Ant. 2 Help comes from the Lord,
that he made heaven and earth.

– Psalm 120 –

I lift my eyes to the mountains:
Where will help come from?
Help comes from the Lord,
that he made heaven and earth.

It will not allow your foot to slip,
your guardian does not sleep,
he does not sleep or rest
the guardian of Israel.

The Lord keeps you in his shadow,
he is on your right;
by day the sun won’t hurt you,
nor the moon at night.

The Lord keeps you from all evil,
he guards your soul;
the Lord guards your entrances and exits,
now and forever.

– Salmo 120 –

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme,
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

 

 

La Medalla Milagrosa, uno de los objetos más venerados del mundo

 

¿Cuál es su origen?

La Medalla de la Virgen de las Gracias, más conocida como Medalla Milagrosa, tiene su origen en Francia, en 1830, con santa Catalina Labouré, joven religiosa, en el convento parisino de las Hijas de la Caridad.

Son muchísimas las personas que creen que esta Medalla fue acuñada por orden de la propia Santísima Virgen, como signo de amor, prenda de protección y fuente de gracias.

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La forma de la Medalla es oval. En una de las caras está representada la Virgen, con los brazos extendidos, mientras distribuye gracias a los fieles, representadas por la luz que irradia; al mismo tiempo, con su pie virginal aplasta la cabeza de la serpiente infernal.

Alrededor de la imagen, está inscrita por esta invocación:

«Oh María, concebida sin pecado,
rezad por nosotros que recurrimos a Vos«

En la otra cara figuran la letra M coronada por la Cruz, y debajo los Sagrados Corazones llameantes de Jesús y María; este conjunto está rodeado por doce estrellas.

Las apariciones de la Medalla Milagrosa abrieron en 1830 un ciclo de grandes manifestaciones marianas, que siguieron con las apariciones de La Salette (1846), de Lourdes (1858) y culminadas finalmente en Fátima (1917).

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La Iglesia en peligro

Para comprender bien los orígenes y el significado de la Medalla, hay que conocer algunas cosas sobre la vida de santa Catalina Labouré y sobre el contexto histórico de la época en la que vivió.

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La Medalla fue dada a la Iglesia en un periodo de grandes desórdenes y turbulencias que afectaron a Francia y a toda Europa, un periodo por tanto de grandes peligros también para la Iglesia.

Desde la Revolución Francesa (1789) en adelante, una cadena de conspiraciones, revueltas, guerras había alterado al continente y se concretó en una feroz persecución no sólo contra el clero sino contra toda la Iglesia.

Las revoluciones liberales intentaban separar los Estados de la Iglesia para transformarlos en instrumentos de guerra contra la religión.

Intentaban destruir el orden de la cristiandad para instaurar sobre sus ruinas una sociedad no fundada sobre el Decálogo, permitiendo por ley lo que Dios prohíbe como pecado y prohibiendo por ley lo que Dios prescribe como virtud.

En verdad, tras años de guerras y de revoluciones, en la época en la que tuvieron lugar las apariciones de la Medalla, la situación europea parecía haberse calmado.

Pero se trataba sólo de una pausa: bien pronto la situación se precipitaría. En la vigilia de la nueva tempestad tuvieron lugar las apariciones de la Virgen a santa Catalina.

La primera aparición

La noche entre el 18 y el 19 de julio de 1830, hacia las once y media, Catalina oyó una voz que la llamaba por su nombre.

Vio a un misterioso niño vestido de blanco que le dijo: «levántate en seguida y ve a la capilla, la Santísima Virgen te espera«.

Este niño, que era su ángel custodio, la condujo a la capilla, en la que todas las velas y lámparas estaban encendidas.

De repente el niño exclamó: «¡aquí está la Santísima Virgen!». Apareció entonces una señora maravillosa, sentada en un sillón colocado en el presbiterio.

Catalina corrió donde ella y se arrodilló en las gradas del altar; permaneció en esa postura escuchando, con las manos familiarmente apoyadas en las rodillas de la Virgen.

«Ese momento fue el más dulce de mi vida y me es imposible describir lo que sentí «, afirmará después la vidente.

María se puso triste

Durante la aparición, que duró una hora y media, María le dijo:

«Hija mía, el buen Dios quiere confiarte una misión. Tendrás muchos sufrimientos, pero los superarás pensando que los recibes para glorificar al buen Dios. Conocerás el mensaje que te viene de Él. Serás rechazada, pero la gracia te ayudará. ¡Confía y no temas! Da cuenta de todo lo que veas y oigas».

En este punto, la Virgen añadió con una expresión muy triste:

«Los tiempos son malvados. Desgracias se abatirán sobre Francia, el trono será derribado, el mundo entero será alterado por desventuras de todo tipo. Pero venid a los pies de este altar; aquí se derramarán gracias sobre todos aquellos, grandes y pequeños, que las pidan con confianza y fervor».

Tras haberle hablado del futuro de su congregación, la Virgen retomó el tema:

«Habrá muertos, el clero de París tendrá víctimas, el monseñor arzobispo morirá. Hija mía, la Cruz será despreciada, la tirarán por tierra y correrá la sangre por las calles. Se abrirá de nuevo la herida en el costado de Nuestro Señor. Llegará el momento en que el peligro será tan grave, que creerán que todo está perdido. Hija mía, todo el mundo estará triste. Pero ¡tened confianza! Precisamente entonces yo estaré con vosotros; reconoceréis mi visita».

«Haz acuñar una medalla sobre este modelo «

El sábado 27 de noviembre de 1830, hacia las seis de la tarde, santa Catalina rezaba en la capilla, cuando se le apareció la Virgen a la altura del cuadro de san José.

Su rostro con los ojos vueltos al cielo, era magníficamente bello. Estaba vestida de seda blanca y tenía en las manos una esfera dorada, que representaba el mundo y que ofrecía a Dios. Sus pies se apoyaban en una semiesfera.

En las manos tenía anillos con piedras preciosas de varias dimensiones; casi todas centelleaban y lanzaban rayos luminosos de diversa intensidad.

Catalina comprendió que los rayos representaban las gracias derramadas por la Virgen en las almas devotas, mientras que las gemas que quedaban a oscuras simbolizaban las gracias que los hombres no le pedían.

La Medalla

Durante esta aparición se formó en torno a ella como un marco oval, en el que estaba escrito en caracteres dorados esta frase: «Oh María concebida sin pecado, orad por nosotros que recurrimos a vos».

Entonces se oyó una voz que decía:

«Haz acuñar una medalla sobre este modelo. Todos los que la lleven al cuello recibirán grandes gracias, y estas serán abundantes para las personas que la lleven con confianza».

Entonces la imagen pareció volverse, haciendo ver el reverso.

Apareció la letra M coronada con la Cruz, y representados debajo el Sagrado Corazón llameante de Jesús, coronado de espinas, y el de María traspasado por una espada.

El conjunto estaba rodeado por una corona de doce estrellas que recordaban el pasaje del Apocalipsis: «Una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza».

¿Qué significa la imagen? Los teólogos creen que es muy sencillo: M = María Madre; I = Iesus; + = Crucificado. El resultado es evidente: María Madre de Jesucristo crucificado Salvador.

 

 

Reza hoy a la Virgen de la Medalla Milagrosa

 

«Tu Corazón traspasado, representado en la Medalla, se apoyará siempre sobre el nuestro»

Aquí tienes una poderosa oración a la Virgen María para rezar especialmente a las cinco de la tarde del 27 de noviembre, fiesta de la Medalla Milagrosa:

Oh Virgen Inmaculada:

Sabemos que siempre y en todas partes estás dispuesta a escuchar
las oraciones de tus hijos desterrados en este valle de lágrimas,
pero sabemos también,
que tienes días y horas en los que te complaces en esparcir más abundantemente los tesoros de tus gracias.
Y bien, oh María, henos aquí postrados delante de Ti, justamente en este día y hora bendita, por Ti elegida para la manifestación de tu Medalla.

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Venimos a Ti,

llenos de inmensa gratitud y de ilimitada confianza en esta hora por Ti tan querida,
para agradecerte el gran don que nos has hecho dándonos tu imagen,
a fin que sea para nosotros testimonio de afecto y prenda de protección.

Te prometemos, que según tu deseo, la santa Medalla será el signo de tu presencia junto a nosotros, será nuestro libro en el cual aprenderemos a conocer, según tu consejo, cuánto nos has amado,
y lo que debemos hacer para que no sean inútiles tantos sacrificios tuyos y de Tu Divino Hijo.
Sí, Tu Corazón traspasado, representado en la Medalla, se apoyará siempre sobre el nuestro
y lo hará palpitar al unísono con el tuyo.

Lo encenderá de amor a Jesús y lo fortificará para llevar cada día la cruz
detrás de Él.

Esta es tu hora,

oh María, la hora de tu bondad inagotable, de tu misericordia triunfante,
la hora en la cual hiciste brotar, por medio de tu Medalla, aquel torrente de gracias y de prodigios que inundó la tierra.
Haz, oh Madre, que esta hora que te recuerda la dulce conmoción de Tu Corazón,
que te movió a venirnos a visitar y a traernos el remedio de tantos males,
haz que esta hora sea también nuestra hora,
la hora de nuestra sincera conversión, y la hora en que sean escuchados plenamente nuestros votos.
Tú, que has prometido justamente en esta hora afortunada,
que grandes serían las gracias para quienes las pidiesen con confianza:
vuelve benigna tu mirada a nuestras súplicas.

Nosotros te confesamos

no merecer tus gracias, pero,
¿a quién recurriremos oh María, sino a Ti, que eres nuestra Madre, en cuyas manos Dios ha puesto todas sus gracias? Ten entonces piedad de nosotros.
Te lo pedimos por tu Inmaculada Concepción, y por el amor que te movió a darnos tu preciosa Medalla.
Oh, consoladora de los afligidos, que ya te enterneciste por nuestras miserias, mira los males que nos oprimen.
Haz que tu Medalla derrame sobre nosotros y sobre todos nuestros seres queridos tus benéficos rayos: cure a nuestros enfermos, dé la paz a nuestras familias, nos libre de todo peligro.

Lleve tu Medalla

alivio al que sufre, consuelo al que llora, luz y fuerza a todos.
Especialmente te pedimos por la conversión de los pecadores,
particularmente de aquellos que nos son más queridos.
Recuerda que por ellos has sufrido, has rogado y has llorado.
Sálvanos, oh Refugio de los pecadores,
a fin de que después de haberte todos amado, invocado y servido en la tierra,
podamos ir a agradecerte y alabarte eternamente en el Cielo. Amén.

 

 

Mantenerse de pie

Santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36. Sábado XXXIV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

«He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación». (2 Tim.4,7-8.)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerán de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.

Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Muchos de los dibujos animados nos muestran como los súbditos y lacayos se postran ante sus reyes de modo vergonzoso en algunos casos, más aún cuando no hicieron su deber. En cambio, vemos como los héroes de guerra, los caballeros, los capitanes de navíos, regresan a sus países y reinos con la cabeza en alto, con los trofeos de la guerra, con el orgullo en el pecho y con lágrimas en el corazón.

Señor, es muy curioso lo que me pides, me pides que me ponga en pie delante de Ti. Pero Tú eres un Rey y yo no me asemejo a un caballero, ¿por qué tendría que permanecer de pie? ¿Te das cuenta de mis debilidades? ¿De mis pecados? ¿De las tantas y tantas veces que te he defraudado?…

La tierra es un constante campo de batalla, una batalla encarnecida que no se acabará sino hasta el fin de los tiempos, pero ¿cuándo es eso, para que estemos preparados en el día del juicio, de modo que estemos de pie en aquel día?

No, Dios no quiere que yo sea un cobarde que se esconde en medio de la batalla y quiere celebrar la victoria con todos; Dios quiere que esté en el campo de batalla, luchando hombro con hombro con mis hermanos. Para ello he de vivir con la mirada puesta en el cielo, no solamente pensando en un día que desconozco su llegada, sino vigilando y orando, como Jesús nos recuerda en el Evangelio. Además, entre mayor haya sido mi empeño en la batalla, un mayor premio recibiré. Señor, yo lo sé, sé que eres eternamente justo, permíteme aparecer en tu presencia como un héroe en esta batalla que es la conquista de la santidad.

«Hoy comenzamos el camino de Adviento, que culminará en la Navidad. El Adviento es el tiempo que se nos da para acoger al Señor que viene a nuestro encuentro, también para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar hacia adelante y prepararnos para el regreso de Cristo. Él regresará a nosotros en la fiesta de Navidad, cuando haremos memoria de su venida histórica en la humildad de la condición humana; pero Él viene dentro de nosotros cada vez que estamos dispuestos a recibirlo, y vendrá de nuevo al final de los tiempos «para juzgar a los vivos y a los muertos». Por eso debemos estar siempre alerta y esperar al Señor con la esperanza de encontrarlo. La liturgia de hoy nos habla precisamente del sugestivo tema de la vigilia y de la espera». (Homilía de S.S. Francisco, 3 de diciembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré vencer las tentaciones de crítica, envidia, celos u otra tentación que tenga durante el día, haciendo actos contrarios a cada tentación.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

¿Tienes un plan de vida sincero?

Las agendas parecen dominarlo todo: tiempo, familia, programas, intereses. Pero ¿realmente eso es todo?

 

Nuestros planes cobran vida si están escritos en ese pedazo de papel con calendarios que llevamos a todos lados o en ese rincón del celular desde el cual se disparan alertas continuamente. Corres de reunión en reunión, y al salir del trabajo sigues de maratón en el supermercado, con actividades de hijos, en el gimnasio o quién sabe en qué ocupación extra.

Pero ¿cuántas veces has sido creativo a la hora de diseñar tu semana y reservarte una hora para asistir a misa, rezar el Rosario o simplemente ir a visitar a ese amigo que está un poco triste y necesita compañía de la buena? Los cristianos sabemos que seguir a Jesús implica unirse a él en cada cosa que hacemos pero que, sin combustible, sin grandes dosis de empuje, todo se hace bastante cuesta arriba.

Recargando baterías

¿Dónde encontrar la fuerza, las ganas de sobreponerse, de ser mejores, de alcanzar una vida plena en cada cosa que hacemos? El gran secreto está mucho más cerca de lo que te imaginas. Es en la Santa Misa y en los sacramentos donde hallarás el verdadero sentido que tienen tus quehaceres y obligaciones, y toda tu vida se teñirá de una trascendencia que te permitirá ver con claridad lo que realmente importa.

¿Qué hay en la Misa que no te puedes perder? Allí se esconde algo demasiado valioso, y reservado a los que confían: TIEMPO. Al asistir a la celebración de la Eucaristía, el principal regalo que te regala Dios es Él mismo, con sus mismísimos oídos y su corazón puro. Al recibirlo en la hostia consagrada, empieza dentro del corazón una comunión muy fuerte y única entre Creador y creatura. En este espacio, Dios se pone a nuestra disposición para que le abras tu alma. ¿Qué no está tan bien como quisieras? ¿En qué necesitas ayuda? ¿Cómo resolver tal o cual problema? ¿De qué le darás gracias?

Las ventajas de la oración

Si eres capaz de dedicar un rato de oración diario a hablar con Jesús, a tener un diálogo sincero y personal, verás cómo de aquí sacarás la fuerza para enfrentar cada día y la respuesta a tantos interrogantes. “Conviene que Él crezca y que yo disminuya” decía San Juan Bautista y esta es la actitud para empezar tu amistad con Dios. Comienza por contarle tus preocupaciones, tus deseos y aspiraciones, tus dudas e incertidumbres y hazte amigo del silencio que es allí donde Jesús habla al corazón. Y de a poco sentirás que es Él quien desde hace tiempo está intentando meterse en tu alma y susurrarte esas palabras de aliento que te harán resurgir una vez más.

 

 

Verificación sobre la reforma de nulidades matrimoniales

Papa Francisco instituye una comisión en la Rota Romana.

 

Fuente: Vatican News

Seis años después del Motu proprio «Mitis Iudex Dominus Iesus» (publicado en agosto de 2015 y que entró en vigor el 8 de diciembre siguiente), con el que había reformado el proceso canónico para las causas de declaración de nulidad matrimonial haciéndolas más ágiles y accesibles gracias a una mayor responsabilidad del obispo diocesano, el Papa Francisco vuelve a tratar el tema. E instituye una comisión para verificar y ayudar a la aplicación de la reforma en Italia, a fin de dar un «nuevo impulso» a esas normas. Esto lo que se lee en un Motu proprio publicado hoy por el Pontífice.

El objetivo de la comisión, constituida en la Rota Romana con la participación de un obispo de la Conferencia Episcopal Italiana, es «apoyar a las Iglesias de Italia en la recepción de la reforma». Francisco recuerda que el obispo ha recibido la potestad de juzgar, y subraya nuevamente que «el ministerio judicial» del obispo «por su propia naturaleza postula la cercanía entre el juez y los fieles», haciendo así surgir «al menos una expectativa por parte de los fieles» de poder dirigirse al tribunal de su obispo «según el principio de proximidad».

Además, el Papa, recordando las normas emitidas en 2015, reitera que si bien está permitido que el obispo diocesano tenga acceso a otros tribunales, esta facultad debe ser considerada como una excepción y, por tanto, todo obispo «que aún no tiene su propio tribunal eclesiástico, debe procurar erigirlo o al menos trabajar para que esto sea posible». Francisco escribe que la Conferencia Episcopal Italiana «distribuyendo equitativamente a las diócesis los recursos humanos y económicos para el ejercicio de la potestad judicial, será estímulo y ayuda a los obispos para que pongan en práctica la reforma del proceso matrimonial». Y repite lo que ya indicó en su discurso a la Conferencia Episcopal Italiana en mayo de 2019: «El impulso reformador del proceso matrimonial canónico -caracterizado por la proximidad, la rapidez y la gratuidadde los procedimientos- pasa necesariamente por una conversión.

Para fomentar esta conversión, seis años después de la entrada en vigor de las nuevas normas, el Papa constituye una «Comisión Pontificia ad inquirendum et adiuvandum (para verificar y ayudar, ed.) a todas y cada una de las Iglesias particulares de Italia» en el Tribunal de la Rota Romana. Estará presidida por el Decano de la Rota, Alejandro Arellano Cedillo, y contará con los dos jueces rotales Vito Angelo Todisco y Davide Salvatori, y el obispo de Oria Vincenzo Pisanello. La tarea de la Comisión será «constatar y verificar la plena e inmediata aplicación de la reforma» en las diócesis italianas, «así como sugerir a las mismas lo que se considere oportuno y necesario para apoyar y ayudar a la fructífera prosecución de la reforma, de modo que las Iglesias en Italia se muestren ante los fieles como madres generosas, en una materia estrechamente ligada a la salvación de las almas», como también exhortó el Sínodo extraordinario sobre la familia. Al final de sus trabajos, la Comisión elaborará un informe detallado sobre la aplicación de las nuevas normas de nulidad matrimonial en Italia.

 

 

Plan de vida

Muchas veces hemos sentido que algo anda mal con nuestra vida espiritual. No sabemos exactamente qué pasa, pero no estamos contentos con nuestra relación con Dios

 

Todos las personas estamos llamadas a la santidad, Dios nos llama a la perfección, Cristo nos lo dice claramente: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto».

Estas son palabras que no dejan duda alguna. Todos los creyentes, independientemente de nuestro estado o condición de vida, tenemos que ir creciendo para alcanzar la plenitud de la vida cristiana.

Sería bueno pensar en cómo se encuentra nuestra vida cristiana para luego emprender el camino hacia la perfección.

Este crecimiento nos puede parecer muy difícil, pero ¡son tantos los medios que tenemos!.

Algunos de ellos son esenciales, tales como; la lucha contra el pecado, estar alertas para no caer en tentaciones, acudir a los sacramentos frecuentemente, ya que la vida sacramental nos fortalece; luego, las buenas obras, que nos alcanzan méritos allá en el cielo; y por supuesto, la oración, ese diálogo con Dios en donde se pueden encontrar las fuerzas necesarias y pedir aquellos dones que nos hacen falta, ¡tenemos tantas carencias!.

Además de los esenciales, tenemos otros medios, los secundarios. Que pueden ser internos, entre los cuales encontramos: la presencia de Dios en nuestra alma, el examen de conciencia para conocer nuestras debilidades o fallas, tener el deseo de alcanzar la perfección, pues sin esto no vamos a ir muy lejos, estar conformes con la voluntad de Dios, es decir, aceptar Su plan para mi, por muy difícil que sea, ser fieles a la gracia recibida, mejorar el propio temperamento, trabajar en la formación del carácter.

Luego, tenemos los medios externos. Estos son la lectura espiritual, mediante la cual podemos ir conociendo nuestra fe, el círculo de amistades, hay que saber escogerlas bien, la dirección espiritual cuando sea posible, el servicio a los demás y el plan o programa de vida.

 

 

5 formas de orar

La oración es tratar de amor con quien nos ama

 

“La oración es tratar de amor con quien nos ama” (Sta. Teresa), es buscar Aquel que nos busca. Cuando Jesús le dice a Pedro: “Simón, ¿tú duermes?, ¿no has podido velar conmigo una hora?” (Mc 14,37), podemos confirmar que Cristo nos busca, toca la puerta de nuestro corazón y espera que hablemos con Él. Son palabras que son “suaves en su sonido, pero penetran como el pinchazo de un aguijón” (Sto. Tomás Moro). ¿Cómo es posible que Pedro, su apóstol, su gran amigo, el primer Papa se haya dormido ante el dolor y sufrimiento de Cristo horas antes de la Pasión? Jesús no busca nada para Él, sólo piensa en el bien de Pedro y le aconseja: “vigilad y orad para que no caigáis en la tentación”.

Cada uno de nosotros nos podemos identificar con Pedro. ¿Quién de nosotros no ha ofendido a Cristo? Escuchemos a Jesús diciéndonos esas mismas palabras: vigilad y orad. Nos dice que recemos constantemente. No sólo presenta la oración como utilidad, sino como algo necesario para nuestra vida. Y cabe preguntarnos: ¿cómo es nuestra oración?, ¿la tengo realmente como algo necesario, como prioridad en mi día a día?

Los beneficios de la oración son muchos. Nos une más a Dios, nos ayuda a conocerlo y por lo tanto, a amarle más. Nos ayuda a escucharle y ver cuál es la voluntad de Él para nosotros. Cuando hablo de voluntad de Dios no sólo me refiero a lo que Él quiere que seamos, sino lo que Dios quiere que hagamos en cada momento. La oración es tomar decisiones con Dios. Es como cuando nos acercamos a un amigo para pedirle consejos al no saber cómo reaccionar o qué decidir frente a un problema o acontecimiento. ¿Qué quiere Dios de mí?, ¿qué quiere de esto?, ¿cómo quiere que reaccione?, ¿qué quiere que haga? La oración nos ayuda también a desapegarnos de las cosas materiales y enfocar nuestra mirada en lo sobrenatural (lo único necesario para la felicidad). Nos ayuda también a pensar, actuar y amar más a como Dios piensa, actúa y ama. Todo esto lo vemos reflejado en María, nuestra madre. Ella acepta ser madre de Dios en oración y es capaz de ponerse en sus manos: “hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1). Cuando dice esto no tiene un futuro claro, no sabe qué va a pasar, ni cómo acontecerá todo lo que el ángel le ha anunciado, pero ella, mujer de oración, confía en Dios y se lanza con gran confianza a un sí de amor y dispuesta a cumplir lo que Dios le pide.

En la oración cristiana encontramos 5 formas de hacer oración.

Está la oración de Bendición, que es pedir a Dios que nos llene de gracias. Toda bendición procede de Dios. Un padre de familia puede trazar la señal de la cruz en la frente de su hijo. Dios ve ese gesto y bendice. Pero el sacerdote, gracias a su ministerio, bendice expresamente en nombre de Jesús.

Otra forma de oración es la Adoración, es reconocer humildemente al Todopoderoso. Cuando adoramos a Dios nos damos cuenta de su poder, grandeza y santidad. También tenemos la oración de Petición, con la cual le rogamos a Dios las cosas que necesitamos. Sabemos que Él lo sabe todo, pero de igual forma Él quiere que le pidamos con insistencia, con fe y estando abiertos a lo que Dios vea mejor para nosotros. Por ejemplo, Dios veía y sabía cómo su pueblo Israel sufría en el desierto, pero no actuó antes de haber escuchado el grito de su pueblo. Grito que significa oración, petición, aclamación a Dios.

Otro tipo de oración de petición es el de la intercesión. Rezar por los demás. Acordémonos todos los días de ganar gracias y pedir por los que nos rodean. Cuando vemos un accidente, por ejemplo, ¿suelo rezar por la pronta recuperación del afectado? Cuando veo a un mendigo pidiendo limosna, ¿rezo por él? Cuando veo a alguien que ofende a Cristo, ¿rezo? ¿O me contento con juzgarlo internamente? Otra oración es el de Acción de gracias. Como diría san Pablo: ¿tienes algo que no hayas recibido? Todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios. Podemos pensar que hay cosas que las tenemos gracias a nuestro esfuerzo, está claro, pero ¿quién nos dio la voluntad para esforzarnos?, ¿quién nos dio los pies, las manos, la inteligencia, para conseguir lo deseado? Agradecer a Dios significa amar y ser humildes al darnos cuenta que somos su criatura.

Y por último, esta la oración de Alabanza. Sabemos que Dios no necesita aplausos, pero nosotros sí necesitamos reconocerle como Dios. Debemos demostrar nuestra alegría de ser hijos de Dios.

Invitémonos en este periodo de Pascua a reforzar nuestra oración con Dios, nuestro diálogo con Él. Aprendamos a saber “perder tiempo con Dios”, a reservar tiempo para la oración cada día. Cuesta creerlo al inicio y sólo se confirma cuando se realiza, pero cuando uno es capaz de ir a Adoración 30 minutos cada día, a pesar del trabajo que uno tenga, de lo agobiado que uno esté por intentar sacar los pendientes, Dios no deja de bendecir. Vamos a la oración a pedir a Dios su bendición, a adorarle, a pedirle lo que necesitamos, a pedir por los demás, a darle gracias y a alabarle. Cuando uno es capaz de dejar tiempo para eso cada día vivimos mucho más tranquilos, más serenos y sin duda, nos irá mejor.