Ignacio de Loyola, Santo
Memoria Litúrgica, 31 de julio
Fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas)
Martirologio Romano: Memoria de san Ignacio de Loyola, presbítero, quien, nacido en el País Vasco, en España, pasó la primera parte de su vida en la corte como paje del contador mayor hasta que, herido gravemente, se convirtió. Completó los estudios teológicos en París y conquistó sus primeros compañeros, con los que más tarde fundaría en Roma la Compañía de Jesús, ciudad en la que ejerció un fructuoso ministerio escribiendo varias obras y formando a sus discípulos, todo para mayor gloria de Dios († 1556).
Fecha de beatificación: 27 de julio de 1609 por el Papa Pablo V
Fecha de canonización: 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV
Breve Biografía
San Ignacio de Loyola supo transmitir a los demás su entusiasmo y amor por defender la causa de Cristo.
Un poco de historia
Nació y fue bautizado como Iñigo en 1491, en el Castillo de Loyola, España. De padres nobles, era el más chico de ocho hijos. Quedó huérfano y fue educado en la Corte de la nobleza española, donde le instruyeron en los buenos modales y en la fortaleza de espíritu.
Quiso ser militar. Sin embargo, a los 31 años en una batalla, cayó herido de ambas piernas por una bala de cañón. Fue trasladado a Loyola para su curación y soportó valientemente las operaciones y el dolor. Estuvo a punto de morir y terminó perdiendo una pierna, por lo que quedó cojo para el resto de su vida.
Durante su recuperación, quiso leer novelas de caballería, que le gustaban mucho. Pero en el castillo, los únicos dos libros que habían eran: Vida de Cristo y Vidas de los Santos. Sin mucho interés, comenzó a leer y le gustaron tanto que pasaba días enteros leyéndolos sin parar. Se encendió en deseos de imitar las hazañas de los Santos y de estar al servicio de Cristo. Pensaba: “Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, también yo puedo hacer lo que ellos hicieron”.
Una noche, Ignacio tuvo una visión que lo consoló mucho: la Madre de Dios, rodeada de luz, llevando en los brazos a su Hijo, Jesús.
Iñigo pasó por una etapa de dudas acerca de su vocación. Con el tiempo se dio cuenta que los pensamientos que procedían de Dios lo dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad. En cambio, los pensamientos del mundo le daban cierto deleite, pero lo dejaban vacío. Decidió seguir el ejemplo de los santos y empezó a hacer penitencia por sus pecados para entregarse a Dios.
A los 32 años, salió de Loyola con el propósito de ir peregrinando hasta Jerusalén. Se detuvo en el Santuario de Montserrat, en España. Ahí decidió llevar vida de oración y de penitencia después de hacer una confesión general. Vivió durante casi un año retirado en una cueva de los alrededores, orando.
Tuvo un período de aridez y empezó a escribir sus primeras experiencias espirituales. Éstas le sirvieron para su famoso libro sobre “Ejercicios Espirituales”. Finalmente, salió de esta sequedad espiritual y pasó al profundo goce espiritual, siendo un gran místico.
Logró llegar a Tierra Santa a los 33 años y a su regreso a España, comenzó a estudiar. Se dio cuenta que, para ayudar a las almas, eran necesarios los estudios.
Convirtió a muchos pecadores. Fue encarcelado dos veces por predicar, pero en ambas ocasiones recuperó su libertad. Él consideraba la prisión y el sufrimiento como pruebas que Dios le mandaba para purificarse y santificarse.
A los 38 años se trasladó a Francia, donde siguió estudiando siete años más. Pedía limosna a los comerciantes españoles para poder mantener sus estudios, así como a sus amigos. Ahí animó a muchos de sus compañeros universitarios a practicar con mayor fervor la vida cristiana. En esta época, 1534, se unieron a Ignacio 6 estudiantes de teología. Motivados por lo que decía San Ignacio, hicieron con él voto de castidad, pobreza y vida apostólica, en una sencilla ceremonia.
San Ignacio mantuvo la fe de sus seguidores a través de conversaciones personales y con el cumplimiento de unas sencillas reglas de vida. Poco después, tuvo que interrumpir sus estudios por motivos de salud y regresó a España, pero sin hospedarse en el Castillo de Loyola.
Dos años más tarde, se reunió con sus compañeros que se encontraban en Venecia y se trasladaron a Roma para ofrecer sus servicios al Papa. Decidieron llamar a su asociación la Compañía de Jesús, porque estaban decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de Cristo. Paulo III convirtió a dos de ellos profesores de la Universidad. A Ignacio, le pidió predicar los Ejercicios Espirituales y catequizar al pueblo. Los demás compañeros trabajaban con ellos.
El Papa Pablo III les dio la aprobación y les permitió ordenarse sacerdotes. Fueron ordenados en Venecia por el obispo de Arbe el 24 de junio. Ignacio celebrará la primera misa en la noche de Navidad del año 1538. En ese tiempo se dedican a predicar y al trabajo caritativo en Italia.
Ignacio de Loyola, de acuerdo con sus compañeros, resolvió formar una congregación religiosa que fue aprobada por el Papa en 1540. Añadieron a los votos de castidad y pobreza, el de la obediencia, con el que se comprometían a obedecer a un superior general, quien a su vez, estaría sujeto al Papa.
La Compañía de Jesús tuvo un papel muy importante en contrarrestar los efectos de la Reforma religiosa encabezada por el protestante Martín Lutero y con su esfuerzo y predicación, volvió a ganar muchas almas para la única y verdadera Iglesia de Cristo.
Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, dirigiendo la congregación y dedicado a la educación de la juventud y del clero, fundando colegios y universidades de muy alta calidad académica.
Para San Ignacio, toda su felicidad consistía en trabajar por Dios y sufrir por su causa. El espíritu “militar” de Ignacio y de la Compañía de Jesús se refleja en su voto de obediencia al Papa, máximo jefe de los jesuítas.
Su libro de “Ejercicios Espirituales” se sigue utilizando en la actualidad por diferentes agrupaciones religiosas.
San Ignacio murió repentinamente, el 31 de julio de 1556. Fue beatificado el 27 de julio de 1609 por Pablo V, y canonizado en 1622 por Gregorio XV.
¿Qué nos enseña su vida?
• A ser fuertes ante los problemas de la vida.
• A saber desprendernos de las riquezas.
• A amar a Dios sobre todas las cosas.
• A saber transmitir a los demás el entusiasmo por seguir a Cristo.
• A vivir la virtud de la caridad ya que él siempre se preocupaba por los demás.
• A perseverar en nuestro amor a Dios.
• A ser siempre fieles y obedientes al Papa, representante de Cristo en la Tierra.
Oración
Virgen María,
ayúdanos a demostrar en nuestra vida de católicos convencidos,
una profunda obediencia a la Iglesia y al Papa,
tal como San Ignacio nos lo enseñó con su vida de servicio a los demás.
Amén.
La incomoda cobardía de Herodes
Santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12. Sábado XVII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, cada vez que avanzo sin ti, las caídas y los tropiezos se dejan ver casi inmediatamente, por eso inicio mi oración confiando en que tu misericordia hará la diferencia en esta oración y en mi vida. Gracias por estar siempre conmigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Al escuchar la cobardía de Herodes frente a la petición de la hija de Herodías, nos queda una sensación de amargura y hastío porque sabemos que, a pesar de tenerlo encerrado, Herodes no quería matar a Juan el Bautista.
Pero qué es lo que realmente nos molesta. ¿Por qué es común escuchar que lo que menos podemos tolerar en los demás es la hipocresía y la cobardía? Creo que es precisamente lo que nos atañe más directamente, pues todos alguna vez hemos sido cobardes e hipócritas.
Incluso me animo a decir que hemos matado la reputación de muchas personas a causa de nuestra cobardía. Por ejemplo, cuando hemos callado verdades que comprometían la reputación y dignidad de otras personas, o peor aún, cuando hemos inventado mentiras con tal de no salir perjudicados en alguna situación de conflicto, afectando e involucrando a otros para salir bien librados.
Señor, qué distintos son tus pensamientos de nuestros pensamientos, tu justicia de nuestra justicia. Enséñanos a salir de nuestro egoísmo y buscar siempre la verdad que nos conduce hasta ti, aunque a veces eso implique el necesario camino de la cruz y de la abnegación.
«Herodes sembró muerte para defender su propio bienestar, su propia pompa de jabón. Y esto se sigue repitiendo… Pidamos al Señor que quite lo que haya quedado de Herodes en nuestro corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que hacen posibles dramas como éste». (Homilía de S.S. Francisco, 8 de julio de 2013).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Me esforzaré por trasmitir el valor de la verdad a las personas más cercanas a mí durante este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué significa reconocer la gloria de Dios?
En la oración debemos aprender el arte de la adoración de la gloria de Dios, quedando extasiados con la contemplación de este amor.
Por: P. Pedro Barrajón, L.C. | Fuente: Catholic.net
Reconozcamos la Gloria de Dios
En el tiempo de Navidad resuenan en nuestros oídos y en nuestros corazones las palabras del coro de los ángeles a los pastores de Belén: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2, 14). En la Navidad hablamos mucho, – y con toda razón- de paz, pero a veces nos podemos olvidar de la primera parte del canto celeste: “Gloria a Dios en el cielo”. La Iglesia nos habitúa a decir con frecuencia la doxología “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”. En los domingos del año litúrgico se entona en la Misa el “Gloria”, que recoge el canto de los ángeles. Pero corremos el riesgo de habituarnos a usar una palabra cuyo significado no entendemos bien.
¿Qué significa reconocer “la gloria de Dios”? Significa ante todo reconocer su grandeza, su majestad, su omnipotencia. La “gloria” divina es, según la etimología de la palabra, su “peso”, lo que Dios es en su esencia e intimidad. Para el cristiano, que ha visto la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo, la gloria divina se manifiesta en su amor: “Tanto ha amado Dios al mundo que le dio su Hijo único” (Jn 3, 16). El gran poder de Dios es su Amor, el hecho de que Él es Amor sustancial, podríamos decir. Por ello la tradición cristiana ha visto sobre todo en el momento de la cruz, junto con la encarnación, la gran manifestación de la gloria de Dios, el momento supremo de la manifestación de su amor misericordioso por nosotros. María, tanto en Nazaret, Belén como en el Calvario, es testigo privilegiado de esta glorificación, Ella que había hecho de su vida un perenne Magnificat, un continuo acto de glorificación de Dios.
Oración y gloria de Dios
La oración es un momento en el que tenemos que dar espacio a la contemplación de la gloria de Dios, de su amor infinito hacia nosotros. No puede ser la oración simplemente una lista de peticiones ni de intenciones, aunque esto es lícito y bueno. En la oración debemos aprender el arte de la adoración de la gloria de Dios, quedando extasiados con la contemplación de este amor. Glorificamos a Dios en la oración y recocemos su gloria en la medida en que más nos parezcamos a Él por el amor. Amando somos capaces de ver la realidad y Dios mismo con un corazón nuevo. Somos capaces de penetrar su intimidad trinitaria, somos capaces de amar como nunca habíamos amado y de percibir su amor en un modo experiencial que llega a ser inefable.
La Navidad para el cristiano es…
El período de Navidad debe ser para el cristiano un período de serena contemplación, de ejercicio de adoración, de glorificación del Dios Padre, del Hijo, del Dios Espíritu Santo. Será difícil buscar la paz verdadera si no tenemos el amor de Dios en el corazón, si no lo hemos contemplado, si no somos capaces de “pesar” la realidad con la balanza de Dios que es Amor.
Justamente los ángeles proclaman “la gloria de Dios” en el momento del nacimiento de Jesús porque en los llantos del Niño de Belén se manifiesta en modo maravilloso, sorprendente y misterioso el amor infinito de un Dios Amor que se hace Samaritano de la Humanidad doliente. “A quien nos ha amado así, ¿cómo no amarlo?”, dice el canto de “Adeste fideles”. Hagamos de la oración un ejercicio de glorificación de Dios y para ello pidamos que el Señor nos revela el secreto del amor, para que podamos amar en un modo semejante a como Él nos ha amado. Esto será posible con el compromiso de nuestra libertad, pero sobre todo con la ayuda de la gracia. Cada vez que contemplamos la gloria de Dios en la oración, Jesús nace en nuestra en nuestra alma trayendo a ella el don del amor.
Transformar la economía de la trata en una economía del cuidado
Este viernes, 30 de julio, es el Día Mundial contra la Trata de Personas
“En el Día Mundial contra la Trata de Personas, invito a todos a trabajar juntos para transformar la economía de la trata en una economía del cuidado”.
Con un tweet, el Papa Francisco recuerda el Día Mundial contra la Trata de Personas , convocado por Naciones Unidas en 2013 y, desde entonces, celebrado cada 30 de julio. El objetivo de esta fecha es combatir la explotación de personas contra un fenómeno que afecta prácticamente a países de todos los continentes, entre las naciones implicadas en el origen, tránsito y destino de las víctimas. Además del 30 de julio, la Iglesia católica dedica otro día del año a este fenómeno: el 8 de febrero, cuando se recuerda la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita. En ambas circunstancias, el Papa Francisco no deja de expresar su preocupación y, sobre todo, su apoyo a una organización formada principalmente por religiosas: Talitha Kum.10:23
La crisis no tiene la última palabra
De hecho, esta red internacional de Vida Consagrada está promoviendo la campaña «Cuidados contra la Trata», lanzada hace una semana, con el objetivo de demostrar que los cuidados sí pueden marcar la diferencia en todas las etapas del camino para combatir la trata: cuidados para los que están en riesgo, para las víctimas y para los que sobreviven, La coordinadora internacional de la red, Sor Gabriella Bottani -que comenzó su compromiso en esta lucha cuando trabajaba en Brasil- dice que la campaña también se inspira en las palabras del Pontífice.
“Como nos recuerda a menudo el Papa Francisco, el cuidado es importante para dar valor, para dar fuerza al bien, enfrentándose al mal con la fuerza del bien”.
La Hna. Gabriella explica que la campaña en las redes sociales consiste en dar voz y visibilidad a «gestos de cuidado para combatir la trata hoy en nuestro mundo globalizado, pero también en este tiempo de pandemia, no dejando que la crisis sea la última palabra, sino cuidando, cuidando la dignidad humana, cuidando la libertad de nuestros hermanos y hermanas, cuidando los gestos cotidianos para que todos tengan vida en abundancia».
Transformar la economía de la trata en una economía del cuidado
En su mensaje en Twitter, Francisco destaca el papel de la economía en este fenómeno, como ya abordó el 8 de febrero, en la VII Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas
«Este año el objetivo es trabajar por una economía que no favorezca, ni siquiera indirectamente, este innoble tráfico, es decir, una economía que nunca haga del hombre y la mujer una mercancía, un objeto, sino siempre el fin».
El Buen Amor en el noviazgo. Preguntas y respuestas
Este libro presenta un ramillete de consultas de novios acerca de situaciones de noviazgo y las respuestas que les da el autor
Este libro presenta un ramillete de consultas de novios acerca de situaciones de noviazgo y las respuestas que les da el autor. Varias de esas preguntas han sido publicadas antes en el Blog del Buen Amor , que funciona como consultorio o clínica virtual del Buen Amor. Los consultantes han comprendido que tanto su pregunta como la respuesta podrían iluminar a muchos novios que pasan por situaciones semejantes y no saben qué hacer. Por eso han accedido a que fueran publicadas preservando el anonimato.
Los novios que consultan son creyentes católicos. No necesitan demostración de las verdades en que creen y arrojan luz sobre sus situaciones. Verdades bíblicas reveladas por Dios acerca de la creación del varón y la mujer y del amor humano infundido por Dios en sus corazones.
El autor aplica así a casos concretos las verdades universales reveladas por Dios acerca del amor creado, que ha expuesto en sus libros:
La Casa sobre Roca. Noviazgo, amistad matrimonial y educación de los hijos, y ¿Qué le pasó a nuestro amor? Respuestas divinas a preguntas humanas.
Las aplicaciones prácticas permiten comprender mejor que las verdades reveladas son sabiduría práctica. Como las anteriores, esta obra es contracultural porque contradice falsos dogmas de la cultura dominante.
PRESENTACIÓN
Estimado lector:
En estas páginas he reunido preguntas y mis respuestas intercambiadas con novios que me han consultado personalmente o por correo electrónico. Varias de esas preguntas han sido publicadas antes en el Blog del Buen Amor , que funciona como consultorio o clínica virtual del Buen Amor. Todas las consultas se publican con la expresa autorización de los interesados, pero obviamente bajo pseudónimo. Ellos han comprendido que tanto su pregunta como la respuesta podrían iluminar a muchos novios que pasan por situaciones semejantes y no saben qué hacer.
Los que me preguntan son creyentes católicos, que no necesitan demostración de las verdades en que creen. Mis respuestas a estas preguntas suponen esa fe y se basan en los principios revelados por Dios acerca de la creación del varón y la mujer y del amor derramado por Dios en sus corazones. Es éste un don divino que ellos comparten y que los impulsa a unirse para siempre en matrimonio fecundo y fiel.
Mis respuestas aplican a los casos concretos los principios revelados por Dios que he expuesto en los libros: “La Casa sobre Roca” y “¿Qué le pasó a nuestro amor?”. Si en las obras anteriores expuse la doctrina, en ésta ofrezco sus aplicaciones prácticas que permitirán asimilarla mejor. Si aquellas obras eran saludablemente contraculturales – como lo es nuestra fe -, también lo es, inevitablemente, ésta.
Estos diálogos son apenas un ramillete selecto. No pretenden agotar la problemática del amor en el noviazgo. Pero aún así espero que contribuyan a que otros jóvenes creyentes comprendan mejor la sabiduría que encierra la doctrina revelada acerca del amor humano, creado, caído y elevado por la gracia de Dios a sacramento y misterio grande. Y que a su luz puedan orientarse por sí mismos en el camino del noviazgo hasta el sagrado matrimonio.
Tengo que advertir al lector que a estas respuestas escritas a preguntas concretas formuladas también por escrito, no se les puede pedir que sean aplicables tal cual a otros casos. Son ejemplos concretos que pueden inspirar comportamientos, pero no siempre pueden imitarse al pie de la letra, sino mediante una creatividad espiritual ayudada por la gracia. La variedad de circunstancias individuales exigiría muchas veces variedad de respuestas y consejos. Se puede aplicar aquí lo que advierte Aristóteles acerca de los principios generales del comportamiento humano, porque a su manera vale para las aplicaciones casuísticas de esos principios:
“En la consideración de los asuntos del espíritu no debe exigirse una precisión igual a la que se exige en los trabajos de precisión. […] Así pues, cuando se trata de asuntos de este género y se parte de este tipo de principios, es preciso saber contentarse con un bosquejo un poco grosero de la verdad. […] De aquí que deba acogerse con indulgente reserva todo lo que vamos a decir. Un espíritu cultivado no debe exigir en cada género de objetos más precisión que la que permita la naturaleza misma de la cosa que se trate. Y tan irracional sería exigir de un matemático una mera probabilidad, como exigir de un orador demostraciones en forma” (Aristóteles. Ética a Nicómaco, Libro I, capítulo 1)
¿Por qué llamamos al Sacerdote: Padre?
Referirse al sacerdote como padre ha sido una práctica de la Iglesia desde los primeros siglos del Cristianismo.
Esta es una pregunta muy típica de la tía evangélica en la reunión familiar o de la señora – no católica por supuesto – que nos encontramos en el asiento del bus, y aun así, muchos católicos encuentran dificultad en responder. Referirse al sacerdote como “padre” ha sido una práctica de la Iglesia desde los primeros siglos del Cristianismo. San Pablo, por ejemplo, se refiere a sí mismo como un “padre” para los Corintios a través del Evangelio que les predicó.
EL CONTEXTO
“Pero vosotros no os hagáis llamar rabbi, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos”.
Cuando Jesús nos pide no llamar “padre” a nadie, está criticando abiertamente el uso impropio del ejercicio de la autoridad por los escribas y fariseos (que gustaban de usar estos títulos para sentirse por encima de los demás). Jesucristo está recordándoles a aquellos que tienen un puesto de autoridad, que el liderazgo no se encuentra en la dominación sino en el servicio, y justamente el servicio es el corazón del sacerdocio. Es decir que, cuando llamamos “padre” a nuestros sacerdotes, estamos reconociendo su rol de guías espirituales, al servicio de hacernos crecer y madurar como hijos de nuestro único Padre que está en los cielos.
Podemos ver claramente que Jesucristo no está criticando el título en sí mismo, sino a quienes buscan estos títulos para su vanagloria, como una forma de ponerse por encima de los demás. La Iglesia está muy de acuerdo con esta crítica – faltaba más –. Estaría pésimamente mal que un sacerdote utilice su puesto de autoridad para su propio beneficio, y que aun así puede suceder (pues somos pecadores y hay de todo en la viña del Señor), sin embargo, no es este el común de los sacerdotes ni mucho menos la regla universal.
Es evidente que esta interpretación no me la he inventado ni es nueva en absoluto… es la interpretación milenaria que la Iglesia ha recibido de los Apóstoles. Sin embargo, no es así la realidad de los protestantes, que a partir de Lutero gustan de hacer interpretaciones personales de las Escrituras.
EL PRETEXTO
Algunas veces, cuando esta pregunta sale a discusión, muchos piensan que los católicos jamás hemos leído el pasaje antes citado, donde Cristo dice explícitamente que no llamemos “padre” a nadie. Sin embargo, no es el caso. La Iglesia está muy al tanto de estas palabras de Jesús, y aun así los sacerdotes católicos han sido llamados “padres” desde los primeros siglos sin ningún inconveniente. ¿Cuál es el problema? ¿La Iglesia se está haciendo de la vista gorda con este versículo?
Es importante señalar que dentro del mismo pasaje nos pide no llamar a nadie “maestro”, pero por alguna razón misteriosa a nadie parece molestarle que hayamos pasado años de escuela llamando “maestro” a otros. Además, si vamos a tomar la cita al pie de la letra, pues entonces no sé cómo hacen los protestantes para dirigirse a sus padres… ¿”progenitor”? ¡Que dulce! Es evidente que Cristo no está pidiendo un simple cambio universal de “padre” y “maestro” por “progenitor” e “instructor” ¡No! Cristo no está pidiendo un simple cambio de sinónimos, sino que debemos ir a una visión más profunda de lo que el Señor quiso expresar. Creo que ha quedado bastante claro: el verdadero sentido de la autoridad.
ENTONCES…
Cuando llamamos a un sacerdote “padre”, estamos reconociendo el hecho de que, a través de la autoridad dada por Cristo, ellos comparten el trabajo de guiar y sostener la vida espiritual de los fieles. No toman el puesto de Dios. De hecho, su trabajo es guiarnos y apoyarnos en nuestra madurez espiritual como hijos de Dios, pues al final, tanto ellos como nosotros clamamos al cielo y juntos decimos: “Padre nuestro que estás en el Cielo…”
Oración al Señor de la Misericordia
Oh Señor mi dulce amigo…
cuatro cosas hoy te pido
con mucha necesidad.
Paciencia para sufrir
Fuerza para trabajar
Valor para resistir
las penas que han de venir
y me han de mortificar.
Temperamento sereno
para poder resolver
las cosas con santa calma.
Y así tener en el alma
perfecta tranquilidad.
Esto tengo que pedirte
oh mi Jesús adorado
en este día consagrado
para adorarte y servirte
por siempre.
Amén.
El Papa: Hoy hay muchos cristianos víctimas de los que odian a Jesús
Homilía de Francisco en la Casa Santa Marta a partir del martirio de Juan Bautista sobre los perseguidos hoy en día y la necesidad de hacerse pequeño
El martirio de los cristianos no es algo del pasado, sino que muchos son víctimas también hoy “de gente que odia a Jesucristo”.
Es la dolorosa constatación del papa Francisco en la homilía de la Misa de la mañana en Casa Santa Marta, al final de una intensa meditación sobre la vida y la muerte de Juan Bautista.
La parábola del “Gran Juan” en primer plano y, apenas detrás, el agudo dolor por los muchos cristianos aún hoy llevados al matadero, porque su vida anuncia la de un Dios que otros odian.
Martirio de Juan Bautista
Es una de las homilías de Santa Marta más conmovedores esta en la que el Papa sigue la página del Evangelio de Marcos que narra el fin trágico de Juan Bautista.
Él – subraya Francisco – que “nunca traicionó su vocación”, “consciente de que su deber era sólo anunciar” la “proximidad del Mesías” – consciente de ser “sólo la voz”, porque “la Palabra era Otro” – “acaba su vida como el Señor, con el martirio”.
Es sobre todo cuando acaba en la cárcel por mano de Herodes Antipas, cuando “el hombre más grande nacido de mujer” se vuelve, observa Francisco, “pequeño, pequeño, pequeño”.
Primero probado con “la oscuridad del alma” –cuando duda de que Jesús sea aquel al que ha preparado el camino–.
Después, cuando para él llega el momento del fin, ordenado por un rey fascinado y al mismo tiempo perplejo por Juan.
Un final que el Papa se detiene a considerar con realismo.
Un impactante final
“Al fin, después de esta purificación, después de este bajar continuo en el anonadamiento, abriendo camino al anonadamiento de Jesús, acaba su vida.
Ese rey perplejo es capaz de una decisión, pero no porque su corazón se haya convertido, sino porque el vino le ha dado valor.
Y así Juan termina su vida bajo la autoridad de un rey mediocre, embriagado y corrupto, por el capricho de una bailarina y por el odio vengativo de una adúltera. Así acaba el Grande, el hombre más grande nacido de mujer”.
Mártires de hoy
“Cuando leo este pasaje –afirma el Papa– os confieso que me conmuevo” y pienso siempre “en dos cosas”:
“Primero, pienso en nuestros mártires, en los mártires de nuestros días, esos hombres, mujeres, niños que son perseguidos, odiados, expulsados de las casas, torturados, masacrados.
Y esto no es algo del pasado: hoy pasa esto. Nuestros mártires, que acaban su vida bajo la autoridad corrupta de gente que odia a Jesucristo.
Nos hará bien pensar en nuestros mártires. Hoy pensamos en Paolo Miki, pero eso pasó en 1600. ¡Pensemos en los de hoy”.
El propio abajamiento existencial
Además, prosigue el Papa, este hacerse pequeño de Juan el Grande “continuamente hasta la nada” me hace pensar, dice, “que estamos en este camino y vamos hacia la tierra, donde todos acabaremos”. Me hace pensar en “mí mismo”.
“También yo acabaré. Todos acabaremos. Nadie tiene la vida ‘comprada’. También nosotros, queriendo o no, vamos por el camino del abajamiento existencial de la vida.
Y esto, al menos a mí, me hace rezar para que este anonadamiento se parezca lo más posible a Jesucristo, a su abajamiento”.