La Palabra revela a Dios (…) precisamente por medio de las Escrituras, nos revela el rostro de Dios como el de Aquel que se hace cargo de nuestra pobreza y le preocupa nuestro destino. No es un tirano que se encierra en el cielo, esa es una fea imagen de Dios, sino un Padre que sigue nuestros pasos. No es un frío observador indiferente e imperturbable, un Dios “matemático”. Es el Dios con nosotros, que se apasiona con nuestra vida y se identifica hasta llorar nuestras mismas lágrimas. No es un dios neutral e indiferente, sino el Espíritu amante del hombre, que nos defiende, nos aconseja, toma partido a nuestro favor, se involucra y se compromete con nuestro dolor. Siempre está presente allí. Esta es «la buena noticia» (v. 18) que Jesús proclama ante la mirada sorprendida de todos: Dios es cercano y quiere cuidar de mí, de ti, de todos. Y este es el modo de tratar de Dios: la cercanía. (Homilía, Domingo de la palabra de Dios, 23 enero 2022)
Hoy celebramos la Fiesta de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María. Y nuestro Evangelio afirma que ella será la Madre de Jesús, quien será “Dios con nosotros”.
María es una figura rica y con un simbolismo multivalente en todos los Evangelios. En las narrativas de la infancia del evangelista Lucas, ella emerge como portavoz del antiguo Israel, proclamando y entonando, en el Magnificat, las palabras de Ana.
En el relato de la Navidad del evangelista Mateo, la vemos obligada a exiliarse en Egipto para más tarde volver a su hogar, recapitulando así el viaje de Israel de la esclavitud a la libertad. Ella es la encarnación simbólica del Israel fiel y paciente que anhela la salvación.
En el Evangelio de Juan, María es, sobre todo, madre. Es la madre física de Jesús y, a través de Él, madre de todos los que buscan una nueva vida en Jesús.
Como madre del Señor, ella también es Israel en toda esa serie de eventos e ideas en las cuales aparecerá Jesús y en cuyos términos Él se vuelve inteligible. En ese sentido, Hans Urs von Balthasar ha dicho que María efectivamente despertó la conciencia mesiánica de Jesús a través de su narración de la historia de Israel a su hijo.
Reflexión
Este pasaje de la historia de José y María nos presenta el desarrollo final de un proyecto maravilloso pensado por Dios, después del pecado de nuestros primeros padres. Dios no estaba dispuesto a dejar que su proyecto de amor para el hombre se arruinara por culpa del pecado y del intruso que había llevado a la muerte a sus creaturas.
Así que fue desarrollando un maravilloso plan que entra en su última etapa con el nacimiento de nuestra Madre Santísima, la purísima Virgen María. Su nacimiento marca el momento en que dicho proyecto inicia su fase de desarrollo. Qué lejos estaban los padres de nuestra Madre santísima de conocer los divinos planes que Dios tenía para su hija, la cual llegaría a ser la madre del Emmanuel, como nos lo indica nuestro texto evangélico.
Este proyecto de salvación aún no termina y cada uno de nosotros tiene una participación mucho muy especial, por lo que desde el momento de nuestro nacimiento, Dios puso en nosotros, como en María, todos los dones que necesitaríamos para cumplir este plan.
Nuestro nacimiento pone en marcha esa parte del plan, en el cual no pueden faltar, a pesar de que en su realización tengamos, momentos de sufrimiento y dificultad. No te asustes ni te angusties en estos momentos difíciles, ya que si para superarlos Dios necesitara enviarte un ángel, no dudes que lo hará. Eres parte de un proyecto y Dios no te dejará solo, como lo hizo con María, solo déjate conducir como ella por el Espíritu Santo.
Natividad de la Santísima Virgen
Fiesta, 8 de septiembre
Fiesta de la Natividad de la bienaventurada Virgen María, de la estirpe de Abrahán, nacida de la tribu de Judá y de la progenie del rey David, de la cual nació el Hijo de Dios, hecho hombre por obra del Espíritu Santo, para liberar a la humanidad de la antigua servidumbre del pecado.
Un anticipo y anuncio inmediato de la redención obrada por Jesucristo es el nacimiento de su Madre la Virgen María, concebida sin mancha de pecado, llena de gracia y bendita entre todas las mujeres.
En Jerusalén, en la Iglesia de Santa Ana. La primera fuente de la narración del nacimiento de la Virgen es el apócrifo Protoevangelio de Santiago, que coloca el nacimiento de la Virgen en Jerusalén, en el lugar en que debió existir una basílica en honor a la María Santísima, junto a la piscina probática, según cuentan diversos testimonios entre los años 400 y 600. Después del año 603 el patriarca Sofronio afirma que ése es el lugar donde nació la Virgen. Posteriormente, la arqueología ha confirmado la tradición.
La fiesta de la Natividad de la santísima Virgen surgió en oriente, y con mucha probabilidad en Jerusalén, hacia el s. v. Allí estaba siempre viva la tradición de la casa natalicia de María. La fiesta surgió muy probablemente como dedicación de una iglesia a María, junto a la piscina probática; tradición que se relaciona con el actual santuario de Santa Ana.
¡Feliz cumpleaños Virgen María!
El nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos
La Natividad de la Santísima Virgen María, 8 de septiembre
La Virgen María fue la Madre de Jesús y, con este hecho, se cumplieron las Escrituras y todo lo dicho por los profetas. Dios escogió a esta mujer para ser la Madre de su Hijo. Con ella se aproximó la hora de la salvación. Por esta razón la Iglesia celebra esta fiesta con alabanzas y acciones de gracias.
Un poco de historia
El nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin pecado original. María, la elegida para ser Madre de Dios, era pura, santa, con todas las gracias más preciosas. Tenía la gracia santificante, desde su concepción.
Después del pecado original de Adán y Eva, Dios había prometido enviar al mundo a otra mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Al nacer la Virgen María comenzó a cumplirse la promesa.
La vida de la Virgen María nos enseña a alabar a Dios por las gracias que le otorgó y por las bendiciones que por Ella derramó sobre el mundo. Podemos encomendar nuestras necesidades a Ella.
La fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María se comenzó a celebrar oficialmente con el Papa San Sergio (687-701 d.C.) al establecer que se celebraran en Roma cuatro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación.
Se desconoce el lugar donde nació la Virgen María. Algunos dicen que nació en Nazaret, pero otros opinan que nació en Jerusalén, en el barrio vecino a la piscina de Betesda. Ahí, ahora, hay una cripta en la iglesia de Santa Ana que se venera como el lugar en el que nació la Madre de Dios.
Algo que no debes olvidar
María vino al mundo sin pecado original y con la gracia santificante.
La Virgen María fue escogida para ser la Madre de Dios.
La Virgen María fue pura y santa.
Al nacer la Virgen María se cumplió la promesa de Dios de que mandaría al mundo a una mujer de la que nacería el Salvador para liberarnos del pecado.
Cómo vivir la fiesta en familia
Llevar flores a la Virgen en alguna capilla, en señal de que la amamos y dando gracias a Dios por haberla creado y escogido para esa gran misión.
Pedir a la Santísima Virgen María, para que nos consiga la gracia que más necesitemos en este momento de nuestra vida, como familia.
Oración
María, en este día que festejamos tu nacimiento, te pido que me ayudes a estar siempre cerca de ti y de tu Hijo Jesús. Amén.
Nada va más allá de Él
Santo Evangelio según san Mateo 1,1-16.18-23. Natividad de la Virgen María
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús… aquí estoy… aquí quiero estar hoy. Tú y yo… eso me basta.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 1,1-16.18-23
[Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos.
Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amos a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.]
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa ‘Dios con nosotros'».
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Tantas circunstancias en la vida donde la desesperación, la agonía y la angustia nos abrazan. Donde todo parece estar en contra y el desenlace es inevitable. Nos sentimos solos y casi automáticamente buscamos apoyo; alguien que nos dé la solución o una esperanza como mínimo; hasta quisiéramos que nos dieran mentiras como analgésico para disminuir el dolor del impacto con la realidad… quisiéramos consuelo, buscamos descanso…queremos paz.
José, un hombre justo; un hombre de Dios… un hombre. Confiaba, pero la realidad lo traicionaba…, lo que tenía ante sus ojos no lo podía entender. Quería entenderlo, se esforzaba por hacerlo… pero no podía.
La duda, la confusión y la angustia lo acompañaban; buscaba ver a Dios con una mirada de fe y desde el corazón… y nada.
Dios que ve lo más profundo del corazón pone atención a sus deseos de consuelo, de apoyo… de una explicación y por medio del ángel comienza diciendo: «José, Hijo de David, No dudes…» No temas…
Esas primeras palabras son muchas veces el consuelo, el apoyo y la explicación de Dios ante la realidad que parece muchas veces golpearnos; que parece ir en contra de lo que planeamos.
Dios espera que recibamos la paz de sus palabras como un niño que sabe que, ante la realidad más desfavorable, sólo basta ponerse detrás de su padre para estar seguro… Sólo basta escuchar estas palabras de la persona que sabes más te ama para encontrar la paz…«no temas».
Estas palabras implican una escucha atenta y una acción pronta de la voluntad. Implican decirle al Señor: ¡Está bien! Pero dime qué hago… a dónde voy…. Implica vivir en la libertad de la voluntad de Dios.
Fue difícil san José, pero gracias por enseñarme que, ante la realidad más confusa, ahí está Dios pues nada va más allá de Él… Gracias por enseñarme a confiar y, sobre todo, a escuchar.
… ¿Señor qué quieres de mí hoy?
«Yo quisiera también decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a san José. Porque es un hombre fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio tengo una imagen de san José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo. Nosotros no. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de san José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema». (Homilía de S.S. Francisco, 16 de enero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Preguntarle a Dios desde el corazón, como hijo que se sabe ante su Padre: Señor, ¿qué quieres de mí hoy?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Para tomar buenas decisiones, hay que escuchar el propio corazón
Catequesis del Papa Francisco, 7 de septiembre de 2022.
Por: Sebastián Sansón Ferrari | Fuente: Vatican News
Bajo una soleada mañana de verano en Roma, este miércoles 7 de septiembre la Audiencia General volvió a la Plaza de San Pedro, en la que se vivió un clima de fiesta, con la alegre presencia de numerosos fieles y peregrinos de distintas partes del mundo.
Francisco pronunció su segunda catequesis en la serie sobre el discernimiento, inspirándose en el ejemplo de San Ignacio de Loyola, cuando, en un «episodio decisivo de su vida», Ignacio se encuentra en casa convaleciente, después de haber sido herido en batalla en una pierna. Para liberarse del aburrimiento pide leer algo. «A él, dice el Papa, le encantaban los cuentos de caballería, pero lamentablemente en casa había solo vidas de santos».
Y agrega: «Un poco a regañadientes se adapta, pero durante la lectura comienza a descubrir otro mundo, un mundo que lo conquista y parece competir con el de los caballeros. Se queda fascinado por las figuras de San Francisco y de Santo Domingo y siente el deseo de imitarles. Pero también el mundo caballeresco sigue ejerciendo su fascinación sobre él. Y así siente dentro de sí esta alternancia de pensamientos, los caballerescos y los de santos, que parecen ser equivalentes».
La experiencia de San Ignacio
El Obispo de Roma se detiene en un fragmento de la autobiografía de San Ignacio, quien escribe:
“Pensando en aquello del mundo -y en las cosas caballerescas, se entiende-, se deleitaba mucho; mas cuando después de cansado lo dejaba, hallábase seco y descontento; y cuando en ir a Jerusalén descalzo, y en no comer sino yerbas, y en hacer todos los demás rigores que veía haber hecho los santos; no solamente se consolaba cuando estaba en los tales pensamientos, mas aun después de dejando, quedaba contento y alegre, un rastro de alegría dejó aquello (n. 8).”
Dos aspectos de la historia de Ignacio
Francisco desglosa dos rasgos de la experiencia de Ignacio: el primero, el tiempo. Marca un contrapunto entre los pensamientos del mundo, que al principio son atractivos, pero después pierden brillo y dejan vacío, descontento, mientras que los de Dios suscitan al inicio una cierta resistencia, pero cuando se les acoge, trae una paz desconocida, que perdura.
El segundo elemento es el punto de llegada de los pensamientos: «Al principio, la situación no parece tan clara. Hay un desarrollo del discernimiento: entendemos qué es el bien para nosotros no de forma abstracta, general, sino en el recorrido de nuestra vida».
En las reglas para el discernimiento, fruto de esta experiencia fundamental, Ignacio pone una premisa importante, que ayuda a comprender tal proceso: «En las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, acostumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciéndoles imaginar deleites y placeres de los sentidos, para conservarlos y hacerlos crecer más en sus vicios y pecados; en dichas personas el buen espíritu actúa de modo contrario, punzándoles y remordiéndoles la conciencia por el juicio recto de la razón» (Ejercicios Espirituales, 314).
El discernimiento no es una especie de oráculo o fatalismo
El Obispo de Roma puntualiza que «hay una historia que precede al que discierne, una historia que es indispensable conocer, porque el discernimiento no es una especie de oráculo o fatalismo o una cosa de laboratorio, ¡no!, como echar la suerte con dos posibilidades».
«Las grandes preguntas surgen cuando ya hemos hecho un tramo en la vida, y es a ese tramo al que debemos volver para entender lo que buscamos. Si en la vida vamos un poco por ahí, ahí: «¿Pero por qué estoy caminando en esta dirección, qué estoy buscando?», y ahí se produce el discernimiento».
Francisco insiste, como lo ha hecho en reiteradas ocasiones, que para saber qué pasa, qué decisión tomar, para juzgar una situación, hay que escuchar el propio corazón. Recuerda que «escuchamos la televisión, la radio, el teléfono móvil, somos maestros de la escucha, pero te pregunto: ‘¿Sabes escuchar tu propio corazón? ¿Te paras y dices: ‘Pero cómo está mi corazón’? ¿Está satisfecho, está triste, busca algo?».
Dios trabaja en los eventos no programados y en los contratiempos
Hacia el final de la catequesis, el Santo Padre recuerda la importancia de desarrollar la capacidad de discernir qué nos dice Dios a través de los imprevistos: «Se supone que iba a salir a caminar y tengo un problema en el pie, no puedo… Contratiempo, ¿qué te dice Dios? ¿Qué te dice la vida allí?».
La Biblia no puede interpretarse al margen de la Iglesia en la que nació
Biblia e Iglesia
Puntos de meditación sobre la relación Biblia-Iglesia.
La Biblia no puede ser comprendida correctamente si se toma desligada de la Iglesia en la que nació.
1. La Iglesia no nació de la Biblia, porque la Iglesia es anterior a la Biblia. Es decir, primero fue la Iglesia, y en ella nación la Biblia. Esto, lo mismo con respecto a Israel, si nos referimos al Antiguo Testamento, como con respecto a la Iglesia Cristiana, si nos referimos al Nuevo testamento.
Cuando se escribieron los libros del Nuevo testamento, la Iglesia ya había sido fundada por Cristo, pues recordemos que Cristo murió y resucitó alrededor del año 30, mientras que los libros del Nuevo testamento, fueron escritos mucho después. Por ejemplo, el Evangelio de San Marcos se escribió alrededor del año 64; San Lucas escribió su Evangelio entre los años 65 y 80de esas fechas más o menos data el Evangelio actual de San Mateo. Los primeros libros del N T son las cartas de San Pablo, escritas entre los años 51 y 67. El último fue el Apocalipsis escrito entre los años 70 y 95.
2. Cuando se escribió la Biblia (en concreto en N.T) la Iglesia era ya una comunidad viva, gobernada por los Apóstoles y por sus sucesores, que transmitían de viva voz la Palabra de Dios. No todo lo que pasó quedó escrito, ni siquiera de la vida y Predicación de Jesús (Jn 21,25; 2 Te 2,15; 2 Tim 1, 13; 2,2; 2Jn 12)
3. La Biblia es verdadera Palabra de Dios, y debemos creer y obedecer lo que nos enseña y manda. Pero Jesucristo no vino a escribir una Biblia. El vino a inaugurar el Reino de Dios y para eso fundó una comunidad (su Iglesia) que fuera ya en el mundo el anuncio y el inicio permanente de ese Reino. A sus Apóstoles Jesús no los mandó a repartir Biblias sino a predicar y a dirigir en su nombre su Iglesia ( Mt 28, 19; Lc 10,16; Rom 10,17). A sus discípulos, Jesús no los mando a que leyeran la Biblia para conocer su voluntad, sino que los puso en relación con su Iglesia, y con las autoridades que dejó en ella (Hech 9, 6-17; Mt 18,15-17) Esto mismo hizo Yahvé en el A:T. (Dt 17, 8-13)
Encontramos en la Biblia partes difíciles de entender, y que muchos falsean su sentido, razón por la cual es necesario que alguien, que esté inserto plenamente en la Iglesia, ayude a entender (2 Pe 3,16; Hech 8, 29-31)
4. La Iglesia cristiana del siglo I era guiada por la Palabra de Dios. Pero ésta no estaba sólo en los pocos libros que escribieron algunos de los Apóstoles, sino que se encontraba también en las palabras y hechos de Jesús, en la predicación de los Apóstoles, y en la orientación que daban continuamente a la predicación de los Apóstoles, y en la orientación que daban continuamente a la Iglesia y que ella recogía, conservaba y vivía con Fidelidad. A este conjunto de orientaciones vivas de Cristo y de los Apóstoles (Que no quedaron escritas ) es a lo que la Iglesia llama la Tradición, la cual quedo plasmada en la vida misma de la Iglesia, en sus instituciones, en su culto y sobre todo, en su manera de entender las cuestiones que plantea la Biblia.
5. La Tradición es la atmósfera o el ambiente en el que ésta se escribió, y la clave para interpretarla correctamente. La Tradición es la vida y la fe de la Iglesia del siglo I que juntos con la Biblia escrita, se ha conservado y transmitido fielmente.
La natividad de la Virgen María
María como modelo de Jesús y de todos los hombres.
Por: P. Jesús Martí Ballester
Dice una antigua Tradición, que la Virgen Madre de Dios nació en Jerusalén, junto a la piscina de Bezatha. La Liturgia Oriental celebra su nacimiento cantando poéticamente que este día es el preludio de la alegría universal, en el que han comenzado a soplar los vientos que anuncian la salvación. Por eso nuestra liturgia nos invita a celebrar con alegría el nacimiento de María, pues de ella nació el sol de justicia, Cristo Nuestro Señor.
Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
En la plenitud de los tiempos, María se convirtió en el vehículo de la eterna fidelidad de Dios. Hoy celebramos el aniversario de su nacimiento como una nueva manifestación de esa fidelidad de Dios con los hombres.
El Evangelio
Nada nos dice el Nuevo Testamento sobre el nacimiento de María. Ni siquiera nos da la fecha o el nombre de sus padres, aunque según la leyenda se llamaban Joaquín y Ana.
Éste nacimiento es superior a la Creación, porque es la condición de la Redención. Y, sin embargo, la Iglesia celebra su nacimiento. Con él celebramos la fidelidad de Dios. “Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien” Romanos 8,28. Y es motivo de alegría gozosa y permanente de todos y cada uno de los llamados.
No sabemos cómo se cumplirá, pero tampoco sabemos como nace el trigo, y cómo se forja la perla en la ostra. Pero nacen y crecen y se forjan. La inteligencia humana, por aguda que sea, tiene su límite y ya no puede alcanzar más. Cerrar los ojos ante el misterio, sabiéndonos llamados por Dios, y “desbordar de gozo en el Señor” Salmo 12, 6.
Todo lo que sabemos de su nacimiento es legendario y se encuentra en el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual Ana, su madre, se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo de Nazaret. Su nombre significa «el hombre a quien Dios levanta», y, según san Epifanio, «preparación del Señor». Descendía de la familia real de David. Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo tan ansiado no llegaba.
Los hebreos consideraban la esterilidad como un oprobio y un castigo del cielo. Eran los tales menospreciados y en la calle se les negaba el saludo. En el templo, Joaquín oía murmurar sobre ellos, como indignos de entrar en la casa de Dios.
Esta conducta se ve celebrada en Mallorca, en una montaña que se llama Randa, donde existe una iglesia con una capilla dedicada a la Virgen.
En los azulejos que cubren las paredes, antiquísimos, el Sumo Sacerdote riñe con el gesto a San Joaquín, esposo de Santa Ana, quien, sumiso y resignado, parece decir:
No puede ser, no he podido tener hijos. Sabemos que su esterilidad dará paso a María. Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para obtener con penitencias y oraciones la ansiada paternidad.
Ana intensificó sus ruegos, implorando como otras veces la gracia de un hijo. Recordó a la otra Ana de las Escrituras, de que habla el libro de los Reyes: habiendo orado tanto al Señor, fue escuchada, y así llegó su hijo Samuel, quien más tarde sería un gran profeta. Y así también Joaquín y Ana vieron premiada su constante oración con el nacimiento de una hija singular, María, concebida sin pecado original, y predestinada a ser la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.
De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale su luz clara y digna
de ser pura eternamente:
el alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella
y con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
EL NACIMIENTO
Nace María. Nace una niña santa. Nada se nota en ella hasta que crece y comienza a hablar, a expresar sus sentimientos, a manifestar su vida interior. A través de sus palabras se conoce el espíritu que la anima.
Se dan cuenta sus padres: esta niña es una criatura excepcional. Se dan cuenta sus compañeras: que se sienten atraídas por el candor de la niña y, a la vez, sienten ante ella recelo, respeto reverencial. Sus padres no saben si alegrarse o entristecerse. Para conocer lo sobrenatural hace falta tiempo y distancia. No ha habido nunca ningún genio contemporáneo; al contrario, siempre es considerado como un loco, un ambicioso o un soberbio.
Los niños hacen lo que ven hacer a los mayores. La niña santa no imita los defectos de los mayores y obra según sus convicciones. Cuando nació Juan Bautista, la gente se preguntaba «¿qué va a ser este niño?» (Lc 1,79). De María se preguntarían lo mismo. Ella comprende que, aunque quisiera hablar de lo mucho que lleva dentro, debe callar. Y tiene que vivir en completa soledad, de la que es un reflejo, el aislamiento del niño que crece entre gente mayor.
María, llena de gracia, vivía como perfectísima hija de Dios, entre hombres que habían perdido la filiación divina, habían pecado, y sentían la tentación y sus inclinaciones al pecado. El hombre conoce la diferencia que hay entre lo bueno y lo malo, y cuando obra el mal, percibe la voz de la conciencia.
Antes de pecar, la percibe y la desatiende, durante el pecado, la acalla con el gozo del pecado, después de pecar, la oye y quisiera no oírla. Este es el conocimiento del mal, que no procede de Dios, sino de haberse separado de Él. María no conoce el mal por experiencia, sino por infusión de Dios. No había pecado nunca. Por eso no entendía a la gente y se sentía sola.
Experimentaba que sólo ella era así. Si hubiera vivido en un desierto, no hubiera padecido tanto, pero en Nazaret, aldea pequeña, con fama de pendenciera y poca caritativa, es tenida por orgullosa, la que era la más humilde. Como los niños viven su mundo aparte de los mayores, así tiene que vivir María entre su gente.
Mujer comprometida
Y una mujer así, ¿nos puede comprender?, ¿puede ser nuestra madre? Sí porque María es una mujer comprometida con todo el género humano. María fue la pobre de Yahvé. Los pobres de Dios nunca preguntan, nunca protestan. Se abandonan en silencio y depositan su confianza en las manos del Señor y Padre.
Con el Concilio hemos recuperado la Biblia, libro prohibido en mis años de juventud. También la Liturgia en castellano. También la Iglesia, no como una pirámide, sino como pueblo de Dios. De la misma manera hemos de recuperar a María, como Hermana en la fe, Madre en la fe. María peregrinó en la fe como todos los cristianos. Se abandonó a Dios. Pudo ser lapidada, al quedarse encinta, pudo ser repudiada… Es la pobre de Yahvé.
Querríamos saber más cosas de María
El evangelio nos dice muy poco de Ella. Pero, si bien lo miramos, implícitamente nos dice mucho, todo. Porque Jesús predicó el Evangelio que, desde que abrió los ojos, vio cumplido por su Madre. Los hijos se parecen a sus padres. Jesús sólo a su Madre. Era su puro retrato, no sólo en lo físico, en lo biológico, sino también en lo psíquico y en lo espiritual.
Cada hombre, según las leyes mendelianas de los cromosomas y los genes, hereda de su padre y de su madre. Decía un sacerdote que su padre decía: «mi hijo es treballaor com yo y listo com sa mare».
Cuando Jesús pronuncia el sermón de las Bienaventuranzas, está pintando a su Madre: Pobres de espíritu, Mansos, Pacientes, Humildes, Misericordiosos, Trabajadores de la Paz. Nos ha dado su Retrato.
Sus actitudes vitales son idénticas las de la Madre y el Hijo: en el momento decisivo de su vida María le dice al Ángel: «Hágase en mi»… En el momento de comenzar su Hora, Jesús dice lo mismo «Hágase». Cuando nos enseña su carné de identidad, María nos dice que es «la esclava del Señor».
Cuando Jesús nos presenta el suyo, nos dice que es «manso y humilde de corazón». Jesús predicó las bienaventuranzas porque las había vivido. Y las vivió porque las había visto vivir a su Madre. Por eso la quiso y la hizo Inmaculada, porque tenía que ser su madre y su educadora en la fe.
Las imágenes
En algunas imágenes aparece Santa Ana sentada como una auténtica abuela. Tiene en sus rodillas a María, quien con una apariencia muy maternal, tiene en las suyas al niño Jesús. Tres generaciones, sentada cada una en las rodillas de la otra. Gracias, Dios nuestro, por esta dimensión tan humana de la fe católica.
Esforcémonos por vivir como María, niña, adolescente, novia limpia, madre cariñosa y solícita, trabajadora, paciente en la pobreza, en las persecuciones y humillaciones, en las adversidades. Educadora con la palabra y la vida de su hijo, de sus hijos, que somos todos.
Así seremos motivo de consuelo y de gozo para “quien nos predestinó, nos llamó, nos predestinó, justificó, glorificó” Romanos 8,24.
¿Qué es ser periodista?
Los periodistas deben ser fieles a la verdad y huir de sus propios intereses, dice el Papa
Al recibir en audiencia a la fundación que promueve el Premio de Periodismo internacional “Biagio Agnes”, el Papa Francisco previno sobre anteponer los intereses personales a la hora de informar y pidió que los periodistas sean fieles a la verdad.
“Ser periodista es un trabajo exigente que tiene que ver con la formación de las personas, de su visión del mundo y de sus actitudes ante los eventos”, dijo a los 70 integrantes de la Delegación de este premio internacional.
Alabó a este grupo porque “haciendo tesoro de su enseñanza” se empeñen “ante todo personalmente, para una comunicación que sepa anteponer la verdad a los intereses personales o de corporaciones” y con el premio “ustedes señalan a la sociedad periodistas que se distinguen por responsabilidad en el ejercicio de la profesión”.
Francisco afirmó que “es necesario ser muy exigentes con sí mismos para no caer en la trampa de las lógicas de contraposición por intereses o por ideologías”.
“Es siempre más urgente apelarse a la sufrida y fatigosa ley de la búsqueda profundizada, de la confrontación y, si es necesario, del ‘callar’ antes que herir a una persona” o “deslegitimar un evento”, dijo.
El Papa tildó al periodismo de “un trabajo exigente” que ha cambiado en los últimos años por el continente digital y alertó de que “las dinámicas de los medios de comunicación y del mundo digital cuando se vuelven omnipresentes, no favorecen el desarrollo de una capacidad de vivir con sabiduría, de pensar en profundidad, de amar con generosidad”.
“A menudo se ve, en los viajes apostólicos o en otros encuentros, una diferencia en la forma de producir: desde los clásicos equipos televisivos, hasta chicos y chicas que con un Smartphone saben confeccionar una noticia para algún portal. O también desde las radios tradicionales a verdaderas entrevistas hechas siempre con el celular”, puso a modo de ejemplo.
Por último, a su parecer, el periodista “trata de abrir espacios de esperanzas mientras se denuncian situaciones de degradación y de desesperación” y está llamado a “tener abierto un espacio de salida, de sentido, de esperanza”.
Fiesta de la Natividad de la Virgen: el cumpleaños de la Madre de Dios
Es una celebración con más de 15 siglos de tradición. Todo es poco para la Madre de Dios
La Virgen María es la Madre de Jesús. Por la Tradición sabemos que sus padres eran san Joaquín y santa Ana y que residían en Séforis.
Hubo un nacimiento de Cristo, el Hijo de Dios, en un momento preciso de la Historia. En santa María se cumplen las profecías del Antiguo Testamento y los textos de la Escritura que se refieren a cómo sería la venida del Mesías.
Debido a la importancia de la Virgen, la Iglesia celebra desde hace muchos años el día de su nacimiento. No se dispone de una fecha exacta conocida, pero sí hay voluntad de recordar a todas las generaciones su papel clave en la Salvación. Por eso celebramos su Natividad el 8 de septiembre.
Del nacimiento de la Virgen la Iglesia recalca que fue escogida por Dios para ser la Madre de Cristo, Dios y Hombre verdadero, y que fue concebida (en el seno materno de su madre) sin pecado original. Por eso se la llama Inmaculada, que significa “sin mancha”. La Virgen tenía la gracia santificante desde el momento de su concepción.
En ella se comienza a cumplir la promesa de un Redentor que Dios dará a los hombres después de que nuestros primeros padres, Adán y Eva, cometieran el pecado original. Porque en el Génesis ya había establecido que el linaje de la mujer aplastaría la cabeza del diablo (Gen 3, 15).
Historia de la fiesta
La fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María se comenzó a conmemorar oficialmente con san Sergio (687-701 d.C.). Este Papa mandó que se celebraran en Roma cuatro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación.
No sabemos exactamente dónde nació la Virgen. Los historiadores y arqueólogos barajan tres opciones: Belén, Séforis o Jerusalén.
Belén podría ser ya que la Virgen era de la estirpe de David, linaje real. Y sabemos que Belén era la ciudad de David, a la que los evangelios narran que san José y la Virgen fueron a empadronarse.
Séforis, a pocos kilómetros al norte de Belén, podría ser porque los padres de la Virgen residían allí.
Y Jerusalén es la hipótesis más apoyada, amparándose en un escrito de san Sofronio, en el siglo IV d. C.
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La fiesta de la Natividad de la Virgen es muy especial. En la Iglesia, a los santos suele celebrarse el día de su fallecimiento porque es el de su marcha al cielo. Sin embargo, conmemoramos tres nacimientos: la Natividad del Señor, el Nacimiento de san Juan Bautista y la Natividad de la Virgen.
La celebración de esta fiesta se vivió en Oriente antes que en Occidente, donde la introdujo san Maurilio después de haber tenido una revelación en el año 430. La comenzó en la diócesis de Angers (Francia).
Un hombre de Angers se encontraba en la pradera de Marillais la noche del 8 de septiembre del 430 cuando vio a los ángeles cantar en el cielo. Les preguntó cuál era el motivo de su cántico y le respondieron que cantaban de alegría por el nacimiento de Nuestra Señora esa noche (cfr. La fête angevine N.D. de France, IV, París, 1864, p. 188).
La fiesta fue expandiéndose, con intención de mostrar el amor dde los cristianos a la Virgen. Consta que en Roma se celebraba ya en el siglo VII. El papa Servio la declaró fiesta solemne con una gran procesión.
En 1245, el papa Inocencio IV la declaró fiesta universal de la Iglesia durante el concilio de Lyon.
Hoy en muchos lugares del mundo celebran la fiesta, unida a las «vírgenes encontradas», imágenes de Nuestra Señora halladas y que desde hace siglos son foco de devoción popular en ermitas y santuarios. En España son varios cientos de localidades que celebran hoy esta fiesta.
Oración
El 7 de septiembre de 2014, después del Ángelus, el papa Francisco invitó a todos a rezar a la Virgen así: “Recuerden[…], es la fiesta litúrgica del nacimiento de la Virgen María, sería su cumpleaños ¿Y qué se hace cuando la mamá cumple años? Se la saluda, se le da el buen cumpleaños. Mañana recuerden a la mañana temprano desde sus corazones, y sus labios saluden a la Virgen María y díganle feliz cumpleaños y recen un Avemaría que venga del corazón de hijo y de hija”.
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Esta es la oración del Avemaría:
«Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo.
Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oración colecta de la misa de la Natividad de la Santísima Virgen María:
«Concede, Señor, a tus hijos el don de tu gracia, para que, cuantos hemos recibido las primicias de la salvación por la maternidad de la Virgen María, consigamos aumento de paz en la fiesta de su Nacimiento. Por nuestro Señor Jesucristo.»