Hoy, todos aclamamos al Señor llenos de gozo. Lo hacemos, hermanos y hermanas queridos, porque el nacimiento de Santa María es el término de todas las expectativas del Antiguo Testamento y el anuncio de la llegada de El Salvador. Ella es la aurora que, después de la oscuridad de la noche tendida durante muchos siglos sobre la humanidad, precede al sol resplandeciente. Ella es la destinada a ser la Madre del Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo, el sol que viene del cielo (Lc 1, 78).
El evangelio era, a través de una serie de nombres de personajes bíblicos, la síntesis de la historia del pueblo de la primera alianza. Nada, pues, de una lista monótona y aburrida. Sino proclamación de la fidelidad y de la gracia de Dios que llegan a su cima con el nacimiento de la Virgen María y, más aún, con el de su hijo Jesús, el Mesías. Detrás de cada nombre hay una historia que nos hace ver cómo, tal como decía san Pablo, Dios lo dispone todo en bien de quienes le aman.
Por eso hoy, todos aclamamos al Señor llenos de gozo. El nacimiento de Jesús, tal y como nos es presentado en esta lista, es un acontecimiento único, fruto de la gratuidad amorosa de Dios. Sin embargo, bien insertado en un pueblo y en una familia concretos. La lista nos atestigua que Jesús, a pesar de su origen divino, es realmente hombre, verdaderamente «nacido de mujer», como dirá san Pablo (Ga 4, 4).
Sin embargo, es una lista que, a la luz de los libros de la Sagrada Escritura, refleja una serie de debilidad humana y de gracia de Dios. Constituye una muestra de cómo Dios va llevando a cabo con firmeza y amor su plan de salvación a través de la historia humana. En medio de los altibajos de las personas y de los hechos de cada día, incluso cuando puede parecer que no hay razón para la esperanza, como en el tiempo de la deportación a Babilonia. También entonces Dios llevaba adelante su plan hasta llegar a Santa María y al nacimiento de Jesús.
La gratuidad de Dios queda remarcada aún más en la mención que hace el evangelista de cinco nombres femeninos. Puede parecer sorprendente que en una lista hecha a partir de los nombres masculinos –que eran quienes daban la descendencia legal– haya unos nombres de mujer. Y no son los nombres de las mujeres más ilustres del Antiguo Testamento, como podrían ser Sara, Rebeca o Raquel. Los cuatro primeros nombres femeninos citados son personajes de una vida moralmente poco clara. Son: Tamar, esposa de un comportamiento muy dudoso con su suegro Judá; Rahab, una mujer pagana, prostituta, pero que llega a creer en el Dios de Israel y ayuda al pueblo de Dios; Rut, una mujer sin ninguna lacra moral y de una probada fidelidad, pero que era, también, pagana y de un pueblo que según la Escritura no debía ser nunca admitido en la comunidad del pueblo de Dios (Dt 23, 4 -5); ella, en cambio, creyó en Dios y fue incluida en el pueblo de Israel hasta llegar a ser la bisabuela del rey David, el precursor por excelencia del Mesías. De la cuarta mujer no nos es dado el nombre, pero sí nos es presentada como esposa de Uries, también ella extranjera, esposa del general Uries; con ella David cometió adulterio y, después de hacer morir al esposo, la tomó por esposa y de ella tuvo Solomón, el rey. El rasgo característico común a todas estas cuatro mujeres es la no conformidad en las normas establecidas. Pero a pesar de la sangre extranjera, pagana, y en el caso de algunas pese a su conducta reprobable, el plan divino de salvación se realizó a través de ellas. Ellas entraron en el linaje del Mesías, son, pues, de la familia de Jesús. Nada ha sido capaz de interrumpir el curso de la bendición de Dios: ni los errores políticos y religiosos de los reyes mencionados en la lista, ni los pecados personales o colectivos, ni la no pertenencia al pueblo de la alianza. Toda la genealogía contiene un mensaje de universalismo y gracia, subrayado aún más por los cuatro nombres femeninos. Y deja bien claro que el plan de Dios puede chocar con los obstáculos que pone la libertad humana, puede tener que dar vueltas, pero la fidelidad de Dios no se hace nunca atrás, siempre saca adelante su propósito movido por su amor fiel a la humanidad formada por pueblos muy diversos.
En la lista, también hay nombres masculinos alabados por la Escritura. Son quienes, con esperanza, confiaron en las promesas de Dios e intentaron vivir según sus mandamientos. Pero a otros muchos la Biblia hace un juicio negativo. Y sin embargo, son antepasados del Mesías.
Jesús, sintetiza en él toda la humanidad: judíos y paganos, buenos y pecadores. Jesús es amasado de la misma pasta humana que nosotros. El Dios Santo a la hora de dar cumplimiento a las promesas se pone a nuestro lado, como uno más; y se abre camino a través de la debilidad y del pecado de los seres humanos.
La lista, antes de llegar a Jesús, se detiene. Y hace mención de María. Es el quinto nombre femenino pero destacado en la forma de presentarlo. Ella tiene un papel mucho más importante y decisivo en la venida del Mesías, Hijo de Dios. El evangelista remarca su maternidad virginal, fuera, don…
Mauro de Glanfeuil, Santo
Abad, 15 de enero
Martirologio Romano: En Glanfeuil, junto al río Loire, en el territorio de Anjou, de la Galia (hoy Francia), san Mauro, abad (s. VI/VII).
Etimología: Aquel que procede de Mauritania, es de origien latino.
Breve Biografía
Nació en Roma de una familia ilustre el año 511. Se educa desde su adolescencia bajo la dirección de S. Benito, llegando a ingresar en su orden donde llega a ser Abad y fundador de muchos monasterios en Francia.
Taumaturgo por el episodio del estanque con el niño Plácido, la curación de los menesterosos y sus relaciones con el conde Gaidulfo, enemigo funesto de los monjes franceses. Su gran espíritu de penitencia le impulsa a retirarse a bien morir. Entrega su alma a Dios el 15 de enero del 583.
Al no constar el tiempo en que llegaron sus reliquias a Extremadura, sólo se puede afirmar ser muy antigua su veneración. El Sínodo diocesano de 1501 se expresa en estos términos: «Y así mismo, mandamos que en el lugar de Almendral se denuncie por fiesta de guardar el día de santo Mauro, por cuanto allí está el cuerpo». El Arcipreste de Santa Justa en Toledo, Julián Pérez llega a firmar que en 1130 ya se celebraba su memoria en Almendral según costumbres de muchos años antes, que en opinión de Solano de Figueroa sería a final de la monarquía goda, opinión no compartida hoy.
Cuando él es visitador general del Obispado en 1658 indaga sobre el asunto y recoge la tradición de que los benedictinos fueron sus portadores, aunque no hay papeles de bulas pontificias que lo acrediten debido a la desaparición de documentos por un incendio.
Fueron trasladadas dichas reliquias a la Catedral por el Obispo benedictino de Badajoz D. Fray José de la Zerda el 1643, continuando parte en Almendral, como lo fuera en Fosano, Montecasino y Marsella. La guerra con Portugal, que comenzó el 1640, obligó a dicho traslado por los motivos de seguridad. El 8 de Abril de 1668 ordena al cabildo entregar el cuerpo de San Mauro a la villa de Almendral. La entrega la hacen el 29 del mismo mes, los capitulares Juan Rebolero y Pedro Lepe. Quedó una reliquia en la Seo de la catedral, encargándosele a Solano de Figueroa la depositara en el relicario.
La Iglesia y obispado de Badajoz celebraba el 15 de Enero al Santo Abad.
Mateo, un hombre como yo
Santo Evangelio según san Marcos 2, 13-17. Sábado I del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te doy gracias de todo corazón por lo que me regalas. Creo en ti, Señor, pero dame Tú la fe que me falta. Espero en ti, pero ayúdame a realmente abandonar mi vida entera en tus manos amorosas. Te amo, Jesús, ayúdame a experimentar el infinito amor que me tienes. Quiero consolar tu corazón y adorarte con mi vida. Gracias, Jesús, por ser quien eres. Por favor, ven a reinar en mi vida y en la de mis hermanos. Cristo Rey Nuestro, ¡venga tu Reino!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?”.
Habiendo oído esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Jesús, ¿cómo habrás visto a Mateo?, ¿cómo habrá sido tu voz que con una sola palabra hiciste que un hombre lo dejara todo?
Mateo era un hombre. Un hombre y nada más. No un gran místico, no un fariseo devoto, no un rey poderoso. No, sólo un hombre… ¡Y qué hombre! Un pecador público, un avaro, ladrón y traidor de su patria… sólo un hombre como tantos hombres, un hombre entre tantos hombres…
Quizá ninguno de los que te seguían se hubiera sorprendido de que hubieras llamado a alguien bueno como al joven rico, a Nicodemo o a tu amigo Lázaro… pero ¿a Mateo?, ¿a ese pecador? Sí, Tú lo llamas a él… Como igual me llamas a mí… ¡A MÍ! que tantas veces me creo indigno de tu llamada a la vida, al amor, a la santidad… en particular, Jesús, me llamas a esta última que tantas veces me parece casi inalcanzable…
Sin embargo Tú me llamas a soltar mis seguridades, a dejar mi banco de impuestos, ese pecado que me encadena a las cosas de este mundo, que me hace encerrarme en mí mismo, en mi sacristía, en vez de seguirte con sinceridad y alegría.
San Mateo, intercede por mí para que, al igual que tú, sepa dejar todo lo que me impida seguir al Maestro en una vida cristiana coherente. Que me dé cuenta que Cristo me llama, no por mis méritos, sino porque lo necesito. Pídele a Cristo que me dé la fuerza para responder siempre afirmativamente y con presteza a su llamado a ser un verdadero apóstol de su Reino.
«Todos somos pecadores, todos hemos pecado. Llamando a Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no mira su pasado, la condición social, las convenciones exteriores, sino que más bien les abre un futuro nuevo. Una vez escuché un dicho bonito: «No hay santo sin pasado y no hay pecador sin futuro». Esto es lo que hace Jesús. No hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro. Basta responder a la invitación con el corazón humilde y sincero. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón. La vida cristiana, entonces, es escuela de humildad que nos abre a la gracia.» (Homilía de S.S. Francisco, 13 de abril de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a hacer un pequeño sacrificio para seguir a Cristo más de cerca.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
La paciencia misericordiosa de Dios
Cristo vino no por los justos, sino por los pecadores.
Hay pecados que se repiten una y otra vez. El mal hábito tiene raíces profundas. La lengua está fuera de control. Los ojos han perdido la limpieza. El corazón está encadenado a la avaricia por bienes materiales.
Surge entonces la tentación del desaliento. Una voz interior susurra que no podremos dejar ese vicio, que el pecado es más potente que nuestros mejores propósitos, que el arrepiento parece más fachada que realidad. Frente a esa tentación, el cristiano puede recordar el mensaje de Cristo, que nunca deja de amarnos, que tiene una paciencia infinita, que ofrece a todos la misericordia.
Es cierto que no podemos cruzarnos de brazos como si no tuviéramos nada que hacer: muchas veces resulta posible tomar propósitos realmente eficaces en un simple nivel humano. Pero también es cierto que reconocer la paciencia misericordiosa de Dios nos da ánimos, nos permite levantarnos nuevamente, nos impulsa a pedir perdón en el sacramento de la penitencia. Esa paciencia divina se explica simplemente como parte del amor. Un amor que nos creó. Un amor que sigue presente en la redención. Un amor que no se cansa de buscar, por más lejos que esté, a la oveja perdida. Por eso, cada vez que el pecado nos muerda de modo repetitivo, casi monótono, podemos levantar nuestro corazón para mirar al cielo y renovar nuestra confianza completa en la misericordia divina. Entonces se hará presente, en este momento particular de mi vida, el gran mensaje de Cristo, que vino no por los justos, sino por los pecadores (cf. Mc 2,17), y que se ha presentado como el Buen Pastor dispuesto a dar la vida por cada una de sus ovejas… (cf. Jn 10).
«Echo de menos poder caminar por las calles como en Buenos Aires»
El Papa Francisco responde con una breve carta al periodista Javier Martínez Brocal.
«Lo que más echo de menos en esta diócesis es no poder recorrer las calles, como hacía en Buenos Aires, caminando de una parroquia a otra». Una confesión expresada desde el inicio de su pontificado y que el Papa Francisco repite ahora en una carta de respuesta al periodista español Javier Martínez Brocal. Es el director de Rome Reports que, el 11 de enero, pasaba por la zona del Panteón y que inmortalizó al Papa saliendo de Stereosound, la tienda de discos cuyos propietarios conoce desde sus tiempos de Arzobispo de Buenos Aires.
La foto en blanco y negro del Pontífice en el umbral de la llamada «discoteca Panteón» -como llaman los romanos a la tienda-, con un disco de música clásica bajo el brazo que le regalaron la dueña del local, Letizia Giostra, y su hija Tiziana, se hizo viral en las redes sociales en pocos minutos.
Humorismo y vocación
Brocal escribió al Papa para decirle que lamentaba que él, amante de la libertad, tuviera que permanecer encerrado en su casa porque cada vez que se movía era descubierto por una cámara. Pero añadió que noticias como ésta de sus repentinas salidas pueden hacernos sonreír en tiempos en los que sólo se habla de tragedias. El Papa le dio las gracias por este «noble y bello» post. Al mismo tiempo, añadía en la carta, «no se puede negar que fue una ‘suerte bruta’ (mala suerte, ed.) que, después de tomar todas las precauciones, hubiera un periodista esperando a una persona en la parada de taxis». Un comentario ingenioso, como el Pontífice dejó claro más adelante en la carta: «No debemos perder el sentido del humor». Francisco también animó a «cumplir con su vocación» de periodista «incluso si esto significa poner en dificultades al Papa».
Una visita «humana»
El Papa Francisco -que no es ajeno a las salidas fuera de la Ciudad del Vaticano, ya que visitó una óptica en 2015 y luego una ortopedia en 2016- había ido a la tienda de música en el corazón de Roma a última hora de la tarde para bendecir el local recientemente renovado. Había pasado unos diez minutos con los propietarios, un viejo conocido suyo de sus días como Arzobispo de Buenos Aires en la Casa del Clero en la Via della Scrofa. La visita había sido «hermosa» y «humana», dijo el dueño de la tienda.
La nostalgia de salir a la calle
Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco ha revelado una nostalgia por poder moverse libremente por la ciudad. «Echo de menos salir a la calle, eso sí lo añoro, la tranquilidad de caminar por la calle, o ir a una pizzería a comer una buena pizza… Siempre he sido ‘de la calle'», reveló al diario argentino La voz del pueblo en 2015. Y dos años más tarde, en 2017, entrevistado por Scarp de tenis, una revista para personas sin hogar de Milán apoyada por Cáritas, repitió: «Solo hay una cosa que echo mucho de menos: la posibilidad de salir e ir a la calle. Me gusta visitar las parroquias y conocer a la gente». Un concepto que repitió en una reciente entrevista con la cadena de radio española Cope.
Condiciones para seguir a Jesús
Cristo no encuentra generosidad de parte de aquellos a quienes Él llama
Jesús al estar entre tanta gente pasa a la otra orilla del lago, no para apartarse, sino para estar también con los del otro lado, para que todos le puedan escuchar, pues cuando Jesús habla, su corazón arde con el deseo de glorificar a su Padre, arde por mostrar el amor que Dios nos tiene. Un amor que no es masificado, sino personal, un amor que se dirige a cada uno por nuestro nombre y apellido.
Apenas llega Jesús a la otra orilla, e inmediatamente un escriba le dice: «Te seguiré adondequiera que vayas», y Jesús le da esa respuesta que nadie se esperaba, seguramente que el escriba quedó helado ante esta respuesta, pues ya no supo ni que decir.
¿Cómo Jesús siendo Dios no tiene dónde reclinar la cabeza? Jesús es quien invita, «Llama» pero no encuentra generosidad de parte de aquellos a quienes Él llama. Muchas veces encuentra temor, egoísmo, búsqueda de propias realizaciones y proyectos… por eso no tiene dónde reclinar la cabeza. Pero Él también ha dicho: «No tengáis miedo, yo he vencido al mundo»
Jesús sigue caminando, dirige su mirada a un discípulo, y todavía no le lanza la pregunta, es más ni le dice nada, el discípulo se adelanta diciéndole «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre», hasta parecería un poco fuera de contexto. Sin embargo Jesús, con esa mirada serena, llena de paz, le mira a los ojos, le pone su mano en el hombro y le dice: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».
Señor si tu tienes palabras de vida eterna ¿Porqué me hago sordo a tu voz?. Jesús nos llama a todos, Él nos pide algo a cada uno. Hay a quienes llama a un mayor amor y comprensión en el matrimonio, en el noviazgo, a otros a un mayor compromiso concreto para ser mejores cristianos, vivir la caridad en la familia como expresión de Su amor, o una mayor entrega de nuestra vida, quizá me pide seguirle más de cerca en la vida religiosa o consagrada.
En fin, Dios nos esta llamando y Él Espíritu Santo inspira a cada uno.
Cuando el corazón está frío como el hielo
Sembrando Esperanza I. Anímate ya a suavizar tu corazón rodeándolo de amor y esperanza perdonando a quienes te ofendieron.
Afuera hace frío, mucho frío. Se ve el aliento de las personas al respirar, mientras caminan envueltos en abrigos y bufandas y las manos en los bolsillos.
Quizá las crestas de los montes estén cubiertas de nieve o de hielo, pero hay gente que tiene su corazón caliente, y no importa el frío de las calles; personas que tienen una razón para vivir, gente feliz y que sabe amar, que sabe convertir todas las cosas duras de la vida en algo bueno, algo positivo; tienen esperanza, confían en Dios, aman a su prójimo y se esfuerzan por mantener un clima de paz y calor en sus hogares, en su trabajo. Pero, ¡qué duro debe ser que ahí afuera haga frío y que el corazón esté congelado, hecho hielo!, frío por fuera y frío por dentro.
Hielo es la desesperanza, dejarse arrancar día a día los restos de confianza a los que uno se agarra para seguir viviendo. Hielo es el rencor y el odio que va pudriendo poco a poco de modo irremediable tantos corazones. ¡Qué hielo tan duro, es el miedo a la vida, al futuro, a la vejez, a la enfermedad y a la soledad, a que no te reconozcan! Necesitamos que salga el sol dentro de nosotros mismos, el sol de la esperanza, del amor, del optimismo, de la paz interior; tenemos que forzarnos a nosotros mismos y, antes que nada, obligarnos a creer que el sol puede salir en nuestra vida.
Hace un tiempo compré un bote de helado, y como no lo comí todo, decidí guardarlo en el congelador. Durante varios días estuve pensando en comerlo, pero luego lo olvidaba y lo seguía guardando para otro día.
Finalmente, se llegó el momento de comerlo, pero para mi sorpresa, el helado estaba totalmente congelado, a tal grado, que ni siquiera un cuchillo podía penetrarlo. Apenas podía creer que en tan poco tiempo se hubiera endurecido tanto. Así que tuve que esperar más de veinte minutos para empezar a comerlo.
Lo que le ocurrió a mi helado, me hizo pensar en las personas que se enojan con Dios, con la vida, con sus amigos y familiares, que pierden las esperanzas y sus corazones y sus vidas se congelan. Son personas que no han sabido enfrentar las dificultades y situaciones difíciles, que dicen frases como «Algún día los perdonaré»; pero lo que en verdad hacen, es poner sus corazones en el congelador.
Conforme pasa el tiempo, sus corazones se vuelven cada día más duros, no pueden perdonar a quienes en algún momento les ofendieron. No logran acercarse a Dios y reconfortarse en Su Amor y Su Misericordia; y cada día se alejan más y cada día se vuelve todo más difícil.
Si te sientes así, recuerda lo que le pasó a mi helado, no esperes mucho tiempo. Anímate ya a suavizar tu corazón rodeándolo de amor y esperanza perdonando a quienes te ofendieron, y todo lo demás vendrá por añadidura.
No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, recuerda que nadie sabe en qué momento puede ser llamado a rendir cuentas. El que desespera de todo, puede tener muchas razones y excusas, pero también algo de culpa, porque penas, sufrimientos, apuros económicos, contratiempos, están repartidos en la vida de todos; pero ahí está también la mente, nuestra mente, para buscar soluciones a los problemas, y unos la usan y otros no.
Ahí están nuestras manos para trabajar, y unos les dan uso y otros no; ahí está Dios que sí ayuda a los que confían, pero unos le rezan a ese Dios y otros le dan la espalda; ahí están las oportunidades que ofrece la vida, pero unos las buscan y otros se excusan diciendo que nada se puede hacer.
El sol de la esperanza puede salir, y de hecho sale, en la vida de todos los que se fuerzan a sí mismos a creer en Dios y en sí mismos; que se fuerzan a esperar lo mejor, a luchar por salir adelante a pesar de todo, yo no puedo controlar el clima de afuera, pero sí el interior de mi espíritu.
Los problemas lo pueden quebrantar a uno, si se deja; pero pueden fortalecerlo, si los enfrenta como retos magníficos.
San Francisco Fernández de Capillas, misionero mártir en China
Conoce a un valiente sacerdote de origen español que murió por su fe cristiana junto con otros 119 compañeros en el siglo XVII.
Nació el 15 de agosto de 1607 en Baquerín de Campos (Palencia, España). Fue ordenado sacerdote en Manila (Filipinas) a los 25 años.
En China, donde se perseguía a los cristianos, él no dejó de evangelizar y atender a los enfermos en la provincia de Fujián.
Por este motivo lo encarcelaron y lo decapitaron junto con otros 119 compañeros, el 15 de enero de 1648. Juan Pablo II los declaró santos el 1 de octubre de 2000.
La reliquia de su cabeza se conserva en el convento de los dominicos de San Pablo de Valladolid.
Fragmentos de una carta a uno de sus hermanos
“…Es Dios nuestro Señor el que aquí me ha traído…”
“No bastan trazas humanas para sacarme de aquí hasta que se llegue la hora en que tiene determinado nuestro Señor Jesucristo sacarme.”
“Haz que rueguen por mí todos para que me dé Dios nuestro Señor valor, si acaso se ofrece el volver a padecer por él mayores tormentos de los padecidos y glorificarlo por la muerte, que para todo estoy dispuesto en la voluntad de nuestro Señor.”
“… Yo reparto con ellos (los encarcelados) de lo que me dan y les sirvo en lo que me mandan y me tengo por muy dichoso en eso.”