La paz esté con ustedes. Quiero hacer hoy algo que no hago habitualmente que es predicar sobre la segunda lectura durante estas últimas semanas hemos estado leyendo de la carta de Pablo a los romanos y tal vez otro año puedas centrarme en este texto magnífico Pablo los romanos es uno de los grandes textos de toda la tradición. Pablo es el primer teólogo es la primera persona que en verdad piensa el cristianismo de un modo muy disciplinado porque todas estas cartas por supuesto preceden a los evangelios. Romanos escrito en algún momento tal vez sobre el final de los 50 del primer siglo es la afirmación más larga y sistemática de la fe cristiana casi todos los temas más importantes en teología están en romanos. White Head dijo que todo en la filosofía es una nota del pie de Platón. Podría decirse que toda la teología cristiana Es una nota al pie de Pablo. Y Pablo está en la máxima dimensión en la carta de los romanos, así que tienes la impresión pienso yo de que es una carta importante. Bueno hoy tenemos un pasaje muy interesante famoso que se los voy a leer, es muy breve. Qué inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios, que impenetrables son sus designios e incomprensibles sus caminos. Probablemente hayan escuchado ese pasaje está al final de la sección de Romanos, Romanos capítulos del 9 al 11 donde Pablo habla sobre el problema de Israel y la iglesia y no voy a detenerme en eso ese no es mi punto para hoy, sino que es un famoso problema muy espinoso. Pablo es un israelita y reconoce a Jesús como El Mesías, es la realización de Israel y realiza el anuncio y algunos lo aceptan. Pero para ser francos la mayoría de Israel no acepta su mensaje. ¿Cuál es entonces la relación entre la mayoría de los israelitas que han rechazado el mensaje y aquellos pocos israelitas y gentiles que lo han aceptado? ¿cómo se combinan las ideas de Israel el pueblo elegido y Cristo la realización de Israel etc.? Tal como digo, no voy a entrar en eso, denle un vistazo a romanos 9 hasta el 11 para los detalles el punto es que finaliza con la famosa frase cuando Pablo está intentando indagar en este misterio ese problema que confunde y dice que en mente rica es la sabiduría y la ciencia de Dios, que impenetrables son sus designios e incomprensibles sus caminos. He tenido debates y diálogos con los no creyentes muy a menudo, cuando los agnósticos y ateos atacan a la fe es a partir de frases como. Cómo podría un Dios omnisciente y todo bondadoso permitir complete en el espacio el sufrimiento de niños o permitir las catástrofes naturales o permitir que los animales sufran lo que sufren permitir la leucemia en un niño de cinco años estas cosas son tan incongruentes cómo es posible que crean que un Dios omnisciente de toda bondad pueda permitir este tipo de cosas gran parte de la objeción gira sobre el enigma, el enigma propuesto por la existencia de Dios. Pues bien aquí está una respuesta clásica del corazón mismo de nuestra tradición, lo admito dice Pablo, lo admito, los caminos de Dios son incomprensibles para nosotros que en mente y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios que impenetrables son sus designios e incompresibles sus caminos, los ateos o los agnósticos podrían decir. No es eso genial no es una salida fácil al problema simplemente decimos Oh es un gran misterio bueno en verdad no debemos darnos cuenta con quién estamos tratando y de quién estamos hablando cuando tratamos o nos referimos a Dios como he dicho muchas veces Dios no es algo en el mundo estoy mirando alrededor en este estudio donde estoy grabando estas palabras y puedo señalar a varios objetos y personas puedo salir de aquí y señalar varias actividades y puedo leer un papel sobre ciertos eventos puedo consultar a los científicos y ellos me cuentan sobre las cosas que ocurren en el cosmos de acuerdo todos esos son objetos y eventos y experiencias dentro del mundo si utilizara el lenguaje filosófico todas esas cosas son categóricas pueden ser categorizadas clasificadas puedo decir Oh sí esa es una cosa de este tipo y aquello es otra cosa o sí Allí es donde termina esa cosa y donde comienza esa otra todas ellas son definibles. Incluso el planeta Júpiter bueno sí es este objeto masivo pero puedo definirlo puedo especificar sus límites, puedo decir bueno si ese Júpiter, pero aquel de allá es Saturno, así está esa persona y aquí está esta persona están separadas,son definibles, son categorizables, pero luego está Dios el creador de todas las cosas, la razón por la que hay algo en vez de nada, la explicación del universo mismo. No es un elemento en el universo, pueden ver el sentido, no es una cosa entre otras dentro del universo pienso que los ateos y los agnósticos a menudo cometen ese error fundamental, piensan que Dios es cierto objeto grande, algunos dicen que existe, otros dicen que no, vayamos a descubrirlo. Pero eso no es lo que es Dios por tanto Dios en nuestra gran tradición es descrito como totaliter aliter, eso significa que no es otro como Júpiter es otro distinto de Saturno Dios es totaliter aliter significa que es totalmente otro Dios no puede ser Comparado con dentro del mundo no es como si fuera Bueno aquí está esta cosa y luego está Dios por allá bueno entonces podría definir a Dios incluso  definir algo es colocarle un límite Dios no puede definirse Dios no puede delimitarse por lo tanto no puede ser contrastado o Comparado con nada en el mundo ahora comiencen a leer a los místicos sobre esto esto significa que Dios no puede ser visto no piensen en eso como bueno existen cosas visibles dando vueltas y existen cosas invisibles como átomos y lo demás no no dioses en principio invisible. No puede venir a mi ámbito sensorial o de mi mente. Cuando me desplazo a la realidad de Dios voy a ese lugar donde las calles no tienen nombres. Estoy citando a la banda U2, pero ellos se apoyan en los místicos. Si las calles tienen nombres, en cierto modo sea donde me dirijo. Piensen cuando se suben a su automóvil, todos hacemos eso colocamos la dirección en el GPS y sencillamente seguimos la ruta y sabe los nombres de las calles y llegas al lugar al que vas. Pero vean cuando están tratando con Dios, que no es una cosa en el mundo, se dirigen un lugar en que las calles no tienen nombre por eso existe este gran texto en nuestra tradición mística llamado nube del desconocimiento. Es hermoso cierto piensen en la nube del Monte Sinaí, la nube que señala la presencia de Dios es una nube de desconocimiento, no puedo ver no sé dónde me dirijo no puedo ubicarme. Que inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios, que impenetrables son sus designios e incomprensibles sus caminos, ¿porque Dios hace lo que hace? No lo sé y esa no es una forma de lavarse las manos ¿comprenden mi planteo? Esa es la única respuesta que puedo dar coherentemente dada en la naturaleza de Dios. Ahora permítanme avanzar un paso más ese es entonces la cualidad indefinible de Dios. Pero Dios es también una persona. Dios no es cierto objeto o poder tonto. Dios es una persona. No sé qué pensarán ustedes pero las personas son siempre misteriosas y me refiero aquí a personas humanas si conocen a alguien pueden mirarlo y estudiarlo y sus sentidos les cuentan muchas cosas sobre esa persona, pueden leer sobre ella pueden buscarla en Google y obtener información, todo eso es cierto, pero una persona siempre permanece escurridiza y misteriosa, porque la persona tiene una identidad escondida, secreta que se hace evidente a ti sólo cuando esa persona te lo revela. ¿No es acaso interesante que parejas casadas por 40-50 años dirán, mi marido, mi esposa es ahora más misterioso para mí que lo que era antes. Para mí es razonable es muy razonable que cuanto más escarbas en una persona humana más escurridísima y misteriosa se vuelve esa persona. Ahora combinen ambas cosas, Dios es una persona infinita, indefinible por lo tanto, que impenetrables son sus designios, que incomprensibles son sus caminos, quédense en esa frase por un momento piensen en la relación de un niño pequeño con sus padres un niñito de tres o cuatro años el niñito de tres o cuatro entiende o mis padres me aman pero cielos hacen cosas extrañas incomprensibles me obligan a irme a la cama cuando no quiero me dicen que no puedo hacer esto aquello Y eso es justo lo que quiero cuando tengo ganas de algo y me dicen que no no puedo tenerlo me llevan este tipo que es una chaqueta blanca que me clava agujas no sé qué están haciendo si un niño pudiera tener el léxico de San Pablo les diría a sus padres en la cara que impenetrables que son qué incomprensibles son sus juicios, No sé que están haciendo de alguna manera sé que estas dos personas me aman pero cielos hacen cosas extrañas para expresarlo bueno es obvio que el niñito no tiene la capacidad mental para captar lo que sus padres sí comprenden, porqué no le dan caramelos antes de la cena, porque lo hacen irse a dormir porque lo llevan al doctor que le coloque inyecciones etcétera los padres lo comprenden pero el niño en principio no puede comprenderlo ahora tomen eso y eleven lo al grado infinito la diferencia entre nuestra conciencia y la conciencia de Dios, la diferencia entre nosotros y esa persona infinita indefinible que es Dios, es desconcertante que es su juicios nos parezcan bastante extraños e inescrutables como Dios podría permitir que me suceda eso y todos hemos experimentado. Eso lo entiendo, toda persona religiosa de hecho cuanto más religioso eres, más sentirás esto, como Dios podría permitir… completen el espacio, ¿por qué llegamos a pensar por un segundo que deberíamos ser totalmente capaces de entender los juicios de Dios? no no, inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios y podrán decir de acuerdo, ¿a dónde me lleva todo esto? ¿sabes dónde te lleva? pienso que a todos nos lleva a la actitud de ese niño frente a sus padres. Sé que estas personas me aman, lo sé, a cierto nivel profundo instintivo pero no entiendo porqué hacen todo lo que hacen pero aún así confiaré, aún así confiaré. Y ahora llegamos y cerraré con esto: llegamos a la enseñanza central de San Pablo que es lo que él llama Fe pero no piensen en la fe primero que todo, proposicionalmente como la aceptación de ciertas proposiciones, piensen en la fe con el significado de esta confianza existencial, soy justificado dice Pablo por la fe, por esta confianza en Dios, cuyos caminos y juicios sé que permanecen inescrutables para mí. Nos estamos relacionando con una persona infinita indefinible que nos ama y por lo tanto en el depositamos nuestra confianza. Y Dios los bendiga


En el Evangelio de hoy, Jesús pregunta a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?” Los discípulos respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista, otros Elías, y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. Pero todas esas respuestas —que reflejaban un consenso popular— tenían algo en común y es que estaban todas equivocadas.

Después de escuchar los resultados de esta encuesta de la opinión popular, Jesús se dirige a su círculo íntimo, los Doce Apóstoles, y pregunta: “¿Y ustedes, quién dicen que soy?” Solo Pedro habla: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Pedro habría dicho el Mashiach, “el ungido”, quien reuniría a las tribus, limpiaría el templo y derrotaría a los enemigos de Israel, pero luego agregó esta sorprendente frase: «el Hijo de Dios vivo”. Incluso en esta etapa relativamente temprana en el ministerio de Jesús, Pedro intuyó que Jesús era mucho más que un profeta o rabino o vidente, por significativo que fuera. Sabía que había algo cualitativamente diferente en su maestro. 

Jesús les toca directamente: «¿quién decís que soy yo?» (v. 15). A este punto, nos parece percibir algún instante de silencio, porque cada uno de los presentes es llamado a involucrarse, manifestando el motivo por el que sigue a Jesús; por esto es más que legítima una cierta vacilación. También si yo ahora os preguntara a vosotros: “¿Para ti, ¿quién es Jesús?”, habrá un poco de vacilación. Les quita la vergüenza Simón, que con ímpetu declara: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo» (v. 16). Esta respuesta, tan plena y luminosa, no le viene de su ímpetu, por generoso que sea  —Pedro era generoso—, sino que es fruto de una gracia particular del Padre celeste. Confesar a Jesús es una gracia del Padre. Decir que Jesús es el Hijo del Dios vivo, que es el Redentor, es una gracia que nosotros debemos pedir: “Padre, dame la gracia de confesar a Jesús”.  (Ángelus, 23 agosto 2020)

Mónica, Santa

Memoria Litúrgica, 27 de agosto

Por: n/a | Fuente: Centro de Espiritualidad Santa Maria

Madre de San Agustín

Martirologio Romano: Memoria de santa Mónica, que, muy joven todavía, fue dada en matrimonio a Patricio, del que tuvo hijos, entre los cuales se cuenta a Agustín, por cuya conversión derramó abundantes lágrimas y oró mucho a Dios. Al tiempo de partir para África, ardiendo en deseos de la vida celestial, murió en la ciudad de Ostia del Tíber († 387).

Etimológicamente: Mónica = Aquella que disfruta de la soledad, es de origen griego.

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

Breve Biografía

Hoy celebramos a Santa Mónica, que con su testimonio logró convertir a su marido, a su suegra y a su hijo, San Agustín, quién también, es un gran santo de la Iglesia.

Santa Mónica fue una mujer con una gran fe y nos entregó un testimonio de fidelidad y confianza en Dios, por lo que alcanzó la santidad cumpliendo con su vocación de esposa y madre.

Un poco de historia

Mónica, la madre de San Agustín, nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.

Formación

Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa y estricta en disciplina. Ella no las dejaba tomar bebidas entre horas (aunque aquellas tierras son de clima muy caliente) pues les decía: «Ahora cada vez que tengan sed van a tomar bebidas para calmarla. Y después que sean mayores y tengan las llaves de la pieza donde está el vino, tomarán licor y esto les hará mucho daño.» Mónica le obedeció los primeros años pero, después ya mayor, empezó a ir a escondidas al depósito y cada vez que tenía sed tomaba un vaso de vino. Más sucedió que un día regañó fuertemente a un obrero y éste por defenderse le gritó ¡Borracha! Esto le impresionó profundamente y nunca lo olvidó en toda su vida, y se propuso no volver a tomar jamás bebidas alcohólicas. Pocos meses después fue bautizada (en ese tiempo bautizaban a la gente ya entrada en años) y desde su bautismo su conversión fue admirable.

Su esposo

Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero de genio terrible, además mujeriego, jugador y pagano, que no tenía gusto alguno por lo espiritual. La hizo sufrir muchísimo y por treinta años ella tuvo que aguantar sus estallidos de ira ya que gritaba por el menor disgusto, pero éste jamás se atrevió a levantar su mano contra ella. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por varias décadas.

La fórmula para evitar discusiones

En aquella región del norte de África donde las personas eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero que nunca la golpeaba, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió: «Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo, para pelear se necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues….no peleamos».

Viuda, y con un hijo rebelde

Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande hacia los pobres, nunca se opuso a que dedique de su tiempo a estos buenos oficios. Y quizás, el ejemplo de vida de su esposa logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo hiciera su suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado grandemente la vida a la pobre Mónica.

Un año después de su bautizo, Patricio murió, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.

El muchacho difícil

Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que Agustín era extraordinariamente inteligente, y por eso decidieron enviarle a la capital del estado, a Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero a Patricio, en aquella época, solo le interesaba que Agustín sobresaliera en los estudios, fuera reconocido y celebrado socialmente y sobresaliese en los ejercicios físicos. Nada le importaba la vida espiritual o la falta de ella de su hijo y Agustín, ni corto ni perezoso, fue alejándose cada vez más de la fe y cayendo en mayores y peores pecados y errores.

Una madre con carácter

Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez más preocupantes del comportamiento de su hijo. En una enfermedad, ante el temor a la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad abandonó su propósito de hacerlo. Adoptó las creencias y prácticas de una la secta Maniquea, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el diablo. Y Mónica, que era bondadosa pero no cobarde, ni débil de carácter, al volver su hijo de vacaciones y escucharle argumentar falsedades contra la verdadera religión, lo echó sin más de la casa y cerró las puertas, porque bajo su techo no albergaba a enemigos de Dios.

La visión esperanzadora

Sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que se vio en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo, Se le acercó un personaje muy resplandeciente y le dijo «tu hijo volverá contigo», y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró a su hijo el sueño y él le dijo lleno de orgullo, que eso significaba que ello significaba que se iba a volver maniquea, como él. A eso ella respondió: «En el sueño no me dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el hijo volverá a la madre». Su respuesta tan hábil impresionó mucho a su hijo Agustín, quien más tarde consideró la visión como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437. Aún faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.

La célebre respuesta de un Obispo

En cierta ocasión Mónica contó a un Obispo que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: «Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas». Esta admirable respuesta y lo que oyó decir en el sueño, le daban consuelo y llenaban de esperanza, a pesar de que Agustín no daba la más mínima señal de arrepentimiento.

El hijo se fuga, y la madre va tras de él

A los 29 años, Agustín decide irse a Roma a dar clases. Ya era todo un maestro. Mónica se decide a seguirle para intentar alejarlo de las malas influencias pero Agustín al llegar al puerto de embarque, su hijo por medio de un engaño se embarca sin ella y se va a Roma sin ella. Pero Mónica, no dejándose derrotar tan fácilmente toma otro barco y va tras de él.

Un personaje influyente

En Milán; Mónica conoce al santo más famoso de la época en Italia, el célebre San Ambrosio, Arzobispo de la ciudad. En él encontró un verdadero padre, lleno de bondad y sabiduría que le impartió sabios. Además de Mónica, San Ambrosio también tuvo un gran impacto sobre Agustín, a quien atrajo inicialmente por su gran conocimiento y poderosa personalidad. Poco a poco comenzó a operarse un cambio notable en Agustín, escuchaba con gran atención y respeto a San Ambrosio, desarrolló por él un profundo cariño y abrió finalmente su mente y corazón a las verdades de la fe católica.

La conversión tan esperada

En el año 387, ocurrió la conversión de Agustín, se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.

Puede morir tranquila

Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, mientras madre e hijo admiraban el cielo estrellado y platicaban sobre las alegrías venideras cuando llegaran al cielo, Mónica exclamó entusiasmada: » ¿Y a mí que más me amarra a la tierra? Ya he obtenido de Dios mi gran deseo, el verte cristiano.» Poco después le invadió una fiebre, que en pocos días se agravó y le ocasionaron la muerte. Murió a los 55 años de edad del año 387.

A lo largo de los siglos, miles han encomendado a Santa Mónica a sus familiares más queridos y han conseguido conversiones admirables.

En algunas pinturas, está vestida con traje de monja, ya que por costumbre así se vestían en aquél tiempo las mujeres que se dedicaban a la vida espiritual, despreciando adornos y vestimentas vanidosas. También la vemos con un bastón de caminante, por sus muchos viajes tras del hijo de sus lágrimas. Otros la han pintado con un libro en la mano, para rememorar el momento por ella tan deseado, la conversión definitiva de su hijo, cuando por inspiración divina abrió y leyó al azar una página de la Biblia.

27 de agosto de 2023

La dicha de poder decir “creo”

Santo Evangelio según san Mateo 16, 13-20. Domingo XXI del Tiempo Ordinario

Por: Iván González, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Dios mío, por invitarme a estar contigo. Las invitaciones nuestras son de voz, de tarjeta. Las tuyas son de lo más variopintas; entrelazadas entre tantos hechos y realidades. Hoy yo te digo “sí”: quiero estar aquí y te doy las gracias por haberme invitado. En tus manos, Madre mía.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 16,13-20

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”. Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo. Todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo””. Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran nada a nadie que él era el Mesías.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Si yo puedo decir con todo mi corazón “Tú eres el mesías, el Hijo de Dios vivo”, seré verdaderamente feliz. Poder creer en ti, confiar en ti, vivir cada día de tu mano. ¿Hay mayor satisfacción que la de saberse unido a su Creador? Durante la angustia, durante la felicidad, siempre de tu mano. Las penas pasarán, las felicidades… también. Pero Tú nunca. Y de ti proviene el gozo más profundo, la felicidad verdadera.

Quiero llevar a muchas almas a esta realidad, Señor. Llevarlas a la realidad de saberse amados por ti. A la realidad de vivir queriendo amarte. Verdaderamente fuiste dichoso, Pedro; y te doy gracias y doy gracias a Dios. Él que nos regaló la Iglesia para poder participar de esta misma dicha, de la dicha de poder decir: “creo”.

«Es la pregunta decisiva, ante la que no valen respuestas circunstanciales porque se trata de la vida: y la pregunta sobre la vida exige una respuesta de vida. Pues de poco sirve conocer los artículos de la fe si no se confiesa a Jesús como Señor de la propia vida. Él nos mira hoy a los ojos y nos pregunta: “¿Quién soy yo para ti?”. Es como si dijera: “¿Soy yo todavía el Señor de tu vida, la orientación de tu corazón, la razón de tu esperanza, tu confianza inquebrantable?”. Como san Pedro, también nosotros renovamos hoy nuestra opción de vida como discípulos y apóstoles; pasamos nuevamente de la primera a la segunda pregunta de Jesús para ser “suyos”, no sólo de palabra, sino con las obras y con nuestra vida».

(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezaré un credo con sentido, atención y corazón. Y lo ofreceré por la Iglesia.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Papás que se hacen niños

¿Que es la cosa más grande que un papá puede dar a sus hijos?

“Mi padre es grande, grande de verdad, cada vez que se convierte nuevamente en un niño”. Así cantaba un coro infantil en un festival no hace mucho tiempo. Y es que dentro de cada padre, de cada madre, se esconde siempre el haber sido un niño. A veces sale a la luz este “niño escondido”. Otras veces ese niño permanece oculto, invisible, pero no por eso deja de estar allí.
¿Qué significa que un padre “se convierte en un niño”? La pregunta implica responder a otra pregunta: ¿qué significa ser niño? El niño es siempre explosión de vida, de alegría, de aprendizaje, de juego, de iniciativa, de sorpresas, de lágrimas que desaparecen pronto o de alegrías más o menos estables. El niño es cariño, aunque a veces también algo de egoísmo. El niño es observación, curiosidad, búsqueda. El niño es inquietud incontenible, actividad incansable, movimiento extenuante…

De nuevo, la pregunta: ¿cómo debería ser un papá que se convierte en niño? Pues está claro: debería ser capaz de dejar el traje que lo aprisiona, los asuntos importantes que lo tienen siempre ocupado, las prisas por cumplir toda una serie de requisitos… Dejar de lado tantas cosas para sentarse en el suelo y jugar, con un coche en miniaturas, a carreras con su hijo, o a doctor de las muñecas de la hija, o a veterinario de las tortugas del más pequeño…

Para muchos la idea de que uno ha llegado a adulto es sinónimo de estabilidad, de algo de aburrimiento, de monotonía. No hay tiempo para convertirse en un niño, si es que a veces no se cae en el triste peligro de no tener ni tiempo para estar con los hijos… Hay niños que sólo ven a sus padres en la noche, antes de acostarse, y, por las prisas y los cansancios de la jornada, apenas si hay tiempo para un saludo y un “hasta mañana”. El fin de semana, quizá, los padres están algo de tiempo en casa, pero es el momento en que los chicos salen fuera con los amigos, o van a un club, o simplemente quedan pegados al aparato de la televisión o a un juego electrónico para no molestar a los papás.

Sin embargo, ¡qué bonita es la familia en la que tanto papá como mamá dedican lo mejor de su tiempo a sus hijos! Hoy es papá quien coge una novela y la lee a quien, con sus pocos años, empieza a pelearse con las letras. Mañana es mamá quien juega a la niñera con la hija pequeña, y las dos peinan juntas a la muñeca favorita. Pasado mañana son los dos, papá y mamá, que acompañan a los pequeños a cazar mariposas, perseguir lagartijas o tirar piedras a la superficie de un estanque… Y cada día, al caer la noche, pequeños y grandes saben rezar juntos, como si todos fuesen igualmente niños e igualmente grandes, oraciones sencillas y cariñosas como el “Jesusito de mi vida” o el “Dulce Madre…”
Los padres, ciertamente, tienen que ganar el pan para sus hijos. Hacen bien en trabajar y luchar para que los niños puedan tener lo mejor. En ese esfuerzo por ayudarles también hay que encontrar maneras para compartir cariño (que es la cosa más grande que un papá puede dar a sus hijos). El niño será más feliz con un papá y una mamá que juegan con él al escondite que con un costoso juego electrónico que usa sin que nadie disfrute de sus victorias.

Sí: los padres son grandes cuando se hacen como niños. Es entonces cuando también los niños aprenden que es posible ser grandes dando todo el cariño y las energías a los demás. ¿No es esta la mejor educación que podemos ofrecer a nuestros hijos?

Santa Mónica, la madre que logró la conversión de su hijo san Agustín

Rezó también por la conversión de su marido y su suegra. Y su oración arrancó de Dios que los tres fueran bautizados

Santa Mónica nació en la ciudad romana de Tagaste (actual Suq Ahras, en Argelia), situada a unos 100 km de la ciudad de Cartago, en el año 332. 

Aunque quería dedicarse a la vida religiosa desde muy joven, fue dada en matrimonio, según costumbre de la época, a un hombre llamado Patricio. Tuvieron tres hijos: una niña y dos niños. El mayor era Agustín, quien llegaría a ser con el tiempo san Agustín, santo y doctor de la Iglesia.

Patricio era muy trabajador pero se sabía de él que tenía mal carácter, era jugador y mujeriego. Además, la religión no le interesaba en absoluto. Le incomodaba que Mónica rezara y atendiera a los pobres, aunque nunca llegó a maltratarla físicamente. Mónica se esmeraba en rezar por su conversión y en tener un trato amoroso con él.

Bautismo de marido y suegra

En el año 371, Patricio se convirtió a la fe cristiana y pidió ser bautizado, sin duda movido por el amor y la fe de su esposa santa Mónica. No solo eso, también pidió el bautismo su suegra, que era de temperamento colérico y había hecho difícil la vida en familia hasta entonces.

Un año después, en el 372, Patricio falleció. Agustín tenía entonces 17 años.

Preocupación por la vida de Agustín

En cuanto a los hijos, mientras que la hija y uno de los varones fueron su apoyo y su consuelo, Agustín enseguida le causó preocupación. 

Mónica sufría al ver que su hijo mayor no llevaba una vida moralmente recta. Agustín enfermó entonces y pidió conocer más la fe cristiana. Incluso hizo el propósito de convertirse. Sin embargo, cuando sanó posponía la decisión y finalmente aparcó aquella idea.

Maniqueísmo y vida en pareja

Al profundizar en la filosofía se hizo maniqueo y afirmaba que el mundo era obra del demonio. Al mismo tiempo, se enamoró de una joven y comenzó a vivir en pareja, de lo que nació el hijo de ambos, Adeodato.

Al escuchar de Agustín afirmaciones maniqueas, Mónica echó a su hijo de casa porque no consentía que dijera barbaridades contra la fe cristiana. Pero eso le dolía enormemente. Lloraba y rezaba por él.

Una noche Mónica soñó que ella lloraba por su hijo, pero se le acercó un hombre resplandeciente y le dijo: «Tu hijo volverá contigo» y vio a Agustín junto a ella.

Al explicarlo al joven, él interpretó que su madre iba a hacerse maniquea. Pero Mónica le corrigió: «En el sueño no me dijeron ‘mamá ira adonde su hijo’, sino ‘tu hijo volverá contigo’». Esto impactó a Agustín. Mónica para entonces ya le había seguido hasta Milán.

«Es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas»

Mónica seguía llorando y rezando por él, y pedía a otras personas que también lo hicieran. Un día fue a visitar al obispo de Milán, san Ambrosio, para pedirle que rebatiera a su hijo las ideas maniqueas que explicaba, pero este le dijo que siguiera rezando: «Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas».

Conversión de Agustín

En el año 387, tras muchos años de oraciones de su madre, ocurrió que Agustín tuvo una conversión fulminante al leer las palabras de san Pablo: “No en comilonas y embriagueces, no en lechos y en liviandades, no en contiendas y emulaciones sino revestíos de nuestro Señor Jesucristo y no cuidéis de la carne con demasiados deseos.”

Al instante, explica el propio san Agustín en sus “Confesiones”, se convirtió y fue a ver a su  madre:

“…como si se hubiera infiltrado en mi corazón una luz de seguridad, se disiparon todas las tinieblas de mis dudas.”

“Después -sigue- entramos a ver a mi madre, indicándoselo, y se llenó de gozo; le contamos el modo como había sucedido, y saltaba de alegría y cantaba victoria, por lo cual te bendecía a ti, que eres poderoso para darnos más de lo que pedimos o entendemos, porque veía que le habías concedido, respecto de mí, mucho más de lo que constantemente te pedía con sollozos y lágrimas piadosas.”

San Agustín cambió el rumbo de sus días, recibió formación cristiana del propio san Ambrosio y fue bautizado en Pascua de Resurrección, en Milán.

Muerte en Ostia: «Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios»

Una vez convertido, Agustín, Adeodato y Mónica, madre y abuela, estuvieron seis meses en Rus Cassiciacum, actualmente Cassago Brianza, viviendo juntos en una casa. Ella estaba feliz de ver a su hijo ya convertido. Después Agustín decidió regresar a África. Viajaron hasta el puerto de Ostia, para embarcar allí.

Una noche, le dijo a Agustín con gran paz y alegría: «¿Y a mí qué más me puede amarrar a la tierra? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios». Después tuvo un episodio de fiebre, y en pocos días se agravó y murió.

Lo único que pidió a sus hijos fue que rezaran por el descanso eterno de su alma.

Era el 27 de agosto del año 387 y santa Mónica tenía 55 años.

Su fiesta se celebra cada 27 de agosto.

Patronazgo

Santa Mónica es patrona de mujeres casadas y modelo de madres cristianas.

Oración

Dios de bondad, consolador de los que lloran: Tú que, lleno de compasión, acogiste las lágrimas que santa Mónica derramaba pidiendo la conversión de su hijo Agustín, concédenos, por la intercesión de ambos, el arrepentimiento sincero de nuestros pecados y la gracia de tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.