¿Quieren liberarse de la prisión? Entonces miren; observen; dediquen horas enteras a observar. ¿Observar qué? Cualquier cosa. Los rostros de la gente, las formas de los árboles, un pájaro que vuela, un montón de piedras, observen el crecimiento del césped. pónganse en contacto con las cosas, mírenlas. entonces podrán tener la esperanza de liberarse de esos patrones rígidos que todos nos hemos formado, de lo que nos han impuesto nuestros pensamientos y nuestras palabras. Tendremos la esperanza de ver. ¿Qué veremos? Eso que decidimos llamar realidad, lo que está más allá de las palabras y los conceptos. esto es un ejercicio espiritual – relacionado con la espiritualidad- relacionado con el hecho de liberarse de su jaula, de su prisión de conceptos y palabras.
Qué triste si pasamos por la vida sin verla nunca con los ojos de un niño. Esto no quiere decir que debamos descartar totalmente todos los conceptos; son muy preciosos. Aunque empezamos sin ellos, los conceptos tienen una función muy positiva. Gracias a ellos desarrollamos nuestra inteligencia. Nos invitan, no a convertirnos en niños, sino a ser como niños. Tenemos que perder el estado de inocencia y ser arrojados del paraíso; tenemos que desarrollar un «yo» y un «mi» por medio de esos conceptos. pero tenemos que regresar al paraíso. Necesitamos ser redimidos de nuevo. Necesitamos descartar al hombre viejo, la naturaleza vieja, el ego condicionado, y regresar al estado del niño, pero sin ser un niño. Cuando comenzamos en la vida, miramos la realidad con asombro, pero no es el asombro inteligente de los místicos; es el asombro informe del niño. El asombro muere y lo reemplaza el aburrimiento, a medida que desarrollamos el lenguaje y las palabras y los conceptos. entonces podremos tener la esperanza, si somos afortunados, de regresar al asombro.
SIN PODER ENCONTRAR LAS PALABRAS
Dag Hammarskjöld, ex secretario general de las Naciones Unidas, lo dijo bellamente: «Dios no muere el día que dejamos de creer en una deidad personal. Pero nosotros morimos el día que nuestra vida deje de estar iluminada por el firme resplandor del asombro diariamente renovado, cuya fuente está más allá de toda razón». No tenemos por qué discutir por una palabra, porque «Dios» es sólo una palabra, un concepto. Nunca discutimos por la realidad; sólo discutimos sobre las opiniones, los conceptos, los juicios. Abandonen sus conceptos, abandonen sus opiniones, abandonen sus prejuicios, abandonen sus juicios y lo verán.
«Quia de deo scire non possumus quid sit, sed quid non sit, non possumus considerare de deo, quomodo sit sed quomodo non sit». Ésta es la introducción de Santo Tomás de Aquino a su summa theológica; «Como no podemos conocer lo que Dios es, sino lo que Dios no es, no podemos considerar cómo es Dios sino sólo cómo no es». Ya mencione el comentario de Tomás al libro de Boecio de Sancta Trinitate, en donde dice que el más alto grado de conocimiento de Dios es conocer a Dios como el desconocido. tamquan ignoyum. Y en su Questio Disputata de Pontetia Dei, Tomás dice: «Esto es lo máximo en el conocimiento humano de Dios – Saber que no conocemos a Dios». A este caballero lo consideraban el príncipe de los teólogos. era un místico, y hoy es un santo canonizado. estamos sobre terreno bastante firme.
En la India tenemos un dicho sánscrito para este tipo de cosa: «Neti, neti». Significa: «No es eso, no es eso». El método de Tomás se llamaba el de la vía negativa, el camino negativo. C.S. Lewis escribió un diario mientras su esposa estaba agonizando. Se llama Un dolor observado. Él se había casado con una mujer norteamericana a quien quería entrañablemente. Les dijo a sus amigos: «Dios me dio a los sesenta años lo que me negó a los veinte». Hacía muy poco que se habían casado cuando ella se murió dolorosamente de cáncer. Lewis dijo que toda su fe se había derrumbado, como un castillo de naipes. Él era el gran apologista cristiano, pero cuando el desastre lo golpeó, se preguntó: «¿Es Dios el padre amante o el gran vivisector?» ¡Hay una amplia evidencia para ambas posibilidades!. Recuerdo que cuando mi madre enfermó de cáncer, mi hermana me preguntó:
– Tony ¿Por qué permitió Dios que esto le sucediera a mamá?
Le dije:
– Querida, el año pasado se murieron de hambre un millón de personas en la China debido a la sequía y tú nunca te inquietaste.
A veces lo mejor que puede sucedernos es despertar a la realidad, que nos golpee la calamidad, porque entonces llegamos a la fe, como llegó
C.S. Lewis. Él dijo que antes no había tenido dudas sobre la supervivencia de las personas después de la muerte, pero que cuando su esposa murió ya no estuvo seguro. ¿Por qué? Porque era sumamente importante para él que ella siguiera viviendo. Como ustedes saben, C.S. Lewis es el maestro de las comparaciones y las analogías. Él dice: «Es como una cuerda. Alguien le pregunta a uno: -¿Esta cuerda resistirá el peso de sesenta y cinco kilos?
Uno responde:
– Sí.
– Bien, vamos a bajar a su mejor amigo con esta cuerda.
Entonces uno dice:
– Espéreme un momento, déjeme probar la cuerda de nuevo. Ahora ya no está tan seguro».
Lewis también dijo en su diario que no podemos saber nada sobre Dios y que incluso nuestras preguntas sobre Dios son absurdas. ¿Por qué? es como si una persona ciega de nacimiento le preguntara a uno: «¿ El color verde es caliente o frío?» Neti, neti, no es eso. «¿Es largo o corto?» No es eso. «¿Es dulce o es ácido?» No es eso. ¿Es redondo o cuadrado? No es eso, no es eso. el ciego no tiene palabras, no tiene conceptos, para un color del cual no tiene idea, no tiene intuición, no tiene experiencia. Usted sólo le puede hablar valiéndose de analogías. Pregunte lo que pregunte, usted sólo le puede decir: «No es eso». C.S. Lewis dice en alguna parte que es como preguntar cuántos minutos hay en el color amarillo. Todo el mundo podría tomar la pregunta muy en serio, discutirla, disputar sobre ella. Una persona sugiere que hay veinticinco zanahorias en el color amarillo, la otra persona dice: «No, diecisiete papas». Y de pronto están peleando. no es eso, no es eso.
Esto es lo máximo en nuestro humano conocimiento de Dios: Saber que no sabemos. nuestra gran tragedia es que sabemos demasiado. Creemos que sabemos, ésa es nuestra tragedia; por eso nunca descubrimos. De hecho, Tomás de Aquino (él no es solamente un teólogo sino un gran filósofo) dice en repetidas ocasiones: «Todos los esfuerzos de la mente humana no pueden agotar la esencia de una mosca».
PREDICA DE AYER DOMINGO
Estimados hermanos y hermanas,
El texto que acabamos de proclamar nos presenta dos situaciones contrapuestas. La primera situación es doble: por un lado la petición que Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, hacen a Jesús para ocupar su derecha y de su izquierda cuando sea glorificado; y por otro lado, la indignación que suscita en los demás discípulos la petición de los dos hermanos.
La segunda situación, es la respuesta de Jesús a la petición que le han hecho, una respuesta paradójica, ya que no sólo asegura a los hermanos que beberán el cáliz que él ha de beber, sino que manifiesta explícitamente cuál es el sentido último de su vida: «el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir a los demás, ya dar su vida como rescate por todos los hombres».
Habitualmente, al escuchar estas palabras de Jesús, pensamos fácilmente en su donación en la cruz y olvidamos que toda su vida fue entrega y servicio. En realidad, la muerte de Jesús, no fue sino la culminación de su «desvivirse» constante. Día tras día, dio todo lo que tenía: sus fuerzas, la sus energías, su tiempo, su esperanza, su amor.
Por eso podemos decir, sin lugar a dudas que el centro de la Palabra de Dios de este domingo es un término arriesgado y que tiene poca prensa hoy y siempre. El concepto es: servir, ser servidor. Verbo y sustantivo que chocan con el deseo de sobresalir y de dominar, propios de la fragilidad del corazón humano.
La primera lectura, del profeta Isaías, comenzaba así: «El Señor quiso el sufrimiento triturar su Servidor». Jesús mismo en el evangelio explicita el sentido de su misión. Recordemos de nuevo: «el Hijo del hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir a los demás y dar su vida como rescate por todos los hombres». Con estas palabras, nos ha dado la definición más bella que se pueda dar de Dios y de él, de Dios, sólo sabemos lo que hemos visto y sentido por parte de Jesús. Dios es aquel que continuamente viene al encuentro del hombre, y viene como nuestro servidor, como aquel que da la vida. En palabras de un teólogo italiano, el P. Ermes Ronchi, «Dios es el que viene, el que ama y el que sirve al hombre».
Jesús afronta directamente el contenido de la petición y también de la reacción del resto de discípulos, ya que unos y otros, todos, por supuesto, querían ser los primeros aunque quienes lo manifestaran fueran los dos hermanos. Y les dice: «quien quiera ser grande, debe ser su servidor, y el que quiera ser el primero, debe ser esclavo de todos».
Esta explicación de Jesús sobre lo que significa ser los primeros encontrará su concreción en el lavatorio de los pies, antes de la cena pascual. Dios no tiene truenos, sino que se ciñe una toalla y se arrodilla delante de cada uno de nosotros, como lo hizo con los discípulos, para lavarnos los pies. Es desde esta posición, desde abajo, que Jesús lava y venda las heridas que el hombre de todos los tiempos tiene / tenemos en los pies que tan a menudo están cansado y llenos de llagas debido a las dificultades para fresar los múltiples ya veces difíciles caminos de la vida. Estar por encima aleja y distancia, en cambio Dios ocupa la máxima proximidad, ponerse a los pies de los que ama entrañablemente, es decir, de todos sin excepción.
Aunque, según la lógica del Evangelio, sentarse a la derecha oa la izquierda de Jesús significa ocupar también dos lugares en el Golgota, en el Calvario, es decir seguir a Jesús en todos y cada uno de los momentos de su, tanto en aquellos momentos en que se manifiesta como la voz Dios obrando prodigios y milagros, como cuando se encuentra absolutamente desarmados en la cruz. Ser a su derecha o su izquierda querrá decir también beber el cáliz del que ama primero, del que ama sin condiciones ni cálculos. En la cruz encontramos la explicitación del amor hecho servicio hasta el final. Por eso, Dios lo resucitó como confiamos nos resucitará también a nosotros.
Hermanos y hermanas, Dios es el sembrador incansable de nuestras vidas, las enriquece con fuerza, paciencia, coraje, libertad, para que también nosotros, como él, seamos servidores de la vida. Empezando por los que tenemos más cerca. Y ese es el gran título de honor que tendrán los discípulos: «ven siervo y fiel! Has sido fiel en lo poco, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor «(Mt 25, 23).
Lucas, Santo
Memoria Litúrgica, 18 de octubre
Evangelista
Martirologio Romano: Fiesta de san Lucas, evangelista, que, según la tradición, nació en Antioquía de familia pagana y fue médico de profesión. Convertido a la fe de Cristo, fue compañero carísimo del apóstol san Pablo, y en su libro del Evangelio expuso por orden, cual escriba de la mansedumbre de Cristo, todo lo que hizo y enseñó Jesús. Asimismo, en el libro de los Hechos de los Apóstoles narró los comienzos de la vida de la Iglesia hasta la primera venida de Pablo a la ciudad de Roma.
Breve Semblanza
Breves notas en las Cartas de San Pablo son las únicas noticias que la Sagrada Escritura nos presenta sobre San Lucas, el solícito investigador de la buena noticia y autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Por sus apuntes de viaje, es decir, por las páginas de los Hechos en los que San Lucas habla en primera persona, podemos reconstruir parte de su actividad misionera. Fue compañero y discípulo de los apóstoles. El historiador Eusebio subraya: “… tuvo relaciones con todos los apóstoles, y fue muy solícito”. De esta sensibilidad y disponibilidad suyas hacia el prójimo nos da testimonio el mismo San Pablo, unido a él por grande amistad. En la carta a los Colosenses leemos: “Os saluda Lucas, médico amado…”.
La profesión médica nos trace suponer que él se dedicó mucho tiempo al estudio. Su formación cultural se nota también por el estilo de sus libros: su Evangelio está escrito en un griego sencillo, limpio y bello, rico en términos que los otros tres evangelistas no tienen. Hay que hacer otra consideración sobre su Evangelio, a más del hecho estilístico e historiográfico: Lucas es el evangelista que mejor que lo otros nos pintó la humana fisonomía del Redentor, su mansedumbre, sus atenciones para con los pobres y los marginados, las mujeres y lo pecadores arrepentidos. Es el biógrafo de la Virgen y de la infancia de Jesús. Es el evangelista de la Navidad. Los Hechos de los Apóstoles y el tercer Evangelio nos hacen ver el temperamento de San Lucas, hombre conciliador, discreto, dueño de sí mismo; suaviza o calla expresiones que hubieran podido herir a algún rector, con tal que esto no vaya en perjuicio de la verdad histórica.
Al revelarnos los íntimos secretos de la Anunciación, de la Visitación, de la Navidad, él nos hace entender que conoció personalmente a la Virgen. Algún exégeta avanza la hipótesis de que fue la Virgen María misma quien le transcribió el himno del “Magnificat”, que ella elevó a Dios en un momento de exultación en el encuentro con la prima Isabel. En efecto, Lucas nos advierte que hizo muchas investigaciones y buscó informaciones respecto de la vida de Jesús con los que fueron testigos oculares.
Un escrito del siglo II, el Prólogo antimarcionista del Evangelio de Lucas, sintetiza el perfil biográfico del modo siguiente: “Lucas, un sirio de Antioquía, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, más tarde siguió a San Pablo hasta su confesión (martirio). Sirvió incondicionalmente al Señor, no se casó ni tuvo hijos. Murió a la edad de 84 años en Beocia, lleno de Espíritu Santo”. Recientes estudios concuerdan con esta versión.
Hay que ponerse en camino
Santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9. San Lucas Evangelista
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Creo en ti, Señor, aunque a veces no entienda muchas cosas que pasan en mi vida y a mi alrededor. Confío en ti porque nunca me vas a fallar y en tus manos siempre estoy seguro. Te amo porque me he sentido mirado y amado por ti. Te doy infinitas gracias por tu presencia constante en mi vida y las miles de formas en que actúas en ella cada día. Me entrego a ti; jamás permitas que nada ni nadie me separe de ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.
Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¡Poneos en camino! Ésta es la invitación que me haces en este pasaje. Ponerse en camino implica mucho, implica salir de la comodidad, de las propias seguridades, de los planes personales. Significa sudor, ejercicio, cansancio. No es sencillo ponerse en camino y por ello me das indicaciones.
Detrás de los consejos que das encuentro una invitación a la confianza y al abandono en tus manos providentes. Ni alforja, ni túnica, ni sandalias, confiar en que Tú me irás dando lo que necesito. Nunca me mandas algo que no pueda realizar, por ello puedo confiar en ti. Tú nunca me pides imposibles. Me pides confianza para desprenderme de todo y salir a anunciarte.
Ponerse en camino es el llamado a salir a evangelizar y compartir esa experiencia que tengo de ti. Decirle al mundo que hay un Dios que los ama, que quiere lo mejor para ellos. Enseñarles que eres el Salvador, el Amigo, el Hermano. Mostrarles que no están solos, sino que Tú siempre los acompañas.
Ponerse en camino no es algo sólo para las misiones de Semana Santa o Navidad. Es salir a predicar en mi casa, en mi trabajo, en mi escuela, en mi universidad, entre mis amigos. Es salir del lugar de intimidad contigo y compartirte a los demás, a todos aquellos con los que me cruzo en el camino.
«Quien no se pone en camino, nunca conocerá la imagen de Dios, nunca encontrará el rostro de Dios. Los cristianos sentados, los cristianos quietos no conocerán el rostro de Dios: no lo conocen. Dicen: ‘Dios es así, así…’, pero no lo conocen. Los quietos. Para caminar es necesaria esa inquietud que el mismo Dios ha puesto en el corazón y que te anima a buscarlo. Ponerse en camino es dejar que Dios o la vida nos pongan a prueba, ponerse en camino es arriesgar».
(Homilía de S.S. Francisco, 10 de febrero de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy ofreceré una decena del rosario por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La voz suave del Dios que llama
Un mensaje que es llevado a todo el mundo a través de mensajeros frágiles y decididos, que escuchan la voz de Dios, en una tarde de silencios
Dios llama. Ayer, hoy, y mañana. Hombres y mujeres se consagran. Sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos que dan un sí para siempre, sin condiciones. El mundo es distinto con cada respuesta, con cada entrega. Hay hombres y mujeres que quieren amar más, que reflejan, con su vida, que Dios es fiel, que Dios nos quiere con locura.
Cada vocación es un misterio. Dios sonríe y espera un sí libre, sincero. Quiere que le amemos, que le demos lo que somos, sin límites, sin condiciones. Quiere que seamos felices en sus manos, que confiemos, que sigamos sus huellas, camino del Calvario, hacia un Sepulcro vacío que nos habla de Vida y de Esperanza.
Dar un sí a Dios no es fácil si falta amor. Dios no subyuga con la fuerza ni con amenazas. Su voz es suave, discreta, respetuosa. Invita y calla, susurra y deja tiempo. Hay quien le sigue pronto, sin miedos, y hay quien retrasa su respuesta, meses, años, para seguir planes vacíos, proyectos huecos, fuera del sueño de un Dios bueno.
Cuando sopla el viento de la tarde, Dios espera. Quizá hoy un joven piensa, reza, y mira al cielo. Busca al Dios que lo buscaba, sueña en la voz que resonó un día dentro de su alma. Puede ser un momento decisivo. Puede ser el inicio de una nueva vida.
Otros esperan, cerca o lejos, el sí de cada nueva vocación. El silencio de la noche revela voces que rezan a Dios, como Cristo un día, para pedir que envíe más obreros, pues la mies es mucha, la cosecha está ya lista, el cielo tiene abiertas sus puertas con el triunfo de la Pascua. No hay anuncio sin anunciadores. No hay salvación sin fe en el mensaje. Un mensaje que es llevado a todo el mundo a través de mensajeros frágiles y decididos, que escuchan la voz de Dios, en una tarde de silencios: “Ven y sígueme”…
Rosario Misionero
El Rosario Misionero es una forma de oración que toma como base al Rosario tradicional, en la cual, por intercesión de María, se pide al Padre por las intenciones y necesidades de todo el mundo. Es una oración mariana universal y misionera.
Está estructurado, al igual que el Rosario tradicional en cinco misterios, en cada uno de los cuales se pone como intención a uno de los cinco continentes. Las cinco decenas tienen sendos colores, que representan a cada uno de los cinco continentes desde el punto de vista misional, y recuerdan al que reza, la intención misional de cada decena.
1° Misterio, de color verde, se reza por Africa. El color verde, nos recuerda las verdes selvas habitadas por nuestros hermanos africanos.
2° Misterio, de color rojo, se reza por América. El color rojo, simboliza la sangre derramada por los mártires que dieron su vida durante la evangelización de este continente.
3° Misterio, de color blanco, se reza por Europa. El color blanco, nos recuerda a la raza blanca, originaria de este continente y al color de las vestiduras del Papa, que también tiene en él su sede.
4° Misterio, de color azul, se reza por Oceanía. El color azul nos habla de Oceanía, con sus miles de islas esparcidas en las azules aguas del Océano Pacífico.
5° Misterio, de color amarillo, se reza por Asia. El color amarillo nos trae a la memoria el Asia, poblado en gran parte por razas de este color.
Su Santidad el Papa Juan XXIII rezaba el Rosario Misionero todos los días por el mundo entero, dedicando una decena a cada continente: «Como Papa debo orar por la humanidad entera y lo hago al rezar el Santo Rosario Misionero: la primera decena por África, la segunda por América, la tercera por Europa, la cuarta por Oceanía y la quinta por Asia».
Forma de rezar el Rosario Misionero
La forma de rezarlo es la siguiente:
Se comienza con la Señal de la Cruz.
Se anuncia el Primer Misterio: En este primer misterio, vamos a recordar al continente Africano con sus más de 500 millones de habitantes, a fin de que su profundo sentimiento religioso le facilite asumir la plenitud de la revelación de Cristo.
Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.
Se anuncia el Segundo Misterio: Recordamos especialmente en este segundo misterio a nuestro continente Americano, el «continente de la esperanza», donde se registra el más alto porcentaje de católicos, pero que sufre por la escasez de sacerdotes.
Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.
Se anuncia el Tercer Misterio: Ofrecemos este tercer misterio por Europa, para que retorne a las fuentes de su fe que se ha enfriado con el correr de los siglos, y al dinamismo misionero.
Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.
Se anuncia el Cuarto Misterio: Ofrecemos este cuarto misterio por el lejano y pequeño universo de islas que se llama Oceanía, a fin de que sus numerosas razas puedan ser iluminadas y guiadas a la luz del evangelio.
Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.
Se anuncia el Quinto Misterio: Recemos este quinto misterio por Asia, para que la virgen María vuelva sus ojos al continente más poblado del mundo, donde los católicos constituyen tan solo el 2% de la población y la Iglesia es perseguida y combatida.
Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.
Las tres Ave Marías finales se rezan para que en nuestra patria aumente el espíritu misionero y, ante todo, para suscitar muchas vocaciones sacerdotales y religiosas y de laicos misioneros. Al terminar el Rosario Misionero, se ha rodeado el mundo entero, abrazando a todos los continentes y a todos los hombres en una gran oración universal.
1º Misterio: Africa
Información acerca del continente:
África es un continente que vive castigado por la violencia. Las numerosas tribus que pueblan el continente se enfrentan en sangrientas guerras haciendo la vida muy difícil para todos. Otro problema que azota al continente africano es el enfrentamiento entre negros y blancos. En muchas partes de África, todavía existe la esclavitud.
Muchos países africanos han alcanzado su independencia recientemente, pues fueron parte del colonialismo europeo durante siglos, lo que tuvo como consecuencia poco desarrollo económico, y un desarraigo cultural.
La pobreza es bastante marcada en este continente. De los 47 países menos desarrollados del mundo, 31 son africanos.
La Iglesia católica es minoritaria en África. De los 700 millones de habitantes del continente, tan sólo 95 millones son católicos (un 13,8%). Es el continente que menor porcentaje de sacerdote tiene: hay un sacerdote por cada 4.406 católicos, mientras que en el resto del mundo hay, en promedio, un sacerdote por cada 2.342 católicos.
2º Misterio: América
Información acerca del continente:
En los pueblos de América existe mucha pobreza. El 11% de la población lo forman las minorías indígenas que tratan de mantener sus costumbres.
En cuanto a la Iglesia Católica de América, ésta es la más numerosa de todo el mundo. La mitad de los católicos del mundo viven hoy en América (más precisamente en América latina). De un total de 743 millones de habitantes, 475 millones son católicos (¡un 64%!). Es por eso que el Papa ha dicho a América que es «la gran esperanza de la Iglesia, que debe hacerse misionera para el resto del mundo». A pesar de esta situación, después de África, es el continente con menor proporción de sacerdotes: hay un sacerdote por cada 3.978 católicos.
Sin embargo, una seria amenaza para la Iglesia americana es el rápido crecimiento de las sectas y grupos evangélicos a las cuales se vuelcan día a día, muchos católicos.
3º Misterio: Europa
Información acerca del continente:
La mayoría de los países desarrollados están en Europa, si bien también hay pobreza en este continente, pero podríamos decir que es uno de los continentes en el que menos pobreza hay.
Históricamente, Europa fue el continente católico por excelencia. Influyó decisivamente en esto el hecho de que la Iglesia tuviera su sede central en Roma desde sus comienzos (ahora en Ciudad del Vaticano), y que en la mayoría de los reinos que conformaron a Europa tuvieron al catolicismo como religión oficial. Sin embargo, en los últimos siglos la situación ha cambiado bastante. Dos cosas influyeron notablemente en esto. Primero, la aparición de las Iglesias protestantes a partir del siglo XVI, que se llevaron gran parte de los católicos: países completos se volcaron al protestantismo. Y en segundo lugar, al ir naciendo las repúblicas que hoy conforman Europa, la fe se fue apagando poco a poco en todo el continente, y la gente comenzó a dejar a Dios de lado (esto es lo que se conoce como «secularismo»: un mundo sin Dios).
Hoy en día, los católicos ya no son mayoría en Europa. De los 716 millones de habitantes, sólo 288 millones son católicos (un 40%), ubicándose en segundo lugar, después de América que tiene un 63,8% de católicos. Es el continente con mayor porcentaje de sacerdotes: hay un sacerdote por cada 1.295 católicos
4º Misterio: Oceanía
Información acerca del continente:
El continente Oceánico es el continente más pequeño del mundo. Se caracteriza porque en él conviven muchísimas culturas. Desde hace siglos, estuvo poblado por una gran cantidad de tribus de nativos (unas 5.000) con culturas, dialectos y religiones autóctonas diferentes.
La evangelización sistemática en Oceanía comenzó hace doscientos años (muy poco tiempo), y de un total de 27 millones de habitantes, tan sólo 6 millones son católicos (un 26%). El 58% pertenecen a las iglesias protestantes, y el resto se divide en muchas religiones autóctonas pequeñas. Aunque es el continente con menor población del mundo, es uno de los que tienen un mayor porcentaje de sacerdotes: hay un sacerdote por cada 1385 católicos, mientras que en el resto del mundo hay, en promedio.
Oceanía perteneció al imperio Británico durante muchos años, no permitiéndose la entrada de misioneros católicos hasta 1845 cuando recién pudieron comenzar la tarea evangelizadora.
La Iglesia está en sus comienzos en este continente y aún queda muchísimo por hacer.
5º Misterio: Asia
Información acerca del continente:
En el año 2000, un 60% de la población mundial será asiática, la mayor parte entre niños y jóvenes. Asia es el continente más poblado del mundo (tiene 3.000 millones de habitantes, mientras que el resto de los continentes tienen menos de 700 millones).
El 80% de su población vive bajo el límite de la pobreza. Muchísimas personas mueren día a día de hambre. Un problema que caracteriza a este continente es la discriminación de la mujer, hecho que se hace insostenible, extendiéndose a todos los niveles sociales.
La Iglesia Católica de Asia es la más pequeña del mundo, si bien la población de este continente es la más numerosa. De un total de 3.000 millones de personas, tan solo 02 millones son católicos (¡nada más que el 2,8% de la población!). En la mayor parte de Asia, los católicos son perseguidos por las Iglesias Oficiales, viéndose obligados en muchos casos a vivir su fe en la clandestinidad. Hay en Asia un sacerdote por cada 2.582 católicos.
Rosario en línea
Hoy lunes rezamos los Misterios Gozosos
Jornada Mundial del Rosario 2021
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Guia para el rezo del Santo Rosario
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Rosarium virginis Mariae – Carta Pastoral
Las misiones en tiempos de pandemia
Mensaje del Papa Francisco para el DOMUND 2020
El Papa Francisco publicaba ayer, Solemnidad de Pentecostés, el mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2020, en un momento en el que “la enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan” a nosotros y a la misión de la Iglesia. Como lema lleva la cita de Isaías: “Aquí estoy, mándame”.
“Queridos hermanos y hermanas: Doy gracias a Dios por la dedicación con que se vivió en toda la Iglesia el Mes Misionero Extraordinario durante el pasado mes de octubre. Estoy seguro de que contribuyó a estimular la conversión misionera de muchas comunidades, a través del camino indicado por el tema: ‘Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo’.
En este año, marcado por los sufrimientos y desafíos causados por la pandemia del COVID-19, este camino misionero de toda la Iglesia continúa a la luz de la palabra que encontramos en el relato de la vocación del profeta Isaías: «Aquí estoy, mándame» (Is 6,8). Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: «¿A quién enviaré?» (ibíd.). Esta llamada viene del corazón de Dios, de su misericordia que interpela tanto a la Iglesia como a la humanidad en la actual crisis mundial. «Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: ‘perecemos’, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos» (Meditación en la Plaza San Pietro, 27 marzo 2020). Estamos realmente asustados, desorientados y atemorizados. El dolor y la muerte nos hacen experimentar nuestra fragilidad humana; pero al mismo tiempo todos somos conscientes de que compartimos un fuerte deseo de vida y de liberación del mal. En este contexto, la llamada a la misión, la invitación a salir de nosotros mismos por amor de Dios y del prójimo se presenta como una oportunidad para compartir, servir e interceder. La misión que Dios nos confía a cada uno nos hace pasar del yo temeroso y encerrado al yo reencontrado y renovado por el don de sí mismo.
- Esto es la Biblia: Episodio 510:23
En el sacrificio de la cruz, donde se cumple la misión de Jesús, Dios revela que su amor es para todos y cada uno de nosotros. Y nos pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque Él es Amor en un movimiento perenne de misión, siempre saliendo de sí mismo para dar vida. Por amor a los hombres, Dios Padre envió a su Hijo Jesús. Jesús es el Misionero del Padre: su Persona y su obra están en total obediencia a la voluntad del Padre. A su vez, Jesús, crucificado y resucitado por nosotros, nos atrae en su movimiento de amor; con su propio Espíritu, que anima a la Iglesia, nos hace discípulos de Cristo y nos envía en misión al mundo y a todos los pueblos.
«La misión, la “Iglesia en salida” no es un programa, una intención que se logra mediante un esfuerzo de voluntad. Es Cristo quien saca a la Iglesia de sí misma. En la misión de anunciar el Evangelio, te mueves porque el Espíritu te empuja y te trae» (Sin Él no podemos hacer nada, LEV-San Pablo, 2019, 16-17). Dios siempre nos ama primero y con este amor nos encuentra y nos llama. Nuestra vocación personal viene del hecho de que somos hijos e hijas de Dios en la Iglesia, su familia, hermanos y hermanas en esa caridad que Jesús nos testimonia. Sin embargo, todos tienen una dignidad humana fundada en la llamada divina a ser hijos de Dios, para convertirse por medio del sacramento del bautismo y por la libertad de la fe en lo que son desde siempre en el corazón de Dios.
Haber recibido gratuitamente la vida constituye ya una invitación implícita a entrar en la dinámica de la entrega de sí mismo: una semilla que madurará en los bautizados, como respuesta de amor en el matrimonio y en la virginidad por el Reino de Dios. La vida humana nace del amor de Dios, crece en el amor y tiende hacia el amor. Nadie está excluido del amor de Dios, y en el santo sacrificio de Jesús, el Hijo en la cruz, Dios venció el pecado y la muerte. Para Dios, el mal —incluso el pecado— se convierte en un desafío para amar y amar cada vez más. Por ello, en el misterio pascual, la misericordia divina cura la herida original de la humanidad y se derrama sobre todo el universo. La Iglesia, sacramento universal del amor de Dios para el mundo, continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía por doquier para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo.
La misión es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero podemos percibirla sólo cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia. Preguntémonos: ¿Estamos listos para recibir la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para escuchar la llamada a la misión, tanto en la vía del matrimonio como de la virginidad consagrada o del sacerdocio ordenado, como también en la vida ordinaria de todos los días? ¿Estamos dispuestos a ser enviados a cualquier lugar para dar testimonio de nuestra fe en Dios, Padre misericordioso, para proclamar el Evangelio de salvación de Jesucristo, para compartir la vida divina del Espíritu Santo en la edificación de la Iglesia? ¿Estamos prontos, como María, Madre de Jesús, para ponernos al servicio de la voluntad de Dios sin condiciones? Esta disponibilidad interior es muy importante para poder responder a Dios: ‘Aquí estoy, Señor, mándame’. Y todo esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia.
Comprender lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de pandemia también se convierte en un desafío para la misión de la Iglesia. La enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan. Nos cuestiona la pobreza de los que mueren solos, de los desahuciados, de los que pierden sus empleos y salarios, de los que no tienen hogar ni comida. Ahora, que tenemos la obligación de mantener la distancia física y de permanecer en casa, estamos invitados a redescubrir que necesitamos relaciones sociales, y también la relación comunitaria con Dios. Lejos de aumentar la desconfianza y la indiferencia, esta condición debería hacernos más atentos a nuestra forma de relacionarnos con los demás. Y la oración, mediante la cual Dios toca y mueve nuestro corazón, nos abre a las necesidades de amor, dignidad y libertad de nuestros hermanos, así como al cuidado de toda la creación. La imposibilidad de reunirnos como Iglesia para celebrar la Eucaristía nos ha hecho compartir la condición de muchas comunidades cristianas que no pueden celebrar la Misa cada domingo. En este contexto, la pregunta que Dios hace: «¿A quién voy a enviar?», se renueva y espera nuestra respuesta generosa y convencida: «¡Aquí estoy, mándame!» (Is 6,8). Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal.
La celebración la Jornada Mundial de la Misión también significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia. La caridad, que se expresa en la colecta de las celebraciones litúrgicas del tercer domingo de octubre, tiene como objetivo apoyar la tarea misionera realizada en mi nombre por las Obras Misionales Pontificias, para hacer frente a las necesidades espirituales y materiales de los pueblos y las iglesias del mundo entero y para la salvación de todos.
Que la Bienaventurada Virgen María, Estrella de la evangelización y Consuelo de los afligidos, Discípula misionera de su Hijo Jesús, continúe intercediendo por nosotros y sosteniéndonos. Roma, San Juan de Letrán, 31 de mayo de 2020, Solemnidad de Pentecostés”.
El Medio Ambiente y el Cristiano
Hay que reconocer la presencia de Dios en la naturaleza
El nuevo Compendio de Doctrina Social de la Iglesia dedica un capítulo entero a temas medioambientales, reconociendo su creciente importancia. Los primeros números animan a los cristianos a considerar el medio ambiente con una actitud positiva, para evitar una mentalidad de desprecio y condena, y reconocer la presencia de Dios en la naturaleza.
Deberíamos ver el futuro con esperanza, recomienda el Compendio, «sostenidos por la promesa y el compromiso que Dios renueva continuamente» (No. 451). En el Antiguo Testamento vemos cómo Israel vivió su fe en un medio ambiente que era visto como don de Dios. Además, «la naturaleza, la obra de la acción creativa de Dios, no es un adversario peligroso».
El Compendio también invita a recordar el comienzo del libro del Génesis, en el que el hombre es puesto como la cima de todos los seres y Dios le confía que cuide toda la creación. «La relación del hombre con el mundo es parte constitutiva de su identidad humana. Esta relación es a su vez resultado de otra relación aún más profunda con Dios» (No. 452).
En el Nuevo Testamento Jesús hace uso de los elementos naturales en algunos de sus milagros y recuerda a los discípulos la providencia de su Padre. Luego, en su muerte y resurrección, «Jesús inaugura un mundo nuevo en el que todo le está sometido y recrea las relaciones de orden y armonía que el pecado había destruido» (No. 454).
Ciencia y tecnología
El concilio Vaticano II reconocía el progreso hecho por la ciencia y la tecnología al extender nuestro control sobre el mundo creado. Mejorar nuestras vidas de este modo está de acuerdo con la voluntad de Dios, concluían los padres conciliares. También observaban que la Iglesia no se opone al progreso científico, que es una parte de la creatividad humana dada por Dios.
Pero, añade el Compendio, «un punto central de todo uso científico y tecnológico es el respeto por los hombres y mujeres, que debe acompañarse también de la necesaria actitud de respeto por todas las criaturas vivas» (No. 459). Por lo tanto, nuestro uso de la tierra no debería ser arbitrario y es necesario que esté inspirado por un espíritu de cooperación con Dios.
Olvidar esto suele ser la causa de acciones que dañan el medio ambiente. Reducir la naturaleza a «términos mecanicistas», suele acompañarse por la falsa idea de que sus recursos son ilimitados, llevando a considerar el desarrollo en una dimensión meramente material, en la que se da el primer lugar «al hacer y tener en vez de al ser» (No. 462).
Si es necesario que evitemos el error de reducir la naturaleza a términos meramente utilitaristas, según el cual sólo es algo que hay que explotar, también es necesario que evitemos irnos al otro extremo haciéndola un valor absoluto. Una visión ecocéntrica o biocéntrica del medio ambiente cae en el error de poner a todos los seres vivos al mismo nivel, ignorando la diferencia cualitativa entre los seres humanos, basada en su dignidad de personas humanas, y otras criaturas.
La clave para evitar tales errores es mantener una visión trascendente. Actuar de modo más responsable hacia el medio ambiente resulta más fácil cuando recordamos el papel de Dios en la creación, explica el Compendio. La cultura cristiana considera las criaturas como un don de Dios, que debe cuidarse y salvaguardarse. El cuidado del medio ambiente también entra dentro de la responsabilidad de asegurar el bien común, por el que la creación se destina a todos. El Compendio también observa que tenemos una responsabilidad con las generaciones futuras.
Biotecnología
Una sección del capítulo se centra en el tema de la biotecnología. Las nuevas posibilidades ofrecidas por estas técnicas son una fuente de esperanza, pero también han levantado hostilidad y alarma. Como regla, observa el texto, la visión cristiana de la creación acepta la intervención humana, porque la naturaleza no es una suerte de objeto sagrado que debemos dejar solo.
Pero la naturaleza es también un don a usar con responsabilidad y, por lo tanto, el modificar las propiedades de los seres vivos se debe acompañar de una evaluación cuidadosa de los beneficios y riesgos de tales acciones. Además, es necesario que la biotecnología se guíe por los mismos criterios éticos que deberían orientar nuestras acciones en las esferas de la acción social y política. Y también se deben tener en cuenta los deberes de justicia y solidaridad.
En cuanto a la solidaridad, el Compendio pide «intercambios comerciales equitativos, sin la carga de injustas estipulaciones» (No. 475). En este sentido es importante ayudar a las naciones a lograr una cierta autonomía en ciencia y tecnología, transfiriéndoles el conocimiento que las ayudará en el proceso de desarrollo. La solidaridad también significa que, junto a la biotecnología, son necesarias políticas comerciales favorables para mejorar la alimentación y la salud.
El Compendio también menciona a los científicos que, estando llamados a trabajar de modo inteligente y con perseverancia para resolver los problemas de suministro de alimentos y salud, también deberían recordar que están trabajando con objetos que forman parte del patrimonio de la humanidad.
A los empresarios y agencias públicas del sector de la biotecnología, el texto les recuerda que junto a la preocupación por lograr un beneficio legítimo, deberían tener presente el bien común. Esto es especialmente aplicable en los países más pobres, y a la hora de salvaguardar el ecosistema.
Compartir los bienes
Se dedica una sección del capítulo a la cuestión de compartir los recursos de la tierra. Dios ha creado los bienes de la tierra para que sean usados por todos, observa el Compendio, y «deben ser compartidos de modo equitativo, de acuerdo a la justicia y la caridad» (No. 481). De hecho, es necesaria la cooperación internacional en temas ecológicos, puesto que suelen ser problemas a escala global.
Los problemas ecológicos suelen estar conectados con la pobreza, con gente pobre incapaz de abordar problemas como la erosión de las tierras de cultivo, debido a sus limitaciones económicas y tecnológicas. Y muchos pobres viven en suburbios urbanos, afligidos por la polución. «En tales casos el hambre y la pobreza hacen virtualmente imposible evitar una explotación intensiva y excesiva del medio ambiente» (No. 482).
La respuesta a estos problemas no es, sin embargo, políticas de control de población que no respetan la dignidad de la persona humana. El Compendio sostiene que el crecimiento demográfico es «plenamente compatible con un desarrollo integral y compartido» (No. 483). El desarrollo debería ser integral, continúa el texto, asegurando el verdadero bien de las personas.
En relación a los recursos naturales hay que considerar el destino universal de los bienes, y particularmente cuando se trata del tema del agua. El acceso inadecuado al agua potable afecta a gran número de personas y suele ser fuente de enfermedades y muerte.
Para el mundo desarrollado, el compendio ofrece algunas notas sobre los estilos de vida apropiados. A nivel individual y comunitario, se recomiendan las virtudes de la sobriedad, la templanza y la autodisciplina. Necesitamos romper con la mentalidad basada en un mero consumo, además de ser conscientes de las consecuencias ecológicas de nuestras elecciones, sostiene el texto.
El Compendio concluye su capítulo pidiendo que nuestra acción hacia la creación se caracterice por la gratitud y el aprecio. Deberíamos recordar también que el mundo revela el misterio de Dios que lo ha creado y lo sostiene. Redescubrir este significado profundo de la naturaleza no sólo nos ayuda a descubrir a Dios, sino que también es la clave para actuar de modo responsable de cara al medio ambiente.
San Lucas, el médico autor del tercer evangelio
Wellcome Library, CC BY 4.0
San Pablo viajó con él y lo describió como «médico querido». Su evangelio rezuma la misericordia del Señor con los pobres y pecadores
San Lucas es, según la Tradición cristiana, autor del evangelio que lleva su nombre y de los Hechos de los Apóstoles. Se cree que nació en una familia pagana y que era médico de profesión. Sin embargo, algunos autores también consideran que podría tratarse de un judío de la Diáspora, por el conocimiento de la cultura hebrea que manifiestan sus textos. De lo que no cabe duda es de que conocía bien el griego. Se expresaba en un alto nivel de calidad literaria. Dante hizo de él un gran elogio: «El que describe la amabilidad de Cristo».
De san Lucas conocemos que acompañó a san Pablo en el segundo viaje del Apóstol de las Gentes. Muy posiblemente le fue de gran ayuda no solo espiritual sino también como médico ya que Pablo tuvo una salud muy castigada, con prisión, azotes y todo tipo de peligros.
En la Carta a los Colosenses se lee: “Finalmente, los saludan Lucas, el querido médico, y Dimas.” (Col 4, 14)
«Solamente Lucas se ha quedado conmigo»
En la segunda Carta a Timoteo, san Pablo expresa que “solamente Lucas se ha quedado conmigo.” (2Tim 4, 11)
Lucas acompañó a san Pablo y así su narración recoge de primera mano la predicación de este.
En cuanto a los Hechos de los Apóstoles, allí Lucas relata lo sucedido en la vida de la Iglesia en los primeros años, hasta que san Pablo es encarcelado por vez primera en Roma.
A san Lucas se le relaciona especialmente con la Virgen porque su evangelio describe la infancia de Jesús y detalla elementos de gran intimidad de Santa María como este: “María, por su parte, guardaba con cuidado todas estas cosas, meditándolas en su corazón (Lc 2, 19)
La Tradición venera como mártir a san Lucas, aunque no disponemos de información textual acerca de ello. Se dice también que murió soltero a los 84 años.
Sus restos mortales se veneran en la iglesia de santa Justina, en Padua. Su cráneo, en cambio, fue trasladado en 1354 de Padua a Praga, concretamente a la catedral de San Vito, por voluntad del emperador Carlos IV.
El día de san Lucas Evangelista es el 18 de octubre.
Iconografía
San Lucas es representado por el ternero o buey.
En cuanto al mismo san Lucas, una tradición le asigna la autoría de una importante pintura de la cristiandad: la imagen de la Salus Populi Romani, pintada sobre madera. Otra tradición lo hace autor de una imagen antigua de la Virgen que se encuentra en las catacumbas de santa Priscila en Roma.
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Patronazgo
Es patrón de los médicos y artistas, doctores, cirujanos, solteros, carniceros, encuadernadores, cerveceros, escultores, notarios…
Oración a san Lucas
Padre Dios, que llamaste a San Lucas
para difundir con la palabra y con la pluma
el Evangelio de Jesucristo,
y como médico y apóstol,
lo guiaste para acercarse a los hermanos sufrientes
y curarlos en sus enfermedades físicas y espirituales,
danos por su intercesión la fuerza necesaria
para soportar con la mansedumbre de Cristo
todas las pruebas de la vida.
Concede a los médicos cristianos y al personal sanitario
el responder generosamente al llamado
salir al encuentro con preparación y amor
de cuantos necesitan de su ayuda,
y cuando no sea posible curarlos,
haz que tu divina voluntad les lleve fe en ti,
resignación y consuelo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén