LLEGAMOS A ESTA GRAN FIESTA DE CRISTO REY que es siempre al final del año litúrgico. Piensen en el rey llegando al final de una larga procesión a su palacio; este es Cristo Rey al final de la gran procesión del año litúrgico. Lo que quiero hacer es mirar a tres dimensiones de la realeza de Cristo, una por cada una de las tres lecturas de hoy: nuestra unidad en Cristo, Cristo el guerrero y las armas mediante las cuales Cristo vence en la batalla contra los poderes de la oscuridad—su no violencia y amor misericordioso.

LA PRIMERA LECTURA. Tiene que ver con David. Estamos mirando el Segundo Libro de Samuel, un libro el cual he trabajado bastante tiempo. Y tenemos aquí una referencia al tiempo de David, se convirtió en rey de todas las tribus. Estuvo envuelto entonces en una gran guerra civil, por largo tiempo con los seguidores de Saul. David consolidó su poder en la parte sur de la Tierra Prometida. Pero finalmente las tribus del norte se acercan a él y esto es lo que le dijeron:¨Somos de tu misma sangre¨. Reconocían en cierto modo que eran de la misma sangre que David, que eran parte de su cuerpo místico, si se quiere. Lo que aquí vemos es un tema básico en la Biblia: el rey es aquel que unifica a las tribus en su persona. No sólo a través de sus intrigas políticas, sino que en su misma persona, es aquel que unifica a su nación. Reconocían en cierto modo que era de la misma sangre. El teólogo Johan Adan Müller -escribió a comienzos de siglo XIX- propuso una comprensión del sacerdocio y del episcopado y del papado que siempre he encontrado convincente. Lo que dijo es que cada parroquia necesita de una sola persona que sea el signo ejecutor de su unidad. Es por eso que cada parroquia necesita un pastor, no simplemente un equipo pastoral ni simplemente tres o cuatro que trabajen juntos sino una figura que simboliza y proporciona, no un equipo de obispos, no un comité, sino una persona que de esta manera mística pueda unificarla. Reúne toda la unidad de la diócesis. Y Müller estaba escribiendo en un tiempo en que había un montón de controversias entre católicos y protestantes al papado. ¿Por qué debería existir este gran gobernante monárquico? Porque la Iglesia entera necesita de una figura, en la cual pueda encontrar su unidad. Así que antes de cualquier decisión que tome el Papa o un obispo o pastor existe este atributo simbólico.

David lo tenía. APLIQUEN ESTO A CRISTO. ¿QUIEN ES EL? Es aquel quien el mundo entero encuentra su unidad. Cuando el Hijo del Hombre sea elevado en la Cruz, atraerá a todos hacia EL. El Monte Sión el verdadero polo de la tierra, todas las tribus suben, las tribus del Señor. Pero a través de las tribus del Señor, todas las tribus del mundo. Siempre que pienso en esta cosas pienso en las columnas de Bernini. Y el simbolismo es muy claro: ESTÁN ABRAZANDO AL MUNDO ENTERO. Lo que le decimos todos a CRISTO es: SOMOS DE TU MISMA SANGRE. SOMOS MIEMBROS DE TU CUERPO MÍSTICO BAJO TU REINADO ENCONTRAMOS NUESTRA UNIDAD.

Oh, ¿Por Qué a Iglesia no debería ser dirigida por un comité? Bueno no vamos a encontrar nuestra unidad del mismo modo.

¿Por qué HAY UN SOLO SEÑOR, UNA SOLA FE, UN SOLO BAUTISMO? Por la misma razón. Encontramos nuestra unidad en el REINADO DE CRISTO. De acuerdo un tema relacionado, ahora, LLEGANDO A LA SEGUNDA LECTURA DE SAN PABLO A LOS COLOSENSES. Es de muchas maneras un himno de alabanza, esta Carta al CRISTO Cósmico. Es un tema hermoso que en CRISTO, todas las cosas  en el mundo son como reunidas. Fueron creadas por EL.

EL es el ALFA Y LA OMEGA. Aquel de donde provienen todas las cosas, aquel al cual todas las cosas regresan, y así . Pero Pablo también habla a los Colosenses del JESUS GUERRERO. Les advierto cada uno de los reyes de Israel fue un guerrero. Es parte de lo que significa ser rey. Batallaban con los enemigos de Israel. Tal como les dije antes, lean la Biblia simbólicamente Israel representando a todos los poderes del Dios en el mundo. El CRISTO real es un guerrero y ha venido a pelear batallas intensas. DE NUEVO ÉL NOS HA LIBERADO DEL PODER DE LAS TINIEBLAS Y NOS HA TRASLADADO AL REINO DE SU HIJO AMADO. Este rey batalló con el rey del mundo caído y nos rescató de sus garras y nos trajo a su Reino. ¿Quieren entender a la Iglesia, de paso, a lo largo de las épocas, continua exactamente esta obra. Porque JESUS dice, ya que estamos a Pedro, ¨TÚ ERES PEDRO. SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA, Y LAS PUERTAS DEL INFIERNO NO PREVALECERAN SOBRE ELLA¨.Eso no significa que el infierno va a perseguirnos y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y vamos a ser capaces de resistirlo. No, no. Es lo opuesto, lo opuesto. Las puertas son el lugar por donde atacas las fuerzas enemigas, la ciudad enemiga. Era el punto más débil. Lo que está diciendo es que las puertas del infierno no prevalecerán contra nosotros. Somos ahora el ejército reunido de CRISTO REY. Y CONTINUAMOS BATALLANDO CON ESTOS PODERES, continuamos arrebatando gente de sus garras.

MISIONERAS DE PAX VOBIS, SEMINARISTAS, NOVICIOS, SACERDOTES, ESCÚCHENME. ESE ES NUESTRO TRABAJO, involucrarnos en esta batalla, bajo el Reinado de CRISTO. Estoy utilizando aquí un vocabulario bastante severo: POTENTE, GUERRERO, BATALLA.

Pero miremos ahora El Evangelio de San Lucas, 23, 35-43.

Y veamos cuán auténtico y maravillosamente extraño todo esto. ¿Qué encontramos? Bueno suena como si estuviera describiendo un curita, un guerrero davídico que desenvaina la espada -o ajustemos la metáfora- desenfundará una ametralladora, tanques y bazuca y perseguirá a los poderes de la oscuridad. ¿Cómo lucha el rey davídico? ESTÁ MONTADO SOBRE UNA CRUZ ROMANA, EL PEOR MODO DE MORIR, MÁS DOLOROSO Y HUMILLANTE. EL SIGNO MÁS CLARO POSIBLE DE QUE NO ERAS EL MESIAS DE ISRAEL, es que fuiste ejecutado por las manos de los enemigos de Israel. Para todo el mundo se vió como los poderes de la oscuridad vencieron. Así es como se vió para todo el mundo. ¿Qué dice acaso desde aquella Cruz: ¨PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN¨?. LA CRUZ ES EL MODO EN QUE PELEO EL REY, PERMITIENDO QUE TODA LA OSCURIDAD DEL MUNDO QUE VINIERA SOBRE EL. La absorbió, por así decirlo -escuchen- dentro de una misericordia aún mayor. Cuando combatimos el mal en sus propios términos, PERDEMOS. POR ESTE ACTO MISMO NOS RENDIMOS A el. Lo que JESUS hizo fue cargar todo el mal del mundo sobre si mismo y luego lo envolvió en la misericordia divina que es más grande que todo lo que existe en el mundo. Es por esta razón que el JESUS RESUCITADO cuando se aparece a sus discípulos y muestra sus heridas, las heridas de batalla, se quiere, hasta el fondo de esta batalla mano a mano con el mal. Pero mostró sus heridas como señal de batalla. LUEGO LES DIJO ¨SHALOM¨.

¨PAZ¨. Lo que les ofreció fue una palabra de perdón. Es a través de la no violencia y el amor que perdona, que CRISTO REY vence la batalla, nos traslada desde los poderes de la oscuridad a su propio REINO. Es en aquel acto que encontramos nuestra unidad en EL. Vean este es CRISTO REY. TOMENLO CON TOTAL SERIEDAD. No conviertan eso en una metáfora insulza. El es el rey en cuyo ejército estamos llamados a combatir. Pero no entiendan, esta metáfora en términos mundanos, como vamos a combatir  con las armas del mundo. Es a través del amor de Dios, que se auto vacía, a través del perdón de Dios que el mal es conquistado. Así para todos nosotros, hoy la pregunta permanece. Ha sido la misma pregunta por los pasados dos mil años. Van a combatir en su ejército o no? Porque como lo dijo claramente San Ignacio al final del día tenemos que unirnos a uno u otro ejército. Se une al ejército del diablo y del mundo caído, o se une al EJERCITO DE CRISTO. ESA ES LA LA UNICA DECISION QUE REALMENTE IMPORTA. ASÍ QUE EN ESTA SOLEMNIDAD Y ESTA GRAN FIESTA, RECONOZCÁMOSLE A ÉL, EL ÚNICO EN EL QUE ENCONTRAMOS NUESTRA UNIDAD, EL ÚNICO QUE PELEÓ EL BUEN COMBATE HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS, precisamente mediante la no violencia y el Amor que perdona. ¿Se unirá a su ejército o no? VIVA CRISTO REY, SEÑOR Y DIOS NUESTRO.

Luke 23:35-43

Amigos, hoy celebramos la festividad de Cristo Rey. En este día recordamos de qué se trata ser cristiano: que Jesús es realmente el Rey, el Señor de nuestras vidas. Él nos afirma que le pertenecemos completamente, que podemos decir junto con San Pablo: “Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí”. 

Si decimos otras cosas estamos dando vueltas acerca del cristianismo y realmente no lo estamos viviendo. Si hablamos sobre Jesús pero no nos sometemos completamente a Él, estamos perdiendo el tiempo al no tratarlo como el Rey de nuestra vida. Si lo dejamos entrar en una o dos habitaciones de nuestra casa pero no en todas, no es nuestro Rey. Jesús es nuestro Dominus, nuestro Señor —o no estamos entendiendo de qué se trata.

Cristo Rey del Universo

Solemnidad, último domingo del año litúrgico

Martirologio Romano: Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo: a El todo el poder, la gloria y la majestad por los siglos de los siglos.

Fue el Papa Pio XI, el 11 de diciembre de 1925, quien instituyó esta solemnidad que cierra el tiempo ordinario. Su propósito es recordar la soberanía universal de Jesucristo. Es una verdad que siempre la Iglesia a profesado y por la que todo fiel está dispuesto a morir.

Cristo es rey del universo porque es Dios. El Padre lo puso todo en sus manos y debemos obedecerle en todo. No se justo apelar al amor como pretexto para ser laxo en la obediencia a Dios. En nuestra relación con Dios, la obediencia y el amor son inseparables.

El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.» -Juan 14,21

Nadie y ninguna ley esta por encima de Dios. El Pontífice León XIII enseñaba en la «Inmortale Dei» la obligación de los Estados en rendir culto público a Dios, homenajeando su soberanía universal.

Diferente a los hombres, Dios ejerce siempre su autoridad para el bien. Quien confía en Dios, quien conoce su amor no dejará de obedecerle en todo, aunque no comprenda las razones de Dios.

El buen ladrón, hizo su mejor robo

Santo Evangelio según san Lucas 23, 35-43. Jesucristo Rey del Universo

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, estoy aquí. Sí, estoy aquí con todo mi ser. ¿Cómo me encuentro? Creo que eso lo sabes Tú, mejor que yo mismo. Mi cabeza, llena de preocupaciones, me roba la paz, por ello abandono todo en ti. En este momento de oración déjame ponerme en la paz de tu presencia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 23, 35-43

Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”.

También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Éste es el rey de los judíos”.

Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reclamaba, indignado: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Cuando escuchamos este pasaje, creo que muchos nos hemos acostumbrado a pensar o escuchar que Jesús se pasa de bueno, tanto que es capaz de perdonar a un ladrón y no sólo eso, sino además regalarle el paraíso. Si bien es cierto, también está la acción y mérito del ladrón. Es decir, era un ladrón, y como buen ladrón, experimentado, supo que éste sería el robo del siglo. Porque no sólo se estaría robando un bien material, que algún día se iba terminar, sino se estaba robando nada más y nada menos que la salvación eterna.

¿Por qué resaltar la acción del ladrón? Porque aunque no fue un robo como tal, nos muestra la condición necesaria e indispensable para recibir la misericordia de Dios, es decir nuestra libertad, querer ser salvados.

Jesús le decía a santa Faustina Kowalska, que ni todos los pecados del mundo superaban su misericordia, pero que el recipiente necesario para recibir esa misericordia es la confianza del alma que viene a buscar su perdón.
Ayúdame, Señor, a saber confiar en tu amor misericordioso y que el desánimo y la tristeza que me asaltan después de haber caído, me sirvan como una oportunidad de rechazarlos para mostrarte mi amor y confianza.

«Quisiera recordar el episodio de los dos malhechores crucificados junto a Jesús. Uno de ellos es engreído, no se reconoce pecador, se ríe del Señor; el otro, en cambio, reconoce que ha fallado, se dirige al Señor y le dice: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino”. Jesús le mira con misericordia infinita y le responde: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. ¿Con cuál de los dos nos identificamos? ¿Con el que es engreído y no reconoce sus errores? ¿O quizás con el otro que reconoce que necesita la misericordia divina y la implora de todo corazón? En el Señor, que ha dado su vida por nosotros en la cruz, encontraremos siempre el amor incondicional que reconoce nuestra vida como un bien y nos da siempre la posibilidad de volver a comenzar».
(Mensaje del Santo Padre para la XXXI Jornada Mundial de la Juventud ).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Antes o después de la misa dominical, haré una visita al Santísimo para reconocerle como Rey y Señor de mi vida y pedirle, con humildad, su gracia.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Cómo es nuestro Cristo Rey?

En la fiesta de Cristo Rey, te pido la gracia que establezcas tu Reino de paz en mi corazón.

OBJETIVO
Renovar nuestra ilusión de trabajar por Cristo Rey, a fin de llevar su Reino a nuestro alrededor, a nuestra familia, a nuestros amigos.

PETICIÓN
Señor Jesucristo, Rey del Universo, te pido la gracia de que establezcas tu Reino de paz, de verdad, de amor, de esperanza y de pureza, en mi corazón, para que después me lance a llevar bien alta tu bandera, esa bandera cuyos colores me trazaste en las bienaventuranzas (Mateo 5, 1-8).

PUNTOS DE REFLEXIÓN
1. ¿Cómo es nuestro Cristo Rey? Cuando vino hace dos mil años, vino oculto en pañales, en la humildad, sencillez, pobreza, mansedumbre. No quiso imponerse, sino proponerse. No quiso ser temido, sino acogido y amado. No quiso hacer ruido, sino pasar desapercibido. Se dejó alimentar, enseñar, adoctrinar. Caminó, se cansó, tuvo sed, lloró. Fue amado por uno hasta la locura del martirio. Y odiado por otros, hasta llevarle a la muerte. Un Rey que guardó la espada de su justicia, para desplegar sólo la capa de su misericordia, que tendía a todos los que a Él se acercaban. Un Rey que salió a la conquista del mundo, no con un ejército de fieros guerreros, adiestrados en artes marciales o bélicas; sino con un minúsculo equipo de humildes pescadores, que sólo sabían el arte de pescar y remendar las redes. Un Rey que anunció su Reino maravilloso de paz, de humildad, de pobreza, de pureza, de verdad.

Un Rey que prefirió morir por sus súbditos, y así salvarnos. Pero un Rey que resucitó, se fue al Cielo, nos dejó su presencia viva en la Eucaristía y en los sacramentos. Y un Rey que vendrá Glorioso, al final de los tiempos para desplegar su Justicia y dar su premio a quienes lucharon con Él.

2. ¿Cuál es el objetivo de este Rey? El plan estratégico de Cristo Rey es llevar su Reino a todas partes, no por las armas, ni por la violencia, ni por el engaño, sino por la fuerza del amor. Llevar su Reino de justicia, que destruya toda injusticia. Su Reino de amor, que acabe con los odios y egoísmos. Su Reino de verdad, que aniquile la mentira y los errores doctrinales. Su Reino de paz, que suplante a la guerra. Su Reino de pureza, que limpie toda inmundicia.

Su Reino de vida, que termine con esa terrible cultura de la muerte (aborto, eutanasia, manipulación genética). Su Reino de luz, que desenmascare a las falsas antorchas del liberalismo, neomodernismo, tecnicismo que pretenden iluminar nuestra sociedad y lo único que están logrando es dejarnos bizcos y ciegos para las cosas espirituales y echar de un plumazo a Dios de la esfera política, económica y social. Su Reino de desprendimiento interior, que desate todas esas cadenas que nuestro mundo y del dinero nos pone, arrebatándonos la verdadera libertad interior. Su Reino de esperanza, que anime a los desalentados y desilusionados de la vida. Su Reino de verdadera alegría, que supla esa otra alegría postiza y ligera de los fáciles placeres. Su Reino de fe, que disipe el ateísmo, el agnosticismo y el indiferentismo religioso que cunden en nuestro mundo; y que acabe con esos movimiento pseudorreligiosos que intentan robar nuestra fe y mezclarla con elementos paganos.

3. ¿Cuáles son las exigencias de Cristo Rey? Son tres: negarse a sí mismo, tomar la cruz de cada día y seguir las huellas de este Rey, llevando en la mano y en el corazón su estandarte y su bandera. Negarse a sí mismo significa luchar para contrarrestar esas tendencias desordenadas que todos llevamos dentro desde el pecado original: la tendencia a la ambición, a los apegos, a la vida fácil, al egoísmo, al disfrute sin freno, a la vanidad, a la soberbia, a querer tener la razón, a imponerme. El medio para negarnos es la mortificación de nuestro cuerpo, de nuestros sentidos…y la búsqueda de cuanto me cuesta por amor a Cristo. Tomar la cruz cada día significa mirar la cruz de frente, no rehuir, ni acortarla, ni cubrirla de terciopelo para que no me moleste, agradecerla todos los días a Dios, llevarla con serenidad, paciencia y, si es posible, con alegría interna…Todos los días, no sólo cuando no me pesa. Seguir las huellas de Cristo significa que tengo que poner mi pie donde Jesús lo ha puesto, pues Él va delante marcando el camino. Llevando su bandera con orgullo, con amor y alegría y clavándola en mi casa, en mi trabajo, en todas partes donde vaya.

4. ¿Cuál es el premio a quienes luchen en su ejército y bajo su bandera? Aquí en la tierra: seguridad de éxito, alegría interior, paz del alma, certeza de la compañía de Jesús, realización en la vida. Y allá arriba, la vida eterna, el premio del cielo.

Prepárate para la fiesta del Rey del universo!

Cristo es el Rey del universo y de cada uno de nosotros.

Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz.

Un poco de historia

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925.
El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.

Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. 

Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

Si quieres conocer lo que Jesús nos anticipó de ese gran día, puedes leer el Evangelio de Mateo 25,31-46.

En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.

Jesús nos habla de las características de su Reino a través de varias parábolas en el capítulo 13 de Mateo:
“es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”;
“es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda”;
“es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”;
“es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

En ellas, Jesús nos hace ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero eficaz.

La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica.

Acerquémonos a la Eucaristía, Dios mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla.

Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad. Y cuando uno está enamorado se le nota.

El tercer paso es imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

Por último, vendrá el compromiso apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse.

Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida.

A lo largo de la historia hay innumerables testimonios de cristianos que han dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas. Un ejemplo son los mártires de la guerra cristera en México en los años 20’s, quienes por defender su fe, fueron perseguidos y todos ellos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!”.

La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico es una oportunidad de imitar a estos mártires promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.

Papa Francisco: Jesús está adornado sólo con clavos y espinas

Misa del Papa Francisco desde la Catedral de Asti, donde viajó este fin de semana para visitar a sus familiares

En la Catedral de Astí, Papa Francisco presidió una Misa que supuso un momento muy especial para el Pontífice: «He venido a reencontrar el sabor de las raíces. Hoy el Evangelio nos lleva nuevamente a las raíces de la fe».

Así, sobre el Evangelio del día quiso reflexionar el Papa Francisco y por eso puso la imagen de Cristo Rey: «Nos vendrá a la mente un hombre fuerte sentado en un trono con espléndidas insignias, un cetro en las manos y anillos brillantes en los dedos, mientras dirige a sus súbditos discursos solemnes. Esta es, más o menos, la imagen que tenemos en la mente». 

Pero el Papa Francisco explicó, esta no es la imagen correcta de Jesús: «No está sentado en un cómodo trono, sino más bien colgado en un patíbulo. El Dios que «derribó a los poderosos de su trono» se comporta como siervo crucificado por los poderosos. Está adornado sólo con clavos y espinas, despojado de todo mas rico en amor; desde el trono de la cruz ya no instruye a la multitud con palabras, ni levanta la mano para enseñar. Hace mucho más: en vez de apuntar el dedo contra alguien, extiende los brazos para todos. Así se manifiesta nuestro rey, con los brazos abiertos».

La fiesta de hoy, continuó el Papa es la de un rey que «se hizo siervo», que «se dejó insultar y que se burlaran de él, para que en cualquier humillación ninguno de nosotros esté ya solo. Dejó que lo desnudaran, para que nadie se sienta despojado de la propia dignidad y subió a la cruz, para que en todo crucificado de la historia esté la presencia de Dios».

«Este es nuestro rey, afirmó Francisco, rey del universo, porque Él cruzó los más recónditos confines de lo humano; entró en la oscura inmensidad del odio y del abandono para iluminar cada vida y abrazar cada realidad». 

En otro momento de la homilía, Papa Francisco hizo una pregunta a los presentes: ¿Somos espectadores o nos involucramos? Explicó que el Evangelio nos pone ante dos caminos y en la época de Jesús la mayoría eran espectadores. Vivían el «sálvate a ti mismo».

«Es un riesgo también para nuestra fe», dice el Papa, «que se marchita si se queda en una teoría y no se hace práctica, si no hay compromiso, si no se da en primera persona, si no se arriesga. Entonces nos convertimos en cristianos superficiales, que dicen creer en Dios y querer la paz, pero que no rezan ni se preocupan por el prójimo».