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JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA

LUCAS 24, 35–48

 

 

En el Evangelio de hoy, Jesús se les apareció vivo nuevamente a sus seguidores. Al verlo, “estaban sorprendidos y aterrorizados”. Están aterrorizados porque quien ellos abandonaron, traicionaron y dieron por muerto, ahora ha regresado —¡sin duda alguna para vengarse!

El Jesús resucitado del Evangelio de Lucas hace dos cosas en presencia de sus sorprendidos seguidores. Lo primero es mostrarles las heridas. Esto es una reiteración del juicio de la cruz: no olviden, les dice, lo que el mundo hizo cuando apareció el Autor de la vida. Pero hace algo más; les dice: “Shalom” —“La paz sea contigo”—. Y con esto abre un nuevo mundo espiritual y se convierte en nuestro Salvador. Desde los antiguos mitos de la creación hasta las películas de Rambo y Dirty Harry, el principio es el mismo: el orden, destruido por la violencia, se restaura a través de un ejercicio justo de mayor violencia.

Pero luego aparece Jesús. El terrible desorden de la cruz (el Hijo de Dios asesinado) se aborda no a través de una explosión de venganza divina sino a través de la radiación de amor divino. Cuando Cristo confronta a quienes contribuyeron a Su muerte no pronuncia palabras de retribución sino de reconciliación y compasión.

Queridos amigos y amigas

La novedad de la resurrección no cabe el en lenguaje corriente; no se puede ver con la mirada habitual y con la lógica de lo sensible. La resurrección de Jesús es un acontecimiento inédito, desborda hacia delante y hacia la vida anterior del Mesías. Pero no es un milagro aislado; está dentro de la lógica de la Escritura: “resucitará de entre los muertos al tercer día”.

El resucitado no es un fantasma. Es el mismo Jesús crucificado; lleva las señales de cuerpo; “soy yo en persona”. Desde esa necesidad de afirmar la identidad entre el crucificado y el resucitado se explica la insistencia del evangelio de hoy en el carácter material del resucitado. Tiene manos y pies, se le puede tocar, come pez asado delante de ellos. Teniendo en cuenta el conjunto de los datos del NT, estas expresiones quieren decir simplemente que no es un fantasma, que es el mismo Jesús encarnado. No se pueden interpretar como afirmación directa sobre el carácter material, histórico y mortal del cuerpo resucitado de Jesús.

 

 

El discurso de Pedro nos trasmite el primitivo kérigma cristológico. El Dios de nuestros padres ha glorificado a su siervo Jesús. Son significativos los nombres que se dan a Jesús: justo, siervo, santo, pionero de la vida…La glorificación por parte de Dios se contrapone a la acción destructora de los judíos al entregar y rechazar a Jesús. La segunda antítesis contrapone a Jesús y a Barrabás: los judíos renegaron de Jesús y pidieron el indulto de un asesino. La tercera antítesis: matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.

Lucas insiste en la continuidad de la historia de la salvación según la Escritura: somos los hijos de los profetas, los hijos de la alianza.

 

 

Anselmo, Santo

Memoria Litúrgica, 21 de abril

Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Anselmo, obispo y doctor de la Iglesia, que, nacido en Aosta, fue monje y abad del monasterio de Bec, en Normandía, enseñando a los hermanos a caminar por la vía de la perfección y a buscar a Dios por la comprensión de la fe. Promovido a la insigne sede de Canterbury, en Inglaterra, trabajó denodadamente por la libertad de la Iglesia, sufriendo por ello dificultades y destierros († 1109).

Etimológicamente: Anselmo=Aquel que tiene la protección divina, es de origen germánico.

Breve Biografía

San Anselmo nació en Aosta (Italia) en 1033 de noble familia. Desde muy niño se sintió inclinado hacia la vida contemplativa. Pero su padre, Gandulfo, se opuso: no podía ver a su primogénito hecho un monje; anhelaba que siguiera sus huellas. A causa de esto, Anselmo sufrió tanto que se enfermó gravemente, pero el padre no se conmovió. Al recuperar la salud, el joven pareció consentir al deseo paterno. Se adaptó a la vida mundana, y hasta pareció bien dispuesto a las fáciles ocasiones de placeres que le proporcionaba su rango; pero en su corazón seguía intacta la antigua llamada de Dios.

En efecto, pronto abandonó la casa paterna, pasó a Francia y luego a Bec, en Normandía, en cuya famosa abadía enseñaba el célebre maestro de teología, el monje Lanfranco.

Anselmo se dedicó de lleno al estudio, siguiendo fielmente las huellas del maestro, de quien fue sucesor como abad, siendo aún muy joven. Se convirtió entonces en un eminente profesor, elocuente predicador y gran reformador de la vida monástica. Sobre todo llegó a ser un gran teólogo.

Su austeridad ascética le suscitó fuertes oposiciones, pero su amabilidad terminaba ganándose el amor y la estima hasta de los menos entusiastas. Era un genio metafísico que, con corazón e inteligencia, se acercó a los más profundos misterios cristianos: «Haz, te lo ruego, Señor—escribía—, que yo sienta con el corazón lo que toco con la inteligencia».

Sus dos obras más conocidas son el Monologio, o modo de meditar sobre las razones de la fe, y el Proslogio, o la fe que busca la inteligencia. Es necesario, decía él, impregnar cada vez más nuestra fe de inteligencia, en espera de la visión beatífica. Sus obras filosóficas, como sus meditaciones sobre la Redención, provienen del vivo impulso del corazón y de la inteligencia. En esto, el padre de la Escolástica se asemejaba mucho a San Agustín.

Fue elevado a la dignidad de arzobispo primado de Inglaterra, con sede en Canterbury, y allí el humilde monje de Bec tuvo que luchar contra la hostilidad de Guillermo el Rojo y Enrique I. Los contrastes, al principio velados, se convirtieron en abierta lucha más tarde, a tal punto que sufrió dos destierros.

 

Fue a Roma no sólo para pedir que se reconocieran sus derechos, sino también para pedir que se mitigaran las sanciones decretadas contra sus adversarios, alejando así el peligro de un cisma.

 

Esta muestra de virtud suya terminó desarmando a sus opositores. Murió en Canterbury el 21 de abril de 1109. En 1720 el Papa Clemente XI lo declaró doctor de la Iglesia.

 

Mi historia con Dios

Santo Evangelio según san Lucas 24, 35-48. Jueves de la Octava de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey Nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

«Tóquenme y convénzanse»… Dame la gracia de tocarte, Señor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 24, 35-48

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes».

Ellos desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: «No teman; soy Yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy Yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo Yo». Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: «¿Tienen aquí algo de comer?». Le ofrecieron un trozo de pescado asado; Él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.

 

 

Después les dijo: «Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba Yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos».

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: «Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto».

Palabra del Señor.

 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Tantas cosas me vienen a la imaginación cuando pienso en Dios. Tantas coas me vienen a la mente cuando escucho y leo algo sobre Él. Algunas de esas cosas me gustan; otras no. Algunas cosas sólo me dan una imagen, una idea de quién es Dios…

Escucho la historia de un Dios que vino al mundo; un Dios que se hizo hombre, que murió y resucitó… Una historia que ya la sé. Algunos la cuentan con ciertos matices que la hacen más interesante, pero al final del día… ya la sé.

No puedo negar que es una historia hermosa. No puedo negar que mueve mi corazón… No puedo negar que creo en ella… No puedo negar que no es suficiente sólo conocerla.

 

No es suficiente conocer la historia, mi historia con Dios se necesita vivirla. Tú sabes esto, Señor. Tú sabes que no es suficiente que en mi vida sepa algo de Ti… Me doy cuenta que la vida es vida cuando la vivo por ti.

Te muestras…; me dejas contemplar tus heridas como aquel tesoro encontrado que da sentido a la vida. Te muestras tan real, tan humano, como para pedir un trozo de pescado para comer, y tan divino como para ascender a lo alto. Te metes en mi vida y me gritas ¡¡Mírame!! ¡Aquí estoy! ¡¡¡ Estoy vivo!!! Aquella cruz que ves… aquellos clavos que ves en mis manos y en mis pies no son historia; no son reclamos…, son una realidad que da sentido a tu vida… son un TE AMO.

Gracias, Señor, por invitarme a contemplarte. Gracias por invitarme a alzar los ojos al cielo con una mirada de esperanza. Gracias, pues al contemplar tu vida, muerte y resurrección me doy cuenta que la vida sólo tiene sentido, con el dolor y la alegría que la acompañan; sólo a la luz de «Aquel que me amó y se entregó por mí».

…No quiero saber de ti sólo en la teoría sino saber de Ti en mi hoy; en la experiencia de tu amor, en mi día a día.

«Queridos hermanos, les pido sobre todo que mantengan el coraje en medio de sus angustias, para conservar la alegría de la esperanza. Que esa llama que habita en ustedes no se apague. Porque nosotros creemos en un Dios que repara todas las injusticias, que consuela todas las penas y que sabe recompensar a cuantos mantienen la fe en Él. En espera de aquel día de paz y luz, su contribución es esencial para la Iglesia y para el mundo: ustedes son testigos de Cristo, son intercesores ante Dios que escucha, de modo particular, sus oraciones». (Homilía de Papa Francisco, 6 de julio de 2016).

 

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Dedicar un momento de mi día para ponerme frente a un crucifijo y meditar un pequeño instante en el amor de Dios hacia mí.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

¿Por qué creo en la Resurrección?

La resurrección de Cristo es el dogma fundamental del Cristianismo.

 

 

La resurrección de Cristo es el dogma fundamental del cristianismo. Las Sagradas Escrituras no intenta “demostrar” que Jesús fue resucitado de entre los muertos, pero si presenta evidencias indiscutibles del hecho de que Él verdaderamente resucitó. La resurrección de Cristo está registrada en Mateo 28, 1-20; Marcos 16, 1-20; Lucas 24, 1-53 y Juan 20,1-21 y 25. La resurrección de Jesús aparece también aparece en el libro de los Hechos 1,1-11. Intelectuales, historiadores, han hablado mucho acerca de la existencia de Cristo y su resurrección. En seis puntos pretendo explicarlo.?

1) El sepulcro vacío

 

 

La proclamación de la tumba vacía que narran los evangelios la encontramos muy cercana a los hechos.

La primera es en I Co 15, 3-8 en un credo muy antiguo que fue establecido muy temprano en la historia de la Iglesia. Marcos lo narró en su Evangelio unos años poco después de que aconteciera por este hecho la tumba vacía no es una leyenda ¿por qué? Las leyendas del mundo antiguo surgían después de muchas generaciones. Aparte del caso de Marcos la simpleza con la que narra la historia y las características de la narración. No se parecen en nada a las leyendas de aquel tiempo.

Asimismo, tenemos los evangelios apócrifos donde narran la resurrección de Jesús y añaden mucha ficción en cosas que parecen más estilo de las leyendas pero en el caso de los evangelios no es así.

 

Según el evangelio de Nicodemo: “Entonces los judíos propusieron: Mandemos a buscar a los tres hombres que aseguran haberlo visto con sus discípulos en el monte de los Olivos.

Y, cuando así se hizo, y aquellos tres hombres llegaron, y fueron interrogados, respondieron con unánime voz: Por la vida del Señor, Dios de Israel, hemos visto manifiestamente a Jesús con sus discípulos en el monte de las Olivas, y asistido al espectáculo de su subida al cielo.

En vista de esta declaración, Anás y Caifás tomaron a cada uno de los testigos aparte, y se informaron de ellos separadamente. Y ellos insistieron sin contradicción en confesar la verdad, y en aseverar que habían visto a Jesús.

Y Anás y Caifás pensaron: Nuestra ley preceptúa que, en la boca de dos o tres testigos, toda palabra es válida.

Pero sabemos que el bienaventurado Enoch, grato a Dios, fue transportado al cielo por la palabra de Él, y que la tumba del bienaventurado Moisés no se encontró nunca, y que la muerte del profeta Elías no es conocida. Jesús, por lo contrario, ha sido entregado a Pilatos, azotado, abofeteado, coronado de espinas, atravesado por una lanza, crucificado, muerto sobre el madero, y sepultado. Y el honorable padre José, que depositó su cadáver en un sepulcro nuevo, atestigua haberlo visto vivo. Y estos tres hombres certifican haberlo encontrado con sus discípulos en el monte de los Olivos, y haber asistido al espectáculo de su subida al cielo

 

Además, Jesús no está actualmente en la tumba y no estaba en la tumba. Actualmente no podemos encontrar la tumba de Jesús por ningún lado y mucho menos que podemos encontrar a Jesús en una tumba. Muchos hombres célebres o fundadores de otras religiones podemos encontrar su tumba como el caso de Diego Rivera que está en la Rotonda de los personajes ilustres en el panteón de Dolores, o la tumba de los Santos Padres en el Vaticano. Pero no es el caso de Jesús, no es el hecho que podamos encontrar a Jesús en la tumba. El hecho que personas de aquél tiempo sabían exactamente donde estaba la tumba. Si alguien quería decir que no era cierta la proclamación de los apóstoles solo tenía que ir y ver si Jesús estaba ahí o no. Pero el hecho de que esto no pasó es una evidencia de que Jesús no estaba en la tumba. Porque en el tiempo que Jesús murió y fue sepultado. La gente no pudo comprobar de que Jesús seguía en la tumba.

Aparte de que las costumbres y cosas que sucedieron entorno a la resurrección de Jesús. Los judíos trataron de contradecir la proclamación de los apóstoles. Pero los judíos nunca dijeron que Jesús seguía en la tumba. Los judíos que estaban en contra de la resurrección de Jesús partieron del hecho de que Jesús no estaba en la tumba. Nadie dudaba de eso. Los judíos lo que hicieron fue tratar de sobornar algunos falsos testigos para que dijeran que los guardias se habían dormido y que su cuerpo había sido robado de noche.

Pero los mismos judíos que acababan de contradecir la resurrección de Jesús aceptaron que la tumba estaba vacía.

2) Muchos testigos oculares de la Resurrección y muerte de Jesús

 

Las primeras en ver a Jesús resucitado fueron María Magdalena y las santas mujeres, que iban a embalsamar el cuerpo de Jesús (Mc16,1; Lc 24, 1) enterrado a prisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del Sabbat ( Jn 19, 31. 42) fueron las primeras en encontrar al Resucitado (Mt 28, 9-10; Jn 20, 11-18). Así las mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo para los propios Apóstoles ( Lc 24, 9-10)como lo fue la Virgen María al comienzo del Evangelio en recibir el mensaje de que ella había sido elegida para la Encarnación del Hijo de Dios.

Pablo menciona a varios en “fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún y otros ya han muerto. Después apareció a Jacobo y después a todos los apóstoles. Por último, como a un abortivo, se me apareció a mí.” (1 Cor 15,4-8) pero es muy importante ver la mención que Pablo hace que se les apareció a 500 personas y que Jesús se les apareció a la misma vez. Pero lo más interesante es que muchos de estos testigos vivían en el tiempo de San Pablo. Es como si Pablo dijera si tienen dudas vayan y hablen con ellos.

En los Hechos de los Apóstoles se hablan de más testigos oculares “Lo levantó de entre los muertos; y por muchos días se apareció a los que habían subido con El de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son Sus testigos ante el pueblo.” (Hch 13,31 )

En (Hch 2,32) dice que los “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.”

 

Von Balthasar dice que: “Las afirmaciones fundamentales de la fórmula son dos: En primer lugar, hay un gran número de testigos de la resurrección; el hecho de que se les hoy se les pueda preguntar la resurrección; más bien remite a los testigos escogidos de antemano” entre los cuáles se incluye a sí mismo.”

3) Incrédulos que se convirtieron

Pablo era el perseguidor por excelencia de “Cristianos”. Él era fariseo y era imposible que creyera en Jesús. Él era un gran soldado y estaba en contra de los Cristianos pero Jesús se le apareció a Pablo camino a Damasco (Hch 9,1-18). Pablo fue luego el que más escribió sobre Jesús en el nuevo testamento y el gran misionero.

Muchos judíos se convirtieron después de que él resucitara y abandonaron su vida, sus tradiciones, su religión.

Algo que casi imposible que pasara. ¿Cómo podemos explicarnos esta transformación? Si Jesús no Resucitó.

4) Los discípulos murieron por la Resurrección

Los discípulos fueron martirizados por aceptar la muerte y resurrección de Cristo. Uno puede decir que muchos mueren por sus creencias. Cualquiera puede morir, pero los apóstoles tuvieron una posición única. Ellos pudieron comprobar si sus creencias eran ciertas o falsas. El hecho de que ellos estuvieron presentes si era falso o cierto y por el hecho de que fueron mártires dijeron que esto era muy cierto. ¿Hubieran muerto los apóstoles por algo que supieron que fuera mentira?

5) El Nacimiento de las Iglesias que se hacen entorno a la figura de Cristo

Pablo (1Cor 15,14) dice que sin la Resurrección nuestra fe es vana. El cristianismo creció y fue fundamentado en la Resurrección, se expandió muy rápido por todo el imperio Romano pasaron por muchas persecuciones y sufrimiento y nada destruyó la Iglesia porque estaban parados sobre la Resurrección de Jesús. El imperio romano ya se extinguió. Pero si hubiera estado fundado sobre algo tan firme como la Resurrección. Hay leyendas. La expansión de la Iglesia hoy en día es la evidencia de que Jesús realmente Resucitó La resurrección es uno de los fundamentos de nuestra Fe.

 

 

Con la Resurrección Jesús demostró que realmente él venció a la muerte y que su obra en la Cruz es poderosa para salvar y dar vida. Jesús al resucitar ganó una nueva vida para nosotros. No hay forma de negar la Resurrección. Esta es nuestra esperanza.

6) Lo que dicen otros historiadores sobre Jesús

Flavio Josefo (93 d.C)

El historiador judío (37 a 110 d.C.) recoge en el texto conocido como «Testimonium flavianum» de su libro «Antigüedades judías (91-94)» una referencia a Jesús que, si bien se cree que fue retocada con las frases abajo entre paréntesis, se considera auténtico: «En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito llamarlo hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido».

 

 

Tácito (116 d.C)

El historiador romano (56 a 118 d.C) menciona a «Cristo» en sus «Anales» escritos hacia el año 116 d.C. al hablar sobre Nerón y el incendio de Roma en el año 64. Informa de la sospecha que existía de que el propio emperador había ordenado el fuego y recoge cómo «para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba “crestianos”, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien, bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo».

 

 

Plinio, el joven (112 d.C)

Procónsul en Bitinia del 111 al 113 y sobrino de Plinio el Viejo. Se conservan 10 libros de cartas que escribió. En la carta 96 del libro 10escribe al emperador Trajano para preguntarle qué debía hacer con los cristianos, a los que condenaba si eran denunciados. En ella cita tres veces a Cristo y señala que los cristianos decían que toda su culpa consistía en reunirse un día antes del alba y cantar un himno a Cristo «como a un dios»: «Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y cuando renegaron de Cristo

Suetonio (120 d.C.)

El historiador romano (70-140 d.C.) hace una referencia en su libro «Sobre la vida de los Césares» donde narra las vidas de los doce primeros emperadores romanos. En el libro V se refiere a un tal «Chrestus» al mencionar la expulsión de los judíos de Roma ordenada por el emperador Claudio: «Expulsó de Roma a los judíos que andaban siempre organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus».

 

 

Luciano (165 d.C)

El escritor griego Luciano de Samosata satiriza a los cristianos en su obra «La muerte de Peregrino»: «Consideraron a Peregrino un dios, un legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres (…) Su primer legislador les convenció de que eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses griegos y daban culto a aquel sofista crucificado, viviendo según sus leyes».

Mara Bar Sarapión (Finales del Siglo I)

Existe una carta de Mara Ben Sarapión en sirio a su hijo en la que se refiere así a Jesús, aunque no lo menciona por su nombre: «¿Qué provecho obtuvieron los atenienses al dar muerte a Sócrates, delito que hubieron de pagar con carestías y pestes? ¿O los habitantes de Samos al quemar a Pitágoras, si su país quedó pronto anegado en arena? ¿O los hebreos al ejecutar a su sabio rey, si al poco se vieron despojados de su reino? Un dios de justicia vengó a aquellos tres sabios. Los atenienses murieron de hambre; a los de Samos se los tragó el mar; los hebreos fueron muertos o expulsados de su tierra para vivir dispersos por doquier. Sócrates no murió gracias a Platón; tampoco Pitágoras a causa de la estatua de Era; ni el rey sabio gracias a las nuevas leyes por él promulgadas».

Celso (175 d.C)

En «Doctrina verdadera» ataca a los cristianos. Aunque no se conserva su libro, sí muchas de sus citas por la refutación que escribió Orígenes unos 70 años después.

Conclusión

No podemos pasar desapercibido que Jesús es el hijo de Dios que se hizo hombre y que murió por nosotros Gregorio de Nisa dice: “Si le preguntamos al misterio, más bien dirá que su muerte no fue consecuencia de su nacimiento, sino que asumió el nacimiento para poder morir”

“ Decisiva es la identificación de resurrección y aparición; la resurrección no es algo que esté más allá de la historia” por eso tampoco se puede hablar de un simple margen histórico del evento, sino que Jesús ha resucitado en la historia.”

“Pero para hacerse igual a nosotros tomó sobre sí lo penoso, quiso pasar hambre y sed, dormir, no resistir al sufrimiento, obedecer a la muerte, resucitar visiblemente. En todo ello ofreció su propia humanidad como sacrificio de primicias.”

Hoy en día podemos ver que el apostolado del cristianismo primitivo no depende del envío histórico de los disípulos por parte del rabí de Nazaret, sino que tienen fundamento en las apariciones del Resucitado”.

La misión es la meta principal de las apariciones que en modo alguno se apoyan en sí mismo, sino que fundan la Iglesia.

Evidentemente sin la tumba vacía nos se habría podido anunciar a la resurrección de Jesús en el ámbito judío.

“Se puede constatar que la cuestión central de este debate en el momento presente se sitúa ante este dilema: si y en qué sentido se puede afirmar que Dios ha producido por medio de una acción suya la experiencia pascual de los discípulos y si los textos, por tanto afirmar que Dios ha obrado en Jesús al morir y le ha resucitado, posibilitando así que Jesús Resucitado se encuentre con sus discípulos como el “viviente por excelencia” como irrupción de la última y definitiva acción de Dios en el mundo de la resurrección de Jesús.

O, diversamente ¿se trataría tan solo de una acción de Dios en la fe de los discípulos de modo que éstos se conviertan en seguidores auténticos de Jesús y continuadores de su obra, al margen de los Dios hubiera realizado o no en Jesús después de la muerte? En todo caso, los textos del Nuevo Testamento presuponen que es Jesús mismo, el Resucitado, el que irrumpió en la vida de los primeros testigos dela resurrección de Jesús.

Ahora bien, conviene tener presente que la respuesta a tal cuestión no solo decide la comprensión del mensaje de la Resurrección de Jesús en sí mismo, sino la misma comprensión de la revelación y, en último término, de Dios, ya que Éste se revela precisamente en la Resurreción de Jesús de un modo real y no puramente simbólico, y lo hace de forma máxima e insuperable, como el Dios de Jesucristo. Este Dios es el que la historia de la humanidad, gracias a la primicia (1 Cor 15,20) que es la Resurrección de Jesús, “vivifica a los muertos y llama a la existencia a los que no existen.”

 

 

Hay que honrar a los ancianos, así se reconoce su dignidad

Catequesis del Papa Francisco, 20 de abril de 2022.

 

 

«Honrarás a tu padre y a tu madre»: es a partir de este mandamiento que el Papa Francisco ofrece su reflexión en la audiencia general de este miércoles de nuevo en una abarrotada Plaza de San Pedro. Con un subtítulo: el amor por la vida vivida. Así continúa el ciclo de catequesis dedicado a los ancianos vista hoy en su experiencia de fragilidad, desconcierto, desilusión y a menudo abandono. Debemos hacer de todo para sostenerla, recomienda el Papa, en nuestras sociedades aún no hacemos lo suficiente.

Devolver el amor honrando a los ancianos

Los estados de fragilidad, observa el Papa Francisco, pueden darse en todas las etapas de la vida, pero cuando tocan la vejez provocan en los demás una especie de acostumbramiento, cuando no de fastidio, porque en cualquier caso se piensa que la vida «ya ha sido vivida». El amor que se derrama sobre nuestro futuro, hace notar el Papa, no se devuelve con la misma fuerza «sobre la vida que queda atrás» y esto ya habla de la gratuidad del amor que los padres conocen tan bien. Pero es posible una «restitución del amor», rendida en forma de honor a los que nos han precedido, un honor «sellado por el mandamiento de Dios». Francisco lo explica:

«Honrarás a tu padre y a tu madre» es un compromiso solemne, el primero de la «segunda tabla » de los Diez Mandamientos. No se trata sólo del propio padre y de la propia madre. Se trata de la generación y las generaciones precedentes, cuya despedida también puede ser lenta y prolongada, creando un tiempo y un espacio de convivencia a largo plazo con las otras edades de la vida. En otras palabras, se trata de la vejez de la vida.

 

 

El desprecio por la persona que nos precede en edad produce cosas horribles

El honor significa también ternura y respeto, conceptos que hoy, continúa el Papa, definimos con la palabra «dignidad». «Honrar al padre y a la madre, añade, honrar a los ancianos es reconocer la dignidad que tienen». A continuación, afirma que el cuidado de los enfermos o de los que ya no son autosuficientes puede carecer de honor, y describe algunas actitudes o situaciones en las que «un exceso de confianza» hace perder de vista la delicadeza y se convierte en «aspereza y prevaricación»:

Cuando la debilidad es reprendida, e incluso castigada, como si fuera una culpa. Cuando el desconcierto y la confusión se convierten en una apertura para la burla y la agresividad. Puede ocurrir incluso en el hogar, en residencias de ancianos, así como en oficinas o en los espacios abiertos de la ciudad. Fomentar en los jóvenes, aunque sea indirectamente, una actitud de condescendencia -e incluso de desprecio- hacia los ancianos, sus debilidades y sus precariedades, produce cosas horribles.

 

 

Y entre las horribles consecuencias, el Papa recuerda el caso de unos jóvenes que llegaron a prender fuego a un «vagabundo» considerándolo nada más que «un desecho humano».

El respeto reservado al viejo Noé

El desprecio a un anciano, afirma, deshonra a todos, y cita un pasaje de la historia de Noé que enseña mucho a este respecto.

El viejo Noé, héroe del diluvio y gran trabajador, yace descompuesto tras haber bebido demasiado. Ya es viejo, pero ha bebido demasiado. Sus hijos, para no despertarlo en la vergüenza, lo cubren con delicadeza, con los ojos bajos, con gran respeto. Este texto es muy hermoso y lo dice todo sobre el honor que se le debe al anciano. Cubrir las debilidades del anciano, para no avergonzarlo.

 

 

Educar a los niños para que estén cerca de sus abuelos

El Papa Francisco mira a las sociedades actuales para observar que, a pesar de los recursos materiales puestos a disposición de los ancianos, la lucha «por la restitución de esa forma especial de amor que es el honor» parece todavía frágil. De ahí su exhortación a sostener más a «los que son sensibles a esta forma decisiva de ‘civilización del amor'». Luego añade:

Y sobre esto me permito aconsejar a los padres: por favor, acerquen a sus hijos, a los niños, a los hijos jóvenes a los ancianos, acérquenlos siempre. Y cuando el anciano esté enfermo, un poco fuera de sí, acérquenlos siempre a él: que sepan que esta es nuestra carne, que esto es lo que ha hecho posible que estemos aquí ahora. Por favor, no alejar a los ancianos. Y si no hay más remedio que enviarlos a una residencia de ancianos, por favor, visítenlos y lleven a los niños a verlos.

El honor por la vida vivida, concluye el Papa, «no es cosa de viejos», es un comportamiento que beneficiará a las nuevas generaciones que heredarán sus mayores cualidades. Es una «verdadera revolución cultural», dice el Papa, para la que pide la ayuda del Espíritu Santo.

 

 

Innovación y creatividad continua

Pequeña guía que ofrecen los expertos de la Unión Social de Empresarios de México para generar estrategias de innovación

 

 

¿Qué es la creatividad humana? Es la capacidad de hacer algo nuevo o de un modo nuevo. Implica, pues, imaginar cómo serían las cosas de otro modo y la voluntad férrea de ir más allá del consabido «esto es lo que siempre se hace y así es como siempre se ha de hacer».

Quien tiene la habilidad encuentra un universo casi infinito de soluciones a los problemas, aun los más difíciles, monótonos, rutinarios, penosos, que le puede presentar al desempeño de su trabajo. Combina en nuevas formas los materiales y componentes con que cuenta o los busca.

¿Cómo se puede propiciar en la empresa la innovación y creatividad continua como un medio de alcanzar la productividad?

Varios consejos nos han dado las empresas que lo han hecho. Podemos apuntar:

Pensar que la productividad no sólo es cantidad, también es calidad.

Lograr que los colaboradores sean críticos con su trabajo, que se cuestionen sobre su calidad y su posible mejora.

Tratar de innovar en tecnología y sistemas, y permitir en ello la participación de todos sus integrantes.

Tener planes concretos para la investigación y desarrollo de tecnologías y productos dentro de la empresa.

Muchas personas, dotadas de excelentes cualidades no han pasado de seguir haciendo monótonamente lo que aprendieron en su juventud. Otras no se conformaron con esto y se forjaron ideales más altos y pusieron manos a la obra sin temor al fracaso y lograron el éxito. Aprovecharon su creatividad o la adquirieron tesoneramente, con la cual se mejoran a sí mismas, mejoraron a los demás, contribuyeron al bienestar de su familia y, de manera modesta o excelente, a la humanidad entera.

 

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Hazte las preguntas…

¿Cómo defines la innovación?
¿Dentro de tu empresa se toman en cuenta las ideas innovadoras del personal?
¿Existe un reconocimiento por parte de la empresa a las ideas innovadoras del personal que redunden en un ahorro o incremento de la productividad?

Estrategias que puedes seguir

Establece un sistema de mejoras dentro de la empresa y haz partícipe de los beneficios económicos al personal que las propone.

Crea un comité de mejoras que evalúe y estudie las propuestas.

Establece un sistema de estímulos y reconocimientos a las propuestas aceptadas e implementadas y da reconocimiento al creador de la idea.

 

 

Regina Coeli

Durante el Tiempo Pascual sustituye al Angelus.

 

 

Alégrate. Reina del Cielo, aleluya.
R: Porque Aquel a quien mereciste llevar en tu seno, aleluya.

Ha resucitado como lo predijo, aleluya.
R: Intercede por nosotros ante Dios, aleluya.

Gózate y alégrate, María Virgen, aleluya.
R: Porque en verdad el Señor ha resucitado, aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R: Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (tres veces).

V. Oremos:

Oh Dios que por la Resurrección de tu Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
te has dignado dar la alegría al mundo,
concédenos por su Madre, la Virgen María,
alcanzar el gozo de la vida eterna.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.

Explicación

“Regina Coeli” significa en latín “Reina del cielo”

Regina Coeli es una oración mariana y cristológica centrada en la meditación del misterio de la Resurrección del Señor, que se reza en el tiempo de Pascua, desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, en lugar del «Ángelus».

Es la Oración para el tiempo de Pascua.

Al igual que el Ángelus, suele rezarse tres veces al día: al comenzar la jornada, al medio día y al atardecer.

Es una manera de consagrar el día entero a Dios y a la Virgen Santísima, un modo de santificar, con una breve oración el trabajo o el estudio.

El papa recomienda a todos los fieles el rezo del Regina Coeli con el cual meditamos el misterio más grande de nuestra fe y nos llenamos de alegría «porque Cristo ha Resucitado».

 

 

La alegría de Pascua

Dios ocupa en nuestras vidas el mismo lugar que la alegría.

 

 

1. Ser cristiano, es creer en la resurrección de Cristo. No somos cristianos por el hecho de creer en la cruz, en el sufrimiento y en la muerte. Somos cristianos porque creemos en la resurrección, en la liberación, en la vida y en la alegría.

En el fondo de nuestro corazón hemos de tener la seguridad de que toda prueba se transforma en gracia, toda tristeza en alegría, toda muerte en resurrección.

 

Si queremos, no habrá un solo instante de nuestra existencia que pueda librarse de la alegría esplendorosa de Pascua. El verdadero cristiano es incapaz de vivir al margen de la alegría. Por Cristo se ha visto introducido e instalado en la alegría, entregado a la alegría. En su vida no puede ya existir el fracaso; ni el pecado, ni el sufrimiento, ni la muerte son para él obstáculos insuperables. Todo es materia prima de redención, de resurrección, ya que en el centro mismo de su pecado, de sus sufrimientos y de su muerte le espera Jesucristo vencedor. Por eso los mayores sufrimientos y las mejores alegrías pueden coexistir, íntimamente unidos en el lecho de una misma vida.

2. Pero sentimos tantas tentaciones de resistir. Aceptar creer en la alegría es casi aceptar a renunciar a nosotros mismos, a nuestra experiencia, a nuestra desconfianza, a nuestras quejas. Y nuestra alegría es la medida de nuestro apego a Dios, a la confianza, a la esperanza, a la fe. Nuestra negativa a la dicha es nuestra negativa a Dios. Dios ocupa en nuestras vidas el mismo lugar que la alegría.

3. Los padres de la Iglesia decían que no hay más que un solo medio para curar la tristeza: dejar de amarla. Creer en Dios es creer que Él es capaz de hacernos felices, de darnos a conocer una vida que deseamos prolongar por toda la eternidad. Porque, para muchos de nosotros, la cuestión difícil no está en saber si tienen fe en la resurrección, sino en saber si sienten ganas de resucitar, no en esta pequeña vida nuestra, egoísta, dolorosa y ciega. Si esto hiciera, el prolongar indefinidamente esa vida, sería más un castigo que una recompensa.

 

 

4. Por eso, la fe en la resurrección no puede brotar más que de un amor verdadero. Cristo nos ha dado a conocer ese amor que no pasa: “La fe y la esperanza pasarán, pero la caridad vive para siempre”.
Nuestra fe, nuestra esperanza de resucitar para nosotros y para los demás, depende estrechamente de nuestra capacidad de resurrección, están a la medida de nuestra fuerza de amar.

5. Para que podamos experimentar una vida de amor y de fe, tenemos que morir a nuestras faltas, a nuestras tristezas y a nuestros resentimientos. No existe Pascua para nosotros, si no aceptamos morir en esa zona de nuestra propia alma en la que estamos demasiado vivos: en nuestras agitaciones, nuestros temores, nuestros interesases, nuestro egoísmo. Y si no aceptamos resucitar en esa zona en la que estamos demasiado muertos: resucitar a la paz, a la fe, a la esperanza, al amor y la alegría.

No existe Pascua sin una buena confesión: un morir a nosotros mismos, a nuestros caprichos que son nuestros pecados, para resucitar a la voluntad de Cristo, que es amor, esperanza, renovación, cariño.

 

 

No existe Pascua sin una comunión pascual: un salir de nuestras costumbres, de nuestro pan y nuestra vida, para saborear otro pan, otra vida, un pan de la sinceridad, de entrega a los demás, una vida de amor, de fe y de alegría.

Eso es la fiesta de Pascua: un cambio de vida, un pasar de esta vida nuestra a otra admirable, maravillosa, que será nuestra vida para siempre, en la casa del Padre celestial.

 

 

Preguntas para la reflexión

1. ¿En qué medida son un cristiano alegre?
2. Soy capaz de renunciar a mis caprichos por amor a Cristo?
3. ¿Cómo me imagino la resurrección?