Luke 5:1-11
Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús sube al barco de Pedro sin pedir permiso. Simplemente se adueña del barco, que es fundamental en la vida del pescador y comienza a dar órdenes. Esto representa algo de enorme relevancia: una invasión de la gracia.
Aunque Dios respeta nuestra relativa independencia, no se contenta en absoluto con dejarnos en un estado “natural”. En cambio, quiere vivir en nosotros, convertirse en el Señor de nuestras vidas, estando presente en nuestras mentes, voluntades, cuerpos, imaginaciones, nervios y huesos.
Esta apropiación por la gracia no implica un compromiso de nuestra naturaleza sino más bien una perfección y elevación. Cuando Jesús se muda a la casa del alma, los poderes del alma se intensifican y se orientan adecuadamente; cuando Jesús ordena el barco de la vida humana, esa vida se preserva, se fortalece y da una nueva orientación.
Esto está señalado simbólicamente en la directiva del Señor de lanzarse a las aguas profundas. Por cuenta propia podemos conocer, y lo haremos, dentro de un rango muy estrecho; buscaremos aquellos bienes y verdades que aparecen en el horizonte de nuestra conciencia natural, pero cuando la gracia nos invade somos atraídos a aguas mucho más profundas.
Apolonia, Santa
Virgen y Mártir, 9 de febrero
Por: Redacción | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Martirologio Romano: En Alejandría, en Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, la cual, después de haber sufrido muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que ceder en su fe (c. 250).
Etimología: Apolonia = Aquella que desciende de Apolo, es de origen griego.
Breve Biografía
Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana. El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio.
Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos.
No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto. El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas.
Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.
En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad. Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar. Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.
Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.
Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.
También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse a al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa. Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quien sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.
Rememos mar adentro
Santo Evangelio según San Lucas 5, 1-11. Domingo V del Tiempo Ordinario
Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, buenos días, gracias por este momento de intimidad contigo. Aquí estoy delante de ti. Quiero escuchar tu voz, que resuenen tus palabras en mi corazón. Deseo amarte, Jesús. Enséñame a amarte y amar a los demás como Tú lo quieres. Deseo permanecer unido a ti. No me abandones ni me dejes solo.
Te necesito. Ayúdame a nunca separarme de tu lado. Y si alguna vez lo hago, dame la gracia de saber que en tus brazos siempre encontraré un refugio amoroso al cual puedo volver.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar». Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muy amada alma:
Ven. No tengas miedo. Adéntrate en el mar.Deja la seguridad de la orilla. Te veo allí, secando tus redes después de una larga jornada, ¿qué has pescado? Nada. He visto tu trabajo de toda la noche… de todos tus días: has luchado con uñas y dientes por ser feliz; te has matado por el bienestar tuyo y de los que amas; has construido un complejo conjunto de seguridades (dinero, afectos, diversiones…) poniendo tu confianza en ellos… y al final nada de eso te ha dado la felicidad plena que añorabas. Nada ha podido llenar esa sed de un amor que nunca termine, de una felicidad que jamás se acabe. Has tratando de llenar un vacío de infinito con una infinidad de cosas finitas… y no has podido; a lo más, has inhibido el deseo, pero cuando llega la mañana, luego de haber trabajado tanto para lograr poco o nada, te das cuenta que tu nostalgia por lo eterno sigue allí.
Levanta los ojos, alza la mirada y date cuenta que no estás hecho para este mundo, sino para Mí. Ven. Rema mar adentro. Sé que estás cansado, que has intentado de todo y que tu confianza se ha visto a prueba. No te preocupes. Ven, inténtalo una vez más, pero esta vez conmigo. Deja tus seguridades y confía en Mí. Quiero hacer de ti un gran santo, quiero hacerte feliz… ¡Puedo hacerlo!, ¡confía en Mí!
Mira más alto. No tengas miedo de ir allá donde nunca has llegado. ¡No tengas miedo de amar! Ensancha el corazón y déjame amar en ti, vivir en ti… déjame formar mi imagen en ti para que seas reflejo de mi luz, mensajero de mi paz… mi pescador de hombres. Te quiero para hacerte feliz y te necesito para hacer felices a los demás. ¿Puedo contar contigo?
«Quien confiesa a Jesús sabe que no ha de dar sólo opiniones, sino la vida; sabe que no puede creer con tibieza, sino que está llamado a «arder» por amor; sabe que en la vida no puede conformarse con «vivir al día» o acomodarse en el bienestar, sino que tiene que correr el riesgo de ir mar adentro, renovando cada día el don de sí mismo».
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a trabajar con todo mi esfuerzo para llevar a cabo esa actividad buena que he dejado a un lado, por el esfuerzo que implica, confiando y siempre con una sonrisa.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Santa Apolonia, patrona de los dentistas

Wellcome Library, London | Wellcome Library, London
Dolors Massot – Patricia Navas – publicado el 09/02/15 – actualizado el 07/02/23
Una mujer que murió mártir en Alejandría después de que la torturaran arrancándole los dientes
Santa Apolonia es una mártir que murió en Alejandría (Egipto) a mediados del siglo III d. C. durante un levantamiento local contra los cristianos.
Antes de morir quemada en la hoguera, fue martirizada con la extracción violenta de sus dientes.
De su vida, la tradición cuenta que quiso ser cristiana al conocer que su madre rezó mucho a la Virgen para tener un bebé.
Y que vivió su fe con mucho compromiso con la Iglesia hasta el punto de predicar y enseñar catequesis durante muchos años y servir como diaconisa.
Santa patrona
Por el modo en que fue martirizada, es patrona de los dentistas.
Curiosidades
Se cuenta que la devoción popular hizo que proliferaran presuntos dientes de santa Apolonia.
Y el papa Pio VI quiso acabar con ese «mercado» de reliquias, llegándose a recoger hasta 3 kilos de dientes atribuidos a la mártir, que fueron arrojados al río Tíber.
Oración
Virgen y mártir santa Apolonia, abogada mía, llena de amor a Dios,
que con la constancia de muchos años de virtud
te hiciste respetable y venerable en toda Alejandría.
Ayúdame bendita santa,
escucha mi súplica en estos momentos de angustia, dolor y desolación de mi alma.
Amén.