en Aquitania (hoy Francia), en tiempo del emperador Constancio, quien había abrazado la herejía arriana, y luchó denodadamente en favor de la fe nicena acerca de la Trinidad y de la divinidad de Cristo, siendo desterrado, por esta razón, durante cuatro años a Frigia. Compuso unos comentarios muy célebres sobre los Salmos y sobre el evangelio de san Mateo (367).

Etimología; Hilario = Aquel que esta sonriente, es de origen latino.

Breve Biografía

Nació a principios de siglo IV en Poitiers. Fue llamado “el Atanasio de Occidente”, de quien era contemporáneo. Ambos tuvieron que combatir contra el mismo adversario, el arrianismo. Participaron en las polémicas teológicas con discursos y sobre todo con escritos. Hilario fue desterrado a Frigia por el emperador Constancio, que se había alineado con las decisiones del sínodo arriano de Béziers del año 356.

El contacto con el Oriente fue providencial para el obispo de Poitiers. Durante los cinco años de permanencia en Frigia aprendió el griego y descubrió a Orígenes, como también la gran producción teológica de los Padres orientales, obteniendo una documentación importantísima para el libro que le mereció el título de doctor de la Iglesia: De Trinitate, cuyo título original es De Fide adversus Arrianos. En efecto, era el tratado más importante y profundo que había aparecido hasta entonces sobre el dogma principal de la fe cristiana. A pesar de estar desterrado, no permaneció inactivo. Con el opúsculo Contra Maxertiam atacó violentamente al mismo Constancio, acusándole de cesaropapismo y de inmiscuirse en las disputas teológicas y asuntos internos de la disciplina eclesiástica. De regreso a Poitiers, el valiente obispo continuó su obra pastoral, ayudado eficazmente por el joven Martín, el futuro santo obispo de Tours.

Hilario nació en el seno del paganismo. Su afán por buscar la verdad, le llevó a estudiar las diferentes corrientes filosóficas de la época, recibiendo un influjo especial del pensamiento neoplatónico. La búsqueda de la respuesta sobre el fin del hombre le llevó a la lectura de la Biblia, en donde finalmente encontró lo que buscaba; entonces se convirtió al cristianismo.

Era un noble terrateniente, y cuando se convirtió estaba casado y tenía una hija, Abre, a quien amaba tiernamente. Poco después del bautismo, el pueblo lo aclamó como obispo de su ciudad natal.

Fueron seis años de intenso estudio y predicación, antes de partir para el destierro que, como hemos recordado, perfeccionó su formación cultural y teológica. Junto a la voz retumbante del polemista y del defensor de la ortodoxia teológica, hay en él también otra voz, la del padre y pastor. Humano en la lucha, y humanísimo en la victoria. Defendió a los obispos que reconocían su propio error, y hasta apoyó el derecho a conservar su cargo.

Murió en Poitiers el año 367.

 

 

Quiero… queda sano

Santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45. Jueves I del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, déjame sentir los latidos de tu corazón, que tu amor llene el vacío de mi alma; estoy cansado de buscar mi plenitud en la criaturas pues sé que sólo Tú me puedes llenar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 1,40-45

En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: «Si tú quieres, puedes curarme». Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: «¡Sí quiero: Sana!». Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.

Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: «No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés».

Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a Él de todas partes.

Palabra de Dios.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La conciencia del leproso era clara, su cuerpo era horrible a la vista de los hombres, olía mal, era excluido de la sociedad y condenado a llevar una campana que avisara de su presencia a los demás. Sabía que no podía cargar con esa cruz de sufrimiento solo, que superaba sus fuerzas.

Con esta conciencia se tira de rodillas frente a Jesús, y le grita con gemidos, «Jesús si quieres puedes curarme». Sabía claramente qué era lo que tenía que hacer.

Por ello, en este momento, también quiero gritar junto al leproso, ¡si quieres puedes curarme! Con la consciencia de que la lepra de mi corazón se debe sobre todo al rencor que tantas heridas han producido en mi alma.

Es el perdón que no he sabido dar. Es el rencor que se ha adherido a mi carne. Jesús, de rodillas ante Ti, te pido que sanes mi corazón, no puedo vivir así, esta lepra me consume. No me siento con la fuerza para cambiar, pero sé que una sola palabra tuya bastará para sanarme.

«Quien no sabe llorar, no sabe reír y por lo tanto, no sabe vivir. Jesús sabe que en este mundo de tanta competencia, envidia y tanta agresividad, la verdadera felicidad pasa por aprender a ser pacientes, a respetar a los demás, a no condenar ni juzgar a nadie. El que se enoja, pierde, dice el refrán. No le des el corazón a la rabia, al rencor. Felices los que tienen misericordia. Felices los que saben ponerse en el lugar del otro, en los que tienen la capacidad de abrazar, de perdonar..». (Discurso de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015).

 

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Si en este día el Señor me llamara a su presencia, ¿podría decir que no tengo ninguna cuenta pendiente con nadie? Buscaré pedir por esa persona que tanto ha herido mi corazón, y si Jesús me da la gracia, le hare saber mi perdón de manera externa, en la medida de lo posible.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

La curación del leproso

Los milagros de Jesús.

Entre los milagros que llevaron a muchos a creer y que mueven a Nicodemo a hablar con Jesús está la curación del leproso. Los evangelistas no señalan expresamente que fue en aquellos días, y lo sitúan de un modo inconcreto en una ciudad, pero parece muy probable que sea el Simón leproso el mismo que invitará a Jesús a comer unos días antes de la tercera pascua en Betania. Debía ser un personaje más o menos importante. La proximidad pudo conmover más a Nicodemo que procura enterarse del mensaje de Jesús y de su misma persona.

«Y vino hacia Él un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: Si quieres, puedes limpiarme. Y compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio. Y al momento, desapareció de él la lepra y quedó limpio. Le conminó y enseguida lo despidió, diciéndole: Mira, no digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. Sin embargo, una vez que se fue, comenzó a proclamar y a divulgar la noticia, hasta el punto de que ya no podía entrar abiertamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera, en lugares apartados. Pero acudían a Él de todas partes» (Mc).

Verificar la curación

La lepra es una enfermedad especialmente grave, pues junto a las llagas que deforman el cuerpo y que llevan lentamente a la muerte, se cría que era contagiosa y, por ello el leproso está sometido a prohibiciones como el acercarse a los sanos bajo pena de lapidación. Si se producía una curación tenía que se verificada por los sacerdotes. Era fácil ver en esta enfermedad la triste condición del pecador.

Acto de fe

El leproso acude a Jesús, con riesgo de su vida, con una petición humilde y dolorida: «si quieres, puedes limpiarme» Es un acto de fe, pues afirma que puede curarle, que está en su poder, y desea que esté también en su querer. Jesús no investiga su fe, la ve. Y accede rápidamente, lo toca con todo lo que esto llevaba de contaminarse legal y físicamente, dice «quiero, sé limpio», y se cura. La inmediata petición de discreción sorprende, pues muchos otros milagros son hechos para que crean los presentes; aquí hay silencio, quizá porque, en este caso, la lepra no era aún publica, o por otra razón que los evangelistas callan. Sí se le pide que vaya a los sacerdotes. No dice si siguió como discípulo; pero todo parece indicar que no sólo lo fue, sino que se cuenta entre el grupo de incondicionales, o amigos, si se quiere expresar así. Jesús quiere discreción para que no se malogren el crecimiento de sus primeras acciones en Judea.

 

 

Trabajar nos permite realizarnos y colaborar en un proyecto de Dios

Catequesis del Papa Francisco, 12 de enero de 2022.

Fuente: Vatican News

En la audiencia general de esta mañana – celebrada en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano – el Papa reanudó su catequesis sobre San José. Tras escuchar el Evangelio que relata que la gente de Nazaret oyendo hablar a Jesús se preguntaba acerca de su origen, por ser “el hijo del carpintero”, el que ejercía el oficio de su padre, Francisco explicó que el término griego tekton, usado para indicar el trabajo del esposo de María, fue traducido de varias maneras. De este modo, los Padres latinos de la Iglesia lo hicieron con la palabra “carpintero”. Pero hay que tener presente que “en la Palestina de los tiempos de Jesús la madera servía, además de para fabricar arados y muebles varios, también para construir casas, que tenían ventanas de madera y techos de terraza hechos de vigas conectadas entre sí con ramas y tierra”.

Por tanto – prosiguió explicando el Santo Padre – “carpintero” u “obrero de la madera” era “una calificación genérica, que indicaba tanto a los artesanos de la madera como a los trabajadores que se dedicaban a actividades relacionadas con la construcción”. Además, el Pontífice destacó que “desde el punto de vista económico no aseguraba grandes ganancias, como se deduce del hecho de que María y José, cuando presentaron a Jesús en el Templo, ofrecieron sólo un par de tórtolas o pichones, como prescribía la Ley para los pobres”.

El Papa puso de manifiesto que cuando Jesús empezó a predicar, sus coterráneos asombrados se preguntaban de dónde procedía su y capacidad de realizar milagros y se escandalizaban a causa de él.

El drama de no tener trabajo

“Este dato biográfico de José y de Jesús me hace pensar en todos los trabajadores del mundo, de forma particular en aquellos que hacen trabajos duros en las minas y en ciertas fábricas; en aquellos que son explotados con el trabajo en negro; en las víctimas del trabajo, hemos visto que en Italia últimamente hay demasiadas; en los niños que son obligados a trabajar y en aquellos que hurgan en los vertederos en busca de algo útil para intercambiar…”.

Francisco extendió su pensamiento también en quien está sin trabajo, a “los que se sienten justamente heridos en su dignidad porque no encuentran un trabajo”, incluyendo a muchos jóvenes, padres y madres que “viven el drama de no tener un trabajo que les permita vivir serenamente”. Además, el Papa destacó el carácter dramático de esta situación que suele conducir a “perder toda esperanza y deseo de vida”. A lo que añadió que quien regresa a casa sin haber encontrado trabajo y la Cáritas le ha dado algo de pan, no recibe esa dignidad: “Lo que te da dignidad es ganarte el pan, y si no damos a nuestra gente, a nuestros hombres y mujeres, la capacidad de ganarse el pan, esta es una injusticia social en ese lugar, en esa nación, en ese continente”.

“Los gobernantes deben dar a todos la posibilidad de ganarse el pan, ya que esta ganancia les da dignidad. El trabajo es una unción de dignidad, y esto es importante”.

El trabajo en tiempos de pandemia

“En estos tiempos de pandemia muchas personas han perdido el trabajo y algunos, aplastados por un peso insoportable, han llegado al punto de quitarse la vida. Quisiera hoy recordar a cada uno de ellos y a sus familias”, dijo el Papa. “Hagamos un momento de silencio recordando a esos hombres a esas mujeres desesperados, porque no encuentran trabajo”. “Trabajar – prosiguió – no sólo sirve para conseguir el sustento adecuado: es también un lugar en el que nos experimentamos a nosotros mismos, nos sentimos útiles, y aprendemos la gran lección de la concreción, que ayuda a que la vida espiritual no se convierta en espiritualismo”.

“Pero lamentablemente el trabajo es a menudo rehén de la injusticia social y, más que ser un medio de humanización, se convierte en una periferia existencial”.

De ahí que el Santo Padre se haya preguntado:

“¿Con qué espíritu hacemos nuestro trabajo cotidiano? ¿Cómo afrontamos el cansancio? ¿Vemos nuestra actividad unida sólo a nuestro destino o también al destino de los otros? De hecho, el trabajo es una forma de expresar nuestra personalidad, que es por su naturaleza relacional”.

“El trabajo – añadió Francisco – es también una forma de expresar nuestra creatividad: cada uno hace el trabajo a su manera, con su propio estilo; el mismo trabajo, pero con un estilo diferente”. Por esta razón afirmó que “es bonito pensar que Jesús mismo trabajó y que aprendió este arte propio de San José”. Y ante la pregunta que debemos formularnos hoy acerca de “qué podemos hacer para recuperar el valor del trabajo; y qué contribución, como Iglesia, podemos dar para que este sea rescatado de la lógica del mero beneficio y pueda ser vivido como derecho y deber fundamental de la persona, que expresa e incrementa su dignidad”, rezó con los fieles y peregrinos presentes la oración que San Pablo VI elevó a San José el 1 de mayo de 1969:

Oración a San José

Oh, San José,
patrón de la Iglesia,
tú que junto con el Verbo encarnado
trabajaste cada día para ganarte el pan,
encontrando en Él la fuerza de vivir y trabajar;
tú que has sentido la inquietud del mañana,
la amargura de la pobreza, la precariedad del trabajo;
tú que muestras hoy el ejemplo de tu figura,
humilde delante de los hombres,
pero grandísima delante de Dios,
protege a los trabajadores en su dura existencia diaria,
defiéndelos del desaliento,
de la revuelta negadora,
como de la tentación del hedonismo;
y custodia la paz del mundo,
esa paz que es la única que puede garantizar el desarrollo de los pueblos
Amén.

 

 

Saludos del Papa

En nuestro idioma, al saludar cordialmente a los fieles que asistieron a esta audiencia general el Santo Padre les dijo:

“Los animo a reflexionar sobre el sentido que damos al propio trabajo, a verlo como un servicio, como un modo de ayudar a los demás con nuestro esfuerzo. Que el Señor los bendiga y bendiga todas sus tareas, de modo que sean siempre para la mayor gloria de Dios”.

A los fieles de lengua portuguesa los invitó a ayudar a nuestros hermanos “a recuperar el valor del trabajo” con Jesús y San José, “para que todos vivamos juntos, con conciencia alegre, nuestra dignidad de hijos de Dios”.

Al saludar a los peregrinos procedentes de los países francófonos, especialmente a los jóvenes de la diócesis de Tarbes, junto con Monseñor Emmanuel Gobilliard, obispo auxiliar de Lyon, el Papa formuló votos para que, “por intercesión de San José, los jóvenes, los padres y madres desempleados que viven en la precariedad y la angustia por sus familias, encuentren trabajo para llevar una vida digna y serena”.

También saludó a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los procedentes de los Estados Unidos de América, invocando sobre todos ellos y sus familias, “la alegría y la paz del Señor”. De la misma manera saludó a los peregrinos de habla alemana, a quienes pidió compartir sus actividades con los débiles, puesto que es de gran importancia para ellos y un apoyo significativo también para nosotros.

San Juan Pablo II

A los peregrinos polacos Francisco los invitó a pedir al Señor, junto con San José carpintero, “que el mundo de hoy sea cada vez más sensible al valor humano y espiritual del trabajo”. A la vez que les recordó que:

“Como decía San Juan Pablo II, gracias al banco de trabajo en el que ejerció su oficio con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la Redención (Redemptoris custos, 22)”.

A los fieles de lengua árabe el Santo Padre los invitó a pedir San José, “Patrono de la Iglesia, que trabajó para asegurar el pan de cada día a la familia de Nazaret, experimentando la amargura de la pobreza y la precariedad del trabajo, que proteja a los trabajadores en su dura existencia diaria, defendiéndolos del desánimo y la explotación, y que salvaguarde la paz en el mundo, que es la única que puede garantizar el desarrollo de los pueblos”.

Por último, antes de rezar el Padrenuestro en latín y de impartir su bendición apostólica, el Obispo de Roma dio su cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. En particular, el Papa saludó a los miembros del Instituto secular de don Orione. A la vez que pidió “que la figura de San José, el humilde carpintero de Nazaret, nos guíe hacia Cristo, apoye a los que trabajan por el bien e interceda por los que han perdido su trabajo o no lo encuentran”.

Mientras al dirigir un pensamiento especial a los ancianos, enfermos, jóvenes y recién casados el Papa Francisco recordó que el domingo pasado celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, “una ocasión propicia para repensar el propio Bautismo en la fe de la Iglesia”. Y los invitó a redescubrir “la gracia que proviene del Sacramento” y a traducirla en los compromisos diarios de sus vidas.

 

 

Superando la depresión

El corazón alegre mejora la salud, espíritu abatido seca los huesos

“El corazón alegre mejora la salud, espíritu abatido seca los huesos” Prov 17, 22

Todas las personas estamos llamados a vivir con alegría, plenitud, gozo. Pero hay cosas que llevan al hombre a sentirse triste momentáneamente, esto es natural y parte de la vida del hombre.

Cuando la tristeza que se presenta es profunda, permanece todo el día y se prolonga en el tiempo, haciendo sentir a la persona que se encuentra en un pozo profundo sin salida aparente, ha llegado, con querer y sin querer, a un estado de depresión.

Este momento, en muchas de las veces, va acompañado de sentimientos de angustia, soledad, de poca valía y de culpabilidad, desgano, agitación, fatiga, dificultad para concentrarse, insomnio o sueño excesivo, pérdida o aumento de apetito, irritabilidad, llanto frecuente, baja autoestima, desesperanza. Esta es una enfermedad que de manera segura afecta los pensamientos, sentimientos, conducta y salud física.

 

Cuando la depresión proviene de cambios químicos cerebrales se le llama endógena. Por ejemplo cuando hay cambios en los neurotransmisores, la serotonina provoca insomnio. Los cambios o la baja en la noradrenalina, que es la que nos da energía, causan desgano, cansancio, fatiga. Si disminuye la dopamina, que es la que regula el dolor y produce placer, la persona se hace más susceptible al dolor y las actividades normales ya no le ilusionan. Esta depresión, sin duda, debe ser tratada con medicamentos.

La exógena tiene que ver con los eventos externos en la vida de las personas como son: pérdidas de seres queridos, reveses económicos, de trabajo, enfermedad, divorcios, violencia intrafamiliar, traiciones, etc.

La depresión en el varón se da más por pérdida de status o laboral. En la mujer por pérdidas emocionales.

Cómo se supera

Si es endógena la solución casi segura llega a través de medicamentos y psicoterapia, la dosis y duración dependen del grado de depresión.

Tanto si es exógena o endógena la persona con ayuda espiritual y de psicoterapia debe buscar resolver los problemas de raíz. Quien se somete a este tratamiento tendrá en cuenta que hay mucho trabajo personal.

Trabajo personal

La labor de quien se encuentra en un estado de depresión es tener paciencia y acciones concretas para lograr salir de esta situación. Los siguientes puntos que ayudan son:

-Tomar conciencia del precio que se está pagando por permitir pensamientos negativos y cambiarlos por positivos, para evitar que afecten su salud.
-Importante fortalecer la autoestima, valorarse, hacer un recuento de las propias fortalezas, de las cosas positivas que haces o has hecho.
-Atender las necesidades personales tales como alimentación rica en vitamina B 12 y folato, deportes, descanso, momentos de recreación.
-Evitar el consumo de drogas y alcohol.
-Reconocer y expresar de forma constructiva sus sentimientos, pensamientos y necesidades.
– Apoyo familiar y social.
-Poner límites para evitar el abuso de los demás o de uno mismo.
-Cambiar lo que se pueda cambiar de la situación y manejar en forma positiva lo imposible de cambiar.
-Recordar si es posible qué evento desencadenó la depresión. Si se toma conciencia se puede re-significar el evento, es decir verlo desde un enfoque positivo para salir de la depresión.
-Tener la convicción de que con la ayuda necesaria, se puede manejar la propia depresión.
-La percepción de uno mismo es de gran importancia para la salud emocional y física. Si es positiva habrá más probabilidad de responder de forma adecuada y asertiva a situaciones externas.

 

 

-Ver la depresión como una oportunidad de crecer facilita la tarea.
-Centralizar o ubicar el problema y no totalizarlo pensando que todo está mal, que la vida es un desastre.
-Ver de lejos el problema, para lograr ser objetivo en la observación de la realidad, enfatizar las cosas positivas, lo que si se tiene.
-Evitar hacer recuento permanente de la (s) experiencia (s) dolorosa (s) del pasado; traumas, desilusiones, injusticias.
-Realizar acciones concretas en el aquí y ahora realistas, alentadoras.
-No tomar las cosas a nivel personal, pensando por ejemplo que esa persona quería hacerte daño.
-Agradecer las cosas positivas de cada día, la salud, la vista, el amanecer, etc.
-Buscar motivaciones, sentido de vida. Quien vive con fe y trasciende los hechos no puede sufrir depresión de manera permanente.

 

 

-Aunque por el momento sienta que no hay mejora, es necesario perseverar en el sentido contrario al que se venía caminando.
-Es importante cambiar la forma en que manejas el origen de la depresión, para prevenir que te lleven de nuevo a la depresión.

Finalmente recordar que si tenemos fe y creemos en Dios, si nos dejamos abrazar por su amor estamos seguros. “Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú estás conmigo; tu vara y tu bastón me dan seguridad”. Sal 23, 4

 

 

La infancia espiritual

Si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos (Mt 18, 3)

“Cómo me gustaría volver a ser niño”, a menudo escuchamos frases como esta u otras perecidas, que ponen al descubierto la nostalgia por revivir aquellos días gloriosos de infancia que los adultos hemos dejado atrás.

¿Pero qué tienen los niños cuyo estilo de vida es tan codiciado? ¿Por qué muchas personas nos extrañamos a nosotros mismos en esa etapa? ¿Qué hace que un gran número de adultos recurran a sus recuerdos infantiles cuando se les pregunta en qué etapa de su vida han sido más felices?

Quizás tengamos que considerar algunos elementos comunes que enmarcan la niñez en general: confianza, seguridad, espontaneidad, dependencia, alegría… Todos ellos factores que poco a poco van desapareciendo o disminuyendo en la medida que crecemos y vamos adquiriendo nuevas responsabilidades. Y no es que esté mal, es el camino obligado, hasta cierto punto. Pero en algún momento de nuestra vida nos volvemos tan dependientes de nuestras propias fuerzas y decisiones, que olvidamos que siempre seremos dependientes de Alguien, Aquel sin cuya voluntad nada sucedería, ni siquiera nuestra propia vida: Dios el creador de todo.

El que nos ha llamado a la vida y nos ha dado las capacidades para realizarnos como personas y perfeccionar el mundo, se ha manifestado como nuestro Padre. Esto nos sitúa en la condición de hijos. Y un hijo se sabe amado, protegido, seguro, confiado…, cuando sabe que lo asiste su Padre; que puede contar con Él en todo; que sin importar las veces que no acierte en sus decisiones estará respaldado por el amor incondicional de quien le dio la vida. Este es nuestro Padre Dios.

Cuando volvemos a descubrir que Dios es nuestro Padre -quizás en algún momento de nuestra infancia lo supimos, pero no como lo comprendíamos como ahora-, con todo lo que esto conlleva, entonces reaparece en nosotros aquella alegría, espontaneidad y confianza que experimentamos cuando éramos niños, pero ahora con otras expresiones y manifestaciones. Obviamente nuestras funciones ahora son distintas, nuestro estilo de vida es el de un adulto, pero podemos vivir la infancia espiritual, aquella por la cual muchos hermanos nuestros se han santificado y han alcanzado la gloria.

Un ejemplo elocuente de infancia espiritual, tal vez el más destacado, es del de Teresa de Lisieux o santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897). Su vida y obras merecen estudio aparte. Baste decir aquí, que la infancia espiritualidad es el “sello” que marcó su vida, su itinerario de santificación, así lo deja ver su nombre de profesión religiosa “del niño Jesús”.

Y si queremos entender, concretamente, en qué consiste la infancia espiritual, la santa de Liseux nos dirá que se trata de permanecer como niños delante de Dios, es decir “reconocer su nada, esperarlo todo del buen Dios, como un niño pequeño lo espera todo de su padre, es no inquietarse de nada, no buscar fortuna”. En otro momento dirá: “Ser pequeño, es también no atribuirse a sí mismo las virtudes que uno practica, creyéndose capaz de alguna cosa, antes bien reconocer que el buen Dios pone este tesoro de la virtud en la mano de su pequeño hijo para que se sirva de él cuando lo necesite; pero siempre es el tesoro del buen Dios” [1].

Ciertamente, las palabras de santa Teresita, encuentran poca acogida en una época como la nuestra, en que la sociedad se rige por la competencia, el poder, el dinero, la fama y toda clase de seguridades materiales. Sin embargo, solamente apoyados en la confianza de hijos pequeños de Dios, abandonándonos en Él, podremos recuperar la alegría tan añorada de nuestros días de infancia. De hecho, gran parte de nuestra felicidad se basaba en que éramos dependientes de nuestros padres o de los adultos responsables de nosotros. Pues bien, volver a ser niños delante de Dios, no es otra cosa que volver a confiar en nuestro padre Dios y sabernos dependientes Él. Después de todo, Jesús nos lo advierte como un requisito para entrar al Reino de los cielos:

Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos (Mt 18,3-4).

 

 

Consejos para hacer realidad los propósitos de Año Nuevo

Si dejamos que la sabiduría de Dios nos ayude, tendremos mejores resultados

Iniciar un nuevo año no debe ser únicamente acostarse por la noche para levantarse al día siguiente, ni cambiar el calendario viejo por el nuevo. El inicio de un nuevo año constituye una oportunidad para hacer proyectos de vida, fortalecer lo positivo o hacer grandes cambios para sacar de nuestra vida lo que es destructivo. No es la vida la que nos marca lo que tenemos que hacer, somos nosotros los que dirigimos la vida y le damos sentido. Nosotros somos los responsables de construir el presente y el futuro.

¿Cómo construir un Año Nuevo?

Si dejamos que la sabiduría de Dios nos ayude, tendremos mejores resultados. Para ello podemos tomar en cuenta lo que Jesús nos dice en el evangelio de Mateo 7,21,24-29. La primera parte nos recuerda que las palabras no son suficientes para tener logros. Es muy fácil hablar, prometer, decir propósitos, pero lo difícil es ponerlos en práctica. Quizá por eso hay tantas personas que hacen buenos propósitos, pero nunca los ven realizados. Bien decía Jesús: “No todo el que me diga ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”

Las obras son fundamentales

“Los propósitos y la oración van acompañados de obras”. Con estas palabras comprendemos perfectamente que no es suficiente hacer oración o invocar el nombre de Dios para transformar la vida o hacer frente a los retos y obstáculos. Hacer un propósito o invocar el nombre de Dios exige tener una actitud de esfuerzo, trabajo y disponibilidad que convierten los pensamientos en acciones.

Lo fácil o lo difícil

Lo fácil no cuesta trabajo, no exige constancia ni esfuerzo. Quizá por eso la mayoría de las personas buscan ese camino y se conforman con pocos resultados. Es más fácil estar descansando que hacer algo de provecho; es más fácil pasar año con 6 de calificación que obtener un 10; es más fácil tener la casa sucia que arreglada y presentada; es más fácil relacionarse sólo con los que me caen bien que ampliar mi grupo de conocidos; es más fácil ver la televisión que leer un libro; es más fácil salir a jugar que estudiar o tomar un curso; es más fácil hacerse una operación de liposucción que hacer ejercicio; es más fácil divorciarse que luchar por el matrimonio; es más fácil alimentar sólo el cuerpo que el espíritu. Muchos buscan siempre lo más fácil, lo más cómodo, pero ese no es el camino del éxito ni del crecimiento. Así lo expresa Cristo cuando dice: “El que escucha mis palabras y no las pone en práctica, se parece a un hombre necio que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente”.

Construyendo sobre arena

Construir sobre arena es fácil. No es necesario hacer una excavación, no es necesario picar piedra. Esa frase representa a quienes quieren obtener algo rápido y sin esfuerzo. Lamentablemente, los resultados de una actitud así no son los mejores. Cristo lo advierte cuando compara la destrucción y ruina de una casa, con el desmoronamiento o ruina a la que llegan muchas personas en su vida por haber buscado un camino fácil. En estos días de inicio de año no faltan algunos cristianos que buscan el éxito de un nuevo año sólo haciendo oración el día último o el día primero, pero todo el año se olvidan de Dios. Tampoco faltan los cristianos que, por ignorancia, creen que siguiendo determinados rituales mágicos estará seguro y mejor el nuevo año. Así, se comen las 12 uvas, se ponen ropa interior roja, prenden velas doradas, colocan cuarzos, colocan figuras de borregos en su casa, pasean maletas, etc. Esperan grandes cambios, pero al cimentar su futuro en supersticiones que son como arena, terminan sin recibir nada, con sus ilusiones y esperanzas destruidas, con el ánimo por los suelos y abatidos por los problemas y dificultades que, como los huracanes y sismos, destruyen las casas mal construidas. ¿Valdrá la pena preparar y provocar nuestra destrucción?

Sobre roca firme

La palabra de Cristo nos invita a esforzarnos, a exigirnos, a trabajar con entusiasmo y constancia, a buscar la sabiduría, a poner nuestra mirada en los valores duraderos y no sólo en las cosas pasajeras, a valorar lo terreno, pero sin dejar de cuidar lo espiritual. Por eso Jesús dice: “El que escucha mis palabras y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa, pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca. El año nuevo seguramente traerá muchas bendiciones, pero también nos presentará dificultades, retos, problemas, etc. Es importante estar preparados para afrontar todo lo que pudiera querer tambalearnos. Para eso es necesario construir nuestro presente y futuro sobre aquello que, como roca, sea estable, no sea pasajero, fundamente nuestra acción y nuestro pensamiento, fundamente nuestras relaciones personales, fundamente nuestra fe y nuestro actuar.

Planos y proyectos

Así como un arquitecto o ingeniero reflexionan y estudian de la mejor manera cómo van a construir una casa para que sea resistente, hermosa y duradera, así también el cristiano tiene que dedicar un tiempo para hacer un proyecto de vida: ¿Qué quiero para mi presente y mi futuro? ¿Hasta dónde quiero llegar? ¿Qué logros quiero obtener? De acuerdo con sus proyectos, tendrá que marcar los pasos y etapas necesarias para que se conviertan en realidad. Por eso, todo propósito tiene que marcar etapas y distinguirse en propósitos a corto plazo, a mediano plazo y a largo plazo. Las grandes cosas se van logrando poco a poco, pero se van evaluando constantemente. Si no hay un proyecto de vida se camina, pero no se avanza. Si no hay un proyecto de vida no se puede hacer una evaluación. Si no hay un proyecto de vida se puede perder el camino y la meta. Será necesario hacer proyectos personales, de pareja, de familia, para la salud, para la educación e incluso para lo económico.

Constancia

En una construcción no basta colocar la primera piedra. Después del entusiasmo inicial se tiene que continuar hasta el final. Es necesario vencer a la pereza, al deseo de comodidad, y buscar la constancia para luchar con ella. Muchos inician un maratón, pero no lo terminan. Muchos inician un curso y lo dejan a medias. Muchos van la primera semana al gimnasio para desertar después. Muchos leen las primeras páginas de un libro, pero no llegan al final. Muchos inician la lectura de la Biblia para dejarla después abandonada. Sin constancia los propósitos se quedan en palabras o escritos.

Más allá de los sentimientos y emociones

Los sentimientos y las emociones son bonitos, pero muy fugaces. Cuando nos dejamos llevar por ellos podemos cometer graves errores. Cuando sólo por sentimiento o emoción se casa una pareja, está preparando su fracaso. Cuando por lo mismo se decide una carrera profesional, un trabajo o incluso una religión, lo más seguro es que pronto cambiemos de parecer. Por eso, al hacer los propósitos de año nuevo será necesario hacerlos con toda calma, buscar un tiempo de reflexión profunda, pidiendo la ayuda de Dios, preguntando a nuestros seres queridos en qué consideran que podríamos ser mejores o qué ven en nosotros que no sea lo mejor. Así podremos hacer que nuestros propósitos se conviertan en realidad y sean como una casa que no es derribada por los días que se aproximan.

 

 

San Hilario de Poitiers: Padre de familia y obispo

Era pagano pero su inquietud intelectual lo llevó a estudiar filosofía, leer la Biblia y convertirse junto a su mujer y su hija

San Hilario de Poitiers es Padre y Doctor de la Iglesia. Fue obispo y autor de grandes textos teológicos que ayudaron a combatir el arrianismo.

Nació en Poitiers (Francia) a comienzos del siglo IV en el seno de una familia pagana, pero su inquietud intelectual lo llevó a estudiar filosofía y leer la Biblia. Se convirtió de adulto, casado y con una hija, Abra.
Poco después la ciudad lo aclamó obispo.

Siete años después, el emperador Constancio II, aliado de los arrianos, lo desterró cinco años a Frigia (en la actual Turquía).

Sin embargo, allí, aprendió griego y el contacto con la teología cristiana oriental hizo fructificar su pensamiento.

El «Atanasio occidental»

Así, escribió el tratadoSobre la Trinidad, que sería esencial en la lucha contra la herejía arriana. En Oriente, sería el contemporáneosan Atanasio quien acometería esta batalla.

Regresó a su diócesis en el año 361 y fue protector de un joven Martín de Tours.

San Hilario de Poitiers fue declarado Doctor de la Iglesia por el papa Pío IX en 1851 por su aportación al dogma trinitario.

Santo patrón

San Hilario es patrono de Poitiers, en Francia. En España hay un único municipio del que es patrón: Comares, en la provincia de Málaga.

Oración de san Hilario de Poitiers para agradecer la vida

Gracias a Tu misericordia, comencé a existir
Tú permitirás, Dios Todopoderoso, que me dirija a Ti,
y que te hable con total libertad; yo, que sólo soy tierra y polvo,
y sin embargo estoy encadenado por Tu amor.
Antes de conocerte, no existía, era infeliz,
el sentido de la vida era desconocido para mí y en mi ignorancia
mi ser profundo me escapaba.
Gracias a Tu misericordia, comencé a existir:
ahora sé, sin ambigüedad, que tuve la existencia por Tu bondad.
Sé que Tú, que no necesitabas que yo existiese,
no me diste la vida para ser desgraciado.
Concédeme que te adore, nuestro Padre y a tu Hijo contigo;
para ser digno del Espíritu Santo que procede de Ti
por el único Hijo.
Amén

El autor, un hombre agradecido

Estas bellas palabras al Creador son de san Hilario de Poitiers, un hombre que ya en la edad adulta y con una hija conoció el cristianismo y llegó a convertirse en obispo y Padre de la Iglesia. ¿Conoces su historia?

Nació en Poitiers (Francia) a comienzos del siglo IV en el seno de una familia pagana, pero su inquietud intelectual lo llevó a estudiar filosofía y leer la Biblia. Se convirtió de adulto, casado y con una hija, Abra.

Poco después la ciudad lo aclamó obispo. Siete años después, el emperador Constancio II, aliado de los arrianos, lo desterró cinco años a Frigia (en la actual Turquía). Sin embargo, allí, aprendió griego y el contacto con la teología cristiana oriental hizo fructificar su pensamiento.