DOMINGO XXII

Amigos, en el corazón de lo que enseña San Ignacio de Loyola en sus “Ejercicios Espirituales” está la idea del desapego. Si vamos a seguir la voluntad de Dios, entonces tenemos que desapegarnos de los bienes del mundo a los que somos adictos. Un principio básico de este desapego es el “agere contra”, que es el latín sencillamente de “actuar en contra”. La idea es simple: si están apegados o son adictos a cierto bien del mundo, entonces lo mejor que pueden hacer es actuar en contrario —presionar, incluso agresivamente, en la dirección opuesta.

REFERENCIAS BÍBLICAS

  • Luke 14:1,
  • Luke 14:7-14

 Amigos, nuestro Evangelio de hoy contiene el conocido pasaje del Evangelio de Lucas que trata sobre los lugares de honor en un banquete. A Jesús lo habían invitado a la casa de una persona destacada, uno de los “jefes de los fariseos”, y se da cuenta cómo las personas están cuidadosamente atentas respecto a la posición, el estatus y la prominencia.

¿Se darán cuenta que estoy aquí? ¿A quién puedo impresionar? Y Jesús pone el dedo en el lugar más sensible para una persona egoísta. ¡Esta persona intenta con todo esfuerzo poder hacerse notar, finalmente lo hace, pero por las razones equivocadas! Su juego egoísta fracasa terriblemente, ya que todos lo ven pasar vergüenza. Entonces, ¿cuál es la solución? Dejar de jugar este juego. Tomar, voluntariamente, el lugar menos llamativo. Optar por salir del juego.

Al final de la parábola se sugiere otra estrategia. También es acerca de no cooperar con el mal. ¿Brindaré una cena para la gente, pero solo para que luego ellos me inviten a otra cena? ¡Entonces opta por no participar! No juegues. Invita a la fiesta a aquellas personas que no tienen ninguna capacidad para invitarte a cambio. “Antes bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos, y serás bienaventurado, ya que ellos no tienen para recompensarte”.

En un contexto social que sigue marcado por la exclusión frente al privilegio, en el que parece interminable la fila de quienes se esfuerzan por alcanzar los primeros puestos, la Palabra nos invita a tener “un oído atento”, un “corazón prudente” desde el que alcanzar la verdadera sabiduría.

El Dios, que como nos recuerda el salmo, “prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.”, nos habla de su radical opción por el enaltecimiento de los humildes y los mansos, a quienes Él revela sus secretos.

Humildad y amor gratuito parecen ser los ejes desde los que el Señor nos propone repensar nuestras relaciones humanas. Solo en medida en la que avanzamos en el camino del vaciamiento del yo, hacemos un lugar en nuestras vidas para que Dios actúe en nosotros -o a través de nosotros- en la construcción del banquete de la fraternidad universal.

Agustín, Santo

Memoria Litúrgica, 28 de agosto

Obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, el cual, después de una adolescencia inquieta por cuestiones doctrinales y libres costumbres, se convirtió a la fe católica y fue bautizado por san Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe (430).

Etimológicamente: Agustín = Aquel que es venerado, es de origen latino.

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

Breve Biografía

San Agustín es doctor de la Iglesia, y el más grande de los Padres de la Iglesia, escribió muchos libros de gran valor para la Iglesia y el mundo.

Nació el 13 de noviembre del año 354, en el norte de África. Su madre fue Santa Mónica. Su padre era un hombre pagano de carácter violento.

Santa Mónica había enseñado a su hijo a orar y lo había instruido en la fe. San Agustín cayó gravemente enfermo y pidió que le dieran el Bautismo, pero luego se curó y no se llegó a bautizar. A los estudios se entregó apasionadamente pero, poco a poco, se dejó arrastrar por una vida desordenada.

A los 17 años se unió a una mujer y con ella tuvo un hijo, al que llamaron Adeodato.
Estudió retórica y filosofía. Compartió la corriente del Maniqueísmo, la cual sostiene que el espíritu es el principio de todo bien y la materia, el principio de todo mal.

Diez años después, abandonó este pensamiento. En Milán, obtuvo la Cátedra de Retórica y fue muy bien recibido por San Ambrosio, el Obispo de la ciudad. Agustín, al comenzar a escuchar sus sermones, cambió la opinión que tenía acerca de la Iglesia, de la fe, y de la imagen de Dios.

Santa Mónica trataba de convertirle a través de la oración. Lo había seguido a Milán y quería que se casara con la madre de Adeodato, pero ella decidió regresar a África y dejar al niño con su padre.

Agustín estaba convencido de que la verdad estaba en la Iglesia, pero se resistía a convertirse.

Comprendía el valor de la castidad, pero se le hacía difícil practicarla, lo cual le dificultaba la total conversión al cristianismo. Él decía: “Lo haré pronto, poco a poco; dame más tiempo”. Pero ese “pronto” no llegaba nunca.

Un amigo de Agustín fue a visitarlo y le contó la vida de San Antonio, la cual le impresionó mucho. Él comprendía que era tiempo de avanzar por el camino correcto. Se decía “¿Hasta cuándo? ¿Hasta mañana? ¿Por qué no hoy?”. Mientras repetía esto, oyó la voz de un niño de la casa vecina que cantaba: “toma y lee, toma y lee”. En ese momento, le vino a la memoria que San Antonio se había convertido al escuchar la lectura de un pasaje del Evangelio. San Agustín interpretó las palabras del niño como una señal del Cielo. Dejó de llorar y se dirigió a donde estaba su amigo que tenía en sus manos el Evangelio. Decidieron convertirse y ambos fueron a contar a Santa Mónica lo sucedido, quien dio gracias a Dios. San Agustín tenía 33 años.

San Agustín se dedicó al estudio y a la oración. Hizo penitencia y se preparó para su Bautismo. Lo recibió junto con su amigo Alipio y con su hijo, Adeodato. Decía a Dios: “Demasiado tarde, demasiado tarde empecé a amarte”. Y, también: “Me llamaste a gritos y acabaste por vencer mi sordera”. Su hijo tenía quince años cuando recibió el Bautismo y murió un tiempo después. Él, por su parte, se hizo monje, buscando alcanzar el ideal de la perfección cristiana.

Deseoso de ser útil a la Iglesia, regresó a África. Ahí vivió casi tres años sirviendo a Dios con el ayuno, la oración y las buenas obras. Instruía a sus prójimos con sus discursos y escritos. En el año 391, fue ordenado sacerdote y comenzó a predicar. Cinco años más tarde, se le consagró Obispo de Hipona. Organizó la casa en la que vivía con una serie de reglas convirtiéndola en un monasterio en el que sólo se admitía en la Orden a los que aceptaban vivir bajo la Regla escrita por San Agustín. Esta Regla estaba basada en la sencillez de vida.

Fundó también una rama femenina.

Fue muy caritativo, ayudó mucho a los pobres. Llegó a fundir los vasos sagrados para rescatar a los cautivos. Decía que había que vestir a los necesitados de cada parroquia. Durante los 34 años que fue Obispo defendió con celo y eficacia la fe católica contra las herejías. Escribió más de 60 obras muy importantes para la Iglesia como “Confesiones” y “Sobre la Ciudad de Dios”.

Los últimos años de la vida de San Agustín se vieron turbados por la guerra. El norte de África atravesó momentos difíciles, ya que los vándalos la invadieron destruyéndolo todo a su paso.

A los tres meses, San Agustín cayó enfermo de fiebre y comprendió que ya era el final de su vida. En esta época escribió: “Quien ama a Cristo, no puede tener miedo de encontrarse con Él”.

Murió a los 76 años, 40 de los cuales vivió consagrado al servicio de Dios.

Con él se lega a la posteridad el pensamiento filosófico-teológico más influyente de la historia.
Murió el año 430.

¿Qué nos enseña su vida?

  • A pesar de ser pecadores, Dios nos quiere y busca nuestra conversión.
  • Aunque tengamos pecados muy graves, Dios nos perdona si nos arrepentimos de corazón.
  • El ejemplo y la oración de una madre dejan fruto en la vida de un hijo.
  • Ante su conflicto entre los intereses mundanos y los de Dios, prefirió finalmente los de Dios.
  • Vivir en comunidad, hacer oración y penitencia, nos acerca siempre a Dios.
  • A lograr una conversión profunda en nuestras vidas.
  • A morir en la paz de Dios, con la alegría de encontrarnos pronto con Él.
  • Si quieres conocer más de la vida de San Agustín consulta corazones.org
    Conoce el nuevo sitio Augustinus.it tiene el objetivo de difundir no sólo algunos aspectos de la figura poliédrica del santo sino toda su personalidad.Algunos motivos para leer una de las obras cumbre de San Agustín

    Lee sus Obras en español

Ir más allá de las apariencias

Santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14. Domingo XXII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, donde sea que me encuentre, Tú me miras con tu amor. Y donde sea que me encuentre, siempre puedo dirigirme a ti. Aquí me encuentro hoy frente a ti, para colocarme en tu presencia. Gracias por tan grande don: el de estar siempre a mi lado, siempre a la espera que las puertas de mi corazón se abran. Quiero poner en tus manos estos instantes: que adquieran carácter de eternidad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14

Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:

“Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.

Luego dijo al que lo había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Señor, si cada día me dedicara a modelar mi corazón semejante al tuyo, pronto ya no habría más espacio en él para odiar a nadie. Quisiera repetir con ilusión en cada instante esta sincera advocación: «Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo». Es contra toda lógica del mundo, sí, pues es la lógica de Dios: «el que se humille a sí mismo, será engrandecido», «a quien te golpee una mejilla, has de colocarle la otra», «amen a sus enemigos», «aquél que diga tonto a su hermano, es reo de justicia», «tus pecados te son perdonados», «perdónalos, porque no saben lo que hacen», «hoy estarás conmigo en el paraíso»…

Dame un verdadero corazón, un corazón del verdadero Dios, un corazón lleno de puro amor. «Haz mi corazón semejante al tuyo» y concédeme la gracia de imitarlo en cada instante, siendo universal, nunca excluyente, que nunca juzgue, sino que siempre acoja con misericordia, que busque al que «no quisiera» buscar, que ame al que «no quisiera» amar, y termine por querer amarle.

Quiero aprender de ti, hasta incluso colocarme por debajo de los que me pudieran parecer menores. Me percataré una y otra vez, que tu sabiduría no es como la de los hombres. Que tu corazón va siempre más allá de la apariencia, de lo superficial, pues va a hasta lo profundo, mirando con ojos divinos, enseñándome su hermoso arte. Hazme una persona sencilla, que sepa colocarse como la menor, con corazón sencillo, manso y humilde, y sepa mirar a los demás como los miras Tú. Así sea.

«El que sirve a los demás y vive sin honores ejerce la verdadera autoridad en la Iglesia. Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad».

(Homilía de S.S. Francisco, 18 de octubre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Señor, haré un pequeño sondeo de mi corazón, para ver si hay alguna persona o grupo de personas a quienes desprecio, tengo en menos, o he decidido incluso ignorar. ¿Qué puedo cambiar?

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Algunos motivos para leer una de las obras cumbre de San Agustín

Es de esas cuatro o cinco obras que han definido el pensamiento occidental y han convertido a su autor, africano de nacimiento (cuando el Magreb era cristiano), en padre de Europa

13 de mayo de 2007. Agustín de Hipona (Tagaste, 354-Hipona, 430) es Padre de la Iglesia e «hijo de las lágrimas de su madre», Santa Mónica, verdadera inspiradora del núcleo central de la personalidad de nuestro escritor, el cual muy pronto destacó por la agudeza de su inteligencia y por una sagaz imaginación, que le permitió plasmar un pensamiento muy original mediante una gran literatura.

Vivió en Madaura, Cartago (allí despertó su gran afición al teatro y a la retórica), Roma y Mediolanum (Milán), donde maduró su conversión y donde fue bautizado por su maestro San Ambrosio a la edad de 33 años. Su inquietud por la verdad fue una constante durante toda su vida. Lo que se rastrea muy bien en la lectura de las Confesiones (debo decir que los dos principales análisis de la memoria los harán Agustín de Hipona y Marcel Proust).

Primero por descubrir esa verdad, y más tarde por defenderla. El Hortensius de Cicerón fue quien le impulsó muy pronto al estudio voraz de la filosofía. Es conocido su maniqueísmo y su posterior escepticismo. Pero la influencia más decisiva será la neoplatónica, con Plotino como principal valedor.

En Agustín hay dos conversiones -que son una en el amor de Cristo-. Una conversión intelectual (con los neoplatónicos en vanguardia) y otra espiritual (con San Ambrosio). Todo ello podría decirse que fue cuajando en una visión existencialista del amor, en un análisis de la santidad como esencia de Dios y plenitud del hombre.

No otra cosa sostiene su obra La ciudad de Dios: el Amor como origen, explicación, evolución y sostén de la realidad y de la historia. Un texto que es a la vez apologético y dogmático, y que a su manera es deudor de las Repúblicas de Platón y de Cicerón. En La ciudad de Dios la cuestión de la relación entre razón y fe se trata bajo el aspecto de la relación entre fe y cultura. Agustín, que tanto hizo por fundar y promover una cultura cristiana, lo resuelve desarrollando tres grandes argumentos: la exposición fiel de la doctrina cristiana; la atenta recuperación de la cultura pagana (en lo que tenía de recuperable); y la demostración insistente de la presencia en la enseñanza cristiana de cuanto verdadero y válido había en aquella cultura. Eso sí, con la ventaja de encontrarse perfeccionado y sublimado.

Esta obra merece ser leída atentamente hoy como ejemplo y estímulo para profundizar el encuentro del cristianismo con las culturas de los pueblos. Vale la pena transcribir un importante texto de la misma: «La ciudad celeste… convoca a los ciudadanos de todas las naciones sin preocuparse de las diferencias de costumbres, leyes o instituciones… no suprime ni destruye cosa alguna de éstas; al contrario, las acepta y conserva todo lo que, aunque diverso en las diferentes naciones, tiende a un mismo fin: la paz terrena, pero con la condición de que no impida la religión que enseña a adorar a un solo Dios, sumo y verdadero».

Una obra mayor de la literatura y pensamiento universal. Y el lector debe seguir el ejemplo agustiniano: «Toma y lee».

La humillación nos prepara para algo más hermoso

El Espíritu Santo puede hacer surgir maravillas, si nosotros aceptamos el desafío

Cuando algo se termina en nuestras vidas, el Espíritu Santo quiere aprovechar para hacer nacer algo nuevo, para ayudarnos a iniciar una nueva etapa.

Si nos hemos equivocado, si hemos fracasado, si hemos sido humillados, eso no es la muerte. Tampoco es el fin del mundo. Sólo es el fin de un mundo. Pero con el poder y el amor de Dios podemos crear otra vida nueva; otro mundo puede nacer. En medio de una humillación Dios nos invita a amar la vida, a asumir nuevos desafíos. Pero no se trata de conformarnos con cosas insignificantes. Aunque nos hayamos equivocado tenemos derecho a iniciar cosas grandes, que valgan la pena. ¿Por qué no? Quizás la humillación que hemos sufrido sea una purificación que nos prepara para algo más hermoso. No hay que dejar de confiar en las posibilidades que Dios ha sembrado dentro nuestro; hay que atreverse a más, ir por más, buscar algo más.

Cuando empequeñecemos nuestra vida, atrofiamos nuestras capacidades, y no es eso lo que quiere hacer el Espíritu Santo en nosotros.01:49

Nunca hay que dejarse morir, porque creemos en un Dios de la vida, que no nos quiere medio muertos. Ninguna humillación tiene el derecho de arrasar con esa vida que Dios ama. Al contrario, de las cenizas, el Espíritu Santo puede hacer surgir maravillas, si nosotros aceptamos el desafío.

Francisco a los nuevos cardenales: Volvamos a mirar a Jesús

Papa Francisco presidió el Consistorio Público Ordinario para la creación de 20 nuevos cardenales.

El fuego es la imagen que el Santo Padre Francisco eligió, a partir del Evangelio de San Lucas (“Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”), para articular su reflexión durante el Consistorio Público Ordinario para la creación de 20 nuevos cardenales, celebrada en la Basílica vaticana este sábado 27 de agosto a las cuatro de la tarde, ante la presencia de unos 7.000 fieles.

El Pontífice invitó a considerar las dos formas que asume este símbolo y, a la luz de ellas, rezar por los cardenales, “de modo particular por ustedes, que precisamente en esta celebración reciben dicha dignidad y responsabilidad”, afirmó.

El estilo de Dios: Cercanía, compasión y ternura 

El Obispo de Roma puntualizó que, con el «primer fuego» (la llama del Espíritu), «el Señor quiere comunicarnos su valentía apostólica, su celo por la salvación de cada ser humano, sin excluir a nadie».

“Quiere comunicarnos su magnanimidad, su amor sin límites, sin reservas, sin condiciones, porque en su corazón arde la misericordia del Padre. Y dentro de este fuego se encuentra también la tensión misteriosa, propia de la misión de Cristo, entre la fidelidad a su pueblo, a la tierra de las promesas, a aquellos que el Padre le ha dado y, al mismo tiempo, a la apertura a todos los pueblos, al horizonte del mundo, a las periferias aún desconocidas.”

Un fuego que arde

Sobre el segundo fuego, «en las brasas», el Sucesor de Pedro dijo que «este fuego arde, de modo particular, en la oración de adoración, cuando estamos en silencio cerca de la Eucaristía y saboreamos la presencia humilde, discreta, escondida del Señor, como un fuego en ascuas, de manera que esta misma presencia se convierte en alimento para nuestra vida diaria».

Un fuego que le hace pensar, por ejemplo, en Carlos de Foucauld, «quien, al haberse encontrado por mucho tiempo en un ambiente no cristiano, en la soledad del desierto, centró toda su atención en la presencia, tanto la presencia de Jesús vivo en la Palabra y en la Eucaristía, como la propia presencia del santo, que era fraterna, amigable y caritativa». También en los hermanos y hermanas «que viven la consagración secular, en el mundo, alimentando el fuego bajo y duradero en los ambientes laborales, en las relaciones interpersonales, en los encuentros de pequeñas fraternidades; o también como sacerdotes, en un ministerio perseverante y generoso, sin hacer alarde, en medio de la gente de la parroquia».

«Y no nos olvidemos del fuego en ascuas custodiado por los ancianos», exhortó el Papa, que «son un tesoro, el tesoro de la Iglesia», insistió Bergoglio. «Son el hogar de la memoria en el ambiente familiar, social y civil. ¡Qué importante es este brasero de los mayores! En torno a él se reúnen las familias, permitiendo leer el presente a la luz de las experiencias del pasado y tomar decisiones sabias», expresó.

¿Qué me dice a mí y a ustedes este doble fuego de Jesús?

Dirigiéndose a los hermanos Purpurados, «a la luz y con la fuerza de este fuego camina el Pueblo santo y fiel, del cual hemos sido convocados y al que hemos sido enviados como ministros de Cristo, el Señor».

«¿Qué me dice a mí y a ustedes, en particular, este doble fuego de Jesús?», se preguntó el Santo Padre. «A mí me parece que nos recuerda que el fuego del Espíritu mueve al hombre lleno de celo apostólico a cuidar con valentía tanto las cosas grandes como las pequeñas, porque non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo, divinum est”, añadió. 

El mismo fuego espiritual de siempre

Francisco recordó que «un Cardenal ama a la Iglesia, siempre con el mismo fuego espiritual», ya sea tratando las grandes cuestiones («la grande diplomacia») como ocupándose de «las pequeñas cosas pastorales», encontrándose con los grandes de este mundo y con los pequeños, «que son grandes delante de Dios».

Solo Jesús conoce el secreto de esta magnanimidad humilde 

«El secreto del fuego de Dios, que desciende del cielo, iluminando de un extremo al otro, y que cocina lentamente el alimento de las familias pobres, o de los migrantes, o de quienes no tienen un hogar», aseveró el Obispo de Roma. 

«No somos un número»

El Papa remarcó que Jesucristo nos lleva a cada uno por nuestro nombre. «Nos llama por nuestro nombre, nos mira a los ojos, a cada uno de nosotros: mirémonos a los ojos, y nos pregunta: Tú, nuevo cardenal, y todos ustedes, hermanos cardenales: ¿puedo contar con ustedes?», interpeló a los nuevos Purpurados.

Al concluir su homilía, Francisco dirigió un pensamiento especial al Cardenal Richard Kuuia Baawobr, obispo de Wa, en Ghana, quien se ausentó por un problema de salud. 

El rito de creación de los nuevos Purpurados

Luego de la homilía, el Santo Padre pronunció la fórmula de creación de los cardenales, quienes juraron fidelidad a él y a sus sucesores «hasta el derramamiento de sangre». Uno a uno, se acercaron a la sede para recibir, de rodillas, los símbolos del cardenalato: el solideo rojo, el birrete, el anillo y la bula con la asignación del título o diaconía.

Cada uno de ellos recibió el abrazo de la paz de Francisco, un gesto replicado inmediatamente después por el Cardenal Decano, el primero de los Cardenales Presbíteros y el primero de los Diáconos, en representación de todo el Colegio Cardenalicio. (Aquí puede leer la nota informativa de la Oficina de Celebraciones Litúrgicas Pontificias)

Entre los aspectos singulares de este Consistorio, cabe resaltar que fue creado el primer Purpurado de la historia del Paraguay, Mons. Adalberto Martínez Flores. Los otros tres nuevos Purpurados latinoamericanos proceden de Cartagena de Indias, en Colombia, y de Manaos y Brasilia, en Brasil.

Las dos causas de canonización que fueron votadas

Después del consistorio ordinario público para la creación de los nuevos cardenales, se procedió a aprobar dos causas de canonización: del fundador de los Scalabrinianos, Juan Bautista Scalabrini, y del laico salesiano ítalo-argentino Artémides Zatti. 

El Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, leyó una breve biografía de cada uno de ellos.

Francisco confirmó que el domingo 9 de octubre se desarrollará la canonización.

Reunión de los Cardenales para reflexionar sobre la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium

Los Purpurados continúan unos días más en Roma, pues, entre otras razones, han sido convocados a participar en una reunión para intercambiar sobre la nueva Constitución Apostólica que entró en vigor el pasado 5 de junio, en la Solemnidad de Pentecostés, tal como lo anunciara el Papa Francisco luego de rezar el Regina Coeli del domingo 29 de mayo de 2022.

Como informa un comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, publicado este sábado 27 de agosto, las sesiones se desarrollarán de mañana a partir de las 9 hasta las 16, luego de una breve pausa para el almuerzo.

Se prevén encuentros por grupos linguísticos sobre diversos aspectos relativos al documento, como también intercambios en Aula.

Por el momento, está confirmada la presencia de 197 participantes, entre Cardenales, Patriarcas Orientales y Superiores de la Secretaría de Estado.

Por último, en la tarde del martes 30 de agosto, luego de los trabajos plenarios, se celebrará la santa misa en la Basílica Vaticana.

Los 7 mensajes más tiernos del Papa sobre los abuelos

Un aporte de romereports. com para los abuelos

Por: S.S. Papa Francisco | Fuente: http://www.romereports.com

1. AGRADECIMIENTO

FRANCISCO
6 de julio, 2015
«Quisiera saludar a todos las abuelas y abuelos y agradecerles su preciosa presencia en las familias y para las nuevas generaciones”.

Desde el principio, Francisco ha tenido muy presentes a las personas mayores. En la misa de inicio de pontificado pidió que se les cuide especialmente porque

Pocos meses después, en la Jornada Mundial de la Juventud de Brasil, habló a los jóvenes sobre la importancia de escuchar a sus mayores.

2. EUTANASIA CULTURAL

FRANCISCO
25 de julio, 2013
«Esta civilización mundial se pasó de rosca, se pasó de rosca… porque es tal el culto que se ha hecho al Dios dinero que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos. No se cuida a los ancianos porque no se les cuida. Pero está también eutanasia cultural. No se los deja hablar ni actuar”.

Francisco sabe que los abuelos son una pieza fundamental en la vida de los niños. Y lo sabe por propia experiencia gracias al cariño de su abuela Rosa. Así lo explicó en la catequesis dedicada a los abuelos.

3. EJEMPLO

FRANCISCO
11 de marzo, 2015
«Las palabras de los abuelos tienen algo especial para los jóvenes. Y ellos lo saben. Las palabras que mi abuela me entregó por escrito el día de mi ordenación sacerdotal aún las llevo conmigo, siempre en el breviario, y las leo a menudo y me hace bien”.

Por eso, no se cansa de denunciar los atropellos que se cometen contra las personas mayores a las que se deja de lado en la sociedad. Dice que incluso es pecado.

4. DESCARTE

FRANCISCO
4 de marzo, 2015
«Es horrible ver a los ancianos descartados. Es feo y es pecado”.

Porque las personas mayores son la memoria de los pueblos y, sobre todo, la de las familias.

5. TRANSMISORES DE LA FE

FRANCISCO
11 de noviembre, 2013
«Recemos por nuestros abuelos, nuestras abuelas, que tantas veces han tenido un papel heroico en la transmisión de la fe en tiempos de persecución. Cuando papá y mamá no estaban en casa o tenían ideas extrañas, que les enseñaba la política de aquel tiempo, fueron las abuelas quienes transmitieron la fe”.

Como ejemplo de la importancia que tienen los ancianos para el Papa, por primera vez el Vaticano organizó un encuentro dedicado a ellos. Una jornada muy especial a la que asistió Benedicto XVI al que Francisco llama tiernamente «un abuelo sabio”.

6. SABIOS

FRANCISCO
28 de septiembre, 2014
«He dicho muchas veces que me gusta que viva aquí, en el Vaticano, porque es como tener al abuelo sabio en casa. Gracias”.

El Papa lamentó el olvido y la violencia hacia las personas mayores y explicó que los abuelos aportan una experiencia insustituible.

7. TERNURA

FRANCISCO
28 de septiembre, 2014
«Una de las cosas más bonitas de la vida de la familia, de nuestra vida, es acariciar a un niño y dejarse acariciar por un abuelo o una abuela”.

No son sólo las palabras, son también los gestos. En audiencias generales, en encuentros o en viajes, el Papa Francisco no pierde oportunidad de saludarlos o detenerse para escucharlos.

5 acontecimientos escandalosos de la vida de san Agustín, el «niño malo»

…que demuestran que nunca es tarde para cambiar. Un bello repaso por uno de los más populares santos de la historia, Agustín de Hiponaç Agustín de Hipona, que vivió en el imperio romano durante el siglo IV, pasó por una fase un tanto rebelde en su juventud.

De hecho, la fase rebelde le duró hasta bien entrada su edad adulta. Podría decirse que fue el Marlon Brando del mundo antiguo.

Sus indiscreciones eran tan abundantes que, pasados unos años, tras percatarse de los errores en su estilo de vida, consiguió llenar un libro entero, Confesiones, con los sórdidos detalles de su comportamiento.

Confesiones fue el primero de su clase, un relato sin tapujos de una celebridad sobre sus secretos ocultos y sus lecciones vitales que llega al límite de lo que podríamos considerar “demasiada información”.

En este libro, Agustín manifiesta su preocupación por haber esperado demasiado para cambiar de vida, por haber desperdiciado demasiado tiempo y hecho demasiado mal como para poder ofrecer suficiente compensación.

Un pasado… y un futuro

Como Agustín, todos tenemos historias de nuestro pasado (o incluso de ayer mismo) que nos avergüenza recordar, sucesos de nuestra vida que desearíamos poder repetir y tomar mejores decisiones.

Desde luego, yo tengo historias de este tipo, aunque no creo que publique ningunas confesiones en el futuro próximo.

A veces, pensar en el pasado es disuasión suficiente para evitar realizar cambios futuros, como si ya hubiéramos llegado demasiado lejos como para corregir nuestro camino.

Es común el encogernos de hombros y valorar: “Yo soy así, así que estoy siendo realista”.

Estas palabras han salido de mis labios en el pasado, pero he llegado a comprender que solamente son una excusa para mantener el status quo, cuando la realidad es que no deberíamos permitir que el pasado limite nuestro crecimiento futuro.

Nunca es tarde

Una de las razones por las que me encanta el honesto examen de Agustín sobre sus errores es que demuestra que nunca es demasiado tarde para cambiar y convertirte en el tipo de persona que aspiras ser.

Por supuesto, ahora conocemos a Agustín como santo, así que tampoco podría haber sido muy malo, ¿no? ¿Cuánto pudo haber tenido en común con mi vida o con la vuestra? La objeción es aceptable pero, a decir verdad, independientemente de tus errores, probablemente los suyos fueron peores.

Era un ladrón

Con 16 años, Agustín y sus compañeros de canalladas robaron todas las peras del árbol de su vecino y arrojaron la fruta a unos cerdos. Puede que parezca un crimen menor, pero en su mente arrojaba una larga sombra, porque no se comió las peras y porque ni siquiera tenía hambre: fue un robo por el puro placer de robar. Más tarde escribió que tirar las peras “nos complació mucho más porque estaba prohibido”. Para Agustín, esta fue una primera degustación del lado oscuro y el comienzo de una escalada de vicios sucesivos.

Era un playboy

El Agustín adolescente llevó su obsesión por las chicas a un nivel estratosférico. Según explica, en aquella época de sus 16, “el frenesí había hecho mella en mí y me rendí por completo a la lujuria”. La obsesión creció con él y continuó luchando contra su apetito sexual descontrolado hasta bien entrada su treintena. Ya como universitario, se fue a vivir con una mujer y, aunque su relación continuó durante casi una década, nunca se casó con ella.

Fue padre de un hijo fuera del matrimonio

La decisión de Agustín de no casarse con su amante (de quien nunca revela su nombre) se hace incluso más difícil de excusar cuando desvela que se convirtió en la madre de su hijo, Adeodato. Se mantuvo al lado de los dos cuando su floreciente carrera lo condujo a Roma, aunque siguió negándose a comprometerse en el matrimonio. Al final, su amante tomó la difícil decisión de abandonarle. “Ella era más fuerte que yo”, escribió.

Tenía otra amante

El impacto del abandono de la madre de su hijo hizo que Agustín decidiera intentar poner orden en el desastre en que se había convertido su vida amorosa, así que se arregló un matrimonio con una joven. El problema es que ella era tan joven que tenía que esperar dos años para llegar a edad casadera. Mientras tanto, Agustín perdió los nervios y tomó a otra querida. Escribe que estaba “impaciente por el retraso” y que era “un esclavo de la lujuria”. En este punto, estaba desesperado, pues se daba cuenta de que había perdido la capacidad de diferenciar el deseo físico del amor verdadero.

Rompió el corazón de su madre

Todas estas elecciones vitales desastrosas empeoran mucho más cuando consideramos que Agustín no solo cayó en una vida de total libertinaje, sino que por sus acciones causó daño a los que le rodeaban, incluyendo a su madre Mónica. No resulta difícil imaginar que Mónica estaba desconsolada, preguntándose qué podía haber hecho mal para criar a un hijo tan vicioso. Incapaz de controlarle, le suplicó que, al menos, no sedujera a ninguna mujer casada.

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A pesar de todos sus errores, con el tiempo Agustín logró superar sus vicios. Hizo las paces con su madre y terminó criando a su hijo.

Cuando leemos sobre santos como Agustín, la tendencia puede ser la de blanquear sus errores o fingir que nunca se equivocaron, pero no es verdad.

La vida de san Agustín y su sinceridad al admitirlo todo ofrecen un alentador ejemplo de que, al margen de nuestros errores del pasado, al margen de lo que despreciemos de nuestra personalidad, al margen de lo que deseamos que fuera diferente en nosotros mismos, nunca es demasiado tarde para redimirse.

Si nos esforzamos para seguir adelante y abordar nuestra historia con sinceridad, entonces el pasado no puede evitar que consigamos la felicidad que el futuro nos guarda.