Luke 21:12-19

Amigos, en el Evangelio de hoy el Señor nos advierte que debemos esperar persecuciones hasta el fin de los tiempos: “los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores”. ¿Cuándo dejará de ser perseguida la Iglesia? Cuando el Señor regrese y no antes.

Ninguno de los santos ha vivido una vida serena, una vida libre de preocupaciones, amenazas, persecuciones. Siempre me ha parecido extraño que, de algún modo, se asuma que quienes creen en Dios esperen que sus vidas sean un plato de cerezas. Absolutamente nada en la Biblia o en la gran tradición de la Iglesia nos lleva a esperar esto.

En cambio, los santos han encontrado coraje en la lucha. El Señor mismo prometió prepararlos para la defensa. “Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir”. El coraje los ayudó a superar la negatividad. Me acuerdo de un verso de una canción de Eva Cassidy: “Ninguna tormenta puede sacudir mi calma más íntima, mientras me aferro a esa roca. Ya que el amor es Señor del Cielo y de la tierra, ¿cómo puedo evitar seguir cantando?”.

El Señor nos llama a colaborar en la construcción de la historia, convirtiéndonos, junto a Él, en pacificadores y testigos de esperanza en un futuro de salvación y resurrección. La fe nos hace caminar con Jesús por las sendas de este mundo, muchas veces tortuosas, con la certeza de que el poder de Su Espíritu doblegará las fuerzas del mal, sometiéndolas al poder del amor de Dios. El amor es superior, el amor es más poderoso, porque es Dios: Dios es amor. Los mártires cristianos son un ejemplo para nosotros: nuestros mártires, incluso de nuestro tiempo (que son más que los del principio), son hombres y mujeres de paz, a pesar de que fueron perseguidos. Nos dan una herencia que debemos conservar e imitar: el Evangelio del amor y de la misericordia. (Angelus, 17 noviembre 2019)

Justos y verdaderos tus caminos

San Juan nos describe una visión del cielo. Los que han conseguido llegar allí, con las arpas que el mismo Dios les había dado, entonarán el cántico de Moisés y el cántico del Cordero: “Grandes y admirables son tus obras… justos y verdaderos tus caminos… tus justas sentencias han quedado manifiestas”.

Nos resultan más claras las palabras de Jesús al describirnos el juicio final. A los de su derecha, a los que han tratado a todo hombre como su hermano y han socorrido sus necesidades, el Rey del cielo les dirá: “Venid, benditos de mi Padre tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”.

Tenemos un Dios que desde el principio al fin nos ama entrañablemente y con su divino poder, al final de nuestra estancia terrena nos va a recibir en la patria celestial para hacernos gozar de la felicidad total y para siempre. Nuestra postura ante Él siempre tiene que estar en la línea del amor y del agradecimiento.

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

Duro, muy duro, es el panorama que indica Jesús a sus discípulos: persecuciones, cárceles, traiciones de padres, parientes, hermanos, matanzas, odios…Aunque a algunos seguidores de Jesús les ha tocado sufrir de esta manera, no a todos sus seguidores a lo largo de la historia les ha tocado, nos ha tocado, padecer estas desdichas. Pero sí es verdad que a lo largo de estos XXI siglos de cristianismo siempre ha habido adversarios y enemigos de los cristianos. El primer ejemplo lo tenemos en Jesús que fue ajusticiado injustamente en una cruz. Pero a todos los cristianos nos espera lo que le sucedió a Jesús después de su muerte, nos espera la resurrección a una vida de total felicidad, porque en medio de todas nuestras diversas circunstancias vitales, Jesús nunca nos dejará de su mano y “ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”… y resucitaremos a una vida de total felicidad y para siempre.  

Columbano, Santo

Memoria Litúrgica, 23 de noviembre

Abad

Martirologio Romano: San Columbano, abad, irlandés de nacimiento, que por Cristo se hizo peregrino para evangelizar a las gentes de las Galias. Fundó, entre otros muchos, el monasterio de Luxeuil, que él mismo rigió con estricta observancia, y obligado después a exiliarse, atravesó los Alpes y construyó el cenobio de Bobbio, en la Liguria, famoso por su disciplina y estudios, en el cual se durmió en paz, lleno de méritos para con la Iglesia. Su cuerpo recibió sepultura en este día († 615).

Etimológicamente Columbano = “paloma”. Viene de la lengua latina.

Breve Biografía

Nació en Irlanda en el 543. Desde pequeño mostró una clara inclinación para la vida consagrada.

Al salir de Irlanda en compañía del monje y San Galo, recorrió Europa Occidental. Unas veces era rechazado, otras acogido, pero de lo que no cabe duda es que fue el fundador de monasterios y abadías desde las cuales salía un resplandor cultural y religioso dignos de toda loa.

Fueron el foco para culturización y cristianización de la época merovingia. Su estilo de vida fue austero y así se lo exigía a los monjes, pues gracias a ella, encontraron un camino para la santidad al menos trece santos que no es el caso de enumerar.

El monasterio más célebre fue el de Luxeuil, al que confluyeron monjes francos, galos y burgondes. Fue durante dos siglos el centro de vida monástica más importante en todo el Occidente.

En el año 610 tuvo que salir pitando de Francia porque la cruel reina Brunehaut lo perseguía, porque le había echado en cara todos sus vicios y sus crímenes.

Pensaba volver a Irlanda pero se quedó en Nantes. También que tuvo que huir por los Alpes hasta que encontró acogida y refugio en Bobio, al norte de Italia, en la región de la Emilia Romagna, provincia de Piacenza.

Aquí fundó su último monasterio y en él murió en el año 615. La regla monástica original que dio a sus monasterios tuvo una influencia por toda Europa durante más de dos siglos.

Muchos pueblos, regiones y lugares están bajo su patrocinio.

También tuvo dificultades con los obispos franceses. Estos mandan en su diócesis pero no en los monasterios que desde siempre han estado exentos, es decir, no dependen del obispo.

Hubo alguien que lo trató bien. Fue el rey Aguilulfo. Menos mal que los cuatro últimos años de su vida pudo vivir tranquilo.

No dejes que me olvide…

Santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19. Miércoles XXXIV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, simplemente quiero estar un tiempo contigo, pues me ha llegado la pregunta de cómo sería mi vida si sólo viviera en tu presencia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.

Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.

Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida».

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El simple hecho de ir caminando por la senda de la vida nos va mostrando la fugacidad de las cosas. Los momentos que más hemos esperado y, también los que más hemos temido, se vuelven fieles compañeros del tiempo que pasa y no vuelve. Los brindis y abrazos quedan sólo en fotos plasmados; los llantos y la misma muerte se convierten en moralejas o en recuerdos muy presentes. La fidelidad encuentra su sentido en la traición y la vida en la persecución.

Señor, a pesar de llevarme por caminos donde no hay más que flores, montañas y horizontes, también he recorrido caminos en donde sólo hay oscuridad y el cansancio me ha propuesto ya no caminar más. Ayúdame a no detenerme y nunca olvidar que, aunque es verdad que todo cambia, todo pasa… tanto el bien como el mal… Sólo Tú permaneces, sólo Tú estás.

Me has hecho valorar las más grandes alegrías y también me has ayudado a vivir aquello que pensé nunca soportar. Ahí has estado y te repito, Señor, no me hagas olvidar que has cumplido tus promesas. No permitas que olvide que estoy bajo tu cuidado, bajo tu defensa.

Las copas se podrán romper, los abrazos se podrán olvidar, las lágrimas tienden siempre a secar, pero sé que en mi vida tu amor por mí nunca terminará. No me dejes olvidar…

«El poder del amor que no retrocede ante nada, ni frente al cielo en convulsión, ni frente a la tierra en llamas, ni frente al mar embravecido. Dios es más fuerte que cualquier otra cosa. Esta convicción da al creyente serenidad, valor y fuerza para perseverar en el bien frente a las peores adversidades. Incluso cuando se desatan las fuerzas del mal, los cristianos han de responder al llamado de frente, listos para aguantar en esta batalla en la que Dios tendrá la última palabra. Y será una palabra de amor».

(Homilía de S.S. Francisco, 29 de noviembre de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Invitaré a un pequeño grupo de amistades a una hora eucarística, mañana jueves, para preparar nuestro corazón para el inicio del nuevo año litúrgico.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

El odio, un mal que no termina

El mal se vence con el bien, la injusticia con la verdad unida a la misericordia.

Existe odio. Se lee en insultos en Internet. Se escucha en comentarios entre conocidos. Se ve en gritos de rabia de unos contra otros.

Ese odio, a veces, entra en la propia vida. Surge ante una injusticia. Se nutre del  cuerdo. Se aviva al ver el cinismo de un culpable no castigado. En sus formas extremas, el odio lanza sus flechas contra grupos enteros de personas, contra nacionalidades, contra clases sociales, contra categorías profesionales, contra todos los miembros de un part01:40

Otras veces queda circunscrito hacia personas concretas. Es un odio que al menos evita la injusticia: se concentra hacia aquella persona que nos traicionó, que nos hizo mucho daño. Pero no por ello deja de destruir el corazón de quien lo alberga.

Porque el odio, aunque a veces uno no se da cuenta, corroe a quien lo cultiva, y lo pone siempre en esa pendiente resbaladiza que lleva a los insultos en público, a las agresiones, incluso a la violencia.

No resulta fácil apagar el fuego del odio cuando ha crecido día a día, sobre todo si ha cristalizado en el deseo de venganza y en actitudes internas de rabia insatisfecha. Además, a veces escapa de uno mismo, contagia a otros, y se convierte en un mal que no termina.

Muchos conflictos sociales surgen desde el odio y lo alimentan. Conflictos políticos viven del odio hasta “aprovecharlo” para aumentar el número de votos. Incluso llegan a asaltos contra gente inocente o a guerras absurdas.

En el “Catecismo de la Iglesia Católica” (n. 2303) leemos: “El odio voluntario es contrario a la caridad. El odio al prójimo es pecado cuando se le desea deliberadamente un mal. El odio al prójimo es un pecado grave cuando se le desea deliberadamente un daño grave”.

Cristo invita a perdonar, a no dejarse atrapar por esa rabia interior que destruye a quien la acepta y que abre espacio a heridas mayores.

El mal se vence con el bien, la injusticia con la verdad unida a la misericordia, la ofensa con la mansedumbre (cf. Rm 12,17-21; Mt 5,43-48).

Ya hay demasiado odio en nuestro mundo. Si empezamos a arrancar sus pequeñas raíces de nuestro corazón, y si pedimos a Dios que nos dé la fuerza de perdonar y de acoger incluso al enemigo, empezaremos a vencer el odio y a irradiar aquello que tanto necesita nuestro tiempo: el amor auténtico.

Judíos y cristianos pueden actuar juntos y abrir caminos de paz

Encuentro del Papa Francisco con un grupo de representantes del Congreso judío mundial.

Los judíos y los católicos tienen «en común tesoros espirituales inestimables», profesan «la fe en el Creador del cielo y de la tierra» y creen que «el Omnipotente no ha permanecido alejado de su creación, sino que se ha revelado». Así lo destacó el Santo Padre al reunirse esta mañana en el Vaticano con unos doscientos delegados del Congreso judío mundial, que representa a las comunidades judías de más de cien países.

Preparar el terreno para la paz

Poniendo su mirada en las heridas de nuestra casa común, el Pontífice recordó que «las iniciativas comunes y concretas para promover la justicia requieren valor, colaboración y creatividad». «Nuestras iniciativas políticas, culturales y sociales para mejorar el mundo – añadió – no tendrán éxito sin la oración y la apertura fraterna a las demás criaturas en nombre del único Creador, que ama la vida y bendice a los pacificadores».

“Hoy, hermanos y hermanas, en tantas regiones del mundo, la paz está amenazada. Reconozcamos juntos que la guerra, toda guerra, es siempre, en todas partes, una derrota para toda la humanidad. Pienso en la de Ucrania, una grande, una guerra sacrílega que amenaza a judíos y cristianos por igual, privándolos de sus afectos, de sus hogares, de sus posesiones, ¡de sus propias vidas! Sólo con la seria voluntad de acercarse unos a otros y en el diálogo fraterno es posible preparar el terreno para la paz. Como judíos y cristianos, hagamos todo lo humanamente posible para detener la guerra y abrir caminos hacia la paz”

Colaboradores de la divina Providencia

A través de la fe y la lectura de las Escrituras – dijo el Papa – judíos y católicos entran en relación con el Señor y se convierten en «colaboradores de su voluntad providencial».

“También nosotros tenemos una visión similar del final, habitada por la confianza de que, en el camino de la vida, no avanzamos hacia la nada, sino hacia el Altísimo que nos cuida, hacia Aquel que nos ha prometido, al final de los días, un reino eterno de paz, donde acabará todo lo que amenaza la vida y la convivencia humana”

El Santo Padre agregó: “Nuestro mundo está marcado por la violencia, la opresión y la explotación, pero todo esto no tiene la última palabra: la fiel promesa del Eterno nos habla de un futuro de salvación, de un cielo nuevo y una tierra nueva (cf. Is 65, 17-18; Ap 21, 1) donde la paz y la alegría tendrán una morada estable, donde la muerte será eliminada para siempre, donde Él enjugará las lágrimas de todos los rostros (cf. Is 25, 7-8), donde ya no habrá luto, ni llanto, ni dolor (cf. Ap 21, 4)”.

“El Señor realizará este futuro, es más, Él mismo será nuestro futuro”

Actuar juntos

A la luz de la herencia religiosa compartida, judíos y católicos «ven el presente como un desafío» que los une, «como una exhortación a actuar juntos», dijo el Pontífice. La tarea de estas dos comunidades de fe es «trabajar para que el mundo sea más fraterno, luchando contra las desigualdades y promoviendo una mayor justicia, para que la paz no sea una promesa del otro mundo, sino que sea ya una realidad en éste».

A la luz de su herencia religiosa compartida, judíos y católicos «miran el presente como un desafío» que los une, «como una exhortación a actuar juntos». La tarea de estas dos comunidades de fe es «trabajar para que el mundo sea más fraterno, luchando contra las desigualdades y promoviendo una mayor justicia, para que la paz no sea una promesa del otro mundo, sino que sea ya una realidad en éste».

“Sí, el camino hacia la convivencia pacífica comienza con la justicia, que, junto con la verdad, el amor y la libertad, es una de las condiciones fundamentales para una paz duradera en el mundo (cf. Juan XXIII, Carta encíclica Pacem in terris, 18.20.25). ¡Cuántos seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios, están desfigurados en su dignidad a causa de una injusticia que desgarra el planeta y es la causa subyacente de tantos conflictos, el pantano en el que se estancan las guerras y las violencias!”

“Aquel que creó todo según el orden y la armonía, nos invita a reclamar este pantano de injusticia que aflige la convivencia fraterna en el mundo, al igual que la devastación ambiental compromete la salud de la tierra. Que el Señor – dijo finalmente Francisco – los acompañe en el camino y nos guíe juntos por el camino de la paz. Shalom”.

Historia del Congreso judío mundial

Los orígenes del Congreso judío mundial se entrelazan con oscuras páginas de la historia del siglo XX. Cuando 230 delegados que representaban a las comunidades judías de 32 países se reunieron en Ginebra, Suiza, en agosto de 1936 para fundar esta organización. El peligro era claro: los judíos de la Alemania nazi estaban siendo perseguidos y privados de sus derechos. Una creciente ola de antisemitismo también afectaba a las comunidades judías de toda Europa.

Inmediatamente después de su fundación, los principales objetivos de este organismo fueron la movilización del pueblo judío y de las fuerzas democráticas contra la deriva nazi, la lucha por la igualdad de derechos políticos y económicos. En la actualidad, la misión del Congreso judío mundial es promover la unidad y representar los intereses del pueblo judío y garantizar la continuidad y el desarrollo de su patrimonio religioso, espiritual, cultural y social.

El Congreso judío mundial, tal como lo recordó el Papa Francisco, «dialoga con la Comisión para las relaciones religiosas con el judaísmo y desde hace años organiza conferencias de gran interés».

El servicio del beato Miguel Pro cuando las iglesias estaban cerradas

Incluso cuando se prohibió el culto público en las iglesias, Miguel Pro continuó respondiendo a las necesidades espirituales de su pueblo

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En 1926, el presidente Calles de México promulgó nuevas leyes en su país que apuntaban específicamente a sacerdotes y religiosos, así como a los edificios de la Iglesia.

Con ellas los sacerdotes no podían usar su atuendo religioso en público y el gobierno tomó el control de iglesias y monasterios.

Pronto se prohibió el culto público y las iglesias permanecieron cerradas a los fieles.

Alternativas creativas

A pesar de todas estas dificultades, el beato Miguel Pro continuó sirviendo a su pueblo como sacerdote, buscando formas alternativas de llegar a su rebaño.

San Juan Pablo II explicó en su homilía para la beatificación del Padre Pro cómo se ocupó de atender las necesidades de la gente.

La celebración diaria de la Santa Misa fue el centro de su vida, así como una fuente de fuerza y ​​fervor para los fieles. El Padre Pro había organizado las llamadas “estaciones eucarísticas” en hogares particulares, donde el cuerpo del Señor pudo ser recibido diariamente en secreto durante los años de persecución.

Licenciado en Derecho, Miguel Pro era conocido como sacerdote, por lo que vestía varios disfraces para facilitar su ministerio.

Visitaba a las familias en sus casas, les decía misa, escuchaba su confesión e incluso bautizaba a los niños.

Valentía y perseverancia

Los cierres de iglesias y la amenaza de encarcelamiento no disuadieron a Pro de ser pastor, como señala san Juan Pablo II.

Su vida de apóstol lleno de dedicación y valentía estuvo inspirada por un incansable celo evangelizador. Ni los sufrimientos de graves enfermedades, ni la infatigable actividad ministerial que realizaba a menudo en circunstancias dolorosas y arriesgadas, lograron sofocar la alegría radiante y comunicativa que brotaba de su amor a Cristo y que nadie le pudo quitar (cf. Jn. 16, 22).

Su ejemplo sigue siendo una inspiración para muchos, por su valor para enfrentarse a la persecución religiosa y su voluntad de servir a su pueblo durante las situaciones más difíciles.

Su martirio, recogido en estas impactantes fotografías, fue solo un paso más -el definitivo- de su total entrega a Dios:

Galería fotográfica