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Pedro Canisio, Santo

Doctor de la Iglesia, 21 de diciembre

Martirologio Romano: San Pedro Canisio, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y doctor de la Iglesia, que, enviado a Alemania, se dedicó con ahínco a defender la fe católica y a confirmarla con la predicación y los escritos, entre los que sobresale el Catecismo, y encontró el reposo de sus trabajos en Friburgo, población de Suiza. († 1597)

Breve Biografía

San Pedro Kanijs nació en Nimega, Holanda, en 1521, y puede ser definido como un hierrro colocado entre el yunque y el martillo, es decir, blanco de la irritación que su clara predicación suscitaba en los ambientes protestantes, y de la malevolencia que la envidia le procuraba entre los mismos compañeros de religión. Hijo del alcalde de Nimega, Pedro Kanijs, latinamente Canicius, tuvo la posibilidad de frecuentar óptimas escuelas: derecho canónico en Lovaina y derecho civil en Colonia.

En esta ciudad le gustaba pasar el tiempo libre en el monasterio de los cartujos. Nadie sospechaba que el joven abogado, al que el padre le habia garantizado apoyo en su profesión, llevara debajo del vestido un cilicio. La lectura del breve opúsculo de los Ejercicios Espirituales, que hacía poco había escrito San Ignacio, determinó el cambio decisivo de su vida: terminada la piadosa práctica en Maguncia bajo la dirección del Padre Faber, entró en la compañia de Jesús y fue el octavo jesuita en profesar los votos solemnes. En la joven congregación pudo cultivar sus estudios preferidos y su amor por la erudición; a él se debe la publicación de las obras de San Cirilo de Alejandria, San León Magno, San Jerónimo y Osio de Córdoba.

Vivió en pleno clima de reforma y contrarreforma. Tomó parte activa en el concilio de Trento, como teológo del cardenal Truchsess y consejero del Papa. Se distinguió por la profundidad de su cultura teológica, por su celo y actividad, pero también por el espíritu concialiador. San Ignacio lo llamó a Italia, luego lo envió a Sicilia a fundar el primero de los famosos colegios, después a Bolonia a enseñar teología, para volverlo a enviar a Alemania, en donde durante treinta años, como superior provincial, empleó sus mejores energias en una época tan difícil marcada por la ruptura de la iglesia protestante. Se lo llamó con razón segundo apóstol de Alemania (el primero fue San Bonifacio). Como escritor no sólo se dedicó a las obras de erudición, sino también y sobre todo a las catequéticas, adaptando la enseñanza a las capacidades de pequeños y de grandes. San Pio V le ofreció el cardenalato, pero Pedro Canisio 1e pidió al Papa que lo dejara en su humilde servicio a la comunidad, empleando el tiempo en la oración y en la penitencia. Murió en Friburgo (Suiza) el 21 de diciembre de 1597. En 1925 fue canonizado y declarado doctor de la Iglesia.

 

 

Servir con alegría y prontitud

Santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45. Martes IV de Adviento

Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por este momento que me permites estar en tu presencia. Aumenta mi fe. Ayúdame a creer con firmeza en tu amor y tu poder. Aumenta mi esperanza. Dame la gracia de confiarte a Ti todo mi ser, de abandonarme en tus amorosos brazos de Padre. Ayúdame a amarte cada día más, pero, ante todo, dame la gracia de experimentar el infinito amor que me tienes. María, en estos últimos días de Adviento, ayúdame a preparar en mi corazón un lugar donde Jesús pueda nacer.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: «¡Bendita Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la Madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa Tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

María, te veo ir presurosa a donde está Isabel. Tú, que serás madre de Dios. Tú, que no tienes ninguna «obligación» de servir – pues también estás embarazada – te adelantas a las necesidades de los demás, ni siquiera esperas a que te lo pidan, vas presurosa y gustosa a ayudar…

¿Y yo?, ¿también me adelanto a las necesidades de los demás?, ¿o me tienen que rogar para que ayude? Y cuando ayudo, ¿cómo lo hago?, ¿presuroso y con alegría al igual que tú?, ¿o con cara de pepinillo en vinagre?

María, ayúdame a servir con alegría a los demás. Dile a tu Hijo que me arrepiento de no haber estado atento a las necesidades de los demás. Alcánzame la gracia de, a partir de ahora, estar atento a las necesidades de los que me rodean y de ayudar con alegría al igual que tú.

Isabel escuchó tu saludo y quedó llena del Espíritu Santo. ¡Qué lección tan grande me dan ambas! Por una parte, tú misma quedaste llena del Espíritu Santo cuando, no hace mucho tiempo, el ángel te saludara y te anunciara que serías la madre del Mesías. Por otra parte, Isabel ha sabido, en un simple saludo, descubrir en ti al Salvador del mundo y ha quedado, también ella, llena del Espíritu Santo. Las dos han sido capaces de descubrir la voz de Dios en una cosa tan cotidiana como lo es un saludo…

¡Cuántas veces yo no soy capaz de descubrir la voz del Señor en los momentos cotidianos de mi vida!

Madre, ¡no permitas que mi corazón se encierre en mí mismo!, ¡que no sea ciego ante las necesidades de los demás ni sordo ante la voz de Dios que me llama en lo cotidiano!

«María se puso en camino “de prisa…”. A pesar de las dificultades y de las críticas que pudo recibir, no se demora, no vacila, sino que va, y va “de prisa”, porque en ella está la fuerza de la Palabra de Dios. Y su actuar está lleno de caridad, lleno de amor: esta es la marca de Dios.

María va a ver a Isabel, no para que le digan que es buena, sino para ayudarla, para ser útil, para servir. Y en este salir de su casa, de sí misma, por amor, se lleva lo más valioso que tiene: Jesús, el Hijo de Dios, el Señor. Isabel lo comprende inmediatamente: “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”; el Espíritu Santo suscita en ella resonancias de fe y de alegría: “Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre”». (Discurso de S.S. Francisco, 31 de julio de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a hacer un acto de caridad sin que nadie se dé cuenta.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

 

 

Bendita tú entre las mujeres

La salvación viene a través de la belleza y no hay nada más bello que una mujer que se esfuerza por cumplir con todos los grados de su amor materno.

Mi vida está dulcemente encadenada a un buen puñado de mujeres. Empiezo por mis abuelas, a quienes siempre tengo presentes porque me regalaron maravillosas lecciones de humanidad y familia. De hecho, ellas fueron el eslabón por el que se transmitió la fe a mis padres, con una piedad que –entre otras muchas manifestaciones- desgranaba las cuentas del rosario con la naturalidad de quien vive un compromiso amable y diario con la Virgen. Esta cadena, que bien pudiera estar entrelazada de flores, me liga de modo muy especial a mi madre, que en la niebla de mi primera infancia me enseñó a recitar el Avemaría con la naturalidad de quien habla con la Madre del Cielo, a quienes todos los seres humanos estamos unidos en un mismo grado de parentesco espiritual. Gracias a ella, el rezo del rosario se transformó en parte del paisaje de mi hogar, no como un recurso para momentos de angustia –que también- sino como una dulce multiplicación de piropos encendidos que pueden hilvanarse por la calle, en una iglesia, durante un viaje o al visitar un santuario. Y ahora que mis abuelas y mis padres están junto a Dios, soy yo quien ha lanzado la misma cadena de flores a mi mujer, y junto a ella, a nuestras dos hijas, aún pequeñas, que poco a poco descubren la presencia de la Madre de Dios por los rincones de nuestra casa.

Escuché a un sacerdote decir que “todas las madres son santas por el mero hecho de haber transmitido la vida”. No sé si es teológicamente correcta semejante aseveración, pero adivino en ella un reflejo de esta exclamación del Avemaría: “Bendita tú eres entre todas las mujeres”, que tiene ecos de declaración angélica por más que brotara de los labios de Isabel. Por tanto, tiene ecos de auténtica Verdad.

La mujer detenta muchos atributos divinos. Principalmente el de la generación y transmisión de la vida, y el del celo por el bien de sus hijos, eso que llamamos instinto maternal, que más que una impronta biológica es pálido reflejo del amor infinito con el que Dios nos desea, nos busca, nos espera, nos recibe, nos abraza y nos corona como herederos de toda su Majestad. Es el desvelo de santa Mónica y de tantas madres que anhelan reunir a sus hijos en la felicidad sin fin del Paraíso.

De tantas veces como repetimos el Avemaría, apenas nos damos cuenta de que proclamar “Bendita tú”, convierte a María en el arquetipo de todas las madres, en el modelo de mujer al que ellas deberían aspirar. La salvación viene a través de la belleza y no hay nada más bello que una mujer que se esfuerza por cumplir con todos los grados de su amor materno.

 

 

Las mujeres maltratadas en casa: «Problema casi satánico»

En el diálogo del Papa Francisco con Mediaset, habla de los abusos.

«El número de mujeres que son golpeadas, maltratadas en el hogar, incluso por sus maridos, es muy grande. El problema para mí es casi satánico». El Papa Francisco dialoga, en Santa Marta, con cuatro «invisibles» y afronta – ante las cámaras de Mediaset – los problemas relacionados con la violencia, la pobreza, las consecuencias de la pandemia y la vida de los presos. Al encuentro, coordinado por el vaticanista Fabio Marchese Ragona, asistieron Giovanna, una madre que ha perdido su trabajo y cuya vida familiar está hecha de violencia; María, una mujer sin hogar; Maristella, una scout de 18 años a la que la pandemia le ha quitado las ganas de alegrarse; Pierdonato, un ex presidiario de cadena perpetua que ha cumplido 25 años de cárcel.

A Giovanna, que le preguntó cómo recuperar su dignidad, el Papa, tras calificar el problema de la violencia de «casi satánico», le respondió: «Es humillante, muy humillante. Es humillante que un padre o una madre abofetee a un niño, es muy humillante y siempre lo digo, nunca abofetear a un niño. ¿Por qué? Porque la dignidad es el rostro. Esta es la palabra que me gustaría retomar porque detrás de ella está su pregunta: ¿permanece la dignidad en mí? ¿Cuál es mi dignidad después de todo esto, cuál es la dignidad de las mujeres golpeadas y abusadas? Me viene a la mente una imagen está, al entrar en la Basílica, a la derecha, la piedad de la Virgen, la Virgen humillada delante de su hijo desnudo, crucificado, un malhechor a los ojos de todos, ella es la madre que lo crió, totalmente humillada. Pero ella no ha perdido su dignidad y mirar esta imagen en momentos difíciles, como el tuyo de humillación, y donde se siente que se pierde la dignidad, mirando esa imagen nos da fuerza”…

La cultura de la indiferencia

A María, que se pregunta por qué la sociedad es tan cruel con los pobres, Francisco le dice: «Tú hablas de crueldad, es así, es la bofetada más dura de la sociedad para ustedes, ignorar el problema de los demás… Estamos entrando en una cultura de la indiferencia en la que intentamos alejarnos de los verdaderos problemas, del dolor por la falta de vivienda, de la falta de trabajo. Es más, con esta pandemia los problemas han aumentado porque llaman a la puerta los que ofrecen dinero en préstamo: los usureros. Un pobre, una persona necesitada, cae en manos de los usureros y lo pierde todo, porque ellos no perdonan. Es crueldad sobre crueldad, esto lo digo para llamar la atención de la gente a no ser ingenua; la usura no es una salida del problema, la usura te trae nuevos problemas».

El Papa preguntó entonces a la mujer si, cuando encuentra a una persona que está peor, va a echarle una mano. Y tras la respuesta afirmativa de María, añadió.

“Cuando se está en el dolor, se comprende la profundidad del dolor. Intenta siempre mirar los problemas a la cara porque habrá otra persona que esté peor que tú y necesite tu mirada para que la ayude a ir adelante”.

Dios cerca de los presos

Pierdonato preguntó al Papa si hay esperanza para quien desea un cambio. Francisco respondió con la frase de la Biblia: «La esperanza nunca defrauda». Y añadió: «Hay una ópera que me gusta mucho, que dice lo contrario: en Turandot, sobre la esperanza se dice que la esperanza siempre decepciona. En cambio yo te digo: la esperanza nunca decepciona. Está Dios, no en órbita, sino Dios junto a ti, porque el estilo de Dios es la cercanía, la compasión y la ternura… Dios está con cada uno de los presidiarios, con cualquier persona que pasa por dificultades”…

“Tú no lo dices, pero sabes en tu corazón que estás perdonado y que tienes esa esperanza que no defrauda… Por eso puedo decirte una cosa: Dios siempre perdona, Dios siempre perdona… Nuestra fuerza reside en la esperanza de este Dios cercano, compasivo y tierno, tierno como una madre. Él mismo lo dice, y por eso tienes esa esperanza. Gracias por su testimonio”.

La necesidad del contacto cara a cara

Maristella abordó el tema de las consecuencias del Covid para los jóvenes y preguntó cómo crear una relación sana hecha de contacto y de experiencias. El Papa dijo: «En el lockdown te faltó el contacto con los amigos y las amigas, con la familia, porque no se podía salir y tal vez la escuela no funcionaba. Necesitamos el contacto, el contacto cara a cara, pero tenemos la tentación de aislarnos con otros métodos, por ejemplo, el contacto sólo por teléfono móvil, las amistades por teléfono móvil, la falta de diálogo concreto. Tú has aprendido de esta situación que el diálogo concreto no puede ser sustituido por el diálogo online, que hay algo más». Al hablar de la costumbre de que los chicos de sentir compulsivamente la necesidad de usar siempre sus smartphones, Francisco añadió:

“Si quieres usar el móvil, úsalo, pero que esto no te quite el contacto con las personas, el contacto directo, el contacto de ir juntos a la escuela, de salir a pasear, de ir a tomar un café juntos, el contacto real y no el virtual. Porque si dejamos de lado el contacto real también acabaremos siendo líquidos o gaseosos, sin consistencia, siempre online y la persona online carece de ternura”.

Crisis, conflicto y esperanza

Giovanna volvió a tomar la palabra y, tras contar que lo había perdido todo a causa de la pandemia, preguntó cómo es posible tener esperanza. «El Covid nos ha metido a todos en una crisis – respondió el Papa – una forma de salir de la crisis es amargarse, y una amargura muchas veces es terminar con todo. El número de suicidios ha aumentado tanto con la crisis…. La crisis es abierta, el conflicto te cierra, tú no ves una salida al conflicto, con tu lucha yo veo que estás luchando por salir mejor de la crisis, no te has rendido y esto es grande, estás dando una lección de resistencia, una lección de resistencia a las calamidades”…

“Tú haces una apuesta, por la vida y por la vida de los tuyos vas adelante. No sabes dónde, porque no tienes casa ni trabajo, no sabes qué hacer. Pero estás mirando hacia adelante, estás saliendo mejor que antes, pero no sola. Esto es importante: que busques a alguien, a personas que te acompañen”.

Un corazón abierto a los pobres

A María, que pregunta qué se puede hacer para que el corazón de la gente se abra a los pobres, Francisco respondió: «Cuando tú miras a un pobre a la cara, tu corazón cambia porque ha llegado al ‘sacramento de los pobres’, digamos ‘sacramental’… porque la mirada de un pobre te cambia. Esta cultura del descarte no es sólo con los pobres, con la gente que tiene necesidades: cuántas veces en una familia se da esa realidad de descartar a los viejos, descartar a los abuelos… cuando automáticamente a cierta edad buscas una casa de reposo para poner a tu viejo, a los abuelos, en depósito, no en descanso, demuestras algo despiadado…. Mandamos fuera lo que no nos gusta, e incluso esto ocurre a veces desde el principio de la vida: muchas veces llega un niño (y se dice decimos, ndr): ‘Pero no, mandémoslo al remitente porque es un problema para nosotros’”.

“Y así, la sociedad cuando se enferma, comienza a descartar a los pobres. Pero tenemos que luchar con esto”.

Hacinamiento en las cárceles

Pierdonato preguntó cómo curar las heridas de los presos, que están aún más solos en tiempos de pandemia, y Francisco explicó: «La pandemia hace esto, te deja solo… Y luego el problema del hacinamiento en las cárceles: el hacinamiento es ciertamente un muro, ¡no es humano! Toda condena por un delito cometido debe tener una esperanza, una ventana. Una cárcel sin ventanas no es buena, es un muro. Una celda sin ventana no es buena. No necesariamente una ventana física, una ventana existencial, una ventana espiritual. Poder decir: ‘Sé que saldré, sé que podría hacer esto o aquello’. Por eso la Iglesia está en contra de la pena de muerte, porque en la muerte no hay ventana, no hay esperanza, se cierra una vida. Hay esperanza en el otro lado, pero no hay ninguna aquí. Por eso la cárcel debe tener una ventana».

El Papa contó entonces la experiencia de un preso no creyente que trabajaba con madera. Un visitante le aconsejó que leyera el Evangelio. «Recibió el Evangelio, comenzó a leer algunos trocitos. ‘En mi corazón (dijo, ndr) pasó algo, ese muro que tenía delante se cayó, se abrió’ y como era un buen carpintero hizo esto (el Papa mostró la escultura de madera hecha por el preso, ndr), y me dijo: ‘Esta es mi experiencia desde que conocí a Jesús’. Esto lo hizo un preso que vio que con Jesús el muro caía y había una ventana de vida».

La relación con Dios puesta a prueba

Mariastella preguntó entonces cómo puede, a su edad, tener una relación con Dios y mantenerla. «En el lockdown todo se puso a prueba, incluso la relación con Dios… la relación con Dios no es algo lineal que siempre va bien, la relación con Dios tiene crisis como toda relación amorosa en una familia… Toma el Evangelio, en el mismo Evangelio está la palabra de Dios que te arreglará otra vez; yo tengo miedo de los predicadores que quieren sanar la vida en crisis con palabras, palabras, palabras”.

“La vida en crisis se sana con cercanía, compasión, ternura. El estilo de Dios. El Evangelio te da esto. A algunos les parecerá un poco extraño, pero ¿qué pasaría si tú me dijeras: ‘Padre, enfadarse con Dios es un pecado? Decir, ‘Señor no te entiendo…’ ¡Es una forma de rezar!”.

“Muchas veces nos enfadamos con papá, con mamá. Los niños se enfadan con sus padres porque piden más atención. No tengas miedo si te enfadas con Dios, debes tener la libertad de un niño ante Dios. Cuando te enfadas con tu padre y con tu madre no es bueno, pero sabes que tu padre y tu madre te quieren; te enfadas con Dios porque esto o aquello no está bien, pero sabes que te quiere y no se asusta, porque espadre y sabe cómo podemos reaccionar nosotros, que somos todos hijos ante Dios.

“Debes tener el valor de decirle al Señor todos los sentimientos que te vienen. Evangelio en mano y corazón pacificado”.

Los buenos deseos del Papa Francisco

Para terminar, el Papa se dirigió directamente a los espectadores y les preguntó: ¿Qué piensas de la Navidad? Que tengo que salir a comprar esto y aquello… Vale, pero ¿qué es la Navidad? ¿Es un árbol? ¿Una estatua de un bebé con una mujer y un hombre al lado? Sí, es Jesús, es el nacimiento de Jesús, detente un momento y piensa en la Navidad como un mensaje de paz”.

“Yo les deseo una Navidad con Jesús, una verdadera Navidad. ¿Significa esto que no podemos comer? ¿Que no podemos festejar? No, celebren, coman de todo, pero háganlo con Jesús, es decir, con paz en el corazón”.

“Y a todos ustedes que me escuchan, les deseo una feliz Navidad. Hagan una fiesta, hagan regalos, pero no se olviden de Jesús. La Navidad es Jesús que viene, Jesús que viene a tocar tu corazón, Jesús que viene a tocar tu familia, que viene a ti, a tu casa, a tu corazón, a tu vida. Es fácil vivir con Jesús, es muy respetuoso, pero no lo olviden. Feliz Navidad para todos. Y recen por mí”.

 

 

De la prostitución a la conversión

La prostitución te destruye –alerta–. No te estimas y te parece que nadie podría amarte jamás

Roma, jueves, 23 septiembre 2004. Una ex prostituta, Linda Watson, que se ha convertido, se encontró hace dos semanas personalmente con Juan Pablo II para pedirle que rece por ella y por su trabajo a favor de otras mujeres que quieren abandonar el «comercio» sexual.

Cuando Linda Watson se encontró con el Santo Padre se acordó del relato del Evangelio sobre la mujer de mala reputación que encontró a Cristo. «No podía creer que estuviera realmente frente a él», reconoció Watson a Zenit tras la audiencia con el Papa.

«Ha sido verdaderamente extraordinario», declaró. «Empecé a decir en polaco, mi segunda lengua, “¡Padre Santo mío!”. ¡La experiencia ha sido entusiasmante, pero a la vez de gran humildad!»

Linda Watson pudo dejar las calles –tras más de 20 años en el comercio sexual– para convertirse y, con ayuda de su arzobispo, levantar casas para prostitutas deseosas de salir de ese tipo de vida.

Se cuenta entre las principales promotoras de la campaña contra la legalización de la prostitución en su país, Australia, y fue elegida en 2003 en la nación como «la mujer más inspiradora del año».

La propia Watson relata su implicación en las redes de la prostitución: «Tuve una vida difícil como madre soltera con tres hijos, cada uno de los cuales no tenía más que el suelo para dormir. Así que, cuando una mujer de apariencia pudiente me tocó en el hombro en el salón de té de mi humilde oficina y me dijo que podía ganar 2.000 dólares a la semana simplemente dando masajes, me vi muy tentada».

La mujer en cuestión intentaba convencerla haciéndole ver la posibilidad de limitarse a una prueba de dos meses. «Nadie lo sabría y después podría dejarlo», le aseguró.

En poco tiempo Watson se dio cuenta de la verdad, pero ya era demasiado tarde: «Tan pronto como empiezas, pierdes tu dignidad. Estás vendida» –recordó–. «Mi primer cliente era directivo de alto nivel de los medios e inmediatamente fue como si hubiera sido vendida como un trozo de carne a todos sus millonarios».

También describió cómo la situación llegó a estar «fuera de control». El dinero y la manipulación «eran un tipo de red de seguridad que te pones alrededor» y si «intentas dejarlo para empezar una nueva vida no tienes dónde ir para recuperar el respeto y reconstruir una vida».

Abandonar el comercio del sexo parecía imposible hasta que «invitó a Dios en su corazón por pura desesperación». Fue el día en que murió la princesa Diana de Gales. «Por primera vez me di cuenta verdaderamente de que la riqueza y el poder no eran la respuesta a todo –relata–. Ciertamente no le habían salvado la vida».

Linda decidió buscar trabajo, pero nadie la contrataba. Entonces sintió que Dios le había dado la misión de salvar a otras mujeres atrapadas en la prostitución, pero una vez más nadie se mostró dispuesto a ayudarla.

«No sé cuántos cientos de iglesias me rechazaron, hasta que llegué a la puerta de la oficina del arzobispo católico –reconoce–. Él percibió mi visión de futuro».

Para monseñor Barry Hickey, arzobispo de Perth (Australia), aquel día obtuvo una respuesta a sus oraciones. El prelado relató a Zenit que antes de encontrar a Linda Watson no lograba hallar el modo de desbaratar la industria del comercio sexual.

«Sabía que enviar a un asistente social normal en el terreno no llevaría casi a nada –admite–. Necesitaba a alguien que conociera la actividad desde dentro. Y ella fue mi ángel de la esperanza».

Así comenzó el ministerio de este equipo: establecer casas de recuperación para prostitutas –«Linda’s Houses of Hope» (Las casas de la esperanza de Linda)– para proporcionar refugio, asesoramiento y protección, entre otros medios. Según el arzobispo Hickey, Linda Watson frecuentemente tiene que trabajar con las víctimas partiendo de cero.

«Algunas de las jóvenes vienen a mi puerta sin sus prendas, hasta sin dientes –revela Linda–. Algunos hombres les hacen saltar los dientes a golpes, así que debemos ocuparnos de atender todos estos aspectos».

A la vista de la difusión de la violencia y de las drogas y con chicas que «atienden» «de ocho a quince clientes al día», Watson se irrita al oír a políticos que tratan de sacar adelante proyectos de ley para legalizar la prostitución.

«La prostitución te destruye –alerta–. No te estimas y te parece que nadie podría amarte jamás». Admite que preguntaría a los políticos: «¿Les gustaría que esto le ocurriera a sus hijas o hermanas?».

«Estoy profundamente impactada, y creía que nada podría afectarme», reconoce Linda refiriéndose a las víctimas. «Están tan destruidas que están como muertas, a modo de “muertos vivientes”. Si la gente viera esto nunca querría la legalización [de la prostitución]».

En su labor, Watson se ha inspirado en la Madre Teresa de Calcuta –a cuya beatificación acudió– y en Juan Pablo II. «Sé que tenemos un pasado muy distinto –dice entre risas–, pero también sé que nosotros amamos amar».

Su vida actual no está exenta de peligros. Su éxito en derribar las propuestas de ley de legalización y en exponer los abusos contra las mujeres le han ganado muchos enemigos. Con todo, Watson lo considera como una pequeña cruz que hay que ofrecer a lo largo del camino, lo que se podría definir como un martirio moderno.

«Estoy casi acostumbrada a recibir ataques, disparos y amenazas de muerte», apunta Linda Watson. «Camino con Dios e intento esquivar las balas», concluye.

 

 

María ancló para siempre al Hijo de Dios a la humanidad

Nacido de una mujer: Es el título de la tercera predicación de Adviento.

El predicador de la Casa Pontificia se refirió esta mañana en su tercera predicación de Adviento al Señor que viene en su calidad de “Nacido de una mujer” . Una expresión bíblica de suma importancia puesto que indica la pertenencia a la condición humana hecha de debilidad y mortalidad. De hecho el cardenal Raniero Cantalamessa dijo que si se eliminaran estas tres palabras Cristo sería “una aparición celestial, desencarnada”. Mientras el ángel Gabriel fue “enviado por Dios, pero para regresar luego al cielo tal como había descendido de él”. Y la mujer:

“María, es la que ancló para siempre al Hijo de Dios a la humanidad y a la historia”.

Después de referirse a las palabras de Pablo y a los Padres de la Iglesia que tuvieron que luchar contra la herejía gnóstica y doceta, el predicador aludió, entre otros, a San León Magno, quien colocó la expresión paulina “nacido de mujer” en el corazón del dogma cristológico, escribiendo en el Tomo a Flaviano.

“Cristo es hombre por el hecho de que nació de una mujer y nació bajo la ley… El nacimiento en la carne es una prueba clara de su naturaleza humana”.

Además, a propósito de la expresión paulina “nacido de la mujer”, el cardenal Cantalamessa dijo que allí se observa “que se realiza el gran principio exegético formulado por san Gregorio Magno, es decir, que la Escritura crece en la medida en que es leída”. Y explicó que:

“¡María aparece como la mujer que recapitula a Eva, la madre de todos los vivientes! No se trata de una aparición marginal que entra en escena para luego desaparecer en la nada. Es el punto de llegada de una tradición bíblica que cruza toda la Biblia de un extremo a otro”.

Cristo debe nacer de la Iglesia

El predicador recordó que “desde hace algún tiempo, se habla mucho de la dignidad de la mujer”. De hecho, San Juan Pablo II escribió una Carta Apostólica sobre este tema, la Mulieris dignitatem. De ahí que afirmara que “por mucha dignidad que las criaturas humanas podamos atribuir a la mujer, siempre permaneceremos infinitamente por debajo de lo que Dios hizo al elegir a una de ellas para ser la madre de su Hijo hecho hombre”. Y citando al autor medieval, Isaac de Stella, mostró cómo formula esta doctrina:

“En las Escrituras divinamente inspiradas, lo que se dice universalmente de la Virgen Madre Iglesia se entiende de una manera singular de la Virgen Madre María; y lo que se dice de manera especial sobre María se entiende en un sentido general de la Iglesia Virgen Madre”.

Cristo debe nacer del alma

En su amplia disertación, el predicador de la Casa pontificia reflexionó asimismo acerca de “lo que nos concierne a todos sin distinción y más de cerca: el nacimiento de Cristo del alma creyente”. Para lo cual, recordó que Cristo, tal como escribe san Máximo el Confesor, “nace siempre místicamente en el alma, tomando carne de los que están salvados y haciendo del alma que le genera una madre virgen”. Además, explicó que “María también se convirtió en la madre de Cristo a través de dos momentos: primero concibiéndolo, luego dándolo a luz”.

Dos maternidades incompletas

El cardenal Cantalamessa se refirió además a lo que llamó “dos maternidades incompletas” o dos tipos de interrupción de la maternidad. Uno referido al aborto, ya sea por causas naturales o por el pecado de los hombres. Y el otro “que consiste, por el contrario, en dar a luz a un niño sin haberlo concebido.

Este es el caso de hijos concebidos en un tubo de ensayo e introducidos en el útero de una mujer, o en el caso del útero prestado para albergar, tal vez mediante un pago, vidas humanas concebidas en otro lugar. En este caso, lo que la mujer da a luz no viene de ella, no se concibe primero en el corazón y luego en el cuerpo, como dice Agustín de María”.

Dos tristes posibilidades en el nivel espiritual

Por desagracia, prosiguió explicando el predicador, “también en el nivel espiritual existen estas dos tristes posibilidades”:

“Concibe a Jesús sin darlo a luz el que acoge la Palabra, sin ponerla en práctica; quien continúa haciendo un aborto espiritual tras otro, formulando propósitos de conversión que luego son sistemáticamente olvidados y abandonados a mitad de camino”.

De ahí que explicara que, por el contrario, “da a luz a Cristo sin haberlo concebido aquel que hace muchas obras, incluso buenas, pero que no provienen del corazón, del amor a Dios y de la recta intención, sino de la costumbre, de la hipocresía, de la búsqueda de la propia gloria y del propio interés, o simplemente de la satisfacción que da el hacer”.

“Nuestras obras son ‘buenas’ sólo si vienen del corazón, si son concebidas por amor de Dios y en la fe. En otras palabras, si la intención que nos guía es recta, o al menos nos esforzamos por rectificarla”.

Después de citar a San Francisco de Asís, quien afirma: ”Somos madres de Cristo cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo por medio del amor divino y de la conciencia pura y sincera; lo generamos a través de las obras santas, que deben brillar a los demás en el ejemplo”. El cardenal añadió”

“Nosotros, quiere decir, concebimos a Cristo cuando lo amamos con sinceridad de corazón y con rectitud de conciencia, y lo damos a luz cuando realizamos obras santas que lo manifiestan al mundo y dan gloria al Padre que está en los cielos”.

Antes de concluir propuso un pequeño cambio, que podría ser hacer silencio a nuestro alrededor y dentro de nosotros. Y recordó las palabras del Papa Francisco cuando dijo en la última audiencia general:

“Qué lindo sería si cada uno de nosotros, siguiendo el ejemplo de San José, pudiéramos recuperar esta dimensión contemplativa de la vida abierta por el silencio”.

La Mujer

Por último, antes de desear feliz Navidad a todos, citó una “maravillosa oración a la Virgen” del último canto del Paraíso de Dante Alighieri, de quien en este año a punto de concluir se celebró el séptimo centenario de su muerte, quien llamando a María, simplemente “la Mujer”, escribió:

¡Oh Virgen Madre, oh Hija de tu Hijo,
alta y humilde más que otra criatura,
término fijo de Eterno Decreto,
Tú eres quien hizo a la humana natura
tan noble, que su autor no desdeñara
convertirse a sí mismo en su creación.
Dentro del viento tuyo ardió el amor,
cuyo calor en esta paz eterna
hizo que germinaran estas flores.
Aquí nos eres rostro meridiano
de caridad, y abajo, a los mortales,
de la esperanza eres fuente vivaz.
Mujer, eres tan grande y vales tanto,
que quien desea gracia y no te ruega
quiere su desear volar sin alas.
Mas tu benignidad no sólo ayuda
a quien lo pide, y muchas ocasiones
se adelanta al pedirlo generosa.
En ti misericordia, en ti bondad,
en ti magnificencia, en ti se encuentra
todo cuanto hay de bueno en las criaturas.

 

 

El Adviento

A Jesús no le vemos en persona pero está en todas las cosas buenas que hacemos.

Es el comienzo del año para los cristianos. Significa que esperamos la venida de Jesús. Dios se quiso hacer hombre para ser uno más entre nosotros. Quería pasar por las mismas dificultades, por las mismas alegrías y nacer igual que las personas. Eligió a la mejor mujer que ha existido y existirá, María. Pudo nacer en un palacio pero nació en un pesebre. Todo lo hizo para enseñarnos cómo debíamos portarnos es decir sin egoísmo, sin envidia, con todo el amor que seamos capaces.

En Adviento esperamos el momento de esa llegada de Jesús y nos preparamos para la Navidad.

No nos debemos preocupar por los regalos caros, los juguetes , los dulces. Tenemos que dar todo el cariño, la comprensión y la alegría, a nuestra familia, a nuestros amigos incluso a las personas que no conocemos.

Entonces Jesús también llegará a nuestra casa y estará feliz en ella.

Recordemos que se quedó con nosotros en la Eucaristía y aunque celebramos en Adviento su llegada, en realidad está con nosotros en el pan y en el vino y por un milagro se convierte en su Cuerpo y su Sangre.¡ Qué suerte tenemos! nuestro mejor amigo quiere quedarse con nosotros, siempre que comulgamos.

Haremos un calendario de Adviento y cada día haremos algo bueno. Cuando sea el cumpleaños de Jesús, el día de Navidad, se lo regalamos. ¿ Os parece?

Ahora vemos lo que le pasó a un niño que estaba esperando a Jesús.

EL SUEÑO DE ANDRÉS

Se sentó en la cama de un salto. Andrés había soñado que Jesús, pero el mismo que nació en Belén, iba a visitarle ese día. ¿Había sido un sueño?

Empezó a preguntarse como sería, si vestiría como en la Biblia que tenía en su estantería, como hablaría, qué le diría. Porque no estaba seguro, había sido tan real el sueño…

Por si acaso se lavó, se peinó, se vistió y salió a desayunar.

Su madre estaba admirada de lo guapo que se había puesto. Cuando acabó de desayunar, fue a la habitación, era sábado y su hermano pequeño estaba haciendo la ficha del colegio. Tenía que hacerla para el lunes y no sabía. Casi sudaba.

Andrés le ayudó. La cara de Gonzalo se iluminó. ¡Había acabado en media hora! Estaba tan contento.

Se estaba haciendo tarde y Jesús no aparecía.

Loreto lloraba porque tenía hambre y mamá no había acabado de hacer la comida de los mayores.

Mamá, ¿quieres que dé de comer a Loreto? dijo Andrés a su madre.

Claro hijo, no sabes lo que me ayudarías.

En cuanto Loreto acabó el plato, se oye una voz que dice “A mir” es la forma que tiene su hermana de decir “a dormir “. La acostó en la cama y se durmió en el acto.

Por la tarde bajó Andrés al jardín y se encuentra a Pablo llorando.

¿Por qué lloras? Porque he perdido el Power Rangers de mi hermano y se me va a caer el pelo.

¿Te ayudo a buscarlo? ¿Harías eso por mí?

Al cabo de un rato apareció debajo del seto. Pablo le dio las gracias muchas veces.

Papa quería dar un paseo. Andrés pensaba que si el sueño no era un sueño y venía Jesús a su casa no iban a estar.

Pero obedeció, dio gusto a papá y se fueron de paseo.

Encontraron en la puerta del supermercado a una señora pidiendo. Siempre estaba allí hiciera frió o calor.

Andrés llevaba un euro para comprarse chucherías. Se lo dio a ella, le hacía más falta.

Cuando llegó a casa llamó a sus abuelos. Les preguntó cómo habían pasado el día, les recordó que iría el miércoles como siempre y que les quería mucho.

El día había pasado y Jesús no había aparecido. Le hubiera gustado conocerle en persona. Había sido un sueño.
Se puso el pijama era la hora de dormir. Se acostó. Oyó una voz que le decía.

He ido a verte pero no me has reconocido. Cuando ayudaste a tu hermano, cuando diste de comer a tu hermana, es como si lo hubieras hecho por mí. Cuando tu amigo estaba triste, es como si me consolaras a mí.

Cuando llamaste a tus abuelos para alegrarles el día, me lo alegraste a mí.

Detrás de cada cosa buena que haces, allí estoy yo. Una vez le dije a mis amigos que si ayudaban a los demás, lo estaban haciendo por mí.

Cuando estáis todos juntos, reunidos en mi nombre, allí estoy yo.

He estado todo el día, contigo pero no me has reconocido.

Se durmió profundamente.

CONCLUSIÓN.

A Jesús no le vemos en persona pero está en todas las cosas buenas que hacemos. Nos dijo que cuando nos reuniéramos en su nombre allí estaba Él.

 

 

San Pedro Canisio, «el segundo apóstol de Alemania»

Un sacerdote jesuita nombrado Doctor de la Iglesia por su brillante defensa y exposición de la doctrina católica

San Pedro Canisio (Kanijs) nació en Nimega (Holanda) en 1521.

Leer los Ejercicios Espirituales, que hacía poco había escrito san Ignacio de Loyola, provocó el cambio radical de su vida: entró en la Compañía de Jesús y fue el octavo jesuita en profesar los votos solemnes.

Fue ordenado sacerdote y enviado a Alemania. Allí tendría que lidiar a la vez contra la herejía protestante (se le llamó «martillo de herejes») y con las envidias del propio entorno católico.

Participó en el Concilio de Trento y fue consejero del Papa, sabiendo conjugar el espíritu dialogante con su profundidad teológica, su actividad apostólica y su piedad.

Se le conoce como «el segundo apóstol de Alemania» (el primero había sido san Bonifacio).

En Viena escribió el Catecismo, con el que dejaba clara la doctrina católica frente al catecismo mayor de Lutero.

San Pío V le ofreció el cardenalato, pero Pedro Canisio le pidió al Papa que no le concediera ese honor, para entregarse a la oración y a la penitencia.

Falleció en Friburgo (Suiza) el 21 de diciembre de 1597.

Santo patrón

Es creador y patrono de la prensa católica.

Oración de san Pedro Canisio

¡Oh Dios todopoderoso y eterno, Señor, Padre celestial!
Mira nuestra calamidad, miseria y necesidad con los ojos de tu insondable misericordia.
Compadécete de todos los fieles cristianos, por los que Tu Hijo unigénito,
nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo,
se entregó voluntariamente en manos de los pecadores
y derramó su preciosa sangre en el tronco de la Santa Cruz.
Por los méritos de Nuestro Señor Jesús aparta de nosotros, oh Padre clementísimo,
los castigos merecidos, los peligros presentes y futuros,
los disgustos dañinos, los preparativos bélicos, las carestías,
las enfermedades, las épocas de tristeza y miseria.
Ilumina también y fortalece en todo lo bueno a los dirigentes y gobernantes
tanto espirituales como seculares, para que fomenten
todo lo que pueda contribuir a Tu gloria divina y a nuestra salvación,
así como a la paz universal y al bienestar de la cristiandad en la paz.
Concédenos, oh Dios de la paz,
una adecuada reunificación en la fe, sin cismas ni divisiones;
convierte nuestros corazones a la verdadera penitencia y a la enmienda de vida;
haz que prenda en nosotros el fuego de tu amor;
danos hambre y celo de toda justicia,
para que, como niños obedientes, te resultemos agradables
y placenteros en la vida y en la muerte.
También te suplicamos, como tú quieres que te supliquemos,
oh Dios, por nuestros amigos y enemigos, por los sanos y los enfermos,
por todos los cristianos tristes y compungidos,
por los vivos y los difuntos.
En tus manos ponemos, oh Señor, todas nuestras acciones y omisiones,
nuestra actividad y cambio, nuestra vida y muerte.
¡Permítenos disfrutar aquí de Tu gracia y llegar aquí, con todos los elegidos,
a alabarte, honrarte y glorificarte en la paz y la dicha eternas!
¡Concédenos todo esto, oh Señor, Padre celestial!
Por Jesucristo, Tu Hijo amado, quien junto contigo
y con el Espíritu Santo vive y reina, como Dios en igual medida,
de eternidad en eternidad.
Amén.