Una antigua tradición nos cuenta que el gran san Agustín caminaba un día por la playa intentando comprender los misterios de la Santísima Trinidad. Allí se encontró un niño pequeño que había hecho un agujero en la arena y con una concha iba vertiendo el agua del mar. San Agustín, sorprendido, le preguntó al niño qué estaba haciendo. Éste le respondió que quería poner toda el agua del mar dentro del agujero que había hecho. Agustín le dijo que esto era imposible. El muchacho le rebatió que era aún más imposible entender la Trinidad con nuestro pobre entendimiento.
Y añadió que si llegamos a comprender a Dios, ya no será Dios.
Nuestro Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, en su inmensa grandeza se nos ha manifestado en el misterio. No podía ser de otra forma: nuestros límites humanos son incapaces de captar la plenitud inefable de Dios. Nuestro entendimiento queda sobrepasado por tanto gran misterio. Nuestra vista queda cegada por el brillo de una luz tan estallante. Nuestros oídos no son aptos para percibir una música tan excelsa. Como Moisés en el desierto sólo podemos cubrirnos el rostro con un velo para intentar percibir el rastro que la Trinidad ha dejado en el mundo.
Pero a pesar de nuestra pequeñez, tampoco somos capaces de dejar de contemplar, admirados, el misterio divino del Dios salvador. En este sentido, la oración colecta de hoy nos da tres claves para aproximarnos al misterio trinitario: primero profesar la fe verdadera, después reconocer la gloria de la Trinidad eterna y, finalmente, adorar su unidad de poder y de majestad.
Profesar la verdadera fe. Sólo la fe nos abre el acceso al gran misterio del Dios Único en Tres personas. No hay otra opción. Nuestra razón puede darnos motivos para pensar que Dios existe, pero sólo la fe en la palabra de Jesucristo nos revela que nuestro Dios es trinitario. Hay que creer y confiar en Dios. Éste es el único camino que nos guía hacia nuestro interior, hacia la búsqueda de la imagen y semejanza de Dios que llevamos impresa en nuestros corazones. Y sólo yendo hacia nuestro interior somos capaces de levantarnos hacia las alturas vertiginosas donde habitan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Desde el bautismo todos llevamos en nuestro interior la huella de la Trinidad.
El segundo elemento de la oración colecta es reconocer la gloria de la Trinidad eterna. Ésta es la auténtica protagonista de la historia de la salvación. Detrás de todos los acontecimientos salvíficos, desde la creación hasta la resurrección de Cristo, es la Trinidad la que se ha hecho presente y ha mostrado su inmensa gloria. Detrás de la historia de la salvación late constantemente el corazón de la Trinidad. Desde el misterio, la Trinidad nos da la vida y guía la historia hacia el encuentro definitivo con nuestro Salvador.
Y finalmente, es necesario adorar su unidad, nos decía la oración colecta. La adoración es la respuesta del creyente que se encuentra desbordado por tan gran misterio. Adorar su unidad es adorar su esencia. Y la esencia de Dios es el amor. Sólo el amor es digno de fe, gloria y adoración. Nuestro Dios es amor. La comunión de las tres personas divinas es la fuente de ese amor. A través suyo Dios nos une a él y nos transforma a la imagen y semejanza de Cristo glorioso.
Hermanos y hermanas, tal y como oraba san Agustín, también nosotros podemos dirigirnos a Dios y decirle: «Señor y Dios mío, creo en ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo (…). Cuando lleguemos a su presencia se acabarán todas estas cosas de las que ahora hablamos sin entenderlas, y usted lo será todo en todos, y entonces cantaremos un cántico eterno, alabando unidos a usted» (De Trinitate, XV, XXVIII, 51). Amén.
Gabriel de la Dolorosa, Santo
Religioso Pasionista, 27 de febrero
Acólito
Martirologio Romano: En Isola, del Abruzo, en Italia, san Gabriel de la Dolorosa (Francisco) Possenti, acólito, que, renunciando a la vanidad del mundo, todavía adolescente ingresó en la Congregación de la Pasión y en breve tiempo consumó su vida († 1862).
Fecha de canonización: 13 de mayo de 1920 por el Papa Benedicto XV.
Breve Biografía
El 1 de marzo de 1838 nació en el pueblecito de Asís (Italia) un niño llamado Francisco que, como el famoso fundador de los franciscanos, llegó a ser santo. Era el undécimo de trece hermanos y quedó huérfano de madre a los cuatro años.
Francisco (que tomó mas tarde como nombre religioso Gabriel de la Dolorosa) tenía un «temperamento suave, jovial, insinuante, decidido y generoso, poseía también un corazón sensible y lleno de afectividad… Era de palabra fácil apropiada, inteligente, amena y llena de una gracia que sorprendía…».
De estatura más bien alta (medía 1,70 metros), tenía «buena voz, era ágil y bien formado».
Con su familia se trasladó a Spoleto donde, como el otro Francisco, era un líder de los jóvenes. Allí fue a la escuela de los hermanos de las Escuelas Cristianas, y al liceo clásico con los jesuitas. Le agradaba mucho el canto, y consiguió premios en poesía latina y en las veladas teatrales. Era un joven dinámico, con una gran pasión por su fe cristiana. En su habitación había colocado una escultura de la Piedad para su veneración íntima .
Cuando iba al teatro Meliso con su padre, muchas veces salía a escondidas para ir a rezar bajo el pórtico de la catedral, que estaba muy cerca; después regresaba antes de que concluyera la función para salir con los demás espectadores. Algunas veces usaba cilicio y se sabe que en una ocasión rechazó las proposiciones deshonestas de un libertino, amenazándole con una navaja.
Interviene la Virgen María
El 22 de agosto de 1856 estaba asistiendo a la procesión de la «Santa Icone», una imagen mariana venerada en Spoleto, cuando la Virgen María le habló al corazón para invitarle con apremio: «Tú no estás llamado a seguir en el mundo. ¿Qué haces, pues, en él? Entra en la vida religiosa» (Fuentes, p. 208). El 10 de septiembre de 1856 entró en el noviciado pasionista de Morrovalle (Macerata) y tomó el nombre religioso de Gabriel. Tenía solo 18 años. Su entrega fue con todo su corazón y en la vida religiosa encontró su felicidad: «La alegría y el gozo que disfruto dentro de estas paredes son indecibles» (Escritos, p. 185). Sus mayores amores eran Jesús Crucificado, la Eucaristía y la Virgen María.
Muerte
En el convento de Isola, cuando los primeros rayos del sol entraban por la ventana de su celda en la mañana del 27 de febrero de 1862, Gabriel, sumido en éxtasis de amor y rodeado por los religiosos que lloraban junto a su lecho, abandonó la tierra y fue al cielo, invitado por la Virgen María.
Treinta años más tarde, El 17 de octubre de 1892, se iniciaron lo trámites para inscribirlo entre los santos ya que la devoción de los fieles y los milagros que realizaba eran muchos.
Fue canonizado por Benedicto XV en 1920.
Declarado copatrón de la juventud católica Italiana, 1926. Es el Patrón principal de Abruzo en 1959.
Santa Gemma al leer la vida de San Gabriel de la Dolorosa quedó profundamente vinculada espiritualmente con él y este se le apareció en muchas ocasiones para guiarla y consolarla.
No eres perfecto
Santo Evangelio según san Lucas 6, 39-45. Domingo VIII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme la fuerza para reconocer mis faltas y ver con ojos de misericordia a los demás.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-45
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita!
Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano.
No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El Evangelio de hoy invita a que cada uno entre en la intimidad de su corazón y vea lo que hay en él, pues cuando se realizan juicios contra los demás, en realidad se está juzgando el propio comportamiento, el cual se pretende ocultar con aires de superioridad. Creemos que ver la brizna en el ojo de otra persona es fácil, pero en realidad es imposible si tienes una viga en el tuyo, la brizna que ves es tuya, forma parte de la viga… Si eres padre-madre, recuerda que en tu juventud te equivocaste muchas veces; perdónate y aprende a comprender a tu hija(o); sé que quieres evitarle sufrimientos, pero sobreprotegerlo es hacerle más daño. Mejor trata de ser la mamá o el papá que eres y, por consiguiente, sé su mejor amiga(o).
Si eres hija(o) recuerda que no eres perfecta(o), que estás aprendiendo y te has equivocado. No pretendas que tus papás sean perfectos. Pon de tu parte para que ellos te comprendan; aunque no lo veas, ellos son tus mejores amigos, siempre estarán a tu lado.
Todos tenemos amistades o conocemos personas que tienen comportamientos que pasan por la condena social o son duramente juzgados, pero al igual que en tu familia, esas personas no son perfectas y su comportamiento es producto de situaciones que desconocemos, por lo que nuestra percepción seguramente falla. Piensa en la joven madre colombiana que se suicidó y asesinó a su hijo de 10 años saltando de un puente en Colombia a comienzos de febrero, ¿qué la llevó a ese extremo? Objetivamente no fue bueno lo que hizo, pero hay elementos que están lejos de nuestro alcance para ver con claridad todo el panorama y poder comprender por qué reaccionó así.
El ser humano actúa influenciado de muchas formas que lo llevan a tomar decisiones y actuar de forma que puede escandalizar. Tú no eres ajeno a esta situación, por eso recuerda siempre, antes de condenar-juzgar a alguien, que tú no eres perfecto. Los padres del desierto cuando veían a alguien en pecado decían: «Perdóname, Señor, porque yo soy más pecador». En fin, ánimo, pon en las manos de Dios tu vida, Él te ama y por eso te educa.
Que san José y la santísima Virgen María te guíen en este valle de lágrimas para que puedas caminar sin juzgar-condenar a los tuyos – familiares y amigos – y les des una mano amiga para que con amor los acompañes.
«Las habladurías hieren, son bofetadas a la buena fama de una persona, son bofetadas al corazón de una persona». (S.S. Francisco, homilía del 12 de septiembre de 2014, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
El día de hoy evitaré criticar o juzgar la manera de actuar de las personas con la que me encuentre.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué dice la Biblia sobre las malas palabras y las groserías?
No es que yo no quiera que las digas, es Dios quien lo señala en su Palabra
Son conocidas como malas palabras, groserías, palabras altisonantes, leperadas, vulgaridades, insultos y en algunos lugares como carnes. Son diferentes formas de dar a conocer aquella palabra que señala de manera despectiva un acto, persona o cosa. Con frecuencia la mala palabra se refiere a la sexualidad, a los progenitores, apariencia, discapacidades físicas o a las capacidades mentales de la persona.
Lo ofensivo también puede estar en la intensión, con esto no excuso a los que se amparan en la formula graciosa y se justifican con ella. Al decir intensión es en el concepto que se tiene en dicho lugar una palabra de uso común ya sea para un país, una cultura. Es muy común en los países de Latinoamérica que tienen un mismo idioma tener diferentes acepciones de una palabra, pero con un sentido en ocasiones antagónico.
Las malas palabras no deben ser utilizadas de ninguna manera. Cierto es que muchas veces pueden salir cuando la persona se encuentra irritada y no tiene dominio de sí. Cuando esto suceda hay que dejar pasar el tiempo para que se calmen los ánimos y pedir perdón. Este tipo de palabras regularmente son pronunciadas por complejo o para llamar la atención. En cualquiera de los casos un cristiano nunca debe mencionarlas. Hace poco una persona me escribió contando que un integrante de la Iglesia había dicho que él era de mente abierta y no era escrupuloso, por lo mismo pedía que los demás fueran de amplio criterio para no juzgarlo a la ligera, ya que el caso ameritaba decir esas palabrotas. No hay ningún caso que amerite decir, ni pensar palabrotas, porque somos hijos de Dios y debemos comportarnos como tal. La Biblia dice:
«El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca.» (Lc. 6, 45)
Las groserías siempre se aprenden en un lugar y con un tipo de personas. Lo importante es ser sabio y buscar la forma de cambiar el ambiente para que este no te cambie.
«Los malos compañeros echan a perder las buenas costumbres.» (1 Cor. 15, 33).
A continuación quiero decir un discurso tomado literalmente de la Palabra de Dios. Alguien podrá decir, es que el padrecito ya no quiere que digamos malas palabras, pero no es que yo no quiera, Dios es quien lo señala en su Palabra. Las siguientes citas bíblicas son claras y sencillas.
«Ustedes deben portarse como corresponde al pueblo santo: ni siquiera hablen de la inmoralidad sexual ni de ninguna otra clase de impureza o de avaricia. No digan indecencias ni tonterías ni vulgaridades, porque estas cosas no convienen; más bien alaben a Dios.» (Ef. 5, 3-4)
«Su conversación debe ser siempre agradable y de buen gusto, y deben saber también cómo contestar a cada uno.» (Col. 4, 6)
«No digan malas palabras, sino sólo palabras buenas que edifiquen la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen.» (Ef. 4, 29)
«Pero ahora dejen todo eso: el enojo, la pasión, la maldad, los insultos y las palabras indecentes.» (Col. 3, 8)
Deben renovarse espiritualmente en su manera de juzgar, y revestirse de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se distingue por una vida recta y pura, basada en la verdad.» (Ef. 4, 23-24)
«Y yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de cualquier palabra inútil que hayan pronunciado. Pues por tus propias palabras serás juzgado, y declarado inocente o culpable.» (Mt. 12, 36-37)
Como ya hemos visto en la Palabra de Dios, encontramos corrección a nuestra manera desviada de actuar. Seamos coherentes y busquemos siempre actuar como hijos de Dios.
El Papa en la embajada rusa expresa su preocupación por la guerra en Ucrania
El Santo Padre Francisco visitó al embajador de la Federación Rusa ante la Santa Sede.
El director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, ha informado que el Papa Francisco visitó este 25 de febrero, la embajada de la Federación Rusa ante la Santa Sede ubicada en la Vía de la Conciliación (Roma).
Durante su visita, que duró más de media hora -explicó Matteo Bruni- el Papa quiso expresar al embajador Alexander Avdeev, su preocupación por la guerra en Ucrania ante la evolución de hechos, tras los primeros ataques militares perpetrados por Rusia en territorio ucraniano que comenzaron la noche de ayer, 24 de febrero. El Santo Padre sigue de cerca toda la actualidad de la delicada situación en el país del Este, donde ya se cuentan varios muertos y heridos.
Llamamiento del Papa en su Audiencia General
El propio Pontífice expresó su «gran dolor de corazón» por el empeoramiento de la situación en el país, el pasado miércoles 23 de febrero, al final de su audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, cuando todavía no había estallado la violencia.
En esa ocasión, el Papa lanzó un llamamiento «a quienes tienen responsabilidades políticas para que hagan un serio examen de conciencia ante Dios, que es el Dios de la paz y no de la guerra».
«Pido a todas las partes implicadas que se abstengan de toda acción que provoque aún más sufrimiento a las poblaciones, desestabilizando la convivencia entre las naciones y desacreditando el derecho internacional», dijo Francisco.
El 2 de marzo, oremos por la paz
Igualmente, el Pontífice invitó a creyentes y no creyentes a que se unan a una oración colectiva por la paz: «Jesús nos ha enseñado que a la insensatez diabólica de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno. Invito a todos a hacer del próximo 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, una Jornada de ayuno por la paz. Animo de forma especial a los creyentes para que en ese día se dediquen intensamente a la oración y al ayuno», concluyó Francisco, invocando a la Virgen María, la Reina de la paz, para que «preserve al mundo de la locura de la guerra».
Recemos en silencio a la Virgen María
Igualmente, el domingo 13 de febrero, después de haber rezado la oración mariana del Ángelus junto a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el SantoPadre pidió nuevamente oración por el pueblo ucraniano:»Las noticias que llegan de Ucrania son muy preocupantes. Encomiendo a la intercesión de la Virgen María y a la conciencia de los responsables políticos cada esfuerzo por la paz. Recemos en silencio», concluyó Francisco.
¿De qué tengo yo que arrepentirme?
Sábado después de Ceniza. Quitar de nuestro corazón todo aquello que lo aparte de Dios Nuestro Señor.
La cuaresma es tiempo de arrepentimiento. Quizá a nosotros la llamada al arrepentimiento que es la Cuaresma, podría parecernos un poco extraña, un poco particular, porque podríamos pensar: ¿de qué tengo yo que arrepentirme?. Arrepentirse significa tener conciencia del propio pecado. La conversión del corazón es el tema que debería de recorrer nuestra Cuaresma, tener conciencia de que algo he hecho mal, y podría ser que en nuestras vidas hubiéramos dejado un poco de lado la conciencia de lo que es fallar. Fallar no solamente uno mismo o a alguien a quien queremos, también la conciencia de lo que es fallarme a mí.
Pudiera ser también que en nuestra vida hubiéramos perdido el sentido de lo que significa encontrarnos con Dios, y quizá por eso tenemos problemas para entender verdaderamente lo que es el pecado, porque tenemos problemas para entender quién es Dios. Solamente cuando tenemos un auténtico concepto de Dios, también podemos empezar a tener un auténtico concepto de lo que es el pecado, de lo que es el mal.
La cuaresma es todo un camino de cuarenta días hasta la Pascua, y en este camino, la Iglesia nos va a estar recordando constantemente la necesidad de purificarnos, la necesidad de limpiar nuestro corazón, la necesidad de quitar de nuestro corazón todo aquello que lo aparte de Dios N. S. La Cuaresma es un período que nos va a obligar a cuestionarnos para saber si en nuestro corazón hay algo que nos está apartando de Dios Nuestro Señor. Esto podría ser un problema muy serio para nosotros, porque es como quien tiene una enfermedad y no sabe que la tiene. Es malo tener una enfermedad, pero es peor no saber que la tenemos, sobre todo cuando puede ser curada, sobre todo cuando esta enfermedad puede ser quitada del alma.
Qué tremendo problema es estar conviviendo con una dificultad en el corazón y tenerla perfectamente tapada para no verla. Es una inquietud que sin embargo la Iglesia nos invita a considerar y lo hace a través de la Cuaresma. Durante estos cuarenta días, cuando leemos el Evangelio de cada día o cuando vayamos a Misa los domingos, nos daremos cuenta de cómo la Biblia está constantemente insistiendo sobre este tema: Purificar el corazón, examinar el alma, acercarse a Dios, estar más pegado a Él. Todo esto, en el fondo, es darse cuenta de quién es Dios y quién somos nosotros.
Por otro lado, el hecho de que el sacerdote nos ponga la ceniza, no es simplemente una especie de rito mágico para empezar la Cuaresma. La ceniza tiene un sentido: significa una vida que ya no existe, una vida muerta. También tiene un sentido penitencial, quizá en nuestra época mucho menos, pero en la antigüedad, cuando se quería indicar que alguien estaba haciendo penitencia, se cubría de ceniza para indicar una mayor tristeza, una mayor precariedad en la propia forma de existir.
Preguntémonos, si hay en nuestra alma algo que nos aparte de Dios. ¿Qué es lo que no nos permite estar cerca de Dios y que todavía no descubrimos? ¿Qué es lo que hay en nosotros que nos impide darnos totalmente a Dios Nuestro Señor, no solamente como una especie de interés purificatorio personal, sino sobre todo por la tremenda repercusión que nuestra cercanía a Dios tiene en todos los que nos rodean?. Solamente cuando nos damos cuenta de lo que significa estar cerca de Dios, empezaremos a pensar lo que significa estar cerca de Dios para los que están con nosotros, para los que viven con nosotros. ¿Cómo queremos hacer felices a los que más cerca tenemos si no nos acercamos a la fuente de al felicidad? ¿Cómo queremos hacer felices a aquellos que están más cerca de nuestro corazón si no los traemos y los ayudamos a encontrarse con lo que es la auténtica felicidad?.
Qué difícil es beber donde no hay agua, qué difícil es ver donde no hay luz. Si a mí, Dios me da la posibilidad de tener agua y tener luz, ¿solamente yo voy a beber? ¿Solamente yo voy a disfrutar de la luz?. Sería un tremendo egoísmo de mi parte. Por eso en este camino de Cuaresma vamos a empezar a preguntarnos: ¿Qué es lo que Dios quiere de mí? ¿Qué es lo qué Dios exige de mí? ¿Qué es lo que Dios quiere darme? ¿Cómo me quiere amar Dios?, para que en este camino nos convirtamos, para aquellas personas que nos rodean, en fuente de luz y también puedan llegar a encontrarse con Dios Nuestro Señor.
Ojalá que hagamos de esta Cuaresma una especie de viaje a nuestro corazón para irnos encontrando con nosotros mismos, para irnos descubriendo nosotros mismos, para ir depositando esa ceniza espiritual sobre nuestro corazón de manera que con ella vayamos nosotros cubriéndonos interiormente y podamos ver qué es lo que nos aparta de Dios.
La ceniza que nos habla de la caducidad, que nos habla de que todo se acaba, nos enseña a dar valor auténtico a las cosas. Cuando uno empieza a carecer de algunas cosas, empieza a valorar lo que son los amigos, lo que es la familia, lo que significa la cercanía de alguien que nos quiere. Así también tenemos que hacer nosotros, vamos a ir en ese viaje a nuestro corazón para que, valorando lo que tenemos dentro, nos demos cuenta de cuanto podemos dar a los que están con nosotros.
Este es el sentido de ponerse ceniza sobre nuestras cabezas: el inicio de un preguntarnos, a través de toda la Cuaresma, qué es lo que quiere Dios para nosotros; el inicio de un preguntarnos qué es lo que el Señor nos va a pedir y sobre todo, lo más importante, qué es lo que nosotros vamos a podré dar a los demás. De esta manera, vamos a encontrarnos verdaderamente con lo más maravilloso que una persona puede encontrar en su interior: la capacidad de darse.
Recorramos así el camino de nuestra Cuaresma, en nuestro ambiente, en nuestra familia, en nuestra sociedad, en nuestro trabajo, en nuestras conversaciones. Buscar el interior para que en todo momento podamos encontrarnos en el corazón, no con nosotros mismos, porque sería una especie de egoísmo personal, sino con Nuestro Padre Dios; con Aquél que nos ama en el corazón, en lo más intimo, en lo más profundo de nosotros.
Que el bajar al corazón en esta Cuaresma sea el inicio de un camino que todos nosotros hagamos, no solamente en este tiempo, sino todos los días de nuestra vida para irnos encontrando cada día con el Único que da explicación a todo. Que la Eucaristía sea para nosotros ayuda, fortaleza, luz, consuelo porque posiblemente cuando entremos en nuestro corazón, vamos a encontrar cosas que no nos gusten y podríamos desanimarnos. Hay que recordar que no estamos solos. Que no vamos solos en este viaje al corazón sino que Dios viene con nosotros. Más aún, Dios se ofrece por nosotros, en la Eucaristía, para nuestra salvación, para manifestarnos su amor y para darse en su Cuerpo y en su Sangre por todos nosotros.
La guerra, ¿es el remedio?
La paz, don de Dios e imperativo moral. Hay que agotar todos los medios pacíficos para evitar la guerra
LA PAZ, DON DE DIOS E IMPERATIVO MORAL
1. La amenaza de guerra en Irak es causa de honda preocupación en todo el mundo y también en España. Muchos obispos se han pronunciado ya a este respecto en sus diócesis. Nosotros, en nombre de la Conferencia Episcopal Española, y en unión con el Santo Padre Juan Pablo II, deseamos decir también una palabra que ayude a iluminar la conciencia de los católicos españoles y que les sostenga en su oración ferviente y en su compromiso en favor de la paz.
2. Los peligros en que están hoy la paz y el bien común de la Humanidad son graves, como se pone de manifiesto en la dramática situación de Oriente Medio y de Tierra Santa, en los conflictos, entre otros, de África y de Hispanoamérica, y en el terrible azote del terrorismo. Estos grandes males deben ser evitados y combatidos por todos los medios lícitos, eliminando situaciones que los alimentan y les ofrecen cobertura.
3. «La cuestión de la paz no puede separarse de la cuestión de la dignidad y de los derechos humanos»[1]. No toda forma de paz es expresión de justicia y de orden. Siendo indiscutible la necesidad de mantener un orden internacional justo, que salvaguarde el «bien común universal»[2] y vele por el cumplimiento de los acuerdos firmados por los Estados, se ha de afirmar, como ha hecho el Papa Juan Pablo II, que “la guerra nunca es un medio como cualquier otro, al que se puede recurrir para solucionar las disputas entre las naciones”[3]. El servicio a la paz y al orden entre los pueblos exige que no se acuda a la destrucción y a la muerte que la guerra comporta, a no ser en situaciones en las que, de un modo probado, no exista ya ningún otro medio disponible y sea fundada la esperanza de no producir males mayores de los que se desea evitar[4].
4. En el momento actual, hay que agotar todos los medios pacíficos para evitar la guerra y, en todo caso, respetar la legalidad internacional en el marco de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Nos unimos de todo corazón a las gestiones del Santo Padre en favor de la paz y deseamos que encuentren eco positivo entre los gobernantes de modo que, no desfallezcan en los nobles esfuerzos por mantener el bien común universal y sepan eliminar toda razón que pudiese justificar el uso de esa “solución extrema” que es la intervención armada. En palabras de Juan Pablo II: «El derecho internacional, el diálogo leal, la solidaridad entre los Estados, el ejercicio tan noble de la diplomacia, son los medios dignos del hombre y de las naciones para solucionar sus contiendas»[5].
5. El recurso a la guerra es una de las decisiones políticas que, sin duda alguna, tiene que ver con principios morales ineludibles[6]. No podemos olvidar a este respecto lo que recientemente ha dicho Su Santidad el Papa Juan Pablo II: «Como recuerda la Carta de la Organización de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, [el recurso a la guerra] no puede adoptarse, aunque se trate de asegurar el bien común, si no es en casos extremos y bajo condiciones muy estrictas, sin descuidar las consecuencias para la población civil, durante y después de las operaciones»[7].
6. La paz es posible; las guerras son evitables, pues no son ningún producto necesario del destino ciego, sino que tienen su raíz última en los pensamientos y las decisiones equivocadas de los hombres, que las incitan o las provocan. Ante la amenaza de la guerra, se pone de manifiesto la necesidad de la conversión del corazón para la promoción de una auténtica cultura de paz. La paz verdadera exige el respeto y el cultivo de la verdad, de la justicia, del amor y de la libertad, auténticos pilares de la paz, como recordaba el Beato Juan XXIII en la encíclica Pacem in terris hace cuarenta años[8]. La conversión implica, en último término, la vuelta de toda la persona a Dios, a Jesucristo. Él es nuestra paz (Ef 2, 14). Los creyentes nos abrimos a Él de modo particular por la oración. Rogamos, pues, de nuevo a todos que oren por el don supremo de la paz. La Eucaristía es el lugar privilegiado para el encuentro con Dios, en el que la Iglesia implora la paz para sí misma y para toda la familia humana. Pedimos al pueblo cristiano que participe asiduamente en su celebración. Con el Papa invitamos al rezo del Rosario, en este año especialmente dedicado a esta “oración orientada por su naturaleza hacia la paz”, para que, interiorizando con María el misterio de Cristo, aprendamos “el secreto de la paz” y hagamos de él “un proyecto de vida”[9], que con sus acciones genere compromisos en favor de la verdad y la justicia de las que brota la paz.
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
CXCI REUNIÓN DE LA COMISIÓN PERMANENTE
Madrid, 19 de febrero de 2003
Nota Pastoral: LA PAZ, DON DE DIOS E IMPERATIVO MORAL
Notas:
[1] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003 (8.12.2002), 6; cf. Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et Spes (7.12.1965), 78; Catecismo de la Iglesia Católica (11.10.1992), 2302-2306.
[2] Juan XXIII, Carta Encíclica Mater et Magistra (15.5.1961), 71; Id., Carta Encíclica Pacem in terris (11.4.1963), 100; 103; 138; 140; 155; 167; cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003 (8.12.2002), 5.
[3] Juan Pablo II, Discurso al cuerpo diplomático (13.1.2003), 4.
[4] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica (11.10.1992), 2309.
[5] Juan Pablo II, Discurso al cuerpo diplomático (13.1.2003), 4.
6] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política (24.11.2002), 4.
[7] Juan Pablo II, Discurso al cuerpo diplomático (13.1.2003), 4; cf. Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et Spes (7.12.1965), 79-82; Catecismo de la Iglesia Católica (11.10.1992), 2307-2317.
[8] Juan XXIII, Carta Encíclica Pacem in terris (11.4.1963), 1; cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003 (8.12.2002), 3.
[9] Juan Pablo II, Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae (16.10.2002), 40.
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7 prendas de vestir que debes evitar para asistir a Misa
¿Está bien si voy a misa usando esto?
«La moda no incomoda» dicen por ahí, pero hay “modas”que son ciertamente inoportunas dependiendo del lugar, del ambiente y de las personas. ¡Cuánto más cuidado pondremos en un ambiente cristiano!
Quisiera a través de este artículo darles a conocer las 7 prendas más inadecuadas para asistir a la Santa Misa. Se podrían enumerar más, pero quisiera que estas siete quedaran en nuestra memoria para evitarlas en un futuro. Algunos se sorprenderán (no es mi intención causar revuelo), pero sí quisiera dar algunas pautas para vestirse mejor durante la celebración Eucarística. Se trata principalmente de formar un criterio general para ayudar, sobretodo a quienes deben catequizar a otros sobre el respeto y el amor que tenemos los católicos a la Eucaristía.
¡Ojo! Antes de mencionarlos, es importante resaltar que estos son algunos criterios básicos, corresponde a cada uno hacer un discernimiento maduro de lo que es más adecuado dependiendo de las circunstancias que cada uno viva
¿Qué debemos evitar vestir cuando vamos a Misa?
1. Camisas deportivas (equipos de fútbol)
Si quiero ir al estadio a ver fútbol, permitido. Si quiero pasear por el parque, permitido. Pero, ¿para ir a encontrarme con el Señor? Imagínense una exhibición de camisetas deportivas en la Iglesia, colores y equipos por doquier, viendo a “Messi” o “Vidal” decenas de veces cuando miro hacia el altar porque están en las espaldas de mis hermanos. Esto puede crear rivalidad, disgusto, distracción o molestias en la asamblea. Además es bien sabido que una prenda deportiva se usa en un ambiente deportivo, por ende debemos evitar llevarlo a Misa.
2. Short muy corto o minifalda
Para la playa está bien. El sol cuando calienta puede ser insoportable, pero ¿en la iglesia? El calor no es excusa para vestir como queramos, es más, si tenemos calor, podremos ofrecerlo al Señor como muestra de amor por Él. Un short o una minifalda (en el caso de una dama) es una prenda que llama bastante la atención en un grupo humano, ¡cuánto más dentro de la iglesia! Ya me podrán decir ustedes sobre diseños, tamaños o colores, eso no importa tanto. Vestir una falda esta bien, pero una mini-falda, no.
3. Chanclas de playa
Aunque muchos no lo crean, sucede. Sobre todo en ambientes veraniegos donde ir a Misa está de paso entre mi casa y la playa. ¡Siempre dignos! No lo olvidemos. Aunque me lleve más tiempo cambiarme de ropa y calzado, lo haré por amor al Señor. Las chanclas de verano son para la playa, no para la iglesia. Te pones un calzado más discreto para ir a Misa y luego te los quitas para ir a la playa, ¿cuál es el problema? Que la pereza o la comodidad no intervengan en la dignidad y sobriedad que predomina en un templo católico.
4. Sombreros o gorras
Mi madre decía: «dentro de la casa no se usa gorra», y ahí va de nuevo, ¡cuánto más en la casa de Dios! Además de evitar tapar la vista a los demás hermanos es un gran signo de respeto. Cuando se está con alguien importante nos sacamos el sombrero o la gorra y saludamos, por lo menos así era antes y es algo que no podemos perder. Los sombreros son para protegerse del sol, pero dentro de una iglesia, ¿de qué querríamos protegernos? Es mejor evitarlo. Te lo puedes quitar y dejarlo a un lado de tu asiento o bajo el reclinatorio. Llevarlos a la iglesia está bien, usarlos dentro es inapropiado.
5. Escotes o camisas abiertas
Esto es parte de la moda de este siglo. Al parecer la premisa es que «mientras más muestres tu cuerpo, mejor». No es así entre cristianos. Sabemos que el cuerpo es un don de Dios, es el templo del Espíritu Santo, por lo tanto lo protegemos con cautela. No andamos mostrándonos a todo el mundo, esto podría incitar distracción y provocación en los demás. Sinceramente disgusta un poco ver por la calle desfiles de jóvenes vestidos así, ¡cuanto más en la iglesia!. Vamos bien arreglados, pero dignos. Ropa abierta, medio transparente, es mejor dejarla en casa. Nuestra premisa es «mientras más dignos, mejor».
6. Joyas, lujos y anillos exuberantes
Esto casi no habría que explicarlo. Sabemos todos que a la iglesia no vamos a exhibir nuestros bienes o a aparentar un cierto status social. ¡Nosotros vamos a encontrarnos con Jesús! por ende todas las joyas y ornamentos exuberantes sobran en la Misa. Mientras más sobrios mejor. Algunos me dirán: «para Dios lo mejor», claro que sí ¡pero para Dios!, no para que tú hagas alarde de tus posesiones. Es admirable ver cómo grandes empresarios van a Misa, a veces, incluso pasando desapercibidos por su forma de vestir o de tratar a los demás. Tener o no tener dinero no te va llevar al cielo. La caridad con los hermanos y el amor a Dios ¡eso sí!. Así que ya sabes, las joyas en la casa bien guardadas. Así, además de evitar posibles robos, nos hacemos uno más en la asamblea de Dios, donde nadie tiene preferencias, todos somos hijos de Dios. Santiago, en su carta, nos da más luz acerca de este punto: «Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: “Tú, siéntate aquí, en un buen lugar”; y en cambio al pobre le decís: “Tú, quédate ahí de pie”, o “Siéntate a mis pies”. ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos?» (Santiago 2,2-4).
7. Zapatos de fútbol
Todos sabemos el concepto de calzado deportivo. Aquí vamos de nuevo, es deportivo. Como ya sabemos lo deportivo se usa en un contexto de deporte, pero ¿en la iglesia?, ¿para qué? Cuando organicemos un partido de fútbol parroquial, permitido. Pero para la santa misa es inadecuado. Mejor usar calzado formal y discreto. Porque ir con zapatos de montaña a jugar fútbol es inútil, lo mismo en la iglesia, asistir a Misa con zapatos deportivos es inútil.
Estas medidas no son para “encajar en un ambiente social”, como muchos podrán creer, sino para hacer de la Santa Misa un verdadero encuentro con el Señor, un lugar digno de recibirle, un lugar santo. Como cristianos y católicos estamos llamados a buscar la perfección, por ende el vestido no debería constituir ocasión para retroceder en la virtud y en la identificación con Cristo. La limpieza, el decoro, los modales y la distinción son hábitos básicos que debemos ir inculcando a las futuras generaciones, más aún en un mundo muchas veces permisivo.
«Cada Santa Misa tiene un valor infinito, inmenso, que nosotros no podemos comprender del todo: alegra a toda la corte celestial, alivia a las pobres almas del purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones y da más gloria a Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los santos, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del mundo y todo lo que hagan hasta el fin de los siglos» (Santo Cura de Ars).
¡Vayamos dignos al Encuentro del Señor!
San Gabriel de la Dolorosa, un chico popular que encontró la plenitud
Prometió a Dios que entraría en la vida religiosa y las dos veces se olvidó rápidamente de ello… hasta que la Virgen le recordó que cumpliera
San Gabriel de la Virgen de los Dolores no fue siempre un santo. De hecho, durante muchos años fue precisamente lo contrario.
Nació en 1838 como Francesco Possenti, y fue bautizado en la misma pila que san Francisco de Asís.
Durante su juventud, Possenti tenía mucho en común con el “trovador” de Asís y era un joven popular en las fiestas.
«El bailarín»
Mientras asistió a la escuela jesuita de Spoleto, se entregó a cualquier tipo de entretenimiento que encontrara. Más tarde, Possenti escribió en una carta:
“Te lo aseguro, que, si hubiese permanecido en el mundo, no habría conseguido la salvación de mi alma. Dime: ¿Alguien ha podido permitirse más diversiones que yo?”.
Possenti disfrutaba en especial del baile, por lo que le apodaron “el bailarín”. Sus amigos también le llamaban il damerino (el galán de las damas), por su popularidad entre las mujeres.
Milagros y promesas
Sin embargo, Dios nunca dejó de perseguir a Possenti. Dos veces cayó Possenti enfermo y dos fue milagrosamente curado.
En ambas ocasiones prometió a Dios que entraría en la vida religiosa y las dos veces se olvidó rápidamente de ello.
Entonces, un día, durante una procesión observó un estandarte de Nuestra Señora María Auxilio de los Cristianos.
Sintió que Nuestra Señora le miraba directamente a él y escuchó una voz: “Cumple tu promesa”.
Este momento atravesó el corazón de Possenti, que decidió mantener su palabra y entrar en una orden religiosa.
Sencillo joven pasionista
Accedió a la Orden pasionista el 21 de septiembre de 1856, donde recibió el nombre de Gabriel de la Virgen de los Dolores.
Gabriel se entregó de lleno en una vida de santidad e hizo lo que hiciera falta para acercarse a Dios.
Sin embargo, no recibió la gracia de ningún don espiritual o experiencias extraordinarias.
Simplemente vivió plenamente la vida de un pasionista y se esforzó por alcanzar la perfección.
Gabriel es famoso por su frase:
“Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en hacer bien lo ordinario”.
Su vida religiosa duró poco, ya que murió de tuberculosis seis años más tarde, en 1862. Tenía 24 años y su comunidad lo apreciaba mucho por su santidad.
Gabriel terminó por ser beatificado en 1908 y canonizado en 1920. Es conocido como un santo patrón especial de los jóvenes.
Papa Francisco sobre Ucrania: «Quien hace la guerra olvida la humanidad»
Papa Francisco y Vladimir Putin en una audiencia en el Vaticano
Alvaro Real – publicado el 27/02/22
Llamamiento del Papa sobre la guerra en Ucrania: «Pienso en los ancianos, en las madres con sus hijos, con el corazón preocupado por lo que ocurre en Ucrania»
Tras el rezo del Ángelus, Papa Francisco realizó un especial mensaje ante la terrible guerra que se está viviendo en Ucrania: «Estamos preocupados por algo trágico, la guerra. Muchas veces hemos rezado , no dejemos de hablar y pidamos a Dios intensamente. Renuevo mi invitación para hacer una jornada de ayuno y oración por Ucrania. Para sentirnos todos hermanos e implorar a Dios el fin de la guerra».
«Quien hace la guerra olvida la humanidad», explicaba el Papa, «coloca delante los intereses del poder, confía en la lógica diabólica de las armas, se distancia de la gente común que quiere la paz. Es la verdadera víctima que paga con su piel la locura de la guerra».
«Pienso en los ancianos, en las madres con sus hijos, con el corazón preocupado por lo que ocurre en Ucrania. Quien ama la paz, repudia la guerra como medio de resolución de las controversias», añadía el Papa.
Durante la audiencia general de este miércoles el papa Francisco ya lamentó lo que está pasando en Ucrania, aunque en esos momentos sólo había tambores de guerra tras el reconocimiento por parte de Rusia de la independencia de Donetsk y Lugansk del territorio ucraniano.
«Tengo un gran dolor en mi corazón por el empeoramiento de la situación en Ucrania. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas, se abren escenarios cada vez más alarmantes”.
“Como yo, muchas personas en el mundo están sintiendo angustia y preocupación. Una vez más la paz de todos se ve amenazada por intereses partidistas”.
Finalmente la guerra comenzó y han sido muchos sus mensajes, hasta en ucraniano, cuando expresó:
«Jesús nos enseñó que a la diabólica insensatez de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno. Que la Reina de la Paz preserve al mundo de la locura de la guerra»