Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
+ Cuando el dolor se adueña de toda mi alma
Y el horizonte oscurece como la noche,
Y el corazón esta desgarrado por la tortura de la tribulación,
Oh Jesús crucificado, Tú eres mi fuerza.
Cuando el alma ofuscada por el dolor,
Se esfuerza y lucha sin respiro,
Y el corazón agoniza en la amargura de la angustia,
Oh Jesús crucificado, esperanza de mi salvación.
Y así pasa día tras día,
Y el alma se hunde en un mar de amargura,
Y el corazón se diluye en lágrimas,
Oh Jesús crucificado, Tú me iluminas como la aurora.
Y cuando el cáliz de amargura ya rebosa,
Y todo conspira contra ella,
Y el alma vive momentos de Getsemaní,
Oh Jesús crucificado, en Ti tengo mi defensa.
Cuando el alma consciente de su inocencia
Acepta de Dios estas pruebas,
Entonces el corazón es capaz de compensar
Las molestias con el amor,
Oh Jesús crucificado, cambia mi debilidad
En omnipotencia.
Reflexión: El Amor Crucificado
Cuando el dolor se adueña de toda mi alma y el horizonte oscurece como la noche, el alma se hunde en un mar de amargura. Oh, Jesús Crucificado, tú eres mi fuerza. El amor de Jesús es un amor crucificado y un amor crucificante; tal es su divino carácter. Para seguir a Cristo, es preciso llevar la propia cruz: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”. No existe un cristianismo sin cruz: “El que no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”. El cristiano que pierde el sentido sobrenatural de su vida, se resiste a entender que a Cristo solo lo podemos seguir a través de una vida de sacrificio, cerca de la cruz. “Si no eres mortificado, nunca serás alma de oración”.
La cruz pequeña o grande aceptada, produce paz y gozo en medio del dolor y está cargada de méritos para la vida eterna; cuando no se acepta la cruz, el alma queda desilusionada o con una rebeldía que sale enseguida al exterior en forma de tristeza y de mal humor. El Divino Maestro nos visita con la gracia del Calvario y también con la fuerza de su amor. Cuando nos venga una cruz, no debes despreciar su divino origen, sino debes recibirla como una gota de la sangre del Salvador.
El amor crucificó a Jesús, para que yo pudiera ver hasta donde llegaba su grandeza y ternura para conmigo. Es la prueba del amor divino. El amor de Jesús es crucificante porque: 1. Crucifica al hombre viejo dominado por la concupiscencia, sujetándole con clavos de amor y haciendo al hombre nuevo. 2. El amor de Jesús, crucifica al hombre justo y santo para que se asemeje más a su Buen Maestro. Le crucifica en su mismo amor, para que esté más cerca y más unido con Jesús Crucificado. La cruz es fuego que purifica, que templa el alma en la virtud.
¡Oh Cruz de amor que sostiene a Jesucristo, yo te adoro!
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda el amor a la cruz a tí y a tu familia.
Dios te bendiga y proteja. Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce.