El Miércoles Santo también se llama “miércoles de la traición”, el día en que se subraya en la Iglesia la traición de Judas. Judas vende al Maestro. También hoy en día se vende gente. Todos los días. Hay Judas que venden a sus hermanos y hermanas: explotándolos en el trabajo, no pagando lo justo, no reconociendo los deberes… Hoy en día el comercio de seres humanos es como el de otros tiempos: se hace. ¿Y esto por qué? Porque Jesús lo dijo. Él le dio al dinero un señorío. Jesús dijo: “No podéis servir a Dios y al dinero” (cf. Lc 16,13), dos señores. Es lo único que Jesús pone a un nivel, y cada uno de nosotros debe elegir: o sirves a Dios, y serás libre en la adoración y el servicio, o sirves al dinero, y serás esclavo del dinero. Esta es la opción; y mucha gente quiere servir a Dios y al dinero. Y esto no puede ser. (Homilía Santa Marta, 8 abril 2020)
Matthew 26:14-25
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús pide a los discípulos que vayan a Jerusalén y preparen una cena de Pascua.
Algo central en la comida de la Pascua era comer un cordero, que había sido sacrificado recordando los corderos de la Pascua original, y cuya sangre había sido usada para pintar los marcos de las puertas de los israelitas en Egipto. Al hacer la Última Cena una comida de Pascua, Jesús estaba señalando el cumplimiento de la profecía de Juan el Bautista, donde Él mismo sería el Cordero de Dios y el sacrificio definitivo.
Este sacrificio se hace presente sacramentalmente en cada Misa, no por el bien de Dios, que no tiene necesidad alguna, sino por nuestro bien. En la Misa, participamos del acto por el cual la divinidad y la humanidad se reconcilian, comemos el Cuerpo sacrificado y bebemos la Sangre derramada del Cordero de Dios.
Vicente Ferrer, Santo
Memoria Litúrgica, 5 de abril
Presbítero
Martirologio Romano: San Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores, de origen español, que recorrió incansablemente ciudades y caminos de Occidente en favor de la paz y la unidad de la Iglesia, predicando a pueblos innumerables el Evangelio de la penitencia y la venida del Señor, hasta que en Vannes, lugar de Bretaña Menor, entregó su espíritu a Dios. († 1419)
Fecha de canonización: 3 de junio de 1455 por el Papa Calixto III.
Breve Biografía
«Bebe el agua del maestro Vicente» se dice todavía en España para recomendar el silencio. La expresión se refiere a un sabio consejo que el dominico san Vicente Ferrer dio a una mujer que le preguntaba qué podía hacer para congeniar con el malhumorado marido. «Tome este frasco de agua -contestó el santo- y cuando tu esposo regrese del trabajo, tómate un sorbo y mántenlo en la boca el mayor tiempo posible». Era el mejor modo de hacer que la mujer tuviera la boca cerrada y no contestara al marido.
La anécdota hace ver la humana simpatía de este hombre, acérrimo fustigador de las costumbres, que le mereció de sus contemporáneos el título de «ángel del Apocalipsis», porque en sus sermones acostumbraba amenazar con flagelos y tribulaciones.
Vicente nació en Valencia, España, el 23 de enero de 1350. Hijo de un prestigioso notario, tuvo cinco hermanos. Junto a sus devotos padres experimentó el amor a Cristo y a María desde su más tierna infancia. Ellos le incitaron a realizar alguna penitencia todos los viernes en memoria de la Pasión, y otro tanto hacía los sábados en honor a la Virgen. Estas prácticas las mantuvo vivas hasta el fin de sus días.
Su inclinación a socorrer a los pobres se manifestó en esta temprana edad. En conjunto, su biografía aparece engarzada con las virtudes que le adornaron y numerosos prodigios celestiales con los que fue favorecido. Su trayectoria espiritual discurrió por senderos penitenciales. Y de hecho, no se libró de tentaciones que intentaron perturbar sus altos anhelos. Como el diablo siempre se halla al acecho de la «presa» que puede perder si, como era su caso, se trata de alguien seducido por el amor de Dios, se alió con su aspecto para tratar de inducirle al mal. Porque el muchacho era bien parecido y suscitaba pasiones en algunas mujeres. Dos de dudosa vida se propusieron conquistarle sin éxito y atentaron contra su fama sembrando calumnias.
Las cotas que Vicente se había impuesto no tenían fronteras. Aunaba inteligencia y virtud, todo lo cual no pasó desapercibido para los dominicos que se ocuparon de su formación. Éstos, diezmados por la temible peste negra, pero sobre todo conmovidos por el ejemplo del aplicado joven, no dejaron escapar esta gran vocación que acogieron gozosos en la comunidad. El santo profesó en 1370. Después, satisfactoriamente cursó estudios de filosofía y teología, que culminaron con un doctorado en esta última disciplina obtenido con la máxima calificación. A partir de entonces se dedicó a ejercer la docencia en las universidades de Valencia, Barcelona y Lérida.
Cinco años más tarde fue ordenado sacerdote. El germen del Cisma de Occidente, que ya estaba larvado, no tardaría en saltar a la palestra. Cuando lo hizo, en el año 1378, Vicente sufrió por la gravísima divergencia y confusión creada entre los partidarios de Avignon y los de Roma. Él se había decantado por Benedicto XIII, a quien consideró legítimo pontífice; estaba bajo su amparo en Avignon. Pero este conflicto eclesial le afectó tan seriamente que peligró su vida. Entonces, una locución divina que se produjo el 3 de octubre de 1398 le rescató de una eventual muerte, diciéndole: «¡Vicente! Levántate y vete a predicar». Esta manifestación sobrenatural fue un poderoso resorte que modificó el rumbo de su existencia.
Una de sus grandes inquietudes fue restituir la unidad de la Iglesia. Y si primeramente reconoció al sucesor de Pedro en Benedicto XIII, quien se propuso concederle la dignidad episcopal y la cardenalicia, honores que Vicente rechazó, después mostró inequívoco apoyo al pontífice de Roma. Su intervención en el conflicto propició que altos mandatarios europeos, comenzando por los que estaban al frente de la Corona de Aragón, prestasen fidelidad al legítimo papa. En 1417, un año después de que Vicente culminara su particular campaña, era elegido Martín V.
Contó con un excelente recurso: su gran oratoria. Un poderoso imán para las muchedumbres. Además de su lengua nativa, dominaba el latín y tenía nociones de hebreo. Pero esto hubiera sido insuficiente para haberse hecho entender en las distintas naciones en las que su predicación floreció sino fuera por el hecho prodigioso de que los fieles comprendían perfectamente lo que decía porque le oían en su propia lengua.
El objetivo de Vicente era la conversión de los pecadores. Durante treinta años evangelizó incansablemente por el norte de España, Italia y Suiza, así como en el sur de Francia, siempre en lugares abiertos para acoger a millares de personas, con grandes frutos espirituales. Se cuentan por decenas de miles los musulmanes que convirtió.
Sus sermones se prolongaban durante varias horas seguidas, pero nadie daba muestras de cansancio. Tenía la capacidad de mantener la atención en el auditorio con el tono y modulaciones de su voz. Pero, sobre todo, con la pasión que ponía en lo que decía. Huyendo de lenguajes artificiosos y recargados, supo traslucir a Dios. ¿Cómo? Orando. Es la clave de todos los santos. Antes de predicar se retiraba durante varias horas. Y la gracia se derramaba a raudales. Cada persona se sentía particularmente interpelada e invitada a vivir el amor a Dios. Las conversiones eran públicas, y los penitentes no se avergonzaban de reconocer sus pecados ante la concurrencia. Muchos sacerdotes le acompañaban para poder confesarlos a todos. Alabanzas, lágrimas de arrepentimientos, rezos…, eran el broche de oro de cada una de sus intervenciones.
Tenía autoridad moral porque su vida era sencilla y austera. Era íntegro, auténtico. Ayunaba, dormía en el suelo, y se trasladaba a pie para ir a las ciudades. Solo al final de sus días, como enfermó de una pierna, recorría los lugares en un humilde jumento. Tanta bondad resumida en su persona conmovía de tal modo a la gente que, enardecida por sus palabras, intentaban robarle trozos de su hábito a modo de reliquia. Para evitar males mayores, unos hombres se ocupaban de darle escolta.
Algunos lo denominaron «ángel del Apocalipsis» ya que solía recordar los pasajes del texto evangélico donde se advierte de lo que espera a los impenitentes. Por donde pasaba erradicaba vicios sociales y personales. Él se sabía pecador, y repetía: «Mi cuerpo y mi alma no son sino una pura llaga de pecados. Todo en mí tiene la fetidez de mis culpas». Ya envejecido, débil y lleno de enfermedades, le ayudaban a subir al lugar donde debía impartir el sermón. Entonces se transformaba. Y la gente volvía a ver en él al hombre vital y entusiasta que conocieron y se contagiaban de su ardor apostólico.
Murió en Vannes, Francia, predicando, como había vivido, el 5 de abril de 1419, Miércoles de Ceniza. Tras de sí dejaba también muchos milagros. Fue canonizado por Calixto III el 3 de junio de 1455.
ORACIÓN
¡Amantísimo Padre y Protector mío,
San Vicente Ferrer!
Alcánzame una fe viva y sincera
para valorar debidamente las cosas divinas,
rectitud y pureza de costumbres
como la que tú predicabas,
y caridad ardiente para amar a Dios
y al prójimo.
Tú, que nunca dejaste sin consuelo
a los que confían en ti,
no me olvides en mis tribulaciones.
Dame la salud del alma
y la salud del cuerpo.
Remedia todos mis males.
Y dame la perseverancia en el bien
para que pueda acompañarte
en la gloria por toda la eternidad.
Amén.
Tres Padrenuestros a San Vicente Ferrer pidiendo por las necesidades de todos sus devotos.
¿Acaso soy yo, Señor?
Santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25. Miércoles Santo
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, quiero dejarme amar, estoy cansado de buscar fuera de ti, Me rindo ante ti, lléname con tu amor para que yo sea capaz de renunciar a todo por ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?”. Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”. Él respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?”. Él respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?”. Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Es la pregunta que resuena en cada uno de nuestros corazones al escuchar este Evangelio. Y si no es así, es porque algo no está del todo bien. Es decir, ¿me siento tan seguro de mi amor a Dios que creo ilusoriamente que jamás podría traicionarlo? De hecho, afirmar esto es ya una traición; nuestra vida, tristemente, es un continuo traicionar el amor de Dios al poner otras cosas por delante de su amor.
Traicionamos al Señor por menos que treinta monedas de plata: un buen puesto de trabajo, una buena reputación, un amor desordenado o prohibido, un mejor automóvil, etc. Debemos tener esta conciencia de pobres y débiles pecadores necesitados de la gracia y amor de Dios, pero no con un sentido pesimista y negativo, sino como el niño consciente de su incapacidad para subir las escaleras, que le extiende los brazos a su amado padre para que le cargue y le suba.
Es esto lo que nos pide el Señor, Él conoce el barro del que estamos hechos. Si bien ama nuestro esfuerzo por alcanzar la santidad, ama aún más nuestra miseria cuando, confiando plenamente en Él, la abandonamos en el infinito mar de su Divina Misericordia.
«Judas es una oveja descarriada, también nosotros debemos entender a las ovejas descarriadas. También nosotros tenemos alguna cosilla, pequeña o no tan pequeña, de la oveja descarriada. Debemos entender que no es un error lo que hizo la oveja descarriada: es una enfermedad, es una enfermedad que tenía en el corazón. Cuando fue al templo para realizar su doble vida, cuando dio el beso al Señor en el huerto, y después las monedas que recibió de los sacerdotes… No es un error. Lo hizo… estaba en la tiniebla. Tenía el corazón dividido, disociado. Por ello se puede decir que él es la imagen perfecta de la oveja descarriada. Jesús, el pastor, va a buscarlo: “haz lo que debes hacer, amigo”, y lo besa. Pero Judas no entiende».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Trataré de contemplar una imagen del Sagrado Corazón recordando todas las gracias y bendiciones que ha derramado a lo largo de mi vida y pidiéndole perdón por las veces que he rechazado su amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Significado de la Cruz
La Semana Santa debe ser un tiempo de reflexión, de leer la Palabra de Dios y encontrar el mensaje para nuestra vida. Esta reflexión intenta ayudarnos con esa tarea.
1. LECTURA del texto bíblico ¿Qué dice el texto? Jn. 19,14-19
«Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilato a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro Rey». Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!» Les dice Pilato: «¿A vuestro Rey voy a crucificar?» Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César.» Entonces se lo entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos».» Jn. 19.14-19
+ Los judíos pidieron a Pilato la crucifixión de Jesús
+ Los judíos rehusaron tomar por rey a Jesús
+ Jesús tuvo que cargar con la Cruz y se dirigió al Calvario
+ Crucificaron a Jesús junto con dos malhechores.
2. EXPLICACIÓN del texto bíblico ¿Qué les dijo a sus primeros destinatarios? Mensaje
Con esta acción cruenta, Jesús estaba cumpliendo las palabras que anunció sobre su pasión y muerte: «Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día» Mt 16,21.
Son los mismos judíos quienes piden a Pilato su crucifixión, porque él ya había decidido ponerlo en libertad. Pilato tenía el poder para soltarlo, pero tuvo miedo, no quiso cargar con esta responsabilidad y se lavó las manos ante este acontecimiento. Los judíos ejercen mucha presión sobre esta autoridad, poniéndolo en contra del César si no cedía a su petición.
Jesús no habla, no balbucea, se convierte en el siervo doliente de Dios: «Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca» Is 53,7. Jesús cumple esta profecía sobre Él. Su muerte ya estaba anunciada, pero la toma con tranquilidad y fe en Dios su Padre.
Un día Jesús dijo a sus amigos que no podían ser sus discípulos si no tomaban su cruz y lo seguían. Ahora el estaba cumpliendo con este planteamiento suyo, llegaba la hora de tomar su propia cruz de muerte y no era tiempo para dar marcha atrás, sólo esperaba pacientemente el momento. Él mismo dio cuenta que la propia cruz no se carga solo, sino con ayuda del Padre.
3. APLICACIÓN del texto bíblico ¿Qué nos dice a nosotros hoy? Mensaje
Este texto nos invita a mirar la realidad de la vida, una realidad cruda, llena de injusticias y aprovechamientos. Tristemente muchas personas son falsamente acusadas de faltas o delitos que no cometieron y, que a veces es peor, cuando llega se a procedimiento jurídicos. Hay una invitación expresa a defender los derechos humanos de los inocentes o las personas indefensas.
También este texto nos invita a escuchar la voz de Dios en las necesidades de los jóvenes. A veces les toca cargar una cruz dura y pesada por problemas, dificultades o situaciones difíciles y es preciso hacernos solidarios con ellos.
El texto nos hace pensar que a veces también con nuestras actitudes rechazamos a Jesús. Los judíos no lo querían por rey y a veces a nosotros le hacemos lo mismo. Sin embargo, Jesús nos perdona y nos salva. Hoy hace falta una actitud de amistad con Él, Jesús quiere ser nuestro amigo y esa es la vocación del joven: ser amigo de Cristo.
Por último, el texto es una invitación expresa a cargar con nuestra propia cruz. Una cruz a veces de sufrimiento, de pena, de dolor, de angustia, de problemas y dificultades pero que es nuestra y que no podemos renunciar a ella. Además, cuando cargamos nuestra cruz, Jesús nos ayuda a hacer el peso más ligero. Es una cruz que marca nuestro caminar hacia Dios.
4. PROFUNDIZACIÓN DEL TEXTO ¿qué cosas más podemos saber del texto?
Para toda la cultura antigua, la cruz era un instrumento de castigo y el crucificado era un maldito (Dt 21,23). El suplicio de la cruz fue introducido por los persas; los romanos lo incorporaron a su sistema jurídico, pero lo consideraban tan duro, humillante y vergonzoso que jamás lo aplicaban a los ciudadanos romanos; en cambio lo usaron para ejecutar a esclavos rebeldes y extranjeros convictos de algún delito grave contra Roma [1].
El juicio de Jesús fue injusto porque se hizo en la madrugada, fuera de las horas señaladas para tal hecho. Los crímenes religiosos debían ser juzgados por la ley religiosa no por la ley civil. Según la ley religiosa, no les estaba permitido dar muerte a una persona y lo hacen.
Poncio Pilato es un procurador romano de Judea (Lc 3,1) desde el año 26 al 36 d.C.[2] Era en Palestina el más alto representante del César Tiberio, emperador en Roma. Su función principal era la de ser agente de finanzas del imperio, supervigilando la recaudación de los impuestos. Debía también mantener a raya al pueblo, que periódicamente se insubordinaba a causa de la extorsión.
El César es la figura del emperador romano, en los evangelios se habla de dos: César Augusto y Tiberio César. Augusto dominó desde el año 30 a.C. hasta el 14 después de su nacimiento. Con él se inició la dinastía imperial romana de la familia Claudia. Tiberio, hijo de la segunda esposa de Augusto, gobernó desde el año 14 hasta el 37 y bajo su mandato fue asesinado Jesús.
Por último queremos recalcar que la CRUZ de Cristo es un don y proyecto, es un símbolo de paz y libertad, significa amor y perdón, es vida y sacrificio, es redención y salvación.
San Vicente Ferrer, el patrono de Valencia
Este dominico y taumaturgo fue misionero por el Reino de Aragón, Castilla, Francia e Italia
Nació en Valencia el 23 de enero de 1350. Se hizo fraile dominico. Estudió Filosofía, Biblia y Teología en Barcelona, Lérida y Toulouse y en 1388 obtuvo los títulos de «Maestro en Teología» y «Predicador General» de su orden.
Fue misionero y predicó por toda la Corona de Aragón, la de Castilla, el sur de Francia, el norte de Italia, Suiza y la Bretaña francesa.
Se hizo famoso por los muchos milagros que obraba (por eso se le considera taumaturgo).
En 1410 fundó una cofradía para atender a los niños huérfanos y abandonados de Valencia.
Participó en el Compromiso de Caspe en el que se designó heredero de la Corona de Aragón a Fernando de Antequera tras la muerte sin descendencia de Martín el Humano.
Murió a los 69 años en Vannes (Francia) el 5 de abril de 1419. Está sepultado junto al altar mayor de la catedral de esa ciudad.
Santo patrón
San Vicente Ferrer es patrono de la ciudad de Valencia y del Reino de Valencia.
Oración
¡Querido padre y protector mío, san Vicente Ferrer!
Alcánzame una fe viva y sincera para valorar debidamente las cosas divinas,
rectitud y pureza de costumbres como la que tú predicabas,
y caridad ardiente para amar a Dios y a los demás.
Tú, que nunca dejaste sin consuelo a los que confiaban en ti,
no me olvides en mis dificultades.
Dame la salud del alma y la salud del cuerpo.
Remedia todos mis males.
Y ayúdame a perseverar en el bien
para que pueda acompañarte en la gloria por toda la eternidad.
Amén.
(Tres Padrenuestros a san Vicente Ferrer pidiendo por las necesidades de todos sus devotos)