Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

29 [VII 1937].  Hoy salgo a Rabka. Entré un momento en la capilla y pedí al Señor Jesús un feliz viaje.  Sin embargo en mi alma [reinan] el silencio y la oscuridad; sentí que estaba sola, que no tenía a nadie; pedí a Jesús que estuviera conmigo. Luego sentí en el alma un pequeño rayo de luz, [señal] de que Jesús estaba conmigo, pero después de esa gracia, las tinieblas aumentaron y la oscuridad se hizo aún más espesa en el alma. Luego dije: Hágase Tu voluntad.  Tú lo puedes todo.  Mientras iba el tren y miraba por la ventana el espléndido paisaje y las montañas empecé a experimentar en el alma aún mayores tormentos.

Reflexión: Las pruebas espirituales

En mi alma reina el silencio y la oscuridad, sentí que estaba sola, que no tenía a nadie. Entre los sufrimientos de que está sembrada la vida presente, que debe llevarnos al cielo, hay algunos dolorosos: son las pruebas espirituales, amarguras en el corazón, en la conciencia y en la devoción. Este es el pan cotidiano de las almas que unidas a Jesucristo, quieren ser únicamente de Dios. Quien desea llevar una vida interior mediante la oración y una vida recogida en Dios, debe esforzarse en mayores sufrimientos interiores, porque el alma se torna más delicada y siente la ausencia sensible de Dios. La paz interior no se funda en las propias acciones y razones, sino tan solo en el acto de fe hecho con una ciega obediencia. Dejen obrar a Ntro. Señor y seguirlo en todo con amor y agradecimiento. En los momentos de prueba, de sufrimiento, de tentaciones, de rebelión, de irritación, entreguemos nuestra alma a la Santísima Virgen y a Jesús, para que la guarden. Debemos ejercitarnos en la paciencia, en la sumisión, en el ofrecimiento, en el abandono que son las virtudes del estado de sufrimiento. Si Nuestro Señor los deja fríos, áridos, sin consuelo,  digan en verdad: bien merecido lo tengo. A veces el Señor quiere probar mi fe, mi generosidad, si lo hago por puro amor, sin interés propio. Cuando nos hallemos en ese estado de impotencia y aridez, debemos ejercitarnos en actos de fe, de confianza, de humildad y de amor. Si no gozamos de consuelo, recordar que poseemos la fuerza y la paz de la confianza en Dios. No examinemos los efectos o razones de las tentaciones; ocultémoslas en una de las llagas de Jesús. Dios está con nosotros, es nuestro consuelo y nuestra fuerza. Que el corazón traspasado y misericordioso sea nuestra protección. Seguirle con amor y constante alabanza.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te acompañe en las pruebas espirituales a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.