Esta mañana, en la oración de Laudes, San Pablo nos recordaba que hoy tenemos la salvación más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. Y esta proximidad siempre es motivo de alegría, porque tal y como en la primera venida nos trajo la paz del cielo que los ángeles cantaron en Nochebuena, cuando venga a buscarnos a finales de nuestros días, la alcanzaremos plenamente, cuando Cristo resucitado nos llevará allí donde Él está con el Padre y el Espíritu Santo desde siempre. En cada eucaristía expresamos este deseo tan grande cuando proclamamos con fe lo de: ¡esperamos tu regreso, Señor Jesús!
El Adviento litúrgico nos recuerda, preparando la Navidad, esta realidad de todo el año. Y es para todo el año que el evangelio nos recuerda a la actitud dinámica de la conversión que nos mantiene activos en esta tensión entre el presente y la eternidad.
Hay dos imágenes del evangelio de hoy que nos ayudan a entender la dinámica de la conversión: El desierto y el Jordán. El desierto, lugar donde se escucha la palabra de Dios que habita en el silencio del corazón, y el Jordán, umbral que fue de la entrada a la tierra prometida, ahora símbolo del lugar donde se comparte su mensaje que hace posible entrada al Reino de Dios prometido para todos.
La ruta que Juan Bautista abre en el desierto lleva al Jordán, en el agua de la Tierra Prometida. El Precursor del Señor nos hace ver que hay que entrar en el desierto e ir al Jordán, que hay que buscar la soledad, no tener miedo al silencio que hace posible escuchar los latidos del espíritu, para poder discernir entre tantas voces la ve que es capaz de renovarnos de verdad. Una palabra no un eslogan, quizás más un interrogante que cuatro frases de auto ayuda, mejor aún una palabra de contradicción capaz de convertir la inercia de los comportamientos políticamente correctos con nuevas motivaciones humanamente mejores. La palabra que viene del desierto es una “palabra semilla” capaz de hacer germinar algo bueno, de reciclar tantos intentos fallidos de vida para recrear una posibilidad real de futuro.
El desierto nos lleva a encontrarnos en lo esencial. Casi siempre lo esencial consiste en pocas cosas, sólo las imprescindibles: afrontar la fragilidad y la grandeza de la misma vida con sinceridad y verdad. Éste es en definitiva el mensaje de Juan: Conviértete. Ponga ante Dios tu miseria, reste delante de Él esperando el don del fuego de su Espíritu, fuego que purifica del pecado, fuego que es estallido de vida nueva.
La conversión, tal y como nos recuerda el Catecismo, “es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que recibe en su propio seno los pecadores y, siendo santa a la vez que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación ” (LG 8). Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. Su fuerza radica en el deseo de la pureza de corazón que, atraído y movido por la gracia, corresponde al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero.
El amor que nos tenemos unos a otros, en tanto que viene de Dios, es la semilla que debe cultivarse para que vaya enriqueciéndose y creciendo más y más, persistiendo en medio de las dificultades hasta derramar, la semilla que lleva el conocimiento y la finura de espíritu que nos lleva a respetar, valorar y amar a todas las personas. La convivencia vivida como don de la gracia y trabajo de conversión, nos ayuda pedagógicamente a saber apreciar y moverlos en los valores auténticos para poder llegar puros y sin obstáculos al día de Cristo, cargados de aquellos frutos de justicia que se dan por Jesucristo, a gloria y alabanza de Dios, como nos decía el apóstol.
La palabra recibida en el desierto es para comunicarla en el Jordán, a esa orilla de la tierra prometida que todos deseamos, ese Cielo nuevo y esta Tierra nueva a la que todos nos encaminamos. En este camino, debemos saber compartir con todos el mensaje positivo que empapa todo el evangelio de Jesús, porque la salvación que lleva incoada en él es para todos y está destinada a penetrar en fuerza humanizadora los problemas, las crisis, los miedos y las esperanzas que son de todos.
El evangelio de Jesús no es fantasía de un mundo imposible, tampoco es resignación que sublime el luto y la aflicción, sino realidad con esperanza. Con la ayuda del Señor, debemos persistir en sembrar la Palabra de Dios, a pesar de que tengamos lágrimas en los ojos, para que pueda haber una siega que convierta el luto y la aflicción en cantos de alegría, unos cantos que, de Navidad, ya son parte de esa cosecha.
La Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María
Solemnidad, 8 de diciembre
Martirologio Romano: Solemnidad de la Concepción Inmaculada de la bienaventurada Virgen María, que, realmente llena de gracia y bendita entre las mujeres, en previsión del nacimiento y de la muerte salvífica del Hijo de Dios, desde el mismo primer instante de su Concepción fue preservada de toda culpa original, por singular privilegio de Dios. En este mismo día fue definida, por el papa Pío IX, como verdad dogmática recibida por antigua tradición (1854).
Todo lo que se refiere a la Santísima Virgen María es un maravilloso misterio. Como la primera y más importante de las prerrogativas suyas es su condición de ser Madre de Dios, todo lo que deriva de ello-el caso de ser Inmaculada, por ejemplo- es una consecuencia de su especialísima, impar e irrepetible situación en medio de los hombres.
De hecho, en un tiempo concreto, justo en 1854, el papa Pío IX, de modo solemne y con todo el peso de su autoridad suprema recibida de Jesucristo, afirmó que pertenecía a la fe de la Iglesia Católica que María fue concebida sin pecado original. Lo hizo mediante la bula definitoria Ineffabilis Deus donde se declaraba esa verdad como dogma de fe.
Poco a poco fue descubriéndolo en el andar del tiempo y atendiendo a los progresos de la investigación teológica, al mejor conocimiento de las ciencias escriturísticas, a lo que era realidad viva en el espíritu y vida de los católicos y después de consultado el sentir del episcopado universal.
No es en ningún momento un gesto debido al capricho de los hombres ni a presiones ambientales o conveniencias económicas, políticas o sociales por las que suelen regirse las conductas de los hombres. No; es más bien la fase terminal y vinculante de un largo y complejo proceso en que se va desarrollando desde lo más explicito y directo hasta lo implícito o escondido y siempre al soplo del Espíritu Santo que asiste a la Iglesia por la promesa de Cristo. Por tanto, la definición dogmática no es la creación de una verdad nueva hasta entonces inexistente, sino la confirmación por parte de la autoridad competente de que el dato corresponde al conjunto de la Revelación sobrenatural. Por eso, al ser irreformable ya en adelante, asegura de manera inequívoca las conciencias de los fieles que al profesarla no se equivocan en su asentimiento, sino que están conforme a la verdad.
El libro del Génesis, la Anunciación de Gabriel trasmitida en el tercer evangelio, Belén donde nace el único y universal Redentor, El Calvario que es Redención doliente y el sepulcro vacío como triunfante se hacen unidad para la Inmaculada Concepción.
Los Santos Padres y los teólogos profundizaron en el significado de las palabras pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya reveladas y en los hechos; relacionaron las promesas primeras sobre un futuro Salvador, descendencia de la mujer, que vencería en plenitud al Maligno con aquellas palabras lucanas llena de gracia salidas del ángel Gabriel. Compararon a la Eva, madre primera de humanidad pecadora y necesitada de redención, con María, madre del redentor y de humanidad nueva y redimida.
Pensaron en la redención universal y no podían entender que alguien -María- no la necesitara por no tener pecado. Con los datos revelados en la mano se estrujaron sus cabezas para entender la verdad universal del pecado original transmitido a todo humano por generación. Jugaron con las palabras Eva -genesíaca-, y Ave -neotestamentaria-, ambas del único texto sagrado, viendo en el juego maternidad analógica por lo común y lo dispar. Vinieron otros y otros más hablando de la dignidad de María imposible de superar; el mismo pueblo fiel enamorado profesaba la conveniencia en Ella de inmunidad, pero aún quedaban flecos sin atar. Salió algún teólogo geniudo diciendo ¡imposible! y otro sutil, que hilaba muy fino, afirmó que mejor es prevenir que curar la enfermedad para afirmar que la redención sí era universal y María la mejor redimida.
Solucionadas las aparentes contradicciones de los datos revelados que ataban todos los cabos sueltos y comprendido cuanto se puede entender en la proximidad del misterio, sólo quedaba dar la razón de modo solemne a la firme convicción de fieles y pastores en el pueblo de Dios que intuía, bajo el sereno soplo del Espíritu, que por un singular privilegio la omnipotencia, sabiduría y bondad infinitas de Dios habría aplicado, sin saber cómo, los inagotables méritos del Hijo Redentor a su Santísima Madre, haciéndola tan inocente desde el primer instante de su concepción, como lo fue después y para siempre, por haberla amado más que a ninguna otra criatura y ser ello lo más digno por ser la más bella de todo lo que creó. Así lo hizo, aquel 8 de diciembre, el papa Pío IX cuando clarificó para siempre el significado completo de llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.
Mientras los teólogos estudiaban y discutían todos los pormenores, los artistas les tomaron la delantera, sobre todo los españoles Murillo, Ribera, Zurbarán, Valdés Leal y otros; también no españoles como Rubens o Tiepolo. Ponían en sus impresionantes lienzos a la Inmaculada con túnica blanca y manto azul, coronada de doce estrellas, que pisaba con total potestad y triunfo la media luna y la humillada serpiente.
Para saber más consulta Fiesta de la Inmaculada Concepción de María
¡Virgen María, Madre Inmaculada, ruega por nosotros! himnos y oraciones
Explicando la Inmaculada Concepción
La Virgen se llamaba María
Santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38. Inmaculada concepción de la Santísima Virgen María
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Dios te salve, llena de gracia, María! Hoy me pongo bajo tu manto. Enséñame a ser un hijo que se parezca a ti en la fe, en la esperanza, en el amor.
Muéstrame a tu Hijo, Jesucristo, pues en Él está el Reino, la paz, la justicia y la Vida. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José.
La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
«La virgen se llamaba María». El evento más grande de la historia comienza del modo más pequeño. Una jovencita es elegida en un pueblo a las orillas de un país que está sometido a un imperio. Dios envía su ángel a una casa humilde, y allí decide iniciar la redención del mundo entero.
¡Qué grande es María! Y curiosamente es grande porque es pequeña, pues deja espacio en su corazón para Dios. No vive llena de sí misma; no sabemos qué proyectos tenía, fuera de su matrimonio con José y de su propósito de virginidad; el Evangelio no nos dice cuáles eran sus habilidades, ni su experiencia en el trabajo, ni sus áreas de interés, nada… Todo lo que María era hasta entonces se convirtió en una ofrenda a Dios. Se lo dio todo, y tomó lo que el Señor le pedía: ser la Madre de Dios.
Tras el momento de la Anunciación, María comenzó un camino de fe. Sabía que sería madre, y que su Hijo sería grande. Los detalles, sin embargo, estaban todavía ocultos: ¿Cómo evitar un malentendido con su esposo? ¿Acaso viviría como madre soltera? ¿Quién se encargaría entonces de dar sustento al niño? ¿Cómo lograría su Hijo llegar a ser de importancia en Israel, viniendo de un hogar tan lejano y pobre? ¿Era posible que alguien reinara en ese rincón dominado por los romanos? Y aun así, María confía. Todo estaba en las manos de Dios, Él se encargaría de que las cosas fueran saliendo, paso a paso…
Gracias, María, por vivir abierta de par en par a la Voluntad de Dios. Con tu obediencia hemos recibido a Jesús, nuestro Salvador. Enséñame, madre, a ser atento como tú a los mensajes de Dios. Ayúdame a poner su Voluntad en el primer lugar de mis planes y acciones. Acompáñame en el camino, que avance siempre con fe y por la fe. Que en este día y todos los días pueda repetir tu oración: «Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra».
«En el “sí” de María está el “sí” de toda la historia de la salvación y ahí comienza el último “sí” del hombre y de Dios: ahí Dios recrea, como en el principio con un “sí” hizo el mundo y el hombre, esa hermosa creación: con este “sí” yo vengo para hacer tu voluntad, y de una manera más maravillosa recrea el mundo, nos recrea a todos nosotros. Es el “sí” de Dios que nos santifica, que nos hacer ir hacia adelante en Jesucristo. Por eso, hoy es el día justo para dar gracias al Señor y preguntarnos: ¿soy hombre o mujer del “sí” o soy hombre o mujer del “no”? O ¿soy hombre o mujer que miro un poco hacia otro lado, para no responder? Que el Señor nos dé la gracia de entrar en este camino de hombres y mujeres que han sido capaces de decir el “sí”».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de abril de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré hoy rezar al menos un misterio del rosario, pidiendo por las vocaciones a la vida consagrada.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Kejaritomene: La Llena de Gracia
¿Qué quiso decir el ángel al llamar a María la Llena de Gracia?
Partamos del saludo del ángel a Maria (Lucas 1, 28), en traducciones protestantes (y lastimosamente en algunas traducciones católicas) se dice que el saludo fue: «Salve muy favorecida, el Señor está contigo», pero en la versión en latín de dicho texto se nos dicee que el saludo fue: «Ave María, gratia plena, dominus tecum», es decir Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo.
¿Qué quiso decir el ángel al llamar a María la «llena de gracia»?, pues precisamente que en ella no había sombra de pecado alguno, ya que por singular gracia y privilegio divino, en previsión de los méritos del hijo que de ella nacería, fue preservada del pecado original. Para poder afirmar que algo está realmente lleno, ese algo debe haber recibido el 100% del volumen que puede contener, si tan sólo contuviera el 99.999999% aunque ante el ojo humano pareciera lleno, sabríamos que falta algo para que realmente lo esté; los ojos de Dios son -en todo, y en especial con respecto al pecado- mucho más exactos que cualquier sistema robótico creado por el hombre y por ello se deduce que si el ángel la llama «llena de gracia» es por que ante Dios ella verdaderamente lo está, es decir no tiene sombra de pecado alguno.
En este punto podemos hacer un mejor análisis si vamos al idioma en que originalmente estaba escrito el Evangelio de Lucas, es decir el griego, en este texto en lugar de llamar a la Virgen la llena de gracia, el ángel la saluda usando el vocablo kejaritomene, vocablo que no tiene traducción al latín y mucho menos al español, ya que más que una palabra es un concepto que indica que la persona a quien va dirigida es «desde siempre, por siempre, y hasta siempre, llena de gracia», es decir, esta sola palabra en griego nos revela que la Virgen fue concebida sin pecado, no por méritos de ella, claro está, pero si por gracia de Dios.
La palabra κεχαριτομ?νη (kejaritomene) es una extensión de tres palabras: χαριτοω (charitoo), μ?νη (mene) y κε (ke).9:55
χαριτοω (charitoo) significa «gracia», κε (ke) es un prefijo de χαριτοω que significa que la palabra está en tiempo perfecto. Este indica un estado presente producto de una acción completada en el pasado. μ?νη (mene) hace esto un participio pasivo. «Pasivo» significa que la acción es realizada en el sujeto (en nuestro caso la Virgen María) por otra persona (en nuestro caso Dios). Resumiendo, la palabra κεχαριτομ?νη de María es un participio pasivo de χαριτοω (charitoo) y nos dice que María está llena de gracia por voluntad -voluntad que es eterna- de Dios.
Es Dios el autor de su estado de gracia: llena, colmada de gracia. Esto indica que el ángel no está diciendo que María está llena de gracia (en ese momento), sino que se está refiriendo a ella como la «llena de gracia» (por siempre). (Cabe resaltar que esta palabra con la que él ángel identifica a María solamente es utilizada para ella en toda la Escritura).
Esteban en Hch 6,8, también está lleno de gracia, pero de una manera diferente, no desde siempre, ni de forma tal de que esa “gracia” permanezca para siempre, dado que el término utilizado es “pléres járis” (pleno de gracia).
Entonces, ¿qué llevó a Lucas a “crear” una palabra para referirse de esa manera a la Santísima Virgen a tal punto que la palabra kejaritomene no es utilizada por la literatura griega sino hasta el siglo V después de Cristo? Simplemente, Lucas, inspirado por el Espíritu Santo , comprendió que Dios eligió a la Virgen desde la eternidad para que fuera Madre de su Hijo y para tal fin, ella fue concebida sin pecado, sin mancha alguna.
Solo una persona libre de pecado pudo albergar en su vientre a Nuestro Señor Jesucristo.
Solo la Inmaculada Concepción de María pudo permitir que Emmanuel (Dios-con-nosotros) se hiciera Hombre.
La pandemia, una ocasión para hacer florecer la cercanía entre nosotros
Una entrevista al Papa Francisco concedida a la revista «50mila volti».
El Papa reflexionó sobre algunas palabras clave relacionadas con la salud, la vejez y la enfermedad: ámbitos en los que la Cooperativa OSA, Operatori Sanitari Associati (Agentes Sanitarios Asociados), trabaja desde hace al menos 35 años, dedicándose a la asistencia y el cuidado de pacientes cuyas vidas se relatan a menudo en la revista «50mila volti» (50 mil rostros). Entre las páginas hay una entrevista con Francisco, que indica en la «ternura», uno de los términos para dar aún más valor a la atención sanitaria. «El camino por el que Dios se ha hecho presente en la vida de todo hombre, sobre todo a través de Jesús».
Sin embargo, la ternura indica la cercanía no sólo por la competencia, sino sobre todo por la participación en la vida concreta de las personas. Es una cercanía entendida como compartir, proximidad, cuidado y amor. Espero que la gran prueba que hemos vivido en la pandemia nos haya hecho anhelar una nueva cercanía entre nosotros. Una nueva ternura.
El encuentro entre fragilidades
El Papa se detiene en los niños y los ancianos, «principales ciudadanos de las periferias existenciales» de una sociedad centrada en la productividad. «Sus vidas», dice, «se perciben como inútiles. Creo, en cambio, que el encuentro generacional entre los niños y los ancianos debe ser colmado por una cultura que sepa hacer encontrar e integrar este tipo de fragilidad». Se trata, explica Francisco, de «una cuestión humana».
Sólo cuando volvamos a preocuparnos sobre todo por los marginados daremos una señal de cambio real. Cuando trabajemos para que ya no haya un conflicto generacional, sino que encontremos el valor de unir a los jóvenes y a los mayores, a los niños y a los ancianos, sólo entonces experimentaremos una nueva calidad de vida en la sociedad.
Mirar, escuchar y cuidar
La Cooperativa Osa atiende a las personas a domicilio, en la intimidad de su casa, una dimensión de atención afectuosa.
Para el Papa, la casa «no es simplemente un lugar, es sobre todo relación» que aporta una nueva fuerza para afrontar la prueba. «Esto no significa», explica Francisco, «que los centros sanitarios sean inútiles, pero deben convertirse en la extrema ratio en la experiencia de la enfermedad y el sufrimiento. El Papa elogia el trabajo realizado «porque hace posible experimentar el dolor y la enfermedad en un entorno ciertamente más acogedor, más humano y más capaz de humanizar incluso una parte de la vida que, precisamente por ser difícil, nos hace sentir más solos, más incomprendidos y más vulnerables». A la luz de su reciente experiencia en el hospital, Francisco sugiere algunas reglas sencillas para los trabajadores de la salud pero que, en esencia, conciernen a quienes viven su servicio y trabajan de manera humana. «Mirar a las personas a los ojos, considerarlas en su sufrimiento sin trivializarlas nunca», y luego escuchar para que «estas personas puedan confiar a alguien el sufrimiento que padecen, las dificultades que tienen». Para el Papa, el hogar «no es simplemente un lugar, es sobre todo una relación» que aporta nuevas fuerzas para afrontar la prueba. «Esto no significa», explica Francisco, «que los centros sanitarios sean inútiles, pero deben convertirse en el último recurso en la experiencia de la enfermedad y el sufrimiento. El Papa elogia el trabajo realizado «porque hace posible experimentar el dolor y la enfermedad en un entorno ciertamente más acogedor, más humano y más capaz de humanizar incluso una parte de la vida que, precisamente por ser difícil, nos hace sentir más solos, más incomprendidos y más vulnerables».
A la luz de su reciente experiencia en el hospital, Francis sugiere algunas reglas sencillas para los trabajadores de la salud pero que, en esencia, conciernen a quienes viven su servicio y trabajan de manera humana. «Mirar a la gente a los ojos, considerarla en su sufrimiento sin trivializarla nunca», y luego escuchar para que «esas personas puedan confiar a alguien el sufrimiento que padecen, las dificultades que tienen». Por último, los cuidados «deben traducirse en una forma de ofrecer ayuda, apoyo y servicios profesionales jamás violenta, jamás previsible y jamás mecánica».
Todos necesitamos un Cireneo
La última pregunta formulada al Papa se refiere al dolor y a la muerte. Francisco subraya que, incluso sin mencionar a Cristo, es imposible prescindir de él y de su experiencia. Recuerda que a menudo «los discursos, en lugar de servir de ayuda o consuelo, provocan aún más sufrimiento», es necesario «no huir, permanecer cerca» en los momentos de prueba, «ante el escándalo del dolor inocente, el escándalo del dolor de un niño». También es necesario evitar la tentación de aislarse porque «cuanto más sufrimos, más sentimos que también necesitamos un cirineo que nos ayude a llevar nuestra cruz».
Dios siempre encuentra la manera de hacerse presente en nuestras vidas, incluso cuando sentimos que está lejos o nos sentimos abandonados. Esta es nuestra fuerza. Y aunque no lo sepamos, la Pascua ya está actuando en esa oscuridad. Sólo con el tiempo nos damos cuenta de que hay una luz oculta incluso en la oscuridad más profunda. Mientras esperamos a darnos cuenta de ello, sólo podemos seguir ayudándonos mutuamente.»Gracias por lo que hacen, porque ayudan a muchas personas a atravesar su oscuridad, a no sentirse solos, a no desanimarse y a poder vivir y atravesar lo que nunca podrían vivir o afrontar solos», concluyó el Papa.
8 cosas que necesitas saber sobre la Inmaculada Concepción
Presentamos esta lista para entender y celebrar mejor esta festividad
Este 8 de diciembre la Iglesia celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, doctrina de origen apostólico que fue proclamada dogma por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 con la bula Ineffabilis Deus.
Para entenderlo mejor y saber cómo celebrarlo, te presentamos a continuación ocho cosas que necesitas saber:
1. ¿A quién se refiere la Inmaculada Concepción?
Hay una idea popular que se refiere a la concepción de Jesús por la Virgen María pero no es a este hecho al que se refiere esta solemnidad, sino a la manera especial en la cual fue concebida María. Esta concepción no fue virginal (es decir, que ella tuvo un padre humano y una madre humana), pero fue especial y única de otra manera…
2. ¿Qué es la Inmaculada Concepción?
La explicación está en el mismo Catecismo de la Iglesia Católica:
490 Para ser la Madre del Salvador, María fue «dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante». El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como «llena de gracia». En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios.
491 A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María «llena de gracia» por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:
‘… la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano’.
3. ¿Significa esto que María nunca pecó?
Sí. Debido a la forma de redención que se aplicó a María en el momento de su concepción, ella no solo fue protegida del pecado original, sino también del pecado personal. El Catecismo lo explica:
493 Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios «la Toda Santa» (Panaghia), la celebran «como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo». Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.
4. ¿Significa que María no necesitaba que Jesús muriera por ella en la cruz?
No. Lo que hemos citado es que María fue concebida inmaculadamente como parte de su ser “llena de gracia” y así “redimida desde el momento de su concepción” por “una singular gracia y privilegio de Dios Todopoderoso y por virtud de los méritos de Jesucristo, salvador de la raza humana”. El Catecismo afirma:
492 Esta «resplandeciente santidad del todo singular» de la que ella fue «enriquecida desde el primer instante de su concepción», le viene toda entera de Cristo: ella es «redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo». El Padre la ha «bendecido […] con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo» más que a ninguna otra persona creada. Él la ha «elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor».
508 De la descendencia de Eva, Dios eligió a la Virgen María para ser la Madre de su Hijo. Ella, «llena de gracia», es «el fruto más excelente de la redención»; desde el primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.
5. ¿Cómo se entonces a María en paralelo a Eva?
Adán y Eva fueron creados inmaculados –sin pecado original o su mancha. Ambos cayeron en desgracia y a través de ellos la humanidad estaba destinada a pecar.
Cristo y María fueron también concebidos inmaculados. Ambos permanecieron fieles y a través de ellos la humanidad fue redimida del pecado.
Jesús es por tanto el Nuevo Adán y María la Nueva Eva.
El Catecismo señala:
494 … “Ella, en efecto, como dice san Ireneo, ‘por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano’. Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar ‘el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe’. Comparándola con Eva, llaman a María ‘Madre de los vivientes’ y afirman con mayor frecuencia: ‘la muerte vino por Eva, la vida por María’”.
6. ¿Cómo se hace María un ícono de nuestro destino?
Aquellos que mueren en la amistad con Dios y así para ir al Cielo serán liberados de todo pecado y mancha de pecado. Seremos así todos vueltos “inmaculados” (Latin, immaculatus = «intachable») si permanecemos fieles a Dios.
Incluso en esta vida, Dios nos purifica y prepara en santidad y, si morimos en su amistad pero imperfectamente purificados, él nos purificará en el purgatorio y nos volverá inmaculados. Al dar a María esta gracia desde el primer momento de su concepción, Dios nos muestra una imagen de nuestro propio destino. Él nos muestra que esto es posible para los seres humanos a través de su gracia. San Juan Pablo II señaló:
En contemplación de este misterio en una perspectiva mariana, podemos decir que “María, al lado de su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia debe mirar hacia ella, Madre y Modelo, para comprender en su integridad el sentido de su misión”.
“Fijemos, por tanto, nuestra mirada en María, icono de la Iglesia peregrina en el desierto de la historia, pero orientada a la meta gloriosa de la Jerusalén celestial, donde resplandecerá como Esposa del Cordero, Cristo Señor”.
7. ¿Era necesario para Dios que María fuera inmaculada en su concepción para que pudiera ser Madre de Jesús?
No. La Iglesia sólo habla de la Inmaculada Concepción como algo que era «apropiado», algo que hizo que hizo de María una «morada apropiada» (es decir, una vivienda adecuada) para el Hijo de Dios, no algo que era necesario. Así, en preparación para definir el dogma, el Papa Pío IX declaró:
“…y por eso afirmaron (los Padres de la Iglesia) que la misma santísima Virgen fue por gracia limpia de toda mancha de pecado y libre de toda mácula de cuerpo, alma y entendimiento, y que siempre estuvo con Dios, y unida con Él con eterna alianza, y que nunca estuvo en las tinieblas, sino en la luz, y, de consiguiente, que fue aptísima morada para Cristo, no por disposición corporal, sino por la gracia original”.
“Pues no caía bien que aquel objeto de elección fuese atacado, de la universal miseria, pues, diferenciándose inmensamente de los demás, participó de la naturaleza, no de la culpa; más aún, muy mucho convenía que como el unigénito tuvo Padre en el cielo, a quien los serafines ensalzan por Santísimo, tuviese también en la tierra Madre que no hubiera jamás sufrido mengua en el brillo de su santidad”.
8. ¿Cómo celebramos la Inmaculada Concepción hoy?
En el rito latino de la Iglesia Católica la Solemnidad de la Inmaculada Concepción es el 8 de diciembre y en muchos países es una fiesta de guardar; por tanto el fiel católico debe asistir a Misa.
Oración de una mujer embarazada
Es una canción escrita para que la madre arrulle con ella a su bebe durante los nueve meses de gestación
El tema Advenimiento habla de las ilusiones, los sueños, las imágenes, los sentimientos y los sueños que se cruzan por la mente y el corazón de una mujer embarazada. Es una canción escrita para que la madre arrulle con ella a su bebe durante los nueve meses de gestación. Es el fruto de un momento de oración en el que me preguntaba ¿Qué pudo sentir María después que el Ángel le anunciara la encarnación del Hijo de Dios en su seno, en virtud de la acción del Espíritu Santo? ¿Qué imágenes, pensamientos y sentimientos brotaron en su interior después de que supo que llevaba en su seno no solamente la Promesa de Dios sino también al Dios de la Promesa? ¿Qué pudo sentir al saberse criatura y llevar al mismo tiempo en su vientre al Creador?
Su vida estallaría permanentemente en un Magnificat de acción de gracias a Dios. En ella fueron bendecidos todos los vientres que han concebido y los pechos que han amamantado.
Los sueños de María, sentí que aunque eran únicos, eran los mismos sueños que toda mujer debe albergar en su corazón desde el mismo momento en que hace consciente la concepción de un hijo o una hija.
Quisiera que cuando escuches estos temas: Si eres mujer y estas embarazada, eleves conmigo al Señor una oración para darle gracias por la vida que albergas en tu seno y que me prestes tus manos, tu ternura, tus labios y tu corazón para expresarle al bebé o a la bebé que llevas en tu seno todo el amor que guardes en tu corazón. Me gustaría que después eleves al Señor una súplica de misericordia por quienes promueven y practican el aborto, y por quienes han sido víctimas del mismo. Quisiera que cuando escuches estos temas tú –hombre o mujer; joven, adulto o anciano o anciana- unas tus manos y tu corazón a mi corazón para elevar al Señor una oración por todas las mujeres que albergan en su seno la vida, para que sientan el fruto de nuestra oración y experimenten a plenitud la bendición que Dios les ha regalado en el fruto de sus concepción por aquellos que no han comprendido el valor sagrado de la vida, de toda vida humana, santuario de Dios Amor
Expresa tu «Sí a la VIDA» y tu «No al aborto». Proclama conmigo el Evangelio de la Vida que nos indica que «la vida es sagrada desde el momento de la concepción».
Advenimiento habla de las ilusiones, los sueños, las imágenes, los sentimientos y los sueños que se cruzan por la mente y el corazón de una mujer embarazada. Nació el 16 de septiembre de 1999. Es fruto de un momento de contemplación de la Virgen María, después de la anunciación. Esta canción fue compuesta para que las mujeres embarazadas pudieran arruyar a su bebé durante los nueve meses de gestación.
Advenimiento
Pronto vendrás, con tu presencia
Para llenar, cada rincón de mi hogar
Y tu sonrisa será, la luz que ilumine
las noches de oscuridad
tus ojos estrellas, y mi cara
la luna que acompañará, tu caminar.
Y tu presencia será, la brisa que acaricie
el trigo de la ilusión en primavera
y mi pecho la almohada
que acompañará, tu sueño y tu despertar.
Y comenzarás a dar, Tus primeros pasos,
Tropezarás, te caerás, te levantarás.
y siempre estará presente mi amor
para cuidarte y protegerte,
alimentarte y darte todo mi calor,
todo mi amor.
Y tu sonrisa será, la luz que ilumine
las noches de oscuridad
tus ojos estrellas, y mi cara
la luna que acompañará, tu caminar.
Y tu presencia será, la brisa que acaricie
el trigo de la ilusión en primavera
y mi pecho la almohada
que acompañará, tu sueño y tu despertar.
Yo te daré mi canción, todo mi amor.
¿Qué es la Inmaculada Concepción?
Bartolomé Esteban Murillo | Public Domai
¿Qué quiere decir que la Virgen María fue concebida sin pecado? ¿Por qué es un dogma? ¿Qué supone para la vida cristiana?
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La Inmaculada Concepción de María constituye para los católicos una buena noticia. Porque da esperanza en la liberación del pecado traída por la redención de Cristo en la Cruz. Durante los siglos, a pesar de las dificultades en la definición del dogma, el pueblo católico ha creído y defendido intensamente esta verdad.
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El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX (Giovanni Maria Mastai Ferretti, 1792-1878) proclamaba con la bula Ineffabilis Deus el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Es decir, que la Virgen María había sido preservada por Dios desde el mismo instante de su concepción, por los méritos de la redención de Cristo, del pecado original que todos los hombres tienen por la transgresión de Adán, para prepararse la más perfecta madre para su Hijo.
«El misterio de la Inmaculada Concepción es fuente de luz interior, de esperanza y de consuelo«. Lo afirmó Benedicto XVI durante la oración del rezo del Ángelus el día de la Inmaculada del año 2010.
Pureza inspiradora
Sobre la pureza de María, Benedicto XVI decía el 8 de diciembre de 2009:
“María Inmaculada nos ayuda a redescubrir y defender la profundidad de las personas, pues en ella se da una perfecta transparencia del alma en el cuerpo.Es la pureza en persona, en el sentido de que espíritu, alma y cuerpo son en ella plenamente coherentes entre sí y con la voluntad de Dios”.
El Papa anima a dirigirse a la Inmaculada con la alegría de ser sus hijos: “Cada vez que experimentamos nuestra fragilidad y la sugestión el mal, podemos dirigirnos a Ella, y nuestro corazón recibe luz y consuelo”.
La historia de la fe en la Inmaculada Concepción
En el caso de la Inmaculada Concepción, el sentir del pueblo fiel ha ido por delante de la formulación del dogma, ya desde los primeros siglos.
En la Edad Media, la controversia llegó a extremos épicos. Por ejemplo, la defensa de la fiesta empujó a los monjes ingleses en el siglo XI a resistir a los normandos invasores.
Y en las universidades del continente, profesores y alumnos se juramentaban con pactos de sangre en defensa de la Inmaculada.
Son numerosas las leyendas medievales de apariciones y visiones angélicas en este sentido.
Inspirando a artistas
Existe un gran patrimonio artístico y cultural sobre la Inmaculada, especialmente en los países hispanos, en el sur de Italia y en Estados Unidos.
Son obras de arte que muestran cuán profundamente repercute en la vida cristiana la preservación de María del pecado original desde su concepción.
Muchos santos han hablado con ternura de la Inmaculada. Uno de ellos fue, por ejemplo, san Maximiliano Kolbe, quien afirmó:
El Espíritu Santo mora en Ella, vive en Ella, y esto desde el primer instante de su existencia, siempre y para la eternidad.
Tradición obligada
Es tradicional que cada 8 de diciembre, el Papa se dirija a la Plaza de España de Roma para homenajear a la imagen de la Virgen Inmaculada.
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En María resplandece la santidad de la Iglesia que Dios quiere para todos sus hijos. En ella, la Iglesia ha llegado ya a la perfección, por eso acude a ella como “modelo perenne” (en palabras de la carta encíclica de Juan Pablo II Redemptoris Mater) en quien se realiza ya la esperanza escatológica de la vida futura.
Referencias:
Intervención de Benedicto XVI con motivo del Ángelus del 8 de diciembre de 2010
Entrevista al padre José Rodríguez Carballo en Radio Vaticano
Homenaje de Benedicto XVI a la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 2009
2. Con la definición papal del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María culminó un largo camino de discernimiento teológico y doctrinal de la Iglesia que duró varios siglos.
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La decisión de Pío IX constituyó el culmen de una larga tradición de devoción por María Inmaculada. Desde los primeros siglos del cristianismo, y sobre todo en Oriente, la Iglesia ha celebrado la pureza de María.
Los padres de la Iglesia la definían la “Panaghia”, es decir, la toda santa, santificada por el Espíritu Santo, “lirio purísimo”, “inmaculada”.
Sin pecado
En Occidente, la tradición eclesial mantuvo siempre la doctrina de la Inmaculada Concepción, pero la evolución del dogma se vinculó al discernimiento teológico sobre la cuestión del pecado original.
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Las dificultades se planteaban en dos sentidos: en primer lugar, si María era una excepción, no habría necesitado ser redimida, con lo que la redención no podía considerarse universal, contradiciendo a san Pablo.
El segundo problema lo planteaba el momento en el que María había quedado exenta del pecado, si antes o inmediatamente después de su concepción, pues no existía acuerdo en el modo en que se transmitía el pecado original.
La verdadera controversia comenzó en Europa en el siglo XII, con el surgimiento de las universidades y de la escolástica.
Debate teológico
El teólogo Anselmo de Canterbury elaboró entonces el concepto de prerredención, sosteniendo que a la Virgen le había sido aplicada la redención antes de su nacimiento.
El franciscano Juan Duns (1265-1308), llamado Scoto por ser originario de Escocia, fue el autor de la máxima “Potuit, decuit, fecit” (Dios podía preservar a María, convenía, por tanto lo hizo).
Por tanto, la Inmaculada Concepción no era una excepción a la redención de Cristo, sino su más perfecta y eficaz acción salvífica.
La controversia, con todo, prosiguió y en 1439 la disputa fue llevada ante el Concilio di Basilea.
Un paso importante
Tras dos años de discusiones, los obispos declararon a la Inmaculada Concepción una doctrina piadosa conforme al culto católico, a la fe católica, al derecho racional y a la Sagrada Escritura.
Y establecieron que desde ese momento no se permitiría predicar o declarar algo opuesto. Sin embargo, al no tratarse de un concilio ecuménico, no se pudo pronunciar con la máxima autoridad.
En 1476, con el papa Sixto IV, la fiesta de la Concepción de María fue introducida en el Calendario romano.
Desde el siglo XVI, las grandes universidades se convirtieron en baluartes de defensa del dogma.
Defensores de la Inmaculada
Quien no jurase hacer lo que estuviese en su mano para defender la Inmaculada Concepción, no podía ser admitido como miembro en muchas universidades, como las de Bolonia, Nápoles, París, Colonia, Viena, Coimbra, Lovaina, Salamanca, Sevilla, Valencia, y antes de la Reforma, Oxford y Cambridge.
También hubo órdenes religiosas dedicadas a su defensa, como los Frailes Menores, quienes en 1621 la eligieron como patrona, comprometiéndose a difundir la doctrina en público y en privado.
A nivel de países, España tuvo un papel fundamental en la defensa del dogma.
El 8 de diciembre de 1661, el papa Alejandro VII promulgó la constitución Sollicitudo omnium Ecclesiarum, declarando que la inmunidad de María respecto al pecado original desde el primer momento de la creación de su alma y de su infusión en el cuerpo eran objeto de fe.
También lo recogen los catecismos de Pedro Canisio (siglo XVI), Roberto Bellarmino (siglo XVII) y Jacques Bénigne Bossuet (siglo XVIII).
En Francia…
En 1830, Catalina Labouré (1806-1876), recibió una aparición de la Virgen, quien le confió la tarea de difundir en todo el mundo la “Medalla milagrosa”, con la imagen de María y con la inscripción “Concebida sin pecado”.
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La devoción que suscitó fue tan grande entre los fieles, que muchos obispos pidieron al papa Gregorio XVI la definición del dogma de la Inmaculada Concepción.
Y las peticiones continuaron con su sucesor Pío IX, el cual instituyó una congregación especial de cardenales y miembros del clero secular y regular para que examinase cuidadosamente todo lo relativo a la Inmaculada.
Todos de acuerdo en el dogma
El Papa envió también a todos los obispos católicos la encíclica Ubi primum de 1849, para que comunicasen qué devoción animaba a sus diocesanos hacia la Inmaculada Concepción de la Virgen, y sobre todo lo que los propios obispos opinaban al respecto.
En la Ineffabilis Deus (art 17), Pío IX confesó el “consuelo” que sintió al recibir las respuestas de los obispos.
Estas, “con una increíble complacencia, alegría y fervor”, «reafirmaron la piedad” hacia la Inmaculada Concepción.
Y no sólo eso, sino que “también todos a una” (546 sobre 603 obispos que habían respondido) “ardientemente” pidieron la definición del dogma con un “supremo y autoritativo fallo”.
Al mismo tiempo, también los miembros de la congregación especial habían “pedido con insistencia” al Papa dicha definición, así como un consistorio de cardenales.
Por ello afirmó y definió “que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, qué debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano” (art 18).
Virgen católica
Cuatro años después de la proclamación del dogma, en 1858, la Virgen se apareció en Lourdes (Francia) a la joven Bernadette Soubirous, diciendo: «Yo soy la Inmaculada Concepción «, significativa confirmación de la proclamación de Pío IX.
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El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda en n. 488 que «Dios envió a su Hijo, pero para formarle un cuerpo quiso la libre cooperación de una criatura”.
Y que para ser la Madre del Salvador, María fue «dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante» (490) , “desde el primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida” (508).
Referencias:
Bula de Pío IX Ineffabilis Deus
Encíclica de Pío IX Ubi primum II (1849)
Enciclopedia católica: La Inmaculada Concepción
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