Matthew 9:9-13

Hoy celebramos la fiesta de San Mateo, y el Evangelio nos cuenta acerca de su conversión. Un relato lacónico detalla cómo es la transición de la muerte espiritual a la vida espiritual. Primero, notamos la mirada de Jesús. Si hay un tema que está claramente expuesto en el Nuevo Testamento es la primacía de la gracia. 

¿Por qué? No lo sabemos. Sólo sabemos que no seremos nosotros mismos los que nos elevemos a la plenitud espiritual. Hay una mirada que tiene que venir sobre nosotros desde afuera – no tanto en búsqueda de Dios sino para permitir que seamos encontrados. 

Jesús le dice a Mateo: “Sígueme”. No hay nada en la vida cristiana más simple o básico que esto. Y esto es lo que nosotros, los discípulos hacemos: lo seguimos, caminamos detrás de Él, somos aprendices. “Se levantó y lo siguió”. Aquí el simbolismo es maravilloso. Levantarse, alzarse—anastasis, la misma palabra es usada para designar la Resurrección de Jesús de entre los muertos. La conversión (dar un vuelco) es también una elevación, un alzarse. 

Ir hacia Cristo es ir hacia una forma de vida más amplia, rica, y elevada. La vida no es simplemente los placeres y bienes del cuerpo; la vida es ahora vivida en, y a través de, Dios.

El misterio de la Iglesia es el misterio del cuerpo de Cristo: “Una sola fe, un solo bautismo”, “un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos”, obra “por medio de todos y está presente en todos”: esta es la unidad que Jesús pidió al Padre para nosotros y que nosotros debemos ayudar a construir, esta unidad, con el vínculo de la paz. Y el vínculo de la paz crece con la humildad, con la dulzura, soportándose unos a otros, y con la magnanimidad. (Homilía Santa Marta, 21 octubre 2016)

Mateo Apóstol, Santo

Apóstol y Evangelista, 21 de septiembre

Apóstol y Evangelista

Martirologio Romano: Fiesta de san Mateo, apóstol y evangelista, llamado antes Leví, que al ser invitado por Jesús para seguirle, dejó su oficio de publicano o recaudador de impuestos y, elegido entre los apóstoles, escribió un evangelio en que se proclama principalmente que Jesucristo es hijo de David, hijo de Abrahán, dando plenitud al Antiguo Testamento.

Etimológicamente: Mateo = regalo de Dios, viene de la lengua hebrea

Breve Biografía

Se llamaba también Leví, y era hijo de Alfeo.
Su oficio era el de recaudador de impuestos, un cargo muy odiado por los judíos, porque esos impuestos se recolectaban para una nación extranjera. Los publicanos o recaudadores de impuestos se enriquecían fácilmente. Y quizás a Mateo le atraía la idea de hacerse rico prontamente, pero una vez que se encontró con Jesucristo ya dejó para siempre su ambición de dinero y se dedicó por completo a buscar la salvación de las almas y el Reino de Dios.

Como ejercía su oficio en Cafarnaum, y en esa ciudad pasaba Jesús muchos días y obraba milagros maravillosos, ya seguramente Mateo lo había escuchado varias veces y le había impresionado el modo de ser y de hablar de este Maestro formidable. Y un día, estando él en su oficina de cobranzas, quizás pensando acerca de lo que debería hacer en el futuro, vio aparecer frente a él nada menos que al Divino Maestro el cual le hizo una propuesta totalmente inesperada: «Ven y sígueme».

Mateo aceptó sin más la invitación de Jesús y renunciando a su empleo tan productivo, se fue con El, no ya a ganar dinero, sino almas. No ya a conseguir altos empleos en la tierra, sino un puesto de primera clase en el cielo. San Jerónimo dice que la llamada de Jesús a Mateo es una lección para que todos los pecadores del mundo sepan que, sea cual fuere la vida que han llevado hasta el momento, en cualquier día y en cualquier hora pueden dedicarse a servir a Cristo, y El los acepta con gusto.

Mateo dispuso despedirse de su vida de empleado público dando un gran almuerzo a todos sus amigos, y el invitado de honor era nada menos que Jesús. Y con Él, sus apóstoles. Y como allí se reunió la flor y nata de los pecadores y publicanos, los fariseos se escandalizaron horriblemente y llamaron a varios de los apóstoles para protestarles por semejante actuación de su jefe. «¿Cómo es que su maestro se atreve a comer con publicanos y pecadores?»

Jesús respondió a estas protestas de los fariseos con una noticia que a todos nos debe llenar de alegría: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a buscar santos sino pecadores. Y a salvar lo que estaba perdido». Probablemente mientras decía estas bellas palabras estaba pensando en varios de nosotros.

Desde entonces Mateo va siempre al lado de Jesús. Presencia sus milagros, oye sus sabios sermones y le colabora predicando y catequizando por los pueblos y organizando las multitudes cuando siguen ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret. Jesús lo nombra como uno de sus 12 preferidos, a los cuales llamó apóstoles (o enviados, o embajadores) y en Pentecostés recibe el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Los judíos le dieron 39 azotes por predicar que Jesús sí había resucitado (y lo mismo hicieron con los otros apóstoles) y cuando estalló la terrible persecución contra los cristianos en Jerusalén, Mateo se fue al extranjero a evangelizar, y dicen que predicó en Etiopía y que allá murió martirizado.

En todo el mundo es conocido este santo, y lo será por siempre, a causa del maravilloso librito que él escribió: «El evangelio según San Mateo». Este corto escrito de sólo 28 capítulos y 50 páginas, ha sido la delicia de predicadores y catequistas durante 20 siglos en todos los continentes. San Mateo en su evangelio (palabra que significa: «Buenas Noticias») copia sermones muy famosos de Jesús, como por ej. El Sermón de la Montaña (el sermón más bello pronunciado en esta tierra), el sermón de las Parábolas, y el que les dijo a sus apóstoles cuando los iba mandar a su primera predicación. Narra milagros muy interesantes, y describe de manera impresionante la Pasión y Muerte de Jesús. Termina contando su resurrección gloriosa.

El fin del evangelio de San Mateo es probar que Jesucristo sí es el Mesías o Salvador anunciado por los profetas y por el Antiguo Testamento. Este evangelio fue escrito especialmente para los judíos que se convertían al cristianismo, y por eso fue redactado en el idioma de ellos, el arameo.

Quizás no haya en el mundo otro libro que haya convertido más pecadores y que haya entusiasmado a más personas por Jesucristo y su doctrina, que el evangelio según San Mateo. No dejemos de leerlo y meditarlo.

A cada uno de los 4 evangelistas se les representa por medio de uno de los 4 seres vivientes que, según el profeta, acompañan al Hijo del hombre (un león: el valor. El toro: la fuerza. El águila: los altos vuelos. Y el hombre: la inteligencia). A San Marcos se le representa con un león. A San Lucas con un toro (porque empieza su evangelio narrando el sacrifico de una res que estaban ofreciendo en el templo). A San Juan por medio del águila, porque este evangelio es el que más alto se ha elevado en sus pensamientos y escritos. Y a San Mateo lo pintan teniendo al lado a un ángel en forma de hombre, porque su evangelio comienza haciendo la lista de los antepasados de Jesús como hombre, y narrando la aparición de un ángel a San José.

Que San Mateo, gran evangelizador, le pida a Jesús que nos conceda un gran entusiasmo por leer, meditar y practicar siempre su santo evangelio.

Decía Jesús «Convertíos y creed en el evangelio» (Mc. 1, 15).

¿Qué responderías?

Santo Evangelio según Mateo 9, 9-13.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por traerme a estar un rato contigo. Gracias por escogerme como amigo y por acompañarme en cada paso que doy. Tú me conoces, dame lo que más necesito. María, que dijiste sí a Dios y confiaste en Él en la luz y en la oscuridad, hazme más como tú.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Imagina que estás sentado con Mateo en su puesto. Eres un cobrador de impuestos, pero no uno cualquiera. Te has vuelto rico a base de cobrarle el tributo a tus paisanos judíos para dárselo a los opresores romanos. Por tu trabajo, hace tiempo que olvidaste que es ser respetado por la gente que te trata. Tú y Mateo están sentados contando las últimas ganancias, cuando escuchas una voz, viril pero cariñosa: sígueme… Levantas los ojos, y Jesús está a pocos pasos de ti, frente a la mesa de los impuestos. Volteas con Mateo. Él se para en silencio, rodea la mesa y se para junto a Jesús. La gente que está viendo comienza a murmurar.

Ahora, Jesús te mira a ti. ¿Qué pasa en tu interior? ¿Qué sientes? ¿Por qué le sostienes o no la mirada? Mateo, de pie junto a Jesús, calla con la mirada baja. ¿Por qué llamó Jesús a Mateo? ¿Por qué te llamó a ti? ¿Por qué Mateo siguió a Jesús? Y tú, ¿qué vas a responder?

«Jesús lo indica con el dedo. [Mateo] Se aferraba al dinero. Y Jesús lo escoge. Invita a toda la banda a almorzar, a los traidores, los cobradores de impuestos. Al ver esto, los fariseos que se creían justos, que juzgaban a todos y decían: “Pero ¿por qué vuestro Maestro tiene esa compañía?”. Jesús dice: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”. Esto me consuela mucho, porque creo que Jesús ha venido por mí. Porque todos somos pecadores. Todos. Todos tenemos esta “licenciatura”, somos licenciados. Cada uno sabe cuál es su pecado, su debilidad más fuerte».

(Homilía de S.S. Francisco, 7 de julio de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Jesús, tú mismo dijiste que no te elegimos, sino que fuiste Tú quien nos escogió. Tú conoces mi corazón, sabes qué me motiva, qué me da miedo, qué es lo que más quiero. Di una sola palabra y mi alma quedará sana. María, reina de los apóstoles, haz que como tú me deje conquistar por Jesús.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a visitar a Jesús en la Eucaristía y le pediré que me haga más como Él. Si lo necesito, voy a buscar una oportunidad para confesarme.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Cuál es la diferencia entre la paz que se experimenta con un consejero y la que trae el sacramento?

En el confesar sus pecados y en el recibir la certeza del perdón, la persona percibe la infinita misericordia de Dios.

Por: P. Jacques Philippe |

Una persona que pasa por un momento difícil y acude a un consejero o «counselor » para hablar de sus problemas, puede obtener una cierta paz, particularmente si se trata no sólo de « desahogarse » (¡lo cual procura una paz poco duradera!) sino de buscar ayuda y consejo.

Por diversos motivos : teniendo la posibilidad de hablar, la persona se siente menos sola para sobrellevar sus problemas, sobretodo si el consejero manifiesta una mirada de benevolencia hacia ella. Por otro lado, el hecho de expresar lo que uno vive con palabras que otro pueda comprender, permite a la persona que sufre no quedarse sólo al nivel de sus emociones y pensamientos, sino acceder a un punto de vista más objetivo y racional, redimensionar ciertas cosas, tomar una cierta distancia de su vivencia subjetiva. Esto es también fuente de una cierta paz. Asimismo, es posible que durante este diálogo la persona pueda recibir algunos buenos consejos y comprender mejor cómo encauzar sus decisiones. Se siente, entonces, menos perdida.

Esta paz, incluso aunque permanezca en un nivel humano, no ha de despreciarse; tiene su valor. Lo que acabamos de decir forma parte de la experiencia de un acompañamiento espiritual y en una cierta medida del del encuentro con un sacerdote en la confesión.

En el campo del acompañamiento espiritual, la paz recibida puede ser más profunda y sólida. Se da una gracia particular en el encontrar a la guía espiritual con el sincero deseo de hacer la voluntad de Dios. « Cuando dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos » dice Jesús. El fin de un momento de acompañamiento espiritual es el de ayudar a una persona, en un momento particular de su vida a percibir mejor la voluntad de Dios. Una luz en este sentido es donada habitualmente, al menos la suficiente para hoy. Cada vez que una persona entiende mejor qué es lo que el Señor espera de ella, y se compromete en este sentido, recibe una paz. El comprender y el decidirse a cumplir la Voluntad del Padre viene siempre acompañado por la paz.

Una gracia y un don de paz más profunda todavía pueden derivar de la confesión y de la absolución recibida, si este sacramento ha sido vivido con sinceridad y verdad, y con un verdadero deseo de progresar hacia una vida más conforme al Evangelio y un amor de Dios más auténtico.

En el confesar sus pecados y en el recibir la certeza del perdón, la persona percibe la infinita misericordia de Dios, se siente liberada del peso de sus culpas, se da cuenta de que a pesar de su fragilidad y debilidad, es acogida por Dios y que la bendición de Dios reposa sobre su vida.Esto puede ser un gran consuelo y fuente de una profunda paz.

Esta paz deberá después conservarse mediante la fidelidad a la oración y la búsqueda de Dios. Haber recibido esta paz no significa que la persona no tendrá más altos y bajos, combates y luchas, porque son cosas que forman parte de la vida cristiana, pero ha sido de todas maneras un don precioso de Dios.

Una señal de que una cierta paz ha sido verdaderamente don de Dios y fruto de su gracia (y no sólo un tranquilizarse humanamente) es que esta paz impulsa a la gratitud y dilata el corazón hacia un amor más intenso a Dios y más generoso hacia los hermanos.

San Mateo, el recaudador que aprovechó la llamada de Jesús

Conoce el secreto del apóstol que destacó la humanidad de Jesús en su evangelio y déjate guiar por él

Mateo vivía en Cafarnaum, un poblado pesquero a orillas del mar de Galilea. Su nombre en hebreo significa “don de Dios”. También era conocido como Leví, hijo de Alfeo.

Era recaudador de impuestos para el Impero Romano, que ocupaba Palestina, y por eso la gente lo despreciaba.

Un día, Jesús lo llamó.

World History Archive / Aurimages | World History Archive / Aurimages

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Inmediatamente, él «se levantó y lo siguió» abandonando cualquier riqueza. Se convirtió en uno de sus doce apóstoles y su vida cambió totalmente…

Saint Matthew and the Angel. Caravaggio

Uno de los cuatro Evangelios lleva su nombre. El arte clásico ha expresado la creencia de que un ángel le inspiró para escribirlo.

Saint Matthew and the Angel. Caravaggio

PD

El Evangelio según san Mateo empieza con la genealogía e infancia de Jesús, y destaca especialmente su humanidad.’

La misión de Mateo

Se dice que Mateo predicó en Judea y evangelizó Etiopía, que convirtió al rey al cristianismo, y también a su hija Efigenia.

para casarse con él, a lo que Mateo se negó. Y que lo pagó con su vida. Sus restos mortales se veneran actualmente en la catedral de la ciudad italiana de Salerno, de la que es patrón.Mateo también es el santo patrono de los recaudadores de impuestos, funcionarios de aduanas, especialistas en impuestos, contables y banqueros, profesiones que tienen en común que rara vez son apreciadas por la mayoría.Los católicos celebran su fiesta el 21 de septiembre, y los ortodoxos el 16 del mismo mes.

Oración Apóstol san Mateo:
Recordando cómo Jesús te llamó
cuando estabas trabajando en la mesa de recaudación de impuestos,
le pido a Dios que me permita descubrir que Él es mi verdadera riqueza.  Qué impactante debió ser para ti verlo,
sentir cómo se dirigía a ti y escuchar su irresistible llamada…

Él te impulsó a seguirlo, pero tú también fuiste muy valiente… Ayúdame a reconocer, como tú aquel día, que la estabilidad y los bienes materiales no son nada comparados con la vida junto a Él. Inspírame una sencillez alejada de toda insana ambición.

Y que sepa administrar los bienes que tengo a cargo con la sabiduría y la fidelidad que vienen del Espíritu Santo. Que a través de tu Evangelio podamos conocer ese lado más humano de Jesús, sus orígenes, su familia, su humildad,…

y eso nos lleve a enamorarnos aún más del Hijo que Dios quiso enviarnos para salvarnos. Guíanos en el seguimiento de Jesús para que podamos unirnos contigo a la felicidad plena de los que un día y otro respondisteis fielmente a su llamada y acertasteis. Amén.