.

 

 

El Papa Francisco prosiguió con sus catequesis sobre San José / Vatican Media

• Catequesis del Papa Francisco

El Papa Francisco ha proseguido este miércoles con las catequesis sobre San José destacando especialmente uno de los aspectos más importantes: su silencio. “Muchas veces se necesita el silencio”, recordó en la Audiencia.

“El silencio es importante, a mi me impacta un pasaje del libro de la Sabiduría que ha sido leído pensando en la Navidad: cuando la noche está en el más profundo silencio, allí tu Palabra descendió a la tierra. En el momento de más silencio, Dios se manifestó. Es importante pensar en el silencio en esta época en la que, parece que, no tiene valor”, comenzó Francisco.

De hecho, recordó que en los Evangelios no aparece ni una sola palabra de San José. “Nunca ha hablado”, comentó, pero eso no significa que “fuera taciturno”. .Con su silencio, José confirma lo que escribe San Agustín: “Cuando el Verbo de Dios crece, es decir el hombre hecho hombre, las palabras del hombre disminuyen”.

En opinión del Papa, el de San José “es un silencio lleno de escucha, un silencio trabajador, un silencio que hace emerger su gran interioridad”.

En este sentido, el Pontífice comentó que “Jesús creció en esta ‘escuela’, en la casa de Nazaret, con el ejemplo cotidiano de María y José. Y no sorprende el hecho de que Él mismo busque espacios de silencio en sus jornadas e invitará a sus discípulos a hacer tal experiencia: ‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco’”.

“Qué bonito sería si cada uno de nosotros, en el ejemplo de San José, lograra recuperar esta dimensión contemplativa de la vida abierta de par en par precisamente por el silencio. Pero todos nosotros sabemos por experiencia que no es fácil: el silencio nos asusta un poco, porque nos pide entrar dentro de nosotros mismos y encontrar la parte más verdadera de nosotros. Y muchas personas tienen miedo del silencio, deben hablar, hablar o escuchar radio, televisión, pero no pueden aceptar el silencio, tienen miedo”, agregó.

De este modo, exhortó a aprender del esposo de la Virgen a “cultivar espacios de silencio, en el que pueda emerger otra Palabra”.

“No es fácil reconocer esta Voz, que muy a menudo se confunde junto a los miles de voces de preocupaciones, tentaciones, deseos, esperanzas que habitan en nosotros; pero sin este entrenamiento que viene precisamente de la práctica del silencio, puede enfermarse también nuestro hablar. Sin la práctica del silencio se enferma nuestro hablar”, comentó.

Además, la sabiduría bíblica afirma –según enseñó el Papa- que “muerte y vida estarán en poder de la lengua, el que la ama comerá su fruto”. También citó al apóstol Santiago, que en su Carta, “desarrolla este antiguo tema del poder, positivo y negativo, de la palabra con ejemplos deslumbrantes: ‘Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo. […] también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. […] Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hecho a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición’ (3,2-10)”.

Por ello, agregó: “Este es el motivo por el cual debemos aprender de José a cultivar el silencio: ese espacio de interioridad en nuestras jornadas en las que damos la posibilidad al Espíritu de regenerarnos, de consolarnos, de corregirnos. No digo el caer en un mutismo, no, silencio. Muchas veces, cada uno de nosotros mire en el interior, muchas veces estamos haciendo un trabajo y cuando terminamos inmediatamente a buscar el celular para hacer algo más, siempre estamos así… y esto no ayuda, esto nos hace deslizar en la superficialidad”.

“La profundidad del corazón crece con el silencio. Silencio que no es mutismo como he dicho, pero que da espacio a la sabiduría, a la reflexión y al Espíritu Santo. No tengamos miedo a los momentos de silencio, no tengamos miedo, nos hará mucho bien”, concluyó.

 

 

Adelaida de Italia, Santa

Emperatriz en Italia, 16 de Diciembre

Martirologio Romano: En Selz, cerca de Estrasburgo, en la Lotaringia, santa Adelaida, emperatriz, que se distinguió por mostrar hacia los familiares una gran alegría, hacia los pobres una infatigable piedad, y una abundante generosidad en honrar las iglesias († 999).

Breve Biografía

Sesenta y ocho años llenos de agitación en los que una mujer de las importantes quiso y supo ser «testigo» de Cristo. Esta fue Adelaida o Alicia, emperatriz en Italia.

Casada muy joven con el rey de Italia Lotario, se le prometía una vida feliz con su recién nacida hija Emma y probablemente el matrimonio deseaba terminar sus días «comiendo perdices», como se pone fin a los cuentos de princesas y príncipes que probablemente también en su época se contaban. Pero a veces los planes de la Providencia no coinciden con los de los hombres; se complican, van y vienen por tortuosos senderos, en muchas ocasiones imprevistos y en otras muy dolorosos, de los que el Señor sabe sacar mayores bienes. Así pasó.

En realidad toda su vida estuvo envuelta en las turbulencias políticas y militares propias del tiempo. Cuando murió su primer marido sólo tiene dieciocho años y, tan joven, ya es reina, madre y viuda. Otro matrimonio, el segundo, la va a relacionar con la historia de los tres primeros Otones: su marido, hijo y nieto. En su vida están presentes los sufrimientos por cárcel y destierro. También entendió mucho de intrigas de la Corte, de confabulación, de envidias, de traiciones y de falsedades. Inculpablemente tuvo que soportar la incomprensión de propios y extraños porque la ambición y el poder ciega los ojos de los que no son buenos.

Regente emperatriz, retoma funciones de mando en tiempos de Otón III. Ahora muestra con sus obras lo muerta que estaba para sí misma y que la anterior piedad, la de toda su vida, fue un asunto sincero. La emperatriz se dedica a hacer el bien. Protege, socorre y consuela a los necesitados. Considera el poder como una carga para ella y un servicio para el bien del pueblo. No es injusta, ni vengativa con quienes le injuriaron en tiempo pretérito. Muestra esmero infatigable en las tareas de gobierno. Reza, se mortifica y expía por los pecados de su pueblo. Magdeburgo es ejemplo de que propicia el resurgir de los templos. Tenida por santa, muere en Salces, en la Alsacia, en el 999.

 

 

Adviento es esperanza

Santo Evangelio según san Lucas 7, 24-30. Jueves III de Adviento.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, mi corazón espera con alegría tu venida. Ven, no tardes, anhelo tu llegada. «Así como la cierva busca las fuentes de agua viva, así mi corazón te busca a ti» (salmo 42). Por eso vengo aquí, para preparar mi corazón a tu llegada. Dime, qué es lo que quieres de mí, qué puerta de mi corazón quieres que te abra.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 7, 24-30

Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de él a la gente diciendo: «¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con telas preciosas? Los que visten fastuosamente y viven entre placeres, están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, y yo les aseguro que es más que profeta. Es aquel de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios, es mayor que él».

Todo el pueblo que lo escuchó, incluso los publicanos, aceptaron el designio de justicia de Dios, haciéndose bautizar por el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los escribas no aceptaron ese bautismo y frustraron, en su propio daño, el plan de Dios.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

¿Qué es el adviento? El adviento es esperanza. Pensemos un momento en Juan, contemplemos su situación. Juan había recibido la misión de preparar al pueblo de Israel para la llegada del Mesías. Y esta misión, para Juan, era su vida. Su total dedicación estaba en cumplir esta misión Por eso no importaba de qué se vestía o cómo se alimentaba. Tenía una misión que cumplir y eso era su obsesión.

¿Qué veía Juan? Veía que la llegada del mesías estaba muy cerca y que sin embargo el pueblo no estaba preparado. Por eso cuanto más pasaba el tiempo gritaba con más fuerza la necesidad de preparase. Era, tal vez, como los niños que cuanto más se acerca la navidad mejor se portan y al mismo tiempo son más insistentes con sus padres para que les compren los regalos que quieren. Podemos decir que Juan era como un niño que sabía que algo importante iba a pasar. Y, al mismo tiempo, insistía más a la gente para que abrieran los ojos al gran misterio de la llegada del Mesías que por tantos años habían esperado.

¿Y por qué es el más grande? Porque conoció a Jesús cuando llegó. La verdadera grandeza está en conocer a Dios. A Dios que viene al mundo, que viene a mi corazón y me dice «te amo, ¿me dejas entrar en tu corazón?». Y el adviento consiste en esperar y en preparar nuestro corazón a la venida de Jesús.

Ahora, volvamos unos años atrás o contemplemos a los niños. ¿Quiénes son los que más disfrutan las navidades?… Los niños. ¿Por qué? Porque saben esperar. Pensemos cuando éramos niños. Esperábamos con alegría estos días y llevábamos una cuenta exacta de los días, de las horas y de los minutos para el gran día. Cada minuto era importante. La espera… Y cuando llegaba el día se disfrutaba muchísimo.

Por eso, para disfrutar de la llegada de Cristo hay que esperar, preparar el corazón y disfrutar cada momento. Por eso el más pequeño es el más grande.

«La voz del Bautista grita también hoy en los desiertos de la humanidad, que son —¿cuáles son los desiertos de hoy?— las mentes cerradas y los corazones duros, y nos hace preguntarnos si en realidad estamos en el buen camino, viviendo una vida según el Evangelio.[…] Si a nosotros el Señor Jesús nos ha cambiado la vida, y nos la cambia cada vez que acudimos a Él, ¿cómo no sentir la pasión de darlo a conocer a todos los que conocemos en el trabajo, en la escuela, en el edificio, en el hospital, en distintos lugares de reunión?». (Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, te ofrezco, Jesús, hacer un examen de conciencia para reflexionar como me estoy preparando para vivir las navidades. Si las veo como un periodo en el que hay que gastar un poco más de dinero, si las vivo como un momento de familia o si, sobre todo, las vivo como un momento en el que vienes a mi corazón y que por lo tanto he de prepararlo para este momento.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

¿El mensajero?: somos nosotros

Sí, nosotros somos el mensajero de Jesús de Nazaret resucitado. Debemos llevar Su mensaje a nuestro alrededor.

Volvamos poco más de dos mil años en la historia, pero a una imagen alternativa, virtual (hoy tan de moda). Es el primer día después del sábado; un día tranquilo y de descanso de aquellos miembros del Sanedrín que, tras la pesadilla del nazareno que tanto les había molestado, comentaban cómo la crucifixión en manos romanas les había librado, para siempre, de Jesús.

Tres años de predicación, de movilizar multitudes, de predicar cosas nuevas, de hablar de Yahve, de (¡horror!) curar enfermos, se acabaron por siempre. Sus acusaciones, sus señalamientos: ¡sepulcros blanqueados!, las humillaciones pasadas al tratar ellos de humillarlo, no volverían. Ese carpintero predicador de Nazaret, Jesús, estaba muerto.

De pronto, en el centro de la reunión, una luz muy blanca los aturde. En medio de ella, vestido de túnica blanca, aparece «el muerto», y les dice, porque finalmente es Dios amoroso: «la paz sea con vosotros». El terror más fuerte se apodera de todos los presentes y caen por tierra: ¡no puede ser, murió en el Calvario, lo vimos morir, el cielo se cubrió y tembló la tierra! ¿Qué es esto?

Pero «el muerto», resucitado, vuelto a la vida, con su mismo cuerpo y las heridas visibles de la crucifixión, les dice: se los advertí: destruid este templo y yo lo reconstruiría en tres días, y aquí estoy, vivo de nuevo por siempre, hasta el fin de los tiempos y después de ellos. Seguiré llevando el mensaje de mi Padre a todos los confines del mundo.

El terror de los presentes, sacerdotes, fariseos y algunos amigos romanos importantes era mayor. Pero el resucitado, Jesús el carpintero, les dice: yo soy el Hijo del Padre, el Mesías que no quisieron reconocer, aunque mi vida ha sido el cumplimiento exacto y fiel de las profecías que el Señor dio a nuestros padres.

Vengo a manifestarles mi perdón, pues sin vuestra maldad, las profecías no se habrían cumplido en mi muerte y resurrección. Vengo a darles de nuevo el mensaje de mi Padre, ¡arrepiéntanse y conviértanse! Yo, Jesús resucitado, saldré a las calles a llevar de nuevo mi mensaje; haré milagros frente a multitudes de todos los pueblos de la tierra; mi voz, como un trueno del cielo, pero llena de amor, se escuchará por todos los hombres de ahora y del futuro.

El terror en el Sanedrín aumentaba… pero Jesús continuó hablando. Sí, están perdonados, porque Yo dí mi vida por todos, vosotros incluidos. Salgan también a las calles tras de mí y digan a todos aquellos a quienes embaucaron contra mí para que Poncio Pilatos me crucificara, que escuchen mi Palabra, que mi sangre era la de un inocente y por eso he vuelto de la muerte, la he vencido.

Díganles a quienes me condenaron a la cruz por aclamación, que también los perdono y los amo, que también se conviertan y escuchen todos a mis discípulos, porque yo caminaré al frente de ellos por el mundo, para que todos crean y se conviertan.

Finalmente, la fuerza del amor del carpintero resucitado venció a los asistentes del Sanedrín, y así, postrados de rodillas, creyeron en Él y lo siguieron.

Pero no, esa escena no sucedió. Tampoco llegó Jesús ante sus apóstoles para decirles, después de desearles la Paz: amados míos, como estaba escrito, he resucitado, reconstruí este templo, mi cuerpo, vencí a la muerte. Dejad pues de temer a los judíos en la calle, y salgan tras de mí, acompáñenme a llevar el mensaje del Padre, la Buena Nueva, a todo el mundo, pues nadie les hará daño.

No, nada de eso paso ¡tan fácil que hubiera sido transmitir el mensaje divino, construir entre todos los pueblos del mundo esa Iglesia que Él había fundado y encomendado a un pequeño grupo de apóstoles! Como les dijo, Él estaría con ellos hasta el fin de los tiempos ¡como dudarlo si estaba allí, y recorrería caminos y ciudades, pero ahora con gran poder y majestad! Las trompetas angélicas anunciarían su llegada.

No, la realidad es diferente. Jesús resucitado visitó a los suyos en privado, les dio consejos, encargos, poderes, les infundió al Espíritu Santo y un día, frente a ellos, los dejó solos, humanamente hablando. Nunca se iría, sin embargo, pues como ofreció, estaría con ellos y Su Iglesia a través de los siglos, para que el mensaje se transmitiera por boca de las ovejas y los pastores a quienes encomendó el rebaño.

Sí, el mensajero… somos nosotros, con todas nuestras limitaciones, debilidades, miedos y pecados. Tan fácil que hubiera sido… pero el Señor quiere, como en el antiguo testamento, que su mensaje, la profecía, llegue a los hombres por boca de sus enviados: ve y lleva al rey este mensaje… A su Iglesia, a nosotros, encomendó: id y predicad por todas las naciones; ese es nuestro encargo.

Sí, nosotros somos el mensajero de Jesús de Nazaret resucitado. Debemos llevar Su mensaje a nuestro alrededor. Ni siquiera tenemos que recorrer, en general, caminos y pueblos nuevos, como los misioneros. Simplemente, entre los nuestros y por nuestros medios, llevemos el mensaje, con el ejemplo y con la palabra.

Seamos como nos pidió -aprendiendo de Él-, «mansos y humildes de corazón», y no tengamos miedo de ser sus mensajeros. Él pondrá en nuestra mente y en nuestra boca para hablar, y en nuestra mano para escribir, lo que debemos decir y cómo decirlo. Jesús resucitado no nos pide más de lo que podemos hacer; no tengamos miedo pues, si somos el mensajero podremos llevar la Buena Nueva. ¡Confiemos en Él! ¡Lo haremos bien! Como recompensa, Él moverá los corazones y nos dará vida eterna en su reino.

 

 

La Catedral de París

Notre Dame es una catedral diseñada especialmente para orar y recogerse en silencio

Como cualquier iglesia, Notre-Dame de París es un lugar donde los cristianos se reúnen para rezar (la palabra griega ecclesia significa primero asamblea, Iglesia, y después, por extensión, designa el sitio en que se reúne esta asamblea). Toda la arquitectura del edificio, pues, ha sido concebida para guiar al creyente hacia Dios.

En cuanto se entra, el visitante se sosiega y se recoge, envuelto en la penumbra. Conforme avanza en la nave central, se fija en el altar y, más allá, en la cruz grande de bronce dorado, mientras que el alzado de las columnas le atrae hacia el cielo.

Se comprende entonces que la catedral sólo tenga verdaderamente vida cuando se celebra la liturgia. Sin embargo, fuera de los oficios, varios sitios incitan más a rezar:

El crucifijo grande de bronce

A lo largo de su historia, no dejó la catedral de recibir los donativos de » generosos donantes » y de enriquecer su mobiliario litúrgico.

El crucifijo grande de bronce del siglo XIX, delante del cual se detiene el visitante a pocos pasos de entrar, forma parte de estos donativos : lo ofreció Napoleón III

Para el creyente, la muerte y la resurrección de Cristo están en el centro de su fe, y la cruz ha venido a ser para todos la señal distintiva del cristiano.

El sinnúmero de mariposas que están ardiendo sin cesar delante de este Crucifijo expresa el deseo de los fieles de prolongar su oración a lo largo del día.

Las capillas de la girola o deambulatorio

«Está claro que la vocación de una catedral es la de acoger, de reunir, de hacer vivir de Dios el pueblo de sus hijos. Conforme a esta vocación primordial, nunca puede ser confundida una catedral con un museo o una sala de conciertos». Mons. Claude Dagens, obispo de Angulema.

Así pues, se reservan la girola y las capillas abiertas a ella para los que desean recogerse para rezar.

Se celebran misas desde el lunes hasta el sábado, particularmente en la capilla del Santísimo, a las ocho, nueve y doce de la mañana. Los viernes, un tiempo de adoración al Santísimo prolonga la misa de las doce. Hagan el favor de consultar el horario de los oficios.

La Piedad de la Capilla Mayor

Instalada en el fondo de la capilla mayor barroca de acuerdo con el voto de Luis XIII, la Piedad fue siempre objeto de profunda veneración.

Ante el cuerpo de Jesús muerto, la Virgen María levanta los ojos hacia el cielo con confianza. Está a la vez muy triste y como si esperara un acontecimiento extraordinario.

Aquel momento fundamental justo antes de la resurrección de Jesús es una fuente de meditación y de oración. Se puede rezar de pie frente a la capilla mayor barroca o participar en el coro a los oficios que allí se celebran:

– las vísperas desde el lunes hasta el viernes a las seis menos cuarto de la tarde
– la misa cada día desde el lunes hasta el viernes a las seis y cuarto de la tarde
– la adoración al Santísimo el jueves, al fin de la misa de las seis y cuarto

Las dos imágenes de la Virgen con el Niño

La Virgen del Pilar

Contra el pilar sureste del crucero se encuentra hoy la Virgen con el Niño del siglo XIV procedente de la capilla de Saint-Aignan, situada en la antiguacalongía, recinto claustral dedicado a la vivienda de los canónigos (actual calle des Ursins).

Adornada siempre con flores, esta imagen airosa y llena de humanidad, con la curvatura del cuerpo bastante acentuada, y conocida bajo la advocación de Notre-Dame de París, acoge la oración de los fieles en un ámbito más tranquilo. Cerca de esta imagen fue donde se convirtió el poeta Paul Claudel, el día de Navidad de 1886, durante el oficio de vísperas.

La Virgen barroca.

La imagen de la Virgen barroca, de mármol, situada en la nave lateral septentrional, es obra de Antoine Vassé, realizada en 1722 para adornar el altar de la Virgen que se encontraba en el crucero contra el pilar sureste del crucero.

Fechas históricas
• 1163. Se coloca la primera piedra por Maurice de Sully, obispo de París
• 1182. Se consagra el altar mayor, se destruye la catedral antigua y se da comienzo a las obras de la nave
• 1200-1245. Se edifica la fachada
• 1250-1270. Se ensancha la nave del crucero y se colocan los dos rosetones norte y sur
• 1300-1351. Se construyen las paredes esculpidas del cerramiento del coro
• 1699-1723. Se hace el presbiterio barroco

 

 

10 consejos para mejorar el pensamiento catastrófico en nuestra vida

Existen personas que tienen incorporado en su forma de pensar: El pensamiento catastrófico

Una de mis amigas suele boicotear mis planes cada vez que le propongo hacer algo con nuestros hijos. –»Llevemos a los chicos al parque»– Inmediatamente responde: –»Y si se caen de los juegos y se rompen un hueso…», «y si los secuestra alguien mientras estamos distraídas…», «y si un carro pierde el control y se mete al parque y los atropella…», «y si comen una flor venenosa y se mueren…» Ir al parque empieza a parecer una terrible y peligrosísima aventura que solo a un desquiciado se le podría ocurrir. Así como esta amiga existen muchísimas personas que tienen incorporado en su forma de pensar una distorsión que no los deja vivir en paz y los llena de temor y ansiedad: El pensamiento catastrófico.

Estos puntos nos explican un punto interesante sobre él y nos deja unos cuantos consejos para poder sobreponerse, conocerse y con amor y caridad ayudar a nuestros amigos a tener una mirada más realista, segura y esperanzada de la realidad, confiar más en Dios y en nosotros mismos.

1. El pensamiento catastrófico nos quita libertad. Aprender a no dejar que nos impida actuar

Pensar de esta manera quita libertad, llena de angustia a la persona y la sume en una situación de estrés y ansiedad que en casos extremos puede hacer insoportable la vida. Todo representa una amenaza y un peligro inminente del que se cree incapaz de escapar. Si le duele la cabeza seguro es a causa de un tumor maligno y pronto morirá. Si suena el teléfono lo más probable es que sólo sean malas noticias. Si el esposo se demoró media hora sin avisar seguro está con otra y el matrimonio de pronto acabó… La preocupación y el miedo a vivir son una constante. Se trata de pensar objetivamente y actuar aunque nuestros pensamientos nos digan lo contrario.

2. Mantener la calma. No querer controlar todo

¿Cómo poder tener una bola de cristal que nos diga exactamente todo lo que va a pasar en el futuro? De esa manera estaríamos preparados para afrontar todos los peligros y decepciones que se pudieran presentar. El deseo más grande de un pensador catastrófico es tener control total sobre cada evento que la vida depara. Este pensamiento puede ser aprendido, puede ser influenciado por la información a la que estamos expuestos y es alimentado por una falta de confianza y de fe. En este sentido se hay que tratar de soltar un poco las cosas y dejar que la realidad nos enseñe.

3. Buscar evidencia real del peligro que creemos nos aqueja

Cada vez que los pensamientos catastróficos vengan a nuestra mente es necesario confrontarlos con la realidad. Por ejemplo: ¿Es real que existan flores venenosas en el parque y que tus hijos las coman? Si en tu matrimonio te llevas bien con tu esposo, es real que por media hora de retraso tu matrimonio haya acabado? Confrontarse con la realidad es un buen ejercicio.

4. La ausencia de Dios en nuestra vida, el verdadero temor

Fernando Robas Rebaque en su libro: «Terapia de las enfermedades espirituales en los Padres de la Iglesia» nos dice que el temor tiene dos lados: el temor-virtud que está relacionado a nuestra supervivencia y rechaza todo lo que va en contra de la vida, especialmente la muerte. Este temor se expresa a través del temor de Dios y no es un temor que tiene que ver con el castigo, sino es el temor a estar separado de Dios. Estar separado de Dios significa estar separado de la vida. Se me viene a la mente el miedo que siente un niño al separarse de su madre y verse desamparado, privado de su amor y todo lo que ese amor significa.

La otra cara del temor es el temor-pasión que a diferencia del anterior nos aleja de Dios y coloca en su lugar preocupaciones. Considera a las posesiones, los bienes como dioses. En el fondo nos ponemos a nosotros mismos como el centro, como los únicos que tienen el control de la vida. Viviendo en una realidad deformada sin Dios. Sin Él la persona siempre imagina lo peor.

«Cobarde es, en efecto, la maldad y ella así misma se condena; acosada por la conciencia imagina siempre lo peor; pues no es otra cosa el miedo sino el abandono del apoyo que presta la reflexión.Sap 17, 11-12.»

5. Sobreponiéndonos al temor en el espíritu

La confianza en Dios es el primer paso para combatir estos pensamientos. El crecimiento espiritual, la oración, la amistad con Dios. No saldremos del todo de estos pensamientos sino vamos aceptando que es Dios, quien nos ama, el que saldrá al encuentro en todas las situaciones de nuestra vida. Orar frecuentemente y pedirle a Dios que aumente la fe es una excelente practica. La fe es una virtud que Dios nos otorga, hay que pedirla siempre.

6. No dejar que nuestros pensamientos nos controlen. Es importante cambiar esa manera de pensar

Es importante tomar el control de los pensamientos. Cada vez que nos descubramos esperando lo peor de la vida es fundamental reflexionar un momento y evaluar honestamente la situación, medir el riesgo objetivamente. ¿Cuál es la posibilidad que un carro pierda el control y se estrelle justo en el lugar dónde juegan tus hijos? Es bueno medir estas probabilidades en porcentajes. Analizar las auténticas posibilidades de que ocurran catástrofes y buscar evidencias en la realidad. Enfocar las emociones, simplifica la vida.

7. Utilizar nuestro cuerpo para descansar la mente

Ocupar el día, hacer deporte ayuda mucho. Realizar actividades que ayuden a callar las voces en el interior, salir a caminar, a conversar con otras personas, pintar, cantar. Ocupar la vida en actividades diferentes y enseñar al cuerpo a caminar con seguridad, esa seguridad de estar en la presencia de Dios, quien sale a nuestro encuentro.

8. No olvidarnos de la paciencia

Cambiar los pensamientos no es cosa fácil, requiere de tiempo y paciencia. Así que es importante tomarse el tiempo y avanzar un día a la vez. Empecemos a ser consientes del presente y olvidar los futuros catastróficos. En estos momentos resulta fundamental buscar consuelo y ayuda en los demás, pero sobre todo en Dios.

9. Conversarlo con alguien para que te muestren la realidad que no ves

Compartir nuestros problemas con personas cercanas siempre es bueno. Decírselo a alguien que esté cerca y al que estemos dispuestos a escuchar. Que esta persona nos ayude a ver con objetividad nuestra vida.

10. Llevar un diario. Escribir lo que experimentamos cuando un pensamiento catastrófico viene a la mente.

Para descubrir y evidenciar que podemos ser pensadores catastrófico llevar un diario en el que escribas que emociones se experimentan cuando el pensamiento viene a la mente es un excelente ejercicio. De esta manera iremos conociendo el tipo de pensamiento que se produce y en qué momentos. Esta es una buena forma de diseñar estrategias para combatirlo.

Espero sinceramente este artículo ayude a conocernos un poco mejor y a entender un poco más a los demás. Cuéntanos qué te pareció y qué otros puntos agregarías.

 

 

El decálogo de la corona de Adviento: memoria, símbolo y profecía…Y ¡Una corona interactiva!

El Adviento 2014 discurre desde la tarde del sábado 29 de noviembre a la tarde del 24 de diciembre

Descarga corona de Adviento interactiva Y conoce el Especial de Adviento y Navidad que Catholic.net te ofrece.

1.- NOCIÓN DEL ADVIENTO

“El adviento es un tiempo de preparación para la navidad, donde se recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios… Es un tiempo en el que se dirigen las mentes, mediante este recuerdo y esta espera a la segunda venida de Cristo, que tendrá lugar al final de los tiempos” (Misal Romano, Nº 39)

“El adviento tiene una triple dimensión: histórica, en recuerdo, celebración y actualización del nacimiento de Jesucristo; presente, en la medida en que Jesús sigue naciendo en medio de nuestro mundo y a través de la liturgia celebraremos, de nuevo, su nacimiento; y escatológica, en preparación y en espera de la segunda y definitiva venida del Señor”.

“El adviento, en su mismo término, en su palabra, es y … El adviento es tiempo de esperanza gozosa y espiritual. No es tanto un tiempo como la cuaresma de penitencia, sino de gozo, de espera y esperanza gozosa. Toda la liturgia de este tiempo persigue una finalidad concreta: despertar en nosotros sentimientos de esperanza, de espera gozosa y anhelante”. (Vicent Ryan)

“El adviento es un tiempo atractivo, cargado de contenido, evocador, válido… Vivir el adviento cristiano es revivir poco a poco aquella gran esperanza de los grandes pobres de Israel… Vivir el adviento es ir adiestrando el corazón para las sucesivas sementeras de Dios que preparan la gran venida de la recolección, recolección exitosa para todos los que desde su lucidez o ignorancia aportan su lucecita de amor y de ternura… La vida es todo adviento o hemos perdido la capacidad de que algo nos sorprenda grata y definitivamente… La esperanza es la virtud del adviento. Y la esperanza es el arte de caminar gritando nuestros deseos”. (Vicent Ryan)

2.- EL ORIGEN DEL ADVIENTO

Sobre el origen del adviento es preciso remontarse al siglo IV. “El Concilio de Zaragoza (año 380) habla de un tiempo preparatorio a la navidad, que comprende desde el 17 de diciembre, es decir, ocho días antes de la gran fiesta del nacimiento de Jesús, y obliga a los cristianos a asistir todos los días a las reuniones eclesiales hasta en día 6 de enero.

En Francia, San Gregorio de Tours, menciona un período de ayuno a celebrar a partir del 11 de diciembre, lo que confirió al adviento un carácter marcadamente penitencial… Nos consta en la Iglesia de Roma en el siglo IV una gran celebración de la fiesta de la navidad… Progresivamente, según se va enriqueciendo de contenido teológico el memorial de la , así se va diseñando el adviento como una auténtica liturgia.

San León magno, Obispo de Roma en el siglo V, piensa el misterio de la navidad como una preparación para la pascua: el pesebre es premonición de la cruz y la llegada del Mesías asumiendo la humanidad es evocación de la segunda venida del Señor, revestido de poder y gloria.

De ahí que, con el paso del tiempo, el adviento en Roma revistiera esa doble perspectiva y que se mantiene hasta el día de hoy: celebración de la parusía del Señor que ha de venir y también celebración de aquel misterio de Cristo, su salvífica encarnación, que culmina en el misterio pascual, realizado por la muerte y resurrección del Señor. Así, pues, adviento que en cuanto vocablo pagano no significa más que venida o llegada, o aniversario de una venida, asume un nuevo valor semántico: el de espera y el de preparación”.

3.- CONTENIDOS Y ACTITUDES DEL ADVIENTO

1.- El adviento es, en primer término, tiempo de preparación a la Navidad, donde se recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios.
2.- Es asimismo tiempo en el que se dirigen las mentes, mediante este recuerdo y esta espera, a la segunda venida de Cristo, que tendrá lugar al final de los tiempos.
3.- Por ello, el adviento tiene una triple dimensión: histórica, en recuerdo, celebración y actualización del nacimiento de Jesucristo en la historia; presente, en la medida en que Jesús sigue naciendo en medio de nuestro mundo y a través de la liturgia celebramos, de nuevo, su nacimiento; y escatológica, en preparación y en espera de la segunda y definitiva venida del Señor.
4.- El adviento es, ya en su mismo término o vocablo, y . Es tiempo, no tanto de penitencia como la cuaresma, sino de esperanza gozosa y espiritual, de gozo, de espera gozosa. Toda la liturgia de este tiempo persigue la finalidad concreta de despertar en nosotros sentimientos de esperanza, de espera gozosa y anhelante.
5.- El adviento es un tiempo atractivo, cargado de contenido, evocador, válido… Vivir el adviento cristiano es revivir poco a poco aquel gran esperanza de los grandes pobres de Israel desde Abraham a Isabel, desde Moisés a Juan el Bautista… Vivir el adviento es ir adiestrando el corazón para las sucesivas sementeras de Dios que preparan la gran venida de la recolección… La vida es siempre adviento o hemos perdido la capacidad de que algo nos sorprenda grata y definitivamente.
6.- Durante este tiempo del adviento se han de intensificar actitudes fundamentales de la vida cristiana como la espera atenta, la vigilancia constante, la fidelidad obsequiosa en el trabajo, la sensibilidad precisa para descubrir y discernir los signos de los tiempos, como manifestaciones del Dios Salvador, que está viniendo con gloria.
7.- A lo largo de las cuatro semanas del adviento debemos esforzarnos por descubrir y desear eficazmente las promesas mesiánicas: la paz, la justicia, la relación fraternal, el compromiso en pro del nacimiento de un nuevo mundo desde la raíz.
8.- El adviento nos dice que la perspectiva de la vida humana está de cara al futuro, con la esperanza puesta en la garantía del Dios de las promesas.
9.- Adviento es el camino hacia la luz. El camino del creyente y del pueblo que caminaban entre tinieblas y encuentran la gran luz en la explosión de la luz del alumbramiento de Jesucristo, luz de los pueblos.
10.- La esperanza es la virtud del adviento. Y la esperanza es el arte de caminar gritando nuestros deseos: ¡Ven, Señor Jesús!

4.- LA SÍNTESIS DEL ADVIENTO EN UN DECÁLOGO

1.- Adviento es una palabra de etimología latina, que significa “venida”.
2.- Adviento es el tiempo litúrgico compuesto por las cuatro semanas que preceden a la Navidad como tiempo para la preparación al Nacimiento del Señor.
3.- El adviento tiene como color litúrgico al morado que significa penitencia y conversión, en este caso, transidas de esperanza ante la inminente venida del Señor.
4.- El adviento es un periodo de tiempo privilegiado para los cristianos ya se nos invita a recordar el pasado, vivir el presente y preparar el futuro.
5.- El adviento es memoria del misterio de gracia del nacimiento de Jesucristo. Es memoria de la encarnación. Es memoria de las maravillas que Dios hace en favor de los hombres. Es memoria de la primera venida del Señor. El adviento es historia viva.
6.- El adviento es llamada vivir el presente de nuestra vida cristiana comprometida y a experimentar y testimoniar la presencia de Jesucristo entre nosotros, con nosotros, por nosotros. El adviento nos interpela a vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor en el justicia y en el amor. El adviento es presencia encarnada del cristiano, que cada vez que hace el bien, reactualiza la encarnación y la natividad de Jesucristo.
7.- El adviento prepara y anticipa el futuro. Es una invitación a preparar la segunda y definitiva venida de Jesucristo, ya en la “majestad de su gloria”. Vendrá como Señor y como Juez. El adviento nos hace proclamar la fe en su venida gloriosa y nos ayuda a prepararnos a ella. El adviento es vida futura, es Reino, es escatología.
8.- El adviento es tiempo para la revisión de la propia vida a la luz de vida de Jesucristo, a la luz de las promesas bíblicas y mesiánicas. El adviento es tiempo para el examen de conciencia continuado, arrepentido y agradecido.
9.- El adviento es proyección de vida nueva, de conversión permanente, del cielo nuevo y de la tierra nueva, que sólo se logran con el esfuerzo nuestro -mío y de cada uno de las personas- de cada día y de cada afán.
10.- El adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confío en la palabra de Dios, que se dejó acampar por El y en quien floreció y alumbró el Salvador de mundo.

5.- LOS PERSONAJES DEL ADVIENTO

Cuatro son los grandes personajes del adviento en espera, en preparación y anuncio del Dios que llega, del Señor que se acerca. El primero de ellos es el profeta Isaías. En el Nuevo Testamento destacan María de Nazaret y su esposo José y Juan el Bautista, auténtico prototipo del adviento.

“El gran pedagogo del adviento es Isaías. Habría que leerle con una gran paz interior, dejando que sacuda nuestras conciencias dormidas, aliente a la esperanza, anime a la conversión, promueva gestos claros de paz y de reconciliación entre los hombres y entre los pueblos… Adviento es también el mes de María; es litúrgicamente más mariano que ninguno otro a lo largo del año. El icono de María gestante, o de la expectación, personifica a la Iglesia madre que está llena de Cristo y lo pone como luz en el mundo, para que el resto de sus hermanos habiten tranquilos hasta los confines de la tierra, pues él será nuestra paz -Miqueas, 5,2-5-“

“María de Nazaret es la estrella del adviento… Ella llevó en su vientre con inefable amor de madre a Jesucristo… Ella vivió un adviento de nueve meses en su regazo materno y virginal, en su mente y en su corazón… ¡Qué largo y hermoso adviento!… Ella es la “mater spei”, el modelo de la espera y de la esperanza. Supo, como nadie, preparar un sitio al Señor, el Hijo que florecía en sus entrañas… En Ella se realizó la promesa de Israel, la esperanza, después, ahora y ya para siempre, de la Iglesia… ¿No debería ser, pues, diciembre el mes de María?”. (José Manuel Puente)

6.- LOS LUGARES Y LOS SÍMBOLOS DEL ADVIENTO

1.- El desierto, el ámbito donde clama la voz del Señor a la conversión, donde mejor escuchar sus designios, el lugar inhóspito que se convertirá en vergel, que florecerá como la flor del narciso.
2.- El camino, signo por excelencia del adviento, camino que lleva a Belén. Camino a recorrer y camino a preparar al Señor. Que lo torcido se enderece y que lo escabroso se iguale.
3.- La colina, símbolo del orgullo, la prepotencia, la vanidad y la “grandeza” de nuestros cálculos y categorías humanas, que son precisos abajar para la llegada del Señor.
4.- El valle, símbolo de nuestro esfuerzo por elevar la esperanza y mantener siempre la confianza en el Señor. ¡Qué los valles se levanten para que puedan contemplar al Señor!
5.- El renuevo, el vástago, que florecerá de su raíz y sobre el que se posará el Espíritu del Señor.
6.- La pradera, donde habitarán y pacerán el lobo con el cordero, la pantera con el cabrito, el novillo y león, mientras los pastoreará un muchacho pequeño.
7.- El silencio, en el silencio de la noche siempre se manifestó Dios. En el silencio de la noche resonó para siempre la Palabra de Dios hecha carne. En el silencio de las noche y de los días del adviento, nos hablará, de nuevo, la Palabra.
8.- El gozo, sentimiento hondo de alegría, el gozo por el Señor que viene, por el Dios que se acerca. El gozo de salvarnos salvados. El gozo “porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro” son quebrantados como en el día de Madían; el gozo y la alegría “como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín”.
9.- La luz, del pueblo del caminaba en tinieblas, que habitaba en tierras de sombras, y se vio envuelto en la gran luz del alumbramiento del Señor. Esa luz expresada hoy día en los símbolos catequéticos y litúrgicos en la corona de adviento, que cada semana del adviento ve incrementada una luz mientras se aproxima la venida del Señor.
10.- La paz, la paz que es el don de los dones del Señor, la plenitud de las promesas y profecías mesiánicas, el anuncio y certeza de que Quien viene es el Príncipe de la paz, el arbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. “De las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas”. “¡Qué en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente!”
Todos estos lugares, todos estos símbolos, conducirán, como un peregrinar, al pesebre de Belén, la gran realidad y la gran metáfora del adviento.

7.- EL DECÁLOGO DE LA CORONA DE ADVIENTO: MEMORIA, SÍMBOLO, PROFECÍA

1.- Noción: Se trata de una corona de ramas verdes, en la que se fijan cuatro velas vistosas, generalmente violáceas. Suele colocarse sobre una mesita, o sobre un tronco de árbol, o colgada del techo con una cinta elegante. En principio, no se pone encima del altar, sino junto al ambón o en otro lugar adecuado como, por ejemplo, junto a una imagen o icono de la Virgen Madre, siempre Santa María del Adviento. La corona de Navidad es así el primer anuncio de la Navidad.
2.- Orígenes e inculturación: Es una costumbre originaria de los países germánicos y extendida a América del Norte, ya convertida en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos y de las parroquias y comunidades.
Durante el frío y la oscuridad del final del otoño los pueblos germánicos precristianos recolectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida del sol naciente y de la primavera.
Ejemplo, pues, de cristianización de la cultura donde lo viejo toma ahora un nuevo y pleno sentido, la Corona de Adviento encuentra un espléndido referente en Jesucristo, la luz del mundo, el vencedor de la oscuridad y de las tinieblas.
3.- Los contenidos de la Corona de Adviento: Una corona circular, ramas o follaje verde, cuatro velas y algún adorno sobre ellas como manzanas rojas y el listón rojo.
4.- La Corona circular: El círculo hace presente la figura perfecta que no tiene principio ni fin, evocando la unidad y eternidad del Señor Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y siempre (cfr. Heb 13, 8). Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio ni fin. Es asimismo interpelación para que también nuestro amor a Dios y amor al prójimo tampoco finalice nunca.
5.- El follaje verde perenne: Las ramas verdes pueden ser de ramas de pino, abeto, hiedra…. Representan a Cristo eternamente vivo y presente entre nosotros.
6.-Los adornos: Son unas manzanas rojas y un listón rojo. Las manzanas representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva. Hablan, pues, del pecado de la expulsión del paraíso y el anhelo permanente del hombre de regresar a él. Por eso el listón rojo significa el amor de Dios que nos envuelve y nuestra respuesta también de amor a ese amor de Dios.
7.- Las cuatro velas: Representan los cuatro domingos que jalonan este tiempo de vigilante espera. Nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Y así con cada vela que encendemos, la humanidad se iluminó y sigue iluminando con la llegada de Jesucristo a nuestro mundo.
8.- El encendido de las velas: Como expresión de alegre expectación, cada semana, se realiza el rito de encender las velas correspondientes: el primer domingo de Adviento, una, el segundo, dos, el tercero, tres, el cuarto y último, las cuatro.
El progresivo encendido de estos cirios nos hace tomar conciencia del paso del tiempo en el que esperamos la última y definitiva venida del Señor. Este itinerario, acompañado de alguna oración o canto, nos marcará los pasos que nos acercan hasta la fiesta de Navidad, y nos ayudará a tener más presente el tiempo en que nos encontramos.
9.- El rito del encendido de las velas: El rito encendido de la corona se puede realizar en todas las misas dominicales de la parroquia, incluyendo la vespertina del sábado. En las comunidades religiosas, en cambio, será mejor hacerlo en la celebración que inaugure cada semana: las primeras Vísperas.
La Corona que se ha instalado en la iglesia parroquial, se puede bendecir al comienzo de la Misa. La bendición se hará después del saludo inicial, en lugar del acto penitencial.
10.- La metáfora, el significado global de la Corona de Adviento: Este sencillo lucernario es a la vez memoria, símbolo y profecía.
** Es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo.
** Es símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia.
** Es profecía de Cristo, luz del mundo que volverá para iluminar definitivamente al mundo y a quien esperamos con las lámparas encendidas.

8.- EL ADVIENTO EN LOS PREFACIOS DE LA MISA

Para que podamos recibir los bienes prometidos que, ahora, en vigilante espera, esperamos alcanzar.

El Prefacio es la parte de la plegaria eucarística de la Santa Misa, previa a la consagración, en la que el sacerdote, en nombre todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de la salvación o por algunos de sus aspectos particulares, según las variantes del día, fiesta o tiempo litúrgico.

En el actual Misal Romano hay cuatro Prefacios generales de Adviento. Los Prefacios 1 y 3 se rezan desde el primer domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre, y los Prefacios 2 y 4, del 17 al 24 de diciembre. La lectura y meditación de los cuatro nos muestra espléndida y hermosamente la identidad del Adviento de sus signos, símbolos, praxis y principales personajes como María, y siempre en unidad íntima con la Navidad hacia donde se encaminan.

En seis bloques temáticos agrupamos ahora estos Prefacios, algunos de los cuales podrían repetirse en su emplazamiento en razón de la riqueza y hondura de su contenido:

(1).- MEMORIA DE PRIMERA VENIDA DEL SEÑOR:

“Quien al venir por vez primera
en la humildad de nuestra carne,
realizó el plan de redención trazado desde antiguo
y nos abrió el camino de la salvación”.
“A quien todos los profetas anunciaron,
la Virgen esperó con inefable amor de Madre”

(2).- EL SEÑOR SIGUE VINIENDO A NOSOTROS:

“El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria
viene ahora a nuestro encuentro
en cada hombre y en cada acontecimiento,
para que lo recibamos en la fe
y por el amor demos testimonio
de la espera dichosa de su reino”

(3).- ESPERA Y PREPACIÓN DE SU VENIDA DEFINIVA

“Para que cuando venga de nuevo
en la majestad de su gloria,
podamos recibir los bienes prometidos
que, ahora, en vigilante espera, esperamos alcanzar”
“Tú nos has ocultado el día y la hora
en que Cristo, tu Hijo,
Señor y Juez de la historia,
aparecerá revestido de poder y de gloria,
sobre las nubes del cielo.
En aquel día terrible y glorioso
pasará la figura de este mundo
y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva”

(4).- ACTITUDES DE ADVIENTO

“Vigilante espera”
“Prepararnos con alegría”
“Velando en oración y cantando su alabanza”
“Recibir al Señor en la fe, testimoniarlo en el amor
y esperar confiados en su reino”

(5).- SANTA MARÍA LA VIRGEN, EL MODELO DE ADVIENTO

“A quien todos los profetas anunciaron,
la Virgen esperó con inefable amor de Madre,
Juan lo proclamó ya próximo
y señaló después entre los hombres”
“Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina,
en el seno virginal de la hija de Sión ha germinado
aquel que nos nutre con el pan de los ángeles,
y ha brotado para todo el género humano
la salvación y la paz.
La gracia que Eva nos arrebató
nos ha sido devuelta en María.
En ella, madre de todos hombres,
la maternidad, redimida del pecado y de la muerte,
se abre al don de una vida nueva.
Así donde creció el pecado,
se ha desbordado tu misericordia
en Cristo, nuestro Señor”.

(6).- LOS DONES QUE EL SEÑOR QUE VIENE NOSTRAERÁ

“El pan de los ángeles”
“La salvación y la paz”
“La gracia recuperada”
“El don de la vida nueva”
“El desbordamiento de la misericordia”

 

 

Santa Adela, una emperatriz con un poder diferente

En el Sacro Imperio Romano Germánico, esta reina brilló como madre y como gobernante pese a las dificultades familiares y políticas

Santa Adela (también llamada Adelaida o Alicia) era hija del rey Rodolfo de Borgoña. Se casó muy joven con Lotario, rey de Italia. Pero este murió envenenado y Adela quedó viuda a los 19 años con una hija pequeña, Emma.

Al no acceder a casarse con el hijo de Berengario, este ordenó encarcelarla, quitarle el poder y despojarla de bienes y títulos.

Adela asumió la situación como voluntad de Dios y en la prisión se dedicó a rezar. Era admirable cómo trataba incluso a los carceleros.

Su capellán logró cavar un túnel para que ella pudiera escapar. Así lo hizo Adela y pudo huir hasta el castillo de Canossa.

Berengario quiso atacar el castillo y Adela, en esa situación, pidió ayuda al emperador Otón.

Este derrotó a Berengario pero, al liberar a Adela y conocer sus virtudes, se enamoró de ella y le pidió matrimonio.

Otón y Adela viajaron a Roma y allí el papa Juan XII coronó a Otón como Emperador y a Adela como Emperatriz delSacro Imperio Romano Germánico.

En aquel cargo que duró 36 años, ella llevó una vida dedicada a los pobres, al culto y a la ayuda a los religiosos.
Al morir Otón I, su hijo Otón II se casó con una princesa de Constantinopla que le hizo la vida imposible hasta el punto de ser expulsada de su castillo.

Al fallecer esta y su hijo, Adela se convirtió en regente hasta la mayoría de edad de su nieto, Otón III. Luego se retiró a un monasterio y murió el 16 de diciembre del año 999.

Así, Adela fue ejemplar como madre y como gobernante.

Santa patrona. Santa Adela es patrona de las novias, esposas, viudas y casadas en segundas nupcias. También lo es de las víctimas de abuso, los exiliados y los prisioneros.

Oración

Santa Adelaida,
que conoces bien el camino de la santidad en el matrimonio,
fuiste viuda
y tuviste un heroico comportamiento como novia, esposa, madre y suegra:
Ayúdame a llegar al cielo santificándome en las circunstancias de mi vida.
Dame fortaleza en la lucha
así como serenidad y piedad de las que tú fuiste ejemplo.
Que el Señor me bendiga y bendiga a mi familia por tu intercesión. Amén.